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Mensajes del libro «Reino, El»
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CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS

LA COSECHA DEL REINO EN APOCALIPSIS

  Lectura bíblica: Ap. 1:9a; 2:7, 10, 11, 17, 25-29; 3:4-6, 10-13, 20-22; 12:10-11

  La cosecha del reino es presentada en Apocalipsis. En principio, aquello que se revela en las primeras páginas de un libro es el tema principal de ese libro. Por ejemplo, Génesis comienza diciendo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Ciertamente Génesis es un libro que revela la creación de Dios. ¿Qué se revela en los primeros versículos del libro de Apocalipsis? En Apocalipsis 1:9 Juan nos dice que él es nuestro hermano y copartícipe nuestro en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús. ¡Él es compañero nuestro en el reino! El propósito del Señor con este libro es presentar el reino a todos los santos. Pero lo que se revela en los primeros capítulos de Apocalipsis son los candeleros, las iglesias, y no el reino directamente. En realidad esto quiere decir que, en términos prácticos, las iglesias son el reino. La vida apropiada de iglesia es la realidad del reino. Las iglesias no son un fin en sí mismas, sino que tienen como finalidad el reino. En Apocalipsis Juan no dijo que él era uno de los miembros del Cuerpo de Cristo, sino que él era copartícipe nuestro en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús. La tribulación es necesaria para el reino, y la perseverancia es necesaria para pasar por tribulación. Si hemos de entrar en el reino, será necesario que suframos. Para soportar dicho sufrimiento, necesitamos cierta medida de perseverancia. Ésta no es nuestra propia perseverancia, sino la perseverancia de Jesús. Por tanto, el libro de Apocalipsis comienza hablándonos del reino.

  En Apocalipsis 12 vemos el nacimiento del hijo varón. El hijo varón representa a los vencedores, quienes tienen la autoridad para reinar sobre las naciones. Este hijo varón será arrebatado al trono de Dios en los cielos. Cuando el hijo varón sea arrebatado al trono, se suscitará una gran guerra en los cielos en contra de Satanás, y éste será arrojado a la tierra. Hoy el enemigo, Satanás, todavía está en los cielos, pero una vez que los vencedores lleguen allí, no habrá lugar para él. Él será echado, y cuando eso suceda, una gran voz proclamará: “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo; porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche” (Ap. 12:10). Por tanto, Apocalipsis comienza con el reino en el capítulo 1 y también proclama la venida del reino en el capítulo 12. Esto indica que Apocalipsis es un libro que trata acerca del reino. Mateo contiene la semilla del reino, las Epístolas contienen el crecimiento de la semilla, y Apocalipsis contiene la cosecha de la semilla del reino.

  ¿En qué consiste la cosecha del reino? El primer aspecto de la cosecha del reino son los siete candeleros, y la cosecha máxima y final del reino será la ciudad santa: la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es sencillamente la máxima cosecha del reino. En ella el reino será manifestado en plenitud. Incluso durante el milenio todavía no tendremos la manifestación suprema del reino, sino que la Nueva Jerusalén será la suprema consumación y plena manifestación del reino.

  Los primeros capítulos de Apocalipsis nos muestran en qué consiste nuestra participación en el reino. El propósito de Dios para la iglesia es obtener el reino, y para esto todos Sus creyentes tienen que madurar al grado de poder vivir en la realidad del reino e introducir la manifestación del reino. Ya vimos que la manifestación del reino simplemente será la madurez y el crecimiento máximo de la vida del reino. Cuando vivamos en la realidad del reino en su forma final, eso será la manifestación del reino. El propósito de Dios es obtener la iglesia a fin de que ésta pueda introducir Su reino. Son muchos los cristianos que jamás han visto cuál es el propósito de Dios y Su meta final. Ellos piensan que el propósito de Dios al efectuar la redención en Cristo es simplemente capacitar a las personas para que vayan al cielo. Todos tenemos que regresar a la palabra pura de la Biblia y ver que la redención efectuada por Cristo tiene como finalidad traer el reino. La iglesia en su condición normal es simplemente la realidad del reino, y esta realidad tendrá su consumación en la manifestación del reino.

  Lamentablemente muchos verdaderos cristianos no han visto esto y carecen de esta experiencia. La mayoría de ellos se encuentra muy por debajo del estándar que corresponde a una vida normal. Por tanto, en el último libro del Nuevo Testamento, Apocalipsis, el Señor Jesús hace un llamado no a los incrédulos, sino a los creyentes. Todos los creyentes han sido llamados una vez por el Señor, pero en Apocalipsis 2 y 3 el Señor Jesús hace un segundo llamado a los creyentes, un llamado a ser vencedores. Todos hemos sido llamados a creer y todos hemos sido llamados a la vida de iglesia, pero muchos todavía ignoran el propósito del Señor y aún no se hallan en el nivel normal, el nivel adecuado para hacer venir la manifestación del reino. Puesto que muchos están por debajo del nivel normal, no hay posibilidad de que ellos crezcan en la vida divina. Aunque la vida del Señor Jesús está dentro de los creyentes, no hay posibilidad de que esta vida crezca en ellos debido a que se encuentran por debajo del nivel normal. Debido a esto, el Señor Jesús hizo un llamado a los vencedores.

ÉFESO

Dejar el primer amor

  En los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, o sea, en las epístolas dirigidas a las siete iglesias, el Señor Jesús hizo un llamado a los vencedores. En Su llamado a los vencedores, el Señor Jesús reveló cuál es la condición apropiada de la iglesia para el reino. En Apocalipsis 2:4 el Señor le dijo a la iglesia en Éfeso: “Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor”. Si hemos de ser la iglesia apropiada que introducirá el reino, es imprescindible que el Señor Jesús sea nuestro primer y mejor amor. Éste es el primer requisito. Tenemos que cuidar de nuestro amor por el Señor. Hoy en día muchos cristianos han perdido su primer amor hacia Él. Ellos todavía siguen laborando para el Señor, son muy buenos para ello y hacen muchas cosas para el Señor, pero no le aman como al principio. Esto quiere decir que ellos perdieron su primer amor, su amor original, su mejor amor, por el Señor. Ellos tienen obras, pero no tienen amor. Por tanto, el primer llamado del Señor a los vencedores es que retornen a Él y le amen al máximo, que le amen con el mejor amor. El Señor prometió: “Al que venza, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios” (Ap. 2:7). Si retornamos a nuestro primer y mejor amor por el Señor, se nos dará a comer del árbol de la vida.

El Paraíso de Dios

  El árbol de la vida también está en la Nueva Jerusalén, lo cual nos muestra que la Nueva Jerusalén es el verdadero paraíso de Dios. El huerto de Edén, descrito en Génesis 1 y 2, podría ser considerado como el primer paraíso de Dios. En Lucas 23 el Señor Jesús le dijo al ladrón crucificado que él estaría con el Señor en el paraíso. Ese paraíso no es el huerto de Edén ni tampoco la Nueva Jerusalén, sino que se refiere a la parte del Hades donde hay gozo y consuelo, que es donde los espíritus de todos los santos que han muerto son guardados. Éste es el segundo paraíso que nos presenta la Biblia. Al final, el pueblo de Dios estará concentrado en la santa ciudad, Jerusalén, y ése será el paraíso eterno con el árbol de la vida en su centro. La promesa del Señor en Apocalipsis 2 es que si vencemos sobre la situación imperante en la actualidad y recobramos nuestro primer y mejor amor hacia Él, nos será concedido el derecho a entrar en la Nueva Jerusalén como el paraíso de Dios y a comer del árbol de la vida a manera de recompensa.

Una recompensa para los vencedores

  Tenemos que comprender que la Nueva Jerusalén junto con el árbol de la vida será una recompensa durante el milenio. No todas las personas salvas entrarán en el milenio. Únicamente los vencedores podrán disfrutar del árbol de la vida durante el milenio. Durante los mil años del milenio, la Nueva Jerusalén en su condición de paraíso de Dios será una especie de recompensa. Pero después del milenio, en los cielos nuevos y la tierra nueva, la Nueva Jerusalén será una bendición para todos los que fueron salvos. En el milenio será una recompensa para los vencedores, pero a la postre será una bendición de la que todo el pueblo de Dios será partícipe. Durante el milenio, la Nueva Jerusalén será la novia; pero en el cielo nuevo y la tierra nueva, la Nueva Jerusalén será la esposa. La novia es únicamente para un día. El primer día de su matrimonio, la joven contrayente es la novia; pero después de eso, ella es la esposa. Para el segundo día algo de esa novedad y frescura se habrá desvanecido. Aunque todavía hay gozo, ese gozo no será tan fresco. Si no llegamos a ser los vencedores, no disfrutaremos de la frescura y novedad de la Nueva Jerusalén en el milenio. Perderemos la oportunidad de participar de esa porción. Después del milenio, disfrutaremos de la Nueva Jerusalén, pero no como una novia. Disfrutaremos de la Nueva Jerusalén únicamente como la esposa, de una manera común. La promesa del Señor es que si llegamos a ser los vencedores hoy, se nos dará a comer del árbol de la vida en la Nueva Jerusalén. Esto ciertamente ocurrirá durante el milenio. Cada una de las siete epístolas en estos dos capítulos de Apocalipsis nos revela algo de la recompensa que podríamos recibir así como algo de la pérdida o castigo que podríamos sufrir durante el lapso correspondiente al milenio.

ESMIRNA

  Esmirna es la iglesia que padeció persecución. Si todos retornamos a nuestro primer amor por el Señor, ciertamente nos sobrevendrán persecuciones. Durante el primero, segundo y tercer siglos, la iglesia padeció mucha persecución. Satanás usó al Imperio Romano para perseguir a la iglesia y matar a muchos creyentes. El Libro de los mártires escrito por el Sr. Foxe nos relata la manera en que muchos de esos primeros cristianos fueron perseguidos y muertos como mártires por causa del Señor Jesús. El Señor Jesús les prometió a quienes fueron perseguidos que si ellos vencían, recibirían la corona de la vida y no sufrirían la segunda muerte. Ser heridos por la segunda muerte no quiere decir que caeremos en la perdición eterna, sino que padeceremos en cierta medida. Ninguna clase de sufrimiento es placentero. No debemos preocuparnos por los detalles en cuanto a la segunda muerte. Simplemente recibamos esta advertencia hecha por el Señor. El Señor Jesús no nos proporciona detalles a este respecto porque Su expectativa es que no tengamos que estar en tal posición. Él espera que todos nosotros recibamos la corona de la vida. Por supuesto, la corona de la vida no es dada hoy, sino que es dada durante el tiempo del milenio. No importa cuánto sufra usted por el Señor Jesús en la actualidad, no recibirá una corona en la era presente. Incluso el apóstol Pablo todavía no ha recibido su corona. Él todavía está a la espera del milenio para poder recibirla. En aquel tiempo todos los vencedores reinarán como reyes junto a Cristo y recibirán una corona.

PÉRGAMO

  La persecución que Satanás desató contra la iglesia no tuvo éxito. Cuanto más perseguía a la iglesia, más fuertes se hacían los cristianos. Así que él recurrió a un ataque más sutil. Al inicio del cuarto siglo, en tiempos de Constantino, Satanás cambió de táctica. En lugar de perseguir a la iglesia le dio una cálida bienvenida. Esto está representado por la iglesia en Pérgamo. Pérgamo literalmente significa matrimonio y simbólicamente denota una torre elevada. Esto significa que la iglesia había contraído una especie de matrimonio maligno con el mundo y se había vuelto algo muy grande. Constantino introdujo el mundo dentro de la iglesia y llevó a la iglesia de regreso al mundo. Éste fue un matrimonio maligno e ilegítimo. La iglesia se casó con el mundo. Debido a que la iglesia contrajo matrimonio con el mundo, se convirtió en algo grande como una torre alta.

  Estos fueron los inicios del gran árbol mencionado en Mateo 13. Dentro de Pérgamo estaban las enseñanzas de Balaam y de los nicolaítas (2:14, 15). Estas enseñanzas eran una especie de levadura maligna introducida en la iglesia. El Señor Jesús intervino para llamar a los vencedores a salir y les prometió dos cosas: el maná escondido y una piedrecita blanca. Una piedra es útil para la edificación, y el color blanco denota que esto es algo aprobado por el Señor y que es placentero para Él. En la piedrecita blanca está grabado un nuevo nombre que nadie conoce sino aquel que lo recibe. Muchas veces debemos tener experiencias especiales con el Señor que los demás no pueden entender. A veces incluso nuestra propia familia no puede entender nuestras experiencias con el Señor. En ellas hemos experimentado algo nuevo y fresco que los demás no pueden comprender. El nuevo nombre denota experiencias frescas y nuevas del Señor.

  Si disfrutamos del Señor de una manera escondida, Él se convertirá en maná escondido para nosotros, y seremos una piedra justificada y aprobada la cual es muy grata al Señor y útil para Su edificación. Disfrutaremos de experiencias que otros no podrán comprender. Ésta es la vida vencedora para el reino. Es posible que muchos queridos santos en las iglesias locales hayan llegado a ser una piedrecita blanca con un nuevo nombre y estén disfrutando de las experiencias ricas y reales del Señor. De ser así, disfrutaremos del derecho y el privilegio de experimentar al Señor Jesús, no como el maná que está a la vista de todos en el desierto, sino como el maná escondido que está en el Lugar Santísimo. Dentro del Lugar Santísimo estaba el Arca, y dentro del Arca estaba la urna de oro con el maná en su interior. El maná aquí es algo escondido y muy cercano a la presencia de Dios. Debido a que los vencedores son uno con el Señor y están tan cerca a Él, le disfrutan como el maná escondido. Este disfrute es para el reino.

TIATIRA

  Después de Pérgamo, que denota el matrimonio ilegítimo de la iglesia con el mundo, viene Tiatira. Tiatira representa a la Iglesia Católica Romana, la cual está llena de toda clase de levadura corruptora. Los ídolos, la fornicación, las enseñanzas malignas y las prácticas de Jezabel son la levadura en el interior de la Iglesia Católica Romana. Ésta es la malvada mujer descrita en Mateo 13 que escondió la levadura en las tres medidas de harina. El Señor también hizo un llamado a los vencedores que hay dentro de Tiatira, pues les llamó a vencer la fornicación, las enseñanzas malignas y toda práctica maligna. Las prácticas en la Iglesia Católica Romana de encender velas, quemar el incienso y adorar a todas sus imágenes de ídolos constituyen una verdadera blasfemia contra el Señor. Algunos podrían argüir que ellos fueron ayudados por la Iglesia Católica Romana y que ha habido muchos queridos creyentes dentro de esa institución. Indudablemente la Iglesia Católica Romana está recubierta con muchas personas y cosas muy preciosas, pero esto es para engañar a la gente; es una fachada falsa. La parte externa de la copa está recubierta de oro, perlas y piedras preciosas, pero por dentro la copa está llena de abominaciones (Ap. 17:4). Todos nosotros tenemos que vencer tales abominaciones como los ídolos, la fornicación espiritual y toda clase de levadura. Tenemos que ceñirnos a lo que el Señor nos ha mostrado. Finalmente, los vencedores regirán sobre las naciones durante el milenio.

No todos los creyentes son vencedores

  Tenemos que ver que ser creyente no equivale a ser un vencedor. Algunos maestros cristianos han enseñado que todos los verdaderos creyentes del Señor Jesús reinarán como reyes. Al respecto, preferiría no responder desde una perspectiva doctrinal, sino desde la perspectiva de nuestra experiencia. A quienes afirman tal cosa me gustaría preguntarles algo con respecto a su propia situación; ¿tienen el aspecto de reyes? ¿Llevan una vida diaria que corresponde a reyes? ¿Han sido disciplinados y adiestrados, o son irresponsables y descuidados? ¿Están preparados para ser reyes que reinen con el Señor? Me temo que cuando el Señor Jesús venga, ellos dirán: “¡Oh, Señor Jesús! ¡No estoy preparado!”.

  Si hemos de reinar con el Señor Jesús como reyes, tenemos que ser entrenados y disciplinados estrictamente por Él. El joven príncipe que ha de ser el próximo rey de Inglaterra diariamente está sometido a un constante y estricto entrenamiento y disciplina. Ese entrenamiento está diseñado para hacerlo apto con miras a que sea el rey. Él está aprendiendo a verse como un rey, a hablar como un rey y a comportarse como un rey. Y ¿qué con respecto a usted? Si en la actualidad usted participa de chismes y murmuraciones además de ser descuidado, ¿estará listo para reinar como rey? ¿Es usted apto para ser un rey? Esto nos permite ver que simplemente ser un creyente no es suficiente para ser un vencedor y gobernar y reinar juntamente con Cristo. Tenemos que ser entrenados y disciplinados por el Señor; de otro modo, ¿cómo reinaremos sobre cinco o diez ciudades (Lc. 19:17, 19)?

SARDIS

  La iglesia en Sardis representa a la iglesia de la Reforma. En cierto sentido los protestantes de la iglesia reformada son mucho mejores que los católicos. Sin embargo, el Señor afirma que aunque ellos fueron reformados y avivados, todavía eran muy débiles. En Apocalipsis 3:1 el Señor dijo que Sardis tenía nombre de que vive, pero estaba muerto. En el versículo 2 Él les dijo que era necesario que fuesen vigilantes y afirmasen las cosas que quedan, las que están a punto de morir. La característica sobresaliente de las iglesias protestantes es su escasez de la vida divina. Quizás muchas cosas sean correctas, pero hay poca vida. Casi todo lo relacionado con el cristianismo fundamentalista: la oración, la lectura de la Biblia y la predicación del evangelio, es débil y está a punto de morir. En realidad, tienen poco impacto. Sin embargo, el Señor les dijo: “Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han contaminado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas” (3:4). Las vestiduras contaminadas denotan la presencia de la muerte o la ausencia de vida. Ser un vencedor en medio de tal situación consiste en guardarse de toda muerte.

  Esto quiere decir que tenemos que estar vivos y fuertes, y que debemos tener impacto. Incluso cuando compartamos un testimonio en alguna reunión no debemos hacerlo de una manera muerta; más bien, debemos hablar con nuestro espíritu fortalecido y liberado. Tenemos que vencer la situación de muerte imperante en el protestantismo. Tenemos que vencer toda clase de muerte. Debemos vestirnos con vestiduras blancas, que no tienen mancha de muerte. Si logramos esto, nuestro nombre no será borrado del libro de la vida (3:5) Que el nombre de alguien sea borrado del libro de la vida no significa que se perderá eternamente, sino que esto guarda relación con la recompensa o el castigo. A fin de entender la Biblia es imprescindible que siempre nos ciñamos a los principios básicos. El principio en cuanto a la salvación es que ésta es eterna. Una vez salvos, somos salvos eternamente. Jamás podremos perdernos. Por tanto, que nuestro nombre sea borrado del árbol de la vida no implica la pérdida de nuestra salvación, sino la pérdida de una recompensa de parte del Señor. Si no vencemos toda clase de situaciones de muerte y somos vivientes, sufriremos pérdida.

FILADELFIA

  El Señor Jesús no reprendió a Filadelfia en ningún aspecto. Más bien, les dijo que debido a que ellos habían guardado Su palabra y no habían negado Su nombre, Él los guardaría de la hora de la prueba que vendrá sobre la tierra. Esto significa que Él los arrebatará antes que la tribulación venga y que, incluso, los hará columnas en el templo de Dios. En el capítulo 2 tenemos la piedrecita blanca y en el capítulo 3 tenemos una columna edificada dentro del templo. Todos los vencedores tienen como finalidad la edificación del templo de Dios, y esto es para el reino.

LAODICEA

  La iglesia en Laodicea es la iglesia en Filadelfia que cayó y entró en degradación. Ellos son muy orgullosos y piensan tenerlo todo, saberlo todo y haber visto todo. Pero a los ojos del Señor son pobres y están desnudos. Por tanto, el Señor les aconsejó que comprasen oro así como colirio para poder ver (3:18). Ellos necesitan arrepentirse de su orgullo y abrirse al Señor de tal manera que Él pueda entrar. Al final, los vencedores de entre ellos celebrarán banquete con el Señor y se sentarán en el trono del Señor durante el milenio.

CRECER PARA EL REINO

  Con base en estas siete epístolas, podemos ver que recibir una recompensa o sufrir pérdida está relacionado con el reino. Estas cosas son reveladas para que podamos combatir, crecer y avanzar con miras a la manifestación del reino. Hoy en día crecemos con miras a la manifestación del reino. Hoy en día combatimos para hacer posible la manifestación del reino. Incluso el regreso del Señor Jesús está relacionado con la manifestación del reino. Podemos hablar mucho sobre la venida del Señor y las profecías relacionadas con esto, pero si no crecemos, el Señor no podrá regresar. Tenemos que combatir a fin de obtener la madurez. Según Apocalipsis 12, en virtud de que crezcamos y combatamos el hijo varón será dado a luz y se proclamará que el reino del Señor ha venido, pues los vencedores habrán arrojado al acusador. Hoy en día, el Señor Jesús hace el llamado a los vencedores y está a la espera de nuestra cooperación. Todos tenemos que decir: “Señor Jesús, respondo a Tu llamado. Señor Jesús, te amaré, te seré fiel hasta la muerte y jamás tendré parte alguna en el gran árbol. Venceré sobre toda la levadura del catolicismo y sobre toda la muerte del protestantismo actual. Guardaré Tu palabra viva y confesaré Tu precioso nombre. Me guardaré del orgullo espiritual. Señor, mantenme celebrando banquete contigo así como Tú conmigo”. Si hemos de crecer, venceremos y haremos venir la manifestación del reino. La manifestación del reino no ocurrirá por accidente, sino de una manera gradual en virtud de nuestro crecimiento. ¡Aleluya! ¡Hoy en día estamos en camino a convertirnos en la cosecha de la manifestación del reino en Apocalipsis!

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