
Lectura bíblica: Gn. 1
En este mensaje queremos ver los ejemplos de recibir la revelación de la Palabra santa y de recibir la visión por medio de la revelación al considerar los hechos, la revelación y las visiones contenidos en Génesis 1.
Primero, debemos estar familiarizados con los hechos del contenido de la Biblia.
Los hechos de Génesis 1 empiezan al crear Dios los cielos y la tierra, y al quedar desolada y vacía ésta (vs. 1-2a).
Dios restauró el universo y lo hizo de nuevo por Su Espíritu, Su palabra y Su luz (vs. 2b-31). El primer día la luz vino para dividir la luz (el día) de las tinieblas (la noche) (vs. 3-5). El segundo día Dios hizo la expansión que separó las aguas de las aguas (vs. 6-8). El tercer día Dios juntó las aguas que estaban debajo de los cielos en un lugar, y se descubrió la tierra seca, y se produjo hierba verde, hierba que diera semilla y árboles frutales (vs. 9-13). El cuarto día Dios hizo las lumbreras más brillantes: el sol, la luna y las estrellas (vs. 14-19). El quinto día Dios creó los animales acuáticos de los mares y las aves del aire (vs. 20-23). El sexto día Dios hizo los cuadrúpedos, el ganado, los insectos y los animales que se arrastran sobre la tierra, y finalmente creó al hombre a Su imagen y conforme a Su semejanza para que señoreara en todo lo que creó (vs. 24-31). Estos son los hechos registrados en Génesis 1. Cualquier persona que lea con detenimiento puede ver estos hechos. Pero la Biblia es más que un libro de hechos. Es un libro de revelación. Por tanto, debemos aprender a recibir la revelación por medio de los hechos de la Palabra.
Génesis 1 revela que Dios lo creó todo según Su voluntad para que se cumpliera Su economía (Ap. 4:11; Ef. 1:10).
Génesis 1 también revela que la obra creadora de Dios es Su testimonio, y permite que el hombre le conozca y le siga (Sal. 19:1-2; Ro. 1:20; Hch. 14:15, 17; 17:24-27).
Génesis 1 muestra que la obra creadora de Dios se llevó a cabo por medio de Cristo (Jn. 1:3; Col. 1:16), la corporificación del Dios Triuno, como el Espíritu quien es Su realidad, como la Palabra de Dios que es la definición de Dios (Jn. 1:1), y como la luz. El Espíritu, la Palabra y la luz son los instrumentos que Dios usó para crear los cielos y la tierra. Cristo es el Espíritu, la realidad de Dios; Cristo es la Palabra, el hablar de Dios; y Cristo es la luz, el resplandor de Dios. Además, el Espíritu, la Palabra y la luz están relacionados con la vida.
En Génesis 1 la tierra seca que surgió el tercer día tipifica al Cristo que resucitó, que surgió, de las aguas de muerte para producir toda clase de vida.
La vida de las plantas tipifica la rica expresión de las inescrutables riquezas de la vida de Cristo en su belleza para que el hombre la vea (Gn. 2:9), en su fragancia (Cnt. 1:12-13), y al nutrir al hombre y a los animales (Gn. 1:29-30). La vida de las plantas también tipifica la rica expresión de la vida de Cristo al ser El los árboles (Gn. 2:9 Ex. 15:23-25; Cnt. 2:3; Ez. 34:29; Is. 11:1; Jn. 15:1, 5; Ap. 22:2), las flores (Cnt. 1:14), el alimento para el hombre (Jn. 6:9, 13; Mt. 14:19-20; 26-27, 15:36-37; Ap. 2:7, 17), y las ofrendas para Dios (Lv. 2:1-3, 14). Cristo alimentó a cinco mil personas con cinco panes y dos peces. Los panes pertenecen a la vida de las plantas, así que son alimento para el hombre. Además, la ofrenda de harina se hace de harina fina para que el pueblo de Dios la coma como su alimento en su comunión con Dios.
La vida animal del mar tipifica las riquezas de la vida de Cristo en el poder que vence la muerte (el agua salada) al vivir El. El agua del mar es agua salada, pero de todos modos los peces pueden sobrevivir allí. Esto es un cuadro de la vida de Cristo que está en nosotros, demostrando que podemos vivir en este mundo, en contra de toda la sal, o sea, todo lo relacionado con la muerte. La vida animal del mar también indica las riquezas de la vida de Cristo al alimentar El al hombre con Sus riquezas (Jn. 6:9a; 21:9).
La vida animal del aire tipifica las riquezas de la vida de Cristo en Cristo como el águila que lleva a Su destino a los que Dios redimió (Ex. 19:4; Dt. 32:11-12; Is. 40:31; Ap. 12:14) y en Cristo como las tórtolas o los palominos que el pueblo de Dios ha de ofrecer a Dios por los pecados (Lv. 1:14; 5:7).
Las bestias y el ganado que están sobre la tierra tipifican las riquezas de la vida de Cristo en Cristo como el león (Gn. 49:8-9; Ap. 5:5) que pelea por la economía de Dios y en Cristo como las ovejas y el becerro que se han de ofrecer para que se cumpla la plena obra redentora de Dios (Lv. 1:2-3, 10; 3:1, 6, 12; 4:3; 5:6; Jn. 1:29; 1 P. 1:19; Ap. 5:6-8, 12-13; 12:11; 21:9, 23; 22:1, 3). Juan el Bautista declaró que Cristo era el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
El hombre tipifica a Cristo (Gn. 1:26-28; Ro. 5:14; 1 Co. 15:45; Sal. 8:4-8; He. 2:6-9) como la cabeza de toda la creación (1 Co. 11:3) y como la expresión de Dios en Su imagen y semejanza (He. 1:3; 2 Co. 4:4; Col. 1:15), representando a Dios al señorear en todo lo creado por El (Gn. 1:28). Sin la vida de las plantas, la de los animales y la vida humana, la tierra estaría desolada y vacía. La belleza de la tierra y sus riquezas dependen de todas las diferentes especies de vida.
La obra creadora de Dios tiene como centro la vida, a fin de llegar a la meta de expresar a Dios y representarlo. El Espíritu, la palabra y la luz se refieren a la vida. El Cristo resucitado es tipificado por la tierra seca que produce toda clase de vida. Finalmente, del polvo de esta tierra, Dios creó un hombre a Su imagen y conforme a Su semejanza para que lo representara y lo expresara.
Debemos recibir la visión de que Dios creó los cielos y la tierra en orden según Su propósito para que las estrellas del alba cantaran juntas y todos los hijos de Dios gritaran de gozo (Job 38:7). Las estrellas del alba y los hijos de Dios se refieren a los ángeles. Después de que Dios hizo Su primera obra de creación, Satanás, el enemigo de Dios, se rebeló en contra de Dios (Is. 14:13-14; Ez. 28:15-18); Dios juzgó el universo que había sido corrompido por la rebelión de Satanás (Job 9:5-7); y la tierra quedó desolada y vacía (Gn. 1:2). Después, Dios restauró el universo condenado, principalmente para restaurar la tierra, la cual tipifica a Cristo como centro de la economía de Dios, para que produjera toda clase de vida con miras al cumplimiento de Su economía (Gn. 1:1-5).
Debemos recibir la visión de que Cristo, tipificado por la tierra, como la centralidad y la universalidad de la economía de Dios, resucitó, surgió de las aguas de muerte, para producir, según las riquezas de Su vida, las vidas en diferentes aspectos, tipificadas por la vida de las plantas, la vida animal del mar y del aire, las bestias y el ganado que están sobre la tierra, y la vida del hombre que es uno con Dios, expresándolo y representándolo (Gn. 1:6-28).
Finalmente, debemos recibir la visión de que el Dios Triuno, en Cristo como Su corporificación, hizo al hombre el hombre de Dios, que es uno con El en cuanto a ser multiplicado y reproducido para producir el Cuerpo de Cristo como Su agrandamiento y complemento, según se ve en el próximo capítulo, que tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén (Gn. 1:26-28).