
“Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: El hombre o la mujer que se apartare haciendo voto de nazareo, para dedicarse a Jehová, se abstendrá de vino y de sidra; no beberá vinagre de vino, ni vinagre de sidra, ni beberá ningún licor de uvas, ni tampoco comerá uvas frescas ni secas. Todo el tiempo de su nazareato, de todo lo que se hace de la vid, desde los granillos hasta el hollejo, no comerá. Todo el tiempo del voto de su nazareato no pasará navaja sobre su cabeza; hasta que sean cumplidos los días de su apartamiento a Jehová, será santo; dejará crecer su cabello. Todo el tiempo que se aparte para Jehová, no se acercará a persona muerta. Ni aun por su padre ni por su madre, ni por su hermano ni por su hermana, podrá contaminarse cuando mueran; porque la consagración de su Dios tiene sobre su cabeza. Todo el tiempo de su nazareato, será santo para Jehová.
“Si alguno muriere súbitamente junto a él, su cabeza consagrada será contaminada; por tanto, el día de su purificación raerá su cabeza; al séptimo día la raerá. Y el día octavo traerá dos tórtolas o dos palominos al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y el sacerdote ofrecerá el uno en expiación, y el otro en holocausto; y hará expiación de lo que pecó a causa del muerto, y santificará su cabeza en aquel día. Y consagrará para Jehová los días de su nazareato, y traerá un cordero de un año en expiación por la culpa; y los días primeros serán anulados, por cuanto fue contaminado su nazareato” (Nm. 6:1-12).
“E hizo [Ana la madre de Samuel] voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza” (1 S. 1:11). Esto implica que el hijo varón sería nazareo. Examinemos también el versículo 28: “Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová”.
“Porque será grande ante el Señor. No beberá jamás ni vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre” (Lc. 1:15). Según este versículo, Juan el bautista también era nazareo.
En Exodo y Levítico el Señor ordenó y designó muchas clases de personas para que le sirvieran. En el principio del libro de Números, el Señor le dijo a Moisés cómo hacer de estas personas un ejército para salir a la batalla. En el capítulo seis de Números, mientras el Señor le decía a Moisés cómo organizarlas, le dio un suplemento. El Señor designó sólo a la casa de Aarón, de la tribu de Leví, para que fuesen sacerdotes. Los demás levitas que servían en el tabernáculo no eran sacerdotes.
Supongamos que la casa de Aarón no fuera fiel al Señor y que lo abandonara. ¿Qué haría el Señor? Quizás esto nos parezca extraño, pero está en la Biblia. Por ejemplo, Abraham fue escogido por Dios después de que el linaje creado cayó. De Abraham salió el pueblo de Israel con el cual Dios se propuso hacer un reino de sacerdotes. Según la Biblia, un sacerdote es uno que se abre al Señor para mezclarse con El a fin de contenerle y expresarle. La intención de Dios con toda la nación de Israel era hacerla un reino de sacerdotes; sin embargo, debido al fracaso de la nación, el Señor escogió a la tribu de Leví para que representara a todo el pueblo. Pero no todos los de la tribu de Leví fueron escogidos por el Señor como sacerdotes; solamente los de la casa de Aarón.
¿Acaso la casa de Aarón nunca caería? Con el tiempo, llegó a caer trágicamente en los tiempos de los hijos de Elí (1 S. 2:12-17). Pero el Señor había previsto esta situación. Además de designar a la casa de Aarón para que fueran sacerdotes, proveyó un suplemento en el capítulo seis de Números. Este suplemento significa “por si acaso”. En caso de que la casa de Aarón fracasara, el Señor había abierto una puerta lateral como provisión en caso de necesidad. Cuando la puerta de entrada se daña, se necesita una puerta lateral. Es por eso que tenemos el voto nazareo.
Ser un nazareo no se limita a ciertas personas, porque cualquiera puede hacerse nazareo. Si la persona es levita, miembro de la casa de Aarón, hombre o mujer, de todos modos la puerta auxiliar está abierta. Ni siquiera las hermanas deben estar molestas de que todos los sacerdotes del Antiguo Testamento fuesen varones; la puerta lateral está abierta tanto para los hombres como para las mujeres. En tiempos normales, la entrada principal es suficiente, pero cuando las circunstancias son anormales, se necesita la puerta auxiliar. El principio del voto nazareo consiste en que la puerta está abierta para todos, sin excluir a nadie.
¿Cuál es, entonces, el principio del nazareato? Es la consagración voluntaria. No depende de ser designado ni ordenado ni escogido por el Señor, sino de consagrarse voluntariamente a El. Según las palabras de Ana, la madre de Samuel, es un asunto de simplemente dedicarse al Señor. Si uno es rico, no tiene que pedir. Sólo los pobres se ven obligados a hacerlo. Durante los tiempos de Elí, el Señor estaba pobre con relación al sacerdocio; así que Ana le prestó a Samuel. Le dijo que si le daba un hijo varón, ella se lo dedicaría o prestaría. Cuando la situación es anormal, y el Señor esté pobre en cuanto a Su administración, alguien tiene que prestarse voluntariamente a El.
¿A cuál tribu pertenecía Samuel? Aparentemente, Samuel era de la tribu de Leví, pero en realidad pertenecía a la tribu de Efraín (1 S. 1:1-2). De hecho, Samuel ni siquiera era de la casa de Aarón, pero se hizo sacerdote por haberse consagrado, separado y dedicado al Señor, es decir, por haber entrando por la puerta lateral, no por la principal. El se hizo sacerdote no por ser designado ni ordenado, sino conforme al suplemento de la ley en Números 6.
Samuel no sólo era sacerdote, sino también juez. En primer lugar, era una persona que estaba en el sacerdocio y en segundo lugar, estaba en el reinado, pues todos los jueces llevaban la autoridad. Además, Samuel también era un profeta que cambió la era al traer el reino y el reinado. ¡Cuántas cosas se relacionaron con esta persona! El sacerdocio, la autoridad, el ministerio profético y el cambio de la era de degradación para que viniera la era del reino. ¿Escogió el Señor a Samuel? No ¿Fue ordenado o designado por El? Tampoco. Esta persona admirable entró a la administración de Dios sólo por el principio del nazareato. Cuando la situación se puso anormal, Dios proveyó la puerta lateral de consagrarse voluntariamente.
Aunque Juan el Bautista era hijo de un sacerdote y, por ende, debía ser ordenado y designado para dicho oficio, él lo realizó de manera extraña, porque no lo hizo según su nacimiento, sino según el principio del nazareato. Cuando el sacerdocio está degradado o anormal, es decir, cuando los sacerdotes ordenados o asignados según su nacimiento no cumplen su deber o no se conducen debidamente, se hace necesario el suplemento.
Permítanme hacer esta pregunta: “¿Está el sacerdocio hoy en una condición normal?” Sin duda, está en una condición anormal; consecuentemente, debemos comprender que el sacerdocio por designación o por nacimiento no es suficiente. Puesto que la entrada principal sufrió daño, se necesita una puerta auxiliar. Aunque es cierto que somos sacerdotes y reyes por nacimiento, la situación de hoy es anormal. Puesto que la entrada principal ha sido dañada, necesitamos la puerta lateral del nazareato. Hay muchos cristianos verdaderos que nacieron como sacerdotes y reyes, pero no manifiestan lo que son. Debemos aplicar el principio del nazareato. A pesar de que nacimos como sacerdotes y reyes, es menester que tomemos la posición de nazareos a fin de consagrarnos y apartarnos para el Señor. Por mucho que comprendamos que somos sacerdotes y reyes por nacimiento, si no estamos dispuestos a apartarnos para el Señor, no podremos estar en el verdadero sacerdocio. La puerta principal no es suficiente en la situación anormal de hoy. Tenemos que usar la puerta lateral aplicando el principio del nazareato a fin de apartarnos para el Señor.
Con respecto a la consagración del nazareo, hay cuatro puntos en los que se separa. Primero, el nazareo no debe beber ni comer nada que proceda de la uva, desde el fruto hasta el hollejo. En tipología, el vino o cualquier fruto de la uva representa el placer terrenal o mundano. Si deseamos tener el verdadero sacerdocio, debemos separarnos de todos los placeres terrenales. Separarse del disfrute mundano es muy difícil, porque vivimos en una sociedad entregada a los placeres mundanos, llena de tentaciones, deleites terrenales y diversiones mundanas; y es muy difícil para los jóvenes apartarse de todo ello para consagrarse al sacerdocio. Al beber cualquier producto de la uva, éste nos arruina para el sacerdocio. A pesar de que todos los cristianos, mediante la regeneración, hayan nacido como sacerdotes y reyes, el vino del deleite terrenal ha arruinado a casi todos. Este es un asunto muy serio.
Debemos darnos cuenta de que el cristianismo de hoy se ha degradado. Para asumir el sacerdocio, debemos separarnos voluntariamente y por completo de la uva. El recobro del Señor sólo puede prevalecer mediante un sacerdocio que esté totalmente separado de los placeres terrenales y del disfrute mundano. Cuando participamos de cualquier cosa mundana, rompemos nuestra relación con el sacerdocio y lo sentimos por dentro, sin que nadie nos lo diga. Seguimos siendo hijos del Señor, mas no sacerdotes. ¡Cuánto han dañado los placeres terrenales y el deleite mundano el sacerdocio!
Quizás preguntemos: “¿Cuáles son los placeres terrenales?” Si nos hacemos a nosotros mismos esa pregunta, lo sabremos. No podemos negarlo porque sabemos exactamente cuáles placeres terrenales y disfrutes mundanos nos impiden participar del sacerdocio. En la degradación de hoy, el Señor necesita personas dispuestas a ser pioneras, que abran el camino de la consagración absoluta, sin reserva alguna.
El segundo aspecto de la consagración del nazareo es que no debe cortarse el cabello. Los que pertenecen al sacerdocio son personas peculiares, un poco raras y únicas, aunque quizás no nos guste escuchar esto. Pero si a mí me dijesen que soy extraño y raro, me pondría contento.
¿Qué significa prohibirle al nazareo cortarse el cabello? En 1 Corintios 11:14 dice que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello. No es algo glorioso. El cabello largo le es una gloria a la mujer, pero una deshonra al varón. Un nazareo está dispuesto a soportar deshonra por causa del Señor. Tener el cabello largo significa abandonar la gloria personal, es decir, ya que el ego está crucificado, no existe la timidez ni es necesario justificarse uno ni exaltarse. Mientras nos exaltemos a nosotros mismos, no podremos estar en el sacerdocio. Debemos llevar el oprobio por causa del testimonio del Señor y de Su propósito. En vez de buscar la gloria, debemos llevar el oprobio.
En varias ocasiones algunos hermanos me dijeron que no dijera ni hiciera ciertas cosas por temor a que ello me trajera mala fama. ¡Pero quiero tener una mala reputación! E incluso, algunos hermanos me llaman perturbador. Alabo al Señor por todas esas calumnias. No debemos procurar ser demasiado amables. Cuando el Señor anduvo en la tierra, no fue amable todo el tiempo. Si queremos ser sacerdotes, tenemos que aprender a llevar el oprobio.
Hebreos 13:13 dice que salgamos del campamento y llevemos Su vituperio o Su oprobio. No tengamos miedo de ser difamados o desacreditados, porque si no tenemos la valentía para ser avergonzados, no podremos estar en el sacerdocio. Un sacerdote es una persona que tiene el cabello largo, es decir, no busca exaltarse. Si somos verdaderos sacerdotes, seremos menospreciados. En esta sociedad de diversión y de exaltación propia, uno puede hablar de cualquier cosa con los cristianos sin que se molesten. Pero si decimos que debemos separarnos del mundo y de la vanagloria, se ofenderán. Ciertamente hay que pagar un precio por el sacerdocio, el de llevar el vituperio y no exaltarnos a nosotros mismos por causa del Señor.
El tercer aspecto de la consagración del nazareo consiste en que no debemos contaminarnos con la muerte, especialmente con la de nuestros parientes. Ellos representan nuestro afecto natural, el cual puede matarnos. Debemos separarnos de nuestro afecto natural porque éste fácilmente nos trae muerte. Nosotros vivimos para el Señor y sólo para El; así que no debemos dejarnos afectar por nuestros sentimientos, pues de lo contrario, la muerte nos embargará.
¿Por qué no funcionan como reyes y sacerdotes tantos cristianos que nacieron como tales? Por causa de estas tres cosas: los placeres o diversiones terrenales, la exaltación de sí mismos y el afecto natural. Si deseamos entrar en el sacerdocio genuino, debemos consagrarnos voluntariamente al Señor y separarnos de todas estas cosas.
Además, la Palabra del Señor habla claramente con respecto a la muerte espiritual. Números 6:9 dice que si alguno muere súbitamente cerca de uno, éste será contaminado. No sólo nos afecta la muerte de un pariente, sino también la de cualquier persona. Si somos afectados por ellos, perderemos todos los días de nuestra separación como nazareos. Quizás hayamos vencido nuestros afectos naturales, pero supongamos que un día en la vida de iglesia un hermano que está a nuestro lado muere de repente. No me refiero a la muerte física, sino a la muerte espiritual. Cuando alguien muera espiritualmente debemos tener cuidado de que no nos afecte; no debemos permitir que esa muerte nos toque. Satanás es la fuente de esa muerte y a él siempre le gusta diseminarla. Muchos hermanos y hermanas han sido afectados por uno o dos que hayan caído en muerte. Cuando percibamos el hedor de la muerte espiritual, debemos alejarnos de ella. En esto consiste el cuarto aspecto de la consagración del nazareo.
¿Acaso nos agrada mirar el contenido de un basurero? No importa cuán elegante sea una casa, tiene un basurero. Hasta un palacio tiene basurero y el universo mismo tiene su basurero, que es el infierno. Es el basurero universal adonde se arrojan los desechos de todo el universo. No digamos que cierta iglesia es maravillosa, porque toda iglesia local tiene su basurero. Si usted viene a mi casa, ¿viene con el propósito de oler el basurero y observarlo? Creo que no. Sin embargo, algunas veces cuando visitamos una iglesia local, no vamos a la sala, sino al basurero; no nos ejercitamos en gustar las cosas buenas, sino en disfrutar el basurero, o sea que difundimos chismes, críticas y murmuraciones. Si seguimos en eso, caeremos en una condición de muerte. Cuanto más tocamos las cosas negativas, menos podemos orar y quedamos bajo el efecto de la muerte. Quizás tengamos cien razones por las cuales lo hacemos, pero de todos modos estamos muertos. Si alguien muere repentinamente cerca de nosotros, debemos alejarnos de prisa. Huyamos de los miembros muertos, porque si no, nuestro espíritu tocará muerte.
Tenemos que vencer los deleites terrenales, la exaltación propia, el afecto natural y la muerte espiritual repentina; si no, el sacerdocio será arruinado. Todos debemos tener en cuenta que la situación actual no es normal. Si lo fuera, no sería necesario aplicar el principio del nazareato. Debemos ofrecernos voluntariamente para ser nazareos como Samuel, quien cambió la era, de la degradación al reino. Fue un nazareo, Juan el Bautista, el que cambió la era del Antiguo Testamento a la del Nuevo Testamento y el que presentó al Señor Jesucristo. En estos últimos días debe haber un pueblo que cambie esta era. Sólo los nazareos pueden traer de nuevo al Señor Jesús. Esto no se puede lograr en el cristianismo de hoy, sino con los que voluntariamente se separan de los deleites terrenales, de la exaltación propia, del afecto natural y de la muerte repentina de otros. Serán los nazareos de hoy los que pondrán fin a esta era de degradación y traerán al reino, y ellos traerán de regreso al Señor.
Debemos orar con respecto al principio del nazareato y no decir que nacimos siendo sacerdotes y reyes. Esta ordenación por nacimiento no funciona en medio de la degradación de hoy. Se necesita la puerta auxiliar, el voto del nazareo. Todos debemos prestarnos al Señor.
Con respecto a las personas espirituales que el Señor necesita en Su administración, El está muy pobre hoy. Debemos ofrecernos o dedicarnos a El a fin de que pueda usarnos para Su propósito. Sólo el voto del nazareo puede solucionar la emergencia de hoy. El Señor está llamando a un pueblo a que se separe por completo de todo disfrute terrenal, de la exaltación propia, del afecto natural y de la muerte espiritual repentina. ¿Quiénes se presentarán como voluntarios?
¡Cuán bendito es el servicio, Y el vivir sacerdotal! Cristo al sacerdote es todo, Su porción y dulce hogar.
Cristo al sacerdote es todo, Su comida celestial; Cristo es su vestido fino, Su morada eternal.
El vestido del servicio Es lo bello del Señor; Muestra el pectoral Su gloria, Las hombreras Su esplendor.
Cuando él, en sacrificio, Le ofrece Cristo a Dios, Lo disfruta al comerle, Sus riquezas suyas son.
Cuando del Señor se viste, Cristo es toda su expresión; Cuando él le come y bebe, Cristo es su posesión.
Santa y pura es su morada, Incremento del Señor; Se edifica el sacerdocio Como casa para Dios.
Todo su vivir es Cristo, Su porción y propiedad; Todo es Cristo y Cristo siempre, En Su inclusividad.
(Himnos #409)