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Mensajes del libro «Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritu»
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CAPÍTULO CINCO

EL QUE CRISTO SEA CONTRARIO A LA RELIGIÓN INDICA QUE CRISTO ES LA CABEZA QUE CUIDA DE SU CUERPO

  En el capítulo anterior vimos que Cristo es cinco cosas nuevas según se presenta en el Evangelio de Mateo. Él es todo nuevo: Él es el Novio, el paño nuevo, el vestido nuevo, el vino nuevo y el odre nuevo. Con Él nada es viejo; todo es nuevo. El libro de Mateo también nos muestra que Cristo es contrario a la religión.

EL QUE CRISTO QUEBRANTARA EL SÁBADO EN MATEO 12:1-2 INDICA QUE ÉL ES LA CABEZA

  En el capítulo 12 el Señor Jesús iba por los sembrados el día de Sábado (v. 1). ¿Por qué el Señor fue por los sembrados? ¿Acaso estaba perdido o andaba sin rumbo? Todo lo que el Señor hizo estaba lleno de significado. Los sembrados ciertamente no son un lugar en donde se celebra una reunión. Los sembrados contienen alimento para comer, pero comer en un sembrado sólo puede hacerse de manera tosca. Además, el Señor fue por los sembrados el día del Sábado. El Señor no fue por los sembrados durante los primeros seis días de la semana. Él esperó hasta el séptimo día. Me parece que el Señor eligió hacer esto el séptimo día, el día de Sábado, con la intención de mostrarles a los fariseos que Él quiere derrocar la religión.

  El Señor fue por los sembrados el día de Sábado, pero ¿por qué los fariseos también fueron a los sembrados? Quizás los fariseos miraban para determinar si había personas en los sembrados que quebrantaran el Sábado. Cuando el Señor Jesús y Sus discípulos fueron por los sembrados, ellos arrancaron espigas y comieron, y los fariseos los vieron. Este evento muestra que el Señor no vino para guardar regulaciones religiosas o preocuparse por la tradición cultural. Él hizo cosas el día de Sábado que quebrantaron el Sábado. El día de Sábado el Señor fue por los sembrados con Sus discípulos, y Sus discípulos comieron espigas. Los discípulos comieron de una manera que era contraria a las regulaciones; ellos comieron el grano crudo, y lo comieron de forma tosca. Al Señor no le interesaba la religión ni la cultura. A Él sólo le interesaba la realidad de Sí mismo.

  ¿Es la iglesia un templo santo, una capilla o un sembrado? La iglesia debería ser un sembrado. El que nos reunamos es un sembrado, y la iglesia local también es un sembrado. Si los santos vienen a las reuniones a fin de guardar regulaciones, seguirán padeciendo hambre y nuestras reuniones tendrán la naturaleza de una capilla. ¿Cuál es el significado de un sembrado? No hay regulaciones en un sembrado; sólo hay alimento para satisfacer a las personas. Los discípulos del Señor arrancaron espigas y comieron de forma tosca, sin platos ni tazones. Exteriormente eran toscos, pero tenían disfrute y estaban verdaderamente satisfechos. No tenían el Sábado exterior, pero tenían reposo en su interior.

  Los judíos guardaban las regulaciones religiosas, pero el Señor no guardó las regulaciones; más bien, Él fue a los sembrados. Esto indica que el Señor hizo las cosas contrarias a la religión y a la cultura a fin de que Sus discípulos fuesen satisfechos. Cuando los fariseos vieron a los discípulos del Señor arrancando espigas y comiéndolas, le dijeron al Señor: “He aquí Tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en Sábado” (v. 2). Esto significa que los discípulos profanaron el Sábado. El Señor Jesús dijo: “¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comieron los panes de la Presencia, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?” (vs. 3-4). Las palabras del Señor son muy significativas. Ellas implican que Él es el David de hoy, y que los discípulos que le siguen, siguen al verdadero David. David el rey era sólo una sombra. El Señor es la sustancia, el David verdadero.

  El pan de la Presencia en el templo era lo que los sacerdotes habían de comer. Las palabras del Señor indican que la era del sacerdocio había acabado. Así como la era cambió cuando David llegó a ser rey, la venida del Señor cambió la era. Cristo no sólo es Aquel que es mayor que David y el David verdadero; Él también es Aquel que ha cambiado la era. La venida de David cambió la era de la era de los sacerdotes a la era de los reyes. Ahora que el Señor está aquí, la era ha cambiado de la era del Antiguo Testamento a la era del Nuevo Testamento. En la era del Antiguo Testamento las personas guardaban el Sábado, pero en la era del Nuevo Testamento el Señor es nuestro Sábado. Damos gracias al Señor porque la era ha cambiado. Puesto que el Señor es el David verdadero, aquellos que le siguen no deberían seguir con hambre. Cuando nos reunimos para adorar al Señor, somos satisfechos en nuestro interior. Cuanto más adoramos, más somos satisfechos. Al Señor Jesús no le interesa la regulación; a Él le interesa que seamos alimentados y satisfechos.

  El Señor habló algo más a los fariseos en el versículo 5, diciendo: “¿O no habéis leído en la ley que en el Sábado los sacerdotes en el templo profanan el Sábado, y son sin culpa?”. Estas palabras indican que incluso si la era no hubiese cambiado de la era del sacerdocio a aquella del reinado, los sacerdotes que laboran en el templo el día de Sábado eran sin culpa. Por tanto, la regulación del Sábado es efectiva únicamente fuera del templo; no existe tal regulación dentro del templo. En cuanto una persona está dentro del templo, queda libre. El Señor también dijo: “Os digo que hay aquí algo mayor que el templo” (v. 6). El Señor Jesús es mayor que el templo. Puesto que Sus discípulos hacían cosas en Él, en Aquel que es mayor que el templo, ellos eran sin culpa. Fuera de Cristo estamos en cautiverio, pero en Cristo somos puestos en libertad.

  ¿Estamos nosotros en Cristo o fuera de Cristo? ¡Estamos en Cristo! Hay libertad en el templo, pero aquí tenemos a Aquel que es mayor que el templo. Cristo no sólo es mayor que David, sino también es mayor que el templo. Él es David que nos da satisfacción, y Él es el templo que nos pone en libertad.

  El Señor Jesús también dijo: “El Hijo del Hombre es Señor del Sábado” (v. 8). El Señor Jesús es el Señor. Si Él desea establecer el Sábado, Él lo establecerá, y si Él desea acabar con el Sábado, Él lo acabará. Él no sólo es el verdadero David y el templo mayor, sino que también es el Señor del Sábado. Estos asuntos nos muestran que Él es Cristo, la Cabeza. ¡Jesús es el Señor! En Él tenemos satisfacción, libertad y reposo.

EL QUE CRISTO QUEBRANTARA EL SÁBADO EN MATEO 12:10-11 INDICA QUE ÉL CUIDA DE SU CUERPO, LA IGLESIA

  Lo que se registra en la Biblia es muy particular. El Señor, después de quebrantar el Sábado en los versículos 1 y 2, quebrantó el Sábado de nuevo en los versículos 10 y 11. El hecho de que el Señor quebrantara el Sábado repetidas veces indica que Él estaba en contra de la regulación de guardar el Sábado. La segunda vez, el Señor no quebrantó el Sábado en los sembrados, sino en una sinagoga. Entre las personas que adoraban en la sinagoga, había un hombre que tenía una mano seca. El Señor Jesús confrontó a los fariseos. Los fariseos le preguntaron al Señor si era lícito sanar en el Sábado (v. 10). El Señor Jesús respondió con una analogía: “¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cae en un hoyo en el día de Sábado, no le echa mano, y la levanta?” (v. 11). La respuesta del Señor muestra que el hombre era uno de los miembros del Señor y una de Sus ovejas. Aquellos que entienden la Biblia saben que los miembros son para el Cuerpo así como las ovejas son para el rebaño. Tanto el Cuerpo como el rebaño se refieren a la iglesia. La iglesia es el Cuerpo del Señor y el rebaño del Señor. En esta situación una oveja había caído en un hoyo, es decir, un miembro se había secado. ¿Lo sanaría el Señor? ¿Se preocuparía el Señor por el Sábado o por Su oveja, el miembro Suyo? ¿Se preocuparía por guardar las regulaciones religiosas o por sanar a Sus miembros? Queda muy claro que a nuestro Señor no le interesan las regulaciones religiosas. Él se interesa por Sus miembros, Sus ovejas. Él se satisface cuando una oveja es rescatada y un miembro seco es sanado y vivificado.

  Conforme a la dirección del Señor, por un periodo de tiempo tuvimos algo de experiencia en cuanto a sepultar nuestra vejez. Esta práctica fue condenada como una violación de las regulaciones religiosas. Algunos en el cristianismo lo llamaron una herejía y dijeron que los creyentes deberían ser bautizados una sola vez. Pero ¿dónde en la Biblia dice que únicamente podemos bautizarnos una sola vez? La Biblia dice que un creyente debería ser bautizado, pero no dice que un creyente sólo puede bautizarse una vez. La regulación de ser bautizados una sola vez viene de la religión y la tradición. El resultado de esta tradición es que el bautismo ha llegado a ser un rito necesario para unirse a una organización. Según la Biblia el bautismo no es un ritual, sino el testimonio de un hecho. El hecho es que al creer en el Señor, somos unidos al Señor y morimos con Él. Él fue sepultado, así que nosotros también somos sepultados en el agua. Él resucitó, y nosotros resucitamos con Él (Ro. 6:3-5). No sólo eso, sino que también somos introducidos en el Dios Triuno por medio del bautismo (Mt. 28:19). Por tanto, el bautismo no es un ritual o una regulación; es una realidad espiritual.

  Muchos cristianos han hecho del bautismo un ritual vacío, una ordenanza muerta. Incluso entre nosotros, hasta cierto punto el bautismo ha llegado a ser una ordenanza. Entre las iglesias locales existe la práctica de primero predicar el evangelio y luego visitar nuestros amigos del evangelio a fin de prepararlos para el bautismo. En el pasado incluso había una entrevista que se conducía antes del bautismo. Le preguntábamos a alguien que deseaba ser bautizado si él creía en Dios, si creía que Jesús murió por sus pecados y si había confesado sus pecados. Si decía que sí, fijaríamos una fecha para bautizarlo. Luego, en el día asignado, el creyente nuevo vendría y escucharía un mensaje acerca del bautismo. Aunque en la superficie este creyente nuevo entendía el significado del bautismo, subconscientemente él pensaba que el bautismo era una ceremonia necesaria para que él se uniera a la iglesia. Según su pensamiento, él se bautizaba a fin de unirse a una iglesia.

  El cristianismo ha convertido las realidades espirituales en regulaciones, ordenanzas y rituales religiosos. Por esta razón, a lo largo de los siglos el Señor ha levantado creyentes que reaccionaron contra las regulaciones del cristianismo. Por ejemplo, Él levantó a los cuáqueros, que decían que cuando el Espíritu Santo se derramaba sobre ellos, ellos temblaban. Los cuáqueros, la Sociedad de los Amigos, decían que no necesitaban ser bautizados en agua ni rociados por agua. Ellos sólo necesitaban temblar. Hoy en día no hay muchos cuáqueros. Los cuáqueros fueron una reacción que el Señor levantó en contra de los rituales del cristianismo.

  Más adelante el Señor levantó a otros, tales como la señora Jessie Penn-Lewis. Ella era experta en cuanto a las cosas espirituales, pero repudió tanto el bautismo por inmersión como el bautismo por aspersión. De hecho, ella dijo: “Tanto el bautismo por inmersión como el bautismo por aspersión son inútiles; son meramente formas y regulaciones. Un creyente necesita el bautismo del Espíritu. Necesita estar en el Espíritu Santo”. El Señor también levantó entre nosotros el asunto de la sepultura. Me parece que esto también es una reacción. Jamás nos habríamos imaginado tal cosa. Bajo la operación del Espíritu Santo, un grupo de hermanos y hermanas sintieron que ellos eran viejos y desearon ser sepultados. De ese modo, comenzaron las sepulturas. Los santos se sumergían en el agua para ser sepultados uno por uno. Su sentir era uno en que decían: “¡Quiero ser sepultado! ¡Que mi ser corrupto sea sepultado! ¡Que mi yo que ama el mundo sea sepultado! ¡Que mi viejo yo sea sepultado!”.

  Luego de su sepultura, muchos santos llegaron a estar vivientes; ellos fueron vivificados. No obstante, las sepulturas provocaron oposición entre los cristianos, los cuales nos preguntaron qué hacíamos y dijeron que habíamos violado la regla, pues un creyente debería bautizarse una sola vez. Antes que los santos fuesen sepultados, quizás algunos iban a bailar o a ver películas, pero no los acusaban de violar ninguna regulación. Sin embargo, después que fueron sepultados y vivificados, ellos fueron criticados y condenados por quebrantar la regulación.

  ¿Se interesa el Señor Jesús por las regulaciones? Supongamos que todos en una reunión están medio muertos, con un miembro seco. La mano izquierda de usted está seca, mi mano derecha está seca, la pierna izquierda de otro está seca y mi pierna derecha está seca. Usted guarda el Sábado con su mano seca y yo guardo el Sábado con mi pierna seca. ¿Qué valor tiene el que guardemos el Sábado? ¿Quiere el Señor que guardemos el Sábado de este modo? ¡De ninguna manera! El Señor quiere quebrantar esta forma de guardar el Sábado. Él escogió deliberadamente obrar el Sábado al restaurar al hombre con la mano seca. Igualmente, al Señor Jesús no le interesa que guardemos una regulación de ser bautizados una sola vez. Él preferiría que seamos sepultados y estemos vivientes.

  Al Señor no le interesa que nosotros guardemos regulaciones religiosas. Él se concentra en si Sus ovejas han sido sacadas del hoyo y en si Sus miembros están vivientes. Si no estamos vivientes, estamos errados, no importa si hemos sido bautizados una sola vez, muchas veces o nunca. Si no estamos vivientes, estamos errados sin importar lo que hagamos. No obstante, si estamos vivientes, todo es correcto. Al Señor Jesús no le interesa que seamos bautizados una sola vez o dos veces. Lo que le preocupa es si estamos vivientes.

CRISTO ES LA SEÑAL QUE ES CONTRARIA A LA RELIGIÓN

  Mateo 12 no sólo presenta dos ocasiones en que el Señor quebranta el Sábado; también nos muestra que el Señor es la señal que es contraria a la religión. En el versículo 38 varios representantes religiosos —los escribas y los fariseos— vinieron a hablarle al Señor, diciendo: “Maestro, deseamos ver de Ti señal”. El Señor respondió, diciendo: “La generación malvada y adúltera busca señal; y señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (vs. 39-40). La respuesta del Señor indica que Él es el verdadero Jonás que sería sepultado y resucitado de los muertos. Que el Señor sea el verdadero Jonás es la señal dada a esta generación. El Cristo que murió y resucitó para darnos vida y vivificar a los muertos es la mayor señal.

  No sólo eso, sino que el Señor también dijo que Él es más que Salomón (v. 42). Cuando le recibimos como Jonás, que murió y resucitó para darnos vida, Él llega a ser Salomón, el Rey en nuestro interior que nos da sabiduría. Ésta es la señal dada a la religión. Esta señal no es otra cosa que el Cristo resucitado, el Cristo que reina y el Cristo que nos da sabiduría.

  Las palabras habladas por el Señor Jesús en Mateo 12 indican que Él es la realidad de toda persona y cosa positiva. Él es David, el templo, el Sábado, Jonás y Salomón. Él lo es todo. Él es mayor que David, el templo mayor y el Señor del Sábado; Él es más que Jonás y más que Salomón. Él nos satisface, nos libera, nos da reposo y nos restaura. Además, Él nos hace ovejas vivientes y miembros vivientes con miras a llevar a cabo Su propósito, la edificación de Su Cuerpo. Él nos da la vida crucificada y resucitada, y también nos da sabiduría. Él quebranta el Sábado a fin de mostrarnos que Él es la Cabeza y a fin de restaurar Su Cuerpo. Éste es el gran misterio, Cristo y la iglesia (Ef. 5:32). Cristo la Cabeza y Su Cuerpo se relacionan con el hecho de que Él es contrario a la religión y que Él quebranta el Sábado. Donde hay religión, allí no está Cristo, y donde hay religión, no está la iglesia. Tendremos la realidad de Cristo y la iglesia únicamente cuando estamos en contra de la religión.

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