
Lectura bíblica: Mt. 1:20b, 23; Gá. 1:11-16; Fil. 3:5-8; 2 Co. 3:5-6, 8
Lo que hemos indicado en el capítulo anterior se puede resumir en cuatro principios fundamentales del servicio neotestamentario. Como indicamos, el primer caso en el Nuevo Testamento, el nacimiento de Jesucristo, nos muestra los principios del servicio neotestamentario. Para realizar nuestro servicio hoy, tenemos que aprender los principios en lugar de intentar copiar lo que se describe allí.
El primer principio consiste en que el servicio neotestamentario está absolutamente fuera de la religión con todas sus tradiciones. Éste es un principio fundamental que no debemos olvidar. El servicio neotestamentario no tiene nada que ver con la religión. En el nacimiento de Jesús, no vemos nada relacionado con la religión. En Gálatas 1:13-14 el apóstol Pablo habló tanto de la religión como de la tradición. Él pertenecía a la religión judía y tenía todas las tradiciones de sus antepasados. Sin embargo, cuando se encontró con el Señor, fue librado de la religión y terminó con todas las tradiciones.
Cuando Jesús fue concebido en el vientre de María, no había ni un rasgo de religión o tradición. Su nacimiento fue algo totalmente nuevo y completamente diferente del trasfondo religioso. María estaba muy sorprendida cuando el arcángel Gabriel vino a ella. Nadie anticipaba que ocurriría tal suceso; era algo absolutamente nuevo: nuevo a la religión, a la cultura, a la naturaleza, e incluso a la ley natural. Era algo contrario a las leyes naturales, pero era revelado por Dios y concebido del Espíritu Santo.
El servicio neotestamentario es diferente de la religión y la tradición en todos los detalles. Incluso el lugar donde se crío Jesús no era un gran centro religioso como Jerusalén, sino una región menospreciada y una pequeña aldea. Ninguna parte del servicio neotestamentario estaba relacionada con la ley, las regulaciones o el código escrito, sino que este servicio procedía absolutamente del Espíritu. Además, no comenzó de una manera maravillosa o grandiosa, sino de una manera discreta, sin ningún tipo de promoción. Todo era imperceptible, humilde y bajo. Según las apariencias, no era digno que una virgen estuviera encinta. Nadie se jactaría de tal cosa, pero éste es el camino del Nuevo Testamento.
Hoy abundan el servicio y las obras religiosas que se llevan a cabo de manera contraria a los principios relacionados con el nacimiento de Cristo. En el recobro de la vida de iglesia, sin embargo, estos principios deben ser recobrados. Si salimos a extender la vida de iglesia de una manera que sea desmesuradamente maravillosa y noble, dando por resultado que nos jactemos, esa manera comprobará que estamos equivocados y que no estamos en el recobro del Señor. El recobro de la vida de iglesia en todos sus aspectos será en principio igual al nacimiento del Señor Jesús.
En un sentido, siempre que realizamos el servicio neotestamentario, eso constituye el nacimiento de Jesús otra vez, puesto que el nacimiento de Cristo consiste simplemente en producir a Cristo y llevárselo a las personas. Si algunos de nosotros emigramos a otra ciudad, allí debe haber un nacimiento de Cristo. Emigrar con el fin de extender la vida de iglesia es producir a Cristo y llevárselo a las personas. Esto sólo puede realizarse de una nueva manera, y no de una vieja manera, no de una manera tradicional y religiosa con toda la promoción y propaganda. Debemos salir de una manera modesta, humilde y discreta.
Podríamos decir que el servicio neotestamentario es algo parecido a la situación de una virgen encinta. A veces hasta nos podría dar vergüenza mencionarlo. Ciertamente, a los ojos de Dios, es algo glorioso; pero en el sentido humano, es una vergüenza. Cuando otros pregunten qué tipo de trabajo hacemos y a qué iglesia vamos, quizás sea difícil responder. Aparentemente, no es tan glorioso. Ése es el caso de una virgen encinta. A veces nos gustaría decirles a otros que la obra que estamos desempeñando es algo similar a una virgen encinta, pero que el hijo al que daremos a luz es Jesucristo. No hay gloria ni honor, pero el enemigo sabe que es una verdadera gloria para Dios. El hombre no lo sabe, pero el diablo sí lo sabe y, alabado sea el Señor, ¡nosotros también lo sabemos! Sabemos lo que estamos haciendo.
Mateo es realmente un libro maravilloso. Comienza con el nacimiento de Cristo en el capítulo 1 y concluye con la iglesia que sale al encuentro del Señor en el capítulo 25. Comienza con Cristo y concluye con la iglesia. Comienza con una virgen que produce a Cristo y concluye con diez vírgenes que salen al encuentro de Cristo. Todos debemos ser vírgenes. Si no somos vírgenes, no tenemos nada que ver con Cristo; si no somos vírgenes, no tenemos nada que ver con la iglesia. Para producir a Cristo y llevárselo a otros, tenemos que ser vírgenes. Para ser la iglesia que sale al encuentro de Cristo, el Novio venidero, también tenemos que ser vírgenes. ¿Acaso es necesario ser evangelistas, pastores, predicadores o ministros con un doctorado? ¡No! Todos debemos ser vírgenes que salen a encontrarse con Él. Fue una virgen quien lo introdujo, y serán las vírgenes quienes se encuentren con Él y lo traigan de regreso.
Alabado sea el Señor que simplemente somos las vírgenes aquí. Hay muchas personas en la iglesia local en Los Ángeles quienes habían sido misioneros, pastores, predicadores, maestros y seminaristas. No obstante, ¡ahora todos son vírgenes! ¡Aleluya! En el servicio neotestamentario, debe existir la frescura de una virgen, sin nada viejo, religioso o tradicional. Todo debe ser tan juvenil, tan nuevo, tan fresco, tan actualizado, y que realmente vaya en contra de la cultura, la naturaleza humana e incluso las leyes naturales. El servicio neotestamentario es completamente contrario a la religión. En la época del nacimiento de Cristo, el problema era la religión judía, pero hoy es la religión del cristianismo. Es necesario ver los principios hallados en la Palabra de Dios de una manera viva.
Todos debemos entender que todos aquellos que realizan el servicio neotestamentario deben ser como vírgenes. Si nos consideramos grandes predicadores, estamos acabados en cuanto al servicio neotestamentario. No importa cuánto podamos hacer para el Señor, tenemos que decir: “Señor, no quiero ser nada más que una virgen que produce a Cristo”. El libro de Mateo comienza con una virgen y concluye con todas las vírgenes. Tenemos que ser vírgenes para producir a Cristo y traerlo de regreso. Cristo no necesita a grandes gigantes hoy. Él necesita que las vírgenes le conciban y produzcan, y necesita que las vírgenes lo traigan de regreso.
Por muy buenas que sean la religión y las tradiciones, no tienen nada que ver con el servicio neotestamentario. Esto se comprueba con el ejemplo del apóstol Pablo. En el judaísmo aventajaba a muchos de sus contemporáneos en su nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de sus padres. Sin embargo, un día, cuando se le reveló el camino del Nuevo Testamento, toda la religión y todas las tradiciones llegaron a su fin. Éstas habían sido como una ganancia para él, pero ahora todas se convirtieron en una pérdida.
Debemos aplicar estos principios a nosotros mismos, y no a otros. Es muy fácil permanecer en la religión y en las tradiciones. Por ejemplo, necesitamos considerar por qué venimos a las reuniones sin ejercer nuestra función. ¿Acaso no creen que eso sea según la tradición? Temo que la gran parte de la vida y el servicio cristianos de muchos de nosotros es tradicional. A veces les pregunto a las personas por qué no alaban al Señor, y responden: “No estoy acostumbrado a hacer tal cosa”. Simplemente tienen el hábito de estar callados; estar callados también es una tradición. Que el Señor tenga misericordia de nosotros. Estamos bajo la influencia de las tradiciones, aunque no estemos conscientes de ello; estamos bajo su influencia y acostumbrados a ellas.
La manera en que algunas personas leen la Biblia es simplemente tradicional. La han leído de una manera tradicional por muchos años y, sin embargo, no hay ningún cambio en su vida. Si oraran-leyeran la Palabra, ¡habría una gran diferencia y se suscitaría un gran cambio en su vida! A algunas personas no les gusta orar-leer porque es algo nuevo. ¿Qué tiene de malo orar y leer la Biblia? Esto es incluso mejor que simplemente leer la Biblia; no sólo es leer, sino orar-leer. ¿Qué tiene de malo orar la Biblia y orar acerca de la Biblia? Reconocemos que es algo nuevo, pero ¿acaso eso cause que sea erróneo? Sin embargo, a las personas religiosas y tradicionales no les gusta para nada lo nuevo; por tanto, no les gusta orar-leer.
Algunas amistades incluso me han dicho que no debo ministrar nada nuevo porque esto pueda ofender a los demás. Si fuera así, ¿cómo podría existir el recobro? Si evitamos ofender a las personas al no hablar acerca de nada nuevo, entonces tendríamos que guardar todas las cosas viejas y el recobro desaparecería. Supongamos que en la época de Martín Lutero alguien le hubiera dicho que no debería hablar nada nuevo porque tal cosa podría ofender a otros. Si él le hubiera hecho caso, la justificación por fe no habría sido recobrada. Yo soy un pequeño hombre, pero recientemente recibí una carta de un lugar que nunca había visitado, una carta que me decía que los líderes de un grupo allí sabían que yo enseñaba “nuevas doctrinas”. Esa carta no me ofendió; en cambio, me animó a enseñar más cosas nuevas, más nuevas cosas celestiales.
¡Oh, las tradiciones son realmente un impedimento para nosotros! Todos debemos orar: “¡Oh Señor, amén, rescátanos de las tradiciones!”. Si hiciéramos esto por diez días, muchas de las tradiciones en nuestra vida cristiana serían expuestas. Incluso quizás podríamos ver que las palabras de gracias que ofrecemos en la mesa antes de comer son simplemente tradicionales. Si estamos en el espíritu, quizás simplemente gritemos: “¡Aleluya!”, y así expresaremos las palabras de gracias en la mesa, según nos guíe el Señor. No debemos arraigarnos en una manera de actuar que ha envejecido.
Si nos sometemos a la luz celestial, nos daremos cuenta de muchas cosas de las que debemos desprendernos. Todas las cosas viejas, las cosas anticuadas, las cosas religiosas y tradicionales se echarán a un lado, y seremos vivientes, activos y agresivos. Nuestro compartir con otros, tanto con incrédulos como con creyentes, será bastante diferente. Será algo del Espíritu y no de la letra muerta.
Le estoy muy agradecido al Señor por las reuniones aquí en Los Ángeles, pero aún estoy orando para que el Señor nos otorgue algo cada vez más nuevo. Tenemos que ser renovados diariamente. Necesitamos cosas nuevas. Si estuviéramos más en el espíritu, el Señor se manifestaría de una manera nueva y diferente.
El segundo principio que se ve en el caso del nacimiento de Jesús es que al respecto no se manifiesta ningún esfuerzo humano, ninguna fuerza humana, ninguna actividad humana ni ninguna labor humana. El Señor no le pidió a María que hiciera algo. En el servicio neotestamentario, no se requiere nuestro esfuerzo ni nuestra fuerza, nuestras actividades ni nuestra labor. Lo que necesita el Señor es nuestra cooperación. Debemos aprender a decir: “Soy una esclava del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”. A María no se le pidió que trabajara. Simplemente se le dijo que algo iba a ser forjado en ella. No hay necesidad de que hagamos algo para el Señor, sino que existe la necesidad de que el Señor forje algo en nosotros. ¿Estamos dispuestos a cooperar con el Señor?
Estrictamente hablando, en el día de Pentecostés nada fue iniciado por los apóstoles. Esa obra fue algo efectuado por el Señor mismo como Aquel que se había forjado en los apóstoles. En Antioquía la obra de Pablo entre tantas iglesias no fue iniciada por él; fue iniciada por el Espíritu Santo. En el servicio neotestamentario, suprimir todo esfuerzo, fuerza y labor humana. Debemos entender que simplemente somos esclavos del Señor. No podemos hacer nada y no debemos proponernos hacer nada. Debemos permitir que el Señor inicie la obra y concluya la obra. Somos esclavos que tenemos que darle nuestra cooperación.
La humanidad no puede hacer nada más que ser el medio por el cual Dios produce a Cristo. Éste es un principio básico, y debemos aplicar este principio a todas las cosas que hagamos. No debemos pensar que Dios necesita de nuestro esfuerzo: este concepto debe ser condenado. Debemos condenar lo que el Señor condena y simplemente abrirnos a Él para estar disponibles a Él. ¡Alabado sea el Señor porque eso es suficiente! En el servicio neotestamentario, no tenemos que hacer nada más que disfrutar. Si seguimos el camino en el cual hacemos las cosas, perdemos el disfrute. La manera apropiada es que Él haga la obra y nosotros disfrutemos de lo que Él hace.
El tercer principio es que el servicio neotestamentario debe ser algo concebido del Espíritu Santo. Éste es un asunto muy importante, y es por esto que digo una y otra vez que la enseñanza no ayuda. El servicio neotestamentario no es algo concebido de la enseñanza, la tradición ni de la religión, sino algo concebido del Espíritu Santo. No es de la letra, sino del Espíritu. Cuando el Espíritu se introduce para hacer algo en nosotros, entonces podemos ver que es algo totalmente diferente a lo que hemos aprendido. La enseñanza de nada aprovecha; el servicio es algo que procede del Espíritu. Lo que tenemos que hacer es mantener un contacto abierto con el Espíritu Santo.
No debemos ir ante el Señor sólo para preguntarle de qué manera debemos hacer algo en particular. Hacer algo solamente según lo que ha dicho el Señor puede ser sólo un asunto relacionado con la religión. Nuestra necesidad hoy no es un asunto de simplemente guardar la palabra del Señor, sino de mantener Su presencia. Hace muchos años intenté aprender a conocer la manera en que el Señor actuaba. Sin embargo, finalmente he aprendido que lo principal es tener la presencia del Señor mismo, y no solamente conocer la manera en que actúa.
El servicio neotestamentario es un asunto de mantenernos en la presencia del Señor, no un asunto de aprender a hacer las cosas de una manera determinada. Los hermanos que emigran a otras ciudades no deben pensar que puesto que han experimentado tanto al Señor en Los Ángeles, deben hacer las cosas en otro lugar en conformidad con Los Ángeles. Si es así, entonces tendríamos que condenar a Los Ángeles. Los Ángeles ha aprendido sólo un camino, a saber: estar siempre en la presencia del Señor. No se trata de una manera de proceder, sino de Su presencia. No existe otra manera más que tener Su presencia. No se trata de la letra, sino del Espíritu. Sólo tener la Palabra en la letra es una manera muerta, pero tener a la persona es una manera viviente. Sólo tener cierta manera de proceder es algo de la letra, pero tener la presencia del Señor es algo del Espíritu. Lo que necesitamos hoy no es simplemente aprender una manera de proceder, sino estar siempre en la presencia del Señor. Todo lo relacionado con el servicio neotestamentario debe ser concebido del Espíritu Santo.
María preguntó: “¿Cómo será esto?”. La respuesta fue: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”. Eso es suficiente. Todo lo que necesitamos es tener al Espíritu Santo con nosotros. En el libro de Hechos y en las Epístolas, todas las actividades de los apóstoles y de los primeros santos pertenecían al Espíritu. No había nada que procediera de la letra o de meras enseñanzas. Lo que había allí era algo del Espíritu. Alabado sea el Señor, es necesario que todos aprendamos este único principio: el servicio neotestamentario no se trata meramente de las enseñanzas que tenemos, sino de la presencia del Señor en el Espíritu Santo.
El cuarto principio que se ve en el nacimiento del Señor tiene que ver con producir a Cristo. Concebir algo del Espíritu Santo requiere que se repudien todos nuestros esfuerzos y todo lo que hacemos. Sin embargo, producir a Cristo requiere que abandonemos nuestros objetivos, metas, intenciones y proyectos. Algunos santos queridos simplemente están ocupados con la obra de su misión. Su objetivo es llevar a cabo la obra de la misión, en lugar de producir a Cristo. Ellos pueden argumentar que están predicando a Cristo a los demás; sin embargo, Cristo mismo no es su meta. Todos tenemos que aprender que nuestra única meta e intención debe ser producir a Cristo. “Lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás Su nombre Jesús [...] Y llamarán Su nombre Emanuel” (Mt. 1:20-21, 23). Para realizar esto, es necesario abandonar toda nuestra labor, nuestros objetivos, nuestras metas y nuestros deseos.
Finalmente, el servicio neotestamentario consiste en producir a Cristo; ésta debe ser la meta final. Es producir al Cristo que es Jesús, Aquel que salva, y Emanuel, Dios con nosotros. Hemos visto que el libro de Mateo comienza con una virgen y concluye con diez vírgenes; este libro también comienza con el Emanuel individual y concluye con el Emanuel corporativo. En el capítulo 1 vemos a Emanuel, Dios con nosotros, y en el capítulo 28, en el último versículo, el Señor dice: “He aquí, Yo estoy con vosotros todos los días”. La vida de iglesia apropiada en una localidad se caracteriza por el poder salvador de Cristo y por Dios con nosotros manifestado de una manera corporativa. Esto sólo puede producirse por el servicio neotestamentario. Cuando otros entren en tal vida de iglesia, inmediatamente percibirán el poder salvador de Jesús y la presencia de Dios. En esto consiste la vida de iglesia apropiada, y esto es producir a Cristo por medio de nuestro servicio.