
Lectura bíblica: Ap. 1:1, 2, 11-18, 20; 2:7; 3:12; 4:5; 5:6; 19:7-8; 22:1-2, 14, 17
El mover final de Dios fue plenamente revelado por medio de un apóstol, Pablo. Él fue alguien que recibió la mayordomía de completar la palabra de Dios (Col. 1:25-27), es decir, completar la revelación del mover de Dios.
Sin necesidad de tener en cuenta las epístolas de Pablo es posible ver el mover de Dios en la creación. También es posible ver Su mover en la encarnación. Los cuatro Evangelios nos dicen cómo Dios se encarnó en la persona del Hijo, y también nos revelan Su mover en la crucifixión y en la resurrección. En cierto modo, también muestran el mover de Dios en la ascensión. Luego, el libro de Hechos continúa mostrándonos algo más: cómo Dios efectuó Su mover al descender sobre los discípulos y al establecer las iglesias. Sin embargo, en Hechos no es completada la revelación del mover de Dios.
Si deseamos ver las acciones finales que Dios realiza en relación con la humanidad, debemos avanzar del libro de Hechos a las catorce epístolas del apóstol Pablo. Él claramente presenta este mover final: el Dios Triuno, que después de pasar por muchos procesos, está ahora forjándose en Sus escogidos para ser la vida de ellos. Él ahora es el Espíritu que mora en ellos. Este Espíritu es la expresión consumada del Dios Triuno que llega al hombre para hacer de Sus escogidos hijos de Dios que poseen la vida y la naturaleza divinas, y también los miembros de Cristo que están unidos a Él orgánicamente, a fin de que Dios tenga una familia y Cristo tenga un Cuerpo que lo exprese a Él de manera corporativa.
Aparte de Pablo, ¿hay algún otro escritor del Nuevo Testamento que nos presente esta revelación? Los escritos de Pedro no dicen nada sobre esto. Valoramos mucho las epístolas de Pedro especialmente cuando nos dice que somos “participantes de la naturaleza divina” (2 P. 1:4). Pedro escribió sólo ocho capítulos; cinco en su primera epístola y tres en la segunda. Él dice que la vieja creación será consumida por el fuego y que vendrán un cielo nuevo y una tierra nueva; pero en ningún momento menciona que Cristo vive en nosotros; tampoco nos dice que somos miembros de Cristo; ni siquiera nos dice que la iglesia es el Cuerpo de Cristo. Estos asuntos no son nada insignificantes; al contrario, son importantísimos. Debido a que Pedro no menciona estos asuntos, es probable que él no los hubiera visto claramente.
Pablo abarca todos estos asuntos no sólo en uno o dos versículos, sino en catorce libros. Él dice que nosotros no hemos sido simplemente justificados y reconciliados con Dios, sino que también hemos nacido de Él. Somos Sus hijos, que poseen Su vida y Su naturaleza. Eso significa que poseemos la misma naturaleza que tiene Dios. Si nuestros hijos poseen nuestra vida y naturaleza, ¿no son ellos iguales a nosotros? Ellos no son nosotros, pero ciertamente son iguales a nosotros. De igual manera, nosotros no somos Dios, pero sí somos iguales a Dios en la vida y la naturaleza divinas. Somos hijos nacidos de Él, no hijos adoptados por Él. Pablo explicó esto con toda claridad.
También explicó claramente que somos miembros de Cristo. Él dijo que es por Dios que nosotros estamos en Cristo (1 Co. 1:30). Nosotros estábamos en Adán, pero Dios nos trasladó a Cristo, no simplemente en cuanto a posición, sino de una manera viviente. Por consiguiente, hay una unión orgánica entre Cristo y nosotros. Somos Sus miembros; Él es la Cabeza y nosotros somos el Cuerpo. Tanto Él como nosotros somos Cristo. El Cristo corporativo no es solamente la Cabeza, sino también el Cuerpo. ¿Podría alguien tener cabeza sin un cuerpo? Sin embargo, así es el Cristo de muchos cristianos. Ellos ni siquiera piensan que Cristo pueda tener un Cuerpo. Muchos cristianos no se dan cuenta de forma directa que ellos son miembros de Cristo. ¿Tienen ustedes este sentir? Pablo incluso dice que nuestros cuerpos son miembros de Cristo (6:15). ¡No sólo nuestro espíritu, sino también nuestro cuerpo! De manera que ser uno con Cristo, ser Su Cuerpo, es algo sumamente importante. ¿Quién nos comunicó esta revelación? Aparte de Pablo, ningún otro nos dijo esto tan claramente. Él completó la revelación de la Palabra divina, pues nos dijo que el mover final de Dios consiste en obtener este Cuerpo, esta gran familia.
Lamentablemente, esta revelación sufrió daño. Por lo tanto, después del ministerio completador, Dios dio el ministerio remendador. Juan vino a remendar. Cuando las hermanas remiendan una rotura en una prenda de vestir, hacen que el área remendada quede más fuerte de lo que estaba originalmente. Esto también se aplica en cierto modo al ministerio de Juan. Por ejemplo, Pablo no nos habla de los siete Espíritus. ¿Es el Espíritu de Dios uno o siete? El Espíritu es tanto uno como siete. Así pues, el remendador recalca el Espíritu siete veces más que Pablo. Juan también nos dice que los siete Espíritus son los ojos del Cordero (Ap. 5:6). Si la Trinidad estuviera compuesta de tres personas separadas, ¿cómo entonces podría la tercera persona de la Trinidad ser los ojos de la segunda? ¿Cómo podemos explicar esto? Nadie puede analizar la Trinidad. Sin embargo, Pablo primeramente nos dice que Cristo en resurrección fue hecho Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Luego Juan señala que este Espíritu vivificante es los siete Espíritus. Él recalca el Espíritu siete veces más. Esto es sólo un ejemplo de cómo el ministerio remendador es más fuerte que el ministerio completador.
La Biblia terminó de escribirse al final del primer siglo. Los últimos libros fueron los escritos de Juan: el evangelio, sus epístolas y Apocalipsis. Sin embargo, debido a que el vaso se quebró, empezó a haber una pérdida de las verdades aun desde aquella época. Esta pérdida continuó más allá del segundo y tercer siglos, hasta finales del siglo VI, cuando se establecieron plenamente la Iglesia Católica y el sistema papal.
Al periodo comprendido entre los años 500 y 1500 d. C. se le ha llamado el Oscurantismo o la Edad de las tinieblas. Durante ese tiempo todas las verdades del Nuevo Testamento se perdieron. La Biblia misma fue encerrada bajo candado; al común de las personas se les dijo que no tenían la posición ni la capacidad para leer las Escrituras, y que necesitaban al Papa y la iglesia para que se las interpretaran. Así que hubo tinieblas por mil años. Entonces empezó el periodo de la Reforma, en la cual Martín Lutero asumió valientemente el liderazgo.
La Reforma marcó el comienzo de la obra de recobro. ¿Saben ustedes con cuál libro empezó la obra de recobro? Empezó con Romanos, el primer libro del ministerio completador de Pablo. Sin embargo, Lutero no recobró todo lo que se encuentra en Romanos. Desde entonces, nosotros hemos podido ver mucho más. Pero de ningún modo menospreciamos a Lutero. En su época él fue una persona a la que verdaderamente había que apreciar. Él tuvo la valentía de declarar que la justificación se obtiene por la fe. Aquello fue el comienzo del recobro del Señor.
Después de la justificación por la fe, fueron recobradas las verdades, una tras otra. Ésta es la razón por la cual muchos cristianos buscadores empezaron a disputar entre sí. Debido a que uno veía algo y el otro veía otra cosa, cada uno peleaba por lo que había visto. Muchos asuntos fueron recobrados. Sin embargo, no fue sino hasta años recientes que fueron recobrados los asuntos que se mencionan en los versículos al comienzo de este mensaje.
Hoy en día hemos podido ver en estos versículos que la iglesia en una localidad es un candelero y que cada ciudad tiene solamente un solo candelero (Ap. 1:11-18, 20). ¿Alguna vez usted escuchó que Cristo prometió a los vencedores darles a comer del árbol de la vida (2:7)? Muchos cristianos piensan que el árbol de la vida únicamente se encuentra en Génesis y que hoy es completamente ajeno a nosotros. ¿Alguna vez escuchó que usted podría ser una columna en el templo de Dios y que puede tener escrito sobre usted el nombre de Dios, y de la Nueva Jerusalén y el nuevo nombre de Cristo (3:12)? ¿Alguna vez escuchó que el Espíritu de Dios es uno pero que llegó a ser siete (4:5)? ¡Ni siquiera nosotros teníamos esto tan claro antes de 1969! ¿Alguna vez escucharon que estos siete Espíritus, quienes son el Espíritu de Dios, son los ojos del Cordero redentor (5:6)? ¿Alguna vez escucharon un mensaje que les dijera que han llegado las bodas del Cordero y que Su esposa se ha preparado (19:7-8)? ¿Alguna vez escucharon un mensaje sobre el significado espiritual de la Nueva Jerusalén, en la cual está el trono de Dios, el río que fluye y el árbol de la vida (22:1-2)? ¿Alguna vez escucharon del disfrute de Cristo como vida de los que lavan sus vestiduras para tener derecho al árbol de la vida (22:14)? ¿Alguna vez escucharon que “el Espíritu y la novia dicen: Ven” a una voz (22:17)? Tal vez hayan escuchado antes que hay una relación entre Cristo y la iglesia, pero probablemente nunca hayan oído que hay una relación entre el Espíritu y la novia.
Todos estos asuntos son diferentes aspectos de la etapa final del recobro del Señor. Muchos de ellos han sido recobrados en los pasados treinta años, algunos de ellos en los Estados Unidos. Sin embargo, todos están en la Biblia, especialmente en el último libro. Dichos asuntos simplemente permanecían allí, sin ser descubiertos. Lo mismo sucedía hace quinientos años con la justificación por la fe; esta verdad estaba allí en Romanos y en Gálatas, pero la mayoría de los llamados cristianos no la entendieron ni tampoco la tuvieron en cuenta. Apocalipsis era considerado un libro misterioso, que era mejor no tocar.
En la misma época de la Reforma, se inventó la imprenta en Europa. Les estoy hablando del recobro junto con la situación mundial porque estos dos asuntos van juntos. Los reformadores utilizaron la imprenta para publicar las verdades que habían visto. La Biblia también podía ser impresa en lugar de ser copiada a mano. Como resultado, la Biblia se propagó entre el pueblo. Anteriormente, la Iglesia Católica la había encerrado bajo llave, y Martín Lutero la sacó del encierro. Sin embargo, la Biblia no fue muy abierta, pues la gente la leía pero realmente no la entendía.
No fue sino hasta alrededor de 1830 que los grandes maestros de entre la Asamblea de los Hermanos la abrieron mucho más. Ellos llegaron a entender los tipos y las profecías, y también lo relacionado con la segunda venida de Cristo, aunque de modo general. Poco a poco las profecías que están en Apocalipsis fueron explicadas. Sin embargo, hubo otros asuntos de Apocalipsis que se pasaron por alto, pues ellos no hablaron del testimonio de Jesús, ni de los candeleros, ni de los siete Espíritus, ni del árbol de la vida, ni del significado espiritual de la Nueva Jerusalén. Ellos principalmente estudiaron los siete sellos, las siete trompetas, las siete copas, las siete cabezas y los diez cuernos. Ellos eran eruditos que mostraban que muchas de las profecías ya se habían cumplido en la historia. La Asamblea de los Hermanos nos proveyó muchas interpretaciones básicas de la Biblia.
Apocalipsis empieza diciendo “la revelación de Jesucristo” (1:1). Apocalipsis no es solamente un término objetivo, ya que también posee un aspecto subjetivo, es decir, no sólo es una revelación dada por Cristo, sino también una revelación acerca de Él. La revelación de Jesucristo es como una fotografía de Él.
El Jesucristo que vemos en Apocalipsis 1 es completamente diferente del que se nos describe en los cuatro Evangelios. En su juventud, Juan se había reclinado sobre el pecho del Señor (Jn. 13:23). Pero ahora, en su vejez, él estaba aterrorizado por el Jesús que vio (Ap. 1:17). El Cristo que se describe en Apocalipsis también es diferente del Cristo que vemos en la revelación de Pablo. En Colosenses Pablo reveló a Cristo como Aquel que lo es todo, Él es todo-inclusivo; Él es universalmente extenso; Él es la porción de los santos; Él es la imagen de Dios; Él es el primero entre todas las criaturas; Él es el Primogénito de la resurrección; Él es la realidad de todas las sombras. Para la mayoría de los cristianos, Jesús es simplemente una persona mansa y amable. Pero en Apocalipsis este Cristo todo-inclusivo y universalmente extenso llega a ser alguien que causa pavor.
No es nada insignificante que en nuestros días y entre nosotros el Señor haya recobrado estas cosas. El asunto de los siete Espíritus fue recobrado en la conferencia de Erie durante el verano de 1969. Mientras iba camino a una de las reuniones de la conferencia no sabía de qué iba a hablar. De repente, mientras me dirigía al local de reunión, me vino el título: “Los siete Espíritus”. Antes de esto, no se me había ocurrido hablar sobre este tema. Después de que di el mensaje, uno de los hermanos me dijo que de todos los mensajes que me había escuchado dar, éste era el más viviente. Después regresé a Los Ángeles para la conferencia y el entrenamiento. Ese entrenamiento en 1969 fue un tiempo culminante en el recobro del Señor en los Estados Unidos. Aquellos mensajes fueron una continuación del tema de los siete Espíritus.
En los pasados veinte años les he dicho muchas veces que deben comer del árbol de la vida. De hecho, la primera etapa de mi estadía en este país puede ser considerada como la etapa del árbol de la vida. Yo di varios mensajes en los que mostraba la correspondencia que hay entre los primeros dos capítulos de la Biblia y los últimos dos capítulos. Algunos fueron atraídos al recobro del Señor después de que escucharon un mensaje acerca de los dos árboles y de la Nueva Jerusalén.
Antes de salir de China en 1949, estos temas no se habían mencionado adecuadamente. No sólo la iglesia ha sido recobrada, sino la iglesia específicamente como el candelero. Además del recobro de comer del árbol de la vida, la edificación también ha sido recobrada; para la mayoría de las personas ser edificado significa ser instruido, no ser conjuntamente edificados. Muchas veces les he hablado sobre la edificación. Hemos publicado un libro titulado Life and Building as Portrayed in the Song of Songs [La vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares]; este libro se basa en los mensajes que fueron dados en Los Ángeles en 1972. Además de esto, cuando tuvimos el entrenamiento sobre el Evangelio de Juan, les señalé que este Evangelio trata de la vida y la edificación. Hasta donde yo sé, antes de nosotros, a nadie más le llamó la atención el tema de la edificación en el Evangelio de Juan.
¡Qué privilegio el que estemos aquí hoy! Incluso hace veinte años no teníamos tanta luz en cuanto al árbol de la vida en relación con la edificación de Dios. Cuando estuvimos en China, raras veces mencionamos el asunto de la edificación de Dios, pero desde que vine a los Estados Unidos, hemos dado muchos mensajes sobre el río de vida y el árbol de la vida en relación con la edificación de Dios, lo cual se ve en Apocalipsis 22:1-2. Muchas veces les he hablado sobre la promesa (v. 14) y el llamado (v. 17) con los cuales concluye la Biblia. No piensen que les hablo de estos asuntos porque esto sea un pasatiempo mío. ¡No! Tengo una carga. ¿Qué otro asunto necesitaría ser recobrado después de la Nueva Jerusalén con el río de vida y el árbol de la vida para la edificación de Dios? El recobro del Señor empezó con Romanos, y concluirá con Apocalipsis.
¿Qué vendría después de estos asuntos: la revelación de Jesucristo, el testimonio de Jesús, el candelero, comer del árbol de la vida, los siete Espíritus, la edificación de Dios, la Nueva Jerusalén con el río de vida que fluye y el árbol de la vida que crece en el río, la promesa de comer y el llamado a beber?, ¿qué otros asuntos faltarían por ser recobrados? ¿No se dan cuenta de que éstos son los asuntos que están incluidos en el recobro final?
Hace poco algunos hermanos que toman la delantera me preguntaron cómo deben avanzar las iglesias. Les dije con franqueza que si me pedían que les mostrara un camino me estaban pidiendo por más religión. Todos los diferentes caminos no son más que religión. Si el libro Practice of the Presence of God [La práctica de la presencia de Dios], escrito por el hermano Lawrence, es simplemente un camino, no es más que religión. Lo mismo podemos decir del libro de Tomás de Kempis, Imitation of Christ [La imitación de Cristo]. Todo esfuerzo que hagamos por imitar a Cristo al mortificar el yo, es ascetismo; no es el verdadero significado de llevar la cruz. Si lo que Madame de Guyón experimentó era simplemente un camino, ése era el camino de la religión del misticismo. Entre nosotros, hace unos cincuenta años, tratamos de poner en práctica el hecho de considerarnos muertos al pecado. Si esto fue simplemente un camino más, también fue religión. En 1939 el hermano Watchman Nee empezó a ver más del Espíritu en Romanos 8. Después de eso, dijo que no podíamos experimentar la muerte de Cristo si permanecíamos en Romanos 6; para ello, teníamos que avanzar a Romanos 8. La muerte de Cristo se experimenta por medio del Espíritu, y no por nuestro esfuerzo de considerarnos muertos. Si dependemos de esta práctica, simplemente tendremos la religión de considerarnos muertos. Quizás usted pregunte: ¿qué cosa no es religión? ¡El Espíritu vivificante! ¡Los siete Espíritus!
Cuando los hijos de Israel viajaron por el desierto, a ellos no se les dio un camino por el cual avanzar, sino que, más bien, siguieron la nube, el Espíritu. Ellos avanzaron conforme a la dirección que recibía el sumo sacerdote por medio de su contacto con Dios en el Lugar Santísimo. Cuando el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo para tener contacto con Dios, sobre su pecho portaba un pectoral con piedras preciosas en las cuales estaban inscritos los nombres de las doce tribus. Este pectoral era como una máquina de escribir. Por medio de él, el sacerdote sabía lo que Dios quería que ellos hicieran; la dirección no venía en forma de preceptos escritos. Hoy en día si queremos saber qué hacer, adónde ir o qué decir, no debemos guiarnos por ningún versículo en particular de la Biblia, sino por el Espíritu. Romanos 8 nos habla de esto. El justo requisito de la ley se cumplirá en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al espíritu (v. 4). Y debemos percatarnos de que el Cristo maravilloso está en nuestro espíritu.
No se trata de que aprendamos una manera de hacer las cosas. ¡Debemos venir y ver la visión! ¡Debemos ver el último recobro del Señor! El propósito de estos mensajes es simplemente quitarles los velos a ustedes para que vean cuál es el recobro final del Señor. El Señor no desea otras cosas; lo único que Él desea es forjarse a Sí mismo en nosotros.
En los capítulos anteriores vimos cómo el Señor dispuso una situación mundial propicia para llevar a cabo Su mover. Él preparó el Imperio Romano para llevar a cabo la redención y propagar el evangelio. Para que se llevara a cabo la Reforma levantó a Alemania; y para que el evangelio fuera propagado a todos los rincones de la tierra, levantó a Gran Bretaña.
A fin de llevar a cabo Su mover final, el Señor necesita que haya también una situación mundial propicia. Si ustedes examinan la situación mundial actual, estarían de acuerdo en que los Estados Unidos de América es el mejor lugar para que el recobro sea propagado. Nosotros estuvimos laborando en China desde 1922 hasta 1949. Muchas personas fueron ganadas, y muchas iglesias fueron levantadas. Luego, a partir de 1949 todo el país de China empezó a cerrarnos las puertas. Así que, yo fui enviado fuera del país, y muchos de mis colaboradores fueron encarcelados. Esto me produjo una profunda tristeza y desilusión. Sin embargo, ahora ya no me siento desilusionado. De hecho, me siento muy animado.
Hoy puedo ver que si todos estos asuntos que han sido recobrados hubiesen permanecido únicamente en el idioma chino, habrían quedado sepultados, completamente inaccesibles a aquellos que no conocen el idioma chino. Ciertamente, lo que está impreso en chino se ha preservado, pero no se ha propagado. El mejor idioma para la propagación de las verdades es el inglés estadounidense. Después de que un mensaje es dado, dos semanas más tarde puede ser enviado a todos los cinco continentes en un idioma universalmente entendido, ya sea en libros impresos, en casetes o en videos.
En toda la historia de la humanidad nunca ha existido otro país como los Estados Unidos. Cuánto le agradezco al Señor por un país donde hay libertad de expresión, un gobierno democrático y constitucional, y toda clase de comodidades modernas y abundancia de recursos. Hace cuarenta y cinco años yo estuve en el interior de la China, viajando, predicando y enseñando la Biblia. Viajé en carros tirados por mulas en caminos que estaban en pésima condición. Para poder avanzar tan sólo treinta millas viajábamos desde la mañana hasta la noche. No hay comparación entre esto y la manera en que la palabra puede ser propagada hoy desde los Estados Unidos a todo el mundo. Los aviones vuelan desde aquí a cualquier lugar de la tierra en menos de veinticuatro horas. Por teléfono podemos comunicarnos con Europa, Asia, África y Australia; y las publicaciones y los casetes pueden ser enviados fácilmente al exterior. El recobro se propagará. Tarde o temprano, estas verdades serán adoptadas. Así como la verdad de la justificación por la fe se propagó, también se propagará la verdad del árbol de la vida.
Cuando vine a este país en 1958, algunas personas predecían la caída de los Estados Unidos. Decían que Estados Unidos estaba siguiendo el patrón del Imperio Romano, pues se estaba volviendo corrupto y dirigiéndose hacia la bancarrota. Yo debatí con ellos. Los Estados Unidos fueron establecidos sobre un fundamento diferente. Este país es la única potencia mundial en la historia que no ha robado a otros países. Ha crecido con sus propios recursos y con su propia gente. Debido a la vastedad de sus riquezas, no necesita robar a otros. Después de que vine de visita aquí en 1958, fui a Europa. Supe que en Inglaterra, Dinamarca y los países del norte de Europa anticipaban que el comunismo iba a asumir el control. Una vez más, discutí con ellos con denuedo, diciéndoles que esto no sucedería.
La crisis petrolera no ocurrió sino hasta 1973, pero en 1962 yo les dije a los hermanos que en el Medio Oriente los problemas estarían relacionados con el petróleo. Les dije que las naciones no podrían resolver este problema y que Dios haría algo al respecto. Esto no fue una profecía, sino simplemente una conversación que tuve con los hermanos hace más de veinte años.
Hoy en día se están explotando los recursos naturales en casi todos los rincones de la tierra, y ya se están acabando. ¿Podría la humanidad durar algunos siglos más? ¿Tiene todavía tiempo el Señor para levantar otra potencia mundial después de los Estados Unidos? No lo creo. Tal parece que Estados Unidos es la última potencia que el Señor ha levantado para estar a la par de Su recobro.
A medida que el mover final del Señor va adelante, existe la necesidad de que este país tan poderoso mantenga al mundo en paz y conserve el camino abierto. Ahora que tenemos aviones como los jet 747, ya no necesitamos las vías romanas que fueron usadas en los primeros siglos para la propagación del evangelio. Sin embargo, para que el recobro pueda ser propagado por medio de estos aviones, se necesita que haya una situación pacífica. Si no hay paz, la propagación se detendrá. Para lograr esto, el Señor necesita un país. Los Estados Unidos, en lugar de robar a otras naciones, les ha dado ayuda. Desde que se acabó la guerra en 1945, los Estados Unidos han dado billones de dólares a otros países. Tal vez a usted le preocupe que el déficit esté aumentando; sin embargo, el dinero que el gobierno debe, se lo debe principalmente a su propio pueblo. Es como un padre que le debe dinero a sus hijos. El saldo de la cuenta se ve en rojo, pero el dinero se está gastando en la familia.
Si se abren nuestros ojos, nos daremos cuenta de la era y el país en que vivimos, en qué consiste el recobro del Señor y cómo se está desarrollando la situación mundial. Los acontecimientos actuales resultan muy beneficiosos para una sola entidad: el recobro del Señor. La situación mundial se está desarrollando por el bien de la propagación del recobro y la preparación de la novia, y para que los candeleros sean establecidos y resplandezcan en muchos países. En este recobro final el Señor no está recobrando enseñanzas secundarias, sino asuntos muy importantes, especialmente desde la perspectiva de la visión central. Esto es el recobro final del Señor, y Él tiene a este país para que controle la situación mundial, a fin de que Su recobro sea propagado.