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Mensajes del libro «Solo y nuevo hombre, Un»
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CAPITULO TRES

CRISTO Y LA UNIDAD DEL NUEVO HOMBRE

  Lectura bíblica: Ef. 2:14-15; 4:22-24; Col. 3:10-11; Jn. 19:19-22

PALABRAS ADICIONALES SOBRE LOS CUATRO EVENTOS PRINCIPALES DE LA HISTORIA

  A través de los siglos, Dios ha actuado soberanamente con respecto a la cultura humana en la tierra. El nacimiento de Cristo divide en dos secciones la historia del linaje humano. Antes de Cristo transcurrieron cuatro mil años de historia, y después de Cristo hasta ahora, han transcurrido cerca de dos mil años. La encarnación de Dios constituyó la línea divisoria de la historia humana. Aunque podemos ver la mano soberana de Dios con respecto a la cultura humana en los primeros cuatro mil años, es aun más palpable en los últimos dos mil años.

Dios ejerce Su soberanía en la formación y propagación del evangelio

  El establecimiento del Imperio Romano no se dio por accidente, sino por la disposición soberana de la autoridad de Dios. A escasos treinta años antes del nacimiento de Cristo, el Imperio Romano fue fundado. El Imperio Romano no sólo preparó el camino que hizo posible la propagación del evangelio, sino que también ayudó en la formación del mismo. El evangelio fue formado y consumado por la muerte de Cristo, y dicha muerte ocurrió mediante la crucifixión ejecutada por el Imperio Romano. De esta manera, el Imperio Romano fue usado por Dios, no sólo para la propagación del evangelio, sino también para la formación del mismo. Los profesores universitarios conocen los hechos históricos, pero probablemente no tienen esta visión celestial. Necesitamos tener ojos celestiales para ver la historia humana, no desde la perspectiva humana, sino desde la perspectiva divina.

  La cultura occidental se compone de tres elementos: la religión hebrea, la cultura y filosofía griegas, y la política y ley romanas. Cuando Pilato ejecutó al Señor Jesús crucificándole, él escribió un rótulo sobre la cruz, en tres idiomas: en hebreo, que representa la religión hebrea; en griego, que representa la filosofía y cultura griegas; y en latín, que representa la política y ley romanas (Jn. 19:19-22). Esto significa que la cultura occidental en su conjunto, ayudó en la formación del evangelio.

  El hecho de que se usaran estos tres idiomas, muestra que el Imperio Romano había sido unificado. Dicho imperio había unificado al mundo judío, al mundo griego y al mundo romano. El mundo conocido originalmente incluía a Mesopotamia, la cultura del río, antes de los tiempos de Abraham. Cuando Abraham fue llamado y se mudó a Canaán, a orillas del mar Mediterráneo, la cultura se trasladó de los dos ríos al mar. Esta puede ser llamada la cultura del mar. Luego vinieron los griegos y, bajo el mando de Alejandro Magno, invadieron Palestina. Posteriormente, Julio César conquistó todas las naciones de alrededor del gran mar y preparó el camino para el establecimiento del Imperio Romano. Jesús nació bajo el reinado de Augusto, quien era sobrino nieto de César y su hijo adoptivo (Lc. 2:1).

  El Imperio Romano fue preparado por la mano soberana de Dios con miras al evangelio. Primero, Dios usó al Imperio Romano en la formación del evangelio y, posteriormente, en la propagación de las buenas nuevas. En menos de medio siglo, el evangelio se había propagado a “todas las naciones bajo el cielo” (Hch. 2:5), o sea, a los países de alrededor del mar Mediterráneo. La formación y propagación del evangelio produjeron la iglesia. Aun después de que la iglesia se degradó, el evangelio seguía teniendo por centro a Roma. Roma era el centro del “mundo del evangelio”. Aunque el Imperio Romano en realidad estaba en contra de Dios, sin saberlo fue usado por Dios para la formación y la propagación del evangelio. Tenemos que agradecerle a Dios por el Imperio Romano. Necesitamos ojos celestiales para ver esto.

La reforma y el descubrimiento del nuevo mundo

  Después de la formación y la propagación del evangelio, la iglesia empezó a degradarse hasta caer en el oscurantismo. Luego, en los siglos quince y dieciséis, Dios actuó soberanamente con respecto a dos grandes eventos: la reforma de la iglesia y el descubrimiento del nuevo mundo. Estos dos eventos deben considerarse el segundo paso crucial de los últimos dos mil años de historia. En primer lugar, estos eventos sirvieron para libertar la mentalidad humana, la cual había estado encarcelada bajo el catolicismo. En segundo lugar, mediante estos dos eventos, la cultura europea fue llevada a otros continentes, incluyendo a América y a Asia. Sin embargo, dicha cultura estaba estrechamente relacionada con el catolicismo. La expansión de la cultura europea se efectuó en gran parte bajo la influencia del catolicismo. Esta es la razón por la que los países de Centro y Sudamérica son primordialmente católicos. Dondequiera que iba el catolicismo, llevaba oscuridad. Aun hoy, muchos países centroamericanos y sudamericanos permanecen bajo las tinieblas del catolicismo.

El surgimiento de Gran Bretaña para la propagación del evangelio

  Dios, para cumplir Su propósito de propagar el evangelio por todo el mundo, necesitaba que España fuera derrotada. Por esta razón Dios levantó a Gran Bretaña. Desde que la flota inglesa derrotó a la armada española en 1588, Gran Bretaña se convirtió en la potencia mundial preeminente. Gran Bretaña llegó a ser grande, y fue llamada la nación donde no se ponía el sol porque había colonias inglesas en toda la tierra. Gran Bretaña mantuvo la paz y el orden en el mundo para que se propagara el evangelio mediante el protestantismo. Bajo la mano soberana de Dios, el factor de influencia mundial cambió, del catolicismo al protestantismo. Dios levantó a Gran Bretaña por causa de Su propósito, para enviar a Asia, a Africa y a muchos otros lugares un evangelio que estuviese libre de la influencia oscura del catolicismo. Si el catolicismo hubiese ejercido gran influencia en China, el recobro del Señor no hubiera podido tener un comienzo prevaleciente allí. Pero el cristianismo en China no se encontraba bajo la influencia del catolicismo, sino del protestantismo. La condición de pureza allí fue usada por Dios. Así vemos claramente que Gran Bretaña fue usada por Dios para propagar el evangelio a cada rincón del mundo.

El surgimiento de Estados Unidos para producir el nuevo hombre

  Ya para el comienzo de este siglo, el evangelio había sido propagado a cada rincón de la tierra. Sin embargo, el propósito de Dios no sólo era que se predicara el evangelio, sino también que el nuevo hombre fuese perfeccionado. Como Gran Bretaña no era de mucha utilidad para este propósito, de cierta manera Dios hizo a un lado a Gran Bretaña y levantó a Estados Unidos, mediante las dos guerras mundiales. Estas dos guerras fueron resueltas por medio de Estados Unidos. La primera guerra mundial llegó a su fin por la intervención de Estados Unidos, y en la segunda guerra mundial, la participación de Estados Unidos fue crucial para derrotar a los países del Eje, tanto en Europa como en Asia. Todo esto sucedió bajo la mano soberana de Dios. Mediante estas dos guerras, Estados Unidos fue levantado con miras al perfeccionamiento del nuevo hombre. Hoy esta nación ocupa una posición céntrica en la geografía de toda la tierra, y es semejante a un águila gigante que tiene como sus dos alas a dos enormes océanos.

  El Imperio Romano fue levantado para la formación y la propagación del evangelio. Luego, España fue levantada temporalmente para la propagación de la cultura occidental, aunque dicha propagación se llevó a cabo bajo la influencia del catolicismo, lo cual era inadecuado en cuanto a la economía de Dios. Gran Bretaña venció a España y se convirtió en la principal potencia mundial, lo cual fue útil para la propagación del evangelio a cada rincón de la tierra. En cuarto lugar, finalmente, Estados Unidos fue levantado como el centro de la tierra habitada con miras al nuevo hombre. El nuevo hombre no se compone de una sola raza, sino de todas las razas. Por esta razón, un país tuvo que ser levantado por Dios en el mismo centro de la tierra habitada.

  Estados Unidos no se compone de una sola raza; más bien, es una nación constituida por muchos pueblos, es un crisol de culturas. Conforme a las más recientes leyes de inmigración, este país ha determinado recibir 300,000 inmigrantes cada año: 130,000 del hemisferio occidental, y 170,000 del hemisferio oriental. Sin importar la raza o país de origen, cualquiera puede solicitar entrada. A raíz de las nuevas leyes de inmigración, millares han venido de China, Italia, Grecia, las Filipinas, India y de otras naciones.

  En segundo lugar, este país promueve el intercambio cultural. A Estados Unidos no le gusta permanecer aislado; así que comparte muchas cosas buenas con otras naciones. Hay mucho intercambio de estudiantes en Estados Unidos, lo cual permite que muchas razas se compenetren. En este sentido, Estados Unidos coopera con Dios y es usado por El. Además, en toda la historia nunca ha habido otro país que haya ayudado a otros países así como lo hace este país. Estados Unidos envía billones de dólares en ayuda económica y militar a muchos países. En cuarto lugar, el dólar estadounidense es la moneda estándar entre las distintas divisas del mundo. Ni el marco alemán ni el yen japonés es la divisa estándar. Incluso en Japón, la riqueza es contabilizada en dólares estadounidenses. Todo el mundo maneja dólares estadounidenses. Todo esto nos permite ver la mano soberana de nuestro Padre, que opera con miras a producir el nuevo hombre. Todas estas cosas indican que hoy ciertamente estamos cerca del fin de esta era. Si Dios perfecciona el nuevo hombre en este tiempo, El habrá terminado todo lo que tiene que hacer en esta era.

  Para cumplir Su propósito, el Señor ha levantado un país, que en términos geográficos, es el centro mismo de toda la tierra habitada. Como ciudadano estadounidense con pasaporte estadounidense, uno puede viajar por todo el mundo, de la misma manera que Pablo, como judío con ciudadanía romana, podía viajar por todo el Imperio Romano (cfr. Hch. 22:25-29). Cuando China fue tomada por los comunistas en 1949, yo no podía ni dormir ni comer bien. Sentía mucha tristeza, pues China y cientos de iglesias se perdieron a manos del comunismo. Pero ahora, a raíz de que he comprendido la situación actual, estoy feliz de estar en Estados Unidos. Estar aquí es mucho mejor que estar en mi pueblo natal en China. Todos tenemos que agradecer al Señor por estar en Estados Unidos, el centro mismo de la tierra habitada, donde se puede llevar a cabo el perfeccionamiento del nuevo hombre que Dios desea obtener en Su economía.

  A través de los siglos, el Señor ha bloqueado a Rusia y la ha confinado a una región helada. Los zares rusos hicieron todo lo posible por pasar del mar Negro al mar Mediterráneo, pero Dios usó a Gran Bretaña para impedirles que pasaran del mar Mediterráneo al océano Atlántico. Rusia también hizo lo posible por llegar al océano Indico valiéndose del canal de Suez, pero Dios de nuevo usó a Gran Bretaña y a Egipto para cerrarles el paso. Posteriormente, los zares intentaron construir el ferrocarril transiberiano a fin de tener acceso al océano Pacífico, pero no pudieron. Entonces invadieron Manchuria, el cual era territorio de China, para obtener el derecho a construir el transiberiano a través de Manchuria. Los zares se alegraron por haber obtenido acceso al Pacífico, pero más tarde fueron desalojados de Manchuria en la guerra ruso-japonesa. Aunque hoy la flota rusa se encuentra en el mar Mediterráneo y en el océano Indico, ellos aún no tienen un acceso conveniente al canal de Suez debido a la relación existente entre Egipto e Israel. Nuestro Dios ha bloqueado y confinado a Rusia al “refrigerador” en el norte. El no toleraría que Rusia obtenga una parte de los dos océanos principales, el Atlántico y el Pacífico. Dios actúa soberanamente para garantizar que el mundo permanezca realmente libre con miras al nuevo hombre.

  Ahora nosotros nos encontramos en el centro mismo del mundo. Debemos aprovechar esta oportunidad. En breve, el nuevo hombre será perfeccionado. ¡Es maravilloso ser un cristiano que está en el recobro del Señor, donde se obtiene el nuevo hombre! Todos debemos olvidarnos de la religión actual y recibir la visión del nuevo hombre. Dios ha llevado a cabo todo lo necesario para unir a todos los pueblos, especialmente en Estados Unidos. Todas las cosas redundan en beneficio del nuevo hombre.

LA UNIDAD DEL NUEVO HOMBRE

  El nuevo hombre no es una nueva organización ni una segunda “Naciones Unidas”. El nuevo hombre es simplemente Cristo: Cristo propagado y agrandado. Colosenses 3:11 dice: “Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es el todo, y en todos”. Ninguna persona tiene cabida en el nuevo hombre. El nuevo hombre no es otra clase de “Naciones Unidas”. En el nuevo hombre no hay lugar para usted ni tampoco para mí. Ninguno de nosotros tiene cabida en el nuevo hombre, sino que Cristo es el todo y está en todos.

  Si usted no está en Cristo, no tiene nada que ver con el nuevo hombre. Si usted no está en Cristo, no tiene parte en el nuevo hombre. Aun si usted está en Cristo pero no vive por Cristo, su experiencia del nuevo hombre se verá afectada. Tal vez seamos estadounidenses, chinos o japoneses, pero no vivimos como tales; vivimos a Cristo. Aun si usted es un chino típico, lo que está en usted no es el elemento chino, sino el propio Cristo. Cristo es nuestra vida, Cristo es nuestra naturaleza y Cristo es nuestra persona.

  Ya que este Cristo es nuestro contenido, no necesitamos meramente estar unificados. La palabra unificación no es muy bíblica. Efesios 4:3 habla de la unidad del Espíritu, no de la unificación. Debido a que Cristo es uno, no necesita ser unificado. Todo lo que es uno, no necesita ser unificado. La unificación implica que, antes de estar unificados, los diferentes componentes estaban separados y divididos. En este sentido, nosotros no estamos unificados; más bien, tenemos unidad. Cristo no está dividido; Cristo es sólo uno.

  El movimiento ecuménico en el cristianismo se afana por lograr la unificación. Todo movimiento ecuménico es contrario a la verdad. Colosenses 3:11 dice que nadie tiene cabida en el nuevo hombre, pero en la unificación del ecumenismo hay lugar para todo y para todos. Los monjes tienen cabida allí, los sacerdotes tienen su lugar allí y también todos los demás; por tanto, ésa no es la unidad, sino la unificación del movimiento ecuménico. Ser ecuménico significa incluir todas las cosas, significa ser universal, ser católico. Allí están unificadas toda clase de cosas y personas. Los que abogan por el ecumenismo son de mente abierta pero en exceso, ya que incluyen demasiadas cosas. La gran ramera de Apocalipsis 17, “la madre de las rameras” (v. 5), es la Iglesia Romana apóstata, y las rameras, sus hijas, deben referirse a todas las diferentes sectas y grupos del cristianismo que sostienen hasta cierto grado las enseñanzas, las prácticas y las tradiciones de la Iglesia Romana apóstata. El movimiento ecuménico crea las circunstancias propicias para que las “hijas” regresen a la “madre”. Pero la vida de iglesia no tiene ningún elemento maligno de la iglesia apóstata.

  El nuevo hombre no es ecuménico. El nuevo hombre es uno: uno con Cristo y uno en Cristo. Nadie tiene cabida en el nuevo hombre, ni judíos ni griegos, ni la circuncisión ni la incircuncisión, ni bárbaros ni escitas, ni esclavos ni libres; sino que Cristo es el todo y está en todos. No somos un movimiento ecuménico, sino que estamos en el nuevo hombre. No somos uno por causa de nuestra amabilidad, cortesía o humildad, sino por Cristo y a través de El, porque Cristo está en usted y Cristo está en mí. Cristo está en todos los hermanos de China y en todos los hermanos de Japón. Todos nosotros tenemos a Cristo, y Cristo mismo es nuestra unidad. Lo que tenemos no es una unificación ni un movimiento ecuménico; tenemos simplemente a Cristo. Esto no quiere decir que usted me tolera a mí y yo a usted, sino que usted tiene a Cristo y yo tengo a Cristo. Yo amo a Cristo y usted también lo ama; usted vive por El y yo también vivo por El. Todos tenemos a Cristo, así que somos uno sólo en El. Si no tenemos a Cristo ni vivimos a Cristo, no tenemos nada que ver con el nuevo hombre. El recobro del Señor no es un movimiento, sino que es la vida de Cristo, es Cristo como nuestra vida y nuestra persona. Es necesario que esto sea para nosotros tan claro como el agua.

LA UNIDAD EN EL ESPIRITU MEZCLADO

  No obstante, esto aún está en la esfera doctrinal. Para experimentar el nuevo hombre de manera práctica, debemos saber quién es Cristo y dónde está El. Cristo hoy es el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17), y El está en nuestro espíritu (Ro. 8:16; 2 Ti. 4:22). El Espíritu vivificante, Cristo, está ahora en nuestro espíritu, y ambos espíritus se mezclan para formar el espíritu de la mente (Ef. 4:23). Efesios 4:23 dice que estamos siendo renovados en el espíritu de nuestra mente. Nuestra mente se renueva a medida que asimilamos que Cristo como Espíritu vivificante está mezclado con nuestro espíritu humano.

  No es común escuchar un mensaje acerca del espíritu mezclado o acerca de ser renovados en el espíritu de nuestra mente. Quizás algunos que nunca han escuchado acerca del espíritu mezclado enseñen que es suficiente leer la Biblia, ganar almas y glorificar a Dios con nuestra buena conducta. Sin embargo, Efesios 4:23 es vital y crucial para nosotros. La clave para despojarnos del viejo hombre (v. 22) y vestirnos del nuevo (v. 24), radica en que seamos renovados en el espíritu de nuestra mente.

  Los hermanos que viven en una misma casa no siempre se llevan bien. En 1935 fui alojado junto con otros colaboradores; después de sólo dos o tres horas, me sentí incomodo con uno de ellos. Aunque podría haber reaccionado de una manera incorrecta, el Espíritu dentro de mí me restringió. Aunque me era imposible ser afable, el Espíritu dentro de mí sí pudo serlo. Este es el maravilloso Espíritu que mora en nuestro espíritu. Todos nosotros somos uno debido únicamente a que Cristo como Espíritu vivificante está en nuestro espíritu; le amamos y vivimos por El. Cuando vivimos por El, nos agradan todos los hermanos. Después de aquel incidente, alabé al Señor y le di gracias por todos aquellos maravillosos colaboradores. Todos ellos eran ahora preciosos y agradables para mí, porque yo estaba en el espíritu.

  Sólo en el espíritu somos uno, y sólo en el espíritu estamos en el nuevo hombre. El Señor desea mostrarles a los que le aman, que El no quiere que ellos tengan nada que no sea El mismo. El es nuestra vida, El es nuestra persona y El es el Espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu. Lo que El desea es que vivamos por El. Así, tendremos la unidad. En cada nación habrá muchos grupos pequeños que viven por Cristo. Estos serán las iglesias locales, que conformarán el nuevo hombre. Cuando el nuevo hombre llegue a su plena existencia, no hablaremos de diferencias entre las iglesias, ni tampoco de la jurisdicción ni autonomía de las iglesias locales. En aquel tiempo, todos viviremos a Cristo. Sólo Cristo estará entre nosotros, y sólo El será manifestado.

  Si usted va a Brasil, verá a Cristo. Y si va a Gran Bretaña, verá a Cristo. Si va a Italia, Francia, Japón, China, Corea o las Filipinas, no verá sino a Cristo. No habrá necesidad de decir que somos uno, pues Cristo será cada uno de nosotros. Cristo está con usted, Cristo está conmigo, Cristo está con cada creyente, y Cristo está con cada iglesia local. No habrá necesidad de meramente hablar acerca de la unidad; simplemente expresaremos a Cristo en nuestro vivir. Esto será la consumación de la vida de iglesia, un nuevo hombre universal que expresa a Cristo en su vivir. Esto concluirá la era presente, traerá el reino y hará que Cristo regrese. Finalmente, el nuevo hombre llegará a ser la amante novia de Cristo. Algunos tomarán el camino del ecumenismo, que consiste en tolerarse unos a otros en medio de muchas diferencias, pero al mismo tiempo el Señor estará haciendo todo lo necesario para obtener el nuevo hombre. Todos los santos, en muchos países a través del mundo, hablarán una misma cosa (1 Co. 1:10), a saber, el Cristo único. Sólo hablaremos Cristo porque lo expresaremos a El en nuestro vivir. El es nuestra vida, y El es nuestra persona. El es el Espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu, y todo el tiempo, en todas las cosas, nos volvemos a nuestro espíritu y crecemos hasta la medida de este Cristo único.

  En el recobro del Señor no tenemos otra cosa sino a Cristo, y dicho Cristo es el todo y está en todos. No podemos ser creyentes individualistas ni mantener nuestra iglesia local separada de las demás. Hoy es el día en que ha de manifestarse el nuevo hombre, compuesto de todas las iglesias locales, incluyendo a todos los santos que son uno en el Cristo que es el todo y está en todos. Esta visión nos rescatará de todo lo que no sea Cristo. Si hemos recibido esta visión, estimaremos todas las cosas como basura en comparación con Cristo (Fil. 3:8). No nos interesará ninguna otra cosa que no sea Cristo. A medida que todos lo expresemos a El en nuestro vivir, veremos el perfeccionamiento del nuevo hombre en la tierra.

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