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Mensajes del libro «Testimonio de Jesús, El»
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CAPÍTULO DIEZ

LA MANERA PRÁCTICA DE SER EL TESTIMONIO DE JESÚS COMO SU PLENA EXPRESIÓN EN LA IGLESIA

  Lectura bíblica: Ap. 1:1-2, 12-16; 5:5-6; 19:15; 2:2, 4, 7, 2:9, 17, 2:20; 3:9, 3:12, 20; Mt. 13:33; Ap. 17:1-5; 3:1, 15-16; 2:13-15

  La Biblia tiene un comienzo maravilloso en Génesis y una conclusión maravillosa en Apocalipsis. Si no tuviéramos el libro de Génesis, la revelación divina no tendría un comienzo adecuado. Se necesitó más de treinta mensajes del Estudio-vida de Génesis para abarcar los primeros diez capítulos de Génesis. Igualmente, sin el libro de Apocalipsis, la Biblia no tendría una conclusión apropiada. Es muy significativo que la Biblia concluye de la misma manera como comienza. La Biblia comienza con el árbol de la vida en Génesis 2:9, y después, el árbol de la vida aparentemente desaparece por el resto de la Biblia. Cuando era joven y leía la Biblia, me preguntaba dónde se había ido el árbol de la vida después que se cerró el camino. Finalmente, el árbol de la vida regresa en Apocalipsis (2:7; 22:2). Así pues, la Biblia comienza con el árbol de la vida y también concluye con el árbol de la vida.

  La Biblia también comienza con el hombre como expresión de Dios (Gn. 1:26). El hecho de que el hombre fuese creado a la imagen misma de Dios, quiere decir que él fue creado para expresar a Dios. El hombre está destinado a ser la expresión de Dios. Los dos últimos capítulos de la Biblia, nos dicen que el hombre llega a ser la verdadera expresión de Dios. Aquel que está sentado en el trono tiene la apariencia de jaspe, y la Nueva Jerusalén con el hombre como un componente de ella, también tiene la apariencia de jaspe (Ap. 4:3a; 21:11, 18-19). El hecho que la apariencia de la ciudad santa sea de jaspe significa que el hombre llega a ser la expresión de Dios. Por tanto, en los primeros dos capítulos de la Biblia vemos la vida y la expresión de Dios y en los dos últimos capítulos vemos de nuevo la vida y la expresión de Dios. La única diferencia está en que la Biblia comienza con la creación, pero concluye con un edificio. Lo que se narra principalmente en los dos primeros capítulos de la Biblia es la creación efectuada por Dios. En el principio Dios creó los cielos, la tierra y muchas otras cosas, incluyendo al hombre. Sin embargo, en los dos últimos capítulos se nos presenta una ciudad edificada con materiales preciosos. Una ciudad no es algo pertinente a la creación sino a algo que ha sido edificado. El edificio con el cual concluye toda la Biblia es un edificio edificado con la vida divina, y el propósito de dicho edificio es expresar a Dios. Si captamos estos puntos, veremos el significado intrínseco de la Biblia en su totalidad. Por consiguiente, debemos pasar suficiente tiempo a fin de profundizarnos en Génesis y Apocalipsis.

APOCALIPSIS ES LA REVELACIÓN DE CRISTO DE UNA MANERA ADICIONAL, DIFERENTE

  Apocalipsis es un libro misterioso. Por un lado, se trata de un libro profético, pero afirmar esto basado en un entendimiento correcto requiere que entendamos correctamente lo que es la profecía. Una profecía no es simplemente la predicción de algo, tal como solían decir los profetas del Antiguo Testamento: “Así dice Jehová”. Una profecía es algo más serio, más elevado, más profundo y más excelente. Si bien Apocalipsis es un libro de profecía, ésta no es el tema de este libro. Apocalipsis 1:1 comienza con: “La revelación de Jesucristo”. Debemos guardar esta frase en la memoria. Se trata de un libro de revelación, pero es la revelación de Jesucristo. Entre los maestros cristianos, hay diferentes escuelas con relación al significado de esta frase la revelación de Jesucristo. Algunos dicen que se refiere a la revelación dada por Cristo, pero esta interpretación no es adecuada. Este libro es la revelación con respecto a Cristo y la revelación de Cristo.

  Podemos haber visto a Cristo en los cuatro Evangelios, en los Hechos y en todas la Epístolas, pero Cristo es mucho más que todo eso. Lamentablemente, la mayoría de los cristianos solamente conocen al Cristo que se describe principalmente en los Evangelios y un poco en los Hechos y en las Epístolas. En los últimos cincuenta años, he conocido a muchas clases de cristianos de diferentes partes del mundo, y siempre humildemente he tratado recibir lo que ellos tienen. Sin embargo, en toda mi vida cristiana, la única persona que he conocido y cuyo ministerio puedo respetar por completo es el hermano Watchman Nee. De todos los demás maestros cristianos que he conocido, casi ninguno de ellos conocía verdaderamente al Cristo presentado en el último libro de la Biblia.

  El Cristo presentado en Apocalipsis difiere absolutamente de Aquel narrado en los cuatro Evangelios. En el pasado he sido condenado por decir esto. Incluso un predicador dijo: “Esto es herejía. Este hombre dice que su Cristo es diferente”. Sin embargo, en este capítulo repetiré categóricamente que el Cristo en Apocalipsis es diferente del Cristo en los cuatro Evangelios. Sí, Él es el mismo Cristo, pero es el mismo Cristo en diferentes aspectos. En los cuatro Evangelios vemos a un Cristo afable, dócil y bondadoso. Siempre que Él miraba a las personas, éstas se sentían amadas. Incluso Su discípulo más íntimo podía reclinarse sobre Su pecho (Jn. 13:23). No obstante, este mismo Cristo aparece diferente en el libro de Apocalipsis. Él no sólo tiene dos ojos sino siete ojos que son como llama de fuego (1:14; 5:6). Si tal Cristo se apareciera hoy ante nosotros, quedaríamos estupefactos. Lucas 4.22 dice que palabras de gracia salían de Su boca, pero Apocalipsis nos dice que de Su boca salía una espada aguda de dos filos (1:16; 19:15). Además, Juan 1:29 nos lo presenta como el Cordero de Dios, pero en Apocalipsis 5:5 Él es llamado el León de la tribu de Judá. Sería una insensatez decir que el León es lo mismo que el Cordero. El libro de Apocalipsis no nos revela a Cristo de una manera ordinaria sino de una manera extraordinaria, la cual difiere absolutamente de la de los cuatro Evangelios. En cierto sentido, Apocalipsis es la continuación de los Evangelios y de las Epístolas, pero no nos revela a Cristo conforme a los Evangelios y las Epístolas. La revelación de Cristo nos revela a Cristo en un aspecto diferente.

APOCALIPSIS REVELA EL TESTIMONIO DE JESÚS

  Apocalipsis 1:2 habla de “la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo”. Llevo años reflexionando sobre esta expresión el testimonio de Jesús. Cuando era joven, me enseñaron que si teníamos una buena conducta, presentaríamos el testimonio de Jesús a los demás. Esto quiere decir que nosotros, los creyentes, debemos saber comportarnos, amar a nuestros prójimos, honrar a nuestros padres, amar a nuestra esposa y someternos a nuestro esposo. En aquel tiempo, yo había aceptado esta definición, pero poco a poco me di cuenta de que esa explicación era muy deficiente. Tal definición no tiene cabida en el libro que concluye la Biblia. Todo cuanto se narra en la conclusión de la Biblia deber ser algo más alto. Después, comencé a confiar en que el Señor me daría la manera de entender la expresión el testimonio de Jesús. Gradualmente, vi su verdadero significado; sin embargo, por más de doce años, me di cuenta de que si hablase de este asunto de manera honesta y franca ofendería a muchas personas. Hace doce años, el tiempo no era propicio para hablar de esta manera, incluso en el recobro del Señor y por eso el Señor hizo que tuviera paciencia y esperara hasta otro día. Sin embargo, recientemente recibí la carga de que ahora es el tiempo para que el Señor le hable clara y detalladamente a Su pueblo de lo que es el testimonio de Jesús. Por esta razón, tengo denuedo. No me importa si soy rechazado; tengo que decir la verdad en cuanto al testimonio de Jesús.

  Todos sabemos que un cuadro es mejor que mil palabras. Por esta razón, el libro de Apocalipsis no sólo tiene palabras, sino que además, nos pinta un cuadro. Si no sabemos cómo debemos entender este “cuadro”, no entenderemos este libro. El primer cuadro nos muestra la visión de los siete candeleros de oro resplandecientes (1:12). Luego, en el capítulo 4 vemos a cuatro seres vivientes: el primero es semejante a un león, el segundo a un becerro, el tercero tiene rostro como de hombre y el cuarto es semejante a una águila volando (vs. 6-9). En medio de los cuatro seres vivientes se menciona a Aquel que fue presentado como un León, pero cuando Juan lo vio, el León llegó a ser un Cordero (5:5-6). La tercera visión es la de cuatro caballos en una carrera (6:1-8): un caballo blanco, un caballo bermejo, un caballo negro y un caballo amarillento. El capítulo 9 nos habla de langostas con colas como de escorpiones (vs. 3, 10). En el capítulo 12 vemos a una mujer maravillosa vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas (v. 1). Esta mujer está a punto de dar a luz un hijo, y frente a ella hay un gran dragón que intenta devorar a su hijo (v. 4). Después, en el capítulo 13 se hace mención de dos bestias, una que sube del mar y la otra de la tierra (vs. 1, 11), y en el capítulo 16 se habla de ranas (v. 13); éstas surgen siempre cuando hay mal tiempo. En el capítulo 17 no vemos a la mujer universal y maravillosa sino a una gran ramera (vs. 1-6), y en el capítulo 18 vemos una gran ciudad maligna que es condenada por Dios (vs. 2-5). El capítulo 19 nos habla de una novia limpia, impecable, resplandeciente y pura (vs. 7-8), vestida de lino fino, en la cual no hay mixtura, suciedad ni mancha alguna. Después, en el capítulo 20 se encuentra la serpiente antigua (v. 2), y en los capítulos 21 y 22 vemos la ciudad santa, la Nueva Jerusalén (21:2, 9-27; 22:1-2). ¡Cuán maravillosos son estos cuadros! Debemos ver todos estos cuadros y recibir visión tras visión. Sin embargo, el personaje principal y central de este cuadro es Cristo como el León de la tribu de Judá. Si viéramos todos los detalles secundarios y no viéramos a este León, con toda certeza erraremos el blanco. Debemos apartar nuestros ojos de las ranas, las bestias, las langostas, el dragón y la serpiente y poner nuestra mirada en este León. Este libro es la revelación, el develar, de este León.

EL TESTIMONIO DE JESÚS TIENE SU EXPRESIÓN PLENA EN LAS IGLESIAS LOCALES

  Además, este León se expresa por medio de ciertos vasos, los cuales son el testimonio de Jesús. La expresión de una persona es el testimonio pleno de ella. El testimonio de Jesús es la expresión de Jesús, que se expresa hoy primero en las iglesias locales y luego, en la Nueva Jerusalén en el milenio y por la eternidad. Por tanto, las iglesias hoy en día son el testimonio de Jesús.

  Dios creó al hombre a Su propia imagen con la intención de que el hombre lo expresara. Todos debemos comprender que nuestro destino no es hacer ciertas cosas. Debemos olvidarnos de todas las otras cosas. Nuestro destino es expresar a Dios. Según Génesis, después de crear al hombre, Dios no le pidió al hombre que hiciera muchas cosas. Esto se debe a que el hombre simplemente fue hecho a la imagen de Dios para que lo expresara. Podemos comparar al hombre, que es la expresión de Dios, con una fotografía. La fotografía de una persona no adora a la persona que aparece en la fotografía, no obra para ella ni le sirve a ella. El destino de la fotografía es simplemente expresar a la persona que aparece allí. El hombre es una “fotografía” de Dios. Cuando Dios creó al hombre, Él “tomó una foto” de Sí mismo. Así como la función de una fotografía es expresar a una persona, el hombre fue hecho para expresar a Dios. Sin embargo, en este respecto el hombre le falló a Dios; pero el salmo 8 nos dice que un segundo hombre vendría a asumir de nuevo la responsabilidad del hombre, la cual consistía en expresar a Dios (vs. 4-6). Esto es lo que Jesús logró. Mientras Jesús estuvo en la tierra, Él expresó plenamente a Dios. Él era una verdadera “fotografía” de Dios.

  Ahora esta fotografía ha sido reproducida. Todos somos la reproducción “fotográfica” de Jesús. Por lo tanto, hoy en día Dios tiene una expresión corporativa, la iglesia, la cual es el testimonio de Jesús, quien a su vez es la expresión de Dios. El viejo hombre Adán fue creado a la imagen de Dios, pero Adán le falló a Dios. Ahora la iglesia es el nuevo hombre, creado en Cristo según la imagen de Dios, y posee a Cristo como la expresión de Dios (Ef. 4:24; Col. 3:10). Esta expresión es el testimonio de Jesús, la cual en Apocalipsis es primeramente las iglesias locales y, finalmente, será la Nueva Jerusalén. El libro de Apocalipsis empieza con los siete candeleros, y concluye con la Nueva Jerusalén. Tanto los candeleros como la Nueva Jerusalén son figuras que representan a la iglesia. Los siete candeleros son señales que representan a las siete iglesias locales, y la Nueva Jerusalén es la señal de la máxima consumación de la iglesia por la eternidad. Apocalipsis es una revelación de Cristo, y Cristo se expresa por medio de la iglesia. Por lo tanto, la iglesia es el testimonio de Jesús revelado en este libro.

LA MANERA PRÁCTICA DE SER EL TESTIMONIO DE JESÚS

  La iglesia es la expresión corporativa de Dios en Cristo. En las siete epístolas donde el Señor habló a las siete iglesias, encontramos ciertos secretos que nos muestran cómo podemos ser la expresión de Dios. El Cristo revelado en Apocalipsis del capítulo 1 al 3 es una persona maravillosa. Resulta difícil describir a esta persona, pero aun así, sabemos que en este universo existe tal persona maravillosa. Estos capítulos nos presentan primero la visión de Cristo como el Hijo del Hombre que anda en medio de los siete candeleros, los cuales son las iglesias locales (1:13; 2:1). Algunos eruditos cristianos afirman que puesto que los candeleros se hallan en el cielo, Jesús anda en medio de ellos en el cielo. Sin embargo, puesto que los siete candeleros representan las siete iglesias locales, éstas se encuentran aún en la tierra. No debemos decir que Jesús anda en el cielo en medio de las iglesias. El versículo 11 del capítulo 1 dice: “Escribe en un rollo lo que ves, y envíalo a las siete iglesias”. Juan no escribía a los cielos ni tampoco a los ángeles. Antes bien, él escribía a siete ciudades en la tierra: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Hoy Cristo, como persona maravillosa, anda en la tierra en medio de Sus iglesias locales.

Amar al Señor con nuestro primer amor

  En este pasaje de la Palabra, esta persona maravillosa no nos insta a adorarlo a Él, y apenas encontramos un pequeño indicio que nos dice que necesitamos trabajar para Él. La primera iglesia, la iglesia en Éfeso, hizo muchas obras buenas para Cristo. Cristo la apreciaba, pero no mucho. Más bien, Él no estaba muy satisfecho con Éfeso. Él le dijo: “Yo conozco tus obras [...] Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor” (2:2, 4). El primer secreto o clave para ser la iglesia como testimonio de Jesús es que tenemos que amarle. Debemos decirle: “Oh, Señor Jesús, te amo. Señor Jesús, para mí, no hay nada más dulce que Tú. Señor, te amo tiernamente, íntimamente y secretamente. En este amor por Ti, tengo muchos secretos contigo que ni mi cónyuge conoce”. ¿Podemos decirle esto al Señor? Debemos tener un amor reservado para el Señor del que no le hemos dicho incluso a nuestro cónyuge. Todos necesitamos decirle a Jesús que lo amamos.

Comer al Señor como el árbol de la vida, el maná escondido y el banquete a fin de ser transformados para la edificación de Dios

  Después de esto, debemos también participar del Señor al comerle. No debe preocuparnos tanto adorar o servir a Jesús. Hablando con propiedad, Él no necesita que le sirvamos. Él cuenta con un sinnúmero de ángeles a Su servicio. Más bien, Él necesita aquellos que le coman. Él quiere que le comamos (Jn. 6:57). Aun si los ángeles quisieran comer a Jesús, ellos no tienen ese privilegio. Sin embargo, nosotros, los que somos Sus simples seguidores, sí tenemos este privilegio. No debemos saber nada excepto comer a Jesús. Comer a Jesús es el camino. Apocalipsis 2:7 dice: “Al que venza, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios”. Si amamos al Señor, entonces debemos comerle. Debemos ingerirle como nuestro disfrute. Nada es tan agradable como el comer. Podemos olvidarnos de toda clase de deportes y renunciar a toda clase de diversiones, pero no podemos dejar de comer. Yo vivo cerca del parque Disneylandia, pero nunca he ido. La mejor de las tierras no es Disneylandia, sino Cristo nuestra tierra. Cristo no solamente nos da la buena tierra; Él mismo es la buena tierra. Él es nuestro disfrute, entretenimiento, deporte, distracción, gozo y alegría. Todos necesitamos disfrutarlo. Ser la iglesia apropiada consiste en disfrutar a Cristo, amarlo y comerlo como el árbol de la vida y el maná escondido (v. 17).

  Amar a Cristo es el primer secreto y comerlo a Él es el segundo. Debemos comerlo tanto públicamente como a solas. Podemos comer de Él orando-leyendo Su palabra junto con los demás santos (Jer. 15:16). Esto equivale a comer del árbol de la vida. Sin embargo, también debemos aprender a cómo comerle a escondidas, como maná escondido. Cuando lo comemos como maná escondido es cuando se nos da una “piedrecita blanca”; es decir, somos transformados en piedras preciosas, las cuales sirven para el edificio de Dios. Primero, comemos de Él públicamente, y después, lo comemos de manera escondida para ser transformados en piedras. Apocalipsis 3:12 señala que las piedras son edificadas en el templo como la parte principal, la columna, del edificio de Dios. Aquí vemos un avance, el versículo 7 del capítulo 2 habla de comer, el versículo 17 habla de nuestra transformación en piedrecitas blancas, y 3:12 nos habla de una columna que es edificada en el templo de Dios, que finalmente tiene su consumación en la ciudad santa. Estamos siendo edificados en la iglesia, que hoy es el templo y en el futuro será agrandada para ser la ciudad.

  El versículo 20 dice: “Si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. La palabra griega para cenaré denota tomar la comida principal del día en la tarde. En la cena, uno no solamente cena una clase de comida, sino las riquezas de un banquete. Esto tal vez se refiera al rico producto agrícola de la buena tierra de Canaán que disfrutaban los hijos de Israel (Jos. 5:10-12). El árbol de la vida, el maná y el producto de la buena tierra tipifican los varios aspectos de Cristo como nuestro alimento. No solamente debemos comer a Cristo como nuestro árbol de la vida y el maná escondido, sino también como un banquete lleno de las riquezas de Él.

  Quisiera animar a todos los hermanos y hermanas jóvenes a que presten atención a esta palabra. Hace cincuenta años, cuando yo tenía su edad, oraba todas las mañanas así: “Señor, me entrego a Ti una vez más. En Tus manos entrego todo mi ser. En esta era, Señor haz algo para Ti por medio de este joven”. Doy gracias al Señor que Él contestó a mi oración. Espero que a partir de hoy, muchos de los jóvenes oren así: “Señor, ayúdame a comerte como el árbol de la vida, incluso a comerte de manera escondida como el maná escondido a fin de ser transformado en una piedrecita blanca para que sea edificado como columna en Tu templo”. Hoy el recobro del Señor, especialmente en este país, necesita de muchas columnas de soporte en todo lugar. Para esto necesitamos orar. Puedo asegurarles y testificar que el Señor contestará cabalmente esta clase de oración.

  Ahora podemos ver lo que es la iglesia. La iglesia es la humanidad transformada que ama a Cristo, come a Cristo, disfruta a Cristo y es transformada por el elemento divino y santo de Cristo en algo sólido: una piedrecita blanca para el edificio de Dios. En cierto sentido, la iglesia es aún humanidad, pero en otro sentido, es una piedra, una columna de soporte sólido y un candelero de oro puro y macizo. Todos estos asuntos son abordados en las siete epístolas de Apocalipsis 2 y 3.

Abandonar la religión y el mundo

  En las siete epístolas a las iglesias se mencionan también aspectos negativos. Por un lado, las iglesias como candeleros de Cristo son el testimonio de Jesús. Por otro, el enemigo de Dios nunca duerme. Nosotros debemos darnos cuenta de que Satanás está muy ocupado. Nuestro Dios también trabaja muy diligentemente, pero nunca está muy ocupado. Él nunca nos dirá: “Esta mañana no tengo tiempo para estar contigo. Por favor, espera hasta la noche”. Al contrario, siempre que invocamos Su nombre, Él está listo para respondernos. Sin embargo, desde que la iglesia llegó a existir, Satanás ha estado continuamente ocupado, haciendo muchas cosas con el fin de corromper y trasmutar la iglesia e incluso cambiar su naturaleza.

El judaísmo es satánico

  En las siete epístolas, el Señor usó palabras duras y fuertes. Él indicó que las sinagogas judías ya no eran de Dios, sino que eran la sinagoga de Satanás (2:9; 3:9). Algunos se sentirán ofendidos y dirán: “Usted exagera. Los judíos leen la Biblia y adoran a Dios en la sinagoga. ¿Cómo puede usted decir que ellos son la sinagoga de Satanás?”. Sin embargo, tenemos que ser justos. Éstas no son mis palabras sino las palabras del Señor Jesús. El Señor Jesús dijo, que si bien las sinagogas judías aparentan ser de Dios, en realidad, todas ellas han pasado a ser de Satanás. Hoy vemos este mismo principio. En la actualidad, por toda la tierra, todas las sinagogas judías son satánicas, y el judaísmo satánico está en contra de la iglesia. En ningún otro lugar la oposición a Jesús es tan intensa como en las sinagogas judías. Algunos de los hermanos que tenemos entre nosotros son de descendencia hebrea, pero ellos deben darse cuenta de que la religión de sus padres se ha convertido en algo satánico a los ojos de Dios.

  El Señor menciona dos veces la sinagoga de Satanás, una en Esmirna y la otra en Filadelfia. Esto se debe a que entre las siete iglesias, estas dos eran las más positivas. Cuando la iglesia se vuelve opaca, oscura y baja, no es necesario que sufra la oposición de parte de las sinagogas. A las sinagogas no les interesa tal iglesia porque su condición es baja. Sin embargo, cuando las iglesias se vuelven luminosas y resplandecientes, las sinagogas las aborrecerán. Si las iglesias que conforman el recobro del Señor en los Estados Unidos se volvieran brillantes, con el tiempo, incluso el judaísmo se levantaría contra ellas. El judaísmo hoy en día es satánico.

El catolicismo es demoníaco

  Después de hacer referencia al judaísmo, las siete epístolas también tratan con la Iglesia Católica Romana. A los ojos de Dios, el catolicismo es Jezabel, la mujer malvada (2:20) que no sólo es satánica sino también diabólica. El judaísmo es satánico, pero jamás enseña a adorar ídolos. Sin embargo, en el catolicismo, Jezabel enseña a la gente a adorar ídolos, los cuales están relacionados con los demonios. Jezabel es la mujer de la que el Señor Jesús profetizó en Mateo 13:33 y la gran ramera de Apocalipsis 17:1-5, la parte religiosa de Babilonia la Grande. Como tal, ella es una señal, un símbolo, de la religión católica. Como dije en el capítulo anterior, cuando estuve en Manila visité la catedral más grande de allí con el propósito de estudiar su situación. Observé a todos los ídolos que estaban allí. Al pie de un ídolo había un letrero que decía que todo aquel que le orase varias veces al día por un período de tiempo, reducirá el tiempo de sus parientes en el purgatorio. Por supuesto, los católicos no llaman a esas estatuas ídolos; los llaman Santa Teresa o la “santa madre”. La mano extendida de la estatua de la “santa madre” era de mármol, pero estaba casi desgastada porque sus adoradores supersticiosos venían años tras otra a tocarla. ¡Qué gran superstición! Esto es una abominación a los ojos de Dios. Además, esto es más que satánico; esto es el catolicismo demoníaco. Es de esto que se habla en la cuarta epístola dirigida a Tiatira.

  En el judaísmo satánico se predica el nombre de Dios y se le enseña a la gente a adorar a Dios. Igualmente, en el catolicismo se les enseña a las personas acerca de Dios, Cristo, la Biblia y la cruz. Ésta es una obra sutil. En la parábola de Mateo 13, el Señor Jesús dijo que esta mujer, Jezabel, tomó levadura y la escondió en tres medidas de harina. La harina es algo puro, pero la levadura es algo sucio y diabólico. Esto indica que el catolicismo ha mezclado la “harina”, esto es, las cosas en cuanto a Cristo, con toda clase de cosas paganas. El judaísmo satánico y también el catolicismo demoníaco se oponen a la iglesia pura.

El protestantismo está muerto y carece de Cristo

  El siguiente aspecto relacionado con la religión es el protestantismo. Mientras que el judaísmo es satánico y el catolicismo es demoníaco, el protestantismo está muerto y carece de Cristo. Sabemos esto porque nos lo dice la quinta epístola, que va dirigida a la iglesia en Sardis. Sardis tiene nombre de que vive, pero está muerta (Ap. 3:1). En principio, también vemos la condición del protestantismo en la epístola a Laodicea. El Señor le dijo a la iglesia en Laodicea que no era fría ni caliente, y debido a esto Él estaba por vomitarla de Su boca. Cristo no se encuentra en ese tipo de situación, y por tanto, Él está afuera, tocando la puerta (vs. 15-16, 20). Una vez más, vemos todas estas cosas en las siete epístolas mencionadas en Apocalipsis 2 y 3. ¿Ven ustedes en estas tres epístolas el judaísmo satánico, el catolicismo demoníaco y el protestantismo muerto y carente de Cristo? ¿Entonces, dónde están ustedes?

El mundo es el lugar donde se encuentra el trono de Satanás

  El cuarto factor negativo que consta en estas epístolas es el mundo. Según la historia de la iglesia, la iglesia en Pérgamo se había casado con el mundo. El Señor le dijo a Pérgamo: “Yo conozco dónde moras, donde está el trono de Satanás” (2:13). El mundo es el lugar donde mora Satanás y donde está su trono. Por tanto, en estas siete epístolas se abordan cuatro asuntos negativos. La intención del Señor aquí es mostrarnos las cosas que están en contra de la iglesia, de Su testimonio, que son: el judaísmo, el catolicismo, el protestantismo y el mundo.

Las enseñanzas de Balaam y la de los nicolaítas dañan a la iglesia

  En el catolicismo y en el protestantismo encontramos algunos ítems secundarios, tales como la enseñanza de Balaam y la enseñanza de los nicolaítas (vs. 14-15). La enseñanza de Balaam instruía al pueblo de Dios a comer de cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer fornicación, mientras que la enseñanza de los nicolaítas estableció el sistema de clérigos y laicos (Por favor, véase la nota 1 del versículo 6 y la nota 1 del versículo 15 en la Versión Recobro). Estas dos enseñanzas están en contra de la vida de iglesia. La iglesia como el testimonio de Jesús debe abandonar el judaísmo satánico, el catolicismo demoníaco, el protestantismo muerto y carente de Cristo, la mundanalidad diabólica, la enseñanza de Balaam y la enseñanza de los nicolaítas. Nosotros estamos aquí como los candeleros de oro puro.

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