
Lectura bíblica: Gn. 1:26; 7:1, 16; 9:1; Fil. 2:12-15
El propósito de la salvación de Dios no sólo es que el hombre sea salvo, sino que también pueda ser un testimonio de Dios. La Biblia deja constancia que todos aquellos salvos a lo largo de los siglos no eran solamente para su propia salvación, sino con miras al testimonio de Dios. Esto lo vemos claramente en el caso de Noé. La generación en los tiempos de Noé se degradó, mas Dios entró y llamó a Noé para que edificará el arca (Gn. 6:11-14a; 1 P. 3:20). El arca no era solamente para salvar a Noé del juicio de Dios y de la perdición eterna. Sino aún más, el arca lo salvaría, en el sentido negativo, de la generación degradada y perversa, y en el sentido positivo, lo introduciría a una nueva era a fin de llevar cabo el plan eterno de Dios, Su testimonio, en la tierra.
Desde un principio, Dios creó al hombre con el propósito de obtener una expresión corporativa de Sí mismo. Ser la expresión de Dios era el destino de este hombre corporativo. Es por eso que el hombre fue hecho en el “molde” de la imagen de Dios (Gn. 1:26). El hombre es una copia de Dios, y Dios es el molde en el cual, mediante el cual, por el cual y con el cual el hombre fue copiado. Además, el hombre es una copia de Dios no con el objetivo principal de servir a Dios, trabajar para Él o adorarle a Él, sino para expresarle. El pensamiento de que el hombre fue hecho para adorar a Dios, servir a Dios y trabajar para Él y para que se comporte a sí mismo para darle gloria a Dios proviene de la religión caída y degradada. Dicha noción parece acertada, pero en realidad es un concepto diabólico. No hay ningún indicio en el comienzo de Génesis que nos diga que el hombre fue hecho para servir a Dios, adorar a Dios, trabajar para Dios ni que el hombre tiene que conducirse con miras a la gloria de Dios. Más bien, Génesis dice que el hombre fue hecho a la imagen de Dios a fin de expresarle a Él.
Dios no desea que trabajemos simplemente para Él. Él puede llevarlo todo a cabo por Sí mismo. Él simplemente llama las cosas que no son, como existentes (Ro. 4:17). Cuando Él dice: “Luz”, hay luz. Él puede decir: “Cielo nuevo y tierra nueva”, y allí estarán el cielo nuevo y la tierra nueva. No es necesario que trabajemos para Él. Nosotros no somos nada, y nada podemos hacer por Dios. Cuando una persona toma una fotografía de alguien, dicha persona no espera que la fotografía le rinda culto ni trabaje para ella. En Su creación, Dios tomó una “fotografía” de Sí mismo con la intención de glorificarse a Sí mismo. El hombre no estaba destinado a adorar a Dios, servirle ni trabajar para Él; el hombre fue destinado a glorificar a Dios. Glorificar a Dios no quiere decir que hacemos algo para darle la gloria a Él. Dios no necesita que nosotros le demos la gloria a Él. Antes bien, Dios simplemente desea que le glorifiquemos, es decir, que le expresemos.
En este respecto, Dios podría decirnos: “El cielo es Mi trono y la tierra es el estrado de Mis pies. No necesito que ustedes trabajen para Mí, ni tampoco necesito Su adoración. Yo ya tengo millones de ángeles que me sirven y trabajan y ministran para Mí y que también me adoran. Además, las cuatro criaturas vivientes dicen: ‘Santo, santo, santo’ día y noche sin descanso alguno. Sin embargo, ni los cielos ni la tierra, ni tampoco la totalidad de los ángeles pueden expresarme a Mí. Por tanto, necesito que ustedes no hagan nada por Mí salvo que sean Mi expresión. Ustedes fueron hechos a Mi imagen y son una fotografía de Mí. No intenten apoderarse del trabajo que le corresponde a los ángeles y olvidarse de su propia función. Su destino es expresarme a Mí”. Sin embargo, el hombre como “fotografía” de Dios no puede en sí mismo expresar a Dios de manera adecuada y viviente. También necesitamos que Dios entre en nosotros a fin de ser nuestra vida, nuestra naturaleza y nuestro todo. Incluso si nos enfadamos, deberíamos enfadarnos por medio de Él a fin de expresarle a Él.
Si una fotografía pudiera decirle a la persona que tomó la foto: “Quisiera adorarte”, dicha persona contestaría: “¡Qué tontería! No quiero que hagas eso”. Entonces, la fotografía podría añadir: “Querido amo, quisiera lustrar sus zapatos y lavar su camisa”. A esto, la persona tal vez diga: “Tú no puedes hacer nada por mí. ¡Que insensatez!”. Después de esto, la fotografía tal vez diga: “¡Pobre de mí! No soy apto para adorarte ni para servirte. Soy un inútil y estoy decepcionado”. Pero, nosotros estamos aquí con la carga de anunciarles las buenas nuevas a todas las “fotografías”. No se desanimen; cobren ánimo porque tienen una misión alta que cumplir. Su destino no es adorar a Dios, trabajar para Él ni servirle, su destino es expresarle a Él. Todas las “fotografías” deberían sentirse gozosas y decir: “¿Han visto ustedes a la persona que yo expreso? Aleluya, ahora sé cuál es mi función y mi destino. Estoy aquí simplemente para expresarle a Él”. Ésta es nuestra maravillosa función celestial.
Quisiera pedirles que lean de nuevo su Biblia. En los primeros dos capítulos de Génesis no hay nada que nos diga que tenemos que trabajar para Dios, adorarlo y servirlo. Este pensamiento, el cual se ajusta a nuestro concepto natural, proviene del judaísmo, del catolicismo y del protestantismo. Génesis 1 y 2 simplemente nos dicen que somos la imagen de Dios. Nuestro destino eterno es ser Su imagen y Su expresión. Dicha expresión es la adoración, la obra y el servicio más sublimes para Dios. Dios cuenta con el cielo como Su trono, la tierra como estrado de Sus pies y millones de ángeles que le sirven, trabajan para Él y le adoran. Ahora Dios necesita una expresión corporativa que lo glorifique a Él. Ésta es la verdadera definición, el significado y la importancia del testimonio de Jesús.
En Apocalipsis, último libro de la Biblia, el Señor tampoco nos pide que hagamos cosa alguna para Él. Al contrario, todo el libro de Apocalipsis muestra la necesidad de que seamos el testimonio de Jesús. Jesús no necesita nuestra adoración ni nuestras obras, pero sí necesita que seamos Su expresión corporativa. El pobre pensamiento del cristianismo es demasiado egoísta, ya que sólo toma en cuenta la salvación personal de la gente, su bienestar, paz y gozo. Tales cosas son como “caramelos” para los oyentes. Una buena madre jamás permitiría que sus hijos coman demasiados caramelos y postres, en vez de alimentos nutritivos apropiados. Los dulces dañan el apetito apropiado y hacen que los niños tengan mal genio. Esto es un ejemplo que caracteriza gran parte de la enseñanza del cristianismo. A todos los que tienen comezón de oír les gustar escuchar de consolación, paz, gozo y reposo (2 Ti. 4:3). Si alguien fuera a decirles: “Ustedes tienen que ser el testimonio de Jesús a cualquier precio”, ellos lo rechazarían. Tal vez le dirían: “¿Qué quiere decir usted con eso? Somos salvos e iremos al cielo. Jesús es dulce y bueno para con nosotros. Cuando estamos en apuros, Él nos rescata, y si padecemos sufrimientos, Él nos consuela. Nuestro pastor siempre nos ha enseñado así. ¿De dónde viene usted? Lo que dice es una filosofía mística oriental”. Hoy, casi ningún ministro cristiano se atreve a hablar contra la tendencia del cristianismo actual. Si ellos lo hicieran, dejarían de recibir apoyo económico. Sin embargo, aquellos que son enviados por el Señor nunca temen perder su sustento material. Ellos darían su vida por ser el testimonio de Jesús.
Como hemos señalado, Noé fue salvo no solamente del juicio de Dios, sino también de la generación torcida, perversa y maligna. Cuando Noé entró en el arca, Jehová cerró la puerta (Gn. 7:16). Con esto Dios parecía decirle: “Aunque cambies de idea, tú no podrás salir de aquí. Te he encerrado y aquí debes quedarte”. Esta clase de salvación puede parecernos como una prisión. En cierto sentido, Noé fue salvo y rescatado, pero en otro sentido, estaba encarcelado. Quizás una de sus nueras pudo haberle dicho: “Prefiero estar en mi antigua casa con sus varias habitaciones, baños y un gran salón. Lo que usted nos predicó estaba muy bien, pero esta arca es como una prisión”. Hoy, en principio, es lo mismo. Llevo más de cuarenta años sirviendo al Señor y he sufrido muchas cosas. En varias ocasiones, mis hijos vinieron a decirme: “Padre, conforme a tu habilidad y estudios, no debiéramos de sufrir tanto. Otras gentes no estudiaron tanto como tú, ni tampoco son tan competentes, pero ahora poseen casas bonitas, tiendas, tierras y cuentas de banco. ¿Qué es lo que tú tienes? Sólo dispones de una habitación donde vive toda la familia. Aquellos que te tienen estima y respeto viven en mansiones, pero nosotros vivimos en una prisión”. Noé tal vez le haya respondido a su nuera: “¿Qué puedo hacer yo, y a dónde podemos ir? No puedo abrir la puerta. Esto no depende de mí sino de Jehová. Él nos encerró aquí; lo que debemos hacer es simplemente quedarnos aquí. No te preocupe, ten paciencia y espera un poco más”. Después del diluvio, Noé salió del arca con toda su familia y entró en una nueva era (8:16, 18).
Esto demuestra la clase de salvación que Noé tenía asegurada y que disfrutaba. Era una salvación que no solamente lo salvaría de la perdición eterna, sino que lo sacaría de una generación torcida y maligna y lo introduciría en una nueva era. No obstante, después que Noé salió del arca, Dios no tenía la intención de hacerle rey. Su intención seguía siendo que Noé y todos sus hijos lo expresaran corporativamente. Génesis 9:1 dice “Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra”. Puesto que el hombre fue hecho a la imagen de Dios, la multiplicación de Noé y sus hijos significaba que ellos serían la múltiple expresión de Dios. La intención de Dios no era hacerles reyes y disfrutar de una vida placentera y tener muchas tierras. Más bien, ellos deberían continuar lo que Dios se propuso cuando creó al hombre, para ser Su imagen como Su expresión corporativa.
Debió haber habido en los tiempos de Noé más de ocho personas que temieron a Dios y creyeron en Él. Según Génesis 5, los primeros antepasados vivieron muchos años. Ellos fueron personas piadosas que enseñaron a la segunda, a la tercera y a las subsiguientes generaciones suyas a temer a Dios y a creer en Él. Por tanto, estamos seguros de que además de Noé y su familia, hubo otros que también creyeron en Dios. Si bien esas personas fueron salvas de la perdición eterna, ellas no fueron salvas de la generación perversa ni tampoco entraron en la nueva era. Algunos preguntarán cómo es posible que algunos de los que estaban fuera del arca hayan sido salvos. Sin embargo, examine la vida cotidiana de muchos de los creyentes del Señor Jesús: ellos van al cine, a los clubs nocturnos, ven televisión y siguen las modas modernas. Estos creyentes que participan de tales actividades corruptas ciertamente son salvos del castigo eterno, pero no han sido salvos de la presente generación perversa y muchos no serán introducidos en el reino de Cristo para ser reyes allí. Ninguna persona que ha sido verdaderamente salva de la generación perversa actual sigue el curso del presente siglo moderno. Por un lado, somos salvos porque creemos que el Señor derramó Su sangre y murió por nosotros. Por tanto, no pereceremos por la eternidad. Sin embargo, por otro lado, seguimos yendo a los centros comerciales para comprar cosas de modas y mundanas. Si el Señor regresase mañana, ¿estamos seguros de que Él nos introducirá en Su reino? Más bien, seremos castigados juntos con la presente generación.
En la Biblia se nos presenta este cuadro: solamente ocho personas fueron salvas en el arca mediante el agua, de la generación torcida. Muchos quizás fueran salvos de la perdición eterna, pero pocos entraron en el arca. Para ser salvos de la perdición eterna no se requiere que hagamos nada, pero para ser salvos de la generación maligna, tenemos que edificar el arca. Filipenses 2:12 dice: “Llevad a cabo vuestra salvación”. A los fundamentalistas tal vez no les agrade este versículo, porque ellos insisten en que somos salvos por fe mediante la gracia sin ejecutar obra alguna y que es una herejía decir que somos salvos por medio de obras. Sin embargo, hay al menos un versículo en el Nuevo Testamento que nos insta a llevar a cabo nuestra propia salvación. Ésta no es la salvación de la perdición eterna. Esto se refiere a ser salvos de la generación torcida y perversa mencionada en el versículo 15. Este versículo nos dice: “Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. Muchos de nosotros solamente podemos proclamar que hemos sido salvos de la perdición eterna. Tal vez nos hemos regocijado proclamando: “¡Aleluya, he sido salvo y jamás pereceré! El cielo es mío y el infierno ha desaparecido”. Sin embargo, no debemos regocijarnos demasiado. Esto sólo representa la mitad de nuestra salvación. Tenemos que ser salvos también de la otra mitad, es decir, ser salvos de la generación torcida y perversa.
Ser salvos de la generación perversa no es tan fácil como ser salvos de la perdición eterna. Para ser salvos de la perdición eterna sólo se requiere que simplemente digamos: “¡Oh, Señor Jesús, soy un pecador. Gracias que has muerto por mí. Tú eres el Hijo de Dios y Tú eres también mi Salvador. Señor Jesús, perdóname. Me arrepiento y creo en Ti”. Esto es suficiente para que seamos salvos por gracia. Sin embargo, el resto de nuestra salvación requiere que cooperemos con Dios. El versículo 13 dice: “Dios es el que en vosotros realiza así el querer como el hacer, por Su beneplácito”. A esto deberíamos responder: “Amén a Tu obra”. Si cooperamos con la operación de Dios, en el aspecto negativo, seremos rescatados de la generación torcida. En el aspecto positivo entraremos en el arca, la cual representa la vida de iglesia apropiada.
Tenemos que entrar en la vida de iglesia apropiada, la cual es una “prisión” para nosotros. Muchas personas son libres de ir a donde quieren; ellos van tras los deportes, las diversiones y, en los días festivos, se van de turistas. Verdaderamente están fuera de la prisión. Sin embargo, el pueblo de la iglesia permanece en su “prisión”. Los padres de algunos de los santos dicen: “Compadécete de ti. No vayas tanto a tu iglesia; has estado yendo todos los sábados y domingos. Ya basta. No te olvides que este es un día feriado. ¿Por qué no te tomas unas vacaciones y disfrutas un poco?”. Sin embargo, los que dicen tales cosas no se dan cuenta de que lo que nosotros tenemos es mucho mejor y mucho más alto. Ellos desconocen el “entretenimiento” celestial, espiritual y maravilloso del cual disfrutamos. Estamos encarcelados en la vida de iglesia, pero nos gusta. La iglesia es una prisión, pero también es el mejor “entretenimiento”.
Pudo haber habido muchos más que fueron salvos de la perdición eterna en los tiempos de Noé, pero sólo ocho fueron rescatados de su generación y llevados a entrar en el arca. La iglesia es el lugar donde podemos ser salvos de la generación actual. El Nuevo Testamento nos dice que después de que el Señor resucitó, Él se apareció a quinientos hermanos a la vez; sin embargo, el día de Pentecostés sólo ciento veinte estaban reunidos (1 Co. 15:6; Hch. 1:15). Además de los quinientos hermanos, tal vez hubo muchos otros que también fueron salvos. A lo largo de los tres años y medio del ministerio del Señor cientos de personas pueden haber sido salvas, pero en el día de Pentecostés sólo estaban presentes ciento veinte personas. Todos los demás fueron salvos, pero ellos no estaban dentro del “arca”. Solamente ciento veinte personas estaban en el arca. Sin duda, Nicodemo y José, los que sepultaron a Jesús, también fueron salvos. Ellos eran personas buenas, pero no estaban entre los ciento veinte. Sí, eran salvos, mas no estaban en la iglesia de manera práctica. Ellos no deberían haber estado satisfechos con seguir en tal condición. Nadie debiera decir: “Siempre y cuando sea salvo, todo está bien. Prefiero quedarme en el templo con el altar, el sacerdote y las lámparas ardientes. Sé bien que esta religión le dio muerte a Jesús, pero yo personalmente sí creo en Él, le amo y estoy a favor de Él”. Sin embargo, no importa cuántas personas parecieran estar a favor de Jesús, ellas no estaban en la vida de iglesia.
Hoy muchos cristianos se hallan en esta misma situación. Recientemente alguien me dijo: “Ciertamente aprecio su ministerio; su ministerio es maravilloso. Sin embargo, soy católico. Amo a Jesús, pero también amo el catolicismo y todo lo que tiene que ver con ello. En la Iglesia Católica actual, está el movimiento carismático, y hay muchas personas allí que les gusta leer los libros de Watchman Nee”. A decir verdad, adoptar tal actitud es deplorable. Lo que Dios desea obtener hoy no son millones de personas salvas. Lo que Él desea es la iglesia, el arca. Él desea salvarnos de la generación perversa e introducirnos en el reino de Dios, a fin de llevar a cabo Su propósito eterno. A Él no le interesa el movimiento carismático ni el hablar en lenguas. Lo único que a Dios le interesa es si estamos o no estamos en el arca, que es la vida de iglesia apropiada. Él quiere que seamos parte del testimonio de Su Hijo, Jesús.
En la antigüedad todos los israelitas eran el pueblo de Dios. En el templo ellos adoraban a Dios y leían y estudiaban la ley de Moisés. Sin embargo, un día Elías les acusó, diciendo: “Los hijos de Israel han abandonado Tu pacto, han derribado Tus altares y han matado a espada a Tus profetas; he quedado yo solo, y procuran quitarme la vida”. El Señor le respondió: “Yo he hecho que queden en Israel siete mil: todas las rodillas que no se han postrado ante Baal y toda boca que no lo ha besado” (1 R. 19:10, 18). Siete mil israelitas es un buen número, pero comparado con millones de ellos es bajo. Hoy continúa la misma situación entre los cristianos. Todos ellos constituyen el pueblo de Dios, pero casi todos “se han postrado ante Baal”. Baal era un ídolo, y el principio rector de un ídolo consiste en que algo aparte de Dios ocupa a las personas. Los grandes almacenes, nuestras compras desmedidas, la manera en que gastamos el dinero que el Señor nos da, tener cabello largo, faldas cortas, las modas actuales, la televisión y los periódicos, todos pueden ser ídolos ante los cuales los creyentes se han postrado y siguen postrándose. Día tras día, el pueblo de Dios da culto a los automóviles, las casas, las vestimentas, la educación, la fama, la posición social y las promociones. Incluso un reverendo, un pastor o una denominación pueden convertirse en un ídolo para algún creyente. Todos aquellos que tienen ídolos no aman al Señor a ningún precio ni renuncian a todo lo demás. Todo aquello a que nos aferramos constituye un ídolo. Al parecer, no son muchos los que aman al Señor de manera absoluta, pero en realidad, Él se ha reservado para Su vida de iglesia un buen número, los cuales están edificando el arca a fin de ser salvos de la generación actual, para salvar a otros y para tener la vida de iglesia.
El libro de Apocalipsis no trata de nuestra salvación personal, sino acerca de los candeleros de oro. Muchos cristianos no muestran interés alguno en los candeleros mencionados en Apocalipsis. Tal vez sienten que los candeleros y la ciudad de oro junto con sus doce puertas son demasiados misteriosos y que es mucho más práctico contarle a la gente historias de los libros de Mateo y Juan, historias acerca de Jesús, del gran amor que sentía hacia María y Lázaro, y de los milagros que hizo. Como dijimos anteriormente, muchos cristianos han sido “embotados”, ya que sólo se preocupan por su salvación eterna, pese a que ellos han sido salvos solo hasta un grado muy bajo. A las personas no les gusta escuchar que ellos han sido salvos sólo hasta un grado muy bajo; sin embargo, al final, todo creyente tendrá que enfrentarse a la situación que expondrá cuánto han sido salvos. Podemos engañar a los demás y podemos engañar a la iglesia, pero no podemos engañar a Dios. El libro de Apocalipsis contiene la salvación más alta, la cual es los candeleros de oro, el arca actual, esto es, las iglesias.
Algunas personas nos cuestionan acerca de qué queremos decir cuando hablamos de la iglesia, y nos preguntan: “¿Quieren decir que solo ustedes son la iglesia?”. Debemos leer de nuevo nuestra Biblia. Después de Su resurrección, el Señor se apareció a quinientos hermanos a la vez, pero solamente ciento veinte estaban en la vida de iglesia de manera práctica. No debemos pensar que siempre y cuando seamos cristianos, ya estamos en la iglesia. Si pensamos así, nos engañamos a nosotros mismos y también engañamos a los demás. Podemos ser miembros de la iglesia en nombre, pero esto no vale mucho, si no estamos en la iglesia de manera práctica. Podemos usar como ejemplo a los judíos que están en la tierra hoy. En la actualidad hay más de doce millones de judíos, y solo en la ciudad de Nueva York hay cerca de un millón. Sin duda, todos ellos son judíos genuinos. Todos ellos pueden decir: “Yo soy un miembro de la raza judía”. No obstante, no todos estos judíos constituyen la nación de Israel. Para ser miembro de la nación de Israel, ellos deben regresar a la tierra de sus ancestros. Algunos se opondrán y dirán: “No sean tan intransigentes. ¿Cómo voy a volver a Israel? Aquí tengo mi casa, mi negocio y mis inversiones. Todos los meses envío mucho dinero para ayudar a Israel”. No importa cuánto dinero usted pueda enviar a Israel, usted no se encuentra en Israel. Usted es sólo uno que ayuda a Israel. Únicamente aquellos que regresan a la tierra de sus antepasados constituyen la nación de Israel actual. De igual manera, por muy bueno que sea un cristiano, si él no está en las iglesias locales, él no se halla en la iglesia de manera práctica. Él es un miembro del Cuerpo de Cristo, pero en la práctica él no está vida de iglesia. Para estar en la iglesia en el aspecto práctico, debemos pagar un precio y entrar en la iglesia local. Esto no es algo insignificante.
Cuando algunos misioneros me preguntaron: “¿Está diciendo que usted sí es la iglesia y nosotros no?”. A esto contesté: “Ustedes no tienen que preguntármelo a mí, simplemente pregúntenselo a ustedes mismos. Ustedes se han denominado presbiterianos, y si lo son, entonces no son la iglesia. No les gusta que nosotros nos llamemos lo que somos, pero si no nos llamamos la iglesia, entonces, ¿qué deberíamos llamarnos?”. Si una mujer es la esposa del señor Smith, entonces ella es la señora Smith. No sería lógico que alguien afirme ser la señora Smith, y lleve el nombre de “señora Johnson”. Estos queridos misioneros finalmente se dieron cuenta de que no podían argumentar conmigo. Si lo hacían, perderían el caso. Incluso antes de discutir conmigo, ellos ya habían perdido el caso. Si ellos se llaman a sí mismos “señora Johnson”, no tiene caso llamarse “señora Smith”. Por tanto, les dije: “Si ustedes quieren ser la iglesia junto con nosotros, desháganse del nombre presbiteriano”. Sin embargo, ellos respondieron que no podían hacerlo. Siempre y cuando ellos no abandonen el nombre presbiteriano, en la práctica, ellos no son la iglesia. Más bien, siguen permaneciendo en el protestantismo, el cual forma parte de la generación torcida y perversa actual. El Señor desea únicamente obtener la iglesia pura, un candelero de oro puro, una novia pura. Guardar cualquier mixtura equivale a confusión. Ésta no es la iglesia y no forma parte de la Nueva Jerusalén. Más bien, se acabará quemando junto con Babilonia.
Todos debemos ser salvos de la generación torcida por medio de la edificación del arca. Incluso en este momento en que hablamos estas cosas, estamos edificando. Decir que el judaísmo, el catolicismo y el protestantismo son parte de la presente generación, y que solamente las iglesias locales son el arca, puede considerarse una afirmación muy osada. Sin embargo, debemos combatir por esta verdad en todo el mundo. Debemos combatir contra la generación perversa actual, que incluye el mundo, el judaísmo, el catolicismo, el protestantismo e incluso los grupos libres con su hablar en lenguas. Estos grupos no son la iglesia, sino que forman parte de la generación torcida actual.
Lo que el Señor anhela es una iglesia en cada localidad y un solo Cuerpo en todo el universo. Por tanto, ninguna iglesia debería decir: “Puesto que somos la iglesia local en nuestra ciudad, nada tenemos que ver con las demás iglesias”. Toda iglesia que se corta de la comunión que tienen todas las iglesias universalmente deja de ser una iglesia local, y se ha convertido en una secta local. No importa cuánto algunos sostienen que se reúnen en el nombre del Señor, según las enseñanzas del Nuevo Testamento e incluso según los libros del hermano Watchman Nee, si ellos se cortan a sí mismos del fluir actual del Señor, ellos son una secta local. Ellos no son la iglesia, sino algo falsificado, una imitación. Algunas personas han usado los mensajes de mi ministerio, que están grabados en casetes e impresos en libros, y aun así han rechazado públicamente mi ministerio. Moralmente, esto no es correcto, y no creemos que el Señor honre tal situación. Los que practican esto ¿son verdaderamente la iglesia de forma práctica? Sus actos indican que no son parte de la mujer pura vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Más bien, sus actos corresponden a una de las hijas de la gran ramera, Babilonia (Ap. 12:1; 17:5). Robar los mensajes de una persona y al mismo tiempo rechazar el ministerio de ella es un acto insidioso. Si algunas personas se niegan a aceptar mi ministerio, ellas también deberían rechazar mis libros y casetes. Tales personas carecen de rectitud, honestidad y moralidad.
Dios desea una sola iglesia. En Apocalipsis no vemos más que una sola mujer en los cielos que resplandece con el sol, la luna y las estrellas. No cabe duda que cada iglesia local es una entidad independiente conforme a su localidad, pero también debemos percatarnos de que todas las iglesias locales conforman un solo Cuerpo. Sólo las personas ambiciosas, que desean tener su pequeño imperio, dirían: “Nosotros somos la iglesia local aquí, y ustedes son la iglesia de su localidad. No interfieran con nosotros”. Sí, somos la iglesia que está en nuestra localidad, pero nosotros tomamos el camino de la comunión y somos uno con todas las iglesias. Sin embargo, otros son la iglesia local al modo de excluirse a sí mismos del fluir del testimonio actual del Señor. Esta clase de iglesia no es la que el Señor desea obtener hoy. Dicha iglesia es una “antigüedad”, según el principio que se practica en la Asamblea de los Hermanos británicos. Hace un siglo, dicha práctica puede haber sido considerada buena, pero ya no lo es hoy en día. Lo que el Señor desea hoy es obtener el presente testimonio de Jesús.
En tiempos antiguos, las personas andaban con Dios conforme a lo que habían aprendido de su antepasado Enoc (Gn. 5:22-24). Pero en cierto momento, Noé fue levantado para edificar el arca. Es posible que algunos hayan dicho a Noé: “Jamás hemos oído de la edificación del arca. Nuestros antepasados nos enseñaron acerca de la piedad y nos dijeron que tomáramos el camino de la salvación según Adán, que agradáramos a Dios según Abel, que invocásemos el nombre del Señor, que disfrutásemos todas Sus riquezas según Enós y que anduviésemos con Dios según Enoc. Antes de que usted naciera, ya llevábamos años andando con Dios. ¿Cómo puede decirnos algo nuevo? ¿Le dijo Dios que tendremos un diluvio? ¿Por qué no se lo dijo a Enoc? Lo que usted nos dice es su propio concepto extraño”. La predicación de Noé no significaba que la gente no debía seguir el camino que les dejó Adán, Abel, Enós o Enoc. Sin embargo, Dios tenía Su revelación actualizada. Ser meramente salvo —tal como lo fue Adán— o agradar a Dios, o invocar el nombre del Señor y andar con Dios —tal como lo hicieron Abel, Enós y Enoc— ya no satisfacía más a Dios. En los tiempos de Noé, había una sola cosa que podía satisfacer completamente a Dios y rescatar a la gente de la generación torcida, y eso fue, la edificación del arca.
Hoy se aplica este mismo principio. Habrá algunos que dirán: “Yo nací en América, tengo sesenta y cinco años de edad y tengo más de un doctorado; conozco muchas cosas del cristianismo; y además he leído mucho sobre la historia de la iglesia y muchos otros libros de siglos anteriores. Sin embargo, nunca jamás he oído la terminología la iglesia local. ¿Quién es usted? Usted es un pequeño chino que proviene de una tierra pagana con sus pensamientos filosóficos confucianistas. ¿Qué puede saber usted? Estos no son más que conceptos orientales”. Al respecto no argumentemos con ellos. Simplemente hay que esperar y dejar que el tiempo confirme los hechos. Llegará el día en que aquellos que no reciben este camino tendrán que estar de acuerdo que este camino es la revelación actual de Dios. Nosotros, los humildes hermanos de China que el Señor levantó hace cincuenta años, sí conocemos el camino que nos lleva a ser salvos, a predicar el evangelio, a invocar el nombre del Señor y andar con Dios. Llevamos años practicando estas cosas. Sin embargo, un día el Señor nos mostró que todas estas prácticas no son adecuadas ni están al día. Hoy el Señor desea obtener una sola cosa, que es las iglesias locales como los candeleros de oro descritos según la revelación hallada en el último libro de la Biblia. El hermano Nee fue cautivado por esta visión, y él verdaderamente me influenció de tal manera que le dije: “¡Éste es el camino; tomémoslo sea el precio que sea!”, y por la misericordia del Señor, tomamos este camino. A partir de ese día, más de cuarenta años atrás hasta el día presente, jamás he cambiado el tono. Llevo más de doce años ministrando en los Estados Unidos y he publicado muchos mensajes, y desde el primer día hasta el día de hoy mi tono ha sido siempre el mismo. No se trata de un “pensamiento filosófico oriental”; ésta es la revelación divina actual de la Biblia.
A algunos de entre nosotros les han acusado de seguir a un hombre. Recientemente un grupo de hermanos que toman la delantera me dijeron que todos sentían que debían seguir este ministerio. En ese entonces yo sentía la carga de decirles: “Decir que ustedes siguen a alguien es un disparate. Esto nada tiene que ver con que si uno sigue o no sigue a una persona. Esto tiene que ver por completo de dónde se encuentra la revelación actual”. Si hubiéramos nacido y vivido en los tiempos de Noé, habríamos tenido que seguir a Noé porque él tenía la revelación divina. Aparte de él, no habríamos tenido la revelación de aquella era. Si alguien hubiera dicho: “Yo no seguiré a Noé; seguiré a otro”, esa persona habría errado el blanco. Si yo hablase por mí mismo, me deberían hacer callar; pero no estoy hablando por mí mismo. Estoy hablando la verdad. Por favor lean de nuevo su Biblia. En cada era, en cada generación, existía un solo medio que daba a conocer la revelación de aquella era. Noé, Moisés y David fueron los medios únicos de su era, y Pedro, Pablo y por último Juan, en el libro de Apocalipsis, llegaron a ser los únicos medios de la revelación actualizada de Dios. Declaro categóricamente que cuando yo estaba con el hermano Watchman Nee, yo sentía respeto por él, no porque era una buena persona, sino porque era el medio único de la revelación divina de aquel entonces. En cada era Dios tenía y sigue teniendo un solo medio para mostrar Su revelación actualizada.
Ha sido a través de este ministerio que el recobro del Señor llegó a este país, y mucha gente ha recibido ayuda de este ministerio. Lamentablemente, algunos utilizaron los materiales del ministerio con el objetivo de establecer una iglesia y ponerla en sus propios “bolsillos”. Tales personas declaran: “Nosotros somos la iglesia local de aquí”; sin embargo, ellos no son una iglesia genuina. Debido a que tal iglesia no abre sus puertas a los demás, ella no es la iglesia de los santos, sino un asunto personal de alguien. Ésta no es la iglesia que el Señor desea hoy en día. Dicha iglesia es fruto de la obra privada de uno y es una iglesia para tal obra. Es una “versión de bolsillo” de la vida de iglesia. En las iglesias en Los Ángeles y Anaheim, nosotros nunca hemos cerrado las puertas a los demás. Todo aquel que ha deseado venir a nosotros ha podido hacerlo. Quisiera dirigirles unas palabras a los queridos santos que quieren mantener las iglesias como su “iglesia de bolsillo”: “¿Abrirían ustedes la puerta de su iglesia a cualquiera? Si ustedes lo hicieren, yo seré el primero en mostrar mi aprobación”. Sin embargo, temo que tal iglesia rechazará este ministerio y me acusará de tratar de ser el “papa” para ejercer control sobre ellos. No tengo intención alguna de ser el “papa”, pero aquellos que mantienen esta clase de iglesia ellos sí tienen la intención de ser un rey en su propio “imperio”.
Yo laboré estrechamente con Watchman Nee, y él me dijo cosas que él no pudo decírselas a los demás. El hermano Nee sufrió mucho porque algunos le acusaron, diciendo: “Tú estás tratando de ser el papa, estás usando tu ministerio, tus dones, tus mensajes y tu conocimiento de la Biblia para controlar a todas las iglesias”. El hermano Nee me dijo: “Solamente los ladrones sospechan que otros les están robando. Tú sabes bien que no tenemos ninguna intención de controlar a otros. Ellos piensan así porque ellos mismos son ‘ladrones’. Si ellos estuvieran en nuestro lugar, sin duda serían los ‘papas’ que controlarían a los demás. Por ser ellos mismos ‘ladrones’ piensan que nosotros también estamos robando a los demás”. Otros me han acusado también de intentar establecer un “sistema papal” y publicar mensajes para controlar a todas las iglesias. Jamás he tenido tal concepto. ¿Cómo pueden estos queridos hermanos concebir eso? Tal vez se deba a que ellos son “ladrones”. Si ellos estuvieran en mi situación, posiblemente habrían establecido un sistema papal.
Aquellos que llevan años en la vida de iglesia pueden declarar ante el universo que yo nada he controlado. No obstante, en cada era Dios tiene cierto medio para presentar Su revelación actualizada. Las cosas que este ministerio habla son únicas. El ministerio actual, tiene la carga directa por la revelación presente del Señor. Si el Señor no me diera algo para ministrar, no habría necesidad alguna de entrar en otros libros para retomar un material que ya pasó. Esas cosas ya caducaron. Quizá hace uno o dos siglos o incluso hace cincuenta años habrían sido útiles, pero han dejado de serlo para la revelación actual. Cualquiera puede comparar nuestros mensajes con los demás otros libros y ver que todos los puntos presentados en nuestros mensajes son únicos. Esta revelación presente proviene del Señor y no de mí. Por tanto, tengo la plena certeza de que todo aquel que se oponga a este ministerio, sufrirá la pérdida de la revelación actual del Señor.
La situación actual me ha obligado a hablarles de esta manera a fin de advertirles que no escuchen y sean envenenados por el hablar crítico y divisivo que daña nuestra unanimidad. No tenemos intención alguna de controlar a nadie, y no estamos calificados para hacerlo. Algunos piensan conforme a sus conceptos naturales que yo controlo la iglesia de mi localidad. En 1965 el hermano que me ayudó a hacer mis impuestos me preguntó si sabía cuánto dinero la iglesia de mi localidad me había dado en años pasados. Cuando le dije que yo no me fijaba en esas cosas, él me dijo la cantidad que había recibido, la cual era muy pequeña. Esto demuestra que este ministerio no tiene la intención de controlar a nadie. A este ministerio sólo le preocupa ministrar la carga que el Señor tiene en Su revelación presente.
Algunos santos llevan años escuchando mis mensajes. Y muchos piensan que con el tiempo yo ya no tendré más mensajes nuevos que impartir y que simplemente repetiré los antiguos. Sin embargo, a lo largo de los años, nuestras conferencias nunca han sido una mera repetición. Siempre hay algo nuevo. Esto se debe a la misericordia y gracia del Señor, ya que este ministerio no es mío sino Suyo. Desde 1950, siempre que visitaba Manila, los hermanos de allí me pedían que tuviese una conferencia, y todas las veces el Señor me dio una palabra nueva. Una hermana anciana testificó su sorpresa ante mis mensajes nuevos. Ella dijo: “Soy la tercera generación de una familia cristiana, pero jamás he escuchado las palabras que usted usa en su mensaje. Por favor, dígame dónde usted encontró esas palabras nuevas”. Yo le respondí diciendo: “Después de venir tantos años aquí, usted debiera percatarse de dónde recibo mis mensajes. Yo no los obtengo de un seminario, ni tampoco de un estante de libros ni de una Biblia de referencia. Yo recibo mis mensajes de una sola fuente: de Aquel sentado en el trono del cual fluye el agua viva”.
En todo el universo existe un solo fluir, pero si alguno quiere seguir los mensajes de este fluir dependerá de él. Llevo años declarando esto. El primer mensaje que publiqué en el primer ejemplar de The Stream, el 1 de julio de 1963, titulado “The Divine Stream” trataba del único fluir que fluye en la tierra. Fue debido a esto que elegí el título de la revista. El manantial es el único fluir que fluye desde el trono. En el universo entero existe un solo fluir. Vemos este fluir en el libro de Hechos. Después del día de Pentecostés, el único fluir fluyó de Jerusalén hasta Antioquía, y de Antioquía, dicho fluir se volvió a Europa. Puesto que fue Bernabé quien introdujo a Pablo en el ministerio del Señor, tal vez pensó que él podía disentir de Pablo (Hch. 15:39). Sin embargo, después de separarse de Pablo, la obra de Bernabé ya no vuelve a ser mencionada en la crónica de Hechos. Esto se debe a que Bernabé dejó el único fluir.
Me veo obligado a hablar así de mi ministerio, no por mi propio beneficio, sino por el beneficio de las iglesias. Todo aquel que rechaza este ministerio no rechaza a un hombre humilde que viene de China, sino el fluir que procede del trono. Este ministerio tiene una sola carga, que es edificar el arca actual con la meta de salvar no solamente a los santos del juicio eterno de Dios, sino también para salvarlos de la generación torcida y perversa actual, de modo que ellos expresen a Dios de manera corporativa, sean introducidos al reino venidero y ejerciten Su autoridad en el reinado. Éste es el propósito, la carga y la meta de este ministerio como el único medio empleado por Dios para mostrar Su revelación. Dios no mandaría a los trompetistas a que toquen diferentes sonidos de trompeta para que Su ejército libre la batalla (1 Co. 14:8; Nm. 10:9; Jue. 7:18); eso traería confusión. Dios es mucho más sabio que eso. Él levantará un solo trompetista para hacer sonar una sola llamada, una sola voz, a fin de que Su pueblo en la tierra pueda marchar hacia adelante.