
Himnos, #212 de nuestro himnario en chino se escribió en base a la visión espiritual hallada en Ezequiel 1, la cual nos revela cuatro cosas: el viento, la nube, el fuego y el electro. Si ustedes leen el libro The Visions of Ezekiel [Las visiones de Ezequiel], entenderán el significado de este himno. Himnos, #116, el cual es un himno relativamente sencillo y fácil de entender, está basado en Números 21:16-17. La estrofa 3 dice: “Cavaré orando, / Sacaré la tierra, / Hasta que limpiado / Tu Espíritu fluya”. Tal vez suene extraño decir: “Cavaré orando” hasta que “Tu Espíritu fluya”. Por ejemplo, para conseguir agua comúnmente uno excava un pozo, pero ¿cómo uno obtiene el Espíritu cavando? Este asunto es tanto maravilloso como misterioso.
Escribí estos dos himnos en 1961, lo cual prueba convincentemente que desde el comienzo mismo de nuestra historia hemos puesto mucho énfasis en ser llenos del Espíritu Santo. La cuarta categoría en el índice de nuestro himnario lleva como título “La plenitud del Espíritu”. El himnario en chino tiene los siguientes títulos bajo esta categoría: “Como el Espíritu de realidad”, “Como el Espíritu que mora en nuestro ser”, “Como el Espíritu de Jesucristo”, “Como el Consolador”, “Como el Espíritu de los dones”, “Como el Espíritu de vida”, “Como el agua viva”, “Como el fuego”, “Como el aliento”, “Como el viento”, “Como el ungüento” (la unción), “Ser llenos”, “El bautismo”, “Los dos aspectos” (el Espíritu de vida y el Espíritu de poder) y “Por la cruz”. Hay más de treinta himnos en esta categoría, y yo escribí más de la mitad de ellos. En la cristiandad hay muy pocos himnos sobre el Espíritu; además, la verdad reflejada en tales himnos es confusa y vaga.
Por medio de esto podemos ver que desde el comienzo del recobro del Señor entre nosotros, hemos prestado mucha atención al Espíritu en el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento contiene una gran revelación con respecto al Señor Jesucristo. Sin embargo, la única manera en que Cristo puede ser hecho real en la vida y experiencia de los creyentes, de manera práctica, es mediante el Espíritu. El Espíritu es Cristo hecho real a nosotros. Por esto, todos los libros del Nuevo Testamento hacen mención del Espíritu. Además, Pablo en sus epístolas hace referencia repetidas veces al Espíritu y a nuestro espíritu. En Romanos 8:16 Pablo nos dice: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” y en 1 Corintios 6:17 él escribe: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. Pablo hace hincapié especialmente para conectar estos dos espíritus. Sin embargo, ni siquiera los grupos cristianos ortodoxos, tales como la Iglesia Bautista, se atreven a hablar mucho del Espíritu. Si bien los grupos pentecostales hablan del Espíritu, ellos pasan por alto esta verdad. De hecho, ellos han hecho del Espíritu un tema difícil de entender, debido a que su hablar carece de discernimiento y con frecuencia son irrazonables.
Le agradecemos al Señor que cuando Él nos levantó hace más de sesenta años, comenzamos a prestar mucha atención al Espíritu. Prestamos atención al Espíritu particularmente siempre que leíamos la Biblia, así como cuando estudiamos la historia de la iglesia y leíamos los escritos de otras personas. Luego basándonos en nuestro conocimiento de la Biblia y en la ayuda que recibimos de los escritos de otros, junto con nuestra propia investigación, publicamos muchos libros acerca del Espíritu. Nuestro himnario es un excelente ejemplo de esto. Sin embargo, siento que en los pasados veinte años nosotros también hemos desatendido esto, y este descuido se ha hecho más evidente en Taiwán y el sureste de Asia. Descuidar el asunto del Espíritu es una gran equivocación.
Por esta razón, estamos tratando de cambiar la forma y manera básicas en que nos reunimos en la iglesia, y nos estamos enfocando en la propagación de la iglesia. Éste es el cambio de sistema que procuramos implementar. Propagar extensamente el evangelio es la manera en que la iglesia puede ser propagada y que nosotros podamos tener el incremento numérico, y el secreto para lograr esto es ser llenos del Espíritu. Por consiguiente, al llegar a esta importante encrucijada, espero que ustedes los jóvenes vayan en pos de ser llenos del Espíritu Santo a fin de que su evangelio sea poderoso.
La sustancia, la esencia, de nuestro Dios es Espíritu. La Biblia nos dice que Dios es Espíritu (Jn. 4:24), amor (1 Jn. 4:8, 16) y luz (1:5). Al describir la naturaleza de Dios, el Nuevo Testamento pone énfasis en tres cosas, Dios es Espíritu, Dios es amor y Dios es luz. En lo que respecta a estos tres puntos, la nota 3 de 1 Juan 1:5 en el Nuevo Testamento Versión Recobro nos dice: “Espíritu denota la naturaleza de la persona de Dios; amor denota la naturaleza de la esencia de Dios; y luz denota la naturaleza de la expresión de Dios”. Dios mismo es una persona y, como tal, Él posee una esencia y una expresión. La naturaleza de la persona de Dios es Espíritu, la naturaleza de la esencia de Dios es amor, y la naturaleza de la expresión de Dios es luz. Dios mismo es Espíritu, y la tercera persona en Su Trinidad es el Espíritu Santo. Además, Dios fue hecho Espíritu vivificante después de pasar por los procesos de encarnación, vivir humano, muerte y resurrección. Esto nos muestra que la historia de nuestro Dios es íntegramente una historia del Espíritu.
Es necesario que conozcamos al menos tres puntos en cuanto a Dios: primero, la sustancia de Dios es Espíritu; segundo, la máxima consumación de la persona de la Trinidad Divina es el Espíritu; y tercero, Dios se hizo carne y pasó por varios procesos, y al final entró en resurrección para llegar a ser el Espíritu vivificante, el cual incluye los elementos de Su divinidad y Su humanidad, junto con Su encarnación, vivir humano, muerte, resurrección y ascensión. Estos tres puntos son semejantes a tres pasos. El primer paso es acerca de la sustancia de Dios; el segundo trata de la persona de Dios; y el tercero tiene que ver con Su máxima expresión, la cual Él alcanzó después de haber pasado por todos Sus procesos. Estos tres pasos, o tres capas, están todos relacionados con el Espíritu —la sustancia de Dios es Espíritu; la máxima expresión de Su persona es el Espíritu; y después de hacerse carne y pasar por varios procesos, la máxima expresión de Dios sigue siendo el Espíritu, el Espíritu vivificante. Éste es el Dios que nos revela el Nuevo Testamento. Él es tal Espíritu.
Para experimentar al Espíritu, el Nuevo Testamento nos lleva a nuestro espíritu humano. Nosotros también damos énfasis a este punto. Incluso tenemos en nuestro himnario un himno sobre los dos espíritus, Himnos, #6, el cual pertenece a la categoría de “Adoración al Padre”. Este himno dice:
Al hacer mención del Espíritu y el espíritu dieciséis veces, este himno nos habla repetidas veces de la relación que hay entre el Espíritu Santo y nuestro espíritu humano. Espero que todos ustedes pongan atención a este asunto.
La Biblia hace uso de tres cosas para simbolizar el Espíritu —el aliento, el viento y el fuego. Los dos símbolos principales del Espíritu son el aliento y el viento. El aire, o aliento, es el elemento básico que permite la existencia de todas las criaturas vivientes; sin él no existiría ningún ser viviente. En la luna no hay aire, debido a que no tiene una capa de ozono alrededor de ella. Como resultado, ningún ser vivo puede sobrevivir allí. Si uno desea viajar a la luna, tendría que llevar consigo su propio aire. Al igual que el aire, nuestro Dios se hace real a nosotros y le podemos experimentar como el Espíritu. Además, el Espíritu es la base del vivir de los creyentes. Sin el Espíritu nosotros no podemos sobrevivir.
Cuando el movimiento del aire adquiere fuerza se genera un viento fuerte, que incluso puede llegar a convertirse en un tifón o un tornado. Cuando el viento sopla trae consigo el aire. Por ejemplo, la falta de brisa en un cuarto indica que éste no tiene buena circulación de aire, y la atmósfera de la recámara se vuelve pesada. Por tanto, el viento y el aire no pueden separarse. Cuando el movimiento del aire cobra fuerza, se convierte en viento, y con el viento se siente el aire; cuando el viento pierde su fuerza, de nuevo se vuelve simplemente aire.
Tanto la palabra griega pnéuma como la palabra hebrea rúaj denotan aliento, viento y espíritu. En el Antiguo Testamento la palabra rúaj en Ezequiel 37 tiene estos tres significados —viento, aliento y espíritu. Esta palabra puede hacer referencia a aliento en un versículo, a viento en otro, y a espíritu en otro versículo. En Juan 3 el Señor Jesús también usó la palabra griega pnéuma, la cual se tradujo con dos significados distintos: “Espíritu” en el versículo 6 en la frase nacido del Espíritu y “viento” en el versículo 8 en la frase el viento sopla donde quiere. ¿Cómo sabemos que pnéuma en el versículo 8 alude al viento? Lo sabemos porque aquello que “sopla donde quiere” no es el espíritu ni el aliento, sino el viento. Por tanto, para entender el verdadero significado de una palabra, con frecuencia tenemos que examinar el contexto donde aparece.
El Nuevo Testamento declara que el Señor es el Espíritu (2 Co. 3:17). Podemos también afirmar que el Señor es el aliento (Jn. 20:22) y que también es el viento (cfr. Jn. 3:8). En la misma noche de Su resurrección, el Señor visitó a Sus discípulos; se puso en medio de donde estaban reunidos y sopló en ellos para que recibieran el Espíritu como su vida; Él sopló en ellos el Espíritu en Su aspecto esencial. Sin embargo, en el Día de Pentecostés, el Espíritu Santo en Su aspecto económico se derramó como un viento recio que soplaba (Hch. 2:2). Himnos, #212 en nuestro himnario en chino dice: “El Espíritu Santo como viento recio / Sopla desde el cielo / Sobre la congregación, / Tal como Él lo hizo en el Pentecostés”. En Juan 20 el Espíritu es el aliento, y en Hechos 2 el Espíritu es el viento.
Hoy todas las experiencias que tenemos del Señor, de Dios y de Cristo dependen absolutamente del Espíritu. De hecho, el Señor, Dios y Cristo son el Espíritu. El cristianismo ha descuidado esta verdad y no la entiende. Los llamados modernistas ni siquiera reconocen que el viento y el aliento denotan al Espíritu. Al contrario, ellos afirman que todo depende del corazón del hombre, es solamente un sentimiento o una reacción mental. ¿Cómo uno sabe cuando sopla el viento? Lo sabe porque lo siente. ¿Cómo sabe que hay aire dentro de una casa? Uno lo siente, aunque no lo pueda ver ni tocar. Esto es lo que creen los modernistas, ellos niegan la realidad espiritual y los hechos espirituales y se centran en la mente, la cual ha sido corrompida por Satanás. Ellos alegan que tanto el Dios que menciona la Biblia como el Espíritu del cual se habla en el cristianismo son percepciones imaginarias. Pero el hecho es que la percepción mental está basada en cierto sentir, y el sentimiento está basado en algo real. Por ejemplo, usted podrá sentir que yo le amo, si en realidad siento amor por usted; usted únicamente sentirá dolor si yo lo golpeo, y usted sentirá que una recámara tiene mala ventilación sólo si ahí no circula el aire. Todas estas sensaciones se basan en algo real.
Los modernistas niegan la realidad espiritual y hablan únicamente de las manifestaciones externas. Ellos afirman que los cristianos celosos han sido cautivados por los predicadores y han sido atraídos a las doctrinas de la regeneración, la transformación y ser llenos del Espíritu. Quizás es cierto que algunos predicadores tienen el poder para cautivar a los creyentes; sin embargo, si no existieran los hechos o realidades espirituales que respaldan sus predicaciones, ¿cómo podrían tener poder y cómo podrían cautivar a los creyentes? Una vez una hermana testificó que había vaciado todo su ser al Señor y que había confesado y orado cabalmente. Después que hubo hecho esto, al comienzo ella no tuvo ningún sentir, pero al cabo de una hora experimentó una sensación de alivio en todo su ser. Al respecto los modernistas dirían que esto simplemente fue una reacción mental. Sin embargo, si esa hermana no hubiese orado, ¿habría experimentado tal alivio? Igualmente, uno se siente refrescado cuando respira profundamente. Si no hubiera aire, uno no se sentiría refrescado después de respirar profundamente. Los modernistas también afirmarían que la sensación que uno experimenta después de invocar el nombre del Señor es simplemente una reacción mental. Sin embargo, si usted invocara otro nombre, ¿tendría también esa misma sensación o esa supuesta reacción mental? Esto es algo que valdría la pena que los modernistas consideraran.
Dios nos creó no solamente con ojos para ver, oídos para oír y la facultad para palpar, sino que también nos creó con un espíritu que nos permite contactarle a Él y percibir la realidad espiritual. Tan pronto como usted inhala, siente la presencia del aire fresco en la habitación. De igual manera, en cuanto ustedes ejercitan su espíritu, pueden contactar y percibir los hechos y realidades espirituales. La clave está en usar el órgano apropiado. De ahí que Pablo dijese: “‘Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón’. Ésta es la palabra de la fe que proclamamos” (Ro. 10:8). Esta palabra es el Señor mismo. El Evangelio de Juan dice que en el principio era el Verbo, que el Verbo era Dios (1:1) y que Dios es Espíritu (4:24). La palabra, que es el Espíritu y también Dios, no está lejos de nosotros; más bien, al igual que el aire, está en nuestra boca y en nuestro corazón. El asunto no es si Él está ahí o no, sino si nosotros estamos dispuestos a recibirle o no. ¿Cómo le recibimos a Él? Pablo nos dijo la manera en que podemos recibirle: “Si confiesas con tu boca a Jesús como Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Ro. 10:9). Si oramos, invocamos el nombre del Señor y ejercitamos nuestro espíritu, recibiremos el Espíritu Santo.
Quisiera que ustedes no solamente comprendan esta verdad y se centren en ella, sino que también liberen esta verdad y busquen ser llenos del Espíritu Santo. Si no inhaláramos profundamente y si no hubiera aire fresco, sería muy difícil mantenernos físicamente sanos. De igual manera, si no tuviéramos el Espíritu y si no ejercitáramos nuestro espíritu, nos sería imposible estar espiritualmente sanos y ser victoriosos. Así pues, todos ustedes no deberían hablar simplemente terminologías espirituales, como el Espíritu esencial y el Espíritu económico; tampoco deberían simplemente analizar si el Espíritu mora en nuestro ser en Su aspecto esencial o en Su aspecto económico. En lugar de ello, ustedes deben procurar ser llenos del Espíritu. La gente que vive en la región baja del río Yangtzé conoce un proverbio que dice: “El agua que tu piel envuelve en la mañana, envolverá tu piel en la noche”. No se está hablando de dos aguas distintas, sino de que el agua cumple dos funciones distintas. Es decir, cuando usted bebe agua, el agua entra en su ser; pero cuando usted toma un baño, usted está en el agua. En esto vemos un cuadro acerca de ser mezclados. Cuando somos llenos del Espíritu Santo interior y exteriormente, nos mezclamos con el Espíritu Santo. Este debe ser nuestro énfasis hoy en día.
La carga de este mensaje es abordar ciertos asuntos prácticos relacionados con vuestro vivir de modo que ustedes, los jóvenes que están buscando servir al Señor, reciban en términos prácticos, cierto entrenamiento y aprendizaje en tres categorías principales, a saber: alimentación, vestido y dormir y hacer ejercicios. Dormir es algo inactivo, mientras que hacer ejercicios es algo activo. Deseo enseñarles algo práctico con respecto a la alimentación, el vestido y el mantenerse activo o inactivo. No piensen que estar activo o inactivo es algo insignificante. Si ustedes permanecen inactivos cuando debieran estar activos, o son activos cuando deberían estar inactivos, se enfrentarán con grandes problemas y muchas dificultades. Por tanto, deben entrenarse en estos asuntos. Doy gracias al Señor porque Él me ha preservado por tanto tiempo en la tierra. Hay un proverbio chino que dice: “Raro es desde los tiempos antiguos que la vida humana llegue a los setenta años”. Moisés también dice algo parecido en la Biblia: “Los días de nuestra edad son setenta años. / Si en los más robustos son ochenta años” (Sal. 90:10). Ahora yo ya tengo más de ochenta años, así que soy un hombre robusto. Por supuesto, esto se debe a la misericordia de Dios, y no tengo nada de qué jactarme. Sin embargo, ustedes tienen que percatarse de que en nuestra relación con Dios siempre están involucrados dos lados. Por ejemplo, supongamos que Dios desea darnos a beber agua, pero nosotros cerramos la boca y rehusamos beberla. Si hacemos esto, Él no podrá hacer nada al respecto. Supongamos también que Dios quiere otorgarle longevidad, pero usted, en vez de apreciar tal deseo, se tira al mar o corre al frente de un automóvil. Si hiciera esto, usted morirá antes que los demás. Si esto le llegara a suceder, será porque usted actuó en contra de la voluntad de Dios.
Por consiguiente, ustedes desde su juventud deben prestar atención a su vivir diario a fin de mantenerse sanos y vivir largos años sobre la tierra. No debieran pensar que por ser jóvenes son muy útiles y pueden servir en muchas áreas. Esto podría hacerles abusar de su cuerpo. Por supuesto, son útiles mientras sean jóvenes, pero ustedes serán de mayor utilidad a medida que avance su edad. A nadie le gusta morir joven, pues toda persona quiere vivir por largos años. Les puedo decir que el secreto para mantener una buena salud es alimentarse y descansar adecuadamente, y hacer los ejercicios apropiados. La alimentación tiene que ver con la dieta que llevamos; el descanso se refiere principalmente al tiempo en que uno duerme, y hacer ejercicios hace referencia a nuestras actividades, a nuestro ejercicio corporal.
Cuando yo era joven, no presté la debida atención a mi alimentación. Estaba siempre atareado y bajo estrés, y a veces comía sin restricción alguna. Como consecuencia, he padecido problemas estomacales desde muy joven. Desde antes de cumplir los treinta años de edad ya sufría un problema estomacal muy serio. Por tanto, ustedes tienen que estar prevenidos. No coman cuando estén estresados ni coman de prisa, y no coman descontroladamente. Segundo, no le presten demasiada atención al sabor de los alimentos que coman, sino más bien, fíjense en los elementos nutritivos que les proveen. Deberían tener cierto conocimiento de nutrición y también deben conocer un poco las propiedades de algunos ingredientes como el aceite, el azúcar, la sal y las carnes. Tercero, aprendan a servirse una cantidad normal de comida, o sea, eviten comer demasiado en un tiempo y muy poco en otro. Es posible que en estos días ustedes ayunen con frecuencia. Aunque esto es muy bueno, no debieran ayunar de manera irregular. Hacer esto perjudicará su estómago. Cuarto, siempre que les sea posible deben comer a una hora fija. Conforme a su horario actual, temo que ustedes no puedan comer a horas determinadas. Quizás se queden sin cenar o cenen hasta después de que terminan las reuniones, lo cual no es apropiado. Tal vez esto es aceptable de vez en cuando, pero a la larga terminarán padeciendo problemas estomacales.
Debemos conocer cómo funciona nuestro cuerpo. Si alguna parte del cuerpo sufre algún daño, difícilmente podrá recuperar su estado y condición original. Tal vez ciertas partes puedan sanarse hasta cierto punto; pero no experimentarán una recuperación total. Lo mejor es evitar que algo cause daño a nuestro cuerpo. No permitan que esto les suceda, para luego tener que sanarse después que el daño ha sido hecho. Lo mejor es cuidar nuestro cuerpo ahora y mantenerlo sano. Les recuerdo que deben prestar suma atención a su alimentación.
Con respecto a su descanso, ustedes deben dormir en la noche y evitar pasarse constantemente la noche en vela. Lo mejor es acostarse temprano y levantarse temprano. Por lo general, esta es la manera apropiada. Después de almorzar, deben reposar y descansar al menos diez minutos. Sería mejor si pudieran ir a acostarse y tomar una siesta corta. Sin embargo, tomar una siesta por más de una hora sería excesivo.
Hacer ejercicio y mantenerse activo deben formar parte de su recreación y tiempo libre, pero deben tener cuidado de no caer en pecado. Por el bien de nuestra salud necesitamos mantenernos activos. Por tanto, deben hacer ejercicio con regularidad, al menos veinte minutos diarios, ya sea haciendo ejercicios de gimnasia o practicando “boxeo imaginario”. Además, es bueno hacer un poco de ejercicio después de cada comida. Según dice un refrán chino: “Si das cien pasos después de cada comida, vivirás por noventa y nueve años”. Tanto los médicos y las enfermeras así como todas las personas experimentadas saben que comer en la cama o no realizar ninguna actividad física después de comer es perjudicial para la salud. Los médicos incluso animan a sus pacientes que guardan cama a que se pongan de pie por un rato o, de ser posible, a caminar un poco después de cada comida.
Tampoco es bueno leer o trabajar inmediatamente después de comer, sino que lo mejor es caminar de tres a cinco minutos, dando unos cien pasos por minuto. De esta manera, ustedes gozarán de longevidad. Había un estadista mayor en la política china que vivió por muchos años, el cual escribió un proverbio que contenía la fórmula para la longevidad. El meollo de este proverbio decía: “Para gozar de longevidad se debe dormir siete horas en la noche y caminar siete mil pasos durante el día”. Este señor daba cien pasos por minuto, así que le tomaba setenta minutos caminar siete mil pasos. Si un anciano puede caminar siete mil pasos al día, él gozará de una buena salud. Sin embargo, para los jóvenes siete mil pasos no son suficientes; ellos necesitan hacer más ejercicio, y lo más conveniente es que se involucren en actividades más vigorosas. Las personas mayores deben caminar siete mil pasos al día, pero para los niños caminar diez mil pasos al día no es demasiado. Por ser jóvenes, ustedes figuran entre los niños y los ancianos, así que deben ejercitarse adecuadamente. Sin embargo, cuando hacen ejercicio deben tener en mente que eso lo hacen por amor al Señor. Espero que el Señor me conceda veinte años más de vida, porque aún tengo muchas cargas. El Señor nos da vida y aliento con el objetivo de que le amemos a Él, y ésta es la razón por la cual debemos ser entrenados desde nuestra juventud.
El vestido también guarda relación con la salud. Según la Biblia, el propósito principal de nuestra vestimenta es cubrirnos. Después de la caída el hombre comenzó a tener un sentido de vergüenza y fue necesario cubrir su desnudez con vestidos. La primera que vez que la Biblia hace mención de la vestimenta es en Génesis 3. Cuando Adán y Eva cayeron, comenzaron a tener una sensación de pecado y descubrieron que estaban desnudos. Antes de la caída el hombre estaba desnudo, pero no tenía ninguna sensación de pecado. Así pues, después de que Adán y Eva cayeron, Dios les hizo túnicas de pieles para cubrir su vergüenza. El vestido también nos protege del frío. Si no estamos lo suficientemente abrigados, podremos resfriarnos. En la Biblia el vestido se usa principalmente para cubrirnos, y cuanto más nos cubra, mejor. Por ejemplo, las vestiduras que llevaban los sacerdotes en el Antiguo Testamento tenían que ser largas, hasta tocar el suelo, para que los demás no viesen su cuerpo. Además, los sacerdotes tenían prohibido subir por gradas al altar, para que su desnudez no se descubriera (Éx. 20:26).
Según la Biblia, el propósito del vestido en primer lugar es cubrirnos y, segundo, protegernos del frío. Tan pronto como nuestra desnudez es cubierta, somos agradables a los ojos de Dios. Sin embargo, a las personas del mundo actual les gusta exhibirse. Supongamos que un hermano asistiera a la reunión vestido con pantalón corto, exhibiendo sus pantorrillas y rodillas. Si él les predicara el evangelio a ustedes llevando pantalones cortos, ¿podrían ustedes recibir sus palabras?
En 1 Timoteo Pablo nos dice que debemos ataviarnos de ropa decorosa (2:9). La palabra decorosa en este versículo es difícil de definir. Vestirse decorosamente significa ataviarse de tal manera que no resulte peculiar a la vista de los demás. Mi atuendo no es catalogado como peculiar, ya que tanto los mayores como los jóvenes se sienten cómodos con lo que llevo puesto. Esto es decoroso. Si un hermano llevara una corbata ancha en la cual aparece grabada un dibujo de una gran cruz y la frase En Cristo, ¿cómo se sentirían ustedes? ¿No se vería extraño eso? Y ¿qué podemos decir de los zapatos que nos ponemos? Si alguno asistiera a la reunión en sandalias o en pantuflas y se pusiera de pie delante de usted para hablarle, ciertamente usted se sentirá muy incómodo. Éste es un ejemplo de un atuendo indecoroso. Si un hermano tuviera su cabello tan largo como el de las hermanas y lo llevara recogido en cola de caballo con ornamentos, aunque ello no constituye un pecado y la Biblia tampoco lo prohíbe explícitamente, tal aspecto es inapropiado e indecoroso.
Pablo era un hombre sabio, pues no entró en detalles en cuanto al tema del vestido. Únicamente hizo mención de que nuestra ropa debe ser decorosa. La palabra decorosa encierra un significado profundo y su definición es sumamente amplia. Hoy, a medida que ustedes aprendan a servir al Señor y a contactar a las personas, deben ataviarse de ropa decorosa. Entonces, cuando se ponen de pie para hablar de parte del Señor, muchas personas les escucharán y les observarán. Por tanto, ustedes tienen que ser sumamente cuidadosos en su forma de hablar y de proceder, y tienen que aprender a vestirse apropiadamente.
Hoy en día, las personas prestan mucha atención a la moda y la belleza. Para ellas, ser una persona bella consiste en exhibir su cuerpo lo más posible. Así es la tendencia y la moda del mundo actual. Las faldas de las mujeres son demasiado cortas. Esto no es belleza, sino más bien corrompe los ojos de los demás y trae vergüenza a la mujer. Cuanto más cubra la mujer su cuerpo, mejor es. Ésta es la razón por la cual existen tradiciones antiguas tales como cubrirse la cabeza y cubrirse el rostro. Cuanto menos expongamos nuestro cuerpo, mejor es. No solamente es erróneo exhibir nuestros huesos, carne y piel, sino que también es una vergüenza exhibir la figura de nuestro cuerpo vistiendo ropas ceñidas. Las mujeres modernas tratan de exhibir no solamente su piel y su carne, sino también su figura. Ellas creen que eso es belleza. Pero en realidad, eso es la falta de un sentido de vergüenza. No es correcto que una persona que sirve al Señor se vista de esa manera. Si ustedes se visten así, nadie se atrevería a mirarles, y mucho menos a escuchar sus palabras.
También debemos tener cuidado en seleccionar el color de nuestra ropa. Aquellos que sirven al Señor no deben ponerse ropa de colores muy llamativos o muy intensos. Si el color de nuestra ropa es tan encendido que llama la atención de los demás, eso no es correcto. Asimismo, tenemos que considerar también el estilo de nuestra vestimenta. Si el estilo de la ropa que llevamos es sumamente extraño, ello hará que los demás se sientan incómodos. Incluso el color de nuestra corbata debe coordinar con la camisa. Si usted lleva un traje de color azul oscuro y una corbata verde con una camisa rosada, aunque es probable que no exhiba su carne y que el estilo de su traje sea muy elegante, en el momento que usted se presente así delante de los demás, éstos se quedarán atónitos. Esto no es apropiado.
El color de su corbata debe coordinar con el color de su camisa, pero los colores tampoco deben ser muy apagados, no sea que también eso llame la atención innecesariamente. Los colores de sus calcetines también deben coordinar con el traje que llevan. Supongamos que un hermano lleva unos zapatos de color ocre con unos calcetines de color violeta y rojo, y un traje grisáceo con una corbata azul. Si este hermano me hablara a mí, yo creo que no podría escucharle con atención porque estaría distraído con sus zapatos, calcetines, traje y corbata.
La creación de Dios es preciosa y en ella no existe ningún color que sea feo. Hoy en la obra que realizamos para el Señor, nos mantenemos en constante contacto con la gente. Por tanto, nuestro vestido, que en cierta forma expresa lo que somos, debe ser decoroso. No les estoy diciendo que deben llevar un estándar de vida elevado, pero espero que presten atención a su estatus. En el pasado ustedes fueron estudiantes, y como estudiantes es posible que no contaran con los medios necesarios para esmerarse en su vestimenta. Sin embargo, ahora que ustedes laboran para el Señor y salen a contactar a las personas, ustedes tienen que fijarse en la manera como se visten, lo cual incluye el estilo y el tipo de ropa que llevan, así como el color de sus zapatos y de sus calcetines. Si se visten descuidadamente, pondrán en riesgo su expresión externa y ustedes mismos se desvalorizarán. Hoy en día todas las personas se fijan en las apariencias externas. Siempre que compren algo, examinen su aspecto exterior antes de decidir adquirirlo. Es mi deseo que todos ustedes presten atención a estas cosas, las pongan en práctica y las aprendan fielmente. Todo cuanto les he mencionado constituye una parte del entrenamiento de su carácter.
Oración: Señor, consagramos nuestro ser completa y totalmente a Ti. Te pertenecemos a Ti, y estamos dispuestos a ser aquellos que siempre están llenos de Ti interiormente y que están siendo transformados por Ti exteriormente. No queremos que nadie tenga en poco nuestra juventud; más bien, queremos ser un modelo apropiado. Señor, ten misericordia de nosotros y haz que seamos personas dinámicas y entrenadas con respecto a todas estas cosas: la alimentación, el vestido, y el estar activos e inactivos. Señor, conforma nuestro carácter a fin de que seamos vasos para honra, los que están llenos de Ti a fin de expresarte. Amén.