
Lectura bíblica: Mt. 18:20; 1 Co. 12:7-8; 14:26
En este mensaje veremos un vivir en el cual nos reunimos en el Espíritu y por Cristo. El reunirnos es una clase de vivir. Ir al trabajo no es un vivir, y manejar una fábrica no es un vivir, porque estas cosas sólo introducen frustración, problemas, esclavitud y presión. Para ustedes los jóvenes, ir a la escuela tampoco es un vivir. Entonces, ¿qué es un vivir? Un vivir es algo que trae el disfrute. Según el principio en la creación de Dios, el vivir humano debería ser un cierto disfrute. Nadie diría jamás que el comer y el beber son una frustración, porque el comer y el beber son un disfrute. La reunión cristiana debe ser una clase de vivir. Como tal es un disfrute.
La reunión cristiana no es un llamado servicio de adoración. La Biblia no nos enseña a reunirnos para tener servicios de adoración. En 1 Corintios 14:26 no dice que cuando ustedes se reúnen están asistiendo a un servicio de adoración. Dice: “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo”. Nosotros vimos durante las dos semanas pasadas que los salmos no son solamente para cantar; son también para hablar unos a otros. Esta clase de hablar no es una forma ordinaria o ligera de hablar; es un hablar por ser llenos en espíritu, en el cual todos hablan unos a otros en salmos, himnos y cánticos espirituales (Ef. 5:19).
Además, Colosenses 3:16 dice: “Enseñándoos y exhortándoos unos a otros ... con salmos e himnos y cánticos espirituales”. Aquí vemos una enseñanza con salmos. No sólo deberíamos cantar unos a otros en salmos, sino que también debemos hablar y aun enseñar unos a otros con salmos. Cada vez que nos reunimos, cada uno debe tener un salmo que cantar, hablar y aun enseñar unos a otros. Gracias al Señor que El nos ha dado este himnario. Algunos me han dicho que cantar uno de los himnos en este libro es mejor que escuchar un mensaje. Por ejemplo, Himnos, #390 fue escrito por mí inicialmente en inglés. Después, durante uno de mis viajes al Lejano Oriente lo traduje al chino. No me estoy jactando. Este himno es bastante bueno. Ahora tratemos de hablar unos a otros con este himno. Yo les hablaré a todos la primera línea. Luego todos ustedes me hablarán a mí la segunda línea.
Permítanme empezar primero:
En las reuniones y diario vivir, Cristo es el centro, Cristo todo es; No por doctrinas ni por un ritual, Sólo por Cristo es nuestro congregar.
La luz de vida y el camino es, En Él andamos, guía nuestros pies; Cristo agua viva y comida es, Cristo nos nutre y sacia nuestra sed.
Cristo es verdad, testificamos de Él, Cristo es Señor, magnifiquémosle; Cristo, la vida, ministrado es, Como Cabeza ¡exaltémosle!
Cristo es el todo para el hombre y Dios, A Dios y al hombre satisface Él; Para Su iglesia es la realidad, Por Él la vida en ella crecerá.
En cada himno y en cada oración, Se expresa Cristo como realidad; Todo servicio en la comunión Exhibe a Cristo en Su operación.
Es en Su Nombre y en Espíritu Que nos reunimos sin formalidad; Le alabaremos con poder y unción Con nuestro espíritu y en oración.
A Cristo asidos, todo hay que olvidar, Le aplicaremos hasta madurar; Todo estimemos pérdida por Él, Eternamente el todo en todo es.
En las reuniones de los grupos pequeños, a veces podemos escoger un himno para leer o hablar unos a otros. Esto será un buen mensaje. Por ejemplo, ustedes pueden usar el himno de arriba para proclamar: “Hermanos y hermanas, en el diario andar o en las reuniones, Cristo debe ser el centro y El debe ser el contenido también. No estamos reunidos aquí para formas o doctrinas, sino sólo para Cristo. El es el centro de nuestra reunión, y El es el contenido de nuestro congregar”. Esto resultará en un mensaje iluminador. Todos debemos aprender a tomar la iniciativa en hablar en las reuniones. Este hablar no es un tipo de enseñanza, es un disfrute mutuo con otros. Nunca olviden que las reuniones son un vivir.
Conforme al orden en la creación de Dios, todo hombre necesita dormir de seis a ocho horas por día. Además de esto él tiene que trabajar o ir a la escuela. Esto es el arreglo de Dios. Cuando digo que trabajar o dirigir una fábrica son frustraciones, no piensen que estoy recomendando que ustedes no hagan nada. Si no hacen nada, ¿cómo van a comer? Puede que digan: “El Señor está encargándose de mi alimento”. Sin duda, el Señor se encarga de su alimento, pero no en la manera que piensan.
Permítanme compartir con ustedes mi propio testimonio. En 1943 yo fui encarcelado por el Ejército Japonés Imperial en Chifú treinta días. Durante aquel tiempo, usaron toda clase de métodos para probarme dos veces al día. Después de tres semanas de interrogación, se dieron cuenta de que yo genuinamente era un predicador. Me consideraron un tonto, un loco para Dios. Un día intentaron atraparme. Yo sabía que el juicio estaba llegando a una conclusión. Me llamaron a su presencia en la mañana, y pusieron delante de mí una Biblia que yo les di el día cuando fui encarcelado. Comenzaron diciendo: “Reconocemos que usted no sabe nada más que Dios. Para usted Dios es todo, ya sea esto o el otro. Yo quiero hacerle una pregunta hoy. ¿Cuál es más importante, Dios o el país?” El “país” al cual se refería era el gobierno del norte de la China controlado como títere por los japoneses. Yo comprendí completamente el significado de su pregunta. Entonces me quedé con la boca cerrada. Mientras más me forzaba a hablar, más me quedaba callado. Finalmente cuando él insistió en una respuesta yo le dije: “Me temo que usted se enojara si le diera la respuesta”. El me instó más y me aseguró: “Hable. No me enojaré”. A eso respondí: “Dios es más importante”. El exclamó de manera burlona: “Entonces, muy bien. Dios es más importante. Vuélvase a su celda. ¡Nosotros dejaremos que Dios se encargue de usted!” Cuando noté que su tono se había calmado un poco, empecé a predicarle diciendo: “Es verdad que Dios es más importante. Y es verdad que Dios cuida de nosotros. Pero Dios tiene una forma de cuidar de nosotros. El creó la tierra e hizo tierras fértiles para cultivación. Pero todavía es necesario que el hombre are y siembre antes que pueda haber una cosecha. Aun después de la cosecha, todavía es necesario el segar, el vender y el comprar. Puede que usted diga que todos éstos son el labor humano. Pero sin la creación de Dios de la tierra, y sin que El proveyera la luz del sol, la lluvia, el viento y el aire, la cosecha no puede crecer. Así que, usted puede ver, todo depende de Dios todavía. Dios es el que provee nuestra comida; El sí nos cuida de esa manera”. El dijo: “Bien. Usted no sabe nada más que Dios. Dejaremos que Dios le dé comida esta noche”.
Fui puesto en la misma celda de la de un joven griego. El era un cristiano ortodoxo griego, y hablaba un poco de inglés. Empezamos a tener comunión uno con otro. Cuando El supo que estuve sufriendo por el nombre de Cristo, él empezó a respetarme mucho. Cuando los guardias pasaban delante de nosotros, rompimos nuestra comunión y nos callamos. Pero una vez que se alejaban, continuamos con nuestra comunión. En la cárcel a los prisioneros chinos se les daba masa dura, mientras que a este hermano se le daba pan blanco y leche. Aquella tarde cuando pasaba el guardia para repartir el pan y la leche al joven, él me sonrió y señaló con los dedos hacia arriba, diciendo: “Lo suyo está allá”. El se fue sin dejar comida alguna para mí. El hombre griego se preguntaba. El dijo: “¿Qué pasa? ¿No van a darle comida hoy?” Le conté lo que había pasado ese día durante el juicio. El me respondió diciendo: “Señor Lee, le dejaré tener mi porción hoy. Usted está sufriendo por Jesucristo. Lo tengo a honra dejar mi comida para usted”. Insistí en que él se quedara con la comida. Después de empujar la comida de acá para allá entre nosotros por un rato, nos quedamos en que compartiéramos la comida. La próxima mañana los guardias volvieron a sacarme de mi celda. El momento que entraron me preguntaron de manera burlona: “¿Su Dios le dio comida anoche?” Yo dije: “Sí, El lo hizo”.
Todos nosotros podemos testificar que Dios nos cuida. Pero por nuestra parte necesitamos cumplir nuestro deber. Todos debemos trabajar, pero el trabajo no es nuestro vivir; es nuestro laborar. Después que cayó el hombre, Dios destinó que el hombre laborara y sudara y que la mujer pasara por el sufrimiento del parto.
Bajo el camino ordenado por Dios, cada hombre necesita dormir, trabajar y comer. Además, el hombre necesita el disfrute apropiado. Pero cuando los pecadores andan buscando disfrute, acaban en algún cabaré y lugares pecaminosos. Como resultado, la humanidad se queda degradada y la salud de la gente es dañada. Sus pasatiempos aun hacen que muchos quiebren.
Si ustedes leen la Biblia cuidadosamente se darán cuenta de que el “pasatiempo” apropiado para el hombre es Dios. Dios es nuestro pasatiempo apropiado, y Dios es nuestra verdadero entretenimiento. No necesitamos mirar la televisión o ir al juego de pelota. Sólo necesitamos tener comunión con Dios y cantar a Dios, y estaremos llenos de gozo y satisfacción. En breve, la reunión cristiana es el entretenimiento apropiado de un vivir adecuado.
Nuestra reunión aquí esta noche es un cierto pasatiempo y entretenimiento. Esto es nuestro mejor pasatiempo. Mientras más tiempo pasan ustedes aquí, más sanos, limpios y nobles serán; tendrán una moralidad más alta y una humanidad más elevada. No hay entretenimiento que pueda igualar a las reuniones cristianas. A veces yo he oído a los padres decir que no se atreven a dejar que sus hijos asistan a nuestras reuniones, porque nuestras reuniones agotan a la gente; nos reunimos todos los días. A veces yo dije a los padres: “Si ustedes no permiten que sus hijos vengan a la iglesia, ¿a dónde irán? Si ustedes hacen que se queden en casa y les miran todos los días, finalmente hasta ustedes se aburrirán de ellos, sin mencionar el hecho de que de todos modos nunca serán atados por ustedes. Seguramente que irán a las salas de baile o se asociarán con amigos malos. Entonces, ¿qué van a hacer ustedes? Pero ahora ellos asisten a las reuniones de la iglesia y ustedes deben estar alegres, porque la reunión cristiana es la mejor forma de entretenimiento”.
Una vez alguien vino a mí y me dijo: “Señor Lee, usted es maravilloso. Yo admiro su capacidad de atraer a la gente. En Shanghái usted atrajo una gran multitud a su iglesia. Cuando usted fue a Taiwán, atrajo a más personas. Ahora está en los Estados Unidos y aun ha capturado a los americanos. ¿Cómo atrajo y capturó a todas estas personas?” Yo le dije: “Me gusta su palabra capturar. Nosotros los cristianos somos los que estamos capturados por Jesús. ¿No es esto mucho mejor que ser capturados por los juegos de cartas o las fiestas?”
Al principio cuando llegué a los Estados Unidos en los años sesenta, yo vi grupos de “hippies” que andaban por las calles de Los Angeles. Algunos vinieron a nuestras reuniones y fueron salvos. Cuando ellos llegaron, todos tenían pelo largo, barbas largas y andaban descalzos. Algunos hasta llevaban cintas rojas en la cabeza. Qué espectáculo tan extraño era. Pero, alabado sea el Señor, fueron salvos uno tras otro. Después de unas pocas semanas, sus cintas en la cabeza desaparecieron y después de unos pocos meses se cortaron el pelo. Después de algún tiempo, las barbas se desaparecieron y empezaron a usar calcetines y zapatos. También empezaron a testificar en las reuniones. Cuando vimos esto, nuestro gozo era indecible. Nunca podemos olvidar aquellos tiempos. Nuestras reuniones estaban llenas de Dios y llenas de entretenimiento. En aquel entonces, una media hora antes de la hora de reunión la sala estaba llena de personas. Si uno llegaba tarde, no podía encontrar asiento. Y cuando todos se reunían empezaban a cantar salmos acerca de exhibir a Cristo. Una vez que uno ponía el pie en la reunión, no podía menos que ser levantado a los cielos. Esas verdaderamente eran reuniones de la exhibición de Cristo.
La reunión es un cierto disfrute; es el pasatiempo y entretenimiento apropiado de nuestras vidas. Tenemos que cambiar nuestros conceptos. Cuando asistimos a las reuniones, no estamos aquí para hacer nada; estamos aquí para tener algo de entretenimiento. Si nuestras vidas diarias están llenas de gozo, nuestras reuniones serán iguales. Durante los últimos días me gustaba mucho cantar un himno. Es el himno 304 en nuestro himnario:
Oh, regocijémonos en el Señor, Aunque todo esté angustioso, Y haya aflicciones con mucho dolor, Mejor es cantar que quejarse.
Coro:
¡Pues alégrate más! ¡Alégrate más! Es mejor el cantar que el quejarse, Es mejor el vivir que el morir, Por eso alégrate más.
Oh, regocijémonos en el Señor, Cuando Satanás lance dardos, Y llegue morboso el cruel tentador, Más vale cantar que quejarse.
Oh, regocijémonos en el Señor, Si atacan las enfermedades Y no hay tratamiento que sea de valor, El gozo traerá sanidades.
Cuando ustedes cantan un himno tal como éste en la reunión, ¿no se sienten refrescados? ¿No es esto una clase de entretenimiento? Nuestra reunión no es una obra, es una expresión de nuestra vida diaria. Es debido a que vivimos de esta manera todo el día que venimos y nos expresamos de esta manera en las reuniones. Esto no es una actuación ni una obra de teatro. Esto es nuestro vivir.
Si fuera posible, deberíamos reunirnos todos los días. Esto es muy bíblico. Cuando la iglesia estaba recién nacida, los discípulos se reunían diariamente en común acuerdo en el templo y de casa en casa (Hch. 2:46). A veces, parece que el reunirse todos los días plantea algunas dificultades. Teniendo eso en cuenta, dejamos tres días cada semana cuando no hay reunión. Las otras tardes nos reunimos para tener algo de pasatiempo y entretenimiento espiritual. Este entretenimiento no es aparte de Dios. Es un entretenimiento en Dios, y es un entretenimiento en la iglesia. Debemos tener este concepto, porque una vez que ustedes tengan este concepto, no irán con el concepto de asistir a servicios de adoración. Asistir a un servicio de adoración es tener a un hombre hablando mientras todos escuchan. El resultado es la jerarquía de un sistema clero-laico. Esto mata al Cuerpo de Cristo. Esta forma de servicio de adoración está absolutamente equivocada.
En 1 Corintios 14:26 dice: “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene enseñanza, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación; hágase todo para edificación” (lit.). Los salmos son para cantar y las enseñanzas son para hablar. La forma apropiada de reunirse no es a la manera del cristianismo donde uno habla y todos escuchan. Es de la manera en la cual todos los santos hablan. Cada uno tiene salmo, tiene enseñanza, tiene revelación, tiene lengua y aun tiene interpretación. Cada uno de estos cinco asuntos implican el hablar. Uno habla con las palabras de salmos, es decir, con palabras de alabanzas a Dios.
Aunque yo estoy hablando aquí esta noche, no estoy satisfecho. Espero mucho que cada uno de ustedes sentados aquí compitan por hablar. Además, espero que éstas no sean pláticas largas, sino que sean a la manera de que yo hable unas pocas frases, que ustedes hablen unas pocas frases y que cada uno se ponga de pie y hable unas pocas frases. Algunos pueden ponerse de pie para cantar un himno; otro puede ponerse de pie para leer un cántico. Si éste es el caso, nuestra reunión se volverá viviente y disfrutable, y ustedes verán las riquezas de Cristo exhibidas aquí. Espero que cada uno de nosotros vea esto.
En 1 Corintios 12:7-8 dice: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu”. Primero tenemos la palabra de sabiduría, luego tenemos la palabra de conocimiento. Aquí vemos que en una reunión debe haber no solamente un orador. Más bien, todos los hermanos y hermanas deben hablar. El Espíritu ya está operando en nosotros; no podemos decir que no tenemos nada. A cada uno de nosotros es dada la manifestación del Espíritu, y todos nosotros tenemos una palabra de sabiduría y una palabra de conocimiento para que la hablemos.
Mateo 18:20 dice: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre”. La preposición aquí no debe ser “en”, sino que debe ser “dentro de”. Debemos estar reunidos dentro de Su nombre. Cada vez que nos reunimos nos estamos congregando dentro de Su nombre. Dondequiera que se reúnan dos o tres, tenemos una reunión de un grupo pequeño, y se nos dice que debemos reunimos dentro del nombre del Señor. En la Biblia, especialmente en el Nuevo Testamento, el nombre denota la persona. Por tanto, reunirse dentro del nombre del Señor es reunirse dentro de la Persona del Señor. Cristo es el centro de nuestras reuniones. El es también el contenido de nuestras reuniones. No nos reunimos con ningún otro centro o contenido. Cristo es nuestro centro y contenido único. Por esta razón cuando nos reunimos, tenemos el sentir interior de que nos estamos congregando dentro del Señor.
Muchas veces cuando leemos la Biblia u oramos en casa, experimentamos cierta medida de disfrute y dulzura. Pero este disfrute es diferente de aquél que disfrutamos en las reuniones. El sabor de nuestro disfrute en casa no es tan fuerte. Pero cuando venimos a la reunión, el sabor es mucho más fuerte. Esto es porque nos congregamos dentro del Señor. Esto es lo que significa tener un vivir de reunirse por Cristo.
Hoy día Cristo es el Espíritu (2 Co. 3:17). Además, El vive en nuestro espíritu. En 1 Corintios 6:17 dice: “El que se une al Señor un espíritu es con él”, Y 2 Timoteo 4:22 dice: “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu”. Por lo tanto, todos nosotros debemos ejercitarnos en nuestro hablar para liberar este espíritu. Si voy a ustedes hoy y me pongo de pie delante de ustedes en silencio, por mucho que yo les mire, mi espíritu no se liberará. ¿Cómo puedo liberar mi espíritu? Debo abrir mi boca. Tan pronto como abro mi boca, el espíritu sale. A menudo digo que si alguien no sabe qué es liberar su espíritu, lo único que tiene que hacer es enojarse. Si ustedes dijeran: “Simplemente te odio” en seguida se liberará su espíritu. Cuando ustedes hablan con cortesía a otros, su espíritu no sale. Pero si gritan en su enojo, su espíritu se liberará. Por supuesto esa liberación del espíritu no es de la clase apropiada. Pero el principio está allí, y es muy aplicable. Cuando ustedes abren su boca para librar unas o dos frases en la reunión, su espíritu tiene que ser liberado. Eso significa que ustedes tienen que expresar algo desde las profundidades de su ser. Deben utilizar su boca, porque su espíritu está unido a su boca. Cuando ustedes dicen algunas palabras, las palabras llevarán el espíritu consigo. Cuando gritan en su enojo, el espíritu del enojo saldrá a través de las palabras del enojo.
La reunión cristiana es una parte de nuestro entretenimiento en nuestra vida diaria. Además, esta reunión es una donde nos reunimos dentro del nombre del Señor. El Señor es el Espíritu; por tanto, que nos reunamos dentro de El es que nos reunamos dentro del Espíritu. Este Espíritu hoy está en nuestro espíritu. A fin de que este Espíritu salga, no hay otra manera que abrir la boca. Hermanos y hermanas, si no abren su boca, hasta Dios no tiene camino. Aunque puede haber un viento fuerte que sopla por fuera, sin abrir las ventanas, no hay manera de tener aire. Hoy el Dios Triuno ya se ha encarnado, ha muerto y se ha levantado de los muertos para hacerse el Espíritu. Este Espíritu ha sido soplado dentro de nosotros (Jn. 20:22), y también ha sido derramado sobre nosotros (Hch. 2:1-4; 10:44-46; 1 Co. 12:13). Pero no hay reacción por el lado nuestro. Esto es nuestro problema.
¿Cómo sucedió el movimiento pentecostés? De la historia de la iglesia sabemos que el movimiento pentecostés no existió hace dos siglos. En aquel entonces en Inglaterra, a nadie se le permitía predicar en una casa no santificada; se debía hacer la predicación en los santuarios, es decir, en los edificios de la iglesia. Además, los hombres comunes no podían predicar; lo debían hacer los clérigos ordenados. En aquel entonces todos los que entraban al santuario debían estar sobrios y callados. Debían darse cuenta de que estaban allí para adorar a Dios. Por tanto, nadie se atrevía a moverse o decir nada de una manera precipitada. No fue hasta que John Wesley fue levantado por el Señor para hablar por el Señor que él empezó a predicar en las calles. Una vez él predicó a los mineros de carbón mientras iban en camino a sus casas. Antes de la terminación de la predicación, la multitud fue tan conmovida que empezaron a lamentarse y a llorar. Las lágrimas les corrían por las mejillas dejando señales blancas en sus caras ennegrecidas. Yo vi fotos de esto. Después de otro siglo, los servicios de adoración cristianos en Inglaterra volvieron a estar tan muertos que empezó el movimiento pentecostés. Los pentecosteses solían gritar y llorar, pensando que con hacerlo se avivarían. Al final tres categorías de personas aparecieron. Primero, estaban los que reían. Luego, estaban los que rodaban. Finalmente, estaban los que saltaban. Cuando asistí a una reunión pentecostés por primera vez en Shantung hace cincuenta años, yo vi todas estas personas. Algunos saltaban, otros rodaban y aun otros gritaban. Nadie prestaba atención ni aun cuando el pastor subía a la plataforma para hablar. Más tarde tuvieron el desfile santo; todos desfilaron emocionadamente por la sala. En el año 1932 el movimiento pentecostés llegó a nosotros también. Una vez en nuestra reunión en Tsinán un colaborador llamado Yuen empezó a hacer teatro. Actuaba como el burrito que llevó a Jesús a Jerusalén. Todos alrededor de él gritaron: “¡Aleluya!” Algunos quitaron sus abrigos y los pusieron en el suelo para que él los pisara.
En el año 1943 me estuve reponiendo de una enfermedad en Chifú. Un hermano llamado Chang vino de otra ciudad para reunirse con nosotros en la iglesia en Chifú. El reprendió a la iglesia diciendo: “Miren, nuestro hermano Lee está postrado en cama con tuberculosis. ¡Qué muertos están todos ustedes!” Cuando él dijo esto, todos empezaron a prestar atención al movimiento pentecostés y a practicar el hablar en lenguas. Una hermana llamada Lee que era enfermera hablaba en lenguas con más frecuencia y vehemencia que todos los demás. En aquel entonces yo pasé la mayor parte de mi tiempo en cama. Los ancianos vinieron a invitarme a asistir a una de sus reuniones. Debido a que yo era veterano en este asunto, estaba totalmente familiarizado con el asunto del hablar en lenguas. Yo dije a los ancianos que no necesitaba ir porque ya sabía la situación. Antes de aquel tiempo ya había tenido más de diez años de experiencia en este asunto. Pero debido a su insistencia más tarde me conformé. Los hermanos arreglaron una cama donde yo pudiera acostarme durante la reunión. Cuando la reunión empezó, esa hermana Lee se arrodilló y se preparaba para hablar en lenguas. Pero extrañamente no pudo decir nada. En seguida ella dijo que no hablaría ese día.
Después de eso, pasó la fiesta del solsticio de invierno, y una hermana que amaba mucho al Señor murió de tuberculosis. Entonces este hermana Lee dijo al marido de la hermana fallecida que no hubiese de preparar ningún ataúd ni sepultura. Ella dijo a ese hermano Wong que no preparara ningún funeral, y le dijo que su esposa se levantaría al mediodía el próxima día. Había más de mil hermanos y hermanas en la iglesia en Chifú. Todos se asombraron de las noticias. Todos esperaban el mediodía del día siguiente. Cuando llegó la hora, nada sucedió. La hermana que hablaba en lenguas trabajó duro sobre la hermana muerta para tratar de resucitarla. Pero a pesar de todo lo que hizo, la persona muerta se quedó muerta; nada la pudo resucitar. Después de aproximadamente tres horas de esfuerzo vano, un anciano mayor dijo al marido de la mujer muerta que siguiera adelante y hiciera la preparación para su entierro. Desde entonces, nadie en la iglesia en Chifú creía nada más acerca del hablar en lenguas. Como resultado, la iglesia en Chifú fue rescatada.
Mi punto es éste: la razón por la cual todas estas cosas pentecosteses de hablar en lenguas sucedieron es que el cristianismo está demasiado muerto. Cuando los cristianos rehúsan hablar en las reuniones, Satanás inventará algunas cosas falsas para mover a la gente.
Yo he estudiado este asunto durante más de cincuenta años, y he visto a muchos que hablan lenguas tanto en el movimiento pentecostés como entre nosotros. Durante un año yo hasta tomé la iniciativa en ayudar a otros a hablar en lenguas. Durante todos estos años y por mucho estudio objetivo intenté averiguar si esas lenguas eran auténticas o no. Ahora yo puedo decirles que el resultado de mi estudio me da la prueba definitiva de que las lenguas de estas personas no son auténticas. Hechos 2 dice que las lenguas eran dialectos; eran idiomas. Pablo en 1 Corintios 14:26 también nos dice que las lenguas pueden interpretarse; es un idioma que se puede interpretar. Yo he oído a los chinos hablando en lenguas, y he oído también a los americanos hablando en lenguas. Sus lenguas no son semejantes a aquéllas en la Biblia, las cuales pueden interpretarse. Por esta razón yo sé que mi conclusión es correcta. Si usted es lingüístico y graba las lenguas de estas personas y las estudian concienzudamente, encontrará que consisten de a lo más unos pocos sonidos. ¿Cómo pueden unos cuantos sonidos constituir un idioma? Por esta razón ellos inventan la explicación de que las lenguas no son un idioma necesariamente; pueden ser sólo los sonidos de la lengua. Cuando les enseñan a ustedes a hablar en lenguas, todos ellos les dicen que den vuelta a su mandíbula y que tuerzan su lengua. Como resultado ustedes obtienen el sonido de la lengua.
Algunos lo encuentran difícil dar vuelta a sus mandíbulas o torcer sus lenguas. Para éstos es difícil hablar esa clase de lengua. En la China, hay personas que pueden imitar toda clase de sonido por sus facultades vocales. Esto es su habilidad. Ellos pueden emitir algo que suena como el inglés, o el japonés o el chino. A veces pueden imitar el canto de un ave. A veces pueden imitar el sonido del caminar de una mujer. Para estas personas, seguramente no es necesario enseñarles a hablar en lenguas; todos ellos pueden hablar en lenguas con fluidez.
Además, cuando los japoneses hablan en lenguas ellos hablan con acento japonés. Cuando los mexicanos hablan en lenguas, asimismo hablan con acento mexicano. Los chinos hablan en lenguas con acento chino, y los americanos hablan en lenguas con acento americano.
El hablar en lenguas del movimiento pentecostés está equivocado, pero el principio de abrir nuestra boca para hablar en las reuniones es correcto. No necesitamos usar ese método para abrir nuestra boca en la reunión. Tenemos un espíritu por dentro, y tenemos la palabra de la Biblia para nosotros. Podemos usar nuestra boca y ejercitar nuestro espíritu para emitir las palabras de la Biblia. Esto es mucho mejor que el hablar en lenguas. Invoquen el nombre del Señor. Oren-lean Sus palabras. La mejor forma es abrir su boca y hablar. Pero aquí radica nuestro problema; no estamos dispuestos a abrir nuestra boca para hablar en las reuniones. Esto es especialmente cierto de los chinos. No estamos acostumbrados a abrir nuestra boca en público. Esto es una lástima. Por esta razón a menudo apagamos al Espíritu. Si ustedes quieren encender un fuego en el hornillo, deben darle aire arriba y abajo. Si la apertura arriba está cerrada y la puerta debajo del fuego está cerrada, nunca pueden encender el fuego. Primero ustedes tienen que abrir la válvula así como la puerta. Entonces se encenderá el fuego. En el mismo principio cuando ustedes abren su boca, el Espíritu se incendiará dentro de ustedes. Pero si cierran su boca, el Espíritu no se moverá. Esto es el apagar al Espíritu.
Las reuniones cristianas son para nosotros el entretenimiento en nuestra vida diaria. Aquí nos divertimos en Dios. Por esta razón cuando nos reunimos, debemos reunirnos en el Espíritu y dentro del nombre del Señor; es decir, tenemos que reunirnos para entrar en el Señor mismo. El es el Espíritu que permanece en nuestro espíritu. Por esta razón debemos liberar nuestro espíritu. Para liberar nuestro espíritu debemos abrir nuestra boca para hablar. Podemos hablar dos o tres palabras acerca de nuestra experiencia de Cristo en nuestra vida diaria. En toda circunstancia necesitamos experimentar a Cristo. Disfrútenle en todo, en lo grande o en lo pequeño. Tómenle como su fuerza, su sabiduría, su sustento, su consuelo, su luz y su guía. Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). Si estamos dispuestos a ser así, entonces cuando cada uno de nosotros va a la reunión, tendrá unas pocas palabras que hablar acerca de Cristo. Esto es la exhibición de Cristo. En su vida diaria ustedes viven por medio de tomar a Cristo como su vida y experimentar a Cristo. Entonces en la reunión traen su experiencia, así como los labradores traen la cosecha como ofrenda. Cuando en las reuniones ustedes presentan al Cristo que experimentan, y emiten este Cristo con su boca y su espíritu, están ofreciendo su cosecha y están exhibiendo a Cristo. De esta manera el vivir de ustedes es uno que se reúne en el Espíritu y por Cristo.