
Lectura bíblica: Nm. 11:29; 1 Co. 14:1, 31; Col. 3:16; 1 Ti. 2:4
En cada reunión tenemos la Biblia y el himnario en nuestras manos. No debemos estar sentados calladamente y esperar a que la reunión empiece. Cada uno puede ponerse de pie para declarar la palabra del Señor o escoger un himno para hablar unos a otros. La reunión cristiana no es un “servicio” de adoración donde uno habla y todos los demás escuchan. Más bien, es el reunirnos con un espíritu abierto para emitir el Cristo que experimentamos, atesoramos y amamos con las palabras que El nos dé. Nuestro hablar de esta manera es nuestra exhibición de Cristo.
La estrofa 1 de Himnos, #391 dice:
Llenos de Cristo en la reunión, El excedente es para Dios, Al ofrecerle tal porción, Cristo exhibido es.
Coro:
¡A Cristo exhibid! ¡A Cristo exhibid! El excedente a la iglesia trae, ¡A Cristo exhibid!
La frase “a Cristo exhibid” es extraña no solamente a nuestros amigos incrédulos, sino también es bastante nueva a los creyentes que han sido salvos por muchos años. Este cántico fue escrito por primera vez en inglés en 1963. Luego en 1966 lo tradujimos al chino. Después de que se escribió este cántico a todos nos gustaba cantarlo. Mientras más canto este himno, más lo disfruto.
La Biblia nos da un tipo en el Antiguo Testamento que describe la situación del pueblo de Dios cuando se reunían. Después de que los hijos de Israel entraron en la tierra de Canaán, tenían que laborar y cultivar la tierra. Si no hacían esto, no había fruto. Mientras más laboraban, más eran bendecidos por Dios; Dios enviaba la lluvia, el aire fresco y el clima apropiado para que tuvieran una cosecha rica y abundante. Dios mandó que tres veces al año trajeran el fruto rico de su tierra para ofrecerlo a Dios y para satisfacer a Dios (Dt. 16:16). Allí en la fiesta todos disfrutaban de todas las riquezas juntamente con Dios.
Todos nosotros hemos recibido al Cristo todo-inclusivo como la buena tierra (Col. 1:12). Es una tierra que fluye con leche y miel. En nuestra vida diaria debemos experimentar este Cristo rico todo el tiempo. Cuando nos reunimos, debemos presentar a este Cristo que hemos experimentado y ofrecerle a Dios para que sea Su comida. Entonces todos podemos disfrutar a este Cristo juntos como nuestro disfrute. Si ustedes entraran a Jerusalén durante una de las fiestas de los hijos de Israel, habrían visto el templo rodeado de toda clase de fruto de la buena tierra. Esto verdaderamente es una exhibición. Es una exhibición delante de Dios de todo el fruto que los hijos de Israel segaron.
La manera de reunirse como se revela en la Biblia no es como los servicios de adoración cristianos hoy día. La forma de los servicios de adoración en el cristianismo es totalmente natural y religiosa. Es un producto de hábitos y tradiciones. Así como se requieren médicos para resolver la enfermedad, y abogados para resolver las disputas legales así algunos suponen que se requieren pastores para manejar la adoración cristiana. Ellos consideran que la predicación es el trabajo de los pastores: los demás no tienen nada que hacer excepto escuchar. El camino del Señor para nosotros no es así. El quiere que nos reunamos para exhibir a Cristo.
El Señor Jesús dijo: “Porque donde están dos o tres congregados en (lit., hacia adentro de) mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18:20). La preposición aquí es dentro de. No nos estamos reuniendo meramente en el nombre del Señor, sino que estamos congregados dentro de Su nombre. Cada vez que nos reunimos estamos congregados dentro de Su nombre.
Un nombre denota una persona. El nombre de Jesús denota la Persona de Jesús. Cuando estamos congregados dentro del nombre del Señor, en realidad estamos reunidos dentro del Señor mismo. El significado aquí es muy profundo. Que dos o tres estén congregados dentro del Señor significa que se les conduce fuera de sí para que sean reunidos dentro del Señor. Solamente cuando tengamos semejante reunión estará con nosotros el Señor. Por ejemplo, si dos o tres están congregados, pero si todos se quedan en sí mismos —uno disgustado del otro, uno descontento con el otro; ninguno prestando atención al Señor Jesús, sino todos discutiendo entre sí— ¿cómo puede el Señor estar entre ellos bajo tales circunstancias? Aunque dos personas tengan mucha antipatía el uno al otro, cuando se reúnen tal vez no expresen esto exteriormente sino que traten de guardar las apariencias. Puede ser que hagan esto aun en sus oraciones. Una reunión así nunca puede tener la presencia del Señor porque ninguno de los dos ha salido de sí mismo.
Cuando salgamos de nosotros mismos y entremos al Señor Jesús, estaremos llenos de salmos, cánticos y alabanzas desde el interior. Bajo una circunstancia así, cuando nos reunimos, por supuesto el Señor estará entre nosotros. Mientras abrimos nuestras bocas Cristo será exhibido. Hoy día el Señor Jesús es el Espíritu (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17) y el Espíritu está en la Palabra (Jn. 6:63). El Señor Jesús es la Palabra (Jn. 1:14), y el Señor Jesús también es el Espíritu. El es vida, El es el Señor real y El es el Dios real (Jn. 14:6; 20:28). Además, todas estas cosas están en la Palabra. Si ustedes no hablan la Palabra, el Espíritu no saldrá y el Señor no puede ser liberado. Hablar en el Espíritu es expresar al Señor y esta expresión es la exhibición de Cristo.
En el Antiguo Testamento Moisés condujo aproximadamente dos millones de israelitas fuera de Egipto al desierto (Ex. 12:37-38). Debido a la carga pesada de los asuntos diarios, Moisés empezó a quejarse un poco (Nm. 11:10-15). Entonces Dios mandó a Moisés que reuniese al tabernáculo setenta ancianos. Cuando los ancianos estaban reunidos, el Espíritu de Jehová descendió sobre ellos y todos ellos profetizaron (vs. 16-17, 24-25). Sin embargo, dos de los setenta ancianos se quedaron en el campamento. No fueron al tabernáculo de Jehová. No obstante el Espíritu de Jehová también reposó sobre ellos, y también profetizaron en el campamento. Cuando un hombre joven vio esto, vino y lo contó a Moisés. Después que Josué, el ministro de Moisés, oyó esto, él dijo: “Señor mío Moisés, impídelos” (v. 28). Pero Moisés le dijo: “¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos” (v. 29). Parece que Moisés dijo: “Hasta tú, Josué, debes profetizar. Ojalá que todo el pueblo de Dios profetizara”.
Las palabras de Moisés revelan el deseo de Dios. Dios desea que todo Su pueblo profetice. Esto es semejante a lo que Pablo dijo en 1 Corintios 14:31: “Porque podéis profetizar todos uno por uno”. Otra vez en 1 Corintios 14:1 él dijo: “procurad ... que profeticéis”. Estas palabras de Moisés y Pablo nos revelan la intención de Dios. Dios desea que todos nosotros que creemos en El profeticemos.
Cuando profetizamos, no hablamos palabras comunes. Más bien, hablamos por y emitimos el Señor. Cristo es un misterio. Nadie le puede entender y nadie le ha visto jamás. Pero si ustedes han experimentado a Cristo, El llegará a ser un hecho y una realidad en ustedes. De esta manera le pueden emitir.
En 1 Timoteo 2:4 dice que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento pleno de la verdad” (lit.). La intención de Dios no es solamente que todos los hombres sean salvos, sino que todos ellos vengan a un conocimiento pleno de la verdad. Muchos cristianos tienen un concepto equivocado en que ellos piensan que solamente los predicadores necesitan conocer la verdad. Según el concepto de ellos, la gente común, que no son pastores, no necesitan conocer la verdad. Pero el deseo de Dios no es solamente que todos los hombres sean salvos, sino que vengan al conocimiento pleno de la verdad. Su deseo es que todos los hombres no meramente conozcan la verdad, sino que vengan a un conocimiento pleno de la verdad.
Todo creyente regenerado tiene un deseo de agradar al Señor. Pero no podemos agradarle meramente con ser salvos. Debemos esforzarnos para pasar a tener un conocimiento pleno de la verdad. Solamente entonces será satisfecho el deseo de Dios. En realidad, si no conocemos la verdad, no tenemos nada que profetizar para el Señor.
Recientemente he oído las mismas palabras de dos o tres fuentes diferentes. Se me dijo: “Hermano Lee, durante todos estos años hemos escuchado su ministerio. Cada año asistimos a dos grandes entrenamientos por diez días, y cada uno de ellos abarca treinta mensajes. Hacíamos esto desde hace más de diez años. Pero todavía sentimos que no conocemos mucho de la verdad. Sin embargo, un día cuando nos metimos en una situación que requirió que abriéramos nuestra boca, nos dimos cuenta de que mientras más hablamos, más había en nuestro espíritu. Solamente entonces nos dimos cuenta de que durante los últimos diez años tantas verdades se han depositado dentro de nosotros”.
Si ustedes no abren su boca, no saben cuánto depósito hay en ustedes. Pero si ustedes tienen algún depósito, entonces una vez que abran su boca, no podrán detenerse. Lo triste es que muchos de nuestros hermanos y hermanas, especialmente los chinos entre nosotros, nunca quieren abrir sus bocas. Los chinos naturalmente son moderados; ellos no quieren hacer una exhibición de sí mismos. Desde nuestra juventud nos enseñaron la generación mayor a no abrir nuestra boca ligeramente. Se nos decía que todos los problemas provienen de la boca. Se nos enseñaba: “Más hablar, más error; menos hablar, menos errores; ningún hablar, ningún error”. Esto ha llegado a ser nuestra norma y hábito social. Puede que tengamos mucho que decir en privado, pero cuando llegamos a las reuniones nos callamos completamente. Fuimos influenciados desde nuestra juventud por esta clase de enseñanza. Debido a esto es muy difícil que hablemos en las reuniones. Sin embargo, no piensen que ésta es la quietud, la cortesía o el decoro suyo. Esto es la sutileza de Satanás. El usa estas cosas para cerrar su boca para que ustedes no hablen por el Señor.
En el Antiguo Testamento el Espíritu de Jehová tuvo que caer sobre los hombres antes de que pudiesen profetizar. Pero en el Nuevo Testamento, nosotros no necesitamos esperar que el Espíritu de Dios descienda sobre nosotros. Esto es porque en el día de Pentecostés y después en la casa de Cornelio, el Señor de una vez por todas se derramó como el Espíritu todo-inclusivo sobre Su Cuerpo, el cual incluye a todos los que creen en El durante todas las edades (Hch. 2:1, 4; 10:44-47; 1 Co. 12:13). Hoy día este Espíritu todo-inclusivo ya está sobre nosotros. En verdad yo creo que mientras estoy hablando con ustedes el Espíritu del Señor está sobre mí. Yo creo también que el Espíritu del Señor está no solamente sobre mí sino también en mí.
Todos nosotros necesitamos reclamar la palabra del Señor por fe. Puesto que el Señor ha dicho que Su Espíritu está derramado sobre nosotros, simplemente debemos creerlo. Esto es igual a que el Señor diga que El ha muerto por nosotros. A eso decimos: “Amén”. El no necesita volver a ser crucificado por nosotros. El ya ha sido crucificado y ha realizado la redención. Esto es un hecho que se ha efectuado de una vez para siempre. Lo único que necesitamos hacer es simplemente creerlo, y nosotros entraremos en el disfrute de este hecho.
La Biblia dice también que el Señor ya se ha levantado y ascendido. A esto decimos: “Amén”. Otra vez, la Biblia dice que estamos sentados con El en los lugares celestiales (Ef. 2:6). A esto también decimos: “Amén”. Luego la Biblia dice que el Señor Jesús ha soplado el Espíritu de vida como aire dentro de Sus creyentes (Jn. 20:22). A eso decimos: “Amén”. Además, la Biblia dice que después que el Señor Jesús ascendió al cielo, El derramó el Espíritu de poder sobre Sus creyentes. A eso decimos: “Amén”. El Señor Jesús ha muerto por nosotros, se ha levantado y ascendido, y Su Espíritu está dentro de nosotros así como sobre nosotros. Hoy día no necesitamos buscar estos hechos espirituales. Lo único que debemos hacer es buscar la experiencia de estos hechos. La mejor manera de experimentar todos estos hechos es emitir hablando todos estos hechos por el espíritu de fe (2 Co. 4:13).
Mientras más hablemos por el espíritu de fe, más experimentaremos al Señor como nuestras riquezas. Sin embargo, algunos se han puesto de pie para hablar sin espíritu y sin fe. La razón de esto es que no se han preparado bien; no han orado adecuadamente. Para hacer cualquier cosa necesitamos prepararnos bien. No podemos tomar por excusa de que estemos ocupados y así pasar por alto nuestra preparación.
El Espíritu del Señor está en nosotros así como sobre nosotros, pero todavía necesitamos la oración y la preparación adecuadas. Si un hombre ha estado ocupado todo el día y llega a casa y se enreda en una discusión con su esposa, no hay manera de que él venga a la reunión y hable por el espíritu de fe. Si él habla, no habrá espíritu y no habrá fe. Antes de que empiece la reunión él tiene que confesar sus pecados inmediatamente y pedir el perdón del Señor. El tiene que tomar la limpieza de la sangre. Pero aun después de que la sangre le ha limpiado, el diablo todavía le molestará, recordándole sus fracasos. Cuando los hermanos y hermanas llegan a las reuniones, muchos están mal preparados; por lo tanto, cuando hablan no hay espíritu y no hay fe.
Se requiere preparación y oración para hablar en las reuniones con espíritu y con fe. Antes de cada reunión, ustedes tienen que orar ante el Señor. Para mí, antes de cada reunión, especialmente las reuniones en las cuales tengo que hablar, yo tengo que orar. Sin oración, no puedo prepararme bien. Si ustedes van a las reuniones sin oración, Satanás les acusará de muchas cosas. El expondrá todas sus deficiencias. Por esta razón, tienen que orar a fondo, primero para ahuyentar a todos los demonios y para tratar con todas las condenaciones a fin de que tengan la paz y la confianza por dentro. De esta manera su hablar estará con espíritu y con fe.
La fe no está en nuestra mente. Está en nuestro espíritu. Si tenemos fe tenemos espíritu. Cuando nuestros espíritus son liberados, el Espíritu Santo, quien está mezclado con nuestro espíritu, también está liberado. Este es el espíritu de fe mencionado en 2 Corintios 4:13. Todos necesitamos aprender a hablar por el espíritu de fe. Hablar de esta manera es profetizar. Profetizar no es predicar; es hablar por Dios y emitir Dios.
Cuando vamos a una reunión debemos profetizar. Cada hermano y hermana debe aprender a abrir su boca. De otro modo no hay manera de seguir adelante en el recobro del Señor. La única alternativa que queda es que uno que sea capaz hable y que todos los demás escuchen. Si ése es el caso, inmediatamente retrocedemos al cristianismo para hacernos parte de su degradación.
La Biblia nos muestra que cada vez que nos reunimos, cada uno tiene un salmo, una enseñanza o una revelación (1 Co. 14:26). No es que un solo hombre hable y que todos los demás escuchen. Más bien, es que todos hablan y que todos escuchan. Colosenses 3:16 dice: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”. Podemos enseñarnos y exhortarnos unos a otros con himnos. Ustedes pueden hablarme a mí y yo puedo cantarles a ustedes. La segunda parte de este versículo dice que nos enseñamos y nos exhortamos unos a otros en salmos, mientras que la primera parte de este versículo dice que debemos permitir que la palabra de Cristo more ricamente en nosotros. ¿Es la palabra o es los salmos? Es difícil decir. Si un hombre ha hablado las palabras del Señor durante varios años, las palabras para él casi se convertirán en un salmo. Esto es mi experiencia. Muy poco después que fui salvo, llegué a ser muy celoso para predicar el evangelio. Escribí mis propios folletos. El título de un folleto era “El Camino Maravilloso a la Salvación de Nuestra Alma”. Eso era lo único que podía hablar en aquel tiempo. Pero durante todos estos años, he hablado constantemente. Hoy día, cuando yo abro mi boca para hablar por el Señor, las palabras son casi como salmos y cánticos.
A veces cuando yo escucho el hablar de ustedes, o su tema está equivocado o sus verbos están equivocados. Su hablar no es adecuado, mucho menos como un salmo. La razón de esto es que no han estado ejercitándose. Su hablar es como chismear. Sin embargo, ustedes no pueden hablar la palabra del Señor de la misma manera en que se meterían en una conversación frívola. Ustedes necesitan practicar en todo: ¿cuál es el sujeto? ¿cuál es el verbo? ¿cuál frase va primero y cuál frase debe seguir? Todo eso requiere el ejercicio. No intento darles un mal rato. La palabra del Señor dice claramente: “Y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis” (1 Co. 14:1).
Muy pocos de nosotros que somos salvos han recibido ayuda de esta manera. Muchos son salvos desde hace décadas, pero hoy todavía no pueden hablar en las reuniones. Cuando nace un niño, él empieza a recibir la educación paso a paso. De la escuela primaria se gradúa a la secundaria. De la secundaria se gradúa a la universidad, y de allí él entra a la escuela graduada. Al final de su estudio graduado puede que reciba su doctorado. Puede que tenga solamente veintiséis años cuando recibe su doctorado. No hay desperdicio de tiempo. Pero si él gasta sus años de una manera suelta sin recibir una educación adecuada y sin pasar por ningún entrenamiento formal, todavía hablará un inglés chapurreado aun cuando tiene treinta años.
Esta es la situación con muchos cristianos hoy. Ellos están ocupados con muchas cosas todos los días. Cuando llega el domingo, ellos dan un suspiro de alivio y van para asistir a la adoración del domingo. Su asistir a la iglesia es para relajación. Todos han estado ocupados durante cinco días. Cuando llega el domingo, no es necesario ocuparse más. Todos van a la iglesia para dejar que el pastor haga su ocupada obra, puesto que el lunes todos tendrán que ir al trabajo, y el pastor tendrá sus días libres de todos modos. Entonces todos se sientan en el banco, miran alrededor, escuchan el cantar del coro y están contentos. Esto es el cristianismo degradado. No podemos tomar este camino. Hoy día estamos en el recobro del Señor. Debemos recibir la gracia del Señor. Mientras más recibimos la gracia, más la gracia abundará en nosotros. En 1 Corintios 14:1 dice que debemos procurar alcanzar dones espirituales, pero sobre todo que profeticemos. El versículo 31 de 1 Corintios 14 dice que todos nosotros podemos profetizar; y Colosenses 3:16 nos dice que permitamos que la palabra de Cristo more en abundancia en nosotros en toda sabiduría enseñándonos y exhortándonos unos a otros en salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando con gracia en nuestros corazones para Dios. Nosotros no podemos hacer ninguna de estas cosas. Para estas cosas necesitamos mucha gracia.
Debido a que no tenemos esta clase de ejercicio o enseñanza, estoy muy cargado de tener más comunión con ustedes respecto a este asunto. Si no hacemos esto, nos haremos cristianos nominales. Asistiremos al servicio de adoración cuando llegue la hora. Otros escogerán los himnos para nosotros, otros tocarán los cantos, otros cantarán y otros hablarán. Y cuando se termine el hablar, todos se irán a casa. Puede ser que pasemos un tiempo agradable de esa manera, pero el Señor no pasará un tiempo agradable. El no tendrá manera y Su palabra no se realizará.
Aunque yo he expuesto todos los veintisiete libros del Nuevo Testamento durante los últimos doce años, y aunque mi exposición se ha imprimido y publicado en tomos que ascienden a más de diez mil páginas, yo temo que sea difícil encontrar uno entre cien de nosotros que haya venido a un conocimiento pleno de estas verdades. Si no hemos aprendido estas verdades y no tenemos depósito dentro de nosotros, entonces cuando llegue el momento de hablar, no tendremos las palabras; no tendremos nada que decir. Este depósito fue mencionado por Pablo en 2 Timoteo 1:13-14. Allí él exhortó a Timoteo a que retuviera la forma de las sanas palabras que oyó Timoteo de él y le rogó que guardara el buen depósito por el Espíritu Santo.
Todos nosotros sabemos que no es suficiente que un joven reciba una educación de sólo los libros de texto. Además de los libros de texto, él debe leer muchos otros libros. Mientras más libros lea, más depósito tendrá. Si no leemos la Biblia cada día, no tendremos depósito dentro de nosotros. Espero que ustedes lean cuidadosamente por los libros y los mensajes de los Estudios-vida que hemos publicado. Léanlos cada día y por todas partes. Ustedes no necesitan dedicar un tiempo demasiado largo cada vez que los leen. Solamente dediquen cinco o diez minutos cada vez. Gradualmente, acumularán una gran cantidad. Cualquier página es buena para leer. Estoy contento cuando veo que los hermanos en Texas tienen sus casas llenas de los mensajes de Estudio-vida. Ellos tienen mensajes de Estudio-vida en la mesa de centro en la sala, en la cocina, por el fregadero o en la cómoda en la recámara. Ustedes simplemente pueden tomar cualquier mensaje y recibir la provisión y la nutrición.
Todos nosotros deseamos que el Señor tenga camino en Su recobro y todos deseamos crecer en vida y ser lleno con el Señor por dentro. A fin de tener esto debemos leer la palabra del Señor. Debemos permitir que la palabra de Cristo more en abundancia en nosotros. Es muy apropiado que la palabra “more” sea en el subjuntivo aquí. Eso implica que el Señor está tocando a la puerta y que Su palabra espera a la puerta. Necesitamos permitir que el Señor y Su palabra pasen.
Cada uno que cree en el Señor y le ama atesora la palabra de la Biblia. Pero muchas veces no la entendemos. O no entendimos el sentido de las palabras o no captamos su contenido. Yo he puesto juntas mis experiencias de más de cincuenta años y he expuesto en detalle todos los libros del Nuevo Testamento. Mi propósito en hacer esto es abrir las riquezas en estos libros. Ahora aquí está la Biblia, y aquí están los mensajes de Estudio-vida. La palabra del Señor está esperando fuera de la puerta. Permitan que esta palabra de Cristo entre y haga su hogar en abundancia en ustedes.
¿Cómo podemos hacer las reuniones de los grupos pequeños ricas, fuertes, frescas y vivas? Después de mucha investigación, yo supe que para muchos el utilizar la Biblia en sí no es suficiente para abrir sus riquezas; es necesario que los mensajes de Estudio-vida sirvan como ayuda. Nosotros atesoramos la Biblia, pero las palabras de la Biblia deben abrirse antes de que podamos recibir luz de la Biblia. Lo mismo es verdad de la comida que comemos. Por ejemplo, la harina primero debe ser molida en polvo y amasada o hecha fideos hasta que la podamos consumir. En las reuniones de los grupos pequeños no solamente necesitamos poner la Biblia delante de los otros; necesitamos presentarles los libros que expliquen la Biblia de una manera muy sencilla y clara. No se quiere que los mensajes de Estudio-vida reemplacen la Biblia. Al contrario, se quiere que ellos ayuden a la gente a abrir la Biblia y que les provean la vida y nutrición espiritual.
Si amamos al Señor y Su recobro, debemos seguir Su dirección. En la etapa actual la dirección del Señor es el recobro de las reuniones de los grupos pequeños en las casas. Esta es la forma de reunirse iniciada por el Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Hch. 2:46). Después de muchos siglos, todas las otras maneras se han demostrado ser inútiles. Solamente reunirse en las casas proporciona un camino al Señor. Por esta razón el Señor está recobrando entre nosotros esta forma de reunirnos.
Todos los hermanos y hermanas que se reúnen con nosotros en el recobro del Señor deben perseguir el camino de las reuniones de los grupos pequeños. Ustedes harán esto si aman al Señor y Su recobro. Como hemos dicho en otras ocasiones: “Los cielos pueden pasar y la tierra puede ser quitada, pero las reuniones de los grupos pequeños nunca se deben abandonar”. Cada vez que ustedes asisten a una reunión de un grupo pequeño no asistan de una manera suelta. Más bien, prepárense. Asistan con oración y con el depósito que han obtenido en su vida diaria. Todos tienen que llegar con sus lomos ceñidos y su mente refrescada. Dejen atrás todo lo viejo y las formas. Abran su boca, liberen su espíritu, ejerciten la fe y demuestren el poder. De esta manera, las reuniones de los grupos pequeños seguramente serán ricas, fuertes, frescas, vivas, atractivas y podrán apoyar a las personas. Que todos nosotros nos esforcemos en este asunto, y que todos aprendamos y practiquemos juntos para que el Señor tenga un camino entre nosotros.