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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Pedro»
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Mensaje 30

EL JUICIO GUBERNAMENTAL DE DIOS

(1)

  Lectura bíblica: 1 P. 1:17; 2:23; 4:5-6, 12, 17-19

UN PENSAMIENTO BÁSICO EN LOS ESCRITOS DE PEDRO

  En este mensaje, y en el siguiente, haremos un repaso completo de todos los asuntos abarcados en los capítulos del 1 al 4, los cuales tienen que ver con el juicio gubernamental de Dios. El concepto del juicio gubernamental de Dios es un pensamiento básico que Pedro presenta en la redacción de esta epístola. El juicio de Dios, según se ve en 1 Pedro, puede ser comparado al eje de una rueda. Si a la rueda se le quitara el eje, todos los radios se desprenderían. Asimismo, si quitáramos el pensamiento del juicio de Dios de los libros de 1 y 2 Pedro, estas epístolas perderían su estructura básica.

  Al leer estas epístolas, muchos cristianos tal vez no presten la debida atención al asunto del juicio gubernamental de Dios. La razón por la cual la mayoría de los lectores presta atención a otros asuntos y no al juicio de Dios, es que su mente no ha sido adiestrada para concentrarse en este tema de la Palabra de Dios. Sin embargo, Juan Nelson Darby fue una excepción al respecto. Cuando expuso 1 y 2 Pedro, él centró su atención en el juicio gubernamental de Dios. Si hemos de prestar atención o no a este asunto hallado en las epístolas de Pedro, ello dependerá de si tenemos o no una mente adiestrada para prestar atención a un tema como éste.

  Hace muchos años, algunos de nosotros estuvimos teniendo comunión respecto al tema principal de cada uno de los libros del Nuevo Testamento. Todos sabíamos que Mateo trataba del reino de Dios; Marcos, del servicio a Dios; Lucas, de la salvación de Dios; y Juan, de la vida. Cuando alguien preguntó cuál era el tema de las epístolas de Pedro, con gran asombro mío, el hermano Nee dijo que estos dos libros trataban del gobierno de Dios. Desde entonces empecé a preguntarme en qué consistía el gobierno de Dios. Me decía a mí mismo: “¿No es el reino mencionado en Mateo equivalente al gobierno de Dios? ¿Cuál es la diferencia entre el reino de Dios y el gobierno de Dios?”. Poco a poco comencé a entender la diferencia entre el reino y el gobierno.

  Por supuesto, en 1 y 2 Pedro no encontramos la palabra gobierno, pero sí vemos el medio por el cual Dios lleva a cabo Su gobierno. El medio por el cual Dios lleva a cabo Su gobierno es Su juicio. Al final, después de que el juicio de Dios haya terminado, vendrán el cielo nuevo y la tierra nueva donde morará la justicia. El cielo nuevo y la tierra nueva son la consumación de 1 y 2 Pedro. Es preciso que todos veamos esto.

  Como ya señalamos, al principio de 1 Pedro se habla de la presciencia de Dios antes de la fundación del mundo, esto es, en la eternidad pasada, mientras que en el último capítulo de 2 Pedro se habla de un cielo nuevo y una tierra nueva, los cuales existirán en la eternidad futura. Esto quiere decir que el tiempo que abarcan estas dos epístolas se extiende desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura. Estos dos libros alcanzan su consumación en el cielo nuevo y la tierra nueva, cuyo contenido será la justicia. Todo esto está relacionado con el gobierno de Dios.

  El juicio de Dios comenzó a ejecutarse en el Antiguo Testamento, y se ha seguido ejecutando continuamente a lo largo de las generaciones. Hoy Dios sigue juzgando. En el Nuevo Testamento vemos que el juicio de Dios comienza por Su propia casa y concluirá cuando el cielo viejo y la tierra vieja sean consumidos por el fuego. Éste será el último paso del juicio de Dios. Una vez que se haya consumado este último paso, surgirán el cielo nuevo y la tierra nueva. Esto significa que cuando Dios haya juzgado todo este universo, y lo haya purificado completamente mediante Su juicio, vendrá el cielo nuevo y la tierra nueva donde morará la justicia. Esto tiene que ver con el juicio gubernamental de Dios.

  Siento la carga de que todos los santos, especialmente los jóvenes, tengan una comprensión clara de 1 y 2 Pedro. En particular, es preciso que veamos que el tema de estos dos libros es el gobierno de Dios, el cual Él ejecuta por medio de Su juicio.

EL JUICIO QUE SE EJECUTA DIARIAMENTE EN CONFORMIDAD CON EL GOBIERNO DE DIOS

  En 1 Pedro 1:17 leemos: “Y si invocáis por Padre a Aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor durante el tiempo de vuestra peregrinación”. Pedro “no habla aquí del juicio final del alma. En ese sentido ‘El padre no juzga a nadie, sino que todo el juicio ha dado al Hijo’ (Jn. 5:22). Aquí se está hablando del juicio que Dios, en Su gobierno, ejerce diariamente sobre Sus hijos en este mundo. Es por ello que se nos habla del ‘tiempo de vuestra peregrinación’” (Darby). Éste es el juicio que Dios trae sobre Su propia casa (1 P. 4:17).

  Puesto que estas dos epístolas tratan sobre el gobierno de Dios, se hace referencia repetidas veces al juicio de Dios y del Señor (2:23; 4:5-6, 17; 2 P. 2:3-4, 9; 3:7), como uno de los puntos principales. El juicio de Dios empezó con los ángeles (2 P. 2:3-4) y siguió ejecutándose en la humanidad a través de las generaciones en el Antiguo Testamento (2 P. 2:5-9). En la era del Nuevo Testamento, el juicio comienza por la casa de Dios (1 P. 1:17; 2:23; 4:6, 17) y continúa ejecutándose hasta que llegue el día del Señor (2 P. 3:10), el cual será un día de juicio sobre los judíos, los creyentes y los gentiles antes del milenio. Después del milenio, todos los muertos, incluyendo a los hombres y a los demonios, serán juzgados y perecerán (1 P. 4:5; 2 P. 3:7), y los cielos y la tierra serán quemados por el fuego (2 P. 3:10, 12). El resultado de los diversos juicios no siempre es el mismo. Algunos juicios dan como resultado una prueba disciplinaria, otros, un castigo dispensacional, y otros, la perdición eterna. Sin embargo, mediante todos estos juicios, el Señor Dios purificará todo el universo con el fin de tener un cielo nuevo y una tierra nueva destinados a un nuevo universo lleno de Su justicia (2 P. 3:13) para el deleite del Señor.

  El temor del cual se habla en 1:17 es un temor santo, como en Filipenses 2:12; es decir, una precaución saludable y seria que nos induce a comportarnos santamente. Tal temor se menciona varias veces en este libro (1 P. 2:17, 18; 3:2, 15), porque la enseñanza de este libro se relaciona con el gobierno de Dios.

  Es importante que quede grabado en nosotros que el gobierno de Dios varía en cada dispensación. Hay diferentes juicios para diferentes casos, y estos juicios tienen diferentes resultados. Es preciso que nos demos cuenta de que, como dice Darby, el juicio de 1:17 no denota “el juicio final del alma”, pues, como se nos revela en Juan 5:22, este juicio ha sido dado al Hijo. De manera que el juicio referido en 1:17 es aquel que Dios, en Su gobierno, ejecuta sobre Sus hijos en este mundo. Éste no es el juicio final que tendrá lugar en el trono blanco, sino el juicio que Dios ejecuta a diario en el mundo. El juicio que Dios lleva a cabo diariamente no se ejerce sobre los pecadores que se encuentran en una condición caída; más bien, se ejerce sobre los hijos de Dios.

  Los que se oponen a esta enseñanza de la Palabra quizás digan: “¿Cómo es posible que nosotros, los hijos de Dios que estamos en la gracia, seamos juzgados por Dios? Dios es nuestro Padre, y Él nos ama y nos imparte Su gracia. ¿Cómo podría Él juzgarnos?”. Es así como algunos se oponen a la verdad concerniente al juicio de Dios, y ésta es la razón por la cual siento la carga de que todos captemos el concepto puro que nos transmite la Biblia sobre este tema. Hoy, todos nosotros somos objeto del juicio de Dios. Dios no sólo nos agracia, o nos imparte gracia, sino que además nos juzga. Es por eso que experimentamos tantos sufrimientos. Sufrimos porque Dios nos está juzgando. Por una parte, Dios nos agracia para que llevemos una vida que armonice con Su justicia bajo Su gobierno; por otra, Él juzga todo aquello que no concuerda con Su gobierno. Por consiguiente, en esta era, los creyentes estamos sujetos al juicio que Dios ejecuta diariamente.

  Darby hace notar que, debido a que el juicio de 1:17 es el juicio que Dios en Su gobierno ejerce diariamente sobre Sus hijos, este versículo habla de conducirnos en temor durante el tiempo de nuestra peregrinación. Esta clase de juicio se ejerce sobre nosotros, los hijos de Dios, mientras nos conducimos en temor durante el tiempo de nuestra peregrinación. Por lo tanto, este juicio no es un juicio futuro, sino un juicio que experimentamos hoy. En cambio, lo que el Señor dice en Juan 5:22 se refiere al juicio eterno, al juicio de los incrédulos en el trono blanco. De manera que el juicio que se menciona aquí es el juicio que Dios ejecuta en el presente sobre Sus hijos, no sobre los incrédulos.

  En el Antiguo Testamento, Dios juzgó a los ángeles caídos, juzgó a la tierra en la época de Noé, y juzgó las ciudades de Sodoma y Gomorra. Asimismo, juzgó a los hijos de Israel en el desierto. Hemos visto que en el Nuevo Testamento, el juicio de Dios comienza por la casa de Dios, lo cual significa que el juicio de Dios comienza por nosotros, es decir, por la iglesia, la cual incluye a todos los santos. El juicio gubernamental de Dios ya empezó. Empezó a llevarse a cabo en la época de los apóstoles y continuará ejecutándose hasta que llegue el día del Señor.

  El día del Señor se menciona tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Según la Biblia, el día del Señor será un día de juicio, y no un día de salvación. Todo el mundo se ha apartado de Dios, y gradualmente el Señor ha venido ejecutando Su juicio. Pero el día de Su juicio final llegará. En aquel día Dios juzgará a todos los hombres. Él juzgará a tres categorías de personas: a los judíos, a los que conforman la iglesia y a la gente del mundo. El juicio de Dios se ha estado llevando a cabo por miles de años, y seguirá llevándose a cabo hasta el juicio final, el cual será el día del Señor. Tarde o temprano, Dios juzgará a cada una de estas tres categorías de personas. Juzgará a los judíos, a todos los cristianos, y luego, a todos los incrédulos. No piense que porque usted sea cristiano, escapará del juicio de Dios. Con respecto al juicio de Dios, no hay escapatoria alguna. El día del Señor será un día de juicio antes del milenio para los judíos, los creyentes y los gentiles.

  Después del milenio, todos los muertos, tanto hombres como demonios, serán juzgados en el trono blanco. Éste será el juicio final para perdición eterna. Después de que sea ejecutado tal juicio, los cielos y la tierra serán consumidos por el fuego, y aparecerán el cielo nuevo y la tierra nueva.

LOS RESULTADOS DE LAS DIVERSAS CLASES DE JUICIO

Una prueba disciplinaria

  Hemos visto que los resultados de las diversas clases de juicio no siempre son los mismos. Ciertos juicios traen como consecuencia una prueba disciplinaria. Esto se aplica a los juicios que experimentamos hoy. Las persecuciones, los problemas y las enfermedades son juicios de Dios que nos acarrean una prueba disciplinaria en esta era.

Un castigo dispensacional

  Otros juicios acarrean un castigo dispensacional. El castigo dispensacional alude al castigo que se sufrirá durante los mil años, durante el reino milenario. El reino será una dispensación. Los cristianos que hayan sido derrotados sufrirán un castigo durante la era venidera. Aquello será un castigo dispensacional.

  Según el Evangelio de Mateo, algunos creyentes sufrirán durante la dispensación del reino en la era venidera (Mt. 24:48-51; 25:24-30). Para ellos, ese período será un tiempo de tinieblas acompañado del lloro y el crujir de dientes. Mateo 25 nos dice claramente que cuando el Señor Jesús regrese, los siervos fieles serán recompensados y los infieles serán castigados. Algunos maestros de la Biblia dicen que los siervos infieles mencionados en Mateo 25 son los cristianos falsos, mientras que los fieles son los cristianos verdaderos. Este entendimiento no es ni lógico ni correcto. ¿Cómo podría un cristiano falso ser contado como siervo del Señor? ¿Acaso un cristiano falso podría ser arrebatado y comparecer ante el tribunal de Cristo? En lugar de dar crédito a la interpretación de que los siervos infieles son cristianos falsos, nosotros creemos la Palabra pura de Dios. La Biblia dice que cuando el Señor Jesús regrese, todos compareceremos ante Su tribunal. En 2 Corintios 5:10 Pablo dice claramente que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo para recibir una recompensa según lo que hayamos hecho. Si hemos laborado fielmente, el Señor nos dará un premio. Pero si hemos sido infieles y le hemos fallado al Señor, Él nos infligirá algún tipo de castigo. Éste será un castigo dispensacional impuesto durante el milenio.

La perdición eterna

  Otros juicios tendrán como consecuencia la perdición eterna. Como hemos visto, el resultado del juicio sobre los hombres y los demonios en el trono blanco será la perdición eterna. Así pues, vemos tres clases de resultados que acarreará el juicio gubernamental de Dios: una prueba disciplinaria, un castigo dispensacional y la perdición eterna.

CRISTO VIVIÓ SUJETO AL GOBIERNO DE DIOS

  En 2:23 Pedro dice con respecto a Cristo: “Quien cuando le injuriaban, no respondía con injuria; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba todo al que juzga justamente”. Según el uso del verbo griego que se traduce “encomendaba”, es necesario añadir la palabra “todo” como su objeto, lo cual se refiere a todos los sufrimientos que experimentó el Señor. El Señor siempre encomendaba los insultos y heridas que recibía a Aquel que juzga justamente en Su gobierno, al Dios justo, a quien Él mismo se sometió. Esto indica que el Señor reconoció el gobierno de Dios mientras llevó una vida humana en la tierra.

  En ningún otro libro del Nuevo Testamento se nos dice que el Señor vivió sujeto al gobierno de Dios. Pedro es el único que nos habla de esto. En 2:23 Pedro nos da a entender que cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él se mantuvo sujeto al gobierno de Dios. Puesto que el Señor se sometió durante toda Su vida al gobierno de Dios, Él encomendaba todos Sus sufrimientos a Dios. Pedro no nos habla aquí del Dios fiel, sino de Aquel que juzga justamente. Esto se debe a que el hecho de juzgar justamente tiene que ver con el gobierno de Dios.

EL JUICIO DE LOS VIVOS Y DE LOS MUERTOS

  En 1 Pedro 4:5, con respecto a los incrédulos, dice: “Ellos darán cuenta a Aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos”. Aquí el pronombre relativo “ellos” se refiere a los gentiles (v. 3), quienes se asombran de la manera distinta en que viven los creyentes y hablan mal de ellos (v. 4). Ellos tendrán que rendirle cuenta al Señor, contándole todo lo que han hecho y dicho durante toda su vida. Esto revela el gobierno que Dios ejercerá sobre todos los hombres. El Señor se está preparado para juzgar a todos, tanto a los vivos como a los muertos. Su juicio es la administración gubernamental de Dios, mediante la cual Él juzga la situación que impera entre los hombres.

  Según el Nuevo Testamento, Dios juzgará a los vivos y a los muertos. Hechos 10:42 dice que el Señor Jesús es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos, y Hechos 17:31 dice que Dios “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó”. En 2 Timoteo 4:1 Pablo dice que Jesucristo “juzgará a los vivos y a los muertos”.

  ¿A quiénes se refiere la palabra “vivos” en 1 Pedro 4:5? Se refiere a los incrédulos que estén vivos cuando el Señor Jesús regrese. Mateo 25:31-46 habla acerca de esto. Mateo 25:31-33 dice: “Pero cuando el Hijo del Hombre venga en Su gloria y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en el trono de Su gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y separará los unos de los otros, como separa el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a Su derecha, y los cabritos a la izquierda”. La frase “todas las naciones” se refiere a todos los gentiles que aún estén vivos cuando Cristo regrese a la tierra, después de que Él haya destruido a los gentiles que sigan al anticristo en Armagedón (Ap. 16:14, 16; 19:11-15, 19-21). Estos gentiles que permanezcan vivos serán reunidos y juzgados ante el trono de gloria de Cristo. Éste será el juicio que Cristo ejecutará antes del milenio sobre los que todavía estén vivos. Difiere del juicio que ejecutará sobre los muertos, el cual tendrá lugar ante el gran trono blanco después del milenio (Ap. 20:1-15).

  Antes de que el Señor se siente en Su trono de gloria, según lo dicho en Mateo 25:31, Él ejecutará muchos juicios durante la gran tribulación. Durante el período de la gran tribulación, muchas personas morirán a causa de las calamidades naturales, de las guerras y del anticristo. Después de la gran tribulación, el Señor vendrá y se sentará en Su trono de gloria en Jerusalén. Todas las naciones que estén vivas, serán reunidas delante de Él para ser juzgadas. Él discernirá quiénes son los cabritos, los malos, los que están destinados al castigo eterno, al fuego eterno; y quiénes son las ovejas, los buenos, los que heredarán el reino preparado para ellos desde la fundación del mundo. Este juicio será el cumplimiento de lo que Pedro dijo en Hechos 10:42, que dice que Dios puso a Cristo por Juez de vivos y muertos. Esto será también el cumplimiento de lo que Pablo dijo en Hechos 17:31, respecto a que Dios designó a Cristo para juzgar a todos los hombres. De nuevo, en 1 Pedro 4:5, Pedro dice que todos darán cuenta a Aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.

  Los “muertos” mencionados en 4:5 son los incrédulos que han muerto, quienes serán juzgados en el gran trono blanco, descrito en Apocalipsis 20. Hemos visto que después de la gran tribulación, el Señor ejercerá Su juicio sobre las naciones que estén vivas. Entonces comenzará el milenio, el reino de mil años. Después del milenio, el Señor ejercerá Su juicio sobre todos los muertos. Al respecto, Apocalipsis 20:12 dice: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante el trono; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”. Apocalipsis 20:15 dice además: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. Éste es el juicio final de los incrédulos que han muerto. Después de ese juicio los viejos cielos y la vieja tierra serán consumidos por el fuego.

DIOS USA EL FUEGO DE TRIBULACIÓN PARA PURIFICAR A LOS CREYENTES

  En 1 Pedro 4:6 Pedro añade: “Porque por esto también ha sido anunciado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en la carne según los hombres, pero vivan en el espíritu según Dios”. En este versículo la frase “los muertos” se refiere a los creyentes en Cristo que murieron y que habían sufrido persecución debido a su testimonio cristiano, según vemos en 1:6; 2:18-21; 3:16-17; y 4:12-19. En este libro, Pedro considera que esta clase de persecución es el juicio de Dios, ejercido según el gobierno de Dios y que comienza por Su casa (v. 17). El evangelio les fue predicado a estos creyentes mientras aún vivían, a fin de que, por un lado, fuesen juzgados, disciplinados, en la carne por Dios, según los hombres y mediante la persecución de los opositores, y de que, por otro lado, vivieran en el espíritu según Dios mediante la fe en Cristo. Esto muestra cuán estricto y serio es el juicio de Dios en Su administración gubernamental. Si los creyentes, quienes han obedecido al evangelio, tienen que pasar por el juicio gubernamental de Dios, ¡con mayor razón tendrán que hacerlo aquellos que se oponen al evangelio y calumnian a los creyentes!

  En 4:12 Pedro dice: “Amados, no os extrañéis por el fuego de tribulación en medio de vosotros que os ha venido para poneros a prueba, como si alguna cosa extraña os aconteciese”. Según lo que abarcamos en uno de los mensajes anteriores acerca de este versículo, la frase “el fuego de tribulación” significa incendio, y denota la manera en que arde un horno de fundición donde se purifican el oro y la plata; esto es similar a la metáfora usada en 1:7. Pedro consideró que la persecución sufrida por los creyentes era semejante a un horno ardiente usado por Dios para purificar la vida de ellos. Ésta es la manera en que Dios disciplina a los creyentes en el juicio de Su administración gubernamental, el cual comienza por Su propia casa (4:17-19).

  Dios usa el fuego de tribulación para castigar, no a los pecadores y opositores, sino a los creyentes, a los miembros de Su familia. El horno ardiente es uno de los medios que Dios usa para llevar a cabo el juicio de Su administración gubernamental. En la administración de Su gobierno, Dios usa el fuego de las tribulaciones como un horno que purifica cualquier escoria que puedan tener los creyentes. Es cierto que nosotros, como creyentes en Cristo, somos oro, pero aún tenemos mucha escoria. De ahí que necesitemos ser purificados. Esta purificación no se logra simplemente por medio de la enseñanza, de la comunión o de las reuniones de la iglesia. Todos necesitamos pasar por el horno ardiente. Dios nos pone en un horno ardiente, en el fuego de las tribulaciones, para consumir toda escoria nuestra. Esto es considerado por Pedro como un juicio que forma parte de la disciplina gubernamental que Dios ejerce sobre los creyentes.

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