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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Romanos»
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Mensaje 55

DESIGNADOS POR EL ESPÍRITU DE SANTIDAD

  Lectura bíblica: Ro. 1:4; 2 Co. 3:18; 8:2, 6, Ro. 8:9, 16; 10:12; 14:17; 15:13; Sal. 3:4; Ro. 5:5, 13, 19; 15:30; 7:6

  En el mensaje anterior examinamos siete palabras significativas: designación, resurrección, santificación, transformación, conformación, glorificación y manifestación. Somos designados hijos de Dios por medio del proceso de la resurrección, el cual incluye la santificación, la transformación, la conformación y la glorificación. Esta glorificación también será nuestra manifestación.

  Todas estas siete etapas ya mencionadas se llevan a cabo mediante el Espíritu y con la vida divina. Dios nos designa Sus hijos y hace que experimentemos el proceso de resurrección por medio de Su Espíritu y con Su vida. Además, Dios nos santifica, nos transforma, nos conforma, nos glorifica y nos conduce a la plena manifestación de la filiación por el Espíritu y con Su vida. Tanto el Espíritu como la vida divina se revelan en el libro de Romanos.

LA SANTIDAD: LA ESENCIA DIVINA

  ¿Cuál es la razón por la cual en Romanos 1:4 Pablo menciona al Espíritu de santidad y no al Espíritu Santo? Se debe a que existe una diferencia entre los dos. La santidad es la esencia divina, la sustancia misma de Dios. Por lo tanto, el Espíritu de santidad es el Espíritu de la sustancia divina, mientras que el Espíritu Santo es la persona misma del Espíritu. Nosotros somos hombres caídos y, como tales, estamos llenos de pecaminosidad por nuestra propia constitución. Pero Cristo el Hijo de Dios está constituido de la santidad. La santidad es Su propio elemento constitutivo. En este versículo, la santidad no significa una perfección en la que uno está libre del pecado ni una separación en cuanto a posición; más bien, significa la esencia divina, la sustancia misma del ser de Dios. Fue conforme al Espíritu de santidad que Cristo fue designado Hijo de Dios.

  Una vez más podemos usar la vida de las plantas como un ejemplo. Cuando un clavel y un lirio echan sus primeros brotes, se parecen mucho entre sí; pero a medida que crecen, son gradualmente designados según la esencia de la vida que está en ellos. Bajo el mismo principio, el Espíritu de santidad es la esencia vital que está en el Señor Jesús. Cuando Él vivió sobre la tierra en la carne, tenía esta divina esencia de vida en Su interior. Debido a que esta esencia vital era conforme al ser de Dios, era también la esencia de santidad. De acuerdo con nuestro entendimiento, la palabra santidad se refiere a ser separados y diferentes de todo lo común. Puesto que la esencia de Dios es única, Dios está separado de todas las cosas ajenas a Él. La santidad mencionada en el versículo 4 es la esencia divina que estaba en el Señor Jesús cuando Él vivió en esta tierra. Tal como la flor del clavel es designada según la esencia vital que está en ella, así el Señor fue designado por la resurrección conforme a la esencia de la vida divina que estaba en Él.

  Hemos indicado que todos debemos servir a Dios en el evangelio de Su Hijo. Servir a Dios en el evangelio es servirle no sólo en lo que concierne a la redención, la justificación y el perdón de los pecados, sino especialmente en lo que atañe a de la filiación. Todo servicio que se efectúa en las iglesias locales debe llevarse a cabo en el evangelio de la filiación. Según este evangelio, los pecadores en la carne pueden ser transformados en hijos de Dios en el Espíritu. ¡Cuán buenas noticias son estas!

EL DIOS TRIUNO APLICADO A NOSOTROS

  En este mensaje necesitamos ver que la designación, la resurrección, la santificación, la transformación, la conformación, la glorificación y la manifestación de los hijos de Dios llegan a ser reales para nosotros por el Espíritu de santidad. Para entender esto, necesitamos saber que la economía de Dios consiste en que Dios se imparte a Sí mismo en el hombre. El hecho de que Dios sea triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— tiene que ver con Su economía, con la impartición de Sí mismo en nosotros. Dios el Padre está corporificado en Dios el Hijo, y Dios el Hijo es hecho real en nosotros y transmitido, experimentado y obtenido por nosotros en Dios el Espíritu. El Espíritu, el tercero de la Deidad, es Dios hecho nuestra realidad y nuestra experiencia. Esto significa que el Dios Triuno se aplica a nosotros a través del Espíritu de Dios. Por esta razón, en nuestra experiencia el Dios Triuno es el Espíritu.

  La corriente eléctrica es un ejemplo de cómo el Espíritu es la aplicación del Dios Triuno. Separada de la corriente eléctrica, la electricidad no puede aplicarse de manera práctica; necesita llegar a ser una corriente eléctrica. Sin embargo, la corriente no es algo diferente de la electricidad; ella es simplemente la electricidad en movimiento. Bajo este principio, el Espíritu es el Dios Triuno aplicado a nosotros. El Espíritu es la corriente del Dios Triuno y, como tal, está listo para aplicarse a nosotros; Él es el Dios Triuno en movimiento.

CRISTO ES EL ESPÍRITU VIVIFICANTE

  El Nuevo Testamento claramente revela que hoy Cristo es el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Esto quiere decir que Cristo es el Espíritu, quien es la corriente del Dios Triuno, la cual nosotros hemos de aplicar en nuestra experiencia. Puede ser que este entendimiento difiera de la teología tradicional, pero concuerda con la Palabra pura de Dios. El Nuevo Testamento revela que Cristo, Dios encarnado como hombre, murió en la cruz por nuestros pecados, resucitó de entre los muertos, ascendió a los cielos, y fue glorificado y entronado como Rey, como Cabeza y como Señor sobre todas las cosas. Este mismo Cristo es también el Espíritu vivificante.

  Los cristianos fundamentalistas reconocen y enseñan todos los elementos objetivos relacionados con quién es Cristo y con lo que Él es. Sin embargo, al hecho de que Cristo sea el Espíritu vivificante no le han dado la debida atención. Esto se debe a la sutileza de Satanás. Una persona puede hablar acerca de lo que es la electricidad y lo que ésta puede hacer, sin tomar en cuenta la corriente eléctrica misma. ¿De qué sirve disertar acerca de la electricidad, si nunca la aplicamos? Yo no sé mucho acerca de la electricidad, pero al aplicarla disfruto de los beneficios que me brinda. Asimismo, nuestra necesidad principal hoy no es el conocimiento objetivo de las doctrinas, sino la experiencia subjetiva de la corriente del Dios Triuno.

  Es posible que Satanás, el sutil enemigo de Dios, permita que la gente sepa que Cristo es el Hijo de Dios que se encarnó como hombre, murió en la cruz para nuestra redención, resucitó y ascendió a la diestra de Dios; pero a la vez ciega a los creyentes acerca de la verdad vital de que Cristo es el Espíritu vivificante. En 2 Corintios 3:6 se nos dice que la letra mata, mas el Espíritu vivifica. De acuerdo con 2 Corintios 3:17, el Señor es el Espíritu mismo, y donde el Espíritu del Señor está, allí hay libertad. El versículo 18 añade: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. En este versículo vemos un título compuesto: el Señor Espíritu. Pocos cristianos han prestado atención a este título del Señor. Nuestro entendimiento y experiencia de Cristo como el Señor Espíritu necesita ser recobrado. Es un gran gozo para mí invocar el nombre del Señor Jesús, pero es especialmente al Señor Jesús com Señor Espíritu a quien disfruto tocar. El Señor Jesús hoy es el maravilloso Espíritu vivificante.

  Esta misma verdad también se revela en Romanos 8. En el versículo 9 de dicho capítulo Pablo habla de que el Espíritu de Dios more en nosotros. Luego añade: “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. Esto demuestra claramente que hoy el Espíritu de Dios es el Espíritu de Cristo. Además, el versículo siguiente habla de que Cristo esté en nosotros. El hecho de que estas expresiones se usan de manera intercambiable indica que el Espíritu de Dios es el Espíritu de Cristo, y que el Espíritu de Dios es Cristo mismo. Así que, el Espíritu mencionado en Romanos 8 es Cristo mismo.

  Este Cristo, quien es el Espíritu vivificante, está ahora en nuestro espíritu. Romanos 8:16 dice: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu”. Esto revela claramente que el Espíritu Santo es uno con nuestro espíritu humano regenerado. Cristo hoy como Espíritu vivificante es el Dios Triuno que nos es aplicado y hecho real, y esto ocurre en nuestro espíritu.

APLICAR LA ELECTRICIDAD CELESTIAL

  Nuestro ser es como un edificio. En este edificio Cristo, la electricidad celestial, está instalado. Alabamos al Señor porque en este edificio el electricista divino ha puesto un interruptor: nuestro espíritu humano. Podemos comparar a nuestro espíritu con un interruptor con el cual aplicamos la electricidad celestial. Qué frustración sería para nosotros si la electricidad celestial hubiera sido instalada en este edificio, mas sin interruptor con el cual aplicar la corriente. ¡Alabamos al Señor por el interruptor que es nuestro espíritu humano! Usar este interruptor es la clave para experimentar al Espíritu como la aplicación del Dios Triuno. Una y otra vez debemos acordarnos que Cristo, el Dios Triuno hecho real, es el Espíritu vivificante en nuestro espíritu.

  A muchos de nosotros nos enseñaron a meditar en el Señor y en las cosas espirituales. Ocupados en dicha meditación, podemos recordar cómo el Hijo de Dios se encarnó, nació en un pesebre, trabajó como un carpintero, fue crucificado, resucitó y ascendió. Yo no me opongo a este tipo de meditación; sin embargo, deseo señalar que dicha meditación es demasiado objetiva. Si sólo meditamos en el Señor, no disfrutaremos de la aplicación práctica e instantánea de Él como Espíritu vivificante. Todo creyente puede disfrutar de una constante aplicación de Cristo, aunque no conozca mucho acerca de Él en términos doctrinales. Volvamos al ejemplo de la electricidad. ¿Tiene usted que esperar hasta entender perfectamente todo lo relacionado con la electricidad para poder aplicarla? Por supuesto que no. Aunque es útil tener un entendimiento acerca de la electricidad, lo importante es aplicarla. Muchos cristianos se concentran en adquirir un conocimiento doctrinal de Cristo y no procuran experimentarle de forma concreta. Muchos cristianos simplemente no saben cómo aplicarlo a su vida. Si hemos de aplicarle, necesitamos ver que hoy Él, como Espíritu vivificante, es la electricidad divina en nuestro espíritu.

INVOCAR EL NOMBRE DEL SEÑOR

  La forma de usar este interruptor se nos da en Romanos 10:12, donde dice: “El mismo Señor es Señor de todos y es rico para con todos los que le invocan”. Esta electricidad divina es rica para con todos los que la conectan, y la forma de “conectarla” es invocar el nombre del Señor. Al invocarle, ejercitamos nuestro espíritu. Si únicamente pensamos en lo que el Señor es para nosotros, no tenemos ningún contacto concreto con Él. Debemos recordar que Romanos 10:12 dice que el Señor es rico para con todos los que le invocan. ¡Cuán sencillo es esto! Al invocar el nombre del Señor Jesús, somos librados de la vanidad de la mente natural y somos guardados en el espíritu.

EXPERIMENTAR LO QUE SE RELACIONA CON EL ESPÍRITU

  La designación se lleva a cabo por medio de la resurrección, la cual incluye la santificación, la transformación, la conformación y la glorificación. Todos estos procesos maravillosos toman lugar en el Espíritu. Al tocar al Espíritu, disfrutamos la resurrección y todo lo que se incluye en ella. La resurrección no es un asunto doctrinal; más bien, es completamente un asunto de tocar al Espíritu, y la manera más sencilla de tener contacto con Él es invocar el nombre del Señor Jesús. Cuanto más tocamos al Espíritu, más disfrutamos la resurrección y más santificación, transformación y glorificación experimentamos.

  De acuerdo con el libro de Romanos, el Espíritu como realidad del Dios Triuno por lo menos está relacionado con diez elementos, y todos éstos se relacionan con nuestra experiencia de la realidad de la resurrección.

La santidad

  Primeramente el Espíritu está relacionado con la santidad (1:4). Hemos hecho notar que Pablo incluso emplea la expresión el Espíritu de santidad en 1:4. Si queremos participar de la santidad de Dios, es decir, de la esencia misma de Dios, debemos tener contacto con el Espíritu.

La vida

  En 8:2 el Espíritu es llamado el Espíritu de vida. Muchos cristianos hoy hablan acerca de la vida sin entender que la vida se relaciona con el Espíritu. Es extremadamente difícil definir qué es la vida. En efecto, es mejor hablar de la vida desde el punto de vista de nuestra experiencia. Romanos 8:6 dice que la mente puesta en el espíritu es vida. Estar en vida quiere decir que nuestro ser interior es viviente. Si ponemos la mente en el espíritu, seremos hechos vivientes; pero si ponemos la mente en nuestra condición o en nuestro medio ambiente, nuestro ser interior será oprimido por la muerte. Pero si volvemos nuestra mente al espíritu y la fijamos ahí, seremos vivificados de nuevo. Esto indica que la vida se manifiesta como vitalidad, la cualidad de ser viviente.

  La vida también nos infunde energía. La vida divina dentro de nosotros nunca se agota. Puedo dar testimonio de que mientras hablo en el ministerio del Señor, la vida divina interiormente me infunde energía.

  Además, la misma vida nos fortalece y satisface. Cuando experimentamos la vida, nunca nos sentimos vacíos interiormente; antes bien, somos ricamente satisfechos. Por consiguiente, por medio de la vida llegamos a ser vivientes, vigorosos, fortalecidos y satisfechos. Cuanto más tocamos al Espíritu invocando el nombre del Señor Jesús, más vivientes, vigorosos, fortalecidos y satisfechos nos volvemos.

La ley

  Según Romanos 8:2, el Espíritu está también relacionado con la ley. Este versículo habla de la ley del Espíritu de vida. Aquí Pablo nos dice que esta ley nos libra de la ley del pecado y de la muerte. La ley del Espíritu de vida es contraria a la ley del pecado y de la muerte. Debido a que la ley del Espíritu de vida es más elevada que la ley del pecado y de la muerte, puede librarnos de esta ley.

  Hemos hablado acerca del Espíritu de santidad y del Espíritu de vida. En realidad el Espíritu es la santidad y la vida. Bajo el mismo principio, el Espíritu es la ley que nos libra de la ley del pecado y de la muerte. Esta ley en realidad es un poder espontáneo y automático. Siempre que tocamos al Espíritu, tocamos esta ley, este poder automático y espontáneo. Si vemos esto, comprenderemos que todo nuestro esfuerzo por mejorar es totalmente vano. En lugar de esforzarnos, simplemente debemos contactar al Espíritu y dar lugar en nuestro ser a la operación espontánea de la ley del Espíritu de vida.

La paz

  Este Espíritu también se relaciona con la paz. La mente puesta en el Espíritu no sólo es vida sino también paz. La paz no solamente incluye el reposo, sino sobre todo el disfrute. Sin el disfrute no podemos tener una paz genuina. El silencio sin el disfrute no equivale a estar en paz. El Espíritu es nuestra paz; por eso, cuando tenemos contacto con el Espíritu, tenemos una paz viviente y genuina.

El gozo

  Romanos 14:17 dice que “el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Este versículo demuestra que el Espíritu también está relacionado con el gozo. Cuando estamos en el Espíritu, estamos tan gozosos que incluso gritamos alabanzas al Señor. En algunas ocasiones podemos irrumpir con tanto gozo que nuestras alabanzas fluyen espontáneamente desde nuestro interior.

La esperanza

  Romanos 15:13 dice: “El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”. No tenemos por qué estar sin esperanza, porque cada vez que tocamos al Espíritu, se nos infunde la esperanza. Salmos 3:3 dice: “Mas Tú, Jehová, eres ... el que levanta mi cabeza”. El Señor es aquel que levanta nuestra cabeza, lo cual significa que Él nos infunde esperanza. Cuando estamos en el Espíritu, nuestra cabeza es levantada, y somos llenos de esperanza.

El amor

  Romanos 5:5 indica que el Espíritu también se relaciona con el amor: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones mediante el Espíritu Santo que nos fue dado”. Además, en Romanos 15:30 Pablo habla de “el amor del Espíritu”. Cuando tenemos contacto con el Espíritu, experimentamos el amor.

El poder

  En Romanos 15:13 y 19, Pablo menciona el poder del Espíritu. Este poder es como una dínamo que nos infunde energía interiormente. Cuando estamos en el Espíritu, espontáneamente recibimos energía por medio del poder del Espíritu.

El servicio

  Romanos 7:6 dice que debemos servir como esclavos “en la novedad del Espíritu y no en la vejez de la letra”. Este versículo indica la relación que existe entre el Espíritu y el servicio. Si no estamos en el Espíritu, no podemos servir al Señor. En 1:9 Pablo declaró que servía a Dios en su espíritu en el evangelio. Cuanto más estamos en el espíritu, más servimos al Señor como esclavos dispuestos. Entonces diremos: “Señor Jesús, estoy dispuesto a servirte incondicionalmente como Tu esclavo”.

La predicación del evangelio

  Finalmente, la predicación genuina del evangelio se lleva a cabo en el Espíritu, y este evangelio incluye el contenido total del libro de Romanos.

  Tal vez usted nunca haya visto antes que la santidad, la vida, la ley, la paz, el gozo, la esperanza, el amor, el poder, el servicio y la predicación del evangelio están relacionados con el Espíritu. De hecho, el Espíritu mismo es la realidad de todos estos elementos en nuestra experiencia. Si tenemos al Espíritu, entonces también tenemos todos estos maravillosos elementos. El conjunto de estos elementos equivale a la santificación, la transformación, la conformación y la glorificación; y todo esto es la realidad de la resurrección. Cuanto más experimentamos estos diez elementos, más disfrutamos la resurrección mediante el Espíritu y con la vida. Lo que necesitamos hoy no son las enseñanzas objetivas, sino el contacto práctico con el Señor al encender el interruptor. Al invocar el nombre del Señor, tocamos al Espíritu, quien es el Dios Triuno hecho real y aplicado a nosotros. De esta manera tenemos la experiencia de ser designados hijos de Dios por medio del Espíritu y con la vida divina.

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