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Capítulos de libros «Apocalipsis»
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  • Las siete epístolas de los caps. 2 y 3 describen la verdadera situación en que se encontraban las siete iglesias cuando estas epístolas fueron escritas. Sin embargo, puesto que éste es un libro de señales que tienen una naturaleza profética, las situaciones de las siete iglesias también son señales que representan proféticamente la progresión de la iglesia en siete etapas. La primera epístola, dirigida a la iglesia en Éfeso, nos provee un cuadro del final de la iglesia primitiva, la iglesia en la primera etapa, a fines del primer siglo. La segunda epístola, dirigida a la iglesia en Esmirna, prefigura a la iglesia sufriente que padeció la persecución del Imperio romano, desde las postrimerías del primer siglo hasta los inicios del cuarto siglo, cuando Constantino el Grande, el césar del Imperio romano, hizo que la iglesia gozara del favor imperial. La tercera epístola está dirigida a la iglesia en Pérgamo, que simboliza de antemano a la iglesia mundana, la iglesia casada con el mundo, desde el día en que Constantino aceptó el cristianismo hasta que el sistema papal fue establecido en las postrimerías del sexto siglo. La cuarta epístola, dirigida a la iglesia en Tiatira, describe proféticamente a la iglesia apóstata, desde el establecimiento del sistema papal en las postrimerías del sexto siglo hasta el final de esta era, cuando Cristo regrese. La quinta epístola, dirigida a la iglesia en Sardis, prefigura a la iglesia protestante, presente desde la Reforma, a principios del siglo XVI, hasta el regreso de Cristo. La sexta epístola, dirigida a la iglesia en Filadelfia, predice a la iglesia de amor fraternal, el recobro de la vida de iglesia apropiada, desde la primera parte del siglo XIX, cuando el Señor levantó algunos hermanos en Inglaterra para que comenzaran a practicar la iglesia fuera de toda denominación y sistema divisivo, hasta la segunda manifestación del Señor. La séptima epístola, dirigida a la iglesia en Laodicea, prefigura la degradación de la vida de iglesia, que experimentaron estos hermanos en el siglo XIX, desde la última parte del siglo XIX hasta el regreso del Señor.

  • En el griego los nombres de las siete ciudades tienen mucho significado; cada nombre corresponde exactamente a la condición espiritual de la iglesia en esa ciudad. Éfeso en griego significa deseable. Esto significa que la iglesia primitiva, al final todavía era deseable para el Señor; el Señor todavía tenía mucha esperanza en ella.

  • Al principio de cada una de estas epístolas el Señor nos dice qué clase de persona es Él, conforme a la condición de la iglesia revelada en esa epístola en particular.

  • Los mensajeros de las iglesias, las personas espirituales, representados por las estrellas brillantes, quienes llevan el testimonio de Jesús, están en la diestra del Señor, y el Señor anda en medio de las iglesias, representadas por los siete candeleros de oro. ¡Qué escena tan maravillosa! Por un lado, el Señor está sentado a la diestra de Dios, como nuestro Sumo Sacerdote, quien intercede por nosotros, las iglesias (He. 7:25); por otro lado, Él sostiene a los mensajeros de las iglesias y anda en medio de ellas para cuidarlas.

  • Ap. 2:9, 13, 19; 3:1, 8, 15

  • La palabra griega traducida primer es la misma que se traduce mejor en Lc. 15:22. Nuestro primer amor hacia el Señor debe ser el mejor amor por Él.

  • Como Cuerpo de Cristo (Ef. 1:23), la iglesia está relacionada con la vida; como nuevo hombre (Ef. 2:15), está relacionada con la persona de Cristo; y como novia de Cristo (Jn. 3:29), está relacionada con el amor. En su epístola a los efesios, Pablo nos dice que para practicar la vida de iglesia es necesario que seamos fortalecidos en nuestro hombre interior a fin de que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en amor, seamos plenamente capaces de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, a fin de que seamos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios (Ef. 3:16-19); y que para practicar la vida de iglesia gracia es dada a todos los que aman al Señor Jesús (Ef. 6:24). Ahora, esta segunda epístola a los efesios revela que la decadencia de la iglesia comienza cuando dejamos nuestro primer amor hacia el Señor. Únicamente el amor puede mantenernos en una relación apropiada con el Señor. La iglesia en Éfeso tenía buenas obras, trabajaba para el Señor, había sufrido y perseverado, y había probado a los falsos apóstoles (vs. 2-3), pero dejó su primer amor hacia el Señor. Dejar el primer amor es la raíz de toda la degradación en las siguientes etapas de la iglesia.

  • Si perdemos nuestro primer amor hacia el Señor y no nos arrepentimos, perderemos el testimonio del Señor y el candelero nos será quitado.

  • La palabra griega está compuesta de dos vocablos, uno que significa conquistar o vencery otro que significa gente común, gente secular, o laicos. Por tanto, significa conquistar a la gente común, vencer a los laicos. Por eso, nicolaítas debe de referirse a un grupo de personas que se consideran superiores a los creyentes comunes. Indudablemente esto se refiere a la jerarquía adoptada y establecida por el catolicismo y el protestantismo. El Señor aborrece las obras, la conducta, de estos nicolaítas, y nosotros debemos aborrecer lo que el Señor aborrece.

    Dios, en Su economía, tenía la intención de que en Su pueblo todos fueran sacerdotes que le sirvieran directamente. En Éx. 19:6 Dios dispuso que los hijos de Israel fueran un reino de sacerdotes. Esto significa que Dios quería que todos ellos fueran sacerdotes. Sin embargo, ellos perdieron el sacerdocio porque adoraron el becerro de oro (Éx. 32:1-6), y sólo la tribu de Leví, por su fidelidad a Dios, fue escogida para reemplazar a toda la nación de Israel como sacerdotes para Dios (Éx. 32:25-29; Dt. 33:8-10). Por consiguiente, hubo una clase mediadora entre Dios y los hijos de Israel. Esto llegó a convertirse en un sistema predominante en el judaísmo. En el Nuevo Testamento, Dios ha regresado a Su intención original conforme a Su economía, haciendo que todos los que creen en Cristo sean sacerdotes (1:6; 5:10; 1 P. 2:5, 9). Sin embargo, al final de los primeros días de la iglesia, en el primer siglo, los nicolaítas intervinieron como clase mediadora y estorbaron la economía de Dios. Según la historia de la iglesia, esto vino a ser un sistema que fue adoptado por la Iglesia Católica Romana y que ha sido conservado por las iglesias protestantes. Hoy en día, la Iglesia Católica Romana tiene un sistema de sacerdotes, mientras que las iglesias estatales tienen un sistema clerical y las iglesias independientes, el sistema pastoral. Todos estos sistemas constituyen una clase mediadora que anula el sacerdocio universal de todos los creyentes. Así que, existen dos clases distintas: el clero y el laicado. Sin embargo, en la vida apropiada de iglesia no debe haber clero ni laicado; todos los creyentes deben ser sacerdotes de Dios. El Señor aborrece dicha clase mediadora, porque ésta destruye el sacerdocio universal en la economía de Dios.

    Uno de los siete servidores mencionados en Hch. 6:5 se llamaba Nikolaos (gr.). En la historia de la iglesia no hay evidencia alguna que indique que este Nikolaos haya sido el primer nicolaíta.

  • Aunque nuestra perspectiva y posición sean correctas, puede ser que no tengamos el oído apropiado para escuchar. El cap. 1 recalca la necesidad de ver, y los caps. 2 y 3 subrayan la necesidad de escuchar. En cuanto a los asuntos espirituales, ver depende de escuchar. El escritor de este libro primero oyó la voz (Ap. 1:10) y luego recibió la visión (Ap. 1:12). Si nuestros oídos se endurecen y no escuchan, entonces no podremos ver (Is. 6:9-10). Los judíos no quisieron escuchar la palabra del Señor, así que no pudieron ver lo que el Señor estaba haciendo conforme al nuevo pacto (Mt. 13:15; Hch. 28:27). El Señor siempre quiere abrir nuestros oídos para que escuchemos Su voz (Job 33:14-16; Is. 50:4-5; Éx. 21:6) y veamos las cosas conforme a Su economía. Los oídos endurecidos necesitan ser circuncidados (Jer. 6:10; Hch. 7:51). Es necesario que los oídos de los pecadores sean purificados con la sangre redentora y ungidos con el Espíritu (Lv. 14:14, 17, 28). Para servir al Señor como sacerdotes, es necesario que nuestros oídos sean purificados con la sangre redentora (Éx. 29:20; Lv. 8:23-24). Según este libro, cuando el Espíritu habla a las iglesias, es necesario que todos tengamos oídos abiertos, circuncidados, purificados y ungidos para escuchar lo que el Espíritu dice.

  • Al principio de cada una de las siete epístolas de los caps. 2 y 3, el Señor es el que habla (vs. 1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14). Pero al final, el Espíritu es el que habla a las iglesias (vs. 7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Esto no sólo indica que el Espíritu es el Señor y que el Señor es el Espíritu; también recalca que en la oscuridad de la degradación de la iglesia el Espíritu es de vital importancia, tal como lo indica la mención del Espíritu siete veces intensificado en Ap. 1:4. El mismo énfasis se ve también en Ap. 14:13 y Ap. 22:17.

  • Por un lado, cada una de las siete epístolas constituye lo que el Señor dice a cada iglesia en particular, pero por otro, constituye lo que el Espíritu dice a todas las iglesias. Cada iglesia debe prestar atención no sólo a la epístola que le es dirigida en particular, sino también a todas las epístolas dirigidas a las demás iglesias. Esto implica que todas las iglesias, como testimonio del Señor en el Espíritu, deberían ser idénticas.

    Puesto que hoy el Espíritu habla a las iglesias, debemos estar en las iglesias a fin de tener la posición correcta para escuchar lo que el Espíritu dice. De otra manera, ¿cómo podríamos escuchar?

  • En estas siete epístolas, vencer se refiere a vencer la situación degradada de las iglesias. En esta epístola, vencer se refiere a recobrar nuestro primer amor hacia el Señor y aborrecer las obras de los nicolaítas, la jerarquía que el Señor aborrece.

  • La religión siempre enseña, pero el Señor alimenta (Jn. 6:35). El apóstol Pablo hacía lo mismo; alimentaba a los creyentes (1 Co. 3:2). Para tener una vida de iglesia apropiada y para recobrar la vida de iglesia, es decir, para crecer como es debido en la vida cristiana, lo que necesitamos no es meramente valernos de la mente para comprender las enseñanzas, sino comer al Señor como nuestro pan de vida en nuestro espíritu (Jn. 6:57). Incluso las palabras de las Escrituras no deben ser consideradas sólo como doctrinas para educar nuestra mente, sino como alimento para nutrir nuestro espíritu (Mt. 4:4; He. 5:12-14). En esta epístola el Señor prometió darle al que venza a comer del árbol de la vida. Esto se remonta a Gn. 2:8-9, 16, que habla de lo que ordenó Dios en cuanto al asunto de comer. En la epístola dirigida a la iglesia en Pérgamo, el Señor les prometió a los vencedores que comerían del maná escondido (v. 17), como los hijos de Israel comieron el maná en el desierto (Éx. 16:14-16, 31). Y en la epístola a la iglesia en Laodicea, el Señor prometió cenar con el que le abriese la puerta. Cenar no se refiere simplemente a comer una sola cosa, sino a comer de la abundancia de un banquete. Esto tal vez se refiera a cómo los hijos de Israel comían del rico producto de la buena tierra de Canaán (Jos. 5:10-12), lo cual indica que el Señor desea restaurar la dieta apropiada de Su pueblo, es decir, desea que Su pueblo vuelva a comer del alimento que Dios les había provisto, el cual es tipificado por el árbol de la vida, el maná, y el producto de la buena tierra, que son tipos de los varios aspectos de Cristo como alimento para nosotros. La degradación de la iglesia hace que el pueblo de Dios deje de comer a Cristo como su alimento y recurra a las enseñanzas doctrinales para adquirir conocimiento. En la degradación de la iglesia se encuentran la enseñanza de Balaam (v. 14), la enseñanza de los nicolaítas (v. 15), la enseñanza de Jezabel (v. 20) y la enseñanza de las profundidades de Satanás (v. 24). Ahora en estas epístolas el Señor desea que de nuevo comamos de Él como nuestro suministro nutritivo. Debemos comerle no sólo como el árbol de la vida y el maná escondido, sino también como un banquete lleno de Sus riquezas.

  • En el griego la palabra que aquí se traduce árbol, como en 1 P. 2:24, significa madero; no es la palabra normalmente traducida árbol. En la Biblia el árbol de la vida siempre representa a Cristo como Aquel que corporifica todas las riquezas de Dios (Col. 2:9) para ser nuestro alimento (Gn. 2:9; 3:22, 24; Ap. 22:2, 14, 19). Aquí representa al Cristo crucificado (implícito en el árbol como madero, 1 P. 2:24) y resucitado (implícito en la vida de Dios, Jn. 11:25), quien ahora está en la iglesia, la consumación de la cual será la Nueva Jerusalén, donde el Cristo crucificado y resucitado será el árbol de la vida para los redimidos de Dios a fin de que se alimenten de él por la eternidad (Ap. 22:2, 14).

    La intención original de Dios era que el hombre comiera del árbol de la vida (Gn. 2:9, 16). A causa de la caída, el camino al árbol de la vida le fue cerrado al hombre (Gn. 3:22-24). Mediante la redención efectuada por Cristo, el camino por el cual el hombre puede llegar al árbol de la vida, que es Dios mismo en Cristo como vida para el hombre, fue abierto de nuevo (He. 10:19-20). Pero en la degradación de la iglesia, la religión se infiltró con su conocimiento para distraer a los creyentes de comer a Cristo como el árbol de la vida. Así que, el Señor les prometió a los vencedores que, como recompensa, les daría a comer de Sí mismo, el árbol de la vida, en el Paraíso de Dios. Esto les motiva a abandonar la religión y su conocimiento y a disfrutarle nuevamente. Esta promesa del Señor restaura la iglesia a la intención original de Dios conforme a Su economía. Lo que el Señor quiere que hagan los vencedores es lo que toda la iglesia debería hacer en la economía de Dios. Por causa de la degradación de la iglesia, el Señor llamó a los vencedores a reemplazar a la iglesia en el cumplimiento de la economía de Dios.

    Comer del árbol de la vida no sólo constituía la intención original de Dios en cuanto al hombre, sino que también será el resultado eterno de la redención de Dios. Todos los redimidos de Dios disfrutarán del árbol de la vida, el cual es Cristo con todas las riquezas divinas como porción eterna de los redimidos, por la eternidad (Ap. 22:2, 14, 19). Debido a la distracción causada por la religión y a la degradación de la iglesia, el Señor en Su sabiduría ofreció a Sus creyentes la recompensa de disfrutarle a Él en el reino venidero, con el fin de animarlos a vencer el conocimiento absorbente de la religión, impartido en forma de enseñanzas, y a regresar a disfrutarle a Él mismo como suministro de vida en la vida de iglesia hoy en día, a fin de que la economía de Dios sea cumplida.

    Comer del árbol de la vida, esto es, disfrutar a Cristo como nuestro suministro de vida, debe ser el asunto primordial en la vida de iglesia. El contenido de la vida de iglesia depende del disfrute que tenemos de Cristo. Cuanto más le disfrutemos, más rico será el contenido. Sin embargo, disfrutar a Cristo requiere que nosotros lo amemos con el primer amor. Si dejamos nuestro primer amor hacia el Señor, desaprovecharemos la oportunidad de disfrutar a Cristo y perderemos el testimonio de Jesús; como consecuencia, nos será quitado el candelero. Estas tres cosas —amar al Señor, disfrutarle y ser Su testimonio— van juntas.

  • Los judaizantes eran judíos en la carne pero no eran judíos en el espíritu (Ro. 2:28-29). Simplemente ser del linaje de Abraham no los constituía verdaderos judíos. Los que son hijos de la carne no son los hijos de Dios (Ro. 9:7-8).

  • Los judaizantes calumniaban con críticas malignas a la iglesia sufriente. Ellos insistían obstinadamente en mantener el judaísmo, constituido por el sacerdocio levítico, los rituales de sacrificio y el templo material, los cuales son tipos que han sido cumplidos y reemplazados por Cristo. Puesto que la iglesia bajo el nuevo pacto en la economía de Dios no participaba en las prácticas religiosas de ellos, los judaizantes la calumniaban. En principio, hoy día ocurre lo mismo; los religiosos difaman a las iglesias del recobro del Señor, las cuales buscan al Señor y le siguen en espíritu y en vida sin importarles ningún sistema o práctica religiosa.

  • La iglesia sufriente era pobre en lo material pero rica en el Señor, en las riquezas de Su vida.

  • La tribulación es de gran valor para la iglesia debido a que pone a prueba su vida. El propósito del Señor al permitir que la iglesia sufra tribulación no es sólo testificar que Su vida de resurrección vence la muerte, sino también capacitar a la iglesia para que disfrute las riquezas de Su vida.

  • Y revivió se refiere a la resurrección. El Señor sufrió la muerte y volvió a vivir. Él entró en la muerte, pero la muerte no pudo retenerle (Hch. 2:24) porque Él es la resurrección (Jn. 11:25). La iglesia sufriente también necesita conocerle como tal, a fin de poder resistir cualquier clase de padecimiento. Por muy severos que sean los sufrimientos, la iglesia seguirá viva. La vida de resurrección de Cristo puede resistir la muerte.

  • En los sufrimientos, la iglesia debe saber que el Señor es el Primero y el Último, Aquel que existe para siempre y nunca cambia. Sin importar cuál sea el entorno de persecución, el Señor permanece igual; nada puede precederle, y nada puede existir después de Él. Todas las cosas están dentro de los límites de Su control.

  • La palabra griega significa mirra, y la mirra representa sufrimiento. Por consiguiente, la iglesia en Esmirna era una iglesia sufriente. Representa a la iglesia bajo la persecución del Imperio romano desde la última parte del primer siglo hasta la primera parte del cuarto siglo.

  • En estas epístolas el Señor deseaba, conforme a la economía de Dios, que nosotros comamos de Él, quien es el árbol de la vida (v. 7), el maná escondido (v. 17) y el rico producto de la buena tierra (Ap. 3:20 véase la nota Ap. 2:75d de este capítulo); sin embargo, la iglesia mundana se apartó de la vida y se volvió a meras enseñanzas, distrayendo así a los creyentes e impidiéndoles disfrutar a Cristo como su suministro de vida para el cumplimiento del propósito de Dios. Disfrutar a Cristo edifica a la iglesia, mientras que las enseñanzas producen la religión.

  • El Paraíso mencionado en Lc. 23:43 es el lugar placentero y tranquilo donde están Abraham y todos los santos que ya murieron (Lc. 16:23-26). El Paraíso de Dios en este versículo es la Nueva Jerusalén (Ap. 3:12; 21:2, 10; 22:1-2, 14, 19), de la cual la iglesia es un anticipo hoy. Ahora en la iglesia disfrutamos como anticipo al Cristo crucificado y resucitado, quien es el árbol de la vida, el suministro nutritivo en nuestro espíritu. Este disfrute del anticipo nos llevará a disfrutar de manera cabal al Cristo crucificado y resucitado, quien es el árbol de la vida, nuestro alimento de vida, en la Nueva Jerusalén por la eternidad.

    En realidad, comer del árbol de la vida…en el Paraíso de Dios se refiere a un disfrute especial de Cristo como nuestro suministro de vida en la Nueva Jerusalén en el reino milenario venidero, debido a que ésta es una recompensa que el Señor prometió a los vencedores. Disfrutar a Cristo como el árbol de la vida en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y en la tierra nueva será la porción común de todo el pueblo redimido de Dios, mientras que disfrutarle de manera especial a Él como el árbol de la vida en la Nueva Jerusalén durante el reino milenario venidero, es una recompensa dada solamente a los creyentes vencedores. Si vencemos todas las distracciones en la iglesia degradada y disfrutamos a Cristo como el árbol de la vida en la iglesia hoy en día, recibiremos esta recompensa. De otro modo, perderemos este disfrute especial del reino venidero, aunque de todos modos disfrutaremos a Cristo como el árbol de la vida en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad. Las promesas del Señor con respecto a la recompensa y Sus predicciones con respecto a la pérdida, expresadas al final de cada una de las siete epístolas, se refieren a lo que el Señor hará con Sus creyentes durante el reino milenario venidero. No tienen nada que ver con el destino eterno de los creyentes, a saber, la salvación eterna o la perdición eterna.

  • En esta epístola, vencer significa vencer la persecución siendo fiel hasta la muerte.

  • Según el Nuevo Testamento, una corona siempre denota un premio dado además de la salvación (véase la referencia 10 j). La corona de la vida, como premio concedido a los que son fieles hasta la muerte para vencer la persecución, denota la fuerza vencedora que es el poder de la vida de resurrección (Fil. 3:10); también denota que estos vencedores han obtenido la superresurrección de entre los muertos (Fil. 3:11), la resurrección sobresaliente.

  • El número diez significa plenitud; por ejemplo, los Diez Mandamientos expresan plenamente las exigencias de Dios. Diez días representan un período de tiempo completo, aunque breve (Gn. 24:55; Jer. 42:7; Dn. 1:12-14). Aquí significa que la aflicción de la iglesia sufriente fue completa, aunque de corta duración. Como señal, estos diez días denotan proféticamente los diez períodos de persecución que la iglesia sufrió a manos de los emperadores romanos, desde César Nerón en la segunda mitad del primer siglo hasta Constantino el Grande en la primera parte del cuarto siglo. Por muy severas que fueron las persecuciones instigadas por el diablo, Satanás, a través de los césares romanos, quienes hicieron todo lo posible por destruir y eliminar a la iglesia, no pudieron subyugarla ni darle fin. La historia demuestra que la iglesia del Cristo viviente, quien murió y vivió de nuevo, resistió las persecuciones victoriosamente y se multiplicó grandemente mediante la indestructible vida de resurrección.

  • La palabra griega significa acusador, calumniador (Ap. 12:9-10). El diablo, quien es Satanás, el adversario de Dios, nos acusa ante Dios y nos calumnia ante el hombre.

  • Satanás, palabra de origen hebreo, significa adversario. Satanás no sólo es el enemigo de Dios por fuera, sino también Su adversario por dentro.

  • La meta de la economía de Dios consiste en tener un solo templo en la tierra que dé testimonio de Él y de la unidad de Su pueblo. En el Antiguo Testamento, el lugar que Dios escogió para establecer Su templo fue Jerusalén. Debido a que el pueblo de Dios cayó, se dividió y se esparció, fueron erigidos muchos centros de adoración caídos y divididos; tales centros llegaron a ser sinagogas. Estas sinagogas eran lugares en los cuales los judíos adoraban a Dios principalmente estudiando las Escrituras que tenían: el Antiguo Testamento. Sin embargo, a causa de su necedad al aferrarse a sus conceptos religiosos y tradicionales, vinieron a ser uno con Satanás en la oposición al camino de vida de Dios, mediante el cual Dios cumple Su propósito. Bajo la manipulación y las estratagemas de Satanás, las sinagogas de los judíos se opusieron al Señor Jesús (Mt. 12:9-14; Lc. 4:28-29; Jn. 9:22), luego, a los apóstoles (Hch. 13:43, 45-46, 50; 14:1-2, 19; 17:1, 5-6), y más tarde, a las iglesias. Por lo tanto, el Señor las llamó “sinagoga de Satanás”. Incluso cuando estuvo en la tierra, Él consideró que las sinagogas eran de Satanás, como queda implícito en Mt. 12:25-29 y Jn. 8:44. Los que asistían a la sinagoga aparentemente adoraban a Dios, pero en realidad se estaban oponiendo a Él. Aunque ellos perseguían y mataban a los verdaderos adoradores de Dios, consideraban que ofrecían un servicio a Dios (Jn. 16:2). Desde entonces, a través de los siglos los religiosos han seguido esos mismos pasos, persiguiendo a los que genuinamente buscan y siguen al Señor en espíritu y en vida, al mismo tiempo pensando que están defendiendo los intereses de Dios. El catolicismo romano, el protestantismo y el judaísmo caen en esta categoría, pues, se han convertido en una organización de Satanás, un instrumento suyo para estorbar la economía de Dios.

  • Debido a que el hombre cayó en pecado y éste entró en él, todos los hombres deben morir una vez (He. 9:27). Sin embargo, esta primera muerte no es la sentencia final. Todos los muertos, excepto los que mediante la fe en el Señor Jesús han sido inscritos en el libro de la vida, serán resucitados y pasarán por el juicio del gran trono blanco al final del milenio, es decir, al finalizar el antiguo cielo y la antigua tierra. Como resultado de este juicio, los que sean condenados serán echados al lago de fuego, el cual es la segunda muerte, la sentencia final (Ap. 20:11-15). Por consiguiente, la segunda muerte es el juicio que Dios trae sobre el hombre después de la muerte y la resurrección de éste. Puesto que los vencedores habrán vencido la muerte por haber sido fieles hasta la muerte bajo la persecución y no requerirán ser juzgados por Dios después de ser resucitados, recibirán como recompensa la corona de la vida y nunca más serán tocados por la muerte después de ser resucitados; es decir, no serán dañados por la segunda muerte.

  • La palabra griega significa matrimonio (lo cual implica unión) y torre fortificada. Como señal, la iglesia en Pérgamo prefigura a la iglesia que estableció una unión matrimonial con el mundo y llegó a ser una torre alta y fortificada, equivalente al gran árbol profetizado por el Señor en la parábola de la semilla de mostaza (Mt. 13:31-32). Cuando Satanás fracasó en su intento de destruir a la iglesia por medio de la persecución del Imperio romano en los primeros tres siglos, cambió de estrategia. Esta vez procuró corromper a la iglesia mediante la aceptación del cristianismo como religión estatal por parte de Constantino, lo cual aconteció en la primera parte del cuarto siglo. Bajo el auspicio y la influencia política de Constantino, multitudes de incrédulos fueron bautizados en la “iglesia”, y la “iglesia” vino a ser enormemente grande. Dado que la iglesia es una casta novia desposada con Cristo, ante los ojos de Dios su unión con el mundo es considerada fornicación espiritual.

  • Lit., Sus ojos. Al dirigirse a la iglesia mundana, la iglesia en Pérgamo, el Señor se presenta como Aquel que tiene la espada aguda de dos filos. Al dirigirse a la iglesia apóstata, la iglesia en Tiatira, se presenta como Aquel que tiene ojos como llama de fuego y pies semejantes al bronce reluciente. La iglesia mundana necesita ser juzgada por Su palabra que hiere y mata, mientras que la iglesia apóstata necesita ser juzgada por Sus ojos que escudriñan y Sus pies que aplastan.

  • La apóstata Iglesia Católica tiene muchas obras y servicios sociales. Sus obras en los últimos días son más que las del pasado.

  • El Señor profetizó acerca de esta mujer en Mt. 13:33. Allí la mujer agregó levadura (que representa cosas malignas, heréticas y paganas) a la harina pura (que representa a Cristo como la ofrenda de harina para la satisfacción de Dios y del hombre). Esta mujer es la gran ramera de Ap. 17, la cual mezcla abominaciones con cosas divinas. Jezabel, la esposa pagana de Acab, tipifica a esta iglesia apóstata (véase la referencia nota Ap. 2:20b).

  • El trono de Satanás está en el mundo, el lugar donde mora y la esfera donde reina. Puesto que la iglesia mundana entró en unión con el mundo, ella mora donde mora Satanás.

  • El nombre del Señor denota Su persona; la persona es la realidad del nombre. La fe del Señor denota todo lo que debemos creer acerca de Su persona y Su obra. No denota la fe subjetiva en nuestro interior, es decir, nuestra acción de creer, sino la fe objetiva, es decir, las cosas en las cuales creemos. Debido a que se unió al mundo, la iglesia comenzó a olvidarse del nombre del Señor y a negar la fe cristiana apropiada.

  • En el griego Antipas significa contra todo. Antipas, un testigo fiel del Señor, estuvo en contra de todo lo que la iglesia mundana introdujo y puso en práctica. Por lo tanto, llegó a ser un mártir del Señor. En el griego la palabra mártir también significa testigo. Antipas, como un testigo en contra de la degradación, sostuvo un antitestimonio, un testimonio en contra de todo lo que se desviara del testimonio de Jesús. Ha de haber sido mediante su antitestimonio que en sus días la iglesia en Pérgamo retuvo el nombre del Señor y no negó la fe cristiana apropiada.

  • La iglesia mundana y degradada retiene no sólo la enseñanza de Balaam, sino también la enseñanza de los nicolaítas. La enseñanza de Balaam distrae a los creyentes de la persona de Cristo y los lleva a la idolatría apartándolos del disfrute de Cristo y conduciéndolos a la fornicación espiritual, mientras que la enseñanza de los nicolaítas destruye la función que los creyentes tienen como miembros del Cuerpo de Cristo, anulando así el Cuerpo del Señor como expresión Suya. La enseñanza de Balaam no da a la Cabeza su debido lugar, y la de los nicolaítas destruye el Cuerpo. Ésta es la sutil intención del enemigo en todas las enseñanzas religiosas.

    En la iglesia en Éfeso sólo se encontraron las obras de los nicolaítas (v. 6), mientras que en la iglesia en Pérgamo las obras de los nicolaítas progresaron hasta convertirse en enseñanzas. Primero, los nicolaítas practicaron la jerarquía en la iglesia primitiva; luego la enseñaron en la iglesia degradada. Actualmente, tanto en el catolicismo como en el protestantismo, la jerarquía de los nicolaítas prevalece en su práctica y enseñanza.

  • Una cama normalmente se usa para dormir y descansar, pero también se usa en una situación anormal, como en el caso de enfermedad. Aquí el Señor indica que la iglesia apóstata padece una enfermedad incurable y que permanecerá así hasta el juicio final.

  • No se refiere a la tribulación que la iglesia ha sufrido a lo largo de siglos de persecución (Ap. 7:14) ni a la gran tribulación en los últimos tres años y medio de esta era, la cual vendrá sobre todos los moradores de la tierra (Mt. 24:21), sino a la porción particular de aflicción a la cual el Señor someterá a la apóstata Iglesia Católica Romana cuando la juzgue. Véase la nota Ap. 2:231.

  • Véase la nota Ap. 2:61a.

  • Esto debe de referirse, no al regreso del Señor, sino a que Él viene a combatir contra los maestros nicolaítas de la iglesia degradada cuando Él juzgue a esta iglesia con la palabra aniquiladora que sale de Su boca. Sin embargo, la iglesia mundana, representada por la iglesia en Pérgamo, culminó en la Iglesia Católica Romana, representada por la iglesia en Tiatira. La mundanalidad y la maldad que esa iglesia degradada produjo continuará en la Iglesia Católica Romana hasta que el Señor regrese para ejecutar Su juicio en plenitud.

  • Aquí vencer significa específicamente vencer la unión de la iglesia con el mundo, la enseñanza de la idolatría y fornicación, y la enseñanza de la jerarquía.

  • El maná es tipo de Cristo como el alimento celestial que capacita al pueblo de Dios para seguir Su camino. Una porción de maná fue preservada en una urna de oro oculta en el Arca (Éx. 16:32-34; He. 9:4). El maná visible se daba para que el pueblo de Dios lo disfrutara públicamente; el maná escondido, el cual representa al Cristo escondido, es una porción especial reservada para quienes le buscan a Él y vencen la degradación de la iglesia mundana. Mientras la iglesia sigue el camino del mundo, estos vencedores se acercan a la presencia de Dios en el Lugar Santísimo y permanecen allí, donde disfrutan al Cristo escondido como porción especial para su diario suministro. Esta promesa se cumple hoy en la vida de iglesia apropiada y se cumplirá en plenitud en el reino venidero. Si buscamos al Señor, vencemos la degradación de la iglesia mundana y disfrutamos ahora una porción especial del Señor, Él como el maná escondido será una recompensa para nosotros en el reino venidero. Si no lo tenemos a Él como nuestra porción especial hoy en la vida de iglesia, indudablemente perderemos la oportunidad de disfrutarle a Él como recompensa en el reino venidero.

  • En la Biblia una piedra simboliza el material que se usa en el edificio de Dios (Mt. 16:18; 1 P. 2:5; 1 Co. 3:12). En nuestro ser natural no somos piedras sino barro. Mediante la regeneración recibimos la vida divina con su naturaleza divina, y por eso podemos ser transformados en piedras, incluso en piedras preciosas, al disfrutar a Cristo como nuestro suministro de vida (2 Co. 3:18). Si disfrutamos al Señor en la vida apropiada de iglesia en vez de seguir a la iglesia mundana, seremos transformados en piedras para el edificio de Dios. El Señor justificará y aprobará estas piedras, como lo indica el color blanco, mientras que condenará y rechazará a la iglesia mundana. La obra de Dios de edificar a la iglesia depende de nuestra transformación, y ésta proviene del disfrute que tenemos de Cristo como nuestro suministro de vida.

  • Un nombre designa una persona; un nombre nuevo denota una persona transformada. Todo creyente transformado, como una piedra blanca, tiene “un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”. El nombre nuevo es la interpretación de la experiencia de aquel que ha sido transformado. Por lo tanto, sólo él conoce el significado de ese nombre.

  • Aquí vencer significa vencer el catolicismo romano.

  • Mis obras se refiere a las cosas que el Señor ha logrado y está haciendo. Estas obras están en contraste con las obras de la iglesia apóstata, las cuales son llevadas a cabo bajo la influencia de Satanás.

  • Reinar con Cristo sobre las naciones en el reino milenario es un premio para los vencedores (Ap. 20:4, 6). Esta promesa del Señor implica claramente que los que no respondan a Su llamado para vencer al cristianismo degradado no participarán en el reinado del reino milenario.

  • La palabra griega significa sacrificio aromático, o sacrificio continuo. Como señal, la iglesia en Tiatira prefigura a la Iglesia Católica Romana, la cual constituyó la iglesia apóstata cuando se estableció el sistema papal universal a finales del sexto siglo. Esta iglesia apóstata está llena de sacrificios, como lo demuestran sus misas continuas.

  • La apóstata Iglesia Católica Romana recalca mucho que Cristo es hijo de María. Por tanto, aquí el Señor, en protesta contra la herejía apóstata, dice que Él es el Hijo de Dios.

  • Balaam era un profeta gentil que por salario indujo al pueblo de Dios a cometer fornicación e idolatría (Nm. 25:1-3; 31:16). En la iglesia mundana algunos comenzaron a enseñar estas cosas.

  • La idolatría siempre resulta en fornicación (Nm. 25:1-3; Hch. 15:29). Después de desatender el nombre, la persona, del Señor, la iglesia mundana se entregó a la idolatría, lo cual resultó en fornicación.

  • En la Biblia el número siete se compone de seis más uno, por ejemplo, seis días más un día equivalen a una semana; o se compone de tres más cuatro, como en estos dos capítulos, en los cuales las siete iglesias están divididas en un grupo de tres y otro de cuatro. Al final de cada una de las primeras tres epístolas, el oído para escuchar se menciona primero y luego el llamado a vencer. Al final de cada una de las últimas cuatro epístolas, el orden está invertido. Esto prueba que las primeras tres epístolas forman un grupo, y que las últimas cuatro forman otro. Seis más uno se ve en la vieja creación, mientras que tres más cuatro se ve en la nueva creación, la iglesia. Puesto que todas las cosas fueron creadas en seis días, el número seis representa la creación, especialmente el hombre, quien fue creado en el sexto día; y puesto que Dios usó un solo día para descansar, el séptimo día, como conclusión de los seis días, el número uno representa al único Creador. Por consiguiente, seis más uno significa que todas las cosas fueron creadas para Dios, para el cumplimiento de Su propósito. El único Creador, Dios, es triuno, simbolizado por el número tres. Puesto que la creación es representada ante Dios por los cuatro seres vivientes (Ap. 4:6-9), el número cuatro representa a los seres vivos, especialmente al hombre. Por lo tanto, tres más cuatro significa que Dios es añadido al hombre creado, y que así Su propósito se cumple. La iglesia no solamente es la criatura, sino también la criatura con el Creador como el Dios Triuno infundido en ella. La iglesia es el verdadero número siete: el verdadero tres, el Dios Triuno, añadido al verdadero cuatro, el hombre creado. Por tanto, el número siete denota compleción en el mover de Dios, primero en la vieja creación y luego en la nueva creación, la iglesia.

  • Esto quizá se refiera a la destrucción que Dios trae sobre la Iglesia Católica Romana mediante el anticristo y sus seguidores (Ap. 17:16-17).

  • Lit., los riñones.

  • Esta misma palabra griega aparece en Ef. 3:18. Aquí se usa figurativamente para denotar algo misterioso. La Iglesia Católica Romana tiene muchos misterios o doctrinas profundas. La sinagoga de Satanás (v. 9) estaba en contra de la iglesia sufriente; el trono de Satanás (v. 13) estaba en la iglesia mundana; y las profundidades de Satanás están dentro de la iglesia apóstata. La religión de la sinagoga, el mundo que yace bajo el trono de Satanás y la filosofía de los misterios satánicos son usados por Satanás para dañar y corromper a la iglesia.

  • Indica que la apóstata Iglesia Católica Romana todavía existirá cuando el Señor regrese.

  • En el reino milenario, el que reina es un pastor.

  • En Sal. 2:9 Dios le dio a Cristo autoridad para gobernar a las naciones; aquí Cristo les da la misma autoridad a los vencedores.

  • Un profeta es alguien que habla por Dios con la autoridad de Dios. Aquí el Señor puso a Jezabel como tipo, dando a entender que la apóstata Iglesia Católica Romana se autodenomina profetisa, alguien que pretende haber recibido de Dios la autoridad para hablar por Él.

  • La iglesia en Pérgamo retenía la enseñanza de Balaam y la de los nicolaítas; estas enseñanzas son continuadas en la iglesia apóstata. Además, la Iglesia Católica, ella misma enseña, lo cual conduce a la gente a escucharla a ella en lugar de escuchar la santa Palabra de Dios. Sus partidarios están drogados con sus enseñanzas heréticas y religiosas, por lo cual no les interesa que Cristo sea su vida y suministro de vida, según lo indican el árbol de la vida y el maná escondido, prometidos por el Señor a las iglesias en Éfeso y Pérgamo (vs. 7, 17).

  • La iglesia apóstata está llena de toda clase de fornicación e idolatría, tanto espiritual como física, y por eso es llamada “la gran ramera” en el cap. 17.

  • En la primera manifestación de Cristo, Su estrella fue vista por los magos y no por los religiosos judíos (Mt. 2:2, 9-10). Cristo en Su segunda manifestación será la estrella de la mañana para los vencedores, quienes velan esperando Su venida. Para todos los demás Él aparecerá sólo como el sol (Mal. 4:2).

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