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Capítulos de libros «Joel»
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Mis lecturas
  • La ofrenda de harina y la libación son bendiciones para Israel. Cuando Nabucodonosor destruyó Jerusalén y el templo, Israel perdió el lugar designado por Dios donde ellos podían presentar sus ofrendas a Dios (Dt. 12:5-6). Además, el ejército de langostas enviado por Dios (v. 25) destruyó el producto de la tierra, dejándola así sin grano para hacer una ofrenda de harina y sin uvas para hacer el vino necesario para la libación. Por tanto, Israel perdió tanto el terreno como los materiales necesarios para presentar la ofrenda de harina que alimenta a Dios y la libación que alegra a Dios. Hoy en día, tanto Dios como Israel continúan sufriendo la pérdida de esta bendición.

  • Tocar trompeta es hacer una declaración con un espíritu triunfante.

  • Este ayuno no debía ser un ayuno común; más bien, debía ser santificado, separado para Dios.

  • La convocación de tal asamblea es una gran bendición, algo a lo que no deberíamos faltar.

  • La Tierra Santa es la tierra de Dios. Cfr. Is. 8:8 y la nota.

  • En las Escrituras, la lluvia representa al Espíritu de Dios enviado por Dios mismo desde los cielos a fin de regar a Su pueblo (cfr. Gn. 2:5; Dt. 11:14). Los derramamientos del Espíritu a los que se hace referencia en los vs. 28-29 y en Zac. 12:10 son el cumplimiento de la lluvia temprana (las lluvias otoñales) y las lluvia tardía (las lluvias primaverales). Véase la nota Os. 6:31 y la nota Jl. 2:281, párr. 1.

  • Esta profecía con respecto al derramamiento del Espíritu de Dios como lluvia temprana que viene para la salvación de Israel fue cumplida a manera de anticipo mediante el derramamiento del Espíritu el día de Pentecostés (Hch. 2:1-4, 16-21), y será cumplida en plenitud mediante el derramamiento del Espíritu una segunda vez, antes de la gran tribulación (Mt. 24:21), para la salvación y regeneración de muchos israelitas que habrán retornado. Este segundo derramamiento es diferente del derramamiento del Espíritu como lluvia tardía el último día de la tribulación para la salvación del remanente de judíos sitiado por el anticristo (Zac. 12:10).

    Tanto en la Biblia entera como en los Profetas Menores se revelan cuatro cosas: la disciplina que Dios aplica a Su pueblo elegido, el castigo que Dios inflige a las naciones, la manifestación de Cristo y la restauración. Estos cuatro asuntos son abarcados en Joel, un breve libro compuesto de tres capítulos. Primero, Dios envió las langostas para consumir a Israel (Jl. 1:2-20; 2:1-11). Ésta fue la disciplina de Dios debido a las graves maldades cometidas por Israel. Después, este libro revela que Dios castigará y juzgará a las naciones gentiles debido a que al consumir a Israel, ellas se excedieron actuando sin la menor consideración por la equidad (Jl. 3:1-16, 19). La disciplina que Dios aplica a Israel y el castigo que inflige a las naciones redunda en la manifestación de Cristo. Con respecto a esta manifestación, Joel habla aquí sobre el derramamiento del Espíritu procesado, consumado y compuesto, esto es: el Espíritu de Dios compuesto de la humanidad de Cristo, de la muerte de Cristo y la eficacia de la misma, y de la resurrección de Cristo y el poder de la misma (véase la nota Éx. 30:251). Éste es el Espíritu Santo, quien fue derramado el día de Pentecostés (Hch. 2:1-4, 16-21), y este Espíritu es el Dios Triuno consumado y es quien hace a Cristo real para nosotros con miras a la manifestación de Cristo. Esta manifestación comenzó con la encarnación de Cristo y ha sido confirmada y fortalecida por el derramamiento del Espíritu, pues mediante tal derramamiento Cristo el individuo llegó a ser el Cristo corporativo (1 Co. 12:12-13), esto es, la iglesia como el gran misterio de la piedad, Dios manifestado en la carne (1 Ti. 3:15-16). La iglesia como manifestación de Cristo introducirá el día glorioso de la restauración, la era del reino milenario (Jl. 3:16-21), en la cual Cristo será manifestado de manera más plena. La restauración tendrá su consumación en la plena manifestación de Cristo en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva (Ap. 21:1-2). Véase la nota Jl. 1:41a.

  • Como se revela en los vs. 30-31a, la salvación que Dios efectuará de los judíos que retornaron al derramar Su Espíritu sobre ellos una segunda vez (véase la nota Jl. 2:281, párr. 1), estará acompañada por las calamidades sobrenaturales del sexto sello y las primeras cuatro trompetas (Ap. 6:12-17; 8:7-12), calamidades que afectarán los cielos, el sol, las estrellas y la tierra como preludio a la gran tribulación (Mt. 24:21). Esto tendrá lugar antes que suene la quinta trompeta, o sea, antes del primero de los tres ayes (Ap. 8:13 y la nota), los cuales constituyen la principal estructura de la gran tribulación, lo cual tiene lugar en el día grande y terrible de Jehová (v. 31b). Véase la nota Ap. 6:121.

    Pese a tal derramamiento del Espíritu, muchos de los judíos que retornaron no creerán, sino que permanecerán en su obstinación. Finalmente, durante la tribulación, Jerusalén será rodeada por los ejércitos gentiles al mando del anticristo, cuya intención será destruir a Israel por completo (Zac. 14:2; Ap. 16:13-16). En tales circunstancias, el Señor Jesucristo descenderá junto con Sus vencedores, Sus valientes (Jl. 3:11). Además, según Zac. 12:10, en ese tiempo el Espíritu consumado nuevamente será derramado, y el remanente de los hijos de Israel será salvo. Por tanto, los tres derramamientos del Espíritu Santo —en el día de Pentecostés, justo antes de la gran tribulación y en la segunda venida del Señor— operan conjuntamente para la salvación de Israel.

  • Véase la nota Jl. 1:151a.

  • Esto indica que el pueblo elegido de Dios será salvo al invocar el nombre de Jehová, que en el Nuevo Testamento equivale a invocar el nombre del Señor Jesús (véase la nota Mt. 1:211b). El gran derramamiento del Espíritu, el Dios Triuno consumado, vendrá sobre aquellos judíos que invoquen el nombre de Jehová y que, por tanto, serán regenerados para llegar a formar parte de la iglesia con miras a la manifestación de Cristo. Al respecto, véanse las notas de Hch. 2:21.

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