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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Corintios»
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Mensaje 16

LA SABIDURIA DE DIOS EN MISTERIO: CRISTO COMO LAS PROFUNDIDADES DE DIOS

  Lectura bíblica: 1 Co. 2:6-10

  El título de este mensaje es: La sabiduría de Dios en misterio: Cristo como las profundidades de Dios. Los dos puntos después de la palabra misterio indican que ambas afirmaciones están en aposición, lo cual quiere decir que la sabiduría de Dios en misterio es el Cristo que lo es todo como las profundidades de Dios.

  Los capítulos uno y dos de 1 Corintios constituyen un profundo pasaje de la Palabra, y no muchos de los que leen la Biblia lo entienden debidamente. Lo que Pablo dijo en 2:6-10 figura entre lo más profundo. No debemos dar por sentado que entendemos estos capítulos, ya que es necesario conocerlos debidamente para entender el resto de la epístola. Los primeros dos capítulos contienen la clave para entender 1 Corintios.

UNA SABIDURIA MISTERIOSA

  En 2:6 Pablo dice: “Pero hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que son reducidos a nada”. En los versículos anteriores Pablo dice que él no vino con excelencia de sabiduría y que sus palabras no fueron palabras persuasivas de sabiduría. Pero en el versículo 6 dice que él habla sabiduría entre los que han alcanzado madurez. Cuando Pablo escribió esta epístola, él seguramente se dio cuenta que los creyentes de Corinto estaban lejos de ser maduros. ¿Por qué entonces dice que él habla sabiduría entre los que han alcanzado madurez? Su propósito era humillar a los corintios. Pablo parecía decirles: “Ustedes piensan que han logrado algo grande, pero en realidad siguen siendo bebés. En efecto hablamos sabiduría, pero la hablamos entre los que han alcanzado madurez. Además, la sabiduría que hablamos no es de este siglo, tampoco la de los príncipes de este siglo. La gente común no conoce esta sabiduría, ni tampoco los gobernantes. De hecho, los príncipes de este siglo son reducidos a nada”.

  En el versículo 7 Pablo añade: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría que estaba oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria”. La sabiduría de Dios es Cristo (1:24), quien es el misterio oculto (Col. 1:26-27), destinado, designado y ordenado de antemano, antes de los siglos, para nuestra gloria.

  La gloria en este versículo se refiere a Cristo, quien es el Señor de gloria (v. 8). Cristo es nuestra vida hoy (Col. 3:4) y será nuestra gloria en el futuro (Col. 1:27). A esta gloria nos llamó Dios (1 P. 5:10 y en la misma nos introducirá (He. 2:10). Esta es la meta de la salvación.

  Según el versículo 7, la sabiduría de Dios se habla en misterio; es una sabiduría misteriosa. Así que, la sabiduría de Dios no es como la griega, la cual es manifiesta y muy superficial. Además, la sabiduría de Dios estaba oculta y Dios la predestinó antes de los siglos para nuestra gloria. La sabiduría de Dios es nuestro destino, el cual El determinó y decidió de antemano. En la eternidad Dios determinó nuestro destino. El predestinó Su sabiduría para nuestra gloria, lo cual significa que en la eternidad El decidió que Su sabiduría sería nuestro destino y gloria. Nuestro destino no es simplemente disfrutar las bendiciones eternas en el cielo; nuestro destino es la misteriosa sabiduría de Dios. Dios predestinó que Su misteriosa sabiduría sea nuestra gloria.

  En el versículo 8 Pablo continua la idea del versículo 7: “La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, no habrían crucificado al Señor de gloria”. En este versículo el pronombre relativo la se refiere a la sabiduría del versículo 7; y no a la gloria.

  En el versículo 9 Pablo añade: “Antes bien, como está escrito: ‘Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman’”. La esfera de lo que el ojo ve es estrecha, la esfera de lo que el oído escucha es más amplia, y la esfera de lo que el corazón percibe no tiene límite. Dios en Su sabiduría (es decir, en Cristo) predestinó y preparó para nosotros muchas cosas profundas y ocultas, tales como la justificación, la santificación y la glorificación. Todas éstas son cosas que el ojo humano jamás ha visto, que el oído humano jamás ha oído, y que el corazón humano jamás ha percibido.

  El versículo 10 dice: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios”. Como veremos, las profundidades de Dios se refieren a Cristo.

EL CENTRO DE DIOS Y LA PORCION NUESTRA

  Cuanto más estudiamos 2:6-10 más conscientes estamos de que estos versículos son profundos y difíciles de entender. Para entenderlos es necesario reflexionar sobre el contexto de los capítulos uno y dos, los cuales nos dan una clara visión de Cristo como centro de Dios y porción nuestra. Este es el énfasis que Pablo hace en dichos capítulos. Dios tiene una economía que El desea cumplir. Esta economía es Su voluntad, Su propósito, y el punto central de la misma es Cristo. El Cristo que es el poder de Dios y la sabiduría de Dios en Su economía, es también el centro único de Dios. Dios nos llamó a la comunión, la participación, la mutualidad de dicho centro, lo cual hace que Cristo llege a ser nuestra porción para que le disfrutemos. Esto está implícito en la cláusula de ellos y nuestro de 1:2.

  Las palabras centro y porción expresan el pensamiento central de 1 Corintios 1 y 2. Según estos capítulos, Pablo se refiere a Cristo como el centro de Dios y la porción nuestra, lo cual significa que el centro de Dios nos fue dado como porción para nuestro deleite.

  En 1 Corintios 1:30 dice: “Mas por El estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención”. En este pasaje vemos que Cristo nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría. Como tal, El es nuestra justicia, santificación y redención. Estos términos son una definición adicional de lo que Cristo es para nosotros como nuestra porción. Cristo no sólo es nuestra justicia en cuanto a nuestro pasado, nuestra santificación referente a nuestro presente y nuestra redención con respecto a nuestro futuro, sino que también nos es hecho justicia, santificación y redención en nuestra vida diaria. Cristo, quien es nuestra porción, es todo esto para que lo disfrutemos.

  Si entendemos el pensamiento central de los capítulos uno y dos, estaremos preparados para reflexionar sobre 2:6-10. Cristo, como centro de Dios y porción nuestra, es la sabiduría de Dios en misterio. La sabiduría en 2:7 es profunda y sobrepasa el entendimiento humano, pues es una sabiduría misteriosa, una sabiduría en misterio. En Dios hay algo que Pablo describe como sabiduría en misterio, la cual es Cristo, quien es el centro de la economía de Dios y la porción de nuestro deleite. En la actualidad son pocos los ministros que predican a Cristo como sabiduría de Dios en misterio, y por ende, la mayoría de los cristianos no le conocen como tal. Pero por la misericordia del Señor, nosotros nos estamos esforzando por ministrar a Cristo y testificar de El como la sabiduría en misterio. El simple hecho de que la expresión sabiduría en misterio figure en nuestro vocabulario cristiano nos ayuda mucho. ¡Alabado sea el Señor porque vemos que este Cristo es el centro de Dios y la porción nuestra!

  En el versículo 7 Pablo dice que esta sabiduría estaba oculta y que Dios la predestinó antes de los siglos para nuestra gloria. El destino es la porción final y máxima de una persona. Como cristianos tenemos un destino, el cual es nuestra porción, la porción máxima y consumada para nuestro deleite. La sabiduría de Dios en misterio no sólo fue oculta, sino también predestinada por Dios a fin de que llegara a ser nuestro destino para nuestra gloria. La gloria es nuestro destino. En la eternidad todos estaremos en gloria.

CUBIERTOS POR EL VELO DE LA FILOSOFIA

  Los creyentes de Corinto, eran griegos y se creían personas filosóficas llenas de sabiduría. Pero para Dios, su sabiduría no era más que insensatez. La verdadera sabiduría es la que ha estado oculta en Dios. La filosofía humana no es sabiduría verdadera.

  Como una persona que nació y creció en China, conozco los escritos clásicos de Confucio. Aparentemente estos escritos están llenos de sabiduría, pero en realidad, son una tontería a los ojos de Dios. Ahora he llegado a sentir lástima por los chinos que eran eruditos en la filosofía ética de Confucio. Esta filosofía les impide ver a Dios, a Cristo, al Espíritu y la salvación. A causa del velo de la filosofía, los éticos chinos no pudieron ver estas realidades maravillosas. Sin duda, el principio es el mismo en cuanto a la filosofía griega. Esta filosofía constituía un grueso velo que cubría a los griegos. Inclusive los corintios que habían creído en el Señor y le habían recibido seguían cubiertos por el velo de la filosofía y la sabiduría.

  La filosofía hace que la gente se vuelva insensata, pues la lleva a rechazar a Dios y a negar a Cristo. ¿Qué puede ser más insensato que esto? Las personas que niegan a Dios y a Cristo son personas filosóficas. Por tanto, a los ojos de Dios, la sabiduría filosófica de ellos no es más que una tontería. Cuando estaba en China, anhelaba profundamente que los chinos cultos pudieran volverse de su filosofía y vieran a Dios y a Cristo.

NUESTRO DESTINO

  Según el entendimiento de Pablo presentado en los capítulos uno y dos, la verdadera sabiduría es la sabiduría misteriosa que está oculta en Dios. Como hicimos notar, esta sabiduría es el propio Cristo. Dios estableció que esta sabiduría misteriosa y oculta sea nuestro destino, lo cual equivale a que el Cristo misterioso y oculto llegara a ser nuestro destino. ¿Sabe usted cuál es su destino como cristiano? Su destino es el Cristo misterioso y oculto, quien es la sabiduría de Dios, el centro de la economía de Dios y la porción nuestra. ¿Había oído antes que Cristo es su destino? Todos sabemos que Cristo es nuestro Redentor, Salvador, Señor, Amo e incluso nuestra vida. Pero es probable que usted nunca se había dado cuenta de que Cristo es su destino. No obstante, este maravilloso hecho se revela en 2:7. Ahí Pablo dice que existe una sabiduría, una sabiduría misteriosa y oculta, una sabiduría oculta en Dios, la cual es el propio Cristo. Además, Dios predestinó esta sabiduría para nuestra gloria. Esto seguramente indica que Dios dispuso que Cristo sea nuestro destino. ¡Alabémosle porque El no sólo es nuestro Salvador, nuestro Señor y nuestra vida, sino también nuestro destino! Este destino finalmente nos llevará a la gloria.

  Aunque es correcto decir que la gloria es el propio Cristo, debemos recordar que también es Dios expresado. Decir que la gloria es Cristo significa que Cristo es Dios expresado. La expresión de Dios, Cristo, es nuestro destino. ¡Qué destino tenemos! Este destino nos llevará a la gloria, la gloria que es la expresión del propio Dios. Si vemos esto, desearemos postrarnos delante del Señor, adorarle y ofrecerle nuestra gratitud y alabanzas.

AMAR A DIOS

  En el versículo 9 Pablo dice: “Antes bien, como está escrito: ‘Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman’”. Para comprender las cosas profundas y ocultas que Dios predestinó y preparó para nosotros y participar de ellas, se requiere que no sólo creamos en El, sino que también le amemos. Temer a Dios, adorarle y creer en El (es decir, recibirle) no es suficiente; amarlo es el requisito imprescindible. Amar a Dios significa centrar todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo, junto con el corazón, el alma, la mente y las fuerzas (Mr. 12:30)— totalmente en El, es decir, dejar que todo nuestro ser sea ocupado por El y se pierda en El, de modo que El llegue a ser todo para nosotros, y nosotros seamos uno con El de un modo práctico en nuestra vida diaria. Así tenemos la comunión más cercana y más íntima con Dios, y podemos tocar Su corazón y comprender todos los secretos de éste (Sal. 73:25; 25:14). De esta manera, no sólo comprendemos las cosas profundas y escondidas de Dios, sino que también las experimentamos, las disfrutamos y participamos plenamente de ellas.

CONOCER LAS PROFUNDIDADES DE DIOS

  En el versículo 6 Pablo dice que la sabiduría de la que hablamos no es la sabiduría de este siglo ni la de los príncipes de este siglo. Los seres humanos no pueden conocer esta sabiduría por sí mismos; tiene que ser revelada por el Espíritu. Así que, en el versículo 10 Pablo dice: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios”. La manera en que Dios nos revela las profundidades ocultas es por el Espíritu, ya que estas cosas nunca las han visto ojos humanos, nunca las han oído oídos humanos ni han subido en corazón de hombre. Esto significa que el hombre no tiene idea en cuanto a ellas. Son cosas completamente misteriosas, ocultas en Dios y que sobrepasan el entendimiento humano. Pero Dios nos las reveló por el Espíritu, quien todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios.

  No es lo mismo que algo se nos revele a que alguien nos lo enseñe. Ser enseñado tiene que ver con la mente; pero recibir revelación está relacionado con nuestro espíritu. Para comprender las cosas profundas y ocultas que Dios preparó para nosotros, nuestro espíritu es más necesario que nuestra mente. Cuando todo nuestro ser es uno con Dios al amarle en comunión íntima, El nos muestra en nuestro espíritu por medio de Su Espíritu todos los secretos del Cristo que es nuestra porción. Así se nos revelan las cosas ocultas que Dios planeó en Su sabiduría con respecto a Cristo, las cuales nunca han subido en el corazón del hombre.

  En 1 Corintios 2:10 dice que el Espíritu todo lo escudriña. La palabra griega que se traduce escudriña se usa con referencia a una investigación activa e implica la adquisición de conocimiento exacto, no por un descubrimiento casual sino por exploración. El Espíritu de Dios explora las profundidades de Dios con respecto a Cristo y nos las muestra en nuestro espíritu para que las comprendamos y participemos de ellas.

  Las profundidades de Dios se refieren a las cosas profundas de Dios, que son Cristo en muchos aspectos como nuestra porción eterna, la cual Dios dispuso de antemano, preparó y nos dio gratuitamente. Estas jamás han subido en el corazón del hombre, pero el Espíritu de Dios nos las revela en nuestro espíritu. Así que, debemos ser espirituales para poder participar de ellas. Debemos conducirnos, actuar y vivir en nuestro espíritu para poder disfrutar a Cristo como el todo para nosotros.

UN SOLO ESPIRITU CON EL SEÑOR

  Muchos de los que creen en Dios no conocen Sus profundidades. Conocen a Dios sólo de modo superficial. Esto aplica a los judíos, a los musulmanes y a la mayoría de los cristianos. ¿Cuántos cristianos hoy conocen a Dios conforme a Sus profundidades? Muchos creyentes ni siquiera tienen la debida comprensión de lo que Dios juzga como profundo. Algunos piensan que tener conocimiento bíblico acerca de las siete cabezas, los diez cuernos y las setenta semanas es conocer cosas profundas. Según ellos, entender estas verdades equivale a conocer la Biblia de modo profundo. Algunos creyentes inclusive piensan que hablar en lenguas es algo profundo; pero en realidad, es algo muy superficial, y no tiene nada que ver con las profundidades de Dios de las que se habla en el versículo 10.

  Si desea conocer las profundidades de Dios, las cosas profundas de El, usted necesita conocer los libros de Romanos, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, Hebreos, Juan y Apocalipsis. Pero ni aun estos libros, que revelan verdades profundas, dicen que Cristo, el postrer Adán en la carne, fue hecho Espíritu vivificante. Sólo en 1 Corintios encontramos esta afirmación. Además, sólo en este libro nos dice Pablo que: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con El” (6:17). ¿Qué cosas hay más profundas que éstas? ¿Qué puede haber más profundo que el postrer Adán se hiciera el Espíritu vivificante y que nosotros estemos unidos al Señor como un solo espíritu? Estas cosas son insondables; son inmensurablemente profundas.

  Conocer a Dios sólo como Creador es conocerle de manera superficial. Hasta los estudiantes de medicina que estudian psicología pueden llegar a la conclusión de que el cuerpo humano tiene un creador. Por medio de sus estudios llegan a conocer y a reconocer a Dios como Creador. Otros tal vez sepan que Dios es soberano y que puede suplir todas nuestras necesidades. Pero ni aun esto constituye el conocimiento de las profundidades de Dios.

  Si queremos conocer las profundidades de Dios tenemos que saber que por medio de la encarnación, Dios un día se hizo un hombre llamado Jesús; que por medio de Su crucifixión, el Señor Jesús le dio muerte a la vieja creación y liberó la vida divina a fin de que fuera impartida en todos los que creen en El; y que ahora, en resurrección, El es el Espíritu vivificante que habita en nuestro espíritu y que se ha hecho un solo espíritu con nosotros, que nuestro espíritu es un espíritu mezclado, nuestro espíritu humano regenerado mezclado con el Espíritu divino. Estas son verdades profundas, pero desafortunadamente, son pocos los cristianos que conocen estas profundidades.

  Si estudiamos el contexto de 1 Corintios tendremos la certeza de interpretar que las profundidades de Dios en 2:10 se refieren al Cristo todo inclusivo, el cual, como Espíritu vivificante, mora en nuestro espíritu. Después de efectuar la redención, Cristo se hizo el Espíritu vivificante. Como tal, El se hizo tan disponible para que nos unamos a El en un solo espíritu. Nada puede ser más profundo que esto. ¡Qué triste es que hoy tantos cristianos pasen por alto estas profundidades!

  Conocer las profundidades de Dios es conocer a Cristo en muchos aspectos como nuestra porción eterna. Cristo es el centro de la economía de Dios, la porción que Dios nos dio para nuestro deleite, y la misteriosa sabiduría oculta en Dios. La sabiduría de Dios en misterio es Cristo como las profundidades de Dios. Les animo a que oren y tengan comunión en cuanto a esto y que procuren entender a fondo las profundidades de Dios, que son el propio Cristo como la sabiduría misteriosa y oculta de Dios, el centro de la economía de Dios y la porción que Dios nos dio para nuestro deleite. No hay duda que el Cristo que lo es todo y que lo incluye todo, es verdaderamente las profundidades de Dios.

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