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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Corintios»
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Mensaje 39

LO TOCANTE AL ABUSO DE LIBERTAD EN CUANTO A LOS ALIMENTOS Y AL CUERPO

(2)

  Lectura bíblica: 1 Co. 6:13-20

  En 6:15, 17 y 19 encontramos tres temas cruciales: primero, nuestros cuerpos son miembros de Cristo; segundo, somos un solo espíritu con el Señor; y tercero, nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. Pablo introduce estos temas de una manera maravillosa, y lo hace en el contexto del caso que trata del abuso de libertad en cuanto a los alimentos y al cuerpo.

MIEMBROS DE CRISTO

  Leamos el versículo 15: “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?” Puesto que estamos unidos orgánicamente a Cristo (v. 17), y ya que Cristo mora en nuestro espíritu (2 Ti. 4:22) y hace Su hogar en nuestro corazón (Ef. 3:17), todo nuestro ser, incluyendo nuestro cuerpo purificado, viene a ser miembro de El. Por lo tanto, para experimentar este hecho debemos presentarle nuestro cuerpo (Ro. 12:1, 4-5).

UN SOLO ESPIRITU CON EL SEÑOR

  En el versículo 17 Pablo escribe: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. Esto se refiere a la unión orgánica que los creyentes tienen con el Señor al creer en El (Jn. 3:15-16). Esta unión es mostrada por la de los pámpanos y la vid (Jn. 15:4-5). No sólo es un asunto de vida, sino también en vida (la vida divina). Tal unión con el Señor resucitado sólo puede efectuarse en nuestro espíritu.

  La expresión un solo espíritu indica que el Señor como Espíritu se mezcla con nuestro espíritu. Nuestro espíritu fue regenerado por el Espíritu de Dios (Jn. 3:6), el cual ahora está en nosotros (v. 19) y es uno con nuestro espíritu (Ro. 8:16). Esta es la manera en que el Señor, quien se hizo el Espíritu vivificante por medio de la resurrección (15:45; 2 Co. 3:17) y quien está ahora con nuestro espíritu (2 Ti. 4:22), es hecho real a nosotros. En las epístolas de Pablo, por ejemplo en Romanos 8:4-6, frecuentemente se hace referencia a este espíritu mezclado.

EL TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO

  En el versículo 19 Pablo escribe: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” El Espíritu Santo está en nuestro espíritu (Ro. 8:16), y nuestro espíritu está en nuestro cuerpo. Por tanto, nuestro cuerpo viene a ser un templo, una morada, del Espíritu Santo.

  En el versículo 20 Pablo concluye diciendo: “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo”. El precio se refiere a la sangre preciosa de Cristo (Hch. 20:28; 1 P. 1:18-19; Ap. 5:9). Glorificar a Dios en nuestro cuerpo es permitir que Dios, quien mora en nosotros (1 Jn. 4:13), ocupe e impregne nuestro cuerpo y se exprese a través de él, que es Su templo, especialmente con relación a las viandas y al matrimonio, conforme al contexto de esta sección, 6:13—11:1. Para esto, debemos ejercer un control severo y estricto sobre nuestro cuerpo, poniéndolo en servidumbre (9:27) y presentándolo a Dios como sacrificio vivo (Ro. 12:1).

SE NECESITA UNA CAPACIDAD APROPIADA

  Los versículos de 1 Corintios 6 son los únicos en el Nuevo Testamento que afirman que nuestros cuerpos son miembros de Cristo, que somos un solo espíritu con el Señor y que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. Sin embargo, es posible que al leerlos, los pasemos por alto y no dediquemos suficiente tiempo para estudiarlos y ver los puntos importantes que ellos revelan. ¿Cuánto tiempo ha pasado usted estudiando el versículo 15, el cual afirma que nuestros cuerpos son miembros de Cristo? Son pocos los creyentes que han dedicado la debida atención a este versículo. Sí, se han dado mensajes acerca del versículo 19, en los cuales se habla de que el cuerpo de los creyentes es templo del Espíritu Santo. Pero, antes de llegar al recobro del Señor, ¿escuchó usted algún mensaje que hablara de que estamos unidos al Señor y que somos un solo espíritu con El? Estos tres puntos son dignos de un estudio minucioso. Por supuesto, no me refiero a un simple estudio de las letras impresas, sino a un estudio a la luz de la experiencia.

  Como cristianos, somos un solo espíritu con el Señor. Pero son muy pocos los que viven esta realidad. ¿Sabe usted de algún libro o de algún mensaje que lleve por título: “Un solo Espíritu con el Señor”? Debido a que han sido influenciados por la teología y las prácticas tradicionales, los cristianos en su mayoría no pueden digerir versículos tales como 6:17. Pareciera que asuntos de vital importancia tal como ser un solo espíritu con el Señor no halla cabida en ellos. Pero en ellos hay amplio espacio para asuntos tales como la santidad, la victoria, el poder, los milagros y hablar en lenguas. Algunos cristianos del movimiento pentecostal ponen mucho énfasis en hablar en lenguas. En algunos casos ni siquiera les interesa si la práctica es auténtica o no. Tienen tanta afición por hablar en lenguas, que no les interesa orar cuerdamente, ni les atrae en absoluto la visión central del ministerio de Pablo, el cual completa la revelación divina. Si alguien habla en lenguas, fácilmente se entusiasman. Pero si alguien ora: “Señor, gracias por Tu misericordia y por Tu gracia”, rápido pierden el interés. Este tipo de oración no significa nada para ellos. Además, si usted les habla de la visión de la economía de Dios, no le entenderían. ¿Cree usted que personas así podrán conocer la Palabra de Dios? No, no pueden conocerla, pues las verdades cruciales de la revelación divina no hayan cabida en ellos.

  La condición actual de muchos cristianos se parece a la de los discípulos del Señor Jesús, los cuales no tenían la capacidad de asimilar las palabras del Señor respecto al pan de vida. El Señor dijo que El era el pan de vida, que había bajado del cielo para dar vida, que Su carne era comestible y Su sangre bebible, y que todo aquel que lo comiera viviría por causa de El (Jn. 6:33, 35, 55, 57). Los que no pudieron recibir estas palabras, dijeron: “Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” (Jn. 6:60).

  Es posible que nuestra capacidad de recibir la revelación divina también esté muy limitada. Debido a la influencia estupefaciente de la religión y la tradición, es posible que no seamos aptos para recibir lo que dice Pablo respecto a que somos un solo espíritu con el Señor, o lo que dice en cuanto a que nuestros cuerpos son miembros de Cristo. Tal vez seamos semejantes a una persona que come ajo o que permanece en una habitación saturada del olor a ajo. Con el tiempo, la persona se vuelve insensible al sabor del ajo, su olfato se acostumbra de tal manera que dicho olor le es normal. Según el mismo principio, nuestros sentidos espirituales del olfato y del gusto, y en efecto todo nuestro ser, pueden estar bajo la influencia del cristianismo tradicional de tal manera que perdemos la capacidad de percibir ciertos puntos cruciales de la economía de Dios. Si tal es nuestra condición, aunque leamos 1 Corintios 6 muchas veces, los versículos 15 y 17 no dejarán ninguna impresión en nosotros.

  Durante muchos años, yo también leí 1 Corintios 6 sin ver el significado crucial del versículo 17. Pero un día empecé a entender este versículo. Fue como si nunca antes lo hubiera leído. De hecho, me preguntaba si realmente se encontraba en la Biblia. En el versículo 17 Pablo dice claramente: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. De ahí en adelante, empecé a dedicarle mucha atención a este versículo y a ejercitarme por experimentarlo.

  En 1947 y 1948, el hermano Nee recalcó mucho la necesidad de ejercitar el espíritu y de liberarlo. A menudo decía que en todo lo que hiciéramos, fuera predicar el evangelio, tener contacto con los santos o ministrar la Palabra, debíamos ejercitar nuestro espíritu y liberar nuestro espíritu. Destacó también que la parte de nuestro ser que más usamos es a la que damos más énfasis. Por ejemplo, si una persona vive según su mente, ésta se manifestará cada vez que ella hable. Del mismo modo, una persona que vive según sus emociones, expresará sus emociones. Me ayudó mucho esta comunión, y a partir de entonces, he procurado ejercitar mi espíritu y liberarlo. No obstante, el versículo 17 no había atraído mi atención.

  En 1958, el Señor empezó a revelarme asuntos tales como comer al Señor, beberlo y disfrutarlo. En aquel entonces comencé a entender las palabras de Juan 6:57, donde el Señor dice: “El que me come, él también vivirá por causa de Mí”. Me di cuenta también de que si queremos comer al Señor, beberlo y disfrutarlo, debemos conocer nuestro espíritu. De otra manera, no se puede contactar al Señor. En un mensaje dije que sólo conociendo la naturaleza del alimento, se puede saber cómo comerlo. Del mismo modo, si queremos comer al Señor, debemos conocer Su naturaleza. Ahora el Señor es el Espíritu vivificante, lo cual significa que la naturaleza del alimento espiritual es espíritu. Podemos tener contacto con el Espíritu sólo por medio de nuestro espíritu. Leamos Juan 4:24: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”. En este versículo aprendemos que sólo el espíritu puede tocar al Espíritu, y sólo el espíritu puede adorar al Espíritu.

  En 1960, la carga, la luz y la palabra en cuanto al espíritu se intensificaron, lo cual redundó en muchos mensajes sobre el tema del espíritu. Cuando comencé a ministrar en este país, mi énfasis también fue el espíritu. Si usted lee los primeros ejemplares de la revista The Stream [El manantial], se dará cuenta de que muchos de los mensajes giran en torno al espíritu. Puedo testificar que 1 Corintios 6:17 ha influido enormemente el ministerio que me fue dado por el Señor.

UN GRAN MISTERIO

  Como creyentes, estamos unidos al Señor en un solo espíritu. Este es un gran misterio, y podría ser el punto más misterioso que se revela en la Biblia. ¿Quién lo podrá explicar? ¿Podrá usted explicar cómo es que somos un solo espíritu con el Señor? No se puede explicar, pero sí se puede experimentar. A menudo, oro por la mañana: “Señor, gracias por otro día en el cual puedo ser un solo espíritu contigo”. ¡Qué maravilla que nosotros los pecadores podamos ser un solo espíritu con el Señor! Cuanto más pensamos en esto, más tomamos conciencia de lo maravilloso que es.

  En 6:17 Pablo afirma claramente que somos un solo espíritu con el Señor. No obstante, somos pocos los que hemos prestado la debida atención a esta verdad. Debemos dedicar más tiempo al estudio del versículo 17 y explorarlo en nuestra experiencia. Debemos experimentar y aprender cómo ser un solo espíritu con el Señor en nuestro hablar y en todo lo que hagamos. Cuando actuamos, debemos preguntarnos si somos un solo espíritu con el Señor.

  Con la visión que he recibido del hecho de que somos un solo espíritu con el Señor según lo indica 6:17, he llegado a comprender que lo que practicaba el hermano Lawrence pertenece del todo al Antiguo Testamento. Lo que él hacía era ejercitarse por estar en la presencia de Dios, pero no practicaba el ser un solo espíritu con El. Estar en la presencia de Dios y ser un solo espíritu con el Señor son dos cosas muy diferentes.

  Hemos visto que en el capítulo 6 Pablo abarca tres puntos vitales, los cuales son tan importantes que se requiere de mucho ejercicio del espíritu para asimilarlos debidamente. Estos puntos son: nuestros cuerpos son miembros de Cristo, somos un solo espíritu con el Señor y nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. ¡Qué maravilloso es esto! Esta visión se está volviendo tan clara que en ocasiones no puedo contenerme. La carga que produce en mí es tan fuerte que apenas puedo llevarla. No puedo soportar la idea de que algunas iglesias y algunos santos sigan adelante según la vieja manera, llevando a cabo una obra cristiana, pero pasando por alto la visión central del ministerio de Pablo, el cual completa la palabra de Dios. Necesitamos ver urgentemente que nuestros cuerpos son miembros de Cristo, que somos un solo espíritu con el Señor y que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo.

RECIBIR LA VISION CENTRAL

  Me preocupa la situación que prevalece actualmente entre los cristianos y también la que existe entre nosotros. Lo que escuchan los cristianos por doquier son sermones azucarados, sermones que los distraen y los “narcotizan”. Algunos de los que están entre nosotros han sido distraídos por mensajes bíblicos. Otros usan partes de los mensajes del estudio-vida para compartir, pero no tienen la visión central, y como resultado, tanto los oradores como los oyentes no le dan al blanco. Las reuniones tal vez parezcan ser muy buenas y hasta provechosas, pero ¿ayudan a los santos con respecto a la visión central del ministerio de Pablo, el cual completa la revelación divina, y del ministerio de Juan, el cual la restaura? Dudo que así sea en algunos casos. Es posible que estemos errando al blanco en nuestro ministerio, nuestra obra y en nuestro afán por ayudar a las iglesias. Si prestamos atención a lo que no pertenece a la economía de Dios, existe el peligro de que la misma ayuda que proveamos a los santos, los distraiga. Lo que el Señor desea hoy es un remanente que reciba la visión que El le mostró a Su fiel mayordomo el apóstol Pablo, y que lleve a cabo el ministerio que completa la palabra de Dios en cuanto a Cristo como misterio de Dios y a la iglesia como misterio de Cristo. Por lo tanto, no debemos presentar estos puntos a los santos como simples doctrinas, sino que debemos ministrarlos como una realidad. Para ello es necesario que primeramente nosotros toquemos dicha realidad.

  Ya que he recibido esta visión y esta carga, no tengo ningún interés de dar mensajes doctrinales. Los tres puntos cruciales que abarca este mensaje no deben quedar como doctrinas para nosotros. Me preocupa mucho que algunos todavía no tocan la realidad de estas cosas, y, por ende, no logran entender, en su experiencia, que nuestros cuerpos son miembros de Cristo, que somos templo del Espíritu Santo y que somos un solo espíritu con el Señor. Si los hermanos que ministran en las iglesias tienen esta visión, su hablar sufrirá un cambio radical. Dejarán de hablar de manera doctrinal. Se propondrán espontáneamente no saber cosa alguna sino a Cristo y Su Cuerpo.

  En estos mensajes no deseo enseñarles doctrinas. Hace cuarenta años, yo hubiera dado muchos mensajes sobre temas tales como la recompensa, sufrir pérdida, ser salvo como por fuego y las diversas categorías de personas que deben ser excomulgadas de la iglesia. Pero no siento ninguna carga por presentar mensajes sobre dichos temas, sino que deseo que los santos disfruten a Cristo como la fiesta de los panes sin levadura. En especial, están en mi corazón aquellos que llevan muchos años en el recobro y que todavía no han recibido la visión central. Estos tienen solamente cáscaras en lugar de granos, y eso es lo que ministran a los demás. Los que están siendo entrenados por ellos no reciben ningún alimento, ningún suministro de vida, y como resultado, no crecen. Si todos recibiéramos la visión, nuestra situación sería completamente diferente. Daríamos testimonio de que somos un solo espíritu con el Señor, que nuestros cuerpos son miembros de Cristo y templo del Espíritu Santo. Desafortunadamente carecemos todavía de experiencia, y seguimos muy limitados en nuestra capacidad de recibir estas cosas y asimilarlas. Así que, todos debemos humillarnos delante del Señor y decirle: “Señor, no sé qué hacer, no sé arrepentirme, no sé confesarte mi condición, ni sé orar. Señor, sencillamente estoy aquí delante de Ti. Ten misericordia de mí. Necesito recibir una clara visión de Tu economía. Ten misericordia de mí para que pueda tocar la realidad de esta visión y ayudar a los demás a hacer lo mismo”. Espero que todos acudamos al Señor para que nos conceda Su misericordia a fin de que podamos ver lo que le fue mostrado a Pablo. Recibir esta visión es lo único que nos pueda preservar del abuso de libertad en cuanto a los alimentos y al cuerpo.

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