Mensaje 5
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Lectura bíblica: 1 Co. 1:10-13
En el mensaje anterior dijimos que Cristo y Su cruz son la única solución para todos los problemas que hay en la iglesia. En este mensaje examinaremos dicha solución de manera más completa.
Cristo es el centro de la economía de Dios, lo cual se muestra claramente en Colosenses 3:11, un versículo de los incontables que componen la Biblia que se destaca de manera especial por presentar este hecho. En él, Pablo habla del nuevo hombre y dice: “Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es el todo, y en todos”. A la luz de este versículo, ninguno de nosotros debería gloriarse de su nacionalidad. Durante mis viajes alrededor del mundo he observado que toda la gente se siente orgullosa de su país y de su linaje. Pero como creyentes de Cristo, nosotros no debemos jactarnos de estas cosas. Según Colosenses 3:10-11, la iglesia, el Cuerpo de Cristo, es el nuevo hombre, y en él no existen distinciones de linaje ni de nacionalidad. Como lo dice Pablo, en el nuevo hombre no hay ni griego ni judío. Los judíos son famosos por su religión, y los griegos, por su cultura, especialmente por su filosofía. No obstante, en el nuevo hombre no hay griego ni judío. Pablo añade que tampoco hay circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, ni escita, esclavo ni libre. Esto indica que en el nuevo hombre no hay lugar para la religión ni para la cultura, por más refinada que ésta sea. En el nuevo hombre Cristo es el todo y en todos.
Colosenses 3:11 nos proporciona una base sólida para afirmar que en la economía de Dios, Cristo lo es todo. El es cada persona, cada doctrina y cada práctica. Cristo debe ser nuestro linaje y nuestra nacionalidad. Si alguien le pregunta a qué linaje pertenece, usted debería contestar: “Pertenezco al linaje de Cristo”. Debemos estar conscientes de que no somos chinos, alemanes, franceses, neozelandeses, estadounidenses ni de ninguna otra nacionalidad, sino que somos miembros de Cristo. Si todos los cristianos supieran que Cristo es el centro de la economía de Dios, desaparecerían todas las divisiones.
Hace poco leí que en cierto país, los miembros de un grupo étnico organizaron una reunión en una catedral para celebrar un evento que ellos consideraban una victoria para su causa. Durante dicha reunión se dijeron algunas cosas negativas acerca de otro grupo racial. Después de eso, y justo en frente de la catedral, hubo un choque entre los miembros de los dos grupos étnicos. Esta confrontación sucedió después de una reunión que supuestamente se organizó en el nombre de Cristo. ¡Qué vergüenza! Esto es totalmente contrario a la naturaleza del nuevo hombre. En la iglesia como nuevo hombre no existen distinciones con base al color; no hay blancos, negros, rojos, cafés ni amarillos. Lo repito: en el nuevo hombre, Cristo lo es todo; El es el todo, y en todos.
En su predicación a los corintios, Pablo les dio testimonio del Cristo que lo es todo, es decir, el Cristo que es el centro y el todo en la economía de Dios. Según su trasfondo, Pablo era un judío auténtico y típico. Como tal, debió haber evitado toda relación con los griegos. Pero debido a que estaba consciente de que en el nuevo hombre no hay ni judío ni griego sino que Cristo lo es el todo, él pudo dar testimonio de Cristo a los griegos en Corinto. El pudo decir: “Quiero testificar que Cristo es el todo y que en el nuevo hombre no hay judío ni griego. En el nuevo hombre, yo no soy judío; soy una persona constituida de Cristo. Pero aunque les di testimonio de esto, ustedes insisten en permanecer en su vieja condición social. No han tomado a Cristo como centro y como el todo para ustedes. Aunque les declaré que he abandonado mi religión y que ahora elevo únicamente a Cristo, siguen aferrados a su cultura y filosofía griegas. Ustedes saben que yo estuve profundamente involucrado en el judaísmo y que ahí aventajé más que muchos otros, pero he abandonado todo eso. Cuando vine a ustedes me propuse no saber cosa alguna, sino a Cristo, y éste crucificado. A Dios no le interesa la religión ni la filosofía griega. Lo único que le interesa es Cristo, pues en Su economía, Cristo es el centro y el todo para nosotros”.
En Colosenses 1:12 leemos: “Dando gracias al Padre que os hizo aptos para participar de la porción de los santos en la luz”. Todos los cristianos saben que Dios nos redimió, pero son pocos los que se dan cuenta que también nos hizo aptos para participar del Cristo que es la porción de los santos. En Colosenses 1:12, la palabra porción indica disfrute. Cristo es el disfrute único de todos los santos y no debemos permitir que nada lo reemplace. Elementos como el bautismo, hablar en lenguas, o la sanidad no deben reemplazar a Cristo. Nuestra porción es la persona viviente de Cristo; no es ninguna doctrina o práctica.
A menudo decimos que disfrutamos las reuniones de la iglesia. Pero en lugar de decir que disfrutamos las reuniones, debemos testificar que disfrutamos a Cristo en las reuniones. Son dos cosas muy diferentes. Algunos santos se glorían de que las reuniones en su localidad son mejores que las de otras partes. Debemos tener mucho cuidado al respecto. No diga que disfruta las reuniones en su localidad. Más bien, cuéntele a los demás que usted disfruta a Cristo. No debemos jactarnos de nuestra localidad ni de ninguna otra. En un sentido, nuestro aprecio por todas las localidades debe disminuir con el fin de elevar a Cristo, quien es nuestra única porción. La iglesia en determinada localidad no es la porción de los santos. Nuestra única porción es Cristo.
Cristo lo es todo, y como tal, suple todo lo que necesitamos. Juan muestra en su evangelio que Cristo tiene muchos aspectos. Por ejemplo, El es el pan vivo, la puerta, el Pastor y la vid verdadera. Además, en Colosenses vemos que Cristo no solamente lo es todo, sino que también lo incluye todo. No obstante, ni el evangelio de Juan ni la epístola a los Colosenses contiene los aspectos de Cristo enumerados en 1 Corintios. En esta epístola, Pablo menciona diecinueve aspectos del Cristo que lo es todo. En este mensaje, los mencionaremos y comentaremos brevemente acerca de ellos.
Leamos lo que dice Pablo en 1:24: “Mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios”. El Cristo crucificado que Pablo predicaba es el poder de Dios. Este poder se requiere para llevar a cabo lo que Dios planeó y se propuso.
En 1:24 vemos que Cristo es la sabiduría de Dios. La sabiduría es necesaria para planear, para proponer. En la economía de Dios, Cristo es esa sabiduría y ese poder.
En 1:30 Pablo dice que Cristo es nuestra justicia. Esta justicia resuelve el problema de nuestro pasado, y permite que Dios nos justifique.
El versículo 30 revela que Cristo es nuestra santificación. La santificación está relacionado con nuestro presente, y tiene que ver con la santificación de nuestra alma.
En 1:30 vemos que Cristo es nuestra redención. La redención está relacionada con el futuro, y tiene que ver particularmente con la redención de nuestro cuerpo (Ro. 8:23).
En 2:7 Pablo dice: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría que estaba oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria”. Cristo, el Señor de gloria (2:8), es nuestra vida hoy (Col. 3:4) y será nuestra gloria en el futuro (Col. 1:27). A esta gloria nos llamó Dios (1 P. 5:10) y en la misma nos introducirá (He. 2:10). Esta es la meta de la salvación realizada por Dios. Cristo es la gloria que nos glorifica. ¡Cuán maravilloso es esto!
Leamos lo que dice Pablo en 2:10: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios”. Cristo es las profundidades de Dios. Este aspecto de Cristo va más allá de nuestra experiencia y comprensión. Se refiere a lo profundo de Dios, al Cristo que tiene muchos aspectos y que es nuestra porción eterna.
En 3:11 Pablo escribe: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”. En calidad de Cristo y de Hijo del Dios vivo, el Señor Jesucristo es el único fundamento puesto por Dios para la edificación de la iglesia (Mt. 16:16-18). Nadie puede poner otro fundamento.
En 5:7 Pablo dice: Porque nuestra Pascua, que es Cristo, fue sacrificada”. Cuando decimos que Cristo es nuestra Pascua, lo que queremos decir es que El no sólo es el Cordero pascual, sino también la Pascua completa.
En 5:8 Pablo añade: “Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad”. El propio Cristo es el pan sin levadura.
En 1 Corintios 10:3 dice: “Y todos comieron el mismo alimento espiritual”. Cristo es el alimento espiritual, y como tal es nuestra diaria provisión de vida.
En 10:4 Pablo dice: “Y todos bebieron la misma bebida espiritual”. Hoy Cristo es nuestra bebida espiritual.
En 10:4 Pablo dice también: “Todos ... bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”. La roca hendida de Exodo 17:6 constituye un tipo del Cristo a quien Dios golpeó y hendió para hacer fluir el agua y así satisfacer nuestra sed (Jn. 19:34).
En 11:3 nos damos cuenta que Cristo es la Cabeza. El es la Cabeza de todo hombre.
En 12:12 vemos que Cristo también es el Cuerpo. Esto significa que El no sólo es la Cabeza, sino que se forja en nosotros para llegar a ser nosotros. Por consiguiente, El es tanto la Cabeza como el Cuerpo. Es difícil explicar cómo Cristo puede ser el Cuerpo. No obstante, la Biblia lo revela, y nosotros lo creemos.
En 15:20 Pablo dice: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho”. En el versículo 23 encontramos las palabras: “Las primicias, Cristo”. Por lo tanto, Cristo es las primicias.
En 15:47 Pablo habla del segundo hombre. Este segundo hombre también es Cristo.
En 15:45 Pablo se refiere a Cristo como el postrer Adán. Por ser las primicias, el segundo hombre y el postrer Adán, Cristo es el primero, el segundo y el postrero. Como tal, El lo es todo.
En 15:45 Pablo dice que Cristo, como postrer Adán, se hizo Espíritu vivificante. Si Cristo no fuese el Espíritu vivificante, no podría ser ni poder ni sabiduría para nosotros. Tampoco podría ser nuestra justicia, nuestra santificación ni nuestra redención. A los que afirman que es una herejía enseñar que Cristo es el Espíritu no les es posible experimentar a Cristo. Debido a que no lo conocen como Espíritu, no lo experimentan en sus diecinueve aspectos. Aunque Cristo fue instalado en ellos, no lo viven. Una vez más, empleemos la electricidad como ejemplo. Aunque la electricidad esté instalada en un edificio, de nada servirá si no hay corriente eléctrica. Del mismo modo, Cristo está en nosotros, pero si no lo conocemos como Espíritu, es imposible experimentarlo. Si Cristo no fuese el Espíritu vivificante, ¿cómo podría ser tanto la Cabeza como el Cuerpo? ¿Cómo podría ser nuestro alimento, nuestra bebida y la roca que nos sigue? La clave para experimentar a Cristo en estos aspectos está en el hecho de que El, el postrer Adán, se hizo el Espíritu vivificante.
Hemos subrayado repetidas veces que en 1:9 Pablo dice que Dios nos llamó a la comunión de Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. En realidad, esta comunión nos la comunica el Espíritu. En 2 Corintios 13:14 Pablo dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Esta comunión es una mutualidad maravillosa y excelente. Puesto que nos la comunica el Espíritu, si no tenemos al Espíritu, no tenemos la comunión. Esta comunión no sólo se llama la comunión del Hijo, sino que también es la comunión del Espíritu, ya que después de pasar por un maravilloso proceso, el Hijo se hizo el Espíritu vivificante. Por consiguiente, en nuestra experiencia, la comunión del Hijo se convierte en la comunión del Espíritu. Si somos un solo espíritu con el Espíritu, podremos disfrutar de la comunión.
En 1 Corintios tenemos a Cristo en diecinueve aspectos, uno de los cuales es el Espíritu que lo incluye todo. Los primeros dieciocho aspectos de las riquezas de Cristo están corporificados en el Espíritu vivificante. Al estudiar esta epístola debemos prestar atención a estos aspectos cruciales. No dedique demasiado tiempo al estudio de los detalles de las cosas negativas. Más bien céntrese en los diversos aspectos de Cristo. Ore y tenga comunión en torno a ellos. Cristo es el único centro de la economía de Dios. El es la porción única de todos los santos, Aquel que lo es todo y que como tal suple todo lo que necesitamos.
Después de enumerarse los muchos aspectos de las riquezas de Cristo, se declara que El se hizo el Espíritu vivificante. Ahora, el Espíritu nos trae la realidad de todos los aspectos de las riquezas de Cristo de manera práctica y prevaleciente. Cuando tocamos a Cristo en calidad de Espíritu y somos un solo espíritu con El, aplicamos todos los aspectos de Sus riquezas.
Cada vez que pienso en la deplorable situación que prevalece entre los cristianos, mi corazón se quebranta. En lugar de poseer las riquezas del Cristo que lo es todo, lo único que tiene la mayoría de los creyentes es bagazo. Tienen a Cristo en nombre, pero no lo disfrutan ni lo experimentan. Puesto que yo experimento a Cristo cada día y lo disfruto, mi corazón sufre por todos los creyentes que no lo viven de esta manera.
Los que estamos en el recobro del Señor debemos preguntarnos cuánto disfrutamos a Cristo. ¿En qué medida disfruta usted a Cristo cada día? ¿Lo disfruta en los diecinueve aspectos revelados en 1 Corintios? Espero que los santos puedan declarar cada vez más: “Señor Jesús, Tú eres mi disfrute y estoy muy feliz en Ti. Señor, Tú eres todo para mí. Tú eres el poder y la sabiduría de Dios. Eres mi justicia, mi santificación, mi redención y aun la gloria que me glorificará. Señor, Tú eres las profundidades de Dios. Te pido que me lleves más profundamente a disfrutarte como las profundidades de Dios”.
Algunos santos me han preguntado cómo recibo luz de la Palabra. Otros se preguntan cómo puedo dar tantos mensajes. Yo recibo luz y puedo dar mensajes porque disfruto a Cristo diariamente. Ni siquiera los miembros de mi familia tienen idea de cuánto disfruto a Cristo. Yo tengo comunión con El, oro a El y le pido que se revele a mí en la Palabra. He orado: “Señor, muéstrame lo que significa que Tú mismo seas las profundidades de Dios”. Puedo testificar que El contestó efectivamente mi oración y se mostró a mí de esta manera. En realidad, me es común tener este tipo de experiencias. Como resultado, cuando se necesita dar un mensaje, tengo algo fresco que compartir. Además, me es común recibir nueva luz aun mientras hablo. Por supuesto, yo no soy la fuente; la fuente es el Cristo a quien disfruto todos los días.
En el primer mensaje de este estudio-vida vimos que 1 Corintios presenta un vivo ejemplo de la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo. Esta luz no la recibí mientras escribía las notas sobre 1 Corintios, sino mientras descansaba por la tarde del día en que di ese mensaje. Oré espontáneamente: “Señor, ¿qué debo decir en el mensaje de esta noche?” Entonces, empecé a percibir que debía introducir el mensaje diciendo que 1 Corintios presenta un cuadro de la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo. Sentí del Señor que debía decir a los santos que Pablo, después de presentar un esquema completo de la vida cristiana y la vida de iglesia en Romanos, nos da un ejemplo de ello en 1 Corintios. Yo no recibí esta comprensión por casualidad, sino como resultado de experiencias pasadas con el Señor y del disfrute actual que tengo de El.
Quisiera alentar a todos los santos que cuando lean la Biblia se centren en Cristo. Por ejemplo, al leer el libro de Apocalipsis, no se preocupen por cosas tales como los diez cuernos y las siete cabezas. Más bien, pongan toda su atención en el Cristo que se revela en ese libro y en asuntos tales como los candeleros de oro, disfrutar del árbol de la vida y beber el agua de vida. Si hacen esto disfrutarán de los muchos aspectos de las riquezas de Cristo.
En 1:9 vimos que Dios nos llamó a la comunión de Su Hijo, a participar de Cristo, o sea, a disfrutarlo. Como hicimos notar, se puede disfrutar esta comunión invocando el nombre del Señor Jesús. Como dije antes, fuimos llamados por Dios para invocar el nombre del Señor Jesucristo. Dios nos llamó para que invoquemos este único nombre, el nombre que es sobre todo nombre. No debemos darle importancia a ningún nombre de alguna persona y de algún lugar. Sólo debe interesarnos el nombre único, el nombre del Señor Jesucristo.
La cruz de Cristo también forma parte de la única solución para los problemas que hay en la iglesia. Lo primero que hace la cruz en nuestra experiencia es aniquilarnos. Según mi observación, por lo general los hermanos están más dispuestos a ser aniquilados que las hermanas. A través de los años que he pasado en el recobro, he visto muy pocas hermanas dispuestas a ser eliminadas por la cruz. ¿Se había dado cuenta de que las bodas son una aniquilación? Cuando una hermana se casa, ella se pone un velo para cubrir su cabeza, lo cual es una señal de su aniquilamiento y su sepultura. Si una hermana no está dispuesta a pasar por esta experiencia, no debería taparse la cabeza durante su boda. Además, la hermana pierde su apellido de soltera y toma otro nombre, el nombre de su marido.
El objetivo de la cruz es aniquilarnos. Por una parte, disfrutamos a Cristo; por otra, la cruz nos mata. La experiencia nos enseña que cuanto más disfrutamos a Cristo, más somos aniquilados. ¿Qué debemos hacer cuando la cruz nos aniquila? No debemos hacer nada, sino permanecer tranquilamente en el lugar de la aniquilación.
Lo maravilloso es que todo lo que la cruz aniquila, lo redime. ¡Cuán alentador es esto! Si queremos disfrutar la redención tenemos que experimentar la muerte. Algunos santos disfrutan muy poco la redención porque no están dispuestos a morir.
La cruz soluciona todos los enredos que experimentamos en la vida de iglesia y particularmente en la vida matrimonial. Por experiencia sé que la vida matrimonial puede ser muy enredosa, molesta y desconcertante. ¿Qué puede desenredar todas las complicaciones y solucionar los problemas? Necesitamos un instrumento que corte el enredo, y este instrumento, este cuchillo, es la cruz. La cruz es lo único que puede salvarnos de los enredos de la vida conyugal. Cuando la cruz nos corta no hay nada que pueda enredarnos.
La vida humana está llena de problemas y enredos. El simple hecho de existir nos expone a las dificultades. Esto se ve no solamente en la vida matrimonial y familiar, sino también en la vida de iglesia. Según los humanos, los problemas se solucionan mediante la negociación, y puede ser que un hermano y una hermana intenten solucionar sus dificultades de esta manera. Sin embargo, ésta no es la manera divina. Dios resuelve nuestros problemas suministrándonos a Cristo y aniquilándonos por medio de la cruz. Cada vez que existe un problema en la vida familiar o en la vida de iglesia, es posible que el hombre natural acuda a la negociación e intente solucionar el problema por medio del diálogo. Por la misericordia del Señor, puedo testificar que cada vez que me enfrento a esta tentación, en lo profundo de mi ser siento que no necesito dialogar ni negociar. Mi única necesidad es ir a la cruz y morir. Al hacer esto, Cristo viene, nos suministra, y se soluciona el problema. Esta es la manera en que Dios obra para solucionar todos los problemas que se dan en la vida de iglesia.
Debemos centrar toda nuestra atención en Cristo. El es nuestra única preferencia y elección. Además, debemos entender con claridad cuál es el objetivo de la cruz, debemos darnos cuenta que el propósito de la misma es aniquilar todo lo que somos. Debemos tomar la cruz y disfrutar a Cristo. Esta es la única solución para todos los problemas que hay en la iglesia. Para los judíos, la cruz es una ofensa, y para las naciones, locura. Pero para nosotros, los llamados de Dios, es verdaderamente el poder de Dios y Su sabiduría (1:24). Según nuestra mentalidad natural y cultural, ser crucificado es una locura. Pero como llamados sabemos que la cruz es la sabiduría de Dios y Su poder.