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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Corintios»
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Mensaje 59

LO TOCANTE A LOS DONES

(3)

  Lectura bíblica: 1 Co. 12:23-31

C. La compenetración de los miembros

  En los versículos 23-27 Pablo habla de la compenetración de los miembros. Leamos los versículos 23 y 24: “Y a aquellos miembros del cuerpo que nos parecen menos honrosos, a éstos vestimos con mayor honra; y los que en nosotros son menos decorosos, reciben mayor decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios concertó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba”. La palabra griega traducida concertó significa literalmente compenetró; y por ende, combinó, adaptó. Dios concertó todos los diferentes miembros de Cristo para hacer de ellos un solo Cuerpo. Para experimentar esto necesitamos mucha transformación (Ro.12:2); es decir, necesitamos que el Espíritu nos transforme de la vida natural a la espiritual para llevar la vida práctica del Cuerpo.

  No es fácil ser compenetrados en el Cuerpo. Si a los cónyuges les resulta difícil acoplarse el uno al otro, cuánto más lo será en el Cuerpo, donde nos relacionamos con muchos santos. Además, el Cuerpo es local y también universal. Si usted piensa que ya se mezcló lo suficiente con los santos de su localidad, es posible que el Señor traiga a alguien de otra parte del mundo para probar cuánto se ha compenetrado en realidad. Esto es lo que sucede en la iglesia de Anaheim. Anaheim es un buen ejemplo de una iglesia en la cual se reúnen santos de muchas nacionalidades y experimentan la compenetración. Ser compenetrado es ser restringido. Dios ha compenetrado a todos los diferentes miembros de Cristo en un solo Cuerpo. Esto requiere de mucha transformación. Si deseamos implementar la vida práctica del Cuerpo, debemos ser transformados por el Espíritu y pasar de la vida natural a la vida espiritual.

  Dios ha concertado el Cuerpo dando más abundante honor al que le faltaba, “para que no haya división en el cuerpo, sino que los miembros tengan la misma solicitud los unos por los otros” (v. 25). En la vida del Cuerpo se debe cuidar de la misma manera a todos los miembros. Hacer diferencias causa divisiones.

  Dios no puede ejercer Su administración en el universo si el Cuerpo está dividido. Para realizar Su administración El dispone de un solo medio. Conforme a Efesios 1:10, Dios reunirá todas las cosas en Cristo por medio del Cuerpo. Primero, la iglesia debe someterse a Cristo. Luego, Dios usa al Cuerpo de Cristo, el cual se ha sometido a El, para sujetar todas las cosas. La hora viene cuando todo será sometido a Cristo, lo cual será el cumplimiento de la economía de la plenitud de los tiempos. A fin de que esto se realice, Dios debe reunirnos en Cristo. Por esta razón es crucial que el Señor lleve a cabo un recobro.

  En el cristianismo actual, el Cuerpo se ha dividido. Algunos piensan que nosotros somos cerrados y exclusivistas, pero en realidad, es todo lo contrario; no somos ni exclusivistas ni cerrados. Antes bien, reconocemos y aceptamos a todos los creyentes genuinos, sin importar cuál sea su trasfondo. En tanto que alguien crea en Cristo y haya sido lavado por Su sangre y regenerado por el Espíritu, lo recibimos. No tenemos ningún credo particular ni condiciones especiales. Simplemente creemos en todo lo que dice la Biblia. Esto le proporciona la oportunidad a Dios de reunir un remanente de personas que lo aman y lo buscan y de usarlos para recuperar la vida apropiada de iglesia. Dios usa la vida de iglesia que se practica en el recobro del Señor como un testimonio de la unidad en medio de tantas divisiones.

  Testificamos con denuedo que rechazamos todo factor divisivo, uno de los cuales sería el de insistir en cierta forma bautismal. Aunque oramos-leemos la Palabra, no hacemos de esta práctica un factor de división. Si las personas que asisten a nuestras reuniones no quieren orar-leer, no insistimos en que lo hagan. El hablar en lenguas tampoco constituye un factor de división entre nosotros. Rechazamos todos los factores que dividen; y por ende, el Señor puede obtener un remanente con el cual llevar a cabo Su administración y dar fin a las divisiones.

  En los versículos 3-11 Pablo menciona el Espíritu varias veces, mientras que en los versículos 12-27 no lo hace ni siquiera una vez; en cambio, usa la palabra cuerpo dieciocho veces. En el versículo 13 se hace la transición del Espíritu al Cuerpo: “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. En un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo. Sin embargo, en el movimiento pentecostal hablan únicamente del bautismo en el Espíritu, sin tomar en cuenta que el versículo 13 revela que, en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, para beber de un mismo Espíritu. Es crucial que nos demos cuenta de que fuimos bautizados en un solo Cuerpo para beber. No sólo fuimos bautizados en un solo Espíritu, sino también en un solo Cuerpo, y esto con un propósito específico: beber de un mismo Espíritu. En el recobro hacemos hincapié en el hecho de que estamos en un solo Cuerpo y que bebemos de un mismo Espíritu. ¿Está usted en el Cuerpo y bebiendo ahora mismo? Puedo declarar firmemente que estoy en el único Cuerpo y que bebo del único Espíritu.

  Ser bautizado en un solo Cuerpo se experimenta de una vez y para siempre, pero beber del Espíritu constituye una experiencia diaria. Podemos comparar el bautismo con una boda, y el beber, con la vida matrimonial. La verdadera experiencia de la vida matrimonial no se tiene en la boda; la boda es sólo el procedimiento donde se reconoce la unión matrimonial. La experiencia de la vida conyugal se da día tras día. Pasa lo mismo con el bautismo y el beber. Muchos cristianos experimentan únicamente la boda, es decir, el bautismo, pero no la vida matrimonial, o sea, que no beben del Espíritu de manera cotidiana. En el recobro del Señor tenemos el bautismo y también bebemos, o sea, que experimentamos la “boda” y también la “vida matrimonial”. Tenemos el procedimiento para recibir y aceptar el hecho, y tenemos la experiencia de cada momento. Ahora estamos en el Cuerpo para beber. En un solo Espíritu fuimos todos bautizados. Declaro con gozo que estamos bebiendo en el Cuerpo. ¡Cuán maravilloso es beber del Espíritu en el Cuerpo! En ocasiones disfruto tanto esta bebida, que exulto de júbilo.

  A partir del versículo 13 Pablo cambia de tema, del Espíritu al Cuerpo, y en los versículos 14-27 habla del Cuerpo y sus miembros. En estos versículos Pablo se centra en el Cuerpo y se preocupa por él. Los dones espirituales provienen del Espíritu, y su objetivo es beneficiar al Cuerpo. Estos dones proceden del Espíritu y se ejercen por el Espíritu, pero no están destinados a nosotros en lo individual, más bien, se otorgan para provecho del Cuerpo.

  En el transcurso de los años, he conocido a muchos hermanos y hermanas que, humanamente hablando, no parecen tener ningún don. Pero lo que sí tienen es un espíritu fuerte y un corazón entregado al Cuerpo, y como resultado de ello le han sido muy útiles al Señor. Sé de una pareja que fue visitada por la misericordia del Señor. Ellos recibieron Su gracia abundante y empezaron a amarlo intensamente. Gradualmente, al pasar los años, han crecido en el Cuerpo y se han consagrado totalmente a él. Su único don ha sido amar al Cuerpo y a los santos, y ahora existe en su localidad una hermosa expresión de la vida de iglesia.

  Sin embargo, es posible que haya personas talentosas por nacimiento, dotadas por el nuevo nacimiento y con una educación elevada, que no sean útiles en absoluto para establecer la vida de iglesia apropiada. Tal vez, en lugar de usar sus dones para el provecho del Cuerpo, los usen para su propio beneficio. Pero la pareja que acabo de mencionar permanece en el Cuerpo y se preocupa por él. Por esta razón, el Señor los ha usado para levantar una iglesia local. Si este hermano y esta hermana siguen recibiendo la gracia y son preservados en ella, su función, su don, se enriquecerá, se elevará y se multiplicará. Por otro lado, los talentosos, los dotados, las personas cultas y elocuentes, tal vez den problemas y al final hasta causen divisiones.

  En la actualidad, el movimiento carismático parece tener mucho auge. Sin embargo, está fragmentado. Además, no ayuda a los creyentes a crecer en vida. Dicho movimiento pertenece a una categoría completamente diferente del recobro del Señor.

  Es importante que veamos el gran énfasis que pone Pablo en el Cuerpo cuando habla de los dones. Debemos estar en el Cuerpo, consagrarnos al Cuerpo y estar completamente conscientes del Cuerpo y centrados en él. Si tenemos presente el Cuerpo y lo tomamos como nuestro centro, le seremos muy útiles al Señor.

  Si estudiamos la historia del recobro del Señor, nos daremos cuenta de que el Señor ha usado a aquellos que se preocupan por el Cuerpo. Sin embargo, los que lo descuidan, han experimentado fracaso. Todo aquel que depende del Cuerpo, que permanece en el Cuerpo y se interesa por él, sin poner su confianza en los dones, será muy útil al Señor. Esta es una ley que opera en la esfera espiritual, ya que a Dios no le interesan nuestros dones; lo que a El le interesa es el Cuerpo. El don que usted haya recibido no es el medio por el cual Dios lleva a cabo Su administración. Este medio es el Cuerpo místico de Cristo. El instrumento del que Dios se valdrá para establecer Su administración, es el Cuerpo.

  Algunos dirán que el Cuerpo se ha dividido. Es cierto, pero en la Biblia existe un principio, el principio de recobro. Aunque el Cuerpo está dividido, Dios tiene este principio, conforme al cual no necesita un gran número de personas ni un gran movimiento. Es suficiente que un pequeño remanente se alinee con la intención de Dios y sea uno con El. Entonces, Dios podrá usar a dicho remanente, a este pequeño número de personas, para recuperar lo que se ha perdido. Por consiguiente, a los ojos de Dios, nosotros somos el Cuerpo, pero no en el sentido original, sino en el sentido recobrado, en el sentido de un recobro.

  Nuestra experiencia nos enseña que a menudo lo que se recupera es más querido, excelente y precioso que lo perdido. El Señor perdió Su tesoro, pero ahora, El tiene un recobro, el cual es muy querido y precioso para El. Además, El ha bendecido Su recobro en todo el mundo. Por ejemplo, aunque no enviamos a ningún misionero a Japón, se han establecido muchas iglesias allí. Esta obra la realizó el Administrador celestial que opera mediante Su Cuerpo.

  Es crucial que veamos la administración celestial y los principios celestiales. No subestimo a los cristianos de hoy, pero tampoco estoy de acuerdo con sus errores y su ceguera. Lo que ellos pensaban que era la mejor manera de servir a Dios, en realidad no ha resultado serlo. No tenemos necesidad de llevar a cabo tantas actividades ni de gastar el dinero como lo hacen ellos. Lo que debemos hacer es permitir que el Señor lleve a cabo Su administración por medio de Su Cuerpo. Si adoptamos el camino que El ha establecido y permitimos que El sea el Administrador, El ciertamente obtendrá toda la tierra. Por Su misericordia, esto es exactamente lo que estamos haciendo en la vida de iglesia hoy. Simplemente permitimos que El sea el Administrador, y seguimos el principio de que los dones son para beneficio del Cuerpo. Todo lo que se da para el Cuerpo se convierte en el don más provechoso. Por lo tanto, les insto a que se olviden de lo que pueden hacer y de los dones que puedan tener, y simplemente se preocupen por el Cuerpo.

IV. LOS DONES QUE DIOS HA PUESTO EN LA IGLESIA

  En 12:28-31 Pablo habla de los dones que Dios puso en la iglesia. Los versículos 3-11 dan énfasis al Espíritu, los versículos 12-27 hacen hincapié en el Cuerpo, y los versículos 28-31 realzan la administración. Leamos el versículo 28: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, en segundo lugar profetas, en tercer lugar maestros, luego obras de poder, después dones de sanidad, ayudas, administraciones, diversos géneros de lenguas”. La iglesia que se menciona en este contexto se refiere a sus aspectos universal y local. Los versículos 12-27 presentan la iglesia como Cuerpo de Cristo. El Cuerpo es un organismo en el que Cristo, quien es la vida de los creyentes, crece y se expresa. La iglesia en su condición de asamblea, hace posible que Dios ejecute Su administración. Por tanto, el capítulo doce, que trata de los dones, subraya cuatro asuntos: el hablar, el Espíritu, el Cuerpo y la administración. El hablar nos introduce en el Espíritu, el Espíritu nos une al Cuerpo, y el Cuerpo nos mantiene en el Espíritu. Por consiguiente, Efesios 4:4 habla de un Cuerpo y un Espíritu. Si estamos en el Cuerpo, tenemos el Espíritu, pues el Cuerpo nos mantiene en el Espíritu. Si éste es nuestro caso, el Cuerpo no está dividido; más bien, permanece siendo uno en el Espíritu. Entonces el Cuerpo está capacitado para llevar a cabo la administración de Dios. El Cuerpo en su calidad de iglesia es el medio por el cual Dios opera en la tierra.

  El Cuerpo como iglesia es la asamblea de Dios. Este Cuerpo es el organismo que hace posible que Cristo crezca y se exprese. La asamblea de Dios, la iglesia, es el medio que Dios utiliza para ejecutar Su administración. Por consiguiente, avanzamos del hablar al Espíritu, del Espíritu al Cuerpo, y del Cuerpo a la administración de Dios. El regreso del Señor será la consumación final, la cumbre de Su administración. En el recobro del Señor estamos haciendo los preparativos para que El vuelva. ¡Aleluya por el hablar, por el Espíritu, por el Cuerpo, y por la administración! Todo esto propicia el regreso del Señor.

  En el versículo 28 Pablo menciona: apóstoles, profetas y maestros. Los apóstoles son personas que Dios llama y envía (1:1; Ro. 1:1) a predicar el evangelio, a fin de que se salven los pecadores y éstos lleguen a ser los materiales con los que se edifica la iglesia. Esto quiere decir que los apóstoles son enviados a establecer las iglesias (Hch. 14:21-23) y a enseñar la verdad divina. Su ministerio es universal, incluye todas las iglesias. Los profetas son aquellos que hablan de parte de Dios y emiten a Dios mediante la revelación divina, y en ocasiones comunican predicciones (Hch. 11:27-28). Los maestros enseñan las verdades conforme a la enseñanza de los apóstoles (Hch. 2:42) y a la revelación de los profetas. Tanto los profetas como los maestros tienen una función universal y también local (Ef. 4:11; Hch. 13:1).

  En el versículo 28 Pablo habla también de ayudas y administraciones. Las ayudas o los que ayudan deben referirse a los servicios de los diáconos y las diaconisas (1 Ti. 3:8-13). Las administraciones o los administradores se refieren al cuerpo de ancianos de la iglesia.

  En el versículo 28 Pablo menciona al final de la lista: diversos géneros de lenguas. Esta es la segunda vez que hablar en lenguas figura al final de los aspectos de la operación que Dios lleva a cabo en la iglesia.

  En los versículos 29-30 Pablo hace muchas preguntas: “¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos obras de poder? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?” Por supuesto, la respuesta a estas siete preguntas es no. Vemos por tercera vez que el hablar en lenguas y la interpretación de lenguas aparecen al final de lo que Pablo escribe, lo cual se debe a que tales dones son de menos provecho para la iglesia (14:4-6, 19).

  En el versículo 31 Pablo añade: “Anhelad, pues, los dones superiores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente”. Anhelar los dones superiores significa procurarlos celosamente, deleitarse en ellos. La expresión dones superiores indica que algunos dones, como el hablar en lenguas y la interpretación de lenguas, son inferiores, pues son de menos provecho para la iglesia. Esto indica también que debemos anhelar los dones superiores, como el de profetizar y enseñar, que son más benéficos para la edificación de la iglesia (14:1-6). Para obtener los dones superiores se necesita crecer en vida y madurar. Estos dones se desarrollan por el crecimiento en vida, a partir de los dones iniciales (1:7) que recibimos al ser regenerados.

  Pablo concluye el versículo 31 diciendo que él mostraría a los corintios un camino más excelente. El camino por el cual se obtienen los dones superiores es el amor. El capítulo siguiente define plenamente este camino.

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