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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Corintios»
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Mensaje 62

LO TOCANTE A LOS DONES

(6)

EL PROBLEMA RELACIONADO CON EL HABLAR EN LENGUAS DE HOY

  Lectura bíblica: 1 Co. 12:4-31; 14:1-25

  Al abordar el tema de los dones, Pablo hace hincapié en seis temas: el hablar, el Espíritu, el Cuerpo, la administración de Dios, el amor, y el profetizar como don superior para edificar la iglesia. En el capítulo doce, habla del Cuerpo reiteradas veces, por lo menos en dieciocho ocasiones. Pero en el capítulo catorce, aborda el tema de la edificación de la iglesia. Así que, en el capítulo doce tenemos el Cuerpo, y en el catorce, a la iglesia.

EL CUERPO Y LA IGLESIA

  El Cuerpo y la iglesia en realidad son sinónimos; ambos se refieren a lo mismo. El Cuerpo es la iglesia, y viceversa. Sin embargo, en el capítulo doce, Pablo da énfasis al Cuerpo, mientras que en el catorce, a la iglesia. Pero existe una diferencia entre el Cuerpo y la iglesia: el Cuerpo es un organismo en el que Cristo, siendo la vida de los creyentes, crece y se expresa; mientras que la iglesia es una asamblea mediante la cual Dios efectúa Su administración. Cristo como vida es la esencia del Cuerpo, el cual es una entidad orgánica. El Cuerpo no es una organización, sino un organismo, una entidad viva que expresa a Cristo. Cristo es la esencia misma de Su Cuerpo, y Su Cuerpo es una entidad orgánica que vive, crece y madura con el propio Cristo como esencia, hasta que finalmente lo expresa a El.

  En 1 Corintios 12:12-27, el pensamiento principal con relación al Cuerpo no es que éste es una empresa llena de actividades, sino un organismo que vive, crece, madura y expresa a Cristo como Su esencia interna. Por esta razón, el versículo 3 indica que cuando decimos: “¡Señor Jesús!”, estamos en el Espíritu. Es el Espíritu el que nos introduce en el Cuerpo, pues dicho Espíritu es el Espíritu vivificante, el Espíritu de vida, y no simplemente el Espíritu de Dios que se menciona en Génesis 1:3. Al recibir el Espíritu, éste nos introduce en el Cuerpo orgánicamente.

  En Romanos 10:13 Pablo escribe: “Todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo”. Debemos relacionar este versículo con Hechos 2:21: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. En Hechos 2, ser salvo significa recibir los dones iniciales del Espíritu. Recibir el Espíritu como don inicial equivale a ser salvo, y para experimentar esto no sólo se necesita creer, sino también invocar al Señor. Todo aquel que cree verdaderamente en el Señor Jesús, lo invocará diciendo: “Señor Jesús”. Si decimos “¡Señor Jesús!”, el Espíritu entrará a nosotros, y espontáneamente estaremos en el Espíritu. El Espíritu es el pneuma, el aliento o el aire que debemos respirar. No podemos respirar sin inhalar aire. Cuando respiramos, el aire instantáneamente está en nosotros, y nosotros en él. Asimismo, cuando invocamos al Señor Jesús, entramos en el Espíritu que da vida y que nos introduce en el Cuerpo.

  En 1 Corintios 12:13 se revela que en el Espíritu fuimos bautizados en el Cuerpo. El agua del bautismo simboliza el hecho de que fuimos bautizados en el Dios Triuno (Mt. 28:19) y en Cristo (Gá. 3:27; Ro. 6:3). Cuando fuimos bautizados en Cristo, fuimos bautizados en Su Cuerpo orgánico y llegamos a formar parte de él. El capítulo doce de 1 Corintios revela claramente que hemos llegado a ser miembros del Cuerpo orgánico de Cristo. ¡Aleluya que ahora estamos en el Cuerpo! Invocamos: “¡Señor Jesús!”, y esto nos introdujo en el Espíritu, el cual a su vez nos introdujo en el Cuerpo; por tanto, ahora estamos en el Cuerpo de manera orgánica.

  Después de hablar ampliamente acerca del Cuerpo en 12:12-27, Pablo empieza a desarrollar el tema de la iglesia en el versículo 28: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, en segundo lugar profetas, en tercer lugar maestros, luego obras de poder, después dones de sanidad, ayudas, administraciones, diversos géneros de lenguas”. La iglesia está relacionada con la administración de Dios. Cuando Pablo menciona a la iglesia, él no hace hincapié en la entidad orgánica, sino en la administración de Dios. El objetivo del Cuerpo es expresar a Cristo, mientras que el de la iglesia es llevar acabo la administración de Dios. En el capítulo catorce, el concepto de Pablo no gira en torno al crecimiento orgánico, sino a la administración gubernamental. El énfasis del capítulo doce es la vida, mientras que el del capítulo catorce es el gobierno. Por lo tanto, podemos emplear la frase expresión orgánica para describir el capítulo doce y administración gubernamental para describir el capítulo catorce. Además, el objetivo de la edificación de la iglesia es ejecutar la administración de Dios, mientras que el de la edificación del Cuerpo es producir una expresión orgánica de Cristo. Para expresar a Cristo necesitamos el Cuerpo, y para llevar a efecto la administración divina, se requiere la iglesia. A esto se debe que el énfasis del capítulo doce sea el Cuerpo, el cual crece orgánicamente y se convierte en la expresión de Cristo, mientras que el capítulo catorce hace hincapié en la iglesia, la cual establece el gobierno de Dios y así efectúa Su propósito eterno.

  Ahora quisiera hacer una pregunta acerca del hablar en lenguas: para que el Cuerpo crezca orgánicamente y exprese a Cristo, ¿será de algún provecho el hablar en lenguas? Debemos contestar esta pregunta con cuidado. Si dijéramos que el hablar en lenguas no ayuda en nada al crecimiento del Cuerpo, erraríamos, pues hablar en lenguas tiene cierta relación con el Espíritu, y el Espíritu está relacionado con el Cuerpo. Por esta razón, no debemos decir que hablar en lenguas no le es útil al Cuerpo en absoluto. El factor que determina si es útil o no, es la manera en que entendemos y aplicamos el hablar en lenguas. Si usted habla en lenguas para su beneficio personal, esto perjudicará al Cuerpo. Pero si su intención es beneficiar al Cuerpo, y se preocupa genuinamente por él, entonces su don de hablar en lenguas sí le será de beneficio al Cuerpo. Entre nosotros, algunos han testificado que el hablar en lenguas les motivaba interiormente a buscar a Cristo. Este es un hecho innegable. El Espíritu nos motiva a buscar a Cristo por el bienestar del Cuerpo. Sin embargo, es posible que aquellos a quienes el Espíritu, mediante el hablar en lenguas, los motiva a buscar a Cristo, no estén conscientes de que su búsqueda debe beneficiar al Cuerpo. En este caso, lo que entienden con respecto al hablar en lenguas es bastante limitado. Si hablar en lenguas resultará útil para el Cuerpo o no, depende de que este don se entienda y se aplique correctamente.

  Permítanme hacer otra pregunta: ¿cree usted que hablar en lenguas beneficia en algo a la edificación de la iglesia, la cual tiene como finalidad ejecutar la administración de Dios? La respuesta a esta pregunta es un rotundo y definitivo no. El hablar en lenguas no ayuda en absoluto a la administración de Dios, y menos de la manera en que se practica actualmente. Por el contrario, en cada caso, perjudica a la iglesia, derrumba la administración de Dios y derroca el gobierno divino.

LOS ESCRITOS DE PABLO Y JUAN

  La primera epístola a los corintios se escribió en Efeso. En ella, la intención de Pablo era corregir a la iglesia de Corinto, la cual se hallaba en confusión, tanto en la vida cristiana como en relación con la administración de Dios. Pablo pretendía corregir a los corintios, rescatarlos de sus distracciones y regresarlos a la línea central de la economía de Dios. Cuando Pablo escribió esta epístola, él estaba disfrutando una vida de iglesia excelente en Efeso.

  Después de escribir 1 Corintios, Pablo se fue de Efeso y visitó Corinto. Como él lo explica en 2 Corintios, tardó en venir a ellos debido a que no quería herirlos ni causarles tristeza. Puesto que ellos se arrepintieron y aceptaron la corrección al recibir la primera epístola, Pablo se alegró y fue a Corinto a visitarlos, y fue allí, mientras él estaba en Corinto, que escribió la epístola a los romanos.

  Romanos presenta un panorama básico de la vida cristiana y de la vida de iglesia, el cual debe regirnos. En esta epístola, Pablo no dice ni una sola palabra acerca de hablar en lenguas ni de la sanidad divina. Su experiencia en Corinto le había enseñado cuánto el hablar en lenguas y la llamada sanidad milagrosa habían perjudicado a la iglesia. En aquel tiempo, Corinto era un semillero de estas prácticas. Muchos corintios eran fanáticos del hablar en lenguas y de los milagros. No obstante, estas mismas cosas arruinaron y destruyeron a la iglesia. Al darse cuenta del daño que esto había ocasionado a la iglesia de Corinto, Pablo fue muy moderado cuando escribió la epístola a los romanos.

  En Romanos 12 Pablo habla de la función apropiada de los dones que se ejercen en el Cuerpo del Señor, y como dije anteriormente, él no menciona una sola palabra acerca del hablar en lenguas ni de la sanidad divina. En lugar de ello, él recalca que debemos mostrar misericordia, amarnos los unos a los otros y ser hospitalarios. Esto indica que Pablo fue el primero en restarle importancia al hablar en lenguas. En el ministerio que Pablo recibió para completar la Palabra, su actitud era no darle tanta importancia al hablar en lenguas.

  Si ésta era la actitud de Pablo en su ministerio, el cual completa la revelación divina, ¿cuál era la actitud de Juan en su ministerio restaurador? ¿Dice él algo en su primera epístola acerca de hablar en lenguas, de la sanidad divina, o de los milagros? No menciona nada en absoluto. Lo que él expone en su epístola se basa en lo que dijo en su evangelio. En Juan 7:37-39, Juan dice que todos los que creen en Cristo recibirán el Espíritu, y que de su interior correrán ríos de agua viva. Esto no se refiere al Espíritu que se experimenta al hablar en lenguas o en la sanidad divina; más bien se refiere al Espíritu de vida. Cuando los creyentes beben del Espíritu de vida, del interior de ellos brotan ríos de agua viva. Esto es lo que dice Juan en su evangelio. Y en su primera epístola, él habla de la unción que está en nosotros. No habla de un ungüento que se halla sobre nosotros, sino de la unción que está en nosotros. Dentro de nosotros se encuentra el Espíritu de vida, y este Espíritu es el ungüento que nos unge. Este ungüento es tipificado en Exodo 30 por el aceite compuesto de varias especias, y lo experimentamos no de una manera milagrosa, sino en forma espontánea, en nuestra vida diaria. Por consiguiente, vemos que Juan es uno con Pablo en no promover el hablar en lenguas, la sanidad, ni los milagros.

  ¿Qué dice Juan en Apocalipsis acerca del Espíritu? El no dice nada acerca del hablar en lenguas ni de la sanidad divina, sino que habla de los siete Espíritus. Conforme a Apocalipsis 4:5, estos siete Espíritus son siete lámparas resplandecientes, las cuales no brillan milagrosamente, sino de manera muy normal.

  En Apocalipsis 4 vemos los siete Espíritus de Dios, los cuales son las siete lámparas, mientras que en el capítulo veintidós vemos al Espíritu, representado por el río que fluye del trono de Dios y del Cordero para regar la Nueva Jerusalén. Una vez más, no se dice nada con respecto al hablar en lenguas. Si hablar en lenguas fuese tan importante y tan crucial, Pablo y Juan seguramente lo habrían subrayado.

RAZONES POR LAS QUE NO SE FOMENTA EL HABLAR EN LENGUAS

  Mi deseo es hablar por Cristo y proclamarlo. Sin embargo, siento la responsabilidad de aclarar, y particularmente por el bien de los jóvenes, la razón por la que no animo a los santos a hablar en lenguas. Aunque no me opongo a ello, tampoco lo fomento, y baso mis razones en lo que he experimentado y observado.

  La razón por la que no fomento el hablar en lenguas de hoy en día es que dicha práctica se puede comparar con el efecto del opio o la morfina. Los médicos saben que el opio y la morfina pueden ser útiles para tratar ciertas dolencias o enfermedades, pero se debe limitar la dosis y restringir su uso. Si se usa bajo un control estricto y con la debida dosificación, el opio y la morfina pueden ser benéficos. Pero existe el peligro de la adicción. Una vez que una persona se vuelve adicta al opio o a la morfina, el resultado es terrible. Muchos creyentes hablan en lenguas durante cierto tiempo y luego dejan de hacerlo. Pero otros se vuelven adictos, y su adicción puede llevarlos a tal grado, que cuando se reúnen no les interesa ninguna otra cosa más que hablar en lenguas. Defienden tanto el hablar en lenguas, que no les importa si son genuinas o no.

  En segundo lugar, a la larga, el hablar en lenguas no ayuda a los creyentes a crecer en vida. Y no sólo esto, sino que la afición por hablar en lenguas puede suscitar apetitos carnales. No puedo negar que ha habido casos en los que el hablar en lenguas ha despertado en algunos el deseo de buscar más a Cristo. Este debería ser el resultado apropiado. Pero aquellos que se han vuelto adictos a hablar en lenguas, lo único que buscan es el éxtasis y no la sobriedad, y como consecuencia, muchos han caído en la fornicación.

  En tercer lugar, a los que se vuelven adictos a hablar en lenguas, no les interesa escuchar la palabra de la cruz ni las cosas profundas de Cristo. No tienen ningún interés en saber cómo la cruz de Cristo pone fin a la carne y al yo. No se interesan por conocer un tema tan sobrio como lo es la palabra de justicia. Son como un pedazo de madera que queda dañado por el mal trabajo de un carpintero, y que no puede ser usado para fabricar nada. A ellos no les llama la atención las cosas profundas acerca de Cristo ni de la vida en resurrección. Por ejemplo, no les interesaría escuchar todos los mensajes que dimos sobre 1 Corintios y sobre los cuatro libros que conforman el corazón de la revelación divina: Gálatas, Efesios, Filipenses y Colosenses. En lugar de ello, prestan su atención a Hechos 2 y a 1 Corintios 12 y 14. No obstante, aun estos pasajes de la Palabra no los aplican como se debe. Sencillamente, no les interesa escuchar mensajes sobrios.

  Debido a que he recibido una carga de parte del Señor y El me ha dado una comisión, me preocupa que las prácticas del pentecostalismo se infiltren en el recobro del Señor. Si esto ocurriese, el recobro sería dañado. Sin embargo, esto no significa que me opongo al hablar en lenguas cuando es algo genuino, pues la práctica auténtica procede de Dios y no tengo nada en contra de ella. No obstante, no apoyo la manera en que se practican actualmente. Además, en el transcurso de los años, incluso los líderes del movimiento pentecostal han hecho cambios. Se dieron cuenta de que no podían seguir adelante con su obra si no hacían ciertos ajustes. Escuché que en la escuela de las Asambleas de Dios, ubicada en Springfield, Missouri, se instruye a los estudiantes a que en las reuniones den énfasis a la enseñanza, y no a hablar en lenguas, y que se limiten a hablar en lenguas en privado. No obstante, el don de lenguas ha seguido minando el crecimiento en vida de muchos queridos santos.

  En cuarto lugar, no existen cristianos más independientes y facciosos que los que fomentan el hablar en lenguas. Todos los que hablan en lenguas son independientes, individualistas y divisivos. Cada cual se preocupa solamente por sí mismo. Así vemos cómo el enemigo se infiltra y usa algo que puede provenir de Dios, para perjudicar la administración divina. En el movimiento pentecostal y carismático no existen la edificación, la vida del Cuerpo, la preocupación por la unidad ni la administración divina.

  Ahora podemos entender el principio que Pablo presenta en 1 Corintios y conocer la carga que él sentía en su espíritu y en su corazón cuando escribía esta epístola. A él le preocupaba profundamente el Cuerpo de Cristo y la administración de Dios. El apóstol conocía el corazón de Dios y Su plan. Sabía que el propósito de Dios era tener un Cuerpo que cultive a Cristo y que lo exprese, y también obtener una iglesia que ejecute la administración divina. El enemigo ha utilizado la práctica actual de hablar en lenguas para frustrar el crecimiento del Cuerpo y dañar la edificación de la iglesia, la cual tiene como meta llevar a cabo la administración de Dios. Es por esta razón que no puedo recomendar esta práctica. Pero quiero dejar en claro que no me opongo al hablar en lenguas genuino. No estoy de acuerdo con J. N. Darby, quien dijo que el hablar en lenguas pertenece a una dispensación pasada. Es posible que todavía haya un hablar en lenguas genuino, pero debe ser practicado correctamente.

  El hablar en lenguas daña más que lo que aprovecha. Nosotros hemos tratado de adoptar esta práctica en la vida de iglesia en tres ocasiones, y en cada una de ellas, hemos sufrido pérdida. Esperamos que el recobro del Señor sea preservado del daño que puede causar el don de lenguas que se practica hoy en día, y que el Señor nos permita seguir adelante de una manera pura en la senda de la vida, sin ser dañados por ninguna mixtura.

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