Mensaje 31
Lectura bíblica: 1 Jn. 2:18, 22; 4:3; 2 Jn. 1:7
El apóstol Juan habla del anticristo en cuatro versículos de sus epístolas. En 1 Juan 2:18 él dice que se han presentado muchos anticristos; en 2:22, dice que el anticristo, el mentiroso, es uno que niega al Padre y al Hijo; en 4:3, dice que el espíritu del anticristo no confiesa a Jesús; y 2 Juan 7 dice que los engañadores que han salido por el mundo son anticristos. Así que, en estos cuatro versículos vemos que el anticristo representa un principio.
¿Qué es un anticristo en principio? Para contestar a esta pregunta, examinemos 2:18, que dice: “Niños, ya es la última hora; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora se han presentado muchos anticristos; por esto conocemos que es la última hora”. Este versículo deja implícito un principio. Cualquiera que practique este principio cae en la categoría de un anticristo.
Durante la época de los apóstoles, se hablaba mucho acerca del anticristo que vendría. Juan se refiere a esto cuando les dice a los destinatarios de esta epístola: “Vosotros oísteis que el anticristo viene”. Luego, les dice inmediatamente que se han presentado muchos anticristos. El hecho de que haya muchos anticristos hace alusión a un principio, al principio que el anticristo representa.
En 2:22 vemos más claramente lo que es el anticristo en principio: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Éste es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”. Presten atención a la palabra niega, que aparece dos veces en este versículo. Este versículo habla de negar que Jesús es el Cristo y también de negar al Padre y al Hijo. Aquí tenemos el principio del anticristo. El principio del anticristo consiste en negar lo que Cristo es. ¿Qué principio sigue una persona para que se le considere un anticristo? El principio de negar lo que Cristo es. Jesús es el Cristo, Cristo es el Hijo de Dios, y el Hijo de Dios es la corporificación del Padre. Negar cualquier aspecto de esta verdad es negar algo de lo que Cristo es y, por ende, equivale a seguir el principio del anticristo.
El principio que el anticristo representa consiste en negar algo relacionado con la persona de Cristo. Según 2:22, el anticristo niega que Jesús es el Cristo. Como ya vimos, en esto consistía la herejía de Cerinto, quien separaba al Jesús terrenal del Cristo celestial. (Él consideraba a Jesús como hijo de José y María.) Cerinto también enseñaba que después que Jesús fue bautizado, Cristo como paloma descendió sobre Él, pero que al final de Su ministerio se separó de Jesús y que Jesús sufrió la muerte en la cruz y resucitó de los muertos, mientras que Cristo permanecía separado como un ser espiritual. Cerinto, por lo tanto, negaba que Jesús era el Cristo. Como lo indica el versículo 22, esto equivale también a negar al Padre y al Hijo. Cuando unimos las dos oraciones del versículo 22, podemos ver claramente que negar a Cristo equivale a negar al Padre y al Hijo. Puesto que Cerinto negaba que Jesús es el Cristo y, por ende, negaba al Padre y al Hijo, él se constituía en un anticristo. Éste es un ejemplo del principio que el anticristo representa. Lo que hace de una persona un anticristo, al menos en principio, es el hecho de negar algún aspecto de lo que Cristo es.
El prefijo griego anti tiene dos significados principales. El primer significado es “estar en contra de”; y el segundo, “en lugar de”, o “en vez de”. Esto indica que un anticristo es alguien que está en contra de Cristo y también alguien que lo reemplaza con algo más. Ser anticristo significa, por un lado, estar en contra de Cristo; y por otro, significa que en lugar de Cristo, se tiene alguna otra cosa que reemplaza a Cristo. Así, pues, vemos que el principio del anticristo tiene que ver con el hecho de negar lo que Cristo es. En esto consiste ser anti-Cristo, o sea, estar en contra de Cristo. Por supuesto, cada vez que alguien niega lo que Cristo es, esa persona automáticamente está reemplazando a Cristo con algo. Por consiguiente, un anticristo es alguien que está en contra de Cristo y que reemplaza a Cristo con algo más.
Podemos usar el caso de los modernistas como ejemplo de lo que es negar a Cristo y reemplazar a Cristo. Los modernistas niegan que Cristo es el Redentor, pues no creen que Cristo murió en la cruz por nuestros pecados. En vez de ello, afirman que Cristo fue perseguido a causa de Sus enseñanzas, que a causa de las mismas lo mataron y murió en la cruz como un mártir. No hay duda de que los modernistas niegan que Cristo es el Redentor que murió en la cruz por nuestros pecados. Ellos primeramente niegan este aspecto de la persona de Cristo, y luego, reemplazan al Redentor con un mártir. Así, en lugar de un Redentor, ellos tienen un mártir. Esto es tener algo en lugar de Cristo, lo cual es resultado de negar lo que Cristo es.
Debemos tener cuidado y nunca negar nada de lo que Cristo es. Jamás debemos negar ninguna cualidad, ningún aspecto, ni ningún atributo de la persona de Cristo. Negar cualquier aspecto de la persona de Cristo es practicar el principio del anticristo. Al oír esto, tal vez algunos digan: “Yo definitivamente no soy un anticristo, ya que no estoy en contra de Cristo”. Es posible que uno no tenga noción de estar en contra de Cristo o de negar a Cristo; pero puede ser que sin darnos cuenta neguemos algún aspecto de la persona de Cristo y luego lo reemplacemos con otra cosa.
Algunos nos condenan por enseñar, según las Escrituras, que Cristo es todo-inclusivo, es decir, por enseñar que Él es Dios, el Hijo, el Padre y el Espíritu. En 2 Corintios 3:17 se afirma claramente: “Y el Señor es el Espíritu”. Este hecho lo confirma 1 Corintios 15:45, que dice: “Fue hecho ... el postrer Adán, Espíritu vivificante”. Además, Isaías 9:6 dice que un niño nos es nacido, Hijo nos es dado y que Su nombre se llama Padre eterno, o, como dice el hebreo, Padre de la eternidad. Así, vemos que al Hijo se le llama Padre eterno. Por consiguiente, estos versículos revelan que Cristo es el Espíritu y también el Padre eterno.
Hace varios años, algunos opositores sostuvieron una reunión para discutir cómo rebatir nuestra supuesta enseñanza herética acerca del Dios Triuno. En aquella reunión se hicieron las siguientes observaciones: “Isaías 9:6 dice que un niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el principado sobre Su hombro; y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. De manera que a Jesús aquí se le llama Padre. ¿No es eso cierto? Por lo tanto, Él es el Padre. Eso es lo que dice allí. Eso es lo que dice Isaías 9:6. Ahora, normalmente no diríamos esto por causa de las tradiciones”. Así que estos críticos reconocieron que, debido a sus tradiciones, normalmente no dirían que Cristo es el Padre. Me siento contento de que en medio de las críticas de los opositores hubiera habido la honestidad suficiente para reconocer que según Isaías 9:6, Jesús es el Padre, aunque éste sea un hecho que normalmente no lo digan por causa de las tradiciones. Esto nos muestra que al respecto, a ellos les interesan más las tradiciones que lo que realmente dice la revelación divina. Sin embargo, nosotros nos adherimos a la palabra pura de Dios, y, según las Escrituras, al Hijo se le llama Padre eterno, y Cristo el Señor es el Espíritu que da vida.
Fue en 1933 cuando comencé a percatarme de que Cristo es el Espíritu. Por más de siete años había estado bajo la enseñanza de la Asamblea de los Hermanos. Ellos enseñaban que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran tres personas separadas. Esta enseñanza que heredé de los Hermanos sin duda corresponde a la enseñanza tradicional y común. Yo vine a la vida de iglesia en 1932, y fui a Shanghái para estar con el hermano Nee en 1933. Un día, la iglesia en Shanghái invitó a un predicador chino itinerante, quien trabajaba con la Misión al interior de China, para que diera un mensaje en una de las reuniones. En su mensaje, él recalcó enfáticamente que no debíamos pensar que el Señor Jesús existe aparte del Espíritu, y que, en lugar de ello, debíamos ver que Cristo y el Espíritu son uno. Al oír esto, el hermano Nee, quien estaba sentado en la parte de atrás del salón de reuniones, asintió con un fuerte “Amén”. La respuesta del hermano Nee me sorprendió mucho. Después de la reunión, el hermano Nee y yo hablamos sobre el mensaje. En aquella conversación el hermano Nee me dijo: “Witness, es imprescindible que todos sepamos que Cristo es el Espíritu, y que éste sea nuestro mensaje”. Desde entonces empecé a estudiar este asunto con gran esmero. Cuanto más estudiaba la Palabra, más me convencía de que hoy Cristo y el Espíritu son uno.
Con respecto a algunos aspectos de la persona de Cristo, muchos creyentes siguen las tradiciones y pasan por alto la revelación de la Biblia. Pero si somos imparciales, reconoceremos que Isaías 9:6 dice que el Hijo es llamado el Padre y que 2 Corintios 3:17 y 1 Corintios 15:45 revelan que Cristo es el Espíritu vivificante. Negar que Cristo es el Padre eterno o que Cristo es el Espíritu vivificante es estar en contra de estos aspectos de Su persona. En este sentido, negar este hecho es seguir el principio que corresponde al anticristo, que consiste en negar algo de lo que Cristo es.
En el capítulo 1 de Colosenses encontramos más aspectos acerca de la persona de Cristo. Según Colosenses 1:15, Cristo es el Primogénito de toda creación, y según el versículo 18, Él es el Primogénito de entre los muertos. Como el Primogénito de toda creación, Cristo es el primero entre las criaturas de Dios, tal como el hecho de que Él es el Primogénito de entre los muertos significa que Él es el primero en la resurrección. Sin embargo, algunos maestros de la Biblia están dispuestos a admitir que Cristo es el primero en la resurrección, mas no el primero en la creación de Dios. Es absurdo afirmar que Cristo es el primero en la resurrección, pero que no lo es en la creación. El título Primogénito se usa dos veces en el mismo capítulo para referirse a Cristo como el Primogénito de la creación de Dios y como el Primogénito en la resurrección. No obstante, la teología tradicional reconoce que Cristo es el primero en la resurrección, mas no que Cristo sea primero en la creación de Dios.
Algunos maestros y teólogos jamás dirían que Cristo es una criatura. Ellos dicen que es imposible que Cristo, el propio Dios, el Creador, sea una criatura. No obstante, con respecto a Su humanidad, Cristo ciertamente es una criatura. La Biblia de manera clara y enfática dice que Cristo participó de carne y sangre (He. 2:14). Cristo llegó a ser un hombre que poseía sangre y carne. ¿No es verdad que el hombre es una criatura? ¿No es verdad que la sangre y la carne son elementos de la creación? Ciertamente la humanidad, la carne y la sangre son cosas creadas. De hecho, afirmar que Cristo no es una criatura es casi lo mismo que decir que Él no vino en carne, lo cual es condenado en 1 Juan 4.
Algunos de los que niegan que Cristo es una criatura tienen una buena intención. Su intención es mantener la deidad de Cristo. Según ellos, decir que Cristo es una criatura es menoscabar Su deidad y Su estado como Creador, como Dios todopoderoso. En principio, esto fue lo que hicieron los docetas. El concepto herético de los docetas era que Jesucristo no era un hombre verdadero, sino que simplemente tenía la semejanza de un hombre de carne. Ellos enseñaban que puesto que Cristo es santo, Él jamás podría haberse contaminado con la carne humana. Por lo tanto, ellos enseñaban que Su cuerpo no era verdaderamente de carne y sangre, sino simplemente un fantasma ilusorio. Debido a que tenían el concepto de que la materia es inherentemente mala, los docetas negaban que Cristo había venido en carne. No obstante, aunque hubieran tenido una buena intención, los docetas siguieron el principio que corresponde al anticristo, debido a que negaron algo de lo que Cristo es.
Indistintamente de cuál sea la intención de una persona, bien sea buena o mala, mientras niegue algún aspecto de la persona de Cristo, estará siguiendo el principio del anticristo, aun cuando se haga sin saberlo. Puede ser que alguien, teniendo la buena intención de exaltar a Cristo como el Creador todopoderoso, no esté dispuesto a decir que Cristo es una criatura. Sin embargo, la Biblia revela que con respecto a Su humanidad, la cual ciertamente es algo creado, Cristo es una criatura. Además, según el Nuevo Testamento, Cristo hoy sigue siendo un hombre. Sin embargo, algunos cristianos no creen que Cristo está ahora mismo sentado en el trono en los cielos como un hombre. Jesucristo es tanto Dios como hombre, y como tal, Él es tanto el Creador como una criatura.
Los que siguen la teología tradicional a menudo niegan tres aspectos de lo que Cristo es. Niegan que Cristo es el Espíritu, niegan que Cristo es el Padre y niegan que Cristo es el primero de entre las criaturas. Ya que el principio del anticristo consiste en negar algún aspecto de lo que Cristo es, negar cualquiera de estos tres aspectos equivale a poner en práctica este principio, aunque se haga sin saberlo y sin la intención de hacerlo.
Si entendemos en qué consiste el principio que corresponde al anticristo, nos daremos cuenta de que ciertos maestros de la Biblia siguen este principio sin saberlo. Según las epístolas de 1 y 2 Juan, todo el que niegue algún aspecto de la persona de Cristo, sigue el principio del anticristo. Espero que quede grabado en todos nosotros que el principio del anticristo consiste primeramente en negar algo de lo que Cristo es y, en segundo lugar, en reemplazar a Cristo con algo más.