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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Pedro»
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Mensaje 13

LA PLENA SALVACIÓN DEL DIOS TRIUNO Y SUS RESULTADOS

(8)

  Lectura bíblica: 1 P. 1:20-21

LA PRESCIENCIA DE DIOS

  En 1 Pedro 1:20 Pedro, refiriéndose a Cristo, dice: “Ya conocido desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros”. Dios, según Su presciencia de y desde antes de la fundación del mundo, destinó, preparó a Cristo para que fuese el Cordero redentor (Jn. 1:29) en favor de Sus elegidos. Esto fue hecho en conformidad con el propósito y plan eterno de Dios, y no ocurrió por casualidad. Por ello, en la perspectiva eterna de Dios, Cristo fue inmolado desde la fundación del mundo (Ap. 13:8), es decir, desde la caída del hombre, la cual es parte del mundo.

  En 1:2 Pedro habla de la presciencia de Dios el Padre, y en el versículo 20 dice que Cristo fue conocido como el Cordero redentor desde antes de la fundación del mundo. En el idioma griego del Nuevo Testamento, la raíz de palabras que han sido traducidas “presciencia”, “conocer de antemano” y “conocido desde antes” es el verbo que significa conocer, al cual se le ha añadido un prefijo. El prefijo griego pro significa antes o de antemano. En el Nuevo Testamento, palabras tales como “conocer de antemano”, “presciencia” y “conocido desde antes” implican mucho más de lo que logramos entender de las traducciones, pues la raíz griega de estas palabras implica el hecho de apreciar, aprobar y poseer. Después que uno aprueba algo, siente aprecio por ello; y luego, querrá poseerlo y hacerlo suyo. A veces cuando uno declara que no conoce a algo o a alguien, quiere decir que “no lo posee” o “no lo quiere”. Además, en la Biblia la palabra “conocer” se usa también respecto a la relación entre marido y mujer. Por ejemplo, en cuanto a la relación entre José y María, Mateo 1:25 dice que José “no la conoció hasta que dio a luz un hijo”. Esto, por supuesto, no significa que hasta ese día José no sabía quién era María; dicha frase, más bien, se refiere al hecho de que José hubiera tomado a María por mujer haciéndola suya.

  La presciencia de Dios de la que se habla en 1:2 implica que en la eternidad pasada Dios nos aprobó y sintió aprecio por nosotros. También implica que en la eternidad pasada Él nos conquistó, se apoderó de nosotros y nos hizo Suyos. Incluso podríamos decir que así como José se casó con María, Dios, según Su presciencia, se casó con nosotros en la eternidad pasada. (Con Dios no existe el elemento del tiempo.) Todas éstas son las connotaciones que tiene la palabra “presciencia”.

DESIGNADO DE ANTEMANO POR DIOS

  El hecho de que Cristo haya sido conocido anticipadamente por Dios significa que fue designado o investido de antemano por Dios. Conocer de antemano equivale a designar o investir de antemano. Kenneth S. Wuest, en su traducción ampliada del Nuevo Testamento, usa las palabras foreordained [designado de antemano] y foreordination [designación hecha anticipadamente]. Según esta traducción, el versículo 20 dice: “Cristo ... fue designado de antemano aun antes de que fueran puestos los cimientos del universo”, y el versículo 2 dice que los creyentes son “los elegidos, según una designación hecha anticipadamente por Dios Padre”. Así que, la presciencia de Dios, no solamente significa que Él nos hubiera conocido en la eternidad pasada, sino que además nos designó, nos invistió. Todos nosotros fuimos designados, investidos, por Dios el Padre en la eternidad pasada. No necesitamos que se nos haga ninguna otra clase de designación o investidura.

  ¿Saben cuándo fueron ustedes designados o investidos por Dios? Desde antes de la fundación del mundo. ¡Aleluya, pues, como podemos ver, la presciencia de Dios incluye el hecho de que todo lo que dispuso fue realizado de antemano: el que nos aprobó, apreció, reconoció, el que se casó con nosotros y el que nos designó!

  Cristo fue conocido desde antes de la fundación del mundo. Esto quiere decir que en la eternidad pasada Dios aprobó a Cristo y sintió gran aprecio por Él. Después Dios lo invistió para que fuese Su Ungido. Dios determinó que Cristo fuera Aquel que recibiría la comisión de cumplir, en su debido tiempo, todo lo que Dios había planeado para la realización de Su propósito eterno. De hecho, cuando Dios designó o invistió a Cristo, también en ese momento invistió o designó a todos los creyentes.

  Quizás algunos al escuchar que fueron investidos o designados juntamente con Cristo en la eternidad pasada, se muestren incrédulos y digan: “Ésa es simplemente la predicación del hermano Lee. Al igual que un vendedor promueve su mercancía, este predicador está tratando de venderme sus ideas”. Si ésa es su actitud, entonces le animo a que espere hasta que estemos en la Nueva Jerusalén en la eternidad. Tengo la plena certeza de que cuando todos nos encontremos allí, usted alabará a Dios y dirá: “¡Aleluya! ¡Ahora veo que ciertamente fui designado por Dios el Padre antes de la fundación del mundo!”.

  Podríamos incluso decir que en la eternidad pasada Dios celebró una ceremonia de investidura. En esa ceremonia, Él primeramente designó a Su Hijo para que fuera el Cristo, y luego nos designó a todos nosotros, los creyentes de Cristo, para que fuéramos cristianos. En aquella ceremonia eterna de investidura, que fue celebrada antes de la fundación del mundo, todos nosotros fuimos investidos en el momento en que Cristo fue investido. Cuando Él fue investido para ser el Cristo, nosotros fuimos investidos para ser “Cristo-hombres”. Él fue investido como el Ungido de Dios, y nosotros fuimos investidos como pequeños ungidos. ¡Cuán maravilloso es que Cristo y nosotros hayamos sido investidos conjuntamente en la eternidad pasada! Cristo fue conocido de antemano por Dios el Padre, y nosotros también fuimos conocidos de antemano por Él.

  ¿Creen ustedes que fueron conocidos por Dios cuando Cristo fue conocido, y que también fueron investidos por Dios cuando Cristo fue investido? Si ven esto y lo creen, no deben vacilar en declararlo. Quizás ustedes no se atrevan a decir que fueron designados o investidos desde antes de la fundación del mundo, cuando Cristo fue investido. Tal vez se sientan incómodos de hacer tal declaración, pensando en que si dicen eso, los demás pensarán que ustedes están locos. ¡Oh, es crucial que todos veamos lo que se revela en 1 Pedro 1 con respecto a la presciencia de Dios y a la designación que Dios hizo anticipadamente! ¡Es un hecho espiritual maravilloso el que nosotros y Cristo hayamos sido conocidos y designados o investidos de antemano por Dios el Padre en la eternidad pasada!

  El versículo 20 dice que Cristo fue conocido, fue designado, de antemano, y el versículo 2 indica que nosotros los creyentes fuimos elegidos según la presciencia de Dios, según lo designado por Él de antemano. Por consiguiente, hay una correspondencia entre el versículo 20 y el versículo 2. Cuando Cristo fue investido, nosotros fuimos conocidos y escogidos. Esto es posible porque con Dios no existe ninguna limitación de tiempo.

ALABAR A DIOS POR SU PRESCIENCIA

  En la eternidad pasada, el día en que Cristo y todos los creyentes fueron investidos, Dios vio a todos los millones de descendientes de Adán. En un sentido muy real, podemos decir que todos estos descendientes de Adán estaban allí delante de Él. Entonces Dios, aparentemente sin ninguna razón, eligió, aprobó e invistió a algunos. Probablemente Dios dijo: “Aquel me gusta; por tanto, lo escojo, lo apruebo y lo invisto”. Dios miró a personas de todos los países del mundo. Luego, seleccionó a algunos de Estados Unidos, de China y de Inglaterra, de Francia, de Alemania y de muchas otras naciones. También eligió a personas de diferentes razas y colores: negro, blanco, amarillo, café y rojo. ¿Qué podemos nosotros decir al respecto? En realidad, lo único que podemos decir es: “¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor por Su presciencia!”. Alabemos a Dios el Padre por habernos elegido, aprobado e investido.

  Con base en la presciencia de Dios y la investidura que Él realizó, Cristo vino a la tierra para ser nuestro Redentor y cumplir el propósito de Dios. Además, el Espíritu vino a nosotros, operó en nuestro entorno y nos condujo al arrepentimiento y a la fe en Cristo. En cierto sentido, el Espíritu podría decir respecto a nosotros: “Oh, aquí hay uno que fue investido por Dios en la eternidad pasada. Ahora es el tiempo oportuno para que sea llamado y pueda ser salvo”. Fue debido a que fuimos investidos de antemano por Dios que el Espíritu vino a nosotros e hizo todo lo que se requería para que creyéramos en Cristo.

  ¡Alabado sea el Señor porque cuando Cristo fue investido, nosotros también fuimos investidos! ¡Aleluya por la presciencia de Dios! En la eternidad pasada Dios invistió a Cristo como también a una multitud de cristianos o, más bien, Cristo-hombres. ¡Aleluya porque Dios invistió de antemano a Cristo y a todos los cristianos!

CRISTO ES MANIFESTADO EN LOS POSTREROS TIEMPOS POR AMOR DE NOSOTROS

  En el versículo 20 Pedro también dice que Cristo fue “manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros”. Esto implica que no era necesario que Cristo se manifestara por causa de Dios; antes bien, Él fue manifestado por amor de nosotros.

  La encarnación, la crucifixión, la resurrección y el proceso que produjo al Espíritu de Cristo, son eventos que a los ojos de Dios existen eternamente. Sin embargo, por causa de nosotros, era necesario que Cristo se manifestara por medio de la encarnación, que llevara una vida humana, y que experimentara la crucifixión, la resurrección y la ascensión a fin de que el Espíritu de Cristo fuera producido en un sentido dispensacional.

  Cristo fue investido desde antes de la fundación del mundo, pero “en los postreros tiempos” y por amor de nosotros fue manifestado, llevó una vida humana y experimentó la crucifixión, la resurrección y la ascensión. De hecho, según la perspectiva eterna de Dios, todo esto ya había acontecido. Cristo ya había sido investido como el Cristo, y nosotros ya habíamos sido investidos como cristianos desde la eternidad pasada. Sin embargo, era necesario que esta investidura anticipada se efectuara en su debido tiempo. Por lo tanto, nosotros nacimos, llevamos nuestra propia vida humana y cometimos muchos pecados y delitos. Un día, escuchamos la predicación del evangelio, nos arrepentimos, creímos, invocamos al Señor y le dimos gracias por todo lo que Él había hecho por nosotros. Sin embargo, el Señor podría habernos dicho: “Todo esto ocurrió en el pasado. Pero ahora, por amor de vosotros, se está llevado a cabo hoy”. Ésta es la manera correcta y apropiada de entender la salvación de Dios. Dios lo hizo todo en la eternidad pasada. Lo único que se necesitaba era que en los postreros tiempos y por amor de nosotros, Cristo fuera manifestado.

  En el versículo 21 Pedro añade: “Los que por medio de Él creéis en Dios, que le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios”. Aquí Pedro dice que por medio de Cristo creemos en Dios. Cuando creímos en Cristo fuimos introducidos en una unión orgánica con Él (Gá. 3:26-27). Luego, por medio de Él, creímos en Dios para ser uno con Él y participar de todas Sus riquezas.

  Los judíos creen en Dios directamente, pero nosotros los cristianos creemos en Dios por medio de Cristo. Esto significa que nosotros creemos en Dios por medio de un intermediario. Este intermediario es Jesucristo.

CRISTO RESUCITÓ DE LOS MUERTOS Y A Él SE LE DIO GLORIA

  En el versículo 21 Pedro dice que Dios resucitó a Cristo de los muertos y le dio gloria. Esto tenía como fin glorificarle con gloria (v. 11). Fue así como el Padre contestó a la oración que Cristo hizo en Juan 17:1. En realidad, esta gloria incluye diversas clases de gloria: la gloria de la resurrección del Señor, la gloria de Su ascensión, la gloria de Su regreso y la gloria de Su reinado sobre las naciones en el reino venidero. Satanás le dio muerte a Jesús, pero Dios le resucitó y le dio gloria.

  Los escritos de Pedro no son fáciles de entender. Por ejemplo, en el versículo 21 Pedro logró incluir o insertar muchos elementos. Es por eso que en los versículos 20 y 21 se hacen varios giros.

FE Y ESPERANZA EN DIOS

  El último de estos giros es la frase: “Para que vuestra fe y esperanza sean en Dios”. Esto indica que Cristo murió y que Dios le resucitó de los muertos y le dio gloria, con un propósito. Las palabras “para que” aluden a este propósito. Cristo murió y Dios le resucitó de los muertos y le dio gloria para que nuestra fe y esperanza sean en Dios. Esto no es meramente un asunto doctrinal ni algo que tiene que ver con un cambio de posición nuestro, sino un asunto muy orgánico. Dios resucitó a Cristo y le dio gloria. Éste es el Cristo en quien creemos. Creemos en Aquel a quien Dios resucitó y dio gloria. Nuestra fe produce una unión orgánica. Nosotros ahora estamos unidos orgánicamente a esta persona, quien posee la vida eterna de Dios. Él posee también la vida de resurrección y la gloria de Dios. Por haber creído en Él, ahora tenemos una unión orgánica con Él.

  Además, en virtud de la unión orgánica que tenemos con Cristo, nuestra fe y esperanza están en Dios. Puesto que tenemos esperanza, tenemos futuro. La fe y la esperanza que tenemos en Dios, las tenemos en virtud de nuestra unión orgánica con Cristo. Por consiguiente, hemos sido unidos orgánicamente en Cristo con Dios. Es por ello que nuestra fe y nuestra esperanza existen en este Dios. Todo ello es un asunto relacionado con la vida.

  Tal vez sería mejor traducir la última parte del versículo 21 de la siguiente manera: “...de modo que vuestra fe y esperanza están en Dios”, en vez de traducirla como una mera posibilidad futura, la cual se indica con el uso del modo subjuntivo. Lo que se declara aquí es un hecho. Dios resucitó a Cristo de los muertos y le dio gloria y, como resultado, tenemos fe y esperanza en Dios. Ahora, por medio de Cristo, estamos unidos a Dios orgánicamente en vida, en naturaleza y en gloria. Ya que somos uno con Dios de esta manera, nuestra fe y nuestra esperanza se hallan en Él.

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