Mensaje 34
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Lectura bíblica: 1 P. 5:5-14
En 1 Pedro 5:6 Pedro dice: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte a su debido tiempo”. Los predicadores y maestros de la Biblia a menudo citan la frase “la poderosa mano de Dios”, sin tener en cuenta su significado según el libro de 1 Pedro en su integridad. Por ello, este versículo, que habla de la poderosa mano de Dios, ha sido usado incorrectamente.
Hemos visto que el libro de 1 Pedro se centra enteramente en el gobierno de Dios, y que el gobierno de Dios es ejercido por medio de Su juicio. El juicio de Dios se lleva a cabo en el entorno que Dios dispone en Su soberanía. Por ejemplo, Dios dispuso una gran catástrofe, el diluvio, para juzgar a la generación de Noé. Sólo Dios pudo haber hecho tal cosa. El diluvio que puso fin al linaje humano en la época de Noé fue provocado por la poderosa mano de Dios. En 5:6 la poderosa mano de Dios se refiere a la mano administradora de Dios, la cual se manifiesta especialmente mediante Su juicio.
La mano de Dios es más poderosa para llevar a cabo el juicio de Dios que la salvación de Dios. Por supuesto, la mano de Dios también es poderosa para salvarnos; pero es mucho más evidente el poder de Su mano en los juicios que Él ejecuta. Supongamos que cierto hermano continúa disfrutando de los entretenimientos mundanos mucho después de haber sido salvo. Si bien él ha sido verdaderamente salvo, todavía ama el mundo. Sin embargo, un día él tiene un accidente automovilístico, el cual es dispuesto por la poderosa mano de Dios, y esto lo lleva a buscar del Señor de una manera más profunda como nunca antes. Éste es un ejemplo del juicio que procede de la mano de Dios.
Según lo que dice Pedro en 5:6-8, debemos hacer tres cosas en relación a la experiencia que nosotros tenemos de la poderosa mano de Dios. Primero, debemos humillarnos bajo la poderosa mano de Dios; segundo, debemos echar toda nuestra ansiedad sobre Él; y tercero, debemos ser sobrios y velar. Todo cuanto nos sucede está bajo la poderosa mano de Dios. No es necesario que nos preocupemos ni estemos ansiosos. Simplemente debemos humillarnos bajo la poderosa mano de Dios y no resistirla. Luego, debemos echar sobre el Señor todos los problemas que nos causan ansiedad. Además de esto, debemos ser sobrios y velar. Si echamos toda nuestra ansiedad sobre Dios, tendremos una mente sobria, y entenderemos claramente cuál es nuestra situación. Además, estaremos vigilantes con respecto a nuestro adversario, el diablo, quien, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. Si velamos, no seremos engañados cuando Satanás se encarne en forma de ansiedad y, en lugar de ello, venceremos al adversario, el león rugiente. Éste es el entendimiento correcto de este pasaje de la Palabra.
En 5:10 Pedro añade: “Mas el Dios de toda gracia, que os llamó a Su gloria eterna en Cristo Jesús, después que hayáis padecido un poco de tiempo, Él mismo os perfeccione, confirme, fortalezca y cimiente”. La palabra mas, la cual indica contraste, introduce palabras de consuelo y aliento para los creyentes que sufren. El contraste se da entre los padecimientos mencionados en el versículo 9 y el Dios de toda gracia del versículo 10. Si tuviéramos solamente el versículo 9 mas no el versículo 10, nos haría falta la esperanza y el consuelo. Sin embargo, en 5:10 Pedro parece decir a los creyentes que sufren: “Vosotros y vuestros hermanos estáis padeciendo temporalmente las amenazas de vuestro adversario, el rugido del diablo. Mas el Dios de toda gracia, el Dios que os trae el abundante suministro de vida que está lleno de gracia y sobrepasa toda vuestra necesidad, Él mismo os perfeccionará, confirmará, fortalecerá y cimentará”.
En este versículo, “toda gracia” se refiere a las riquezas del abundante suministro de la vida divina en sus diversos aspectos, ministrado a nosotros en los numerosos pasos de la operación divina que actúa sobre nosotros y dentro de nosotros, en la economía de Dios. El paso inicial consiste en llamarnos, y el paso final consiste en glorificarnos, según lo indica la expresión “quien os llamó a Su gloria eterna”. Entre estos dos pasos se encuentran el amoroso cuidado de Dios mientras nos disciplina, y Su obra de perfeccionarnos, confirmarnos, fortalecernos y cimentarnos. En todos estos actos divinos, el abundante suministro de la vida divina nos es ministrado como gracia en diversas experiencias. El Dios de esta gracia perfeccionará, confirmará, fortalecerá y cimentará a los creyentes que estén bajo persecución después que hayan padecido un poco de tiempo.
La frase “el Dios de toda gracia” es única y se encuentra en el Nuevo Testamento solamente en 5:10. Tal vez los cristianos comúnmente hablen del Dios de misericordia. Pero, ¿conoce usted a alguno que haya usado la expresión: el Dios de toda gracia? Pedro no dice meramente que Dios es el Dios de gracia, sino que dice que es el Dios de toda gracia. En esta expresión Pedro una vez más muestra su característica de hacer uso de adjetivos. Los creyentes que sufren deben sentirse animados por el hecho de que, aunque sufran, su Dios es el Dios de toda gracia. Además, Él nos llamó a Su gloria eterna, una gloria que no tiene límites de espacio ni tiempo.
Pedro dice que Dios nos llamó a Su gloria eterna en Cristo. La expresión “en Cristo” indica que el Dios de toda gracia tuvo que pasar por los procesos de encarnación, vivir humano, crucifixión, resurrección y ascensión, para llevar a cabo la redención completa, a fin de poder introducir a Su pueblo redimido en una unión orgánica consigo mismo. Por eso, ellos pueden participar de las riquezas del Dios Triuno y disfrutar de ellas. Todos los pasos de la operación divina se llevan a cabo en Cristo, quien es la corporificación del Dios Triuno y quien llegó a ser el Espíritu vivificante y todo-inclusivo, el abundante suministro de vida para nosotros. Es en este Cristo —y por medio de Su redención todo-inclusiva y con base en todos Sus logros— que Dios puede ser el Dios de toda gracia que nos llama a Su gloria eterna y que nos perfecciona, confirma, fortalece y cimienta en el Dios Triuno (1:1-2), como fundamento sólido, para que podamos alcanzar Su gloriosa meta. ¡Oh, qué milagro es que pecadores caídos puedan ser llevados a la gloria eterna de Dios! ¡Y cuán excelente es Su obra que nos perfecciona, confirma, fortalece y cimienta! Todo esto es realizado mediante “toda gracia”, que es la “verdadera gracia” (5:12).
Según lo que Pedro dice en 5:10, nuestros padecimientos son sólo por un poco de tiempo, pero la gloria de Dios es eterna. Después que hayamos padecido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia personalmente nos perfeccionará, confirmará, fortalecerá y cimentará.
Las palabras “Él mismo” aluden a la actividad que Dios realiza personalmente en la obra de gracia. La palabra griega traducida “perfeccione” literalmente significa restaure, e implica el hecho de reparar, ajustar, poner de nuevo en orden, enmendar, unir perfectamente, equipar completamente, proveer de todo lo necesario; por ende, significa perfeccionar, completar, educar. En el griego, la palabra traducida confirme significa literalmente “consolide”. El Señor usó esta misma palabra en la exhortación que le hizo a Pedro en Lucas 22:32. El significado de la palabra fortalezca es muy similar al significado de confirme. La palabra griega traducida cimiente literalmente significa “sentar las bases”. Es un vocablo que se deriva de la palabra que significa fundamento. Por consiguiente, significa cimentar sólidamente, como en Mateo 7:25, Efesios 3:17 y Hebreos 1:10.
En estos cuatro actos divinos de la gracia puede verse cierto progreso. Ser perfeccionados hace que podamos ser confirmados; ser confirmados nos lleva a ser fortalecidos; y ser fortalecidos hace que podamos ser cimentados en el Dios de toda gracia, quien es el Dios Triuno que se imparte a nosotros (1:1-2) como fundamento sólido.
Primero Dios nos perfecciona; mediante los sufrimientos de la persecución, somos perfeccionados. Luego, después de perfeccionarnos, Dios nos confirma. Una vez que somos confirmados, dejamos de vagar y de ser personas fluctuantes. Después de confirmarnos, Dios nos fortalece, nos reviste de poder, y finalmente, nos cimienta en Sí mismo, esto es, en el Dios Triuno.
En 5:11 Pedro dice: “A Él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”. Al Dios de toda gracia, a Aquel que nos perfecciona, confirma, fortalece y cimienta, sea la gloria y el imperio.
En 5:12-14 se halla la conclusión de esta epístola. En el versículo 12 tenemos el testimonio de la verdadera gracia de Dios, y en los versículos 13 y 14 tenemos los saludos de Pedro.
En 1 Pedro 5:12 dice: “Por medio de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, exhortándoos, y testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios; entrad y estad firmes en ésta”. Pedro fue un testigo ocular (5:1), y daba testimonio de lo que había visto y experimentado. Dio testimonio de que era verdadero todo lo que había escrito en su epístola como narración de la gracia de Dios.
Pedro escribió esta epístola a los creyentes peregrinos para exhortarles y testificarles de la gracia de Dios. En 5:12 él da a entender que lo que ha escrito acerca de los hechos de Dios es la verdadera gracia. Hemos visto que Pedro habla de la gracia multiplicada, de la multiforme gracia, de toda gracia, y aquí, de la verdadera gracia. Además, con respecto a la excelente manera de vivir, Pedro dice en dos ocasiones que ésta es la verdadera gracia de Dios (2:19-20). En 5:12 Pedro exhorta a los creyentes a estar firmes en la verdadera gracia. Debemos estar firmes en la verdadera gracia y resistir al diablo.
La verdadera gracia mencionada en este versículo se refiere a la expresión “toda gracia” que aparece en el versículo 10. El apóstol exhortó a los creyentes a entrar en esta gracia y a estar firmes en ella. Este libro fue escrito principalmente con el fin de mostrar a los creyentes perseguidos el propósito gubernamental de Dios con respecto a lo que ellos sufrían. A fin de que ellos pudieran pasar por esos sufrimientos, Dios les suministraría toda la gracia multiplicada, multiforme y verdadera (5:10; 1:2; 4:10), la cual bastaría para hacerlos capaces de participar en los padecimientos de Cristo y sufrir por Él (2:21; 3:14-17; 4:12-16), y la cual los perfeccionaría, confirmaría, fortalecería y cimentaría en el Dios Triuno, y los llevaría a Su gloria eterna.
En 5:13 Pedro dice: “La que ha sido conjuntamente elegida, que está en Babilonia, y Marcos mi hijo, os saludan”. “La que ha sido conjuntamente elegida” quizás se refiera a la esposa de Pedro, quien viajaba con él (1 Co. 9:5), o a una notable hermana en el Señor, a quien Dios había escogido no sólo juntamente con los destinatarios de esta epístola, sino también con Pedro y todos los demás creyentes. Algunos suponen que esto se refiere a la iglesia.
A través de los siglos los grandes maestros han sostenido dos interpretaciones diferentes acerca del nombre Babilonia, según aparece en 5:13: unos consideran que se usa en sentido figurado, para referirse a Roma, la capital del Imperio Romano, y otros, que se usa literalmente, para referirse a Babilonia, una ciudad grande ubicada a orillas del Éufrates. Las razones que dieron pie a esta última interpretación son más lógicas que las de la primera. En primer lugar, parece que no había razón para que Pedro usara un nombre figurativo con intención de ocultar el nombre de la ciudad donde él estaba en ese tiempo. En segundo lugar, todos los nombres de los lugares mencionados al principio de su epístola (1:1) fueron usados en sentido literal. En tercer lugar, en el Nuevo Testamento el nombre Roma siempre se menciona claramente (Hch. 19:21; 28:14, 16; Ro. 1:7, 15), incluso cuando se escribió la última epístola de Pablo, 2 Timoteo (2 Ti. 1:17), probablemente después de que fue escrita 1 Pedro. Sólo cuando Juan escribió el libro de Apocalipsis, donde se usa mucho el lenguaje figurativo, alrededor del año 90 d. de C., se usó el nombre Babilonia la Grande en un sentido figurativo para referirse a la ciudad de Roma (Ap. 17:5; 18:2).
El nombre Marcos, que se menciona en el versículo 13, se refiere a Juan Marcos (Hch. 12:12, 25), el escritor del Evangelio de Marcos. Éste acompañaba a Pedro en Babilonia, pues era su hijo espiritual. Y más tarde, Timoteo lo llevó a Pablo (2 Ti. 4:11).
En 5:14 Pedro concluye, diciendo: “Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Cristo”. Al principio de esta epístola Pedro dice: “Gracia y paz os sean multiplicadas”, y al final dice: “Paz sea con todos vosotros los que estáis en Cristo”. La paz es el resultado de la gracia y es el fruto del disfrute que tenemos del Dios Triuno. Tal disfrute de Dios como la gracia múltiple y que se multiplica (1:2), la multiforme gracia (4:10), “toda gracia” (5:10) y la verdadera gracia (v. 12), la cual es la realidad del contenido de la vida cristiana bajo el gobierno de Dios, redunda en una condición de paz con Dios y con el hombre.
Lo que Pedro escribe no es nada superficial. Es muy profundo en cuanto a la verdad y muy relacionado con nuestra experiencia. Vemos esto aun en lo que Pedro dice acerca de la paz. El entendimiento que Pedro tenía de la paz era muy profundo. Sin embargo, la mayoría de los cristianos de hoy tiene un concepto muy superficial de la paz.
Según 5:14, el deseo de Pedro era que la paz fuera con todos los que están en Cristo. Pedro recalca el hecho de que los creyentes están en Cristo (3:16; 5:10). Estamos en Cristo por obra de Dios y mediante nuestra fe y nuestro bautismo (1 Co. 1:30; Jn. 3:5; Gá. 3:27; Ro. 6:3). Esto produce una unión orgánica con el Dios Triuno (Mt. 28:19) y nos hace un solo espíritu con el Señor (1 Co. 6:17).