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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Pedro»
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Mensaje 6

LA PLENA SALVACIÓN DEL DIOS TRIUNO Y SUS RESULTADOS

(3)

  Lectura bíblica: 1 P. 1:5-9

  En el mensaje anterior estudiamos 1 Pedro 1:5 y 6. En el versículo 5 vimos que somos guardados por el poder de Dios mediante la fe, para salvación, y que esta salvación está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. El poder de Dios es lo que hace que seamos guardados, y la fe es el medio por el cual el poder de Dios se muestra eficaz en guardarnos. Vimos también que la salvación mencionada en este versículo denota la plena salvación del Dios Triuno, la cual se lleva a cabo en tres etapas: la etapa inicial, que es la etapa de la regeneración; la etapa progresiva, que es la etapa de la transformación; y la etapa culminante, la cual es la etapa de la consumación. Esta salvación está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero, en el tiempo de la venida del Señor. Según el versículo 6, Pedro nos dice que debemos exultar en este tiempo postrero, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, seamos afligidos en diversas pruebas.

LA PRUEBA DE NUESTRA FE

  En el versículo 7 Pedro añade: “Para que la prueba de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”. En este versículo Pedro da la razón por la cual somos sometidos a pruebas. Somos sometidos a pruebas porque nuestra fe necesita ser examinada, probada.

  La palabra griega traducida “prueba” significa someter algo a prueba con la expectativa de que sea aprobado. Es la prueba de la fe, y no la fe misma, la que debe ser hallada en alabanza. Esto es semejante a un examen que tiene que presentar un alumno en su escuela. Estrictamente hablando, lo que al final es aprobado no es la preparación del alumno en sí, sino el examen que él ha presentado. Por supuesto, es la fe excelente la que sale aprobada. No obstante, el énfasis aquí no es la fe en sí, sino la prueba de la fe por medio de las aflicciones.

  Un buen alumno hasta se sentirá agradecido de ser evaluado. El examen demostrará lo bien que ha estudiado y el conocimiento que ha adquirido acerca de determinado tema. Si no se hicieran exámenes, no habría forma de probar si un estudiante es sobresaliente. Así que, un alumno que estudia diligentemente incluso estará deseoso de que le examinen porque esto permitirá que tanto él mismo como los demás, puedan comprobar que él es un excelente estudiante. Este ejemplo nos muestra lo que Pedro quiere decir cuando habla de la prueba de nuestra fe.

  En el versículo 7 Pedro dice que la prueba de nuestra fe es “mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego”. Las palabras “mucho más preciosa que el oro ... con fuego”, nuevamente, no modifican la fe, sino a la prueba de nuestra fe. Esto significa que la prueba de nuestra fe es mucho más preciosa que la prueba del oro. Por consiguiente, aquí no se está comparando la fe con el oro. Si bien son muchos los cristianos que entienden el versículo 7 de esta manera, dicha comprensión es equivocada. Lo que aquí se está comparando es la prueba de nuestra fe con la prueba del oro. Tal como el oro es probado con fuego purificador, de la misma manera, nuestra fe es probada por medio de las aflicciones. Esta prueba es ciertamente mucho más preciosa que la prueba del oro.

  En el versículo 7 Pedro usa el adjetivo “preciosa”. Pedro nos presenta en sus dos epístolas cinco cosas que son preciosas: la piedra preciosa, la cual es el Señor mismo (1 P. 2:4, 6-7); la sangre preciosa (1:19); las promesas preciosas (2 P. 1:4); la fe preciosa (2 P. 1:1); y la prueba preciosa (1 P. 1:7).

LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO

  En el versículo 7 Pedro expresa el deseo de que la prueba de nuestra fe “sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”. Las “diversas pruebas” mencionadas en el versículo 6 tienen como fin que la prueba de nuestra fe sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado el Señor.

  Es muy significativo el hecho de que Pedro haya usado la palabra “manifestado” en el versículo 7. Esto indica que aunque Cristo está con nosotros hoy, Él está como detrás de un velo. Por lo tanto, el tiempo de Su venida será el tiempo en que Él sera revelado. Algunos piensan equivocadamente que el Señor Jesús no está aquí hoy. Pero el Señor ciertamente está aquí, pues Mateo 28:20 dice: “He aquí, Yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación del siglo”. Si bien el Señor está con nosotros, Él está como detrás de un velo. No obstante, a veces en nuestra experiencia con el Señor, no estamos con Él detrás del velo. En otras ocasiones, en cambio, sí estamos con Él detrás del velo. ¿Está usted detrás del velo con el Señor, o está usted fuera del velo?

  ¿Sabe usted qué significa el regreso del Señor? El regreso del Señor es el tiempo en que Él será manifestado [o revelado]. Cuando Él se manifieste, nosotros, quienes estamos detrás del velo junto con Él, seremos también manifestados.

  Hoy el Señor Jesús de hecho está presente con nosotros. ¿No cree usted que el Señor está con nosotros? Yo puedo testificar que el Señor está en mi espíritu. Pero según el concepto de los incrédulos, Cristo no está con nosotros. Incluso ciertos creyentes fundamentalistas que hacen hincapié en el aspecto objetivo de la verdad, dicen que Cristo está lejos de nosotros, en el tercer cielo, en el trono, a la diestra de Dios. Es posible que algunos de estos cristianos no crean que Cristo está en nosotros. Sin embargo, nosotros sabemos que el Señor a quien amamos no está únicamente en los cielos, sino que también mora en nosotros.

  Debido a que el Señor hoy está encubierto, la gente no le puede ver. Pero Su venida será Su manifestación [o revelación]. En el versículo 7 Pedro señala específicamente que el regreso del Señor correrá el velo que ahora lo cubre. Entonces, todos le verán. Sin embargo, antes de que llegue ese momento, podemos verle en espíritu.

  En Juan 14:19 y 20 el Señor Jesús habla de ser visto por Sus discípulos: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veis; porque Yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”. Según Juan 14:19, las personas del mundo no pueden ver al Señor Jesús, pero los creyentes sí le ven. En Juan 14:20 el Señor Jesús indica que Él y nosotros vivimos juntos. ¿Cómo podríamos vivir con el Señor sin verle? Aun más, lo que se nos describe en Juan 14:20 no es simplemente el hecho de que vivamos juntamente con el Señor, sino de que vivamos en coinherencia que Él, es decir, de que llevemos una vida en la que Él vive en nosotros y nosotros vivimos en Él. Debido a que llevamos tal vida, Él ya se nos ha manifestado.

  Cuando el velo se quite del Señor Jesús y así también de nosotros, nuestros opositores se asombrarán. Hoy algunos se oponen a nosotros y nos levantan falsos testimonios. En algunos casos, a los jóvenes se les oponen incluso sus padres. Pero aunque se oponen a sus hijos, es posible que al mismo tiempo se maravillen de ellos. Probablemente digan: “Algunas veces ustedes hacen cosas que son maravillosas. No logramos entenderlos. ¿Cómo pueden hacer tales cosas?”. Aunque tal vez algunos padres no comprendan a sus hijos ahora, los comprenderán cuando sea corrido el velo que está sobre el Señor Jesús y nosotros. Entonces conocerán al Señor y también nos conocerán a nosotros. Cuando el Señor Jesús sea manifestado, la gente del mundo le verá, y también nos verá a nosotros con Él. Entonces conocerán a Cristo, y también nos conocerán a nosotros.

  Los incrédulos y la gente del mundo a veces nos consideran personas extrañas y peculiares. Según su concepto, no somos personas normales. Ellos disfrutan diferentes tipos de entretenimiento mundano, mientras que nosotros no participamos de esas cosas. Por ejemplo, es posible que alguien en el trabajo lo incite a participar en cierta diversión mundana. Si rehúsa hacerlo, es posible que le diga que usted es raro o anormal. Sin embargo, los incrédulos verán las cosas de forma diferente cuando el Señor Jesús se manifieste. Cuando este velo sea quitado, como también el velo que nos cubre, la gente mundana dirá: “Ahora me doy cuenta de que esa persona era un seguidor de Jesús. Cuando trabajábamos juntos, él era alguien que amaba al Señor y le buscaba. Es por eso que me parecía que él era una persona tan extraña y tan anormal”. Esto es lo que sucederá si amamos al Señor y le seguimos hoy. Sin embargo, si no amamos al Señor, ni le seguimos ni buscamos, lo que suceda será muy diferente cuando Él se manifieste.

ALABANZA, GLORIA Y HONRA

  Si la prueba de nuestra fe obtiene un resultado positivo, habrá alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. ¿Cuál es la diferencia entre alabanza, gloria y honra? Es característico de Pedro que en lugar de decir solamente “alabanza”, añada las palabras gloria y honra.

  A fin de entender la diferencia que hay entre alabanza, gloria y honra, usemos como ejemplo lo que sucede cuando un estudiante se gradúa. Supongamos que un estudiante saca las mejores notas en los exámenes finales. El resultado de esta aprobación primeramente será alabanza, pues el alumno ciertamente será alabado por sus logros. Asimismo, esta alabanza le traerá gloria durante la ceremonia de graduación, cuando hagan mención de él como el alumno más sobresaliente de su clase. Esto sin duda será una gloria para él, y esta gloria le traerá honra. Por consiguiente, primero viene la alabanza, después la gloria, y finalmente, la honra.

  La gloria se refiere a cierta condición, mientras que la honra nos confiere cierta posición. Durante la ceremonia de graduación, el alumno que más se ha destacado en su clase se encuentra en una condición de gloria, y también en una posición de honra.

  Si a través de las diversas pruebas, la prueba de nuestra fe obtiene un resultado positivo, habrá alabanza, gloria y honra cuando regrese el Señor Jesús. Primero, el Señor Jesús nos dirá que hemos hecho bien. Después de esta alabanza, habrá una condición de gloria, y junto con ello, una posición de honra.

  Antes de proseguir al versículo 8, quisiera hacer notar que los versículos del 3 al 12 son, de hecho, una sola oración. En sus escritos, a Pedro no le preocupaba usar un buen lenguaje, una buena gramática ni un buen estilo; antes bien, el estilo de sus escritos revela que lo que a él más le interesaba era presentar la revelación divina y experiencias espirituales genuinas. Aunque tal vez algunos maestros no tengan en alta estima los escritos de Pedro, él no obstante expresó en esos versículos lo que quería decir.

GOZO COLMADO DE GLORIA

  Pedro, refiriéndose al Señor Jesús, dice en el versículo 8: “A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y colmado de gloria”. Es una maravilla y un misterio el que los creyentes amen a alguien a quien no han visto. La frase “en quien” modifica a “creyendo”. Nosotros amamos a quien no hemos visto gracias a la propia fe que nos fue infundida al oír la palabra viva (Gá. 3:2). Por eso, esta fe está pasando por la prueba mencionada en el versículo 7.

  Según el versículo 8, los creyentes se alegran “con gozo inefable y colmado de gloria”. Un gozo colmado de gloria es un gozo inmerso en gloria, y por ende, está lleno de gloria, es decir, lleno de la expresión del Señor.

  La versión King James, al traducir este versículo, deja abierta la posibilidad de que la frase “colmado de gloria” sea una referencia a los creyentes. Incluso, tenemos un himno que dice: “Es un gozo inefable y tan glorioso”. Sin embargo, Pedro no quiere decir que nosotros estamos llenos de gloria; en vez de ello, él habla de un gozo glorificado. Nosotros nos alegramos con un gozo que ha sido sumergido en la gloria. Este gozo ha sido sumergido en el Señor mismo como gloria; por ende, es un gozo que está lleno de la expresión del Señor.

LA SALVACIÓN DE NUESTRAS ALMAS

  El versículo 9 añade: “Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”. Este versículo da continuación a la idea iniciada en el versículo 7. La prueba de nuestra fe, que ha de ser hallada en alabanza, gloria y honra, da por resultado que obtengamos “el fin de nuestra fe”, que es la salvación de nuestras almas.

  La salvación del versículo 9 es la plena salvación, la salvación que se lleva a cabo en tres etapas, a saber: la etapa inicial, la etapa progresiva y la etapa de culminación. Nuestro ser se compone de tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Nuestro espíritu fue salvo por medio de la regeneración (Jn. 3:5-6); nuestro cuerpo será salvo, redimido, por medio de la transfiguración venidera (Ro. 8:23; Fil. 3:21); y nuestra alma será salva mediante los sufrimientos y hecha partícipe del pleno disfrute del Señor en Su manifestación, Su regreso. Por esta causa, en esta era tenemos que negarnos a nuestra alma, o sea, a nuestra vida anímica con todos sus placeres, para poder ganarla al disfrutar del Señor en la era venidera (Mt. 10:37-39; 16:24-27; Lc. 17:30-33; Jn. 12:25). Cuando el Señor se manifieste, algunos creyentes, después que hayan comparecido ante Su tribunal, entrarán en el gozo del Señor (Mt. 25:21, 23; 24:45-46), y otros sufrirán el llanto y el crujir de dientes (25:30; 24:51). Entrar en el gozo del Señor equivale a la salvación de nuestra alma (He. 10:39). Esta salvación es más preciosa que la salvación del cuerpo, la cual esperan recibir los hijos de Israel.

  La plena salvación del Dios Triuno incluye la regeneración efectuada por el Padre, la santificación o aplicación del Espíritu y la redención de Cristo. La plena salvación se revela en 1:3-23. En dichos versículos se revela la plena salvación que Dios efectúa en tres aspectos, los cuales corresponden a los tres de la Trinidad. La regeneración efectuada por el Padre introduce algo en nosotros, y también nos introduce a nosotros en algo. ¿Sabe usted qué introduce en nosotros dicha regeneración y en qué nos introduce? La regeneración efectuada por el Padre introduce en nosotros la vida eterna, y nos introduce a nosotros en la esperanza, en la herencia de la vida eterna. Por consiguiente, la vida eterna ha sido introducida en nosotros, y nosotros hemos sido introducidos en la esperanza, la herencia, de la vida eterna. Ahora tenemos vida eterna, y también disfrutamos de la herencia, que es esta misma vida. En esto consiste la regeneración del Padre y el resultado o fruto de dicha regeneración. El resultado de dicha regeneración es que ésta introduce en nosotros la vida eterna, y nos lleva a disfrutar plenamente a Dios como nuestro suministro de vida. Este suministro de vida es la esperanza viva y también la herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible. Esta maravillosa herencia nos está reservada en los cielos para que podamos disfrutarla y participar de ella continuamente, día tras día y a cada hora.

  Quisiera expresar ahora, a modo de paréntesis, mi aprecio por los escritos de Pedro. Aunque el Evangelio de Juan es maravilloso, en ciertos aspectos no tiene comparación con los escritos de Pedro. Asimismo, si bien es cierto que las epístolas de Pablo son maravillosas, es posible que el excelente lenguaje de sus escritos, deje encubierto, al menos en cierta medida, los asuntos espirituales tratados en ellos. Como hemos señalado, las epístolas de Pedro, son pocas en comparación con las de Pablo, pero abarcan el mismo período de tiempo y contienen la misma variedad de temas.

  Las epístolas de Pedro contienen algunos “diamantes” extraordinarios que no se encuentran en las epístolas de Pablo. Por ejemplo, Pablo no nos dice que la regeneración efectuada por el Padre nos ha introducido en una esperanza viva, ni que esta esperanza viva es la herencia celestial que podemos disfrutar hoy y por la eternidad. Ya que las epístolas de Pedro contienen tesoros que no se hallan en otros libros del Nuevo Testamento, ciertamente necesitamos profundizar en ellas y estudiarlas con mucho detenimiento.

DISFRUTAR DE UNA ESPERANZA VIVA

  En 1:1 y 2 vemos la operación que realiza el Dios Triuno: la elección de Dios el Padre, la santificación del Espíritu y la aspersión de la sangre de Jesucristo. Luego, en la parte restante del primer capítulo, vemos la plena salvación que el Dios Triuno nos ha provisto. Esta plena salvación se compone de la regeneración efectuada por el Padre, la aplicación realizada por el Espíritu y la obra redentora del Hijo. La regeneración del Padre ha introducido en nosotros la vida eterna del Padre y nos ha hecho aptos para disfrutar de esta vida eterna. Ahora este disfrute es una esperanza viva para nosotros hoy.

  Al escuchar que podemos disfrutar de la esperanza viva hoy, es posible que algunos argumenten, diciendo: “¿Cómo puede usted afirmar que la esperanza viva es algo que está presente hoy? Algo que ya se tiene jamás podría considerarse una esperanza. Romanos 8 nos provee una definición de la palabra ‘esperanza’; nos dice que la palabra ‘esperanza’ se refiere a las cosas que no hemos visto”. Aquellos que argumentan de esta manera deben comprender que la esperanza viva, la herencia, es nuestra hoy, mañana y por la eternidad. Además del disfrute que tenemos hoy, tenemos esperanza. Esto indica que el disfrute que tenemos de la vida divina es una esperanza. Por ejemplo, es posible que en las primeras horas del día usted tenga algún fracaso en su vida cristiana. No obstante, a pesar de ese fracaso, todavía tiene esperanza. Tal vez se diga a sí mismo: “Aunque sé que soy muy débil, todavía tengo esperanza. Puede ser que lo que ahora experimento sea deplorable, pero tengo esperanza, pues es probable que después durante el día mi situación cambie y sea mejor”. ¿No tiene usted tal esperanza en su interior? Todos tenemos esta esperanza viva. Día tras día llevamos una vida de esperanza, una esperanza viva.

  La razón por la cual llevamos una vida de esperanza es que tenemos una herencia celestial. Esta esperanza, esta herencia, es el resultado de la regeneración efectuada por el Padre. En los versículos del 3 al 9 vemos varios aspectos que se incluyen en la herencia de la vida eterna. El disfrute y la experiencia que tenemos de la vida eterna se deben al hecho de que el Padre nos regeneró.

  Para describir lo que Pedro quiere decir cuando habla de una esperanza viva, les contaré una experiencia que tuve hace poco con una úlcera estomacal. Cuando descubrí que tenía un problema, me hospitalizaron para hacerme exámenes y algunas pruebas. Después de los exámenes y las pruebas, comencé a tener una esperanza viva cada día. Comprendí que mi cuerpo tenía una vida capaz de sanar mi úlcera. Esta vida hizo que pudiera tener una esperanza viva. Con el tiempo, fui completamente sanado y recobré la salud. Me recuperé conforme a la esperanza viva que tenía.

  Así, pues, la esperanza viva se basa en la vida. Si no hubiera vida en nuestro cuerpo, no podríamos tener la esperanza de ser sanados de ninguna lesión o enfermedad. Pero, debido a que nuestro cuerpo tiene vida, tenemos la esperanza de que éste será sanado de lesiones y enfermedades. Uno no tendría ninguna esperanza en algo que no tiene vida. Por ejemplo, si una silla de madera estuviera rota, no habría ninguna esperanza de que ésta se reparara sola. Si nadie la reparara, la silla permanecería rota y no habría ninguna esperanza de que se arreglara. No obstante, cuando estuve en el hospital, yo pude tener una esperanza viva gracias a la vida presente en mi cuerpo. Yo estaba seguro de que mi vida física sanaría el problema que había en mi cuerpo. Debido a ello, tenía una esperanza viva.

  ¿Qué es una esperanza viva? Una esperanza viva es una esperanza que emana de la vida. Esta esperanza proviene del elemento vivo y orgánico que está dentro de nosotros.

  Además de la vida física, tenemos la vida divina en nosotros, la cual recibimos mediante la regeneración efectuada por el Padre. Esta vida es la vida más poderosa, la más rica y la más elevada. Sin lugar a dudas, esta vida suplirá todas nuestras necesidades. Por ello, aunque tengamos problemas y apuros, podremos tener una esperanza viva gracias a la vida divina que está en nosotros. Nosotros no estamos muertos; al contrario, estamos vivos. Por lo tanto, tenemos una esperanza viva, la esperanza de que nuestra situación mejorará en el futuro. Poseemos la vida eterna, y esta vida nos permite tener una esperanza viva. Esta esperanza nos asegura que heredaremos todas las bendiciones de la vida eterna.

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