Mensaje 13
Lectura bíblica: 2 R. 2:19-25; 4:1-44; 5:1-27; 6:1-7
En este mensaje veremos lo que revela 2 Reyes en cuanto al ministerio de gracia que se le encomendó a Eliseo.
Elías representaba a Juan el Bautista en el sentido de redargüir a las personas para muerte (Lc. 1:17; Mt. 11:11, 14; 3:1-2, 6-11a). Juan el Bautista precedió a Cristo y lo introdujo en el ministerio. Esto fue tipificado por el hecho de que Elías hizo lo mismo con Eliseo.
Eliseo representaba a Cristo en el sentido de hacer milagros por la gracia en vida. Elías hizo algunos milagros importantes, como el de cerrar los cielos para que no lloviera y hacer descender fuego del cielo para consumir el holocausto y el agua que había derramado sobre él. Sin embargo, cuando Eliseo lo reemplazó, éste no hizo las mismas maravillas, sino que realizó milagros por la gracia en vida.
A muchos cristianos les atraen los milagros, pero descuidan la gracia y la vida, y si hablan de ello, lo hacen de una manera superficial. Pero vemos que en Romanos, Pablo hizo hincapié en la gracia. En ese libro el objetivo de ser justificados por la gracia es que reinemos en vida (3:24; 5:17-18). Por consiguiente, vemos que la gracia en vida es un tema crucial en Romanos.
La gracia es el propio Dios, quien lo hace todo por nosotros y se da a Sí mismo para que lo disfrutemos. Y el resultado de esta gracia es que recibamos la vida divina, la cual es rica y elevada, y nos hace correyes de Cristo. No es común que entre los cristianos de hoy se dé un mensaje que diga que la gracia de Dios hace posible que recibamos la vida divina y que reinemos en ella.
Lo primero que hizo Eliseo, fue sanar las aguas amargas de Jericó (2 R. 2:19-22). Cuando los hombres de la ciudad le dijeron que las aguas eran malas y la tierra estéril, él salió a los manantiales de donde brotaban las aguas y echándoles sal, dijo: “Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad” (v. 21). Jericó representa a Satanás, y con Satanás todo es muerte, incluyendo las aguas, pero las aguas malas de Jericó fueron sanadas conforme a la palabra de Eliseo y se convirtieron en aguas buenas, aguas que dan vida.
El primer milagro que el Señor Jesús realizó, según el evangelio de Juan, fue convertir el agua en vino (2:3-11). Este milagro alude al cambio de la muerte en vida. Cambiar la muerte en vida es el principio que rige todos los milagros que el Señor realizó en el evangelio de Juan, así como los casos que se narran en los capítulos del tres al once. El significado del milagro que hizo Eliseo en 2 Reyes 2 y del que obró el Señor Jesús en Juan 2, es el mismo: cambiar la muerte en vida.
Además, Eliseo llamó las cosas que no son, como existentes (2 R. 4:1-7, 8-17, 42-44; cfr. Mt. 14:14-21; 15:32-39; Ro. 4:17b). El hizo esto particularmente cuando multiplicó una sola vasija de aceite en muchas. En principio, el Señor Jesús hizo lo mismo. En Mateo 14 y 15, El alimentó a multitudes con unos cuantos panes y varios peces.
En este asunto, Eliseo también tipificó al Señor Jesús. Más que cualquier otro profeta, Eliseo realizó cosas que, en tipología, son iguales a lo que el Señor Jesús realizó. En principio, Eliseo y el Señor Jesús hicieron lo mismo; ambos realizaron milagros de gracia en vida.
Eliseo también resucitó muertos (2 R. 4:18-37; cfr. He. 11:35; Lc. 7:11-17; Jn. 11:41-44; Ro. 4:17b). El Señor Jesús ha resucitado a millones de personas, incluyéndonos a nosotros (Jn. 5:25).
Llamar las cosas que no son, como existentes y dar vida a los muertos, no son simplemente milagros, sino el fruto de la gracia que resulta en vida, la cual nos hace aptos para reinar en ella.
Cuando los discípulos de Eliseo carecieron de alimentos, cocinaron un potaje con calabazas venenosas, y Eliseo neutralizó el veneno con harina (2 R. 4:38-41). En principio, el Señor Jesús hizo lo mismo por Sus discípulos, cuando les advirtió, diciendo: “Mirad y guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos” (Mt. 16:6-12). El los sanó con la harina fina, la cual era El mismo.
Muchas de las enseñanzas del cristianismo actual son “calabazas venenosas”. Algunos libros cristianos son buenos, pero muy pocos son puros. Hemos recomendado los escritos de Andrew Murray, de la señora Guyón, del hermano Lawrence, y de otros. Hemos recomendado particularmente la obra maestra de Andrew Murray sobre el Espíritu de Cristo, y también El plan redentor de Dios escrito por María E. McDonough y La vida en el nivel más elevado, por Rut Paxton. Además, tenemos el ministerio del hermano Nee. Cuando el hermano Nee era joven, los misioneros occidentales rechazaron su ministerio, pero hoy, por todas partes, muchos creyentes que buscan más del Señor conocen Su ministerio. Por la misericordia y gracia del Señor, nuestros ministerios, el del hermano Nee y el mío, han revelado casi todas las revelaciones más cruciales e importantes de la Biblia. Les insto a que presten atención a estas verdades puras y saludables, y a que no pierdan su tiempo recogiendo “calabazas venenosas”.
En 2 Reyes 5, Eliseo sanó a un leproso (Lc. 4:27). El Señor Jesús hizo lo mismo en Su ministerio (Mt. 11:5; 8:1-4; Lc. 17:11-19).
En 2 Reyes 6:1-7, Eliseo usó un palo para hacer flotar el hacha que había caído al agua. Esto significa que Cristo, con Su cruz y en Su resurrección, restaura el poder de los pecadores que habían entrado en las aguas de la muerte. Como pecadores, perdimos nuestra “hacha”, nuestro poder, pero Cristo ha recobrado este poder en resurrección, con un “pedazo de madera”, o sea, con Su cruz.
En 2 Reyes 2:23-24, Eliseo maldijo a los muchachos que hacían burla, los cuales fueron despedazados por dos osos silvestres. Los que piensan que, en principio, el Señor Jesús no hizo lo mismo, deben leer nuevamente el Evangelio de Mateo. En 3:12 se declara que el Señor recogerá el trigo en el granero, y que quemará la paja con fuego inextinguible. Si duda, quemar la paja habla de maldición. Además, en Mateo 12:31-32, 34 el Señor Jesús advirtió a los Fariseos acerca de un pecado imperdonable, el pecado de blasfemar contra el Espíritu Santo. En Mateo 23, El pronunció ocho ayes en contra de los escribas y fariseos. Sin duda esto fue una maldición que El les dirigió.
Habiendo examinado todo lo anterior, vemos que Eliseo fue un tipo exacto de Cristo. Eliseo cambió la era en tipología, y el Señor Jesús hizo lo mismo en la realidad. Hoy estamos en una nueva era, la era del cumplimiento de la economía neotestamentaria de Dios.