Mensaje 9
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Lectura bíblica: 1 R. 14:20, 31b; 1 R. 15; 1 R. 16
Respetamos las enseñanzas fundamentales que se imparten actualmente, pero el Nuevo Testamento tiene mucho más que revelarnos. Predicamos el evangelio visitando a los pecadores para traerlos a Cristo, pero la meta de nuestra predicación no es simplemente “ganar almas”, o que las personas vayan al cielo; sino más bien producir los miembros de Cristo para que Su Cuerpo orgánico sea edificado y llegue a su consumación en la Nueva Jerusalén.
Nuestra meta es llegar a Sion, producir Sion, con miras al cumplimiento de la economía eterna de Dios. Sin esto, Dios no podrá realizar Su economía, ni llevar la Nueva Jerusalén a su consumación. En el último libro del Nuevo Testamento se hace un llamado a vencer (Ap. 2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21), ya que los vencedores serán Sion (14:1). Sion será la norma de la Nueva Jerusalén. En el cielo nuevo y en la tierra nueva, cuando la Nueva Jerusalén sea consumada, Sion desaparecerá, porque La Nueva Jerusalén en su totalidad se convertirá en Sion; en ella estarán incluidos todos los creyentes, los vencedores. La vida de iglesia en el recobro del Señor debe seguir avanzando hasta que, al menos algunos de nosotros, si no todos, lleguemos a ser Sion.
Si amamos al Señor y Su recobro, y si practicamos seriamente la vida de iglesia, debemos esforzarnos por asimilar todas las visiones acerca de la economía de Dios, cuyo centro y realidad son Cristo y la iglesia. En los últimos diez años de mi ministerio, me he esforzado por llegar a esta cumbre. Por eso no me atrae estudiar los libros históricos del Antiguo Testamento sin ver lo que ellos revelan en cuanto a la economía de Dios. En ellos se ve la tipología de Cristo y la iglesia. A medida que avanzamos en el estudio-vida de 1 y 2 Reyes, debemos tener presente estas cosas.
Los capítulos 15—16 de 1 Reyes abarcan el reinado de Abiam y Asa sobre Judá, de Nadab, Baasa, Ela, Zimri y Omri sobre Israel, y el principio del reinado de Acab sobre Israel. Este relato muestra la confusión, que siempre es causada por la división. Dondequiera que haya división, habrá también confusión.
Abiam nació de la hija de Abisalom (15:2b).
Abiam empezó a reinar sobre Judá en el año dieciocho de Jeroboam, rey de Israel, y reinó en Jerusalén durante tres años (14:31b—15:2a).
Abiam anduvo en todos los pecados de su padre Roboam, y su corazón no fue perfecto ante Jehová, como el corazón de David su padre (v. 3).
Aun así, Jehová, por el amor que le tenía a David, le concedió lámpara en Jerusalén y levantó a su hijo después de él, sosteniendo así a Jerusalén. Jehová hizo esto debido a que David había hecho lo recto ante El, pues no se había apartado en nada de lo que Jehová le había mandado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo (vs. 4-5).
Abiam peleó contra Jeroboam, y después durmió con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David (vs. 7b-8a).
Los versículos 8b-24a hablan del reinado de Asa sobre Judá. Asa era un rey bueno, quizás el mejor entre los ocho reyes buenos que rigieron sobre Judá.
Asa empezó a reinar sobre Judá en el año veinte de Jeroboam, rey de Israel, y reinó cuarenta y un años en Jerusalén (vs. 8b-10a).
Asa hizo lo recto ante Jehová con un corazón perfecto todos sus días, como David su padre. Asa desarraigó del país a los varones dados a la prostitución y quitó todos los ídolos de sus padres. Además, privó a su abuela Maaca de ser reina madre, porque ella había hecho una imagen abominable a Asera; no obstante, Asa quemó dicho ídolo junto al torrente de Cedrón (vs. 11-14).
Asa trajo a la casa de Jehová las cosas que su padre había dedicado a Dios y también las cosas que él mismo había dedicado (v. 15).
Hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel durante todo el lapso del reinado de ellos. Asa hizo alianza con Ben-adad, rey de Siria, para derrotar a Baasa (vs. 16-22).
Asa se enfermó de los pies en los días de su vejez y durmió con sus padres, siendo sepultado con ellos en la ciudad de David (vs. 23-24a).
Nadab continuó el reinado de su padre Jeroboam sobre el reino del norte por dos años, comenzando el año segundo de Asa rey de Judá (14:20b; 15:25).
Nadab hizo lo malo delante de Jehová, andando en los caminos de su padre y en el pecado de éste con el cual hizo pecar a Israel (v. 26).
En el tercer año de Asa, rey de Judá, Baasa conspiró contra Nadab, matándolo a él y a toda la casa de Jeroboam su padre, y usurpando así el trono (vs. 27-31). La historia de Nadab concluye con rebelión, conspiración, asesinato y usurpación del trono.
En 1 Reyes 15:32—16:7 tenemos la crónica del reinado de Baasa sobre Israel.
Baasa empezó a reinar sobre Israel en el año tercero de Asa rey de Judá, y reinó veinticuatro años (15:33).
Baasa también hizo lo malo ante Jehová y anduvo en los caminos de Jeroboam y en los pecados de éste, con los cuales hizo pecar a Israel (v. 34).
El profeta Jehú reprendió a Baasa y le dijo que Dios iba a barrerlo a él y a su posteridad, y que dejaría su casa como la casa de Jeroboam, por haber andado en el camino de éste y por haber hecho pecar al pueblo de Dios, provocando así la ira de Dios, y por haber dado muerte a la casa de Jeroboam (16:1-7).
Ela fue coronado como rey sobre Israel el año veintiséis de Asa rey de Judá, y reinó dos años (vs. 6b, 8).
En el año veintisiete de Asa rey de Judá, Zimri, comandante de la mitad de sus carros, conspiró contra Ela y lo mató. Zimri reinó en su lugar y destruyó toda la casa de Baasa (vs. 9-14).
Zimri fue coronado en el año veintisiete de Asa, rey de Judá, y sólo reinó por siete días (v. 15).
Cuando el pueblo oyó que Zimri había matado al rey, pusieron a Omri, comandante del ejército, por rey sobre Israel en el campo de batalla (v. 16).
Omri con todo el pueblo de Israel sitió a Tirsa, y Zimri, entrando en el palacio del rey, le prendió fuego a la casa estando él ahí; así murió por las maldades que hizo ante Jehová y por andar en el camino de Jeroboam y en los pecados de éste, con los cuales hizo pecar a Israel (vs. 17-20).
Los versículos 21-28 hablan del reinado de Omri sobre Israel.
El pueblo de Israel se dividió en dos; la mitad siguió a Tibni, y lo hicieron rey, y la otra mitad siguió a Omri (v. 21).
Los que siguieron a Omri prevalecieron sobre los que siguieron a Tibni; así, Omri comenzó a reinar después de la muerte de Tibni (v. 22).
Omri comenzó a reinar sobre Israel en el año treinta y uno de Asa, rey de Judá, y reinó doce años, seis de ellos en Tirsa (v. 23).
Omri adquirió el monte de Samaria, edificó una ciudad sobre él y la llamó Samaria (v. 24).
Omri hizo lo malo delante de Jehová, más que todos los que habían reinado antes de él, y siguió el camino de Jeroboam y sus pecados, con los cuales había hecho pecar a Israel, provocando con sus ídolos la ira de Jehová (vs. 25-27).
Omri murió y fue sepultado en Samaria (v. 28a).
En 16:28b—22:40a se narra el reinado de Acab sobre Israel.
En el año treinta y ocho de Asa, rey de Judá, Acab empezó a reinar sobre Israel, y reinó veintidós años en Samaria (16:28b-29).
Acab hizo lo malo ante Jehová, más que todos los que reinaron antes de él (vs. 30-33). Anduvo ligeramente en los pecados de Jeroboam (v. 31a). Tomó por mujer a Jezabel, la hija del rey de los sidonios, y sirvió y adoró a Baal; le construyó un altar en la casa de Baal, la cual le había edificado en Samaria (vs. 31b-32). Además, hizo una imagen a Asera y provocó la ira de Jehová más que todos los que reinaron en Israel antes que él (v. 33).
En los días de Acab, Jericó fue reconstruida, y esto les trajo maldición, tal como Josué lo había profetizado (v. 34; Jos. 6:26).