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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Timoteo»
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Mensaje 10

EN CUANTO A LOS ANCIANOS

  Lectura bíblica: 1 Ti. 5:17-25

  En 5:17-25 Pablo da instrucciones a Timoteo sobre cómo relacionarse con los ancianos. Los ancianos son la autoridad de una iglesia local, es decir, son los que tienen a su cargo el gobierno de una iglesia local. Por lo tanto, relacionarse con los ancianos significa tocar la autoridad, el gobierno o la administración, de la iglesia. Durante siglos, los cristianos han debatido acerca de la clase de administración que debe haber en la iglesia. En 5:17-25 Pablo aborda el tema crucial de la administración de la iglesia.

I. LOS ANCIANOS SEAN TENIDOS POR DIGNOS DE DOBLE HONOR

  Los versículos 17 y 18 declaran: “Los ancianos que presiden bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza. Pues la Escritura dice: ‘No pondrás bozal al buey que trilla’; y: ‘Digno es el obrero de su salario’”. Según el versículo 18, la expresión “doble honor” incluye provisiones materiales. En especial se debe proveer de lo necesario a los que laboran en la predicación y en la enseñanza. Todos los ancianos deben ser aptos para tomar la delantera en una iglesia local, pero algunos, no todos, demuestran una aptitud especial para enseñar. En el versículo 17, “la predicación” denota una exposición de las doctrinas en general, y “la enseñanza” denota instrucciones especiales con respecto a cosas específicas. Es posible que los que laboran en la predicación y en la enseñanza estén completamente ocupados por haber dedicado todo su tiempo a ello. Por consiguiente, la iglesia y los santos deben encargarse de su sustento. Por esta razón, en el versículo 18, Pablo se refiere a lo que dice la Escritura en cuanto a no poner bozal al buey que trilla y que el obrero es digno de su salario.

II. ACUSACIÓN CONTRA UN ANCIANO

  En el versículo 19 Pablo dice: “Contra un anciano no admitas acusación si no está apoyada por dos o tres testigos”. Según el griego, la acusación hecha contra un anciano no debe ser meramente verbal; más bien, debe hacerse por escrito. Es muy serio hacer una acusación contra un anciano. Para que todo quede bien claro, ésta debe hacerse por escrito, y no meramente de forma verbal. Además, no se debe admitir acusación alguna si no está apoyada por dos o tres testigos.

  El versículo 19 es sencillo, pero implica algo muy importante. El hecho de que Pablo encargara a Timoteo que recibiera acusaciones contra un anciano indica que los apóstoles, aun después de haber establecido a los ancianos, todavía tienen autoridad sobre ellos. Es claro que las acusaciones en contra de un anciano debían ser presentadas a Timoteo por escrito. ¿Quién, pues, era Timoteo? Los que defienden el sistema jerárquico en el que los obispos están por encima de los ancianos, consideran a Timoteo un obispo. Pero, como señalamos anteriormente, el Nuevo Testamento revela que los obispos son ancianos y que los ancianos son obispos. Estos términos son sinónimos y se refieren a las mismas personas. Sabemos por 1 Tesalonicenses 1:1 y 2:6 que Timoteo era un apóstol. Además, en el libro de 1 Timoteo vemos que Timoteo era el representante del apóstol Pablo. Por consiguiente, la acusación presentada a Timoteo era en realidad una acusación presentada a un apóstol. Era de esperarse que tales acusaciones llegaran a manos de los apóstoles, ya que ellos eran quienes habían nombrado a los ancianos.

  Hay algunos que, después de haber leído el libro del hermano Nee: La vida cristiana normal de la iglesia, han entendido que una vez que los apóstoles nombran a los ancianos en una iglesia local, los apóstoles, bajo ninguna circunstancia, tienen derecho a interferir en los asuntos de esa iglesia. Sin embargo, éste es un entendimiento equívoco de lo que dijo el hermano Nee. En otro libro, Los asuntos de la iglesia, el hermano Nee señala que una vez que los ancianos son designados por los apóstoles, los ancianos deben tomar la delantera en la iglesia según la enseñanza de los apóstoles. Si los ancianos extravían a los creyentes o si yerran de alguna manera, los santos pueden presentar una acusación a los apóstoles en contra de ellos.

  No obstante, un apóstol tampoco es un papa. Si leemos detenidamente el Nuevo Testamento, veremos que los ancianos no son designados por ningún dictador ni por nadie que ejerce autoridad de forma autónoma. Al contrario, a los ancianos se les designa conforme a la vida. Al reunirse los santos en determinada localidad para adorar a Dios y servir al Señor, se hará manifiesto que ciertos hermanos tienen un mayor grado de madurez que otros. Aunque no hay nadie que haya madurado completamente, sí hay algunos que son relativamente más maduros que otros. Ni siquiera Pablo, en Filipenses 3, consideró que había madurado plenamente. Ya que la madurez es relativa, los requisitos que debe cumplir un anciano no son absolutos. En otras palabras, los requisitos de un anciano son relativos; es decir, que de entre todos los santos de una iglesia local, hay ciertos hermanos que comparativamente han llenado más requisitos y son más maduros que los demás. Estos hermanos se hacen manifiestos como tales ante la iglesia, y todos los santos entienden claramente que ellos deben ser designados ancianos. Este nombramiento no se efectúa por votación de la congregación ni por el ejercicio de una autoridad autónoma. Antes bien, los ancianos son elegidos conforme a la perspicacia y previsión de los santos. Con base en la perspicacia y previsión de los santos, los apóstoles luego designan a ciertos hermanos como ancianos. Los apóstoles ministran la Palabra, traen a otros a la salvación del Señor y luego edifican a los que han sido salvos; además de ello, establecen a los creyentes como iglesia local. Esto, por tanto, les proporciona la base y la posición para declarar que aquellos que han demostrado ser relativamente más maduros, deben ser designados ancianos.

  En el versículo 20 Pablo añade: “A los que pecan, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman”. El hecho de que los apóstoles puedan reprender a los ancianos que pecan, muestra la autoridad de los apóstoles sobre los ancianos. La expresión “delante de todos” se refiere a toda la iglesia. Un anciano que haya pecado debe recibir reprensión pública debido a que su posición es pública. Si un anciano es reprendido públicamente, los demás ancianos temerán.

  El versículo 21 dice: “Te encargo solemnemente delante de Dios y de Cristo Jesús, y de los ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad”. Los ancianos de una iglesia local son la autoridad delegada por Dios. Reprender a los ancianos es algo muy solemne delante de Dios. Por lo tanto, el apóstol encargó solemnemente a Timoteo delante de Dios, de Cristo y de los ángeles que lo hiciera, para que los ángeles escogidos, o sea, los ángeles buenos que tienen la autoridad de Dios, vieran que tal autoridad había sido establecida y que estaba siendo mantenida sobre la tierra entre Su pueblo redimido.

  La expresión “ángeles escogidos” usada por Pablo, indica que él estaba abordando un tema relacionado con la administración, el gobierno, la autoridad. El libro de Daniel indica que los ángeles escogidos son autoridades representativas de la administración de Dios. Así que, Pablo usa deliberadamente la expresión “ángeles escogidos” para indicar que sus instrucciones estaban relacionadas con la administración, el gobierno y la autoridad de la iglesia. Él no sólo da este encargo a Timoteo delante de Dios y de Cristo Jesús, sino también delante de los ángeles escogidos.

  El encargo de Pablo a Timoteo en el versículo 21 era que guardara “estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad”. “Guardar” aquí significa vigilar o custodiar. La palabra “prejuicios” se refiere a un juicio prematuro, o condenación, formado o aplicado antes de oír el caso, y la “parcialidad” se refiere a mostrar inclinación, favoritismo o prevención. La expresión “sin prejuicios” implica que ningún juicio previo debe hacerse al crédito del acusador, y la expresión “no haciendo nada con parcialidad” implica que no se debe mostrar favoritismo al acusado, pues sería algo pervertido. Por una parte, Timoteo no debía ponerse del lado de los que presentaban la acusación contra el anciano. Apresurarse a darles el crédito sería mostrar prejuicio. Por otra parte, Timoteo no debía mostrar ninguna parcialidad, es decir, no debía mostrar favoritismo al acusado, porque esto habría sido algo pervertido. Por consiguiente, al afrontar una acusación contra un anciano, se debe tener en cuenta tres asuntos: primero, la acusación debe estar apoyada por dos o tres testigos; segundo, no debe haber ningún prejuicio; y tercero, no se debe hacer nada con parcialidad. No se debe dar ningún crédito a los acusadores de manera privada, ni tampoco se debe mostrar un pervertido favoritismo al acusado.

III. IMPONER MANOS SOBRE LOS ANCIANOS

  Para que Timoteo pudiera seguir estas instrucciones, se le encargó que no actuara apresuradamente. El versículo 22 dice: “No impongas las manos apresuradamente a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro”. Hemos visto que la imposición de manos cumple dos funciones: mostrar identificación e impartir algo. Según el contexto de los versículos anteriores, la imposición de manos aquí se refiere principalmente a imponer manos a los ancianos. Esto no debe hacerse apresuradamente.

  En el versículo 23 Pablo añade: “Ya no bebas agua sola, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”. Según el contexto, este versículo implica que la salud física de uno puede afectar su manera de tratar a otros espiritualmente.

  En los versículos 24 y 25, Pablo declara: “Los pecados de algunos hombres son manifiestos antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después. Asimismo se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas”. La mención de la palabra “pecados” en el versículo 24, indica que este versículo es la continuación del versículo 22. Explica que los pecados de algunas personas se hacen manifiestos antes, y los pecados de otros, después. Por lo tanto, uno no debe imponer manos apresuradamente. Lo que se menciona aquí con respecto a juzgar los pecados es un principio que se aplica tanto al juicio del hombre como al juicio de Dios. Las palabras “mas a otros se les descubren después” se refieren a los pecados de otros, que aunque ahora están ocultos, luego se descubrirán, e irán a juicio después.

  La exhortación del apóstol en estos dos versículos deja implícito que Timoteo no debía aprobar apresuradamente a ninguna persona, pues era posible que sus pecados aún no se hubieran manifestado, ni tampoco debía condenar apresuradamente a nadie, pues era posible que sus buenas obras aún no hubieran sido manifiestas. A menudo, las faltas que ha cometido una persona se hallan encubiertas y demoran en manifestarse. Asimismo, a veces las buenas obras de una persona pueden también estar ocultas, y posiblemente las falsas acusaciones y rumores impidan verlas. Así que, es necesario también dejar pasar cierto tiempo hasta que sean disipadas todas las mentiras y se aclare la verdadera situación. Por esta razón, no debemos decidir a la ligera si un anciano ha hecho o no algo indebido. En lugar de ello, debemos esperar y permitir que con el tiempo todo salga a la luz.

  Es fácil tomar decisiones apresuradas y emitir juicios a la ligera. Pero aunque es difícil proceder con calma en asuntos como éstos, debemos aprender a no precipitarnos. Los ancianos deben seguir este principio al cuidar de la iglesia. No deben apresurarse en juzgar nada ni a nadie. Lo que hagan, deben hacerlo con testigos, sin prejuicios, sin parcialidad y sin ninguna prisa.

  En varias ocasiones los santos han venido a presentarme acusaciones contra un anciano. Mi respuesta siempre ha sido: “Permítanme orar al respecto, y luego tendré comunión con algunos colaboradores”. Debido a que a veces la persona que presentaba la acusación quería que se emitiera un juicio en ese momento, me reprendía y me acusaba de ponerme del lado del acusado. Sin embargo, no era partidario de ninguno; solamente quería orar y tener comunión con otros para no actuar precipitadamente.

  La iglesia es muy diferente de cualquier organización mundana, y también es diferente del sistema del cristianismo. La iglesia actúa en conformidad con la misericordia y la gracia del Señor, y está bajo Su autoridad. Cuando tocamos la administración de la iglesia, debemos cumplir estos cuatro requisitos: debe haber testigos, y se debe actuar sin prejuicios, sin parcialidad y sin ninguna prisa. Cuando les presenten una acusación, no emitan juicios anticipadamente; y al defender a alguien que es acusado, háganlo todo sin parcialidad. En vez de tomar una decisión apresurada, deténganse, oren, tengan comunión con aquellos que tienen más discernimiento espiritual y esperen la dirección del Señor.

  A menudo, los ancianos me dicen que hacen falta más ancianos en su localidad, y por lo general me recomiendan a alguien para que sea nombrado anciano. Entonces yo les pregunto hace cuánto fue salvo ese hermano, cuánto tiempo lleva en la vida de iglesia y cuánto ha crecido en el Señor. Después de esto, animo a los hermanos a que esperen más tiempo y también a que oren. Así que muchos ya saben que lo que acostumbro decir a las personas es que esperen y oren. En realidad, ésta no es una regla que yo haya establecido, sino algo que nos instruye el apóstol Pablo. Si después de cierto tiempo, los ancianos todavía sienten que tal hermano debe ser nombrado anciano, y que, relativamente hablando, ningún otro es más competente que él, probablemente les recomiende que sirva como aprendiz, a fin de que sea puesto a prueba. Eso significa que él desempeñará las responsabilidades de un anciano, pero sin tener el oficio de anciano.

  En la administración de una iglesia local, no procedemos de forma dictatorial ni de forma democrática. Los ancianos no son designados por ningún dictador, ni son elegidos por el voto de la congregación. En el recobro del Señor, no existe tal cosa como un dictador autónomo. Nosotros no procedemos como una dictadura; antes bien, reconocemos la autoridad divina, la vida divina y la luz divina. La iglesia local no se administra como se administra una nación o una organización del mundo. En la iglesia, tenemos la autoridad del Señor, la Cabeza, así como la naturaleza, la vida, la luz, la sabiduría y la gracia divinas. Por lo tanto, oramos y esperamos en Él mientras observamos el crecimiento de los santos. En aquellos casos esporádicos en los que se presenta una acusación bien fundada contra algún anciano, no debemos actuar con ligereza; antes bien, debemos esperar y orar. Los versículos 24 y 25 nos muestran que los pecados o buenas obras de una persona con el tiempo se harán manifiestos. Así como la nieve al derretirse deja al descubierto las piedras que estaban antes escondidas, también los pecados o las buenas obras de una persona finalmente saldrán a la luz. Por esta razón, no debemos admitir ninguna acusación contra un anciano, ni tampoco debemos justificarlo apresuradamente; más bien, tenemos que asegurarnos de que la acusación sea sustanciada por dos o tres testigos, y entonces podremos proceder sin prejuicios, sin parcialidad y sin darnos prisa. Además, debemos reconocer la soberanía del Señor y esperar hasta que Él aclare la situación.

  Muchos me han acusado de ser un papa y de actuar como dictador autónomo que controla a las iglesias locales. Hoy en día, en el recobro del Señor, hay cerca de cuatrocientas iglesias, además de las que se establecieron en China. De estas iglesias, cerca de trescientas setenta han sido establecidas directamente por el ministerio durante los pasados treinta y un años. Ciertamente yo no controlo todas estas iglesias. Sin embargo, algunos se preguntarán por qué las iglesias y los santos prestan atención a lo que yo digo en el ministerio. Ellos siguen el ministerio simplemente porque les doy alimento y les ministro a Cristo. Agradecemos al Señor porque, en Su misericordia, Él nos ha abierto la Palabra y ha establecido el ministerio de la Palabra entre nosotros, a fin de que todas las iglesias sean abastecidas y todos los santos reciban el alimento. La forma en que el Señor cuida de las iglesias consiste en proveerles el suministro y el alimento.

  Rara vez ejercemos la autoridad entre nosotros en el recobro del Señor. Yo evito ejercer autoridad siempre que sea posible. Aunque tal vez tenga la posición en el Señor para decir algo, no es mi costumbre ejercer autoridad. Del mismo modo, rara vez los ancianos ejercen autoridad en las iglesias locales. Nuestro deseo es cuidar de los santos, amarlos, alimentarlos, consolarlos y animarlos. Ésta es la manera correcta en que los ancianos deben ejercer su función, pues no somos una organización sino una entidad orgánica, somos el Cuerpo de Cristo.

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