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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Timoteo»
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Mensaje 9

EN CUANTO A LOS SANTOS DE DIFERENTES EDADES

  Lectura bíblica: 1 Ti. 5:1-16

LA NORMA DIVINA Y EL NIVEL HUMANO

  Hemos visto que al final del capítulo tres, Pablo asciende a la cumbre de la economía de Dios. En 3:15 y 16 vemos la norma divina. Pero en 5:1-16 Pablo desciende al nivel humano. Por una parte, en la vida de iglesia debemos conformarnos a la norma divina; por otra, debemos darles importancia a los asuntos de nivel humano. Por ejemplo, en 5:8 Pablo habla de proveer para nuestra propia familia. Todas las instrucciones dadas en este capítulo son muy humanas, comunes y ordinarias. Nada es especial, milagroso ni sobrenatural. Todo el libro está escrito según el mismo principio. Esto es necesario para la vida de iglesia.

  Este principio de presentar tanto la norma divina como el nivel humano no sólo se encuentra en 1 Timoteo, sino también en las epístolas de Efesios y Colosenses. En Efesios, Pablo primero escribe acerca de la iglesia conforme a la norma divina, y después, en un nivel humano, él escribe acerca de los maridos, las esposas, los padres, los hijos, los esclavos y los amos. Asimismo, en Colosenses Pablo primero escribe acerca de Cristo conforme a la norma divina, y luego nos habla en un nivel humano acerca de asuntos familiares. En 1 Timoteo Pablo no habla de lo tocante al nivel humano directamente, sino que más bien lo hace a través de las instrucciones que da a Timoteo. En 5:1-16 Pablo le enseña a Timoteo cómo relacionarse con los santos de diferentes edades. Mi carga en este mensaje consiste en abarcar cuatro asuntos hallados en 5:1-16.

LLEVAR UNA VIDA HUMANA NORMAL

  En primer lugar, todas las instrucciones dadas aquí se presentan de una manera muy humana. Jamás debemos pensar que si alcanzamos la norma divina, dejaremos de ser humanos. Algunos creyentes han sido afectados por la falsa enseñanza de que los cristianos deben ser como los ángeles, y que, por tanto, ya no necesitan llevar una vida humana normal. Muchos monjes y sacerdotes católicos llevan una vida anormal. Aun más, el requisito que prohíbe a los sacerdotes y a las monjas casarse, no sólo es contrario a la naturaleza humana, sino que además tiene su origen en los demonios. Según lo que dice Pablo en 4:1-3, prohibir casarse es una enseñanza demoníaca.

  Todos debemos aprender a ser humanos. De hecho, cuanto más espirituales seamos, más humanos seremos. Si deseamos vivir a Cristo, es preciso que aprendamos a ser humanos de una manera genuina. Cuando el Señor Jesús estuvo en tierra, Él fue muy humano.

  Cualquier daño que sufra la naturaleza humana, estropea el medio y el canal que Dios creó para Su economía. Los demonios y los ángeles caídos prohíben el matrimonio y mandan que la gente se abstenga de ciertos alimentos debido a que tienen la intención de destruir el género humano. Por lo tanto, en la iglesia, nosotros debemos ser muy humanos y seguir la norma de una vida humana normal. Algunos nos han acusado falsamente de no comportarnos de una manera humana. Nosotros rechazamos firmemente tales acusaciones. En la vida de iglesia, nosotros recalcamos mucho la necesidad de tener una humanidad apropiada. Puedo testificar que yo mismo vivo de una manera humana y normal. Si usted examina mi vivir, verá que soy muy humano. No soy ni un “santo” ni un ángel; simplemente soy un ser humano. Además, insto a todos los ancianos a que sean humanos. Los ancianos no deben ayudar a los santos de su localidad para que sean como ángeles. Estimamos a los ángeles, pero no procuramos imitarlos; antes bien, preferimos ser muy humanos.

  Debemos ser cristianos, sin dejar de ser humanos. Por una parte, poseemos la naturaleza divina (2 P. 1:4); por otra, somos seres humanos normales. El hecho de poseer la naturaleza y la vida divinas no significa que algún día seremos deificados; más bien, debemos llevar una vida humana genuina en virtud de la vida y la naturaleza divinas. De esta manera, podremos llevar la vida humana más elevada, una vida semejante a la que llevó el Señor Jesús. Cuando el Señor estuvo en la tierra, Él vivió por la vida y la naturaleza divinas, es decir, llevó una vida humana en virtud de la vida divina. Así también debe ser nuestro vivir humano. Por tanto, todos debemos aprender a comportarnos como seres humanos.

  En 5:1-16 vemos que Pablo instruyó a su joven colaborador, Timoteo, a que se relacionara con los santos de una manera muy humana. El versículo 1 dice: “No reprendas con dureza al anciano, sino exhórtale como a padre”. Exhortar a un anciano como a padre es ciertamente comportarse de una manera muy humana. Los hermanos más jóvenes deben exhortar como a padres a aquellos hermanos que son una generación mayores que ellos.

  Pablo también le pide a Timoteo que exhorte “a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza”. Timoteo no debía asumir una posición elevada como obispo, considerándose superior a los demás; al contrario, él debía comportarse como un hermano con los hermanos y hermanas más jóvenes, y como un hijo con los que eran padres o madres. En la vida de iglesia hay muchos padres, madres, hermanos y hermanas. Relacionarse así con los santos es conducirse de una manera muy humana.

  Nuestro trato con los santos debe llevarse a cabo en una atmósfera apropiada y con la actitud y el espíritu correctos. La atmósfera, la actitud y el espíritu al relacionarnos con los demás son sumamente importantes. Si un hermano joven muestra una actitud de superioridad frente a un hermano de edad avanzada, la relación entre ellos se dañará; pero si se dirige a él como un hijo a su propio padre, su comunión será íntima, afable, conmovedora e incluso inspiradora.

  Supongamos que en mi relación con los santos, me comporto como un maestro y trato a los santos como a alumnos. Si ésta es mi actitud, mi relación con los santos no será muy buena. En cambio, si soy muy humano en mi relación con los santos y me considero a mí mismo como un hermano entre los hermanos y hermanas, madres y padres, mi relación con todos será muy dulce e íntima. ¡Cuán distinto es cuando somos verdaderamente humanos en la forma en que nos relacionamos unos con otros! Repito, en la vida de iglesia todos debemos ser muy humanos.

EJERCER SABIDURÍA

  En segundo lugar, vemos que Pablo en 5:1-16 instruye a Timoteo a que ejerza sabiduría. La exhortación de no reprender a un anciano, sino exhortarlo como a padre, es una palabra de sabiduría. No reprender con dureza a una persona mayor es algo que demuestra sabiduría. Al relacionarnos con los santos de diferentes edades no solamente necesitamos amor, sino también sabiduría. Debemos comprender a quién le estamos hablando. ¿Nos estamos dirigiendo a un hermano o hermana mayor? Si es así, debemos hablarle como lo haría un hijo a su padre o a su madre. ¿Nos estamos dirigiendo a un hermano o hermana más joven? Debemos hablarle como a hermano o hermana. Aun más, debemos hablarle de una manera a un padre, de otra manera a una madre, y de otra distinta a los hermanos y hermanas. Por ejemplo, en nuestras propias casas, nosotros no nos dirigimos de la misma manera a todos los miembros de nuestra familia. No le hablamos a nuestro padre de la misma manera en que le hablamos a nuestra madre. Si habláramos de la misma manera a todos los miembros de nuestra familia, ciertamente seríamos insensatos. Al relacionarnos con santos de diferentes edades, necesitamos sabiduría.

  Si ejercemos sabiduría, hablaremos de una manera distinta a los santos de diferentes edades. Los hermanos hablarán con los hermanos como a hermanos, y hablarán con las hermanas como a hermanas. Esto demuestra sabiduría. No debemos dirigirnos a una hermana joven de la misma forma en que le hablaríamos a un hombre mayor. Asimismo, una hermana puede abrazar a otra, pero una hermana joven no debiera demostrar su afecto hacia un hermano, joven o de más edad, abrazándolo. No amen a los santos de una manera insensata; más bien, ejerzan siempre sabiduría, sabiendo a quién se están dirigiendo.

CON TODA PUREZA

  Tercero, en todo debemos relacionarnos con los santos “con toda pureza” (5:2). Cada vez que nos dirijamos a los hermanos y hermanas en la vida de iglesia, debemos ser puros en todo sentido. Debemos ser puros en nuestra motivación y propósito.

  La pureza es especialmente necesaria en la relación entre hermanos y hermanas. Por eso, un hermano y una hermana que sean casi de la misma edad, no debieran hablar privadamente a puerta cerrada. Otro hermano o hermana debería estar presente. Consideren el ejemplo del Señor Jesús. Él habló a solas con Nicodemo por la noche y en una casa, mientras que con la mujer samaritana Él habló en un lugar público y durante el día. Esto nos muestra que la relación entre hermanos y hermanas debe llevarse a cabo con toda pureza.

  En la vida de iglesia, es inevitable que los hermanos y hermanas tengan mucha comunión entre sí. Así que, si no nos relacionamos con toda pureza, correremos el riesgo de caer en alguna trampa. Muchos son los que han caído en una trampa por haber sido descuidados y no haber ejercido pureza en su relación con los demás. Por consiguiente, queremos recalcar una y otra vez que la relación entre hermanos y hermanas debe llevarse a cabo con toda pureza.

  Como hemos indicado, nuestra relación con todos los santos, hermanos y hermanas, ancianos y jóvenes, debe ser pura en todo aspecto. Al dirigirnos a una hermana mayor como a madre, debemos tener una motivación pura. Tener motivos impuros es algo maligno. Tener una motivación impura significa procurar alguna ganancia, ventaja o privilegio para nosotros mismos. En nuestra relación con todos los santos en la vida de iglesia, debemos tener una sola motivación: ministrarles a Cristo para que crezcan en el Señor.

CUMPLIR CON NUESTROS DEBERES

  El cuarto asunto que quisiera resaltar en este mensaje es el de cumplir con nuestros deberes. Debemos ser muy humanos, necesitamos ejercer sabiduría, tenemos que conducirnos con toda pureza y debemos cumplir con nuestros deberes. En la vida de iglesia, todos debemos tener algo que hacer. Nadie debe estar ocioso ni ser una persona entrometida. En 5:4 Pablo declara: “Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser respetuosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es aceptable delante de Dios”. La palabra “recompensar” aquí significa mostrar gratitud a los padres, devolviéndoles algo como compensación.

  En el versículo 13 Pablo habla de las viudas que “aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran”. Algunas viudas son ociosas, y aparentemente no tienen nada que hacer, pero su ociosidad las incita a ser entrometidas. Van de casa en casa esparciendo chismes y “hablando lo que no debieran”. En la iglesia, nadie debiera estar ocioso, ni ser chismoso ni entrometido; antes bien, todos debemos tener algo que hacer, alguna labor apropiada que cumplir.

  Pablo, consciente de la necesidad de que todos los santos cumplan con sus deberes, pide a Timoteo que no permita que una viuda menor de sesenta años sea puesta en la lista (v. 9), y luego le manda que no admita a las viudas más jóvenes, porque podrían dejar a un lado su primer voto, o su fe (vs. 11-12). Dejar a un lado “su primer voto” significa romper un voto o una promesa. Esto indica que algunas viudas más jóvenes hicieron una promesa o voto de dedicarse en su viudez a algún servicio de la iglesia.

  En el versículo 14 Pablo añade: “Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, se ocupen de su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de reproche”. Criar hijos y ocuparse de la casa es un rescate y una salvaguarda para las entremetidas ociosas. Dios dispuso esto a partir de la caída a fin de restringir y proteger a la mujer (Gn. 3:16).

  Lo dicho por Pablo en el versículo 14, de que las viudas más jóvenes se casen, parece ser contrario a lo que él declara en 1 Corintios 7:8. Lo dicho en 1 Corintios expresa el deseo de Pablo en los inicios de su ministerio; en cambio, en 5:14 tenemos el consejo que él da al final de su ministerio, el cual estaba basado en sus experiencias con respecto a las viudas jóvenes. La diferencia entre estos dos pasajes indica que Pablo no era legalista ni siquiera en sus enseñanzas, las cuales había recibido por inspiración de Dios; todo lo contrario, él era muy flexible. Esto indica que, con relación a algunos asuntos, no hay legalismos en el Nuevo Testamento. En ciertos casos, el camino que escojamos puede variar según las circunstancias.

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