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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Timoteo»
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Mensaje 3

LA ORACIÓN QUE CUMPLE EL DESEO DE DIOS DE QUE LOS HOMBRES SEAN SALVOS

  Lectura bíblica: 1 Ti. 2:1-7

UNA VIDA DE ORACIÓN APROPIADA QUE REDUNDA EN UNA VIDA DE IGLESIA APROPIADA

  En el primer capítulo de 1 Timoteo, Pablo pone un buen fundamento al hablar de la vida de iglesia de una manera positiva. En 2:1, él añade: “Exhorto ante todo, a que se hagan peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias, por todos los hombres”. Si queremos llevar una vida de iglesia apropiada, es preciso que primero llevemos una vida de oración. Aquellos que toman la delantera en las iglesias, en particular aquellos que ministran la Palabra en la iglesia, deben ser los primeros en llevar una vida de oración. Tener un ministerio de oración es el requisito indispensable para administrar y pastorear una iglesia local. Por esta razón, Pablo exhorta a Timoteo a que se hagan peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias, por todos los hombres. Éstas son las primeras palabras que Pablo profiere con respecto al aspecto positivo de la vida de iglesia, después de haber hablado de la economía de Dios y de haber encargado a Timoteo que milite la buena milicia por causa de la economía de Dios. Timoteo debía ser el primero en llevar una vida de oración.

  Llevar una vida de oración es un requisito necesario para tener una vida de iglesia apropiada en el recobro del Señor hoy. Una iglesia apropiada es una iglesia que ora. Una iglesia que no ora, se encuentra en una condición lamentable. La falta de oración es un pecado. En el recobro del Señor, todos debemos guardar una actitud de oración y oponernos al pecado de no orar. Los ancianos en todas las iglesias deben recibir la exhortación de Pablo de “ante todo” orar.

  De las catorce epístolas que escribió Pablo, diez se escribieron a iglesias y cuatro a personas en particular. La Epístola a los Romanos fue escrita a todos los creyentes de Roma, y la de Hebreos fue escrita, no a ningún individuo en particular, sino a los creyentes hebreos colectivamente. Efesios, Filipenses, Gálatas, Colosenses, 1 y 2 Corintios y 1 y 2 Tesalonicenses fueron epístolas escritas a iglesias, mientras que las cuatro epístolas de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón fueron escritas a individuos en particular. Tal vez algunos piensen que estas epístolas, por haber sido escritas a individuos en particular, no tienen nada que ver con nosotros. No obstante, nosotros debemos ser los “Timoteos”, los “Titos” y los “Filemones” de hoy. En particular, cada santo individualmente debe ser un Timoteo.

  Si queremos ser Timoteos, debemos ser ejemplo de aquellos que no argumentan, chismean, ni critican, sino que oran. Cada vez que oigamos noticias, buenas o malas, acerca de alguna iglesia en particular, debemos orar. No comente sobre la situación, no chismee ni critique. ¡Simplemente ore! Asimismo, si usted oye algo acerca de un santo o de un anciano, ore por esa persona. El primer requisito para llevar una vida de iglesia apropiada es orar. ¡Oh, todos debemos poner esto en práctica! Si procuramos llevar una vida de oración, la iglesia será viviente y su condición mejorará. Si algunos aspiran a ser los Timoteos de hoy y toman la iniciativa para orar, otros les seguirán. Un ejemplo de esto es la manera en que un rebaño sigue un pequeño grupo de ovejas que va adelante. Si usted, como Timoteo que es, toma la iniciativa para orar, todos en su localidad le seguirán.

  En lugar de hablar tanto y en vez de trabajar tanto, debemos orar más. Si se enterara de que un santo está débil o se ha apartado, no hable de él, ni lo critique. Aun más, no lo visite inmediatamente; más bien, ore por él. Si lo ha de visitar o no, eso dependerá de cómo el Señor lo dirija. Después de haber orado, si el Señor lo guía a visitarlo, obedezca sencillamente al Señor y visítelo. Pero no actúe con soberbia. Si el Señor no lo ha guiado a visitar a un santo que se ha descarriado, no debería visitarlo por su propia cuenta. Es posible que aun al visitar a los santos estemos procediendo con arrogancia. Créanlo o no, visitar a un santo que se ha apartado es un pecado de soberbia, si es que hacemos esto por iniciativa propia, sin oración y sin la dirección del Señor. No obstante, si al orar el Señor nos indica claramente que debemos ir a visitar a ese hermano, entonces esa visita será eficaz.

  También debemos orar cada vez que escuchemos que hay problemas entre los santos. No debemos suponer que tenemos la experiencia y aptitudes necesarias para resolver problemas. Esta actitud no sólo es arrogante sino también blasfema, pues equivale a creernos Dios. Así, pues, si nos enteramos de que hay problemas entre hermanos, debemos presentarle este asunto al Señor en oración.

  Lo primero que deben hacer los ancianos al cuidar de la iglesia es orar. No tomen decisiones sin oración. No critiquen ni alaben a nadie sin antes orar por él. Antes de hacer cualquier cosa, debemos orar. Además, no debemos orar a la ligera ni de manera superficial, sino con la debida seriedad. Sólo después de que hayamos orado de esta manera por algún asunto, podremos tomar una decisión, no por nosotros mismos sino en unidad con el Señor y conforme a su dirección. Si los ancianos ponen esto en práctica, la vida de iglesia en nuestra localidad mejorará notablemente y será apropiada.

  El hermano Nee solía decirnos que al leer la Biblia, debíamos captar el espíritu del escritor. La letra de la Biblia se puede comparar al cuerpo humano, y el espíritu del escritor, a la vida, al espíritu, del cuerpo. Dentro del “cuerpo” de la Biblia se halla el espíritu del escritor. Si captamos el espíritu de Pablo en 2:1-7, percibiremos que su carga era que los que toman la delantera en la vida de iglesia, deben llevar una vida de oración. En estos versículos, Pablo parecía decirle a Timoteo: “Ya te mostré un cuadro muy claro de la economía de Dios y de cómo ella está en contraste a las enseñanzas diferentes. Además, te conté cómo el Señor, en Su misericordia, hizo de mí un modelo de Su economía. También te encargué solemnemente que militaras la buena milicia por el bien de la economía de Dios. Ahora, en lo profundo de mi espíritu, siento la carga de exhortarte a que ores. Te exhorto a que hagas peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias, por todos los hombres. No pienses que la enseñanza precede a la oración. No, la oración debe ir primero, y después la enseñanza”.

  En 2:1, Pablo menciona peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias. La oración es general, y su esencia es la adoración y la comunión. Las peticiones son especiales y se ofrecen por necesidades específicas. La palabra griega traducida “intercesiones” significa acercarse a Dios con confianza y de manera personal, es decir, significa intervenir o interferir ante Él en los asuntos de otros para el beneficio de ellos. Además, debemos ofrecer acciones de gracias. A menudo, cuando oímos buenas noticias acerca de iglesias, de ancianos o de los santos en particular, los elogiamos en vez de dar gracias a Dios por ellos. Si la condición de cierta iglesia es buena, no se debe a la iglesia, sino a Dios. Asimismo, si a un anciano o a un santo en particular progresa positivamente, eso también se debe a la gracia de Dios. Por consiguiente, en lugar de elogiar a una iglesia o a un hermano, debemos dar gracias a Dios.

  Cuando Pablo hablaba de peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias, sentía una gran carga en su espíritu con respecto a la importancia de la oración. Él quería que sus queridos hijos espirituales oraran. Una y otra vez yo quisiera recalcarles que sólo podemos tener una vida de iglesia apropiada si llevamos una vida de oración. Puedo testificar que en estos últimos años he orado como nunca antes. También puedo testificar que he recibido respuestas concretas a mis oraciones. Recientemente, me pidieron que cesara mis actividades por algún tiempo para que pudiera descansar y cuidar mi salud. Luego, cuando me enteré de ciertas necesidades, simplemente oré por ellas. Tal vez el Señor me restringió para mostrarme que la oración es más importante que la obra. Que todos aprendamos la lección de que la única forma de tener una buena vida de iglesia es orar. Esto es crucial. Si en lugar de hablar, empezamos a orar más, la iglesia en nuestra localidad será transformada.

PIEDAD Y DIGNIDAD

  Después de señalar que debemos orar por todos los hombres, Pablo dice que debemos orar “por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que llevemos una vida tranquila y sosegada en toda piedad y dignidad”. Una vida tranquila y sosegada es una vida apacible, reposada y sin alteraciones, no sólo externamente en las circunstancias, sino también interiormente en nuestro corazón y espíritu. Tal vida nos capacita para que tengamos, en piedad y dignidad, una vida de iglesia muy disfrutable. La piedad es ser como Dios, expresar a Dios. La vida cristiana debe ser una vida que exprese a Dios y que tenga la semejanza de Dios en todas las cosas. La dignidad es una cualidad del carácter humano que es digna de profundo respecto y que inspira y e invita honra. La piedad es la expresión de Dios, mientras que la dignidad es manifestada hacia los hombres. Nuestra vida cristiana debe expresar a Dios ante los hombres con un carácter honorable que haga que los hombres sientan profundo respeto.

DIOS NUESTRO SALVADOR

  El versículo 3 dice: “Porque esto es bueno y aceptable delante de Dios nuestro Salvador”. En esta epístola Pablo hace hincapié en el Dios Salvador. Por consiguiente, en este versículo él no habla del Dios de la gracia, ni del Dios de la misericordia, sino del Dios Salvador, el Dios que nos salva.

EL DESEO DE DIOS

  En el versículo 4 Pablo dice que Dios desea que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad. Debemos orar por todos los hombres porque Dios nuestro Salvador desea que todos ellos sean salvos y conozcan la verdad. Nuestra oración es necesaria para que se cumpla el deseo de Dios.

  Dios desea que todos los hombres no sólo sean salvos, sino que además obtengan el pleno conocimiento de la verdad. La palabra “verdad” aquí significa realidad y denota todas las cosas verdaderas reveladas en la Palabra de Dios, las cuales principalmente son Cristo como corporificación de Dios y la iglesia como Cuerpo de Cristo. Toda persona salva debe llegar a tener el pleno conocimiento, una comprensión completa, de todas estas cosas.

  El objetivo de las dos epístolas dirigidas a Timoteo era hacer frente a la decadencia de la iglesia. En la primera epístola vemos que la decadencia se había infiltrado sutilmente por medio de las enseñanzas diferentes (1:3), y en la segunda, vemos que la degradación se había desarrollado abiertamente y había empeorado por causa de las herejías (2:16-18). La verdad debe mantenerse para detener tal decadencia. La primera epístola hace hincapié en que Dios desea que todos los que Él ha salvado vengan al pleno conocimiento de la verdad, y que la iglesia es columna y fundamento de la verdad (3:15). La segunda epístola subraya que la palabra de la verdad debe ser expuesta con exactitud (2 Ti. 2:15), y que los que se han desviado deben volver a la verdad (2 Ti. 2:25).

UN SOLO MEDIADOR

  En 1 Timoteo 2:5 Pablo añade: “Porque hay un solo Dios, y un solo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre”. En este versículo, Pablo declara explícitamente que hay un solo Dios. Aunque Dios es Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— Él es un solo Dios, y no tres Dioses, contrario a lo que muchos cristianos erróneamente reconocen y creen.

  En este versículo Pablo también nos dice que hay un solo Mediador entre Dios y los hombres. Un mediador es alguien que media entre dos partidos. El único Mediador es el Hombre, Cristo Jesús. El Señor Jesús era Dios desde la eternidad (Jn. 1:1). En el tiempo, Él se hizo hombre por medio de la encarnación (Jn. 1:14). Mientras Él vivía en la tierra como hombre, también era Dios (1 Ti. 3:16). Después de Su resurrección, Él seguía siendo hombre y también Dios (Hch. 7:56; Jn. 20:28). Por lo tanto, Él es el único que está calificado para ser el Mediador, el que media entre Dios y el hombre.

TESTIMONIO DADO A SU DEBIDO TIEMPO

  El versículo 6 dice: “El cual se dio a Sí mismo en rescate por todos, testimonio dado a su debido tiempo”. Cristo se dio a Sí mismo para efectuar la redención por todos los hombres. Esto era necesario para que pudiera ser nuestro Mediador. La palabra griega traducida “rescate” denota un rescate dado en recompensa. Cristo está calificado para ser el Mediador entre Dios y el hombre, no sólo en Su persona divina y humana, sino también en Su obra redentora. Su persona y Su obra son únicas.

  En este versículo Pablo habla del “testimonio dado a su debido tiempo”, lo cual está en aposición a la cláusula anterior. En otras palabras, el hecho de que Cristo se diera en rescate por todos los hombres llega a ser el testimonio dado a su debido tiempo. Cada vez que este hecho es proclamado, es dado a los hombres como un testimonio a su debido tiempo. Por ejemplo, cuando este hecho fue predicado en África, automáticamente llegó a ser un testimonio dado a los hombres en África a su debido tiempo. La predicación del hecho es, por tanto, el testimonio de ese hecho. Cuando Pablo predicó en Asia Menor, aquello fue el testimonio dado a su debido tiempo. Sucedió lo mismo cuando él recibió el llamado del varón macedonio y empezó a predicar en Europa oriental. Ése fue el tiempo propicio para que se declarara el testimonio en ese lugar. Cada vez que se proclama el hecho de que Cristo se encarnó y murió por todos, aquello es la predicación, el testimonio, dado a su debido tiempo.

LAS TRES PAPELES QUE DESEMPEÑABA PABLO

  En el versículo 7 Pablo concluye, diciendo: “Para esto yo fui constituido heraldo y apóstol (digo la verdad, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad”. Un heraldo es uno que proclama el evangelio de Cristo, uno que pregona oficialmente la economía neotestamentaria de Dios; un apóstol es alguien enviado por Dios con la comisión divina de establecer iglesias para Dios, un embajador de Dios enviado al mundo para llevar a cabo el propósito de Dios; un maestro es un tutor que enseña, define y explica el contenido del propósito eterno de Dios y Su economía neotestamentaria. Pablo desempeñaba estos tres papeles y tenía esta comisión triple para los gentiles.

FE Y VERDAD

  Pablo desempeñaba estos tres papeles en fe y verdad. Aquí la fe se refiere a la fe en Cristo (Gá. 3:23-25), y la verdad se refiere a la realidad de todas las cosas reveladas en el Nuevo Testamento. Esto corresponde a 4:3, donde se nos habla de los que creen y “tienen pleno conocimiento de la verdad”. Pablo fue constituido heraldo, apóstol y maestro del Nuevo Testamento en la esfera y el elemento de esta fe y verdad, y no en la esfera de la ley, de los tipos y de las profecías del Antiguo Testamento.

EL PRINCIPIO DE LA ENCARNACIÓN

  El título de este mensaje es “La oración que cumple el deseo de Dios de que los hombres sean salvos”. Aunque Dios tiene tal deseo, tal anhelo, de salvar a las personas, Él sólo puede cumplir Su deseo mediante el principio de la encarnación. Eso significa que Él no puede salvar a las personas directamente, sino que se ve obligado a hacerlo por medio de nosotros. Ni siquiera a los ángeles se les ha entregado la comisión de cumplir el deseo de Dios. Esto le fue confiado exclusivamente al hombre. Y para que esta comisión se lleve a cabo, nosotros tenemos que orar. En Hechos 10 vemos que Pedro y Cornelio estaban orando; Pedro, en la azotea, y Cornelio, en su casa. Desde ambos lugares, la oración ascendía al trono de Dios para que se llevara a cabo el deseo de Dios. Fue por medio de esta oración, que Dios pudo cumplir Su deseo de salvar a los gentiles. La primera familia gentil en ser salva fue la casa de Cornelio. Este ejemplo muestra que nuestras oraciones son cruciales para que se cumpla el deseo de Dios de que los hombres sean salvos.

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