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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Timoteo»
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Mensaje 7

PREDICCIÓN DE LA DECADENCIA DE LA IGLESIA

  Lectura bíblica: 1 Ti. 4:1-5

  En este mensaje hablaremos de la predicción dada sobre la decadencia de la iglesia, según lo presentado en 4:1-5.

I. LA PREDICCIÓN DEL ESPÍRITU

  En 1 Timoteo 4:1 Pablo declara: “Pero el Espíritu dice claramente que en los tiempos venideros algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a enseñanzas de demonios”. El hecho de que la palabra “pero” aparece al comienzo de este versículo indica que lo que sigue está en contraste con lo mencionado en 3:15 y 16. Al final del capítulo tres, Pablo había llegado a la cumbre de las cuatro epístolas de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón, donde se nos presenta un glorioso cuadro de la iglesia. Sin embargo, en 4:1-5, él describe una situación muy oscura, muy distinta de la situación descrita en 3:15 y 16.

  En 4:1 Pablo usa la expresión “el Espíritu dice claramente”. Éste es el Espíritu que mora en nuestro espíritu y nos habla allí (Ro. 8:9-11, 16). A fin de escuchar lo que el Espíritu dice y ser guardados de los espíritus engañadores y de las enseñanzas de demonios, debemos ejercitar nuestro espíritu para que tenga la debida perspicacia y claridad.

  En el movimiento pentecostal de hoy, muchos profetizan según la manera que se usaba en el Antiguo Testamento y dicen: “Así dice el Señor...” Esta expresión no se encuentra en el Nuevo Testamento; en vez de ello, en el Nuevo Testamento vemos el principio de encarnación. Según este principio, Dios no habla directamente, sino por medio del hombre. Primero, en Jesucristo, Dios se encarnó y se mezcló con el hombre. Ahora, después de la muerte y resurrección de Cristo, Él puede ser un solo espíritu con aquellos que creen en Cristo. En 1 Corintios 6:17, Pablo declara: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. Esto se refiere al espíritu mezclado, esto es, al Espíritu divino mezclado con el espíritu humano regenerado. En el Nuevo Testamento, este espíritu mezclado es quien nos habla. Ésta es la razón por la cual 1 Timoteo 4:1 no dice: “El Espíritu de Dios dice...” ni “El Espíritu Santo dice...”, sino: “El Espíritu dice...”. Según el principio de encarnación revelado en el Nuevo Testamento, en esta expresión se halla implícito nuestro espíritu. Hemos visto que el principio de encarnación consiste en que la divinidad entre en la humanidad y opere junto con la humanidad. Por lo tanto, cuando el Espíritu habla, Él habla en nuestro espíritu, por medio de nuestro espíritu y a partir de nuestro espíritu. Si no hubiera nadie que verdaderamente fuera un solo espíritu con el Dios que habla, no habría ninguna posibilidad, según el principio de encarnación, de que Dios nos hablara.

  Pablo fue un modelo de uno que fue un solo espíritu con el Señor. Debido a que era uno con el Señor de esta manera, él habló por el Señor en muchas ocasiones. En 1 Corintios 7, Pablo dijo claramente que, con respecto a cierto asunto, no tenía mandamiento del Señor, pero expresaba su parecer, su sentir, como uno a quien el Señor había concedido misericordia para ser fiel (v. 25). No obstante, cuando leemos este pasaje de la Biblia hoy en día, damos cuenta de que lo que Pablo dijo era en efecto la palabra del Señor. De este modo, cuando Pablo hablaba, el Dios Triuno —quien se había procesado y había llegado a ser el Espíritu, y quien se había mezclado con el espíritu regenerado de Pablo— hablaba dentro de él. Hoy, nosotros también tenemos este espíritu mezclado, y es en este espíritu y por medio de él, que el Espíritu habla claramente hoy.

  El versículo 1 del capítulo cuatro de 1 Timoteo es la continuación de 3:15 y 16. Sin duda alguna, estos versículos eran las palabras de Pablo. Luego, en 4:1, Pablo declara que el Espíritu habla claramente. ¿Dónde hablaba el Espíritu? Sin lugar a dudas, el Espíritu hablaba desde el interior de Pablo. Mientras Pablo escribía a Timoteo acerca de que la iglesia es la casa de Dios, columna y fundamento de la verdad, y el gran misterio de la piedad, el Espíritu le decía todo esto en su espíritu. Éste no es el Espíritu que súbitamente desciende sobre nosotros para que profeticemos, diciendo: “Así ha dicho el Señor...” Lo que el Espíritu dice en 4:1, lo dice según el principio de encarnación. El Espíritu habló desde el interior del espíritu de Pablo.

  Si queremos oír lo que el Espíritu dice, debemos ejercitar nuestro espíritu. Sólo nuestro espíritu puede oír las palabras del Espíritu. La mente no puede oírlas porque es incapaz de escuchar lo que el Espíritu dice. El Espíritu habla a nuestro espíritu, y nuestro espíritu responde al Espíritu. Por consiguiente, al leer 1 Timoteo, debemos ejercitar nuestro espíritu para escuchar lo que el Espíritu habla desde el interior del espíritu del apóstol Pablo.

II. APOSTATARÁN DE LA FE

  Según 4:1, el Espíritu dice que en los tiempos venideros algunos apostatarán de la fe. Los tiempos venideros se refieren a los tiempos que vinieron después de que se escribiera este libro. Esto difiere de la expresión “los postreros días” de 2 Timoteo 3:1, que denota el período final de esta era.

  Mientras Pablo escribía esta epístola, él comprendía que en los tiempos venideros algunos apostatarían de la fe. La fe en este versículo denota la fe objetiva, es decir, se refiere a aquello en lo que creemos. Por una parte, Pablo habló confiadamente y con mucho ánimo, y de ningún modo se mostró desilusionado. Él tenía la certeza de que la iglesia era la casa del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad, e incluso el misterio de la piedad. Por otra parte, en lo profundo de su espíritu, él sabía que algunos “creyentes” apostatarían de la fe, de la economía neotestamentaria de Dios. Pablo sabía esto porque el Espíritu, quien estaba mezclado con su espíritu, se lo había revelado. Esta apostasía de la economía neotestamentaria de Dios marcaría el inicio de la decadencia de la vida de iglesia.

  Pablo declara que aquellos que apostatarían de la fe escucharían a espíritus engañadores y a enseñanzas de demonios. Muchos cristianos no se percatan de que, según la Biblia, existen dos categorías de espíritus malignos. Los espíritus engañadores que se mencionan en 4:1 están en contraste con el Espíritu, como se menciona en 1 Juan 4:2 y 6. Éstos son los ángeles caídos, que siguieron a Satanás en su rebelión y vinieron a ser sus subordinados, quienes trabajan para su reino de tinieblas (Mt. 25:41; Ef. 6:12). Los demonios son los espíritus inmundos y malignos (Mt. 12:22, 43; Lc. 8:2) de las razas que vivieron en la tierra durante la era preadamítica y que se unieron a la rebelión de Satanás y fueron juzgados por Dios (véase el Estudio-vida de Génesis, mensaje dos). Después de ser juzgados, ellos vinieron a ser demonios, los cuales trabajan en la tierra para el reino de Satanás. Éstos son diferentes de los espíritus engañadores, que son los ángeles caídos. Los ángeles caídos están en el aire, mientras que los demonios están activos en la tierra.

  Así que, en el versículo 1 Pablo habla de los espíritus engañadores, los cuales están en el aire, y de los demonios, los cuales están en la tierra. Hoy en día, entre los cristianos existen doctrinas engañadoras que provienen de los espíritus engañadores, quienes están en el aire, y también enseñanzas que provienen de los demonios. La historia de la iglesia ha demostrado que Pablo tenía razón cuando afirmó que surgirían tales enseñanzas y doctrinas, y que aquellos que apostatarían de la fe las escucharían.

  En el versículo 2 Pablo añade: “Por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia como con un hierro candente”. La frase “por la hipocresía de mentirosos” modifica la expresión “enseñanzas de demonios”, que se menciona en el versículo 1. Las enseñanzas de demonios son llevadas a cabo por medio de la hipocresía de aquellos que mienten. Esto indica que los demonios y las personas mentirosas colaboran para engañar a la gente. Estos hipócritas, junto con los espíritus malignos y los demonios, trabajan juntos para introducir enseñanzas engañadoras y doctrinas demoníacas.

  La conciencia de estos mentirosos hipócritas ha perdido la sensibilidad, como si hubiera sido cauterizada con un hierro candente, semejante a la manera en que en esa época se marcaba a los esclavos y al ganado de cierto dueño. Este libro recalca categóricamente la conciencia. En la vida de iglesia, el amor que es contrario a la envidia y a la discordia nace de una buena conciencia (1:5). Aquellos que desechan una buena conciencia llegan a naufragar en cuanto a la fe (1:19). Los que sirven en la iglesia deben guardar el misterio de la fe con una conciencia pura (3:9). Mantener una conciencia buena y pura es mantener la conciencia sensible en cuanto a su función. Esto nos salvaguardará de las enseñanzas demoníacas e hipócritas de los mentirosos y engañadores.

  Cuando yo era joven, fácilmente confiaba en cualquier persona que profesara ser cristiana. Un día, el hermano Nee dijo que era un hecho que algunos cristianos mentían. Yo me pregunté cómo una persona, siendo cristiana, podía ser mentirosa. La Biblia afirma que Satanás es “padre de mentira” (Jn. 8:44). Finalmente, por experiencia supe que los cristianos sí mienten. Pareciera que la conciencia de estos cristianos mentirosos hubiera sido cauterizada y no ejerciera más su función. Hoy en día, muchas de las mentiras que se han difundido acerca de nosotros, las han propagado cristianos mismos. Algunos incluso se han atrevido a publicar estas mentiras. Con todo, nuestra conciencia testifica que nosotros, que estamos en el recobro del Señor, creemos en la verdad revelada en la Biblia, y quizás aun con más certeza que otros cristianos.

  Nosotros los que estamos en el recobro del Señor, no sólo debemos conocer la economía de Dios, sino también las artimañas malignas de Satanás. Es crucial que veamos el marcado contraste entre lo que se nos describe al final del capítulo tres y lo que se nos describe al inicio del capítulo cuatro. Debemos tener discernimiento, ser sobrios y tener muy claro la diferencia que existe entre el cristianismo actual y el recobro del Señor. También debemos percatarnos de lo que el diablo está haciendo por medio de los espíritus malignos, los demonios y aquellos que hablan mentiras en su hipocresía.

  El versículo 3 dice: “Prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los que son creyentes y tienen pleno conocimiento de la verdad”. El matrimonio y la comida fueron ordenados por Dios, la comida para que la humanidad pueda subsistir, y el matrimonio para que la humanidad continúe y se multiplique. Por un lado, Satanás hace que el hombre abuse de estas dos cosas induciéndole a entregarse a su carne lujuriosa; por otro, pone demasiado énfasis en el ascetismo al prohibirle al hombre casarse y al mandarle abstenerse de ciertas comidas. ¡Esto es una enseñanza demoníaca!

  El matrimonio fue establecido por Dios para que se llevara a cabo el propósito de Dios con respecto al hombre. La comida es esencial para la subsistencia de la humanidad, a fin de que ésta exista en la tierra para el cumplimiento del propósito de Dios. Sin embargo Satanás, valiéndose de los espíritus engañadores y de las enseñanzas de demonios, y con la colaboración de hombres hipócritas y mentirosos, procura destruir estas dos cosas, induciendo a la gente a que abuse de ellas ya sea entregándose a los apetitos de la carne o practicando el ascetismo.

III. LA VERDAD CON RESPECTO A LA COMIDA

  En el versículo 3 Pablo habla respecto de “alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos”. Todas las cosas comestibles fueron creadas por Dios para la subsistencia del hombre. Debemos participar de ellas con acción de gracias a Dios, con un corazón agradecido.

  Puesto que todos los alimentos son un regalo de Dios para nosotros, debemos participar de ellos con acción de gracias. Cuando vayamos a comer, debemos decir: “Señor, gracias”. Sin embargo, no debemos hacerlo como un rito tradicional. Por un lado, no estoy de acuerdo con que se haga de esa manera; por otro, tampoco estoy de acuerdo con que no se dé gracias al Señor por los alimentos que Él nos ha dado. Yo puedo testificar que siempre agradezco al Señor por la comida; incluso, le doy gracias por el vaso de agua que me bebo, diciendo: “Señor, esta agua es un regalo Tuyo, y te doy gracias por ella”. Por lo general, la gente da gracias por los alimentos antes de empezar a comer; sin embargo, no sólo debemos dar gracias al Señor por los alimentos antes de comer, sino aun mientras los ingerimos, y también después que acabamos de comer. Además, podríamos dar gracias por cada cosa que nos comemos.

  Los que creen y tienen pleno conocimiento de la verdad deben participar de alimentos que Dios ha creado con acción de gracias. Creer significa ser salvo y comenzar la vida espiritual; tener el pleno conocimiento de la verdad equivale a comprender el propósito de Dios en Su economía y crecer hasta la madurez en la vida espiritual. Dios desea que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad (2:4). La verdad que aquí se menciona se refiere a la economía neotestamentaria de Dios. Nosotros hemos sido salvos al creer en el Señor Jesús para salvación y conocemos el contenido, la realidad, de la economía de Dios respecto a Cristo como misterio de Dios y la iglesia como misterio de Cristo; por eso, debiéramos dar gracias por todo lo que comemos. Aquellos que han creído y conocen la verdad son los que deben tomar los alimentos con acción de gracias. Nosotros comprendemos que vivimos en la tierra para Dios y para Su propósito. Por esta razón, tomamos lo que Él nos ha provisto para nuestro sustento, y le damos las gracias por ello.

  En los versículos 4 y 5 Pablo añade: “Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la intercesión es santificado”. La declaración “todo lo que Dios creó es bueno” es contraria al gnosticismo, que enseña que algunas cosas creadas son malignas, y a ciertas enseñanzas ascéticas que mandan a los hombres a abstenerse de ciertos alimentos. Algunos insisten en que debemos comer sólo vegetales y no carne; pero según las palabras de Pablo, todo lo que Dios creó es bueno.

  Asimismo, Pablo dice que “nada es de desecharse”. En el pasado, yo cortésmente decía: “No, gracias”, cuando me servían ciertas comidas en los festines cantoneses. En particular, evitaba comer tortuga, serpiente o rana. Sencillamente no podía comer esas cosas. Pero según las palabras de Pablo, no debemos rechazar ningún alimento que Dios creó, sino que debemos recibir todas las cosas con acción de gracias.

  En el versículo 5 Pablo concluye, diciendo: “Porque por la palabra de Dios y por la intercesión es santificado”. Todos los alimentos que ingerimos pueden ser santificados, apartados para Dios y Su propósito, por la palabra de Dios y por la intercesión. La palabra de Dios aquí se refiere a las palabras de nuestra oración a Dios, parte de la cual puede ser una cita de las Escrituras o de mensajes que hayamos escuchado o leído. En este versículo, la intercesión se refiere a nuestra oración a Dios por el alimento que comemos; orar así hace que nuestra comida sea separada de lo profano y sea santificada para Dios con miras a Su propósito, el cual consiste en que nos alimentemos a fin de vivir para Él.

  En muchas versiones de la Biblia, tal parece que los traductores no se atrevieron a usar la palabra “intercesión”, aunque éste es el significado de la palabra griega. En lugar de ello, tradujeron la palabra griega como “oración”. No obstante, aquí Pablo dice claramente que debemos interceder por nuestros alimentos. Por lo general, uno ora por uno mismo, e intercede por personas o cosas. Según las palabras de Pablo en este versículo, debemos interceder por nuestros alimentos y pedirle al Señor que los santifique. Cada vez que nos sentemos a comer, debemos orar por la comida e interceder por ella, diciendo: “Señor, santifica estos alimentos para Tu propósito, a fin de que ellos alimenten a Tu siervo. Señor, yo he creído y conozco la verdad. Yo estoy aquí en la tierra por Ti y por Tu economía. Necesito estos alimentos, y pido que sean santificados, apartados, para Ti para el cumplimiento de Tu economía”. A los ojos de Dios, cuando intercedemos así por nuestros alimentos, éstos llegan a ser santos. Ésta es la manera apropiada de tomar con acción de gracias los alimentos que Dios nos ha dado.

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