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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Timoteo»
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Mensaje 8

UN BUEN MINISTRO DE CRISTO

  Lectura bíblica: 1 Ti. 4:6-16

  En 1 Timoteo 4:6 Pablo usa la expresión “buen ministro de Cristo Jesús”. Un ministro de Cristo es uno que sirve Cristo a otros, ministrándoles a Cristo como Salvador, vida, suministro de vida y como todas las cosas positivas. Tal persona difiere de aquel que enseña la ley y otras cosas (1:7, 3).

I. EXPONER ESTAS COSAS A LOS HERMANOS

  La expresión “ministro de Cristo” no denota principalmente a un ministro que pertenece a Cristo, sino a una persona que ministra a Cristo a los demás. Se trata de alguien que sirve a Cristo a las personas. Por ejemplo, si dijéramos que un hombre es servidor de cierta comida, por supuesto, no querríamos decir que él pertenece a esa comida, sino más bien que él sirve esa comida a los demás. Del mismo modo, aunque es cierto que un ministro de Cristo pertenece a Cristo, la idea principal aquí es que él sirve a Cristo a los demás, es decir, que él les ministra a Cristo. No sólo él pertenece a Cristo, sino que además sirve a Cristo a los demás.

  Actualmente en el cristianismo hay muchos ministros que pertenecen a Cristo, pero son muy pocos los que ministran a Cristo a los demás. Ser un ministro de Cristo no consiste principalmente en predicar a Cristo, en enseñar acerca de Cristo ni en hablar a las personas acerca de Cristo. El significado principal de esta expresión es ministrar a Cristo a los demás.

  El versículo 6 confirma este entendimiento de la expresión “buen ministro de Cristo“, pues allí Pablo declara: “Si expones estas cosas a los hermanos, serás buen ministro de Cristo Jesús, nutrido con las palabras de la fe y de la buena enseñanza que has seguido fielmente”. Al decir “estas cosas”, Pablo se estaba refiriendo a todo lo que había abarcado anteriormente en esta epístola. Al igual que un camarero sirve diversos platillos a los invitados en una cena, un buen ministro de Cristo debe exponer “estas cosas” a los creyentes. Además, al usar la palabra “nutrido”, Pablo indicó que el concepto que tenía era el de suministrar vida a otros. Es muy significativo que aquí Pablo no dice “instruido”, sino “nutrido” con las palabras de la fe. Si hemos de ministrar a Cristo a los demás, primero nosotros mismos tenemos que ser nutridos. Una vez que seamos nutridos de Cristo, tendremos a Cristo como alimento, como suministro de vida, a fin de poder ministrarlo a otros. La palabra “nutrido” nos permite afirmar que un buen ministro de Cristo no sólo enseña a los demás acerca de Cristo, sino que además les ministra al Cristo que es alimento para ellos. Así, otros podrán testificar que los hemos nutrido con Cristo.

  En todos estos años, el objetivo en mi ministerio ha sido el de nutrir a los santos. Sin duda alguna, también he transmitido bastante conocimiento; pero puedo testificar que en cada mensaje ejercito mi espíritu para no simplemente transmitir conocimiento, sino para que, a medida que imparto cierto conocimiento, pueda suministrar algo nutritivo al pueblo del Señor. Mi deseo es ministrar las riquezas de Cristo en forma de alimento para que los santos puedan ser nutridos. Últimamente muchos santos me han escrito cartas, en las que me cuentan cómo han sido ricamente alimentados con Cristo por medio de estos mensajes.

  Si su interés es cuidar de otros en el recobro del Señor, no debe impartirles solamente enseñanzas. Al tener comunión con otros acerca de Cristo, es probable que les imparta algún conocimiento; pero mientras esté enseñándoles, usted debe ejercitar su espíritu para ministrarles el alimento espiritual para que sean nutridos. Si hace esto, usted será un buen ministro de Cristo.

  Pablo y Timoteo nos proveen un modelo excelente. Como hemos señalado, Pablo le pidió a Timoteo que expusiera “estas cosas a los hermanos”, refiriéndose a las cosas de que había escrito en esta epístola. No obstante, antes de poder exponerlas a los demás, Timoteo debía nutrirse primero con ellas, es decir, tenía que digerirlas, asimilarlas y permitir que ellas saturaran su interior. Sólo entonces él podría exponerlas a los hermanos. Hoy en día debemos seguir el ejemplo de Timoteo y exponer a los santos las cosas con las cuales el Señor nos ha nutrido por medio del ministerio. ¡Cuán maravillosa sería la vida de iglesia si todos hiciéramos lo mismo! Sin embargo, si nos apartamos del ministerio y procuramos producir algo diferente, es probable que demos lugar a enseñanzas diferentes. Timoteo no tenía el menor interés en enseñar algo distinto de lo que enseñaba Pablo; al contrario, su deseo era exponer a los hermanos lo que había recibido de Pablo.

  Ahora, quisiera compartirles un poco de cuál ha sido mi carga con respecto a la publicación de los mensajes de estudio-vida. El objetivo de estos mensajes es el de producir víveres para las iglesias locales. Mi carga no consiste principalmente en “cocinar” estos víveres espirituales, sino producirlos y suministrarlos a las iglesias, a fin de que cada iglesia local sea como un supermercado bien abastecido, lleno de toda clase de alimentos nutritivos. Si los que toman la delantera en la iglesia local exponen a los santos las riquezas contenidas en los estudios-vida, ellos serán nutridos ricamente. He recibido muchas cartas, en las que se da testimonio de esto.

  Un hecho que hemos comprobado en la historia del recobro del Señor es que toda iglesia que sigue el ministerio es una iglesia fortalecida y bendecida. Por otra parte, aquellas iglesias que no han dado importancia al ministerio, y en vez de ello han intentado hacer algo propio, se han hundido en el fracaso. No obstante, al decir esto, quiero dejar muy claro que de ninguna manera insisto en que las iglesias o los santos lean los mensajes de estudio-vida. Mi carga, les repito una vez más, es la de “producir víveres”. Las iglesias y los santos tienen libertad para usarlos o rechazarlos. Pero si los santos desechan el alimento que se encuentra en estos mensajes, me pregunto entonces de qué se van a alimentar. Nosotros somos lo que comemos. Si nos alimentamos de los “víveres” que se producen en la religión de hoy en día, vendremos a formar parte de la religión. Permítanme decirles con toda franqueza y sinceridad que los hermanos que toman la delantera en las iglesias debieran nutrirse de “estas cosas” y luego exponerlas a los santos para que éstos sean nutridos.

  La expresión de Pablo “si expones estas cosas a los hermanos” es muy significativa. Quisiera recalcarles que esto lo dice la Biblia, la Palabra de Dios. Yo no exhortaría a nadie a que expusiera mis palabras a los santos. Nunca acostumbro a mandar a las iglesias a que hagan algo. Todos los que se hallan reunidos aquí en representación de centenares de iglesias, pueden testificar que no les he pedido que hagan nada. Yo ni siquiera me entero de muchas de las cosas que suceden aquí mismo en la iglesia en Anaheim, donde vivo. De hecho, me siento muy contento de que los ancianos tomen decisiones con respecto a muchas cosas sin consultármelo. Esto es una prueba contundente de que no soy un “papa”. Todo lo contrario, yo soy un humilde siervo del Señor, un agricultor cuyo único interés es el de producir víveres para los santos. Lejos de dar órdenes a las iglesias, simplemente anhelo que ellas se alimenten de las riquezas espirituales que el Señor nos ha dado. No expongan las enseñanzas de Witness Lee a los hermanos; más bien, preséntenles las riquezas, los víveres, que el Señor nos ha mostrado en la Palabra.

  Siento una gran carga debido a que muchos que aman al Señor Jesús y le buscan, han sido engañados y se han quedado estancados. Debemos buscar cómo compartir con ellos las riquezas espirituales que el Señor nos ha provisto. Muchos de los que aman sinceramente al Señor están muriendo de hambre. Debemos asumir la responsabilidad de proporcionarles alimento. Todos debemos ser buenos ministros de Cristo, que sirven Sus riquezas a los demás. Nutrámonos primero nosotros y luego ministremos este alimento a todo el pueblo de Dios.

  Queremos recalcar que la finalidad de ser nutridos es que crezcamos en vida. Éste es un asunto relacionado con la vida, y difiere del mero hecho de ser instruidos, lo cual tiene que ver con el conocimiento. Para ministrar Cristo a otros se requiere que primero nosotros mismos seamos nutridos con las palabras de vida relacionadas con Cristo.

II. NUTRIDOS

  En el versículo 6 Pablo específicamente dice: “Nutrido con las palabras de la fe y de la buena enseñanza”. Las palabras de la fe son las palabras del evangelio completo tocante a la economía neotestamentaria de Dios. La economía de Dios no se centra en la imagen de Daniel 2 ni en las cuatro bestias de Daniel 7. Si desean conocer el tema central de la economía de Dios, deben estudiar los libros de Gálatas, Efesios, Filipenses y Colosenses. Debemos ser nutridos con las palabras de la fe, de la economía de Dios, contenidas en estos libros.

  Según el versículo 6, debemos nutrirnos también con la buena enseñanza que hemos seguido fielmente. Las palabras de la buena enseñanza son palabras agradables que contienen y transmiten las riquezas de Cristo para nutrir, edificar y fortalecer a Sus creyentes. De hecho, las palabras de la fe y las palabras de la buena enseñanza denotan lo mismo. Si queremos enseñar a los demás, primero nosotros mismos tenemos que seguir fielmente estas palabras. Si las seguimos fielmente y nos nutrimos con ellas, entonces podremos alimentar a los demás. Por ejemplo, si una madre no sabe alimentarse bien, tampoco sabrá cuáles son los alimentos saludables que debe dar a sus hijos. Por haber aprendido a alimentarse bien, ella sabrá cuáles alimentos son mejores para sus hijos. Este ejemplo nos muestra que, como buenos ministros de Cristo, primero debemos alimentarnos nosotros mismos con las palabras de la fe y de la buena enseñanza que hemos seguido fielmente, y luego, podremos nutrir a otros.

III. DESECHAR LOS MITOS PROFANOS Y DE VIEJAS

  En el versículo 7 Pablo añade: “Desecha los mitos profanos y de viejas. Ejercítate para la piedad”. La palabra griega traducida “profanos” significa tener cualquier clase de contacto con lo mundano es contrario a ser santo. Si queremos ejercitarnos para la piedad, debemos desechar los mitos profanos y de viejas. La mayoría de lo que se enseña y predica en el cristianismo actual cae en la categoría de mitos de viejas. Debemos desechar estos mitos y volvernos a la palabra pura de la Biblia. Hoy en día, en los así llamados “cultos” cristianos, se habla mucho de cosas profanas, seculares y mundanas. Las personas hablan de política y de cómo tener éxito en los negocios. Todas éstas son conversaciones profanas, muy semejantes a los mitos de viejas.

IV. EJERCITARNOS PARA LA PIEDAD

  Habiendo desechado los mitos profanos y de viejas, debemos ejercitarnos para la piedad. El ejercicio referido aquí es semejante a la gimnasia. La frase “para la piedad” significa con miras a la piedad. La piedad es Cristo expresado en nuestro vivir como la manifestación de Dios. Hoy en día este Cristo es el Espíritu que mora en nuestro espíritu (2 Co. 3:17; Ro. 8:9-10; 2 Ti. 4:22). Por lo tanto, ejercitarnos para la piedad es ejercitar nuestro espíritu para vivir a Cristo en nuestra vida diaria.

  En el versículo 7 Pablo, al exhortarnos a ejercitarnos para la piedad, usa una palabra griega que denota ejercicios gimnásticos. Ya vimos en 3:16 que el misterio de la piedad, Dios manifestado en la carne, es un gran misterio. Debemos, por tanto, ejercitarnos para alcanzar esta meta, la meta de ser la expresión de Dios, valiéndonos de nuestro espíritu y del Espíritu que mora en nosotros.

  En el versículo 8 Pablo añade: “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”. La expresión “para poco es provechoso” significa provechoso sólo en unas cuantas cosas y en una medida muy limitada, y está en contraste con la expresión “para todo aprovecha”, la cual no se refiere solamente a un aspecto de nuestro ser, sino a todos los aspectos: físicos, psicológicos y espirituales, tanto temporales como eternos. La promesa de la vida presente, la cual alude a la era actual, es como las promesas de Mateo 6:33; Juan 16:33; Filipenses 4:6-7; y 1 Pedro 5:8-10. La promesa de la vida venidera, la cual alude a la próxima era y a la eternidad, es como las promesas de 2 Pedro 1:10-11; 2 Timoteo 2:12; Apocalipsis 2:7, 17; 21:6-7. Una promesa como la que se menciona en Marcos 10:29-30 corresponde tanto a la vida presente como a la vida venidera.

  Una vez más, les ruego que desechen todo mito profano y de viejas. Incluso hablar de doctrinas, tales como la seguridad eterna, puede ser un simple mito de viejas. Es posible que después de una reunión alguien se acerque a nosotros y nos diga: “He asistido ya a varias reuniones de la iglesia y aún no he escuchado un solo mensaje sobre la seguridad eterna. ¿Qué es lo que creen ustedes al respecto?”. Otros quizá quieran discutir diciéndonos que el día que debemos guardar es el día de sábado. Esto también sería hablar de mitos de viejas.

  Cuando aplico el asunto de los mitos de viejas a las conversaciones que comúnmente se escuchan entre los cristianos de hoy, me baso en el principio establecido por Pablo. En 1 Timoteo, los mitos de viejas probablemente se refieran a mitos judíos. Aquellos que habían sido criados en el judaísmo conocían muchos mitos. Según el mismo principio, los que llevan muchos años en el cristianismo también conocen muchos mitos. Algunos nos han hecho preguntas sobre la sanidad, el hablar en lenguas, el profetizar e incluso sobre el acto de emparejar las piernas. En el pasado conocí a muchas personas que hablaban en lenguas, pero no manifestaban la piedad en su vida diaria. Debemos tener el testimonio vivo de que nosotros somos quienes desechamos los mitos de viejas y que nos ejercitamos continuamente para la piedad.

  Es sumamente importante que nos ejercitemos para la piedad. Interiormente, necesitamos recibir el alimento, y exteriormente, debemos manifestar la piedad. Debemos nutrirnos de Cristo interiormente, y luego, debemos llevar una vida que exprese a Dios.

V. UN MODELO PARA LOS CREYENTES

  En el versículo 10 Pablo añade: “Que por esto mismo trabajamos y luchamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen”. Podemos poner nuestra esperanza en Dios debido a que Él es viviente.

  En el versículo 12 Pablo dice a Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé modelo para los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza”. Aunque Timoteo era joven, el apóstol le encargó la responsabilidad de la edificación de una iglesia local y del establecimiento de los ancianos y los diáconos. Se le mandó no ser infantil y ser un modelo para los creyentes, a fin de que llevara a cabo tal responsabilidad. Timoteo debía ser un modelo en palabra, en conducta, en amor, en fe y en pureza; él debía ser puro, sin contaminación alguna, en sus motivos y en su proceder.

  El versículo 13 dice: “Mientras voy, ocúpate en la lectura pública, la exhortación y la enseñanza”. Aquí Pablo no se refiere a leer en el sentido de estudiar, sino a leer en voz alta y en público. Según el contexto, esta clase de lectura pública puede servir para exhortar y enseñar.

VI. NO DESCUIDAR EL DON

  El versículo 14 añade: “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio”. Aquí Pablo no habla del don que reposaba sobre Timoteo, sino del don que estaba en él, el cual probablemente era el don de enseñar, según el contexto de los versículos 11, 13 y 16. Los siguientes versículos también parecen confirmar esto: 1 Timoteo 1:3; 4:6; 5:7; 6:2, 12, 20; 2 Timoteo 1:13-14; 2:2, 14-15, 24-25; 4:2, 5.

  La frase “el don que hay en ti” indica que el don mencionado aquí no es un don externo, sino la capacidad intrínseca de la vida, mediante la cual podemos ministrar a otros. No es un don milagroso, como el don de hablar en lenguas o sanar (1 Co. 12:28), sino un don de gracia, como lo son la enseñanza y la exhortación (Ro. 12:7-8).

  Este don fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. La imposición de manos tiene dos funciones: una es mostrar identificación, como en Levítico 1:4, y la otra, impartir algo, como en este caso. Mediante la imposición de las manos de los ancianos y del apóstol Pablo (2 Ti. 1:6), le fue impartido a Timoteo el don de la gracia.

  La palabra griega literalmente traducida “presbiterio”, alude no solamente a los ancianos sino al cuerpo de ancianos. Los ancianos, los que vigilan (3:2), son los representantes de una iglesia local, la cual es la expresión del Cuerpo de Cristo. Por consiguiente, la imposición de manos por parte del presbiterio, indica que el Cuerpo de Cristo estaba participando con Dios en la impartición del don de gracia a Timoteo. Esto no era meramente una cuestión de individuos, sino algo que comprometía a todo el Cuerpo.

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