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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 2 Corintios»
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UN MODELO DE UNO QUE VIVE A CRISTO POR CAUSA DE LA IGLESIA

(1)

  Lectura bíblica: 2 Co. 1:8-9, 12, 17-22

  Nuestro Dios siempre está progresando. Por esta razón, no debemos permanecer en el ayer ni intentar vivir en el mañana, sino que debemos vivir en el hoy. Los que llevan una vida cristiana normal no tienen ayer, ni tampoco mañana. Nosotros sólo tenemos hoy. Por esta razón la Biblia dice: “Entre tanto que se dice: ‘Hoy’ ” (He. 3:13). Dios no es el Dios de ayer ni el Dios de mañana; Él es el Dios de hoy. A diario Dios avanza, sigue adelante. Por tanto, debemos estar abiertos a lo que Él habla hoy, pues Su palabra es Su mover.

  El título de este mensaje es: “Un modelo de uno que vive a Cristo por causa de la iglesia”. ¡Cuán maravilloso es vivir a Cristo por causa de la iglesia! No creo que ninguno de nosotros, antes de 1980, haya conocido la expresión “vivir a Cristo por causa de la iglesia”. Esta expresión la empezamos a usar recientemente. Sin embargo, no sólo nos interesa el vivir a Cristo por causa de la iglesia; además, queremos ver el modelo de una persona que vivió así. Pablo es un modelo de uno que vive a Cristo por causa de la iglesia.

UN LIBRO QUE HABLA DE VIVIR A CRISTO POR CAUSA DE LA IGLESIA

  En 1 Corintios vemos el tema de vivir a Cristo por causa de la iglesia, pero sólo en 2 Corintios encontramos el modelo de uno que vive a Cristo por causa de la iglesia. Quisiera pedirles que consideren lo que se revela en los dieciséis capítulos de 1 Corintios. Estos capítulos revelan cómo disfrutar a Cristo, cómo tomar a Cristo como nuestra vida, cómo vivir a Cristo de tal manera que podamos experimentar la realidad de la iglesia y Cristo pueda obtener la realidad de Su Cuerpo, el cual ha de cumplir el propósito eterno de Dios. Pocos de los que leen la Biblia se han dado cuenta de que 1 Corintios es un libro que habla de vivir a Cristo por causa de la iglesia.

  En el Estudio-vida de 1 Corintios hice notar que esta epístola trata de muchos problemas, los cuales pertenecen a dos categorías: los que se hallan en la esfera de la vida humana y los que están relacionados con la esfera de la administración divina. Es muy importante llevar una vida humana apropiada, y no hay duda de que la administración divina es muy crucial. Debemos llevar una vida humana apropiada para poder llevar a cabo la administración de Dios. Pero ¿cómo podemos llevar esa vida humana, y cómo podemos llevar a cabo la administración de Dios? ¿Por qué clase de vida podemos llevar una vida humana adecuada, y por qué medio, por qué instrumento, podemos llevar a cabo la administración divina? Cristo es el factor por medio del cual se solucionan los problemas que se hallan en la esfera de la vida humana, y la iglesia es el factor por medio del cual se resuelven los problemas relacionados con la administración divina.

LA SOLUCIÓN ÚNICA

  Cristo es el antibiótico celestial y divino que mata los microbios negativos que hay en nosotros. Debido a la caída, estos microbios se introdujeron en nuestra vida familiar y también en la vida de iglesia. En 1 Corintios se revela que la iglesia en Corinto había sido invadida por estos microbios negativos, lo cual resultó en ruina y corrupción. Cristo es el único “antibiótico” que puede acabar eficazmente con estos microbios. Por tanto, en los diez primeros capítulos de 1 Corintios, vemos al Cristo que es el factor, el elemento, la “medicina”, que resuelve todos los problemas de la vida humana y que cura las enfermedades de la vida de iglesia.

  La iglesia en Corinto estaba verdaderamente enferma. Los santos sufrían espiritualmente de enfermedades tales como la división, el reclamo de derechos, la fornicación y el abuso de los derechos dados por Dios con relación al comer y al matrimonio. ¿Qué podía sanar a los creyentes de estas enfermedades? La única cura era Cristo, la medicina divina.

NUESTRA PORCIÓN

  Repasemos los capítulos del uno al diez de 1 Corintios para ver lo que dicen acerca de Cristo y de cómo Él es el antibiótico que sana todas las enfermedades de la iglesia. Primero, Cristo es nuestra única porción, la persona a cuya comunión nos llamó Dios (1 Co. 1:2, 9). En 1 Corintios 1:2 se dice que Cristo es de “ellos y nuestro”. El versículo 9 dice: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor”. Puesto que Dios nos llamó a la comunión de Su Hijo, el Hijo es ahora nuestra porción.

NUESTRA JUSTICIA, SANTIFICACIÓN Y REDENCIÓN DIARIAS

  En 1 Corintios 1:30 vemos algunos aspectos de esta porción: “Mas por El estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención”. Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios (1 Co. 1:24). Puesto que Cristo es la sabiduría que se nos da a nosotros de parte de Dios, Él llega a ser nuestra justicia, santificación y redención diarias. A diario podemos disfrutar a Cristo como nuestra justicia. Si lo disfrutamos de esta manera, podremos declarar: “Ángeles y demonios, y todos los seres humanos, yo estoy bien con Dios y con los hombres. Estoy bien con mi familia y con todos mis hermanos y hermanas que están en la iglesia. Éste es mi testimonio porque a diario Cristo es mi justicia”.

  Además, también podremos testificar que Cristo es nuestra santificación y santidad diarias. Día tras día lo disfrutamos como tal porción. Por tanto, podremos esperar que los ángeles y los demonios confirmen el hecho de que estamos santificados. Podremos decir: “Ángeles y demonios, deben darse cuenta de que yo soy santo. Les pido que confirmen el hecho de que en Cristo tengo santidad. El Hijo de Dios, quien es la sabiduría de Dios y también el poder de Dios, está llegando a ser mi santidad y santificación diarias”.

  La santidad es la sustancia, mientras que la santificación es la actividad, el proceso, de ser hechos santos. Día tras día, no sólo tenemos la santidad, el elemento, sino también la santificación, el proceso. El Cristo que es nuestra porción para nuestro disfrute nos está santificando día tras día.

  Una pareja de casados puede experimentar a Cristo como su justicia y santificación en su vida matrimonial. Supongamos que el marido se siente descontento con su mujer y la hace pasar un mal rato. Si la hermana invoca el nombre del Señor Jesús, ella ganará a Cristo como justicia y también como santificación. Ella experimentará que el Señor la santifica desde su interior. La operación del Señor en el interior de ella la librará de enojarse con su esposo. De otro modo, ella tal vez se ofenderá y empezará a altercar con él.

  Simplemente invocando el nombre del Señor Jesús experimentamos algo misterioso y maravilloso dentro de nosotros, el cual nos santifica y nos libra de enojarnos. Finalmente, esta santificación llega a ser nuestra santidad. Además, esta santidad es una Persona, el Hijo de Dios, la porción única a la cual Dios nos ha llamado. Dios nos ha llamado a la comunión de Cristo. Ahora, a diario y a cada hora, debemos disfrutarle, primero como justicia, luego como santificación y después como redención.

LAS PROFUNDIDADES DE DIOS

  En el capítulo dos de 1 Corintios vemos que Cristo, Aquel que es misterioso, es las profundidades de Dios. Si queremos discernirlo y conocerlo, debemos ser espirituales, debemos ejercitar el espíritu y vivir en el espíritu. Si somos anímicos, o sea, si vivimos en el alma, no podremos conocerle. Únicamente viviendo en el espíritu y ejercitando nuestro espíritu, podremos conocer a Cristo y experimentarlo.

UN FUNDAMENTO VIVO

  Según lo que dijo Pablo en 1 Corintios 3, Cristo es un fundamento vivo, un fundamento que crece. En este capítulo, Pablo declara que él plantó, que Apolos regó y que Dios da el crecimiento. Dar el crecimiento tiene que ver con cultivar a Cristo. El Cristo que crece en nosotros es el fundamento único. Por tanto, es un fundamento vivo, un fundamento que crece.

  A medida que el fundamento crece en nosotros, este crecimiento produce oro, plata y piedras preciosas, es decir, los materiales necesarios para la edificación de la iglesia. Esto es experimentar a Cristo, disfrutar a Cristo y participar de Cristo para que seamos transformados para la obra de edificación. De esta manera se obtienen los materiales preciosos para la edificación del Cuerpo. Esto es vivir a Cristo por causa de la iglesia.

NUESTRO BANQUETE

  En 1 Corintios 5:8 vemos que Cristo es nuestro banquete. Cristo no es simplemente nuestra Pascua; Él es nuestro banquete pascual. Ahora comemos ricamente de Él y lo disfrutamos como los panes sin levadura. El Cristo que es nuestra porción, es nuestro disfrute sin levadura. Cuando disfrutamos de esta porción, somos purificados de toda clase de levadura. Al disfrutar a Cristo como el pan sin levadura, somos purificados de la levadura. Esta purificación de toda clase de levadura no es un sufrimiento para nosotros. No resulta de ser colocados en una mesa quirúrgica; más bien, es el fruto de sentarnos a la mesa de banquete, donde disfrutamos a Cristo como el pan sin levadura.

MIEMBROS DE CRISTO

  En el capítulo seis vemos que Cristo es el Espíritu y que somos un solo espíritu con Él (1 Co. 6:17). Un día el Espíritu nos saturará y hará que incluso nuestros cuerpos físicos sean miembros de Cristo. Esto significa que no sólo nuestro espíritu está unido orgánicamente con Él, sino que incluso nuestros cuerpos llegarán a ser miembros de Cristo. Aun nuestro cuerpo es injertado a Cristo.

  A menudo pensamos que nuestro cuerpo físico es la carne, llena de concupiscencia. Esto es cierto cuando vemos el cuerpo desde el punto de vista de la caída; pero según la plena salvación que Cristo efectúa, la cual incluye la transformación metabólica, nuestro cuerpo está injertado en Cristo y llega a ser miembro de Cristo. Cuando vi eso, me puse muy contento y declaré: “¡Oh Señor Jesús, aleluya! No sólo soy un miembro Tuyo en mi espíritu, sino que aun mi cuerpo es miembro Tuyo. ¡Mi cuerpo es parte Tuya, un miembro de Cristo!” ¿Cree usted que su cuerpo es un miembro de Cristo? Todos debemos creer esto. Cuanto más lo creamos, más el Espíritu que mora en nosotros saturará nuestro cuerpo y lo unirá orgánicamente a Cristo.

TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO

  Además, nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. A menudo declaramos que nuestro espíritu es la morada de Dios. Generalmente decimos que el templo de Dios está en nuestro espíritu. Pero 1 Corintios 6:19 indica claramente que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo.

  ¿Cómo puede ser nuestro cuerpo miembro de Cristo por una parte y templo del Espíritu Santo por otra? La respuesta a esto se halla en 1 Corintios 6:17: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. Puesto que somos un solo espíritu con el Señor, nuestro cuerpo llega a ser miembro de Cristo. Además, debido a que somos un solo espíritu con el Señor, nuestro cuerpo aun llega a ser templo del Espíritu Santo. Esto va más allá de la redención o de la santidad. Esto significa que todo nuestro ser se une a Dios y es hecho Su templo. Todo nuestro ser se une a Cristo, y nuestro cuerpo llega a ser miembro de Cristo.

  En 1 Corintios 6:15-20 se ve al Dios Triuno y al hombre tripartito. En todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— estamos unidos al Dios Triuno. Ahora el Dios Triuno está relacionado con nuestro ser tripartito. Éste es Cristo como el factor que nos sana de todas las enfermedades espirituales. Cuando permitimos que el Dios Triuno llegue a las tres partes de nuestro ser, llegamos a ser santos genuinos. Llegamos a ser más santos que incluso los ángeles.

  Para poder entender los escritos de Pablo, debemos conocer el espíritu de Pablo y sentir la carga que llevaba en su espíritu. También debemos percibir el concepto profundo de Pablo. Las epístolas de Pablo siempre están relacionadas con su concepto, su carga y su espíritu. En 1 Corintios, él tenía algunos conceptos acerca de la iglesia que estaba en Corinto. Además, en su espíritu estaba la carga de mandar una carta a la iglesia de allí. En el capítulo seis, el concepto de Pablo era que los creyentes corintios debían saber que ellos eran un solo espíritu con el Señor y que sus cuerpos debían ser empapados y saturados del Espíritu, de modo que llegaran a ser miembros de Cristo y templo del Espíritu Santo. Pablo sentía la carga de que el Dios Triuno se apoderara de los corintios hasta poseerlos por completo. En esto consiste la carga de Pablo en 1 Corintios 6.

CRISTO SE NOS DA PARA SER NUESTRA COMIDA Y NUESTRA BEBIDA

  El capítulo diez revela que el mismo Cristo que es nuestra porción, que es nuestra justicia, santificación y redención diarias, que es uno con nosotros al grado de hacer de nuestros cuerpos miembros Suyos y templo del Espíritu Santo, se ha dado a nosotros para ser nuestra comida y nuestra bebida. Cristo se dio a Sí mismo a nosotros como nuestra comida y nuestra bebida para que lo disfrutemos.

  Cristo se dio a Sí mismo a nosotros por medio de Su muerte. El hecho de que la sangre esté separada del cuerpo muestra la senda de la muerte. Cada vez que la sangre está separada del cuerpo, eso indica muerte. Cristo murió en la cruz, derramando Su sangre y sacrificando Su cuerpo, no sólo con el propósito de redimirnos, sino también con miras a darse a Sí mismo a nosotros. Ahora, cuando acudimos a la mesa del Señor, lo comemos a Él y lo bebemos. Comer y beber implica recibir. Cada vez que bebemos o comemos algo, lo recibimos, lo ingerimos. Cristo se dio a Sí mismo a nosotros, y ahora lo estamos recibiendo. ¡Aleluya por este disfrute de Cristo!

  El rico Cristo revelado en 1 Corintios es el factor único que soluciona todos los problemas que surgen en la vida humana. Si disfrutamos plenamente a este Cristo, no tendremos ningún problema. Todo problema quedará resuelto, porque tendremos la solución única a todos los problemas. La segunda epístola a los corintios indica que las enfermedades de los corintios fueron sanadas por la “medicina” que Pablo ministró en su primera epístola. En capítulo tras capítulo, Pablo les “inyectó” a Cristo. Como resultado, los corintios empezaron a llevar una vida humana apropiada. Esa vida humana es una vida que vive a Cristo.

  Si no vivimos a Cristo, no podremos llevar una vida humana apropiada. Podemos llevar una vida así únicamente al recibir a Cristo y al vivirlo. La meta de esta clase de vivir es la iglesia. Debemos vivir a Cristo por causa de la iglesia.

EL CUERPO FUNCIONA BAJO AUTORIDAD

  La administración divina se lleva a cabo por medio de una iglesia que se somete a la autoridad de Cristo y de Dios. Bajo esta autoridad, los miembros del Cuerpo funcionan usando sus dones. Ésta es la operación que lleva a cabo la administración de Dios, lo cual sólo se puede llevar a cabo en la vida de resurrección. En la esfera de la administración divina, primero tenemos la autoridad de la Cabeza, luego el Cuerpo, después las funciones de los miembros con sus dones y después la vida de resurrección.

  La resurrección es Cristo hecho Espíritu vivificante. Este Espíritu, la realidad del Cristo resucitado, es la resurrección. Antes de que el Señor Jesús fuera crucificado y resucitado, Él dijo a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn. 11:25). Por consiguiente, la resurrección es una persona viva, el Cristo maravilloso. En esta resurrección, el Cuerpo funciona sometido a la autoridad con miras a llevar a cabo la administración de Dios.

EL PRIMER DÍA DE LA SEMANA

  El último tema tratado en 1 Corintios es la colecta para los santos necesitados. Como lo declara Pablo, las ofrendas se daban en el primer día de cada semana. El primer día de la semana, el día del Señor, era una señal, un símbolo, del Cristo resucitado. El día sábado, el séptimo día de la semana, era una señal de Dios el Creador. Ahora el primer día simboliza que el Dios Triuno se procesó en resurrección para llegar a ser el Espíritu vivificante y todo-inclusivo.

  Hoy nuestro Dios no es el Dios del séptimo día, quien es el Dios judío. Nuestro Dios es el Dios del primer día de la semana, lo cual significa que Él es Dios no solamente con relación a la creación, sino mucho más, Él es Dios con respecto a la resurrección. Ahora tenemos a Dios no solamente con relación a la creación, sino también con respecto a la resurrección. Al Dios de la creación se le adora, mientras que al Dios de la resurrección, además de adorársele, se le disfruta. Los judíos saben adorar únicamente a Dios el Creador, pero nosotros disfrutamos a nuestro Dios Triuno, quien es el Espíritu vivificante. El Dios de la resurrección se nos da a nosotros para que lo disfrutemos.

  En principio, todo lo que hagamos en la vida de iglesia se debe hacer en el primer día de la semana. Esto significa que todo debe ser hecho en resurrección. Si en nuestra experiencia vivimos a Cristo y lo disfrutamos, Él será resurrección para nosotros todos los días. Entonces cada día será el primer día de la semana.

  El primer día no simboliza un día, sino al Dios Triuno, quien, habiéndose procesado, llegó a ser el Espíritu vivificante y todo-inclusivo a quien podemos disfrutar. Ahora podemos disfrutar este Espíritu, y al disfrutarlo, estamos en el primer día de la semana. Esto tiene como fin que se lleve a cabo la administración de Dios.

  Puedo dar testimonio de que en mi experiencia estoy en el primer día de la semana. Estoy en resurrección disfrutando al Espíritu todo-inclusivo, a Aquel que es el Dios procesado y que se me da a mí para ser mi porción. ¡Aleluya por tal porción! Ahora en nuestras reuniones, podemos llevar a cabo la administración divina en resurrección, en el primer día de la semana, participando del Dios Triuno procesado, quien es el Espíritu vivificante. Cada vez que hablo de este tema, interiormente reboso de alegría. ¡Alabado sea el Señor por la maravillosa revelación contenida en 1 Corintios!

LA NECESIDAD DE UN MODELO

  El libro de 1 Corintios habla de que uno debe vivir a Cristo por causa de la iglesia, y nos dice cómo hacerlo. A lo largo de los siglos, el pueblo del Señor no se ha dado cuenta de que 1 Corintios nos exhorta a vivir a Cristo por causa de la iglesia. Los creyentes no han conocido este lenguaje porque no han tenido la experiencia espiritual que lo produce. El lenguaje con sus palabras y expresiones satisface las necesidades de la experiencia. Por ejemplo, hace muchos años no existía la palabra computadora. Pero después de que se inventó la computadora, fue necesario un término para describirla. ¡Aleluya por nuestra nueva experiencia espiritual! Según esta experiencia, debemos vivir a Cristo por causa de la iglesia. Puedo testificar que todo mi ser está ocupado en esto. No tengo espacio para ninguna otra cosa. Cada uno de mis mensajes es el fruto de esta experiencia. Exteriormente, tal vez me ocupe de muchas cosas, pero en lo profundo de mi ser estoy siempre ocupado en vivir a Cristo por causa de la iglesia.

  Puedo testificar que antes de dar este mensaje, no sabía con claridad lo que debía hablar, y oré de esta manera: “Señor, estamos abiertos a Ti. No hemos tomado ninguna decisión en cuanto a este mensaje. Señor, no sabemos lo que quieres que digamos. Dirígenos y guíanos, Señor. Infunde en nosotros Tus pensamientos y Tu sentir”. Luego, en lo profundo de mi ser, empecé a sentir que debía hablar acerca del modelo de uno que vive a Cristo por causa de la vida de iglesia.

  Hemos recalcado que 1 Corintios revela que debemos vivir a Cristo por causa de la iglesia, pero sólo en 2 Corintios vemos el modelo de uno que vive a Cristo por causa de la iglesia. La maravillosa y admirable revelación contenida en 1 Corintios necesita el modelo presentado en 2 Corintios. Por consiguiente, Pablo, después de escribir la primera epístola, escribió la segunda con el fin de mostrar a los creyentes de Corinto el modelo de una persona que vive a Cristo por causa de la iglesia. En el siguiente mensaje estudiaremos los detalles de dicho modelo.

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