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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 2 Corintios»
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IRRADIAR LA GLORIA DEL NUEVO PACTO

(1)

  Lectura bíblica: 2 Co. 3:7-11, 18; Jn. 17:1; Lc. 24:26; Hch. 3:15; Ro. 6:4

TOCAR LA REALIDAD INTERNA DE LA PALABRA

  En los mensajes anteriores, hice notar que si queremos tocar la “carne” de la Biblia, debemos ir más allá de las “plumas” y de la “piel”. La Biblia, al igual que muchos otros escritos, posee una apariencia externa y una realidad interna. Por ejemplo, el ser humano tiene un aspecto externo y también una realidad interna. Si conocemos a una persona únicamente según su aspecto externo, en realidad no la conocemos. Para conocerla completamente, es necesario que la conozcamos según su ser interior, lo cual requiere que pasemos mucho tiempo con esa persona para saber cómo es por dentro.

  En 5:16 Pablo dice: “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne”. El hecho de conocer a otras personas según la carne significa que las conocemos simplemente según su aspecto externo. Pablo, por su parte, deseaba conocer a otros según el espíritu, es decir, según la realidad interna.

  Ésta era también la manera en que Pablo conocía a Cristo: “Y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no le conocemos así”. Este versículo significa que Pablo ya no conocía a Cristo según el porte exterior, sino conforme al espíritu interior. Este principio se aplica también a nuestro estudio de la Biblia. Si deseamos conocer la Biblia, no sólo debemos conocer la manifestación externa de la Palabra, sino también la realidad interna.

  Nací en el cristianismo y de niño aprendí el cántico: “Jesús me ama, yo lo sé, pues la Biblia me lo dice así”. Éste es un buen cántico, pero la verdad que contiene es solamente una verdad “que está en “las plumas”; ni siquiera forma parte de “la piel” de la Palabra. Muchos de los sermones que se dan entre los círculos cristianos de hoy se clasifican o como plumas o como piel. Muy pocos de los mensajes que se dan entre los cristianos causan que los oyentes profundicen más allá de “la piel” ni les ayudan a tocar la verdadera carne de la Palabra.

  Antes de la segunda guerra mundial, todavía se publicaban libros que contenían mensajes de peso acerca de la carne de la Palabra. Sin embargo, en años recientes ha sido sumamente difícil encontrar nuevos libros de esta clase. A lo largo de los años, he observado la situación que impera entre los cristianos. He puesto un interés especial en ver la calidad de libros y artículos que se han publicado sobre temas espirituales. Según he observado, desde 1945 se han publicado pocos libros que toquen la carne de la Biblia. Si otros saben de más libros, apreciaría que me dieran sus títulos y sus autores. En 2 Corintios 3 Pablo habla del resplandor de la gloria del nuevo pacto. Esto forma parte de la carne de la Palabra; no se trata de plumas ni de piel.

LA GLORIA Y EL ESPÍRITU

  ¿Qué es la gloria del nuevo pacto? Al responder a esta pregunta, tal vez algunos digan que el resplandor de la gloria del nuevo pacto es el Espíritu. Otros quizás contesten que es la resurrección o que es Cristo en resurrección. Ciertamente es verdad afirmar que la gloria del nuevo pacto es el Espíritu. En 2 Corintios 3:18 leemos: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. Existe una conexión entre la expresión “de gloria en gloria” y “por el Señor Espíritu”. Esta conexión se hace evidente en el uso que Pablo da a la palabra “como”. Esto indica que “de gloria en gloria” es algo que procede del Espíritu, lo cual nos da la base para afirmar que la gloria está íntimamente relacionada con el Espíritu. De hecho, en este versículo, la gloria equivale al Señor Espíritu.

  En 3:18 Pablo dice que somos transformados en la misma imagen. Cuando nosotros, a cara descubierta, miramos y reflejamos la gloria del Señor, Él nos infunde los elementos de lo que Él es y de lo que ha efectuado, y, como resultado, somos transformados metabólicamente de modo que obtenemos Su forma de vida mediante Su poder de vida y con Su esencia de vida, o sea, somos transfigurados en Su imagen, principalmente por medio de la renovación de nuestra mente (Ro. 12:2). La expresión “somos transformados” indica que nos encontramos en el proceso de transformación, mientras que la expresión “de gloria en gloria” significa de un grado de gloria a otro, lo cual alude a un continuo proceso de vida en resurrección. Además, la expresión “por el Señor Espíritu” indica que el proceso procede del Espíritu.

EL ESPÍRITU Y LA NOVIA

  La primera vez que se usa un título divino en la Biblia se halla en Génesis 1:1: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Este versículo habla de Dios. La palabra Dios es Elohim en el hebreo. Pero en el último capítulo de la Biblia, en Apocalipsis 22, vemos otro título divino. Apocalipsis 22:17 dice: “Y el Espíritu y la novia dicen: Ven”. Aquí no se menciona a Dios, a Elohim, sino al Espíritu. Además, el Espíritu y la novia hablan juntos. ¿Cómo puede ser esto, ya que el Espíritu es divino y la novia no lo es? En Génesis 1 no se encuentran palabras como éstas. No hay ningún versículo que diga: “En el principio Dios y los ángeles crearon los cielos y la tierra”. Por el contrario, Génesis 1:1 habla solamente de Dios; no dice: “Dios y...”. Pero Apocalipsis 22:17 habla del Espíritu y la novia.

  Debemos observar dos aspectos importantes de Apocalipsis 22:17. Primero, como hemos visto, se menciona al Espíritu con la novia; en otras palabras, el Espíritu se menciona con algo más. Segundo, este versículo no presenta una exigencia; antes bien, contiene una promesa relacionada con el agua de vida.

  Cuando se casa un hermano joven, deja de ser solo, o sea deja de ser soltero, y se le añade a él una esposa. Ahora, en lugar de una persona soltera, existe una pareja. Antes de casarse, todo lo que dice el hermano, lo dice por sí mismo, pero después de casarse, es posible que él y su esposa hablen como una sola persona. Entonces se podría escribir en cuanto a esta pareja: “El y su esposa dicen...”.

UNA PAREJA UNIVERSAL

  En la Biblia vemos el mismo principio con respecto al Espíritu y la novia. Toda la Biblia nos habla de un romance universal, el romance de una pareja universal. Esta pareja se compone de Dios, el Marido, y de Sus escogidos, quienes son la novia. Por tanto, al final de la Biblia se revela esta pareja universal.

  Cuando el Señor Jesús vino, Juan el Bautista lo llamó el Cordero de Dios. Según Juan 1:29, Juan dijo al ver a Jesús que venía a él: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” Según el tercer capítulo del Evangelio de Juan, Juan el Bautista se refirió al Señor Jesús como el Novio. Algunos de los discípulos de Juan tuvieron celos por el hecho de que muchos se iban con el Señor Jesús y lo seguían. Ellos dijeron a Juan: “Rabí, mira Aquel que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a El” (Jn. 3:26). Juan, como parte de su respuesta, declaró: “El que tiene la novia, es el novio; mas el amigo del novio, que está allí y le oye, se goza grandemente de la voz del novio” (v. 29). Con esto vemos que el Señor Jesús no es solamente el Cordero de Dios, sino también el Novio que merece recibir a la novia.

  El concepto de la pareja universal no sólo se encuentra en el Nuevo Testamento, sino también en el Antiguo Testamento. Incluso en el Antiguo Testamento vemos que Dios desea llevar una vida matrimonial con Sus elegidos. Por ejemplo, Isaías 54:5 declara: “Porque tu marido es tu hacedor; Jehová de los ejércitos es Su nombre”. Dios ama a Su pueblo así como un novio ama a su novia. Por tanto, el deseo de Dios es casarse con Su pueblo, que ellos se le añaden a Él.

  El hecho de que a Adán le fuera dada Eva como complemento muestra también que el matrimonio implica que a un hombre se le añade la esposa. Según Génesis 2, Adán fue creado primero. Según Génesis 2:18, el Señor Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. Dios no quería que Adán permaneciera solo, o sea, soltero. Por ende, hizo caer sueño profundo sobre Adán, tomó una de sus costillas y de ella formó una mujer. Antes de que la mujer fuera hecha y presentada a él, Adán no pudo encontrar nada que correspondiera a él. Génesis 2:20 dice: “Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él”. Pero cuando Dios le presentó la mujer, Adán dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” (v. 23). Eva era el aumento de Adán, lo que se le añadió a él, lo cual muestra el principio de que el matrimonio supone una adición.

  Además, el marido y la mujer se pueden asemejar a las dos mitades de un melón. El marido es una mitad del melón, y su esposa, la otra mitad. Sólo cuando se juntan las dos mitades se tiene un melón completo.

  Así como no era bueno que Adán estuviera solo, o sea, que fuese soltero, asimismo no es bueno que Dios esté solo, que sea “soltero”. Si Dios no tuviese Su pueblo elegido como novia, Dios estaría solo. Él es solamente la mitad de la pareja universal. Estoy consciente de que este pensamiento alarma la mente doctrinal o teológica. Al oír eso, algunos dirán: “¿Enseña usted que Dios no está completo en Sí mismo? ¿Cómo puede comparar a Dios con un soltero o con la mitad de un melón? ¡Eso es herejía! ¡Nadie debe seguir esa falsa enseñanza! Dios es todopoderoso, perfecto y completo. Como el gran Dios, el Rey, el Príncipe de los cielos, Él es el objeto de nuestra adoración. Nosotros fuimos creados por Él y debemos postrarnos ante Él en adoración”. Por supuesto, Dios en Sí mismo está completo. Pero muchos de los que se basan en la verdad de que Dios está completo para argumentar contra la revelación bíblica acerca de la pareja universal, ven solamente la apariencia exterior de la Palabra. Conocen solamente las plumas y la piel. Si captamos la realidad interior de la Palabra, nos daremos cuenta de que Dios jamás estará satisfecho con recibir una mera adoración objetiva de parte de Sus criaturas. Sabremos que en lo profundo de Su corazón, Él desea una esposa.

  Un amigo puede hacer muchas cosas por un hermano. No obstante, en su interior, el hermano quizás no esté satisfecho, y diga: “No estoy satisfecho con ninguna de estas cosas. Lo único que me interesa es una esposa. Lo que deseo no es tener amigos que me compren cosas o hagan cosas por mí; mi único deseo es disfrutar de una esposa que me ame”. Si verdaderamente conocemos la Biblia, nos daremos cuenta de que el único deseo del Señor es tener una esposa. Por esta razón, un día, según Apocalipsis 19, se hará una proclamación: “Han llegado las bodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado” (Ap. 19:7). Finalmente, en Apocalipsis 21 y 22, el Señor tendrá Su esposa por la eternidad. Entonces estará satisfecho, y el Espíritu y la novia dirán juntos: “Ven”.

  En China, se acostumbraba que sólo el marido firmaba el anuncio o invitación de bodas, mientras que en el oeste se acostumbra que tanto el marido como la esposa lo firmen. Lo que se practica en el oeste ejemplifica la revelación de la Biblia acerca del Espíritu y la novia. En Apocalipsis 22:17 vemos que Dios ha dejado de estar soltero; ahora está unido a Su esposa. Por esta razón, el Espíritu y la novia dicen: Ven. Esto significa que Dios tiene una esposa.

LAS PROFUNDIDADES DE LA PALABRA

  Los que consideran que es herético afirmar que Dios tiene una esposa tienen un conocimiento muy superficial de la Biblia; en efecto, no han tocado las profundidades de la Palabra. Pero si queremos saber algo, debemos conocer las profundidades de aquello. Esto también es verdad, como lo hemos indicado, del hecho de conocer a una persona. Si usted conoce únicamente mi porte exterior, y no las profundidades de mi ser, en realidad no me conoce.

  Hoy en día pocos predican las profundidades de la Biblia. Sólo hablan de lo que está en la superficie, de las plumas, o de la piel. No sirven la carne de la Palabra a los demás. Pero si alguien lo invita a usted a cenar pavo, ¿le sirve acaso las plumas y la piel? ¡Por supuesto que no! A usted le sirven la carne del pavo. No obstante, a muchos cristianos de hoy no le sirven carne a uno; lo único que le ofrecen es plumas y piel.

  No debemos sentirnos plenamente satisfechos con ninguna clase de enseñanza o predicación que no nos sirva la carne de la Biblia. No den demasiado crédito a los que sólo presentan las plumas y la piel. Lo que necesitamos urgentemente es entrar en las profundidades de la Biblia.

EL ESPÍRITU TODO-INCLUSIVO

  El Dios que se revela en Génesis 1:1 es un Dios “soltero”. Podemos decir también que es el Dios “no procesado”, el Dios “crudo”. Los sesenta y seis libros de la Biblia revelan el proceso por el cual pasó el Dios “soltero”. Primero, Él creó los cielos y la tierra como entorno de este proceso. Luego, un día, Dios se encarnó, o sea, nació de una virgen en Belén. Indudablemente eso formaba parte del proceso. Si usted no considera eso como un proceso, ¿qué nombre le dará? Mediante el proceso de encarnación, Dios se hizo un niño. Isaías 9:6 declara que el nombre del niño que nos es nacido es Dios fuerte. Aquel que nació en el pesebre de Belén y que creció en la casa de un carpintero era el Dios fuerte.

  El Señor Jesús vivió allí en Nazaret, una pequeña aldea, durante treinta años. Luego, empezó a ministrar, aunque, en realidad, nadie lo entendió. Los que creían conocerlo, dijeron: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama Su madre María, y Sus hermanos, Jacobo, José, Simeón y Judas? Y Sus hermanas, ¿no están todas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?” (Mt. 13:55-56). No pudieron entender de dónde obtuvo Él “esta sabiduría y estas obras poderosas” (Mt. 13:54).

  Un día, el Señor Jesús fue a la cruz. Cuando murió en la cruz, aparentemente Él murió allí solo, pero a los ojos de Dios, todo el universo y toda la creación murió juntamente con Él. La muerte de Cristo fue todo-inclusiva, porque esta muerte le puso fin a todo. Después de que el Señor Jesús fue crucificado, le pusieron en una tumba. Luego, hizo un recorrido por el Hades, el dominio de los muertos. Al tercer día, Cristo resucitó corporal y espiritualmente. Ahora, en resurrección, Él es el Espíritu vivificante.

  Como Espíritu vivificante, Cristo es todo-inclusivo. Este Espíritu incluye la divinidad, la humanidad, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. En este Espíritu tenemos al Padre, al Hijo y al Espíritu, aun los siete Espíritus. Puesto que este Espíritu contiene la realidad de todas las cosas positivas, afirmamos que el Espíritu es todo-inclusivo.

  El ungüento compuesto de Éxodo 30 tipifica este Espíritu todo-inclusivo. Este ungüento se componía de aceite de oliva y de cuatro clases de especias. El aceite de oliva tipifica al Espíritu de Dios. Pero el ungüento no se componía sólo de aceite, sino que a este aceite se le añadían cuatro especias. Estas especias tipifican a Cristo en Su humanidad, con Su crucifixión y resurrección. El aceite de oliva y las especias se mezclaban para producir un ungüento y éste tipifica al Espíritu.

  El aceite de oliva estaba solo; no era todo-inclusivo. Pero el ungüento sí era todo-inclusivo, como lo tipifica el hecho de que se componía de varios elementos. En Génesis 1, el Espíritu de Dios también estaba solo, pero en Apocalipsis 22, el Espíritu es todo-inclusivo.

  El Espíritu es la máxima expresión del Dios Triuno. Este Espíritu incluye todo lo que Cristo ha realizado, logrado y obtenido. Este Espíritu todo-inclusivo comprende también todo lo que Cristo es. Además, este Espíritu tiene un complemento, un aumento, algo que se le ha añadido a Él, lo cual significa que el Espíritu tiene algo que lo complementa. Dios ya no está solo, ya no está soltero, pues ya tiene una novia como complemento. Por esta razón, la revelación final de la Biblia es la del Espíritu todo-inclusivo y la novia.

  La expresión “el Espíritu” es corta y sencilla, pues contiene solamente dos palabras. No obstante, este título sencillo es todo-inclusivo. El Espíritu comprende todo lo que el Dios Triuno es, todo lo que Él ha realizado, obtenido y logrado. Este Espíritu incluye también el proceso por el cual pasó el Dios Triuno. Puesto que Dios pasó por ese proceso tan largo, y puesto que el Espíritu es Su máxima expresión, Apocalipsis 22:17 no dice “Dios y la iglesia”, sino “El Espíritu y la novia”.

APTOS PARA SER LA NOVIA

  Si queremos ser aptos para ser la novia del Señor, debemos crecer y pasar por muchas cosas. Para ser la novia se necesita más que ser la iglesia. Por ejemplo, una pequeña niña no es apta para ser una desposada. Antes de ser desposada, debe crecer y madurar. Ella también debe asistir a la escuela y aprender muchas cosas. Luego, un hombre la elegirá por novia.

  Cada hombre tiene principios distintos según los cuales elige a una esposa. Por ejemplo, un hombre que posee un doctorado tal vez deseará una esposa con una educación elevada. Él considerará a cualquiera que no tenga una maestría, como indigna de ser su esposa. Asimismo, el Espíritu tiene requisitos muy elevados para Su esposa. ¿Tomará el Espíritu por esposa a una novia inmadura? Por supuesto, la respuesta es no. El Señor no vendrá por Su novia hasta que ella esté madura y completamente preparada para Él.

  No piensen que mientras seamos la iglesia, hemos cumplido todos los requisitos necesarios para ser la novia. Decir esto sería como afirmar que cualquier mujer, sin importar su edad o madurez, es apta para casarse. No; se necesita satisfacer ciertos requisitos para ser la novia. A los cristianos les resulta fácil afirmar que todos somos la iglesia. Pero cuando el Señor Jesús venga como el Novio, ¿seremos aptos para ser Su novia? En aquel momento, tal vez Él nos diga que aún no somos aptos, que nos hace falta más crecimiento y madurez. Esta manera de entender la relación del Novio y la novia concuerda con la revelación de la Palabra santa.

  Muchos cristianos han sido engañados e incluso embotados por enseñanzas que no van más allá de las plumas y de la piel de la Palabra. ¡Oh, cuánto necesitamos ver las profundidades de las verdades que el Señor ha revelado de Su palabra a Su recobro! ¡Cuánto le agradezco por habernos abierto Su palabra y revelado lo que se halla en las profundidades de ella! Alabo al Señor por eso. Puedo dar testimonio de que valoro mucho las palabras, “el Espíritu y la novia”. Cuando leo de ello en Apocalipsis 22:17, siento deseos de brincar de gozo. Puedo testificar que deseo profundamente formar parte de la novia del Señor. ¿No desea esto usted también?

  Pero, ¿tiene usted la seguridad de que será incluido como parte de la novia? ¿Está satisfecho con ser simplemente un dominguero y asistir a las reuniones de la iglesia? No creo que alguien que sea un dominguero pueda formar parte de la novia del Señor. Al llegar el momento en que el Señor tome a Su novia, ¿estará usted listo? ¿Habrá satisfecho los requisitos necesarios y estará maduro? ¿Será necesario que el Señor le diga: “Yo te salvé, pero todavía no has crecido?” Todos debemos crecer y madurar, para que cuando el Señor venga, seamos aptos para formar parte de Su novia.

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