Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de 2 Corintios»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje

TRANSFORMADOS DE GLORIA EN GLORIA EN LA IMAGEN DEL SEÑOR COMO POR EL SEÑOR ESPÍRITU, AL MIRAR Y REFLEJAR SU GLORIA A CARA DESCUBIERTA

(2)

  Lectura bíblica: 2 Co. 3:16-18

  En 3:18 Pablo dice: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. Hemos visto que Pablo, como modelo de uno que vive a Cristo por causa de la iglesia, experimentaba la transformación cada día. La transformación de la que habla 3:18, que es un cambio metabólico, va de gloria en gloria, es decir, del Señor Espíritu al Señor Espíritu. Hemos abarcado estos asuntos en el mensaje anterior. En este mensaje vamos a ver cómo somos transformados de gloria en gloria.

MIRAR Y REFLEJAR

  Como lo indica el título de este mensaje, somos transformados mirando y reflejando la gloria del Señor. No solamente somos transformados al ver al Señor, sino también al reflejarlo. Un espejo tiene la capacidad de mirar un objeto y reflejarlo. Las palabras “mirando y reflejando como un espejo” son la traducción de una sola palabra griega. El uso de esta palabra en 3:18 es metafórico. Por una parte, un espejo mira a una persona o un objeto; por otra, el espejo refleja lo que mira. Éstos son los dos aspectos de la función de un espejo. Cada vez que usted está enfrente de un espejo, éste lo mira y también lo refleja. Puesto que el espejo tiene ambas propiedades, usted se puede ver en él.

LA NECESIDAD DE QUE NINGÚN VELO NOS CUBRA

  En nuestra experiencia, todos debemos ser espejos que miran al Señor y lo reflejan. No obstante, si queremos ser espejos que miran y reflejan la gloria del Señor, no debemos tener ningún velo sobre nosotros. Supongamos que un espejo está bien en todos los sentidos y se encuentra en la posición correcta en cuanto al objeto que debe mirar y reflejar, pero al espejo lo cubre un velo. Si el espejo esté cubierto con una tela, con un velo, pierde su función. El velo impide que el espejo mire y refleje. Asimismo, si un velo nos cubre a nosotros, no podremos mirar ni reflejar la gloria del Señor.

  Si por la misericordia y la gracia del Señor se nos quitan todos los velos, seremos espejos en el sentido de que lo miraremos a Él y lo reflejaremos a cara descubierta. Como espejo que usted es, ¿le cubre algún velo? Si es así, aunque invoque el nombre del Señor, no podrá mirar al Señor. Si queremos mirar y reflejar al Señor, todos los velos deben ser quitados. Cada uno de nosotros debe estar libre de todo velo.

CUBIERTOS POR EL VELO DE NUESTROS CONCEPTOS RELIGIOSOS

  Muchos cristianos no pueden mirar ni reflejar al Señor porque están cubiertos con un denso velo o tal vez con varias capas de velos. Consideren cuánta gente está en el catolicismo actual, y cuántos han sido cubiertos por la influencia del catolicismo. Supongamos que no existiera tal cosa como el catolicismo, y que todos los que están en él fueran incrédulos que no supieran nada de Dios. ¡Cuánto más fácil sería predicarles el evangelio y conducirles al Señor! Muchos recibirían y entenderían con prontitud las cosas espirituales. Sin embargo, si usted intenta hablarles de la economía neotestamentaria de Dios a personas que están en el catolicismo, descubrirá que la mayoría está cubierta de velos. Por tanto, es extremadamente difícil que ellos vean las cosas de Cristo de una manera genuina.

  Cierto hermano que está en el recobro del Señor fue criado en el catolicismo. Cuando era niño, sirvió como monaguillo. Pero cuando estaba en la secundaria, recibió al Señor Jesús y fue genuinamente salvo. Contento y lleno de entusiasmo, les contó a los demás la experiencia que tuvo con el Señor. Les dijo: “¡Ahora tengo al Señor Jesús!” Pero uno de sus familiares señaló hacía una imagen de Jesús que estaba en la pared y contestó que ellos ya tenían a Jesús. Indudablemente, esa persona estaba cubierta con un denso velo. Uso este ejemplo para mostrar el hecho de que la religión ha causado que mucha gente esté cubierta de velos, y estos velos les impiden ver al Señor.

  A las personas que no han tenido un trasfondo religioso, a menudo les resulta más fácil profundizar en las verdades del Nuevo Testamento que a los que han sido criados en el catolicismo o en el protestantismo. No obstante, aun los que no tienen un trasfondo religioso se encuentran bajo la influencia de la religión. Aun antes de ser cristianos, ya tienen conceptos acerca de la manera en que se debe adorar a Dios. Tal vez ya tienen el concepto de que en el servicio de adoración cristiano hay un pastor que hace ciertas cosas y que la congregación ora o canta de cierta manera. Aun los que no son cristianos son afectados por los conceptos religiosos. Estos conceptos pueden llegar a ser velos.

CUBIERTOS POR EL VELO DE NUESTROS CONCEPTOS NATURALES

  Además de los conceptos religiosos que son como velos que cubren a las personas, toda persona está cubierta por ciertos conceptos o ideas que provienen del hombre natural. A menudo estos velos están relacionados con la clase de persona que somos en nuestra constitución natural. Si usted es una persona tranquila, preferirá adorar a Dios en una catedral de techo alto, con vitrales y con luces de poca intensidad. Al entrar a tal edificio, usted actuará inmediatamente con reverencia. El ambiente espontáneamente hará que usted se sienta tranquilo y solemne, que quiera guardar silencio y que no hable ni siquiera con la persona que está a su lado. Por ser de naturaleza una persona callada, usted preferirá el ambiente tranquilo de una catedral. Si esta clase de persona asistiera a una reunión de la iglesia en la que los santos alaban al Señor, se molestaría y se preguntaría cómo alguien podría adorar a Dios de esa manera. No encontraría nada digno de aprecio en la reunión; al contrario, sentiría que no puede adorar a Dios en un lugar así.

  Cuando Pablo escribió estas palabras acerca de mirar y reflejar la gloria del Señor a cara descubierta, tenía en cuenta sus orígenes judaicos. Él sabía por experiencia que a los judíos los cubría el velo de su religión. Pablo mismo había estado cubierto de esa manera. Muchos judíos estaban cubiertos específicamente por el velo de sus conceptos acerca de la ley, y en especial, de la circuncisión. Había muchos judíos que no querían escuchar a Pablo, porque éste enseñaba que la ley se había terminado y que la circuncisión ya no era necesaria. La doctrina de ellos acerca de la ley y la circuncisión, era un velo que les impedía ver al Cristo que Pablo predicaba.

CUBIERTOS POR EL VELO DE NUESTRO CARÁCTER NACIONAL

  Además de los velos religiosos y de los velos de nuestros conceptos naturales, también nos cubre el velo de nuestro carácter racial y nacional. Por ejemplo, los japoneses preferirán una cosa, mientras que los alemanes, algo totalmente distinto. Las diferencias relacionadas con el carácter nacional pueden impedir que creyentes de diversos países adoren juntos. Los caracteres, formas de ser, hábitos y costumbres nacionales son velos que nos impiden mirar y reflejar al Señor. Los que están cubiertos por el velo de sus características raciales, nacionales o culturales no pueden recibir al Cristo que ministra una persona de otra raza, nacionalidad o cultura. Tal vez escuchan palabras acerca del Cristo glorioso, resucitado y que florece, pero éstas no penetran en ellos. Debido a que están cubiertas por esos velos, no pueden ver nada de este Cristo maravilloso. La luz de la verdad no puede resplandecer en ellos. Los que están cubiertos de esta manera son semejantes a cámaras que tienen el lente cubierto. Cuando el lente de una cámara está cubierto, ninguna luz puede entrar, ni ninguna imagen se puede registrar en la película.

  No debemos suponer que no tenemos velos que nos cubren. En lugar de dar por sentado que no tenemos ningún velo, debemos acudir al Señor y pedirle misericordia para que nos sean quitados todos los velos a fin de poder mirar y reflejar al Señor.

CUBIERTOS POR EL VELO DE NUESTRO CONCEPTO CON RESPECTO A CÓMO REUNIRNOS

  Algunos que han estado por muchos años en la vida de iglesia en el recobro del Señor quizás estén cubiertos por el velo de sus conceptos con respecto a la mejor manera de reunirse. Supongamos que alguien que ha estado en la vida de iglesia en el lejano oriente se muda a Estados Unidos, y dice: “Las iglesias en Estados Unidos se reúnen de una manera muy distinta a la del lejano oriente. No puedo soportar esa manera de reunirse. La manera que practicábamos allá ciertamente era la mejor”. Esto también es un velo que nos impide ver la luz de la verdad.

  Si queremos mirar y reflejar la gloria del Señor a cara descubierta, debemos orar algo así: “Señor, no me importa si la reunión es tranquila o ruidosa; Señor, no me importa cómo nos reunamos; no me interesa si la reunión de la iglesia en este lugar es distinta a la que yo estaba acostumbrado en el pasado. Lo único que me importa es Cristo”. Si ésta es nuestra actitud cuando llegamos a una reunión de la iglesia, entonces los velos han sido realmente quitados de nosotros, y tenemos un corazón, un espíritu y una mente que no tienen nada que los cubre.

PERSONAS QUE ESTÁN ABIERTAS AL SEÑOR Y LO MIRAN

  Si todavía estamos cubiertos de algún modo, seremos como una cámara cuyo lente está cubierto, en el sentido de que ninguna luz penetrará en nuestro ser interior. Si no queremos estar cubiertos, debemos decirle al Señor: “Señor, quita todo lo que me cubre. Señor, quita mis velos. Quita toda opinión que me cubre. Señor, quiero estar completamente abierto y no tener ningún velo”. Entonces, a cara descubierta, miraremos y reflejaremos la gloria del Señor y seremos transformados en Su imagen de gloria en gloria.

  Hoy la gloria es el Cristo resucitado, y este Cristo es el Espíritu. Esto significa que el Señor como gloria es el Espíritu que vive en nosotros y que mora en nuestro espíritu. Ahora que el Espíritu mora en nuestro espíritu, debemos ejercitar nuestro espíritu cada vez más, orando, leyendo la Palabra e invocando el nombre del Señor. Cuanto más ejercitemos nuestro espíritu a cara descubierta, más miraremos al Señor. Al mirarlo, también lo reflejaremos, y a medida que miramos y reflejamos al Señor de esta manera, Su elemento, Su esencia, se añadirá a nuestro ser. Este nuevo elemento reemplazará y desechará el elemento de nuestra vida vieja y natural. Entonces experimentaremos la transformación, ese cambio metabólico, y seremos transformados en la imagen del Señor.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración