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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 2 Corintios»
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LA ESENCIA DEL MINISTERIO DEL NUEVO PACTO

(2)

  Lectura bíblica: 2 Co. 3:3, 6-9, 18; 4:1a

EL MINISTERIO Y LOS MINISTERIOS

  Hoy en día muchos cristianos hablan de distintos ministerios y de recibir toda clase de ministerios. El tema del ministerio o de los ministerios no es sencillo. Según 2 Corintios, existe un solo ministerio, el ministerio único. En 4:1 Pablo dice: “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no nos desanimamos”. Por una parte, aquí Pablo dice “nosotros”; por otra, él habla de “este ministerio”, y no de “estos ministerios”. Según este versículo, son muchas las personas, pero el ministerio es uno solo. Con todo, en 1 Corintios 12:5, Pablo habla de “diversidad de ministerios”.

  ¿Cómo puede haber un solo ministerio y al mismo tiempo muchos ministerios? La respuesta es que en el Nuevo Testamento, Dios tiene una sola operación u obra. Además, Él tiene un solo ministerio con que lleva a cabo Su única obra. Todos los apóstoles, Pedro, Jacobo, Juan, Pablo, Timoteo, llevaron a cabo el mismo ministerio. Pedro no llevó a cabo un ministerio, Pablo otro y Timoteo otro diferente. Sin embargo, entre los predicadores, maestros y ministros de hoy existe otra situación, a saber, ellos llevan a cabo distintas clases de ministerios.

  La razón por la cual hay tantas denominaciones es que hay distintas clases de ministerios. Los bautistas llevan a cabo el ministerio bautista para realizar la obra bautista; los presbiterianos llevan a cabo otra clase de ministerio para realizar la obra presbiteriana; y sucede lo mismo con respecto a los episcopales, los luteranos y los metodistas. Todas estas denominaciones llevan a cabo distintas clases de ministerios por el bien de sus propias obras. Según el Nuevo Testamento, esta práctica no es correcta. El Nuevo Testamento revela que existe un solo ministerio. Hoy en día las iglesias locales no llevan a cabo distintas clases de ministerios para realizar muchas obras. Dios tiene una sola operación u obra, la cual la lleva a cabo el único ministerio.

  Ahora debemos ver lo que hace este ministerio único. El ministerio único del Nuevo Testamento sirve a Cristo a las personas; inscribe en ellas a Cristo como Espíritu que opera en nuestro ser interior y como justicia que llega a ser nuestra expresión. Ésta es la función del ministerio único. Cuando prediquemos el evangelio, debemos hacerlo de esta manera. Asimismo, cuando enseñemos la Biblia, cuando edifiquemos a los santos o a las iglesias, debemos hacerlo de esta manera. Todo lo que hagamos en la vida de iglesia, lo debemos llevar a cabo con el fin de inscribir a Cristo en los santos. En cuanto a esto, no tenemos muchos ministerios distintos.

  El Nuevo Testamento indica claramente que el ministerio es uno solo, pero habla también de distintos ministerios. Estos ministerios se refieren a varios servicios que existen en la iglesia. Cuando 1 Corintios 12:5 habla de ministerios, se refiere a los distintos servicios. En la vida de iglesia, los santos participan en distintos servicios. Por ejemplo, algunos cuidan a los niños; ésta es una clase de servicio. Algunos pastorean a los jóvenes o a los más débiles; ésta es otra clase de servicio. Pero todos estos distintos servicios llevan a cabo el ministerio único, el servicio único. Como hemos visto, la función del servicio único consiste en ministrar a Cristo al pueblo escogido de Dios. ¿De qué manera debemos cuidar a los niños? Debemos hacerlo de una manera que les ministre a Cristo. Asimismo, ¿cómo debemos pastorear a los jóvenes o a los más débiles? En el pastoreo, debemos ministrar a Cristo a los demás. Aun cuando las hermanas se reúnan para orar, todas deben ministrar a Cristo. Los numerosos servicios tienen un solo objetivo, el cual es el servicio único, y los numerosos ministerios también tienen un solo objetivo: el ministerio único.

  Nosotros aceptamos todos los ministerios que llevan a cabo el ministerio único con miras a cumplir la operación de Dios. Pero no podemos aceptar un ministerio que procura establecer o cumplir algo distinto de la única operación que Dios lleva a cabo. Por ejemplo, no podemos aceptar un ministerio cuya meta sea establecer la denominación presbiteriana; tampoco podemos aceptar un ministerio que procure llevar a cabo la obra bautista, luterana o episcopal. Estos ministerios causan división; por tanto, no podemos aceptarlos. Los ministerios que aceptamos son aquellos que tienen por meta el ministerio neotestamentario único.

  Si usted vuelve a leer el Nuevo Testamento, y específicamente las epístolas, con esta comprensión acerca del ministerio y los ministerios, se dará cuenta de que esta comprensión es acertada. Le aliento a estudiar las epístolas con esta perspectiva, prestando especial atención a las palabras “ministerio” y “ministerios”. Si emprenden un estudio así, verá que todos los distintos ministerios o servicios tienen por objetivo llevar a cabo el único ministerio del nuevo pacto.

  Para que se lleve a cabo la economía neotestamentaria de Dios, el ministerio es uno solo. Pero para realizar este ministerio único, especialmente en la vida de iglesia, se necesitan muchos servicios, se necesitan diversos ministerios. Con todo, quisiera volver a recalcar el hecho de que la meta de todos estos distintos ministerios y servicios es llevar a cabo el ministerio único, el cual es el ministerio del nuevo pacto. Este ministerio inscribe en los santos al Dios todo-inclusivo, quien es el Espíritu que está en nosotros y la justicia como nuestra expresión exterior.

UN MINISTERIO QUE INSCRIBE

  Como señalamos en el mensaje anterior, el Espíritu y la justicia son los dos aspectos de la esencia que se inscribe en nosotros mediante el ministerio del nuevo pacto. El Espíritu vivo es el aspecto interior, y la justicia perfecta es el aspecto exterior. La esencia del ministerio del nuevo pacto incluye los dos aspectos del Espíritu y la justicia.

  En las iglesias locales nuestro ministerio debe ser un ministerio que inscribe. No debería simplemente enseñar. Si sólo enseñamos a los demás, no se inscribirá en ellos la esencia divina. La enseñanza no requiere ninguna esencia; pero para inscribir sí se requiere una esencia, así como para escribir con un bolígrafo se necesita tinta. Si uno intenta escribir con un bolígrafo vacío, no habrá ninguna palabra en la hoja de papel. Si queremos escribir, necesitamos tinta, la cual es la esencia con que se escribe. Entonces, cuanto más escribamos, más palabras se escribirán en la hoja. Asimismo, necesitamos la esencia divina si queremos inscribirla en el ser de los santos.

  El ministerio que inscribe es único, y la esencia utilizada para inscribir también es única. Pedro no inscribió de una manera y con cierta esencia, y Pablo, de otra manera y con otra clase de esencia. No, los apóstoles no estaban divididos, ni causaban división; por el contrario, todos inscribían de la misma manera y con la misma esencia. Pero hoy, los predicadores tienen distintas maneras de inscribir, distintas clases de enseñanza. Como resultado de ello, cuanto más enseñan y predican, más divisiones se producen. Por consiguiente, la inscripción única debe realizarse con la esencia única.

EL DIOS TRIUNO PROCESADO ES LA ESENCIA ÚNICA INSCRITA EN NOSOTROS

  ¿Cuál es la esencia única que se debe inscribir en los santos? Esta esencia es el Dios Triuno como el Espíritu. El término “el Espíritu” según se emplea en el Nuevo Testamento es muy significativo. “El Espíritu” alude al Dios Triuno que pasó por un proceso para ser el Espíritu vivificante y todo-inclusivo.

  En Génesis 1:2 leemos del Espíritu de Dios. En otras partes, el Antiguo Testamento habla del Espíritu de Jehová. En el Nuevo Testamento, se usa la expresión “el Espíritu Santo”. Luego, en Hechos 16:7, leemos del Espíritu de Jesús; en Romanos 8:9, del Espíritu de Cristo; y en Filipenses 1:19, del Espíritu de Jesucristo. En Romanos 8 se nos exhorta a andar en el Espíritu. En el Nuevo Testamento, no se hace énfasis en andar en el Espíritu Santo ni en andar en el Espíritu de Dios; más bien, se hace énfasis en andar en el Espíritu. Finalmente, al final de la Biblia, en Apocalipsis 22:17, leemos del Espíritu y la novia. Por tanto, la Biblia no concluye hablando del Espíritu de Dios, ni del Espíritu Santo, sino del Espíritu. El Espíritu mencionado en Apocalipsis 22:17 es el Dios Triuno procesado.

  Estoy consciente de que hablar de un Dios procesado perturba la mente religiosa. Recuerdo la primera vez que usé la palabra “procesado” con relación al Dios Triuno en un mensaje. Después de dar el mensaje, me pregunté si no habría sido demasiado audaz al decir que Dios se procesó. En ese mensaje señalé que Dios hoy ya no es un Dios no procesado, que ya no es el Dios “crudo”; hoy Dios es el Dios procesado. Pero después de considerar este asunto más profundamente y de orar al respecto, sentí en lo profundo de mi ser, y creo que ese sentir venía del Espíritu, que si no hubiera usado la palabra “procesado”, no habría tenido ninguna otra palabra mejor. Me dije a mí mismo: “Si no usas las palabras “crudo” y “procesado”, ¿cómo podrás dar mensajes que hablen de que el Dios Triuno es tu disfrute? ¿Cómo podrás expresar la verdad acerca de las etapas por las cuales pasó Dios para llegar a ser el Espíritu todo-inclusivo? ¿Eres tímido o temes que se opongan a ti y te critiquen?” Así que, después de mucha oración y consideración, sentí la confirmación para usar esta expresión. Nos hemos enterado recientemente de que William Law y Andrew Murray usaron también este término en sus escritos.

  Aunque no se hallan algunos términos en la Biblia, sí existen los hechos que justifican el uso de ciertas palabras para describirlos. Por ejemplo, la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia. Sin embargo, la Biblia revela que la existencia de la Trinidad es un hecho. Hay un solo Dios, pero Él es el Padre, el Hijo y el Espíritu. ¿No es esto la Trinidad? Ciertamente lo es. En realidad, la Trinidad no significa tres en uno, sino tres y uno. El adjetivo de la palabra trinidad es triuno, compuesto de dos raíces latinas: tri, que significa tres, y unus, que significa uno. Por tanto, la palabra triuno significa tres y uno, y no tres en uno. Puesto que la Biblia revela que Dios es triuno, ¿qué tiene de malo que empleemos la palabra “Trinidad” para hablar de Dios como el Padre, el Hijo y el Espíritu? Necesitamos alguna palabra para expresar el hecho. En el mismo principio, la Biblia no usa la palabra “procesado” con respecto al Dios Triuno. No obstante, la Biblia revela el hecho de que Dios pasó por un proceso.

  Mientras luchaba con respecto al uso de la palabra “procesado”, consideraba el hecho de la encarnación de Cristo. Cristo, el Dios eterno, fue concebido en el vientre de una virgen y nació en un pesebre en Belén. Luego vivió en la tierra durante treinta y tres años y medio. Posteriormente, fue crucificado y puesto en una tumba. Después de visitar el Hades, salió de allí en resurrección. Mientras pensaba en todo esto, me dije: “Si esto no es un proceso, entonces ¿qué es? Puesto que es un proceso, tienes que atreverte a usar esta palabra en tus mensajes”.

  ¿Qué tiene de malo decir que hoy Dios es el Dios procesado, que Él ha dejado de ser el Dios no procesado, el Dios “crudo”? Si usted pesca un pescado y lo trae a casa, ese pescado está crudo. Pero después de cocinarlo y servirlo en la mesa, deja de ser un pescado crudo. Ahora es un pescado procesado. Nuestro Dios ha dejado de ser un Dios crudo. En Génesis 1, Él era el Dios crudo. De hecho, en todo el Antiguo Testamento, Él fue un Dios crudo; todavía no había sido “cocinado”; todavía no había sido procesado por medio de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección.

  La encarnación de Cristo forma parte de Su proceso. El hecho de que fue concebido en el vientre de María y que nació en Belén son aspectos de este proceso. Por nueve meses, el Señor Jesús estuvo en el vientre de una virgen, lo cual fue un proceso. Luego, Él vivió en la tierra durante treinta y tres años y medio, fue crucificado, estando en la cruz durante seis horas, y luego estuvo en la tumba durante tres días. ¿No es todo esto un proceso? Algunos dirán que la encarnación del Señor, Su vivir humano, Su crucifixión y Su resurrección fueron simplemente procedimientos, pero no un proceso. Según esta comprensión, la encarnación fue un procedimiento a través del cual Dios se hizo hombre, y la crucifixión fue un procedimiento por medio del cual nuestro Redentor murió por nuestros pecados. Pero aun si cambian la palabra “proceso” por “procedimiento”, los hechos permanecen igual. Además, este procedimiento, si lo llaman así, es en efecto un proceso.

EL ESPÍRITU Y LA NOVIA

  En el Nuevo Testamento, el Espíritu alude al Dios Triuno procesado. En realidad, el Espíritu es la máxima expresión del Dios Triuno procesado. Hemos visto que Apocalipsis 22:17 dice: “Y el Espíritu y la novia dicen: Ven”. No hay expresión en el lenguaje humano que supere ésta. El Espíritu es la máxima expresión del Dios Triuno procesado, y la novia es la máxima expresión del hombre tripartito transformado. Para la época de Apocalipsis 22:17, el Dios Triuno procesado y el hombre tripartito transformado se han casado y han llegado a ser una pareja universal. Esto significa que el Dios Triuno procesado y el hombre tripartito transformado llegan a ser uno. ¡Qué boda será aquella! Será la boda más grandiosa del universo, y todos estamos invitados a participar en ella.

  El Espíritu, quien es el Dios Triuno procesado, es la esencia que se inscribe en nuestro ser. Puesto que esta esencia se ha inscrito dentro de nosotros, no podemos ser los mismos. En nosotros se está llevando a cabo una transformación. Quizás aun mientras ha estado leyendo este mensaje, algo de la esencia divina se ha inscrito en usted. Tal vez no recuerde los puntos del mensaje, pero lo que se ha inscrito en usted de la esencia divina no se borrará jamás.

  La esencia divina que se ha inscrito en nosotros a través de los años que hemos estado en las iglesias locales, tendrá una expresión particular, y esta expresión es la justicia. Cuando experimentamos la justicia como expresión de la esencia que se ha inscrito en nosotros, estamos bien con Dios, con otros y con todo lo relacionado con nuestra vida diaria. Esto significa que el Dios que mora en nosotros llega a ser nuestra justicia, la cual a su vez llega a ser nuestra apariencia, nuestra expresión. Esta expresión es la imagen de Dios. Este Espíritu y esta justicia son la esencia del ministerio del nuevo pacto.

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