Mensaje
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Lectura bíblica: 2 Co. 8:16-24
En esta epístola el pasaje que comprende los versículos del 16 al 24 del capítulo ocho, nos muestra qué clase de personas eran los apóstoles. En la primera mitad de este capítulo, Pablo tuvo comunión con los santos de Corinto acerca de la ministración a los santos necesitados de Judea. Al leer este capítulo, tal vez nos parezca que esta comunión se termine en el versículo 15 y que sea perfecta y completa. Sin embargo, Pablo no sólo tuvo comunión con los santos corintios acerca de este asunto, sino que también les describió una situación, la cual les aseguró que lo que él hacía se llevaba a cabo de una manera correcta.
El pasaje de 2 Corintios 8:16-24 nos puede ayudar mucho en cuanto a cómo conducirnos con respecto al dinero. Los problemas de la sociedad, en su mayor parte, están relacionados con el dinero. Por consiguiente, todos debemos aprender a tener cuidado con el manejo del dinero.
No podemos ni siquiera imaginarnos las diferentes clases de problemas que pueden surgir en relación con el manejo del dinero. El dinero es una fuente de tentación. No debemos considerarnos tan espirituales que jamás podríamos tener problemas en el manejo del dinero. Ciertamente ninguno de nosotros es más fiel o más espiritual que el apóstol Pablo, y él fue precavido y cuidadoso en cuanto al dinero. Yo creo que él era muy prudente en cuestiones de dinero. Por esta razón, después de tener comunión con los santos corintios acerca de la ministración a los santos necesitados de Judea, él añadió los versículos del 16 al 24 para resaltar algunos asuntos importantes relacionados con el manejo de dinero.
En estos versículos vemos que Pablo recomendó a los creyentes corintios ciertos hermanos con respecto a la ministración a los santos necesitados. Primero, él recomendó a Tito. Los versículos 16 y 17 dicen: “Pero gracias a Dios que pone en el corazón de Tito la misma solicitud que yo tengo por vosotros. Pues no sólo aceptó el ruego, sino que también, estando muy solícito, por su propia voluntad partió para ir a vosotros”. La palabra griega traducida “solicitud” en el versículo 16 significa también diligencia. Se refiere a la diligencia, la solicitud, que Pablo mostraba para con los creyentes. El ruego mencionado en el versículo 17 se refiere al ruego que el apóstol le hizo a Tito.
El versículo 18 dice: “Y enviamos juntamente con él al hermano cuya alabanza en el evangelio se ha difundido por todas las iglesias”. En el versículo 22 Pablo se refiere de nuevo a otro hermano: “Enviamos también con ellos a nuestro hermano, cuya diligencia hemos comprobado repetidas veces en muchas cosas, y ahora mucho más diligente por la mucha confianza que tiene en vosotros”. Estos versículos indican que aparte de Tito, dos hermanos más les fueron recomendados a los corintios.
El dinero lo utiliza mucho el diablo para seducir al hombre e inducirlo a ser deshonesto, pero el dinero también se necesita en la ministración de bienes materiales a los santos. Los apóstoles querían evitar que por la sospecha del hombre se les culpara en este asunto y, por eso, enviaron como testigo a un hermano de toda confianza para que acompañara a Tito. En el versículo 22 vemos que con estos dos hermanos otro fiel hermano fue enviado a fin de que por boca de tres testigos se estableciera un testimonio firme (Mt. 18:16). De estos tres hermanos, se menciona únicamente el nombre de Tito. No obstante, los otros hermanos eran conocidos en las iglesias, y Pablo aun habló de ellos como apóstoles de las iglesias (v. 23).
En esta sección de 2 Corintios no hallamos ni doctrina ni teología, tampoco se hace mención de don o de poder espirituales. Entonces, ¿qué se presenta ahí que sea digno de todo un mensaje? Ahí se ve un cuadro de la clase de vida que llevaba Pablo. El libro de 2 Corintios es un libro que trata de la vida de Pablo. Sin embargo, la mayoría de los cristianos de hoy presta más atención a la obra que a la vida. En 2 Corintios se describe la vida de Pablo; no se recalca su obra. Aquí tenemos un cuadro del comportamiento de Pablo en su ministerio.
No hay duda de que a Pablo se le encomendó la porción más elevada de este ministerio. Por tanto, en este libro, él espontáneamente nos presenta un cuadro que muestra cómo se comportó al llevar a cabo su ministerio. Esto no significa que en 2 Corintios Pablo nos relata la manera o el medio por el cual él lleva a cabo su ministerio; más bien, él revela cómo él se condujo. Él no hace hincapié en la manera en que ministró, sino en cómo se condujo.
El ministerio del Nuevo Testamento se centra exclusivamente en la vida divina; no se trata meramente de dones o de laborar de cierta manera. La pregunta crucial no es cómo hacemos las cosas o cómo laboramos, sino cómo vivimos y cómo nos conducimos. En el ministerio de Cristo, que es para la iglesia, se debe hacer hincapié en cómo vivimos, y no en cómo laboramos. Siento una carga muy fuerte de que todos veamos que en el recobro del Señor, lo que importa no es cómo hacemos las cosas, sino cómo vivimos. En estos versículos, Pablo recalca principalmente la manera en que él se comportaba.
Según el versículo 20, a Pablo se le había confiado una abundancia de cosas materiales. Él había recibido una gran suma de dinero de parte de los santos de varias localidades, dirigida a los santos necesitados de Judea. Consciente de que la responsabilidad de una suma cuantiosa de dinero podía causar problemas, se condujo con mucho cuidado. Primero, escogió a Tito para que lo acompañara. Al leer este libro, podemos ver que Tito era un hermano de buena reputación entre los colaboradores y también entre las iglesias. Por tanto, Pablo lo escogió a él para que tomara la delantera en llevar el suministro material a los santos necesitados. Sin embargo, según el versículo 18, se envió a otro hermano con Tito, un hermano cuya alabanza en el evangelio se había propagado por todas las iglesias y que había sido designado por las iglesias como compañero de viaje en esta gracia (v. 19). Este hermano fue enviado por las iglesias, no solamente por Pablo. Con esto vemos que Pablo a propósito debe de haber pedido a las iglesias que escogieran a ese hermano. En cuanto a dicho hermano, los versículos 19 y 20 declaran: “Y no sólo esto, sino que también fue elegido por las iglesias como nuestro compañero de viaje en esta gracia, que nosotros ministramos para gloria del Señor mismo, y para demostrar nuestra prontitud de ánimo; evitando que nadie halle falta en nosotros en cuanto a la abundancia que ministramos”. Pablo actuó a propósito con cuidado para evitar cualquier reproche en cuanto a la abundancia de los dones materiales.
En el versículo 21 Pablo declara: “Pues pensamos de antemano en lo que es honroso, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres”. Las palabras griegas traducidas “pensamos de antemano” pueden ser traducidas también como actuamos con prevención, consideramos de antemano, como en Romanos 12:17. Ésta debe ser una cita de Proverbios 3:4, donde la Septuaginta declara {traducida en este mensaje al castellano}: “Y pensamos de antemano en lo que es honorable delante del Señor y de los hombres”.
Pablo se dio cuenta de que en la ministración a los santos necesitados estaba involucrada una gran suma de dinero. Él sabía que el manejo de tal suma de dinero no era algo sencillo. Por tanto, pensó de antemano en lo que era honroso delante del Señor y también delante de los hombres. Tal vez pensemos que en los santos no habría ningún pensamiento malo con relación a ese dinero. Quizás en los santos mismos no haya ningún pensamiento maligno, pero el diablo está lleno de pensamientos malignos, y él está en ellos. Por esta razón, Pablo pensó de antemano en este asunto para evitar cualquier reproche.
Aquí vemos un principio: pensar de antemano. Cada vez que estemos a punto de hacer algo o de comportarnos de cierta manera, debemos pensar de antemano en lo que los demás pensarán de ello. Sí, los hermanos son santos; pero dentro de ellos hay alguien que no es santo, o sea, el diablo. ¿Qué pensamientos malignos no podrán venir del diablo acerca de determinado asunto? Debemos considerar esto. Debemos considerarlo aun en relación con nuestro marido o esposa. A nuestro marido o a nuestra esposa quizás no le sea un problema cierto asunto, pero ¿qué podríamos decir del diablo? ¿Qué clase de pensamientos él desencadenará con respecto a ello? Debemos entender que el diablo está asechando, esperando la oportunidad de destruirnos. Si estamos conscientes de ello, tendremos cuidado y pensaremos de antemano en cuanto a cualquier cosa.
Tal vez lo que nos motiva con relación a cierto asunto sea puro, pero de todos modos debemos tener cuidado de cómo nos conducimos. Aunque lo que nos motiva sea puro, es posible que nuestro comportamiento suscite sospechas. Por ejemplo, Pablo era responsable de una gran suma de dinero; así que, él actuó con cuidado y tomó algunos testigos para no dar lugar a sospechas. Según la ley, se necesitaban dos o tres testigos. Pablo pensó de antemano cómo proveerse de un testimonio apropiado.
Tengo aprecio por la expresión “pensar de antemano”; significa considerar una cosa antes de que suceda. Así que, si pensamos de antemano, no actuaremos de una manera que dé lugar a que el enemigo actúe.
Por experiencia hemos aprendido que, con relación a los asuntos monetarios, es necesario pensar de antemano. Cuando se trate de dinero, debemos pensar de antemano para evitar cualquier culpabilidad. Jamás deberíamos manejar el dinero con ligereza. Si somos descuidados en el manejo del dinero, podría recaer cierta culpabilidad sobre nosotros.
En el versículo 20 Pablo dice: “Evitando que nadie halle falta en nosotros en cuanto a la abundancia que ministramos”. También debemos pensar de antemano cada vez que seamos responsables de una gran suma de dinero, a fin de evitar los reproches. Por tanto, con respecto a las finanzas de la iglesia o de la obra, o de las ofrendas que se dan a la iglesia o a la obra, necesitamos dos o tres testigos. Si nos ocupamos de los asuntos monetarios sin testigos, tendremos problemas, porque el dinero es una tentación.
No debemos pensar que nuestra situación es distinta a la de Pablo y que nosotros no necesitamos pensar de antemano acerca del dinero. Mientras estemos en la tierra, no podemos evadir los asuntos relacionados con el dinero. Quizás usted intente alejarse del dinero, pero el dinero vendrá a usted. El dinero lo usa mucho el diablo, y la Biblia habla del dinero como las riquezas de injusticia. ¡Alabado sea el Señor porque en la Nueva Jerusalén ya no tendremos que preocuparnos por el dinero! Pero por ahora no podemos vivir ni trabajar sin él. Por tanto, cuando manejemos el dinero, debemos aprender a evitar las faltas pensando de antemano en lo que es honroso delante de Dios y de los hombres.
También debemos pensar de antemano acerca de las relaciones entre hombres y mujeres. En otra parte he hecho notar que un hermano no debería conversar por mucho tiempo con una hermana en privado. Consideren el ejemplo del Señor Jesús. Él habló con Nicodemo a solas por la noche en una casa, pero cuando habló con la mujer samaritana, habló con ella al aire libre y en pleno día. El Señor Jesús era un hombre bastante joven, que no tenía más de treinta años de edad. Si Él hubiese hablado con la mujer samaritana a solas en un cuarto durante la noche, los discípulos probablemente se habrían preguntado qué estaba pasando. El Señor Jesús les habría explicado la situación, pero hubiera sido demasiado tarde, porque a los discípulos les habrían sobrevenido ciertos pensamientos al respecto. Por tanto, el Señor Jesús pensó de antemano en la manera en que se comunicaría con la mujer samaritana.
En la vida de iglesia nos relacionamos con mucha gente y con muchas cosas. El principio que debe regir todas nuestras relaciones es éste: debemos pensar de antemano en lo que los demás pensarán de nosotros. Es sabio siempre pensar de antemano, porque esto nos salvaguardará y nos protegerá. En particular, debemos pensar de antemano en lo que es honroso delante de Dios y delante de los hombres. Si un hermano sostiene una larga conversación con una hermana a solas y en privado, eso no es honroso a los ojos del hombre. Ese comportamiento tal vez no sea pecaminoso, pero tampoco es honroso. Lo que hagamos debe ser honroso delante del Señor y delante de los hombres. Puesto que el Señor lo sabe todo, es más importante pensar de antemano en lo que es honroso delante de los hombres que en lo que es honroso delante del Señor. Los demás, por supuesto, no saben todo lo que el Señor conoce. No es suficiente que los demás piensen que no tenemos ningún problema; debemos hacer lo que es honroso delante de ellos. Si nos comportamos de una manera deshonrosa, los demás no nos honrarán. Los ancianos, los diáconos y las diaconisas deben particularmente pensar de antemano en lo que es honroso. En el manejo del dinero, en nuestras relaciones con el sexo opuesto y en todas las cosas, el principio es el mismo: pensar de antemano en lo que es honroso delante de Dios y delante de los hombres.
Tal vez sepamos que en determinado asunto tenemos la razón, que somos inocentes y puros. Sin embargo, quizá no seamos honrosos a los ojos de los demás. Debemos comportarnos de una manera que los demás consideren honrosa. Entonces no habrá lugar para reproches. Ésta es una lección que todos debemos aprender.
El caso de 8:16-24 quizás no parezca importante, pero el principio que nos presenta es de suma importancia. De otro modo, Pablo no hubiera escrito nada al respecto. El hecho mismo de que él escribiera acerca de pensar de antemano en lo que es honroso, indica su importancia. Todos debemos prestar atención a este asunto. En cuanto al dinero, al sexo y todas las demás cosas, debemos comportarnos de una manera que muestre que pensamos de antemano en lo que es honroso delante de Dios y delante de los hombres. Les ruego que reciban estas palabras y las pongan por obra. Si lo hacen, serán preservados y protegidos. De lo contrario, tendrán problemas.
El apóstol Pablo no solamente era dotado, erudito y poderoso; él también era cauto, cuidadoso y considerado. Jamás actuaba a la ligera. Al leer 2 Corintios, vemos varias virtudes y excelentes características en la persona y vida de Pablo. No es de sorprender, entonces, que Pablo fuera grandemente usado por el Señor. Pablo fue usado por Él principalmente por el vivir que llevaba. Él vivía de una manera no solamente santa, espiritual y victoriosa, sino también cuidadosa, cauta y considerada. Cuando veamos las virtudes de Pablo, las cuales están descritas en los varios capítulos de 2 Corintios en conjunto, entenderemos que Pablo fue útil gracias a sus virtudes.
En este mensaje mi carga principal es dejar una impresión en ustedes relacionada con la necesidad de ser cautos, cuidadosos y considerados, de siempre comportarse de una manera que piensen de antemano en lo que es honroso. Aunque tal vez uno sea inocente y puro, necesita pensar de antemano en lo que es honroso. En lugar de confiar en sí mismo, uno debe actuar de manera cuidadosa y considerada.
En los capítulos seis, siete y ocho de 2 Corintios, hemos tratado cuatro puntos principales: primero, la obra de la reconciliación, que consiste en hacer que las personas vuelvan plenamente a Dios; segundo, la vida que se adapta a todo; tercero, el ser de corazón ensanchado; y cuarto, el sentir una preocupación íntima y tierna por los demás. Ahora, en la segunda mitad del capítulo ocho, vemos un quinto asunto importante: el pensar de antemano en lo que es honroso delante de Dios y delante de los hombres. Todos debemos ser reconciliados plenamente con Dios, llevar una vida que se adapte a todo, permitir que nuestros corazones sean ensanchados, sentir una preocupación íntima por los demás y pensar de antemano en lo que es honroso. Estos principios se aplican no solamente a la vida de iglesia, sino también a nuestra vida familiar y a la vida que llevamos en la escuela, en el trabajo y dondequiera que estemos.