Mensaje
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Lectura bíblica: 2 Co. 12:11-18
Muchos obreros cristianos de hoy pasan por alto lo que Pablo abarca en 12:11-18. Todos los santos que están en el recobro del Señor deben entender lo que revelan estos versículos, porque se aplican a todos nosotros, no solamente a los que son ancianos o colaboradores. No debemos pensar que lo que Pablo trata aquí no tiene nada que ver con nosotros. Lo que Pablo era, lo que hizo y la manera en que se condujo constituyen un modelo para todos los creyentes, no solamente para los que toman la delantera. El Nuevo Testamento revela que todos los creyentes de Cristo deben llevar una vida que edifique el Cuerpo de Cristo, como lo hizo Pablo. Esto se revela enfática, contundente y definitivamente en el libro de Efesios. Según Efesios, cada miembro del Cuerpo debe llevar una vida que edifique el Cuerpo.
Inconsciente y subconscientemente, todavía estamos bajo la influencia de nuestro pasado religioso. Seguimos bajo el control, la dirección y la manipulación de los conceptos tradicionales. Esta influencia nos induce a creer que las palabras de Pablo en el capítulo doce se limitan a líderes, ancianos, colaboradores, diáconos y diaconisas. Tal vez pensemos que por ser miembros comunes del Cuerpo, este capítulo no tiene nada que ver con nosotros. Pero de hecho, lo que dice Pablo es para todos nosotros. Por esta razón, me resulta bastante difícil decir cuántos colaboradores tengo. Interiormente, la comprensión que tengo es que todos los que se reúnen con nosotros en el recobro del Señor son colaboradores. No obstante, debido a la influencia de nuestro pasado religioso, quizás pensemos que si no somos apóstoles, ancianos o diáconos, lo que dijo Pablo en 12:11-18 no aplica a nosotros. Debemos leer estos versículos con la comprensión de que éstos fueron dirigidos a todos nosotros. Incluso los jóvenes que están entre nosotros deben comprender que estos versículos son para ellos. No podemos predecir hasta dónde llevará el Señor a nuestros jóvenes y hasta qué punto los usará en el futuro. Digo esto como palabras introductoras a nuestro estudio de lo que revelan estos versículos.
En el versículo 11 Pablo dice: “Me he hecho un necio; vosotros mismos me obligasteis a ello, pues yo debía ser recomendado por vosotros; porque en nada he sido inferior a esos superapóstoles, aunque nada soy”. Aquí Pablo declara que los corintios lo obligaron a hacerse necio. Ellos eran los responsables de eso, de recomendar a Pablo, pero fueron distraídos y no lo hicieron. Era erróneo que se quedaran callados; ellos debieron haber hecho algo para recomendar a Pablo, porque no era correcto que él se viera obligado a hablar de sí mismo. Éste, sin duda, era el sentir que había en el espíritu de Pablo mientras escribía el versículo 11.
Este versículo nos debe enseñar que hay ocasiones en las que debemos decir algo a favor de los ancianos o de los que están en el ministerio. Si cierto hermano es el blanco de ataque o de oposición, quizás él no pueda decir nada para defenderse a sí mismo. En tal situación, debemos hablar por él y recomendarlo. Por ejemplo, hace muchos años el hermano Nee fue el blanco de ataque, y yo hice algo para vindicarlo. Los jóvenes, en especial, deben aprender a recomendar a alguien que se encuentre en semejante situación. Deben ser osados para decir algo. No deben quedarse callados, y otros no deben restringirlos.
En el versículo 11 Pablo se vio obligado a decir a los corintios que él en nada era inferior a los superapóstoles. Ciertamente no fue nada agradable para Pablo el hecho de que tenía que hablar de sí mismo. No debería haber sido necesario que él expresara esas palabras, pues él era el blanco de la oposición. Algunos de los que estaban en Corinto debieron haber dicho esas palabras por parte de Pablo. Debieron haber declarado: “Vosotros judaizantes debéis daros cuenta de que Pablo no es inferior a vosotros en nada”. Como hemos señalado, Pablo había recibido visiones y revelaciones extraordinarias. Ciertamente él no era inferior a aquellos judaizantes arrogantes, jactanciosos, que se recomendaban a sí mismos. Pero el silencio de los corintios obligó a Pablo a hablar por sí mismo. Él dijo francamente que en nada era inferior a los jactanciosos judaizantes.
En el versículo 11 Pablo declara que él no era inferior a los superapóstoles, aunque él no fuera nada. Por supuesto, no es cierto que Pablo no era nada. Él realmente era algo; pero no podía decir esto de sí mismo. Así que, se vio obligado a señalar que, aunque no fuera nada, no era inferior a los judaizantes.
En el versículo 12 Pablo añade: “Ciertamente, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda perseverancia, por señales, prodigios y obras poderosas”. Las “señales” son milagros que confirman el apostolado y que proveen credenciales del mismo; los “prodigios” son milagros asombrosos y sorprendentes; y las “obras poderosas” son milagros que demuestran el poder de Dios.
Yo creo que la expresión “las señales de apóstol” la usaron primero los corintios, no Pablo. Es posible que los creyentes corintios hubieran estado discutiendo el asunto de las señales de un apóstol. Quizás se hubieran preguntado cuáles eran las señales que mostraban que Pablo era un apóstol. Si ellos no hubieran hecho esta pregunta, posiblemente Pablo no lo habría mencionado aquí.
La expresión “las señales de apóstol”, tal vez nos parece extraña, pero no les pareció extraña a los corintios. Al contrario, esta expresión les era muy conocida, pues ellos fueron probablemente quienes la inventaron. Es posible que algunos de ellos pensaran que los judaizantes poseían más señales que Pablo. Ésta fue la razón por la cual, en el versículo 12, Pablo habla de las señales de su apostolado.
En cuanto a las señales del apóstol, lo primero que menciona Pablo es “en toda perseverancia”. Esto indica que la perseverancia es la principal señal de un apóstol. Con respecto a los corintios, Pablo sufrió difamación. Algunos de ellos se atrevieron a decir que Pablo era astuto y que con engaño se aprovechó de ellos. Pablo usa la palabra “engaño” en el versículo 16. Darby, en una nota sobre este versículo, la cual aparece en su traducción New Translation [Nueva Traducción], dice {traducida al castellano}: “El apóstol no dice que hizo esto, sino que contesta a una acusación de que él había guardado la apariencia en el sentido de que no tomó nada de ellos para sí mismo, pero que, sabiendo cómo recompensarse de manera indirecta, usó a Tito para recibir algo de ellos. La acusación era falsa, como él mismo lo demuestra más adelante”. Los corintios alegaban que Pablo no vendría personalmente a Corinto para recaudar dinero. Que por eso les enviaba a Tito, para que él lo hiciera, y que de esta manera usaba a Tito para cubrirse a sí mismo. Es difícil de creer que algunos corintios difamaran a Pablo a tal grado. Ahora podemos entender por qué Pablo recalca el asunto de la perseverancia.
En 12:12 Pablo parece decir a los corintios: “Vosotros me preguntáis cuáles son las señales de mi apostolado. La primera señal es mi perseverancia. Vosotros me habéis criticado y me habéis difamado, y yo he podido soportarlo”. Luego, Pablo hace mención de señales, prodigios y obras poderosas. Éstas son cosas milagrosas. Pero según el contexto, aunque Pablo habla de ellas, no las recalca. Más bien, parece decir: “Vosotros habláis de milagros como señales del apostolado. Cuando estuve con vosotros, se efectuaron muchas señales, prodigios y obras poderosas. Pero en lugar de recalcar esas cosas, quisiera hablar primeramente de mi perseverancia”.
En el versículo 13 Pablo dice: “Porque ¿en qué fuisteis tratados como inferiores a las demás iglesias, sino en que yo mismo no os he sido carga? ¡Perdonadme esta injusticia!” La iglesia que estaba en Corinto no fue tratada como inferior a las demás iglesias ni como más débil. Después de que Pablo hace notar esto, dice irónicamente: “¡Perdonadme esta injusticia!”, refiriéndose al hecho de que él no fue una carga para los creyentes.
En el versículo 13 Pablo parece decir: “En el asunto de recibir dones, gracia y la bendición de Dios, vosotros corintios no sois inferiores a las demás iglesias. Yo os engendré en Cristo, e hice lo mejor que pude para estableceros como una iglesia que no le faltara nada. No os traté como inferiores a las demás iglesias. Hice lo mejor que pude para engendraros en Cristo, estableceros como iglesia y edificaros. En cuanto a la salvación de Dios, Su bendición, Su gracia divina y los dones espirituales, vosotros no sois inferiores a ninguna otra iglesia. Entonces, ¿de qué manera fuisteis vosotros tratados de modo inferior? Sólo en que yo no os fui carga. Yo no os fui ninguna carga. ¡Perdonadme esta injusticia!” Era una vergüenza para los corintios el que Pablo tuviera que hablar de esta manera. Lo único que él no hizo por ellos fue serles carga. En otra parte, Pablo aun declara que él recibió dinero de otras iglesias para trabajar entre los corintios. Aunque Pablo trabajó a favor de los corintios, ellos no le dieron nada. Por tanto, su única injusticia era que no les había impuesto ninguna carga. Las palabras del versículo 13 no son agradables; no obstante, Pablo las dijo con osadía.
El versículo 14 dice: “He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos”. Este versículo contiene unas palabras muy importantes: “No busco lo vuestro, sino a vosotros”. Estas palabras deben dejar una profunda impresión en nosotros y debemos recordarlas. Siempre que laboremos para el Señor, no debemos buscar lo que pertenece a los demás; debemos buscarlos a ellos mismos. Esto significa que no debemos buscar el dinero de los demás, ni querer su dinero. Pablo pudo decir con denuedo a los corintios: “Yo os busco a vosotros y os quiero a vosotros, no busco lo que es de vosotros: vuestros bienes, vuestras posesiones y vuestras cosas materiales; os busco a vosotros”.
Por lo menos algunas veces, el hermano Nee nos dijo que si alguien que trabaja para el Señor no puede ser fiel en todo lo relacionado con el dinero, tampoco podrá ser fiel ni fuerte en la obra del Señor. Muchos obreros cristianos, cuando se trata de la cuestión de dinero, inmediatamente se debilitan. Por temor a que su soporte financiero sea cortado, no se atreven a predicar ciertas cosas, a enseñar ciertas verdades, o a reprender ciertos pecados. Además, tampoco están dispuestos a confrontar ciertos asuntos, también por temor a que si lo hacen, les sea cortado el suministro de dinero. Los que tienen este problema son subyugados por el dinero.
No piensen que somos los únicos en conocer la verdad acerca de la iglesia tal como se revela en la Palabra. Al menos algunos otros conocen esta verdad; pero no se atreven a practicarla. Saben que en cada localidad debe haber una sola iglesia; pero, por temor a que se les acabe el suministro de fondos, no están dispuestos a enseñar esto ni a practicarlo.
Me preocupa que cuando empiecen a laborar en el ministerio genuino por el Señor y se enfrenten al asunto del dinero, no defiendan la verdad con valentía. Ser afectado por el dinero es verdaderamente un fracaso. Es una vergüenza y una derrota ante el enemigo. Todos debemos recibir la gracia de olvidar toda preocupación en cuanto al dinero y tener la valentía de decir a los creyentes: “No busco lo vuestro, sino a vosotros”.
En estos versículos no encontramos doctrinas, pero sí hallamos varios asuntos muy prácticos. En el versículo 14 Pablo declara que los hijos no deben atesorar para los padres, sino los padres para los hijos. Aquí vemos una vez más que Pablo era franco y sincero. Él no estaba dispuesto a dejar su posición con respecto a los corintios. En este versículo Pablo parece decirles: “Corintios, no podéis negar que yo soy vuestro padre espiritual. Yo os engendré en Cristo por medio del evangelio, y os he criado como hijos míos. Como padre vuestro, yo no busco lo que es de vosotros. Es una vergüenza que los padres busquen el dinero de los hijos. Los hijos no deben atesorar para los padres, sino los padres para los hijos. Corintios, no quiero recibir nada de vosotros; yo quiero daros a vosotros”.
En el versículo 15 Pablo dice además: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas. Amándoos más, ¿seré yo amado menos?” En este versículo “gastaré” significa gastar lo que él tiene, refiriéndose a sus posesiones. La expresión “me gastaré del todo” significa gastar lo que él es, refiriéndose a su ser. Pablo estaba dispuesto a sacrificarse a sí mismo —su alma, su vida, todo su ser— por los creyentes. También estaba dispuesto a dar todo su dinero y sus posesiones materiales. El Señor Jesús dio Su alma por nosotros; Él se gastó del todo por nosotros. Asimismo, el deseo de Pablo era gastarse del todo por los corintios. Todos los santos que están en el recobro del Señor deben aprender esta crucial lección: recibir la gracia de gastar lo que tenemos y de gastarnos del todo por los santos y por las iglesias.
En el versículo 15 Pablo declara que él estaba dispuesto a gastarse, aunque amando a los creyentes más abundantemente, él fuera amado menos. Pablo todavía estaba dispuesto a gastarse por los corintios aun cuando él los amara más y ellos lo amaran menos. A Pablo no le interesaba la condición de ellos. Esta condición no podía cambiar la actitud que él tenía para con ellos. Aquí Pablo parece decir: “No importa cuál sea vuestra actitud para conmigo, os sigo amando, y me complace gastar lo que tengo y lo que soy por vosotros”.
El versículo 16 dice: “Pero admitiendo esto, que yo no he sido carga, sino que, según algunos de vosotros dicen, como soy astuto, os prendí por engaño”. Como hemos señalado, ésta era la acusación que algunos corintios tenían contra el apóstol. Decían que él era astuto para obtener ganancias, asegurando su provecho al enviar a Tito para que éste recibiera la colecta destinada a los santos pobres. Las palabras “admitiendo esto” significan hacer a un lado el primer asunto. Esto es olvidar el pasado, dejarlo atrás.
Aunque Pablo no fue ninguna carga para los corintios, algunos de ellos decían que él era astuto y que los prendió por engaño. Ellos afirmaban que Pablo no vendría personalmente, sino que usaría a Tito para asegurar su provecho, mientras él mismo permanecía encubierto. Acusaban a Pablo de ser aquel que en realidad recogía el dinero por medio de Tito. Según ellos, ésta era la astucia de Pablo. Y Pablo, habiendo percibido una advertencia interna al respecto, envió más de una persona con Tito para que recaudaran el dinero. Él hizo esto para callar las lenguas difamadoras. Sin embargo, aunque Pablo actuó con cuidado, pensando de antemano, algunos corintios lo difamaron de todos modos.
De la experiencia de Pablo aprendemos que aunque los santos sean honestos, Satanás se esconde entre ellos. Satanás usa el dinero para perjudicar la situación entre los que ministran y los santos. Entre los distraídos corintios, algunos criticaban a Pablo de ser astuto en los asuntos monetarios.
En los versículos 17 y 18 Pablo pregunta: “¿Acaso he tomado ventaja de vosotros por alguno de los que os he enviado? Rogué a Tito, y envié con él al hermano. ¿Acaso se aprovechó de vosotros Tito? ¿No hemos procedido con el mismo espíritu y en las mismas pisadas?” En el versículo 18, la expresión “el mismo espíritu” denota nuestro espíritu regenerado, donde mora el Espíritu Santo. Este espíritu debe gobernarnos, regirnos, conducirnos, regularnos y guiarnos en nuestro andar cristiano (Ro. 8:4). Los apóstoles andaban en tal espíritu.
Lo que dice Pablo en los versículos 16, 17 y 18, nos ayuda a entender lo que algunos corintios decían acerca de Pablo y Tito. Ellos acusaban a Pablo de haberlos engañado, de haberles tendido una trampa, y de haberse aprovechado de ellos al mandar a Tito para que recogiera el dinero. Ciertamente el hecho de que Pablo tenía que escribir respecto a esas cosas no fue nada agradable para él. Tal vez nos parezca que palabras como éstas no deberían encontrarse en los escritos de un santo apóstol, de alguien a quien el Señor había encomendado un ministerio tan elevado.
En este pasaje de 2 Corintios, Pablo le practica una cirugía a la iglesia que estaba en Corinto. Él los abrió y les quitó las partes que estaban corruptas. La iglesia en Corinto estaba tan gravemente enferma que la medicina no la habría podido curar. Lo único que podía ayudarles era una intervención quirúrgica. Por tanto, Pablo, un cirujano espiritual, practicó una cirugía para sanar a la iglesia y restaurarla, recobrarla. Mientras que la relación entre los creyentes y el apóstol no se corrigiera, la iglesia seguiría enferma. Por tanto, se necesitaba una operación.
En este capítulo vemos cuán honesto era Pablo como siervo de Dios. Conforme al título de este mensaje, aquí vemos la vindicación que Pablo presenta acerca de su autoridad apostólica. De hecho, no me gusta usar la palabra vindicación. Probablemente Pablo no tenía el sentir de que se estaba vindicando. Por el contrario, él buscaba sanar a los corintios practicándoles una operación, es decir, extirpando del Cuerpo todo lo corrupto.
Creo que este mensaje puede ayudar a todos aquellos, particularmente a los jóvenes, quienes tienen un buen corazón para con el recobro del Señor. A su tiempo, los jóvenes estarán en las manos del Señor, y ciertamente les será necesario entender correctamente lo referente al dinero. Todos debemos aprender a no ser avaros, y a gastar lo que tenemos en los demás, aun a gastarnos nosotros mismos, nuestro propio ser. Debemos estar dispuestos a derramar todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— por el Cuerpo de Cristo. Entonces, lo que hagamos y lo que seamos será un beneficio para el Cuerpo. Cuando toquemos la obra del Señor en pro de Su Cuerpo, debemos tener una motivación pura y una actitud correcta. En lugar de buscar las posesiones de los demás, debemos buscarlos únicamente a ellos y desear ganarlos para el Cuerpo del Señor, y gastar del todo lo que somos y lo que tenemos por causa del Cuerpo. Entonces el Cuerpo será sanado, y nosotros seremos preservados.