Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de Apocalipsis»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 21

DIOS PRESERVA A SU PUEBLO

  En el libro de Apocalipsis hay numerosas inserciones, la primera de las cuales es el capítulo siete. Este capítulo no es la continuación del capítulo seis. Es una inserción entre los sellos seis y siete, que muestra cómo Dios cuida a Su pueblo mientras está a punto de traer juicio sobre la tierra. El capítulo ocho es la continuación del capítulo seis. Al final del capítulo seis tenemos el sexto sello, y al principio del capítulo ocho tenemos el séptimo sello. La apertura del séptimo sello dará comienzo a las siete trompetas, de las cuales las últimas tres constituyen la gran tribulación (Ap. 8:1-2). Antes que esto suceda, Dios sellará a los israelitas, a quienes El desea preservar (Ap. 7:3).

  Dios preservará a Sus dos pueblos, los israelitas y los redimidos. ¿Por qué se inserta precisamente aquí esta porción que trata de la preservación del pueblo de Dios? Porque en el sexto sello vemos la advertencia de la tribulación venidera. Como vimos, el quinto sello es el clamor de los santos martirizados pidiendo venganza, y el sexto sello es la respuesta de Dios a ese clamor, y a la vez es una advertencia para los moradores de la tierra de que la tribulación pronto vendrá. Desde la ascensión de Cristo, ha habido un gran número de terremotos y otras calamidades. Todas estas calamidades han sido naturales. Pero cuando se abra el sexto sello, las calamidades ya no serán naturales, sino sobrenaturales. Tanto las calamidades naturales como las sobrenaturales son el castigo de Dios sobre la tierra. Esta tierra rebelde merece el castigo de Dios, y la mano disciplinadora de Dios nunca ha sido quitada de la tierra. Hasta cierto grado, Dios castiga la tierra para lograr Su propósito. Desde la ascensión de Cristo, Dios ha estado castigando la tierra.

  Vemos un aspecto del castigo de Dios en la destrucción de la ciudad de Jerusalén por los ejércitos de Tito. Esa destrucción fue profetizada por el Señor Jesús en Mateo 24:2 donde, hablando del templo a Sus discípulos, les dijo: “¿Veis todo esto, verdad? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada”. Jerusalén fue destruida a manos de Tito por dos razones: porque la religión judía era rebelde a la economía de Dios y porque dicha religión ejercía una influencia negativa sobre la iglesia de Jerusalén. En Hechos 21 vemos cuánto influyó la antigua religión judía en la iglesia. En el año 70 d. de C. el Señor no pudo tolerar más la rebelión de dicha religión y su influjo sobre la iglesia; por eso envió los ejércitos romanos para destruir a Jerusalén y al templo. Esa destrucción fue un terrible castigo, que trajo hambre, plagas y muerte. Durante los siglos ha habido diversas calamidades naturales, y éstas han sido y serán usadas por Dios para castigar la tierra hasta que sea abierto el sexto sello.

  Cuando sea desatado el sexto sello, las calamidades naturales se convertirán en calamidades sobrenaturales. La tierra será sacudida, y el sol, la luna y las estrellas serán dañados. Estas calamidades serán el preámbulo del séptimo sello. Cuando el séptimo sello sea desatado, la situación será terrible y nadie podrá tolerarla. Poco después de la apertura del séptimo sello, sonará la primera trompeta, y “la tercera parte de la tierra” será quemada (8:7). Al sonido de la segunda trompeta, “la tercera parte del mar” se convertirá en sangre (8:8). Cuando se toque la tercera trompeta, una estrella grande caerá sobre “la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas”, y “la tercera parte de las aguas” se volverá ajenjo (8:10-11). Cuando suene la cuarta trompeta, “la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas” serán destruidas, de manera que se oscurecerá la tercera parte ellos (8:12). Dios hizo la tierra para que el hombre viviera en ella. Y el sol, la luna, y las estrellas ayudan a mantener vida en la tierra. Pero como los moradores de la tierra por siglos han sido tan arrogantes hacia Dios, vendrá el día cuando El no lo tolerará más y vendrá a juzgar la tierra, el mar, los ríos, el sol, la luna y las estrellas. La tierra es indispensable para la subsistencia humana, y todas las especies que hay en la tierra traen beneficio al hombre. Los animales, las plantas y los minerales son necesarios para la subsistencia del hombre. Estos no empezaron a existir por casualidad, sino que fueron diseñados y creados por Dios. Por ejemplo, no hay aire en la luna, pero sí en la tierra. Alrededor del globo terrestre hay una capa de aire que la Biblia llama firmamento o expansión (Gn. 1:7). La tierra es un planeta que tiene firmamento o atmósfera. Dios lo creó de tal manera que produjera el sustento para la vida humana. El aire, el sol y el agua son necesarios para la subsistencia del hombre. Después que Dios juzgue la tierra y el cielo, la tierra dejará de ser un lugar habitable para el hombre.

  En Mateo 24:6 y 7 el Señor profetizó que vendrían dos clases de guerras, a saber, guerras entre pueblos, y guerras de naciones contra naciones, o sea, guerras civiles y guerras internacionales. Después de la ascensión de Cristo, comenzaron estas guerras. El Señor también profetizó en Mateo 24 que habría “terremotos en diversos lugares” (v. 7). Un artículo reciente dice que cada año habría de cinco mil a seis mil terremotos con una intensidad entre dos y ocho en la escala de Richter. Este es el cumplimiento de la profecía de Dios. En dicha profecía el Señor parece estar diciendo: “No vivan en esta tierra tan complacidamente y sin ocuparse del propósito de Dios. Deben comprender que Dios tiene un propósito en esta tierra y que ustedes tienen que volverse a El para que Su propósito se cumpla”. Dios advertirá a la gente repetidas veces, usando guerras y terremotos, hasta que se abra el quinto sello, cuando las almas de los mártires ya no puedan tolerar la situación. Entonces los santos martirizados clamarán diciendo: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” (6:10). La respuesta de Dios viene en el sexto sello cuando la tierra es sacudida, y la multitud del cielo es destruida como una advertencia de la tribulación que está por venir. El sexto sello y las primeras cinco trompetas tienen una estrecha relación en cuanto al tiempo.

  Debemos considerar en este contexto el segundo capítulo de Joel, donde dice que ocurrirán ciertas cosas antes del día del Señor. Si uno lee las profecías del Nuevo Testamento a la par con las del Antiguo, verá que hay un período llamado el día del Señor. Este equivale a la gran tribulación. El día del Señor significa el día de Su ira, el día en El que viene a intervenir en el mundo usando calamidades sobrenaturales. El día del Señor será terrible. Muchos profetas del Antiguo Testamento mencionan el día del Señor, y todos ellos indican que será un día espantoso (Jl. 1:15; 2:1, 11, 31; 3:14; Zac. 14:1; Mal. 4:5). El sexto sello se abrirá antes del día del Señor, lo cual indica que se abrirá antes de la gran tribulación, la cual comenzará cuando suene la quinta trompeta. Las primeras cuatro trompetas son el preámbulo de la gran tribulación. Esto es similar a arrancar un automóvil. Primero se enciende el interruptor, el motor arranca, y entonces el automóvil echa a andar. De igual manera, después de la advertencia del sexto sello, las primeras cuatro trompetas serán el preludio de la gran tribulación. Pero igual que el automóvil que está calentando el motor y todavía no se mueve, estas trompetas son la preparación para la gran tribulación. No obstante, estas trompetas causarán sufrimientos severos. El daño causado a la tierra, a las aguas y a la multitud del cielo será mayor que el daño causado por el terremoto del sexto sello. Desde la apertura del sexto sello, no habrá nada bueno para el hombre en la tierra.

  El Nuevo Testamento indica que los primeros vencedores, tales como el hijo varón y las primicias, serán quitados de la tierra poco antes de que se abra el sexto sello. Sin embargo, no podemos precisar con exactitud el momento en que esto ocurrirá. Pero según Apocalipsis, Mateo y otras porciones de la Palabra, podemos decir que la primera clase de arrebatamiento, el del hijo varón y las primicias, sucederá antes de que se abra el sexto sello. Recuerde que el Señor prometió a la iglesia que estaba en Filadelfia que a ellos los guardaría de la hora de la prueba que vendría sobre toda la tierra habitada (3:10). Los que aman y buscan al Señor serán tomados de la tierra antes de la apertura del sexto sello. Inmediatamente después, tenemos el capítulo siete, una inserción que revela que antes de la gran tribulación Dios hará dos cosas para preservar a Su pueblo: sellará el remanente escogido de Israel y comenzará el arrebatamiento de los redimidos, la iglesia.

I. EL REMANENTE ESCOGIDO DE ISRAEL ES SELLADO

  Apocalipsis 7:1 dice: “Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol”. Esta es la inserción que aparece entre el sexto sello y el séptimo, la cual muestra la manera en que Dios cuida a Su pueblo mientras está a punto de ejecutar Su juicio sobre la tierra. Los vientos a los que aquí se hace alusión traen el juicio de Dios (Jon. 1:4; Is. 11:15; Jer. 22:22; 49:36; 51:1). El versículo siguiente dice: “Vi también a otro Angel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado potestad para hacer daño a la tierra y al mar”. Este Angel, así como el mencionado en 8:3, 10:1 y 18:1, es Cristo. En el Antiguo Testamento, Cristo era llamado “el Angel de Jehová”; ese Angel era Dios mismo (Gn. 22:11-12 Ex. 3:2-6; Jue. 6:11-24; Zac. 1:11-12; 2:8-11; 3:1-7). Aquí en el Nuevo Testamento otra vez se le menciona como un ángel.

  Aunque amo a Israel, siento tristeza por ellos, porque de acuerdo con la profecía y la condición actual de ellos, han regresado en incredulidad a su patria. Continúan aferrados a su antigua religión, y no creen en Dios según Su economía neotestamentaria. En realidad están en rebeldía contra Dios. Cuando el Señor Jesús vino, Dios cambió la dispensación, de la observancia de la ley a la fe en el Señor Jesús. Los judíos no aceptaron este cambio y no quisieron dejar la observancia de la ley ni creer en el Señor Jesús. En esto consistió su rebelión, su obstinación y su desobediencia. Dios los ha tolerado durante siglos, y en Su soberanía los ha restaurado y los ha establecido nuevamente como nación, pero ellos persisten en su incredulidad. No creen en el Señor Jesús. Según fuentes fidedignas, el gobierno de Israel está haciendo lo posible por excluir cualquier tipo de actividad cristiana. No quieren que ningún misionero cristiano realice ninguna obra misionera. Las profecías relacionadas con Israel indican que ellos permanecerán en incredulidad hasta el último día. Sin embargo, Dios es soberano y siempre cuidará de la nación de Israel, no por causa de ellos, sino por causa de la economía de Dios. El sabe que entre los judíos incrédulos hay algunos fieles, y los sellará antes de juzgar la tierra con calamidades sobrenaturales.

A. Antes de que suenen las primeras cuatro trompetas

  La primera trompeta dañará la tierra y los árboles (8:7); la segunda trompeta dañará el mar (8:8, 9); la tercera trompeta dañará los ríos (8:10, 11), y la cuarta trompeta dañará los cuerpos celestes (8:12). Antes de la ejecución de las primeras cuatro trompetas, Dios sellará a los israelitas escogidos para preservarlos de las calamidades sobrenaturales que vendrán cuando se toquen estas cuatro trompetas.

B. Preserva el remanente en la tierra especialmente del tormento de la quinta trompeta

  Las primeras cuatro trompetas dañarán solamente la tierra, el mar, los ríos y la multitud del cielo. La quinta trompeta atormentará a los hombres directamente. El sello de los israelitas escogidos de Dios tiene como fin especial protegerlos del tormento de la quinta trompeta (9:4).

C. Doce mil de cada una de las doce tribus son sellados

  En Apocalipsis 7:4-8 vemos que Dios sellará a ciento cuarenta y cuatro mil “de todas las tribus de los hijos de Israel”, doce mil de cada una. Estos son los israelitas que guardarán los mandamientos de Dios durante la gran tribulación (12:17; 14:12). Un total de ciento cuarenta y cuatro mil israelitas fieles serán sellados en sus frentes. No sé en qué consiste este sello; será una marca que podrán reconocer los ángeles enviados a juzgar la tierra. Esta es la manera en que Dios preserva a Sus israelitas escogidos mientras ejecuta Su juicio sobre la tierra.

D. José obtiene una doble porción

  En los versículos 6 y 8 vemos que José obtiene una doble porción (cfr. 1 Cr. 5:1, 2; Ez. 48:4, 5). Debido a que José (Gn. 48:8) y Manasés, uno de los dos hijos de José (v. 5), representan a dos tribus diferentes, José aún tendrá la doble porción que corresponde al primogénito (1 Cr. 5:1-2), durante el milenio (Ez. 48:4-5).

  Rubén era el primogénito de Israel, pero perdió su primogenitura por causa de su pecaminosidad, mientras que Judá prevaleció sobre sus hermanos (1 Cr. 5:1-2). Por eso aquí se menciona primero la tribu de Judá.

E. Dan no se menciona

  En Apocalipsis 7 no se menciona a Dan. Y en los capítulos del dos al nueve de 1 Crónicas, se omite la tribu de Dan debido a su idolatría (Jue. 18:30-31; 1 R. 12:29-30; 2 R. 10:29; cfr. Gn. 49:17). Sin embargo, Dan será contado de todos modos durante el milenio (Ez. 48:1) debido a la bendición de Jacob que estaba sobre él, la cual fue dada para que, mediante la salvación provista por el Señor, Dan fuera incluido de nuevo entre las tribus de Israel (Gn. 49:16-18).

II. EL ARREBATAMIENTO DE LOS REDIMIDOS, LA IGLESIA

  Además del remanente escogido de Israel, Dios tiene otro pueblo, los santos redimidos, la iglesia (7:9-17). En esta inserción tenemos una visión que nos muestra la manera en que Dios preserva a Sus santos redimidos en medio de las tribulaciones. Dios preserva a Su remanente escogido, los hijos de Israel, sellándolos y dejándolos en la tierra. Los israelitas son el pueblo terrenal de Dios, y los cristianos son el pueblo celestial de Dios. Dios le prometió a Abraham multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar (Gn. 22:17). El pueblo celestial, los cristianos, son las estrellas, y el pueblo terrenal, los israelitas, son la arena de la orilla del mar. Para preservar al pueblo terrenal de Dios, El los sella y los mantiene en la tierra; no los llevará a los cielos. Sin embargo, la manera en que Dios preserva a Sus santos redimidos no consiste en mantenerlos en la tierra, sino en llevárselos por medio del arrebatamiento. El arrebatamiento no va a ocurrir una sola vez ni habrá una sola clase de arrebatamiento. Hay por lo menos dos o tres clases de arrebatamientos. Finalmente, todos los santos redimidos que haya en la iglesia serán arrebatados de la tierra al cielo. La inserción añadida en esta visión acerca de la iglesia nos presenta una vista panorámica que se extiende desde el momento del arrebatamiento hasta la eternidad. En otras palabras, el capítulo siete de Apocalipsis concluye con la eternidad. En la eternidad toda la iglesia estará bajo el cuidado de Dios y bajo el pastoreo del Cordero.

A. Comienza antes de que se abra el sexto sello

  El arrebatamiento de los redimidos de Dios empezará con los primeros vencedores, que son el hijo varón, mencionado en 12:5, y las primicias de 14:1-6. Esto debe de ocurrir antes de la apertura del sexto sello, debido a que éste dará comienzo a las calamidades sobrenaturales que Dios trae como “la prueba que ha de venir sobre toda la tierra habitada, para probar a los que moran sobre la tierra” (3:10). El arrebatamiento de los santos que Dios redimió continuará con los dos testigos en 11:12, los vencedores tardíos en 15:2, y la cosecha en 14:14-16 (la mayoría de los creyentes que pasarán por la mayor parte de la gran tribulación), hasta que todos los santos sean arrebatados para que puedan participar del cuidado de Dios y del pastoreo del Cordero por la eternidad.

B. Una multitud grande e incontable

  El versículo 9 dice: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar”. Esta incontable multitud consta de los redimidos que vivieron en todas las generaciones y que proceden de todas las naciones, los cuales constituyen la iglesia (5:9; Ro. 11:25; Hch. 15:14, 19).

C. De toda nación, tribu, pueblo y lengua

  Esta gran multitud consta de los que fueron comprados con la sangre del Cordero de toda nación, tribu, pueblo y lengua (7:9; 5:9) para ser los constituyentes de la iglesia.

D. Salen de la gran tribulación, y llevan palmas en las manos

  Hablando de la gran multitud a la que alude el versículo 9, uno de los ancianos dice: “Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (v. 14). Esta gran tribulación es diferente a la mencionada en Mateo 24:21. La gran tribulación de la que aquí se habla es la tribulación en sentido general. Todos los redimidos del Señor han pasado por ciertas tribulaciones, sufrimientos, persecuciones y aflicciones. Ningún cristiano puede evitar estas cosas. En nuestro espíritu somos personas gozosas, mas en la vida diaria somos un pueblo sufrido. Pero un día saldremos triunfantes de la gran tribulación y estaremos en pie delante del trono y delante del Cordero. Todos los que constituyen la gran multitud mencionada en este capítulo tienen palmas en sus manos, lo cual significa que obtuvieron la victoria sobre la tribulación (cfr. Jn. 12:13), a través de la cual pasaron por la causa del Señor (v. 14). Las palmas también son una señal de la satisfacción que proviene de las fuentes de agua (Ex. 15:27). Las ramas de palmera se usaban durante la fiesta de los Tabernáculos, en la cual el pueblo de Dios, al ser satisfecho, se regocijaba y se deleitaba (Lv. 23:40; Neh. 8:15). La fiesta de los Tabernáculos era el tipo y tendrá cumplimiento en esta gran multitud de redimidos, los cuales disfrutarán la fiesta eterna de Tabernáculos. Esta multitud “florecerá como la palmera” en el templo de Dios (Sal 92:12-13).

E. En pie delante del trono y del Cordero

  “En pie delante del trono” indica que la gran multitud de los redimidos fue arrebatada a la presencia de Dios. “En pie ... delante del Cordero” corresponde a “en pie delante del Hijo del Hombre” (Lc. 21:36) donde se hace referencia claramente al arrebatamiento. Esto se menciona inmediatamente después de la apertura del sexto sello, lo cual da a entender que el arrebatamiento de los creyentes comenzará antes del sexto sello. Lo narrado en los versículo del 9 al 17 contiene una escena general que va desde el arrebatamiento de los creyentes hasta el deleite que tendrán en la eternidad.

F. Vestidos de vestiduras blancas lavadas en sangre

  En el versículo 9 vemos que esta gran multitud está “vestida de vestiduras blancas”, porque “han lavado sus vestiduras, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (v. 14). La expresión en plural “vestiduras” representa la justicia de su conducta. El color blanco indica que su conducta es pura y aprobada por Dios mediante la sangre del Cordero.

G. Alaban a Dios y al Cordero

  El versículo 10 dice: “Y claman a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”. El gran clamor que sólo menciona la salvación indica que los que alaban son los salvos. La gran multitud, los salvos, están agradecidos con Dios por la salvación.

H. Sirven a Dios día y noche en Su templo

  El versículo 15 dice: “Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en Su templo”. Esta gran multitud ha salido de la gran tribulación y ha entrado en un estado celestial, en el templo de Dios, donde le sirve día y noche.

I. Dios extiende Su tabernáculo sobre ellos

  El versículo 15 también dice que “Aquel que está sentado sobre el trono extenderá Su tabernáculo sobre ellos”. La gran multitud disfrutará a Dios y Su cuidado. El extenderá Su tabernáculo sobre ellos, lo cual significa que hará de Su morada la morada de ellos. Dios hará morar a Sus redimidos consigo. En el más positivo de los sentidos, Dios mismo será nuestra morada, nuestro tabernáculo. Mientras se extiende como tabernáculo sobre nosotros, le disfrutamos plenamente. Cristo es el tabernáculo de Dios (Jn 1:14), y la Nueva Jerusalén, el agrandamiento de Cristo, será el tabernáculo eterno de Dios (21:2, 3), donde todos los redimidos morarán con El eternamente. Dios los cubrirá consigo mismo corporificado en Cristo. Cristo como corporificación de Dios será el tabernáculo de ellos. El cuadro descrito en los versículos del 15 al 17, es similar al que vemos en 21:3, 4 y 22:3-5, el cual perdurará por la eternidad.

J. El Cordero los pastorea y los guía a fuentes de aguas de vida

  En los versículo 16 y 17 dice: “Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida”. Aquí vemos que el Cordero los pastorea y los guía a manantiales de aguas de vida. El pastorear incluye dar el alimento. Al ser pastoreado por Cristo “nada me faltará” (Sal. 23:1). El Cordero también nos guiará a manantiales de aguas de vida. En la eternidad beberemos de muchos manantiales y disfrutaremos muchas aguas diversas. ¡Que bueno!

K. Dios enjugará toda lágrima de sus ojos

  El versículo 17 también dice que “Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”. Las lágrimas son muestra de tristeza. Las aguas de vida producen satisfacción. Los redimidos no derramarán lágrimas debido a que el Cordero les proveerá aguas de vida que les satisfará. Las aguas de vida serán suministradas, y las lágrimas serán enjugadas. No habrá lágrimas ni hambre ni sed; sólo habrá deleite.

L. Los ángeles, los ancianos y los cuatro seres vivientes alaban a Dios

  Los versículos 11 y 12 dicen: “Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén”. Esto es similar a lo dicho en Lucas 15:7: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente...” Aquí los ángeles dicen “Amén” a las alabanzas que profieren los redimidos por la salvación.

  En este capítulo vemos cómo Dios cuida a Su pueblo mientras se prepara para juzgar la tierra. El sellará a Su pueblo terrenal y se llevará a Su pueblo celestial. El remanente escogido de Israel es sellado, pero los creyentes son regenerados ya que Dios se ha depositado como vida en ellos. El no pone una simple marca en nuestra frente; El se imparte como vida en nosotros. Es por eso que nosotros no somos Su pueblo terrenal, sino Su pueblo celestial. ¿Qué prefiere usted ser un cristiano regenerado o un israelita sellado? Nosotros los cristianos no tenemos este sello, pero tenemos a Dios en nosotros, lo cuál es mucho mejor. A diferencia del remanente de Israel, nosotros no permaneceremos en la tierra. Seremos preservados siendo arrebatados a la presencia de Dios. Estaremos en esa condición disfrutando el cuidado eterno de Dios y el pastoreo eterno del Cordero. ¡Que agradable será! El remanente escogido de Israel será el pueblo bueno, pero nosotros seremos el mejor pueblo.

  No obstante, si queremos ser arrebatados a la presencia de Dios, tenemos que estar maduros. Si aún estamos tiernos e inmaturos, Dios no nos llevará consigo. Nos dejará en el campo para que suframos hasta madurar. Pese a que toda la iglesia será arrebatada, de todos modos hay una condición, estar maduros. Todos tenemos que madurar. Este es el requisito para que Dios nos arrebate de esta tierra. Esto se revela detallada y adecuadamente en Apocalipsis. En el capítulo catorce, por ejemplo, podemos ver claramente las primicias y la cosecha. En ese pasaje se nos dice explícitamente que la cosecha viene después que el campo está maduro. De manera que todos tenemos que crecer. Cuando una persona está en una religión, no puede crecer debido a que allí no hay alimento. En cierto sentido, allí ni siquiera se tiene un campo. El único campo donde los cristianos pueden crecer es la iglesia, puesto que en ella está el pasto, Cristo, con el cual el rebaño se alimenta y así recibe la nutrición que necesita para crecer. Por la gracia soberana del Señor, disfrutamos este pasto. Todos podemos testificar que desde que vinimos a la vida de la iglesia, estamos en los prados tiernos y verdes. Día tras día comemos en los prados verdes, que son Cristo. Aquí en la vida de la iglesia nos alimentamos de Cristo y crecemos. Aquí ingerimos todo el alimento tierno. Gracias damos al Señor porque crecemos día tras día. Alabamos al Señor porque estamos creciendo y porque El nos está preparando para nuestro arrebatamiento. No esperamos pasar por la tribulación. Estamos creciendo, y este crecimiento nos llevará a la madurez, al arrebatamiento y a entrar en Su presencia. Un día estaremos allá.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración