Mensaje 37
En Ap. 12 se presentan tres figuras sobresalientes: la mujer, el hijo varón y el gran dragón escarlata. A través de los siglos ha habido guerra entre la mujer y la serpiente. De hecho, la batalla no la ha peleado la mujer, sino el hijo varón. Este capítulo abarca todas las generaciones a partir de Génesis 3:15, hasta el final de esta era. Pero presta especial atención al cuadro de la actividad de Satanás durante los últimos tres años y medio. Esta guerra empezó en Génesis 3:15, y llegará a su consumación en los últimos tres años y medio. La mujer, junto con el hijo varón, y la serpiente, la cual se hizo un gran dragón, pelearán hasta el día que resuciten los vencedores que hayan muerto. Cuando todos los vencedores que murieron sean resucitados como una sola entidad, el hijo varón tendrá plena existencia. Esta entidad, que es la parte fuerte del pueblo de Dios, será arrebatada antes de la gran tribulación, no a los aires, sino al trono de Dios. Después del arrebatamiento del hijo varón, vendrán los últimos tres años y medio, o sea los últimos mil doscientos sesenta días.
Después de ser arrebatado el hijo varón al trono de Dios, habrá guerra en los cielos. Esto indica que los santos vencedores ejercerán una gran influencia en la guerra que estallará en los cielos. Esta guerra sólo comenzará cuando los santos vencedores sean resucitados y arrebatados. Después de esto, se librará una guerra entre Satanás y sus ángeles y el arcángel Miguel y sus ángeles. (Antes de la caída de Satanás, él también era un arcángel). Después de ser arrebatado el hijo varón al trono de Dios, no quedará lugar para el dragón, pues será derrotado y arrojado a la tierra. Cuando éste descienda a la tierra, comenzará la gran tribulación. Durante este lapso, el dragón hará lo posible por destruir al hombre que Dios creó para que llevara a cabo Su propósito. Dios no ha tenido la forma de arrojar de los cielos a Satanás debido a que hasta el momento no ha obtenido al hijo varón. Dios necesita que un hombre corporativo logre esto por El.
El cuadro de Apocalipsis 12, que se centra en los últimos tres años y medio, presenta un panorama completo de la enemistad entre la serpiente y la mujer. Cuando Satanás haya sido arrojado a la tierra, causará gran daño a la mujer, la cual todavía estará en la tierra. En este mensaje vamos a ver lo relacionado con el gran dragón escarlata y la persecución que lleva a cabo.
El versículo 3 dice: “También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas”. La serpiente es insidiosa, mientras que el dragón es cruel.
El versículo 3 dice que el dragón es grande. En Génesis 3, Satanás era una serpiente, una criatura pequeña. Aquí se ha convertido en un dragón, mucho más grande que una serpiente. La serpiente ha crecido al punto de ser un dragón debido a que ha comido mucho a través de los siglos.
Este gran dragón es de color escarlata. El escarlata denota aquí el derramamiento de sangre, es decir, los homicidios cometidos por Satanás (Jn. 8:44). Abel fue el primero en ser hecho mártir a manos del dragón. En Mateo 23:35 el Señor Jesús habló de la sangre de Abel el justo. El dragón además de ser grande por haber comido, también es escarlata por haber dado muerte a muchos vencedores a través de los años.
El gran dragón escarlata tiene siete cabezas, que son los siete césares del Imperio Romano (13:1; 17:10-11). Cuando lleguemos a 13:1, veremos que éstas son las siete cabezas de la bestia y que la bestia no sólo es el Imperio Romano sino también el anticristo. En Apocalipsis 17:9-10 se nos dice que las siete cabezas son los siete césares. El hecho de que el dragón tenga siete cabezas, las cuales son las cabezas de los siete césares y de la bestia, indica que el dragón y la bestia son uno. Esto significa que los siete césares del Imperio Romano son las cabezas de Satanás. Con esto vemos que el Imperio Romano, especialmente el anticristo, es la corporificación de Satanás.
El dragón también tiene diez cuernos. Según Apocalipsis 17:3 y 10, estos diez cuernos serán diez reyes que seguirán al anticristo. En el futuro, el Imperio Romano será restaurado y estará conformado por diez reyes. Estos equivalen a los diez dedos de los pies de la imagen que vio Nabucodonosor en su sueño (Dn. 2:42-44). El Imperio Romano, igual que las dos piernas de esta gran imagen, se dividió en dos secciones, el Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente. Los diez dedos, que todavía no han venido, serán los diez reyes que estarán bajo la autoridad del anticristo. Ellos serán los diez cuernos del gran dragón. Esto indica que el Imperio Romano, el anticristo y los diez reyes serán uno con Satanás.
Sobre las siete cabezas del dragón hay siete diademas, lo cual denota la gloria del reinado de los siete césares. Estos césares tienen un reinado extraordinario. Este reinado es su corona. Las coronas de los siete césares también son las coronas del dragón puesto que ellos son uno con Satanás. Cada uno de estos césares se adjudica divinidad, afirma ser Dios, y obliga a la gente a adorarlo como si fuesen Dios. Al hacer eso, están en unión con Satanás.
El versículo 4 dice: “Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra”. “Las estrellas del cielo” equivalen a los ángeles (Job 38:7; Is. 14:12). “La tercera parte de las estrellas del cielo” debe de referirse a los ángeles caídos que siguieron a Satanás en su rebelión contra Dios. Satanás los arrastra consigo. Después de ser arrebatado a los cielos el hijo varón, no tolerará la presencia de Satanás en los cielos. Entonces el cielo será despejado, y Satanás será arrojado a la tierra. Cuando Satanás sea arrojado a la tierra, todos los ángeles caídos serán lanzados con él (v. 9). En ese entonces, la tierra se llenará de ángeles que dañarán la morada del hombre rebelde. ¡Qué horrendo lugar será! No desearía estar en la tierra en ese entonces.
El dragón siempre arrastra cosas por naturaleza. Cualquier cosa que arrastre en la vida de la iglesia es una señal del dragón. El dragón no sólo arrastra a los ángeles, sino también, en ocasiones, a los santos.
El versículo 4 dice que “el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como lo diese a luz”. Puesto que Satanás se para delante de la mujer vemos que él siempre está en contra del pueblo de Dios. Desde Génesis 3:15 hasta el presente, Satanás ha estado continuamente peleando contra la mujer, con la intención de devorar a su hijo. Durante los últimos tres años y medio, Satanás se opondrá a esa parte del pueblo de Dios que quedará en la tierra durante la gran tribulación.
No acepte la enseñanza errónea de que todos los cristianos serán arrebatados antes de la gran tribulación. No hay ningún versículo que respalde tal cosa. He estado estudiando este asunto del arrebatamiento durante cincuenta años. En mi estudio he descubierto que las enseñanzas cristianas profundas y ortodoxas concuerdan en que no es correcto el concepto de que todos los cristianos serán arrebatados antes de la gran tribulación y que ningún creyente pasará por la gran tribulación. Tal concepto es una enseñanza errónea. Si usted lo recibe, es posible que sea dejado en la gran tribulación. En Apocalipsis 12:5 vemos que el hijo varón será arrebatado para Dios antes de los últimos tres años y medio. Después del arrebatamiento del hijo varón, el resto de la descendencia de la mujer, que consta de los judíos que guardan los mandamientos de Dios y de los cristianos que tienen el testimonio de Jesús, será dejada sobre la tierra. Por un lado, el hijo varón será arrebatado antes de los tres años y medio y, por otro, la descendencia de la mujer, incluyendo tanto a los judíos como a los cristianos, será dejada y pasará por la mayor parte de la gran tribulación. Después de que Satanás sea arrojado a la tierra, hará todo lo posible por perseguir al pueblo de Dios que quede en la tierra después de ser arrebatado el hijo varón.
La serpiente antigua es astuta y engañosa. Cuando la Biblia habla de la serpiente, se refiere al insidioso (Gn. 3:1). En Apocalipsis 12 la serpiente no es nueva, pues tiene casi seis mil años; es bastante antigua.
El versículo 9 dice que el dragón escarlata es llamado el diablo. La palabra griega traducida “diablo” es diabolos, que significa acusador, calumniador. El diablo nos acusa delante de Dios y de los hombres. El diablo acusó a Job (Job 1:9; 2:4-5) y a Josué (Zac. 3:1-2), y ahora nos acusa a nosotros, los creyentes, “delante de Dios”, “día y noche” (v. 10). El diablo no sólo nos acusa delante de Dios, sino que también calumnia a Dios al dirigirse a nosotros. Cuando el diablo va a Dios, nos acusa delante de El. Pero cuando viene a nosotros, difama a Dios ante nosotros. No crean que esta calumnia es evidente, pues con frecuencia difama a Dios sutilmente. Por ejemplo, él puede difamar a Dios suscitando dentro de usted el interrogante: “¿Por qué me hace Dios esto a mí?”. Esta pregunta es una especie de calumnia. Algo dentro de usted puede preguntarle a Dios por qué lo trata a usted así. No crea que esto provino de usted. No, son palabras que Satanás profiere dentro de usted. Además cualquier pregunta que ponga en tela de juicio la palabra de Dios expresada en la Biblia, es una calumnia. Si usted recibe una pequeña calumnia, el diablo le dará una mayor. Luego usted dirá que probablemente Dios no es fiel. ¡Qué calumnia tan terrible! El título asignado al diablo indica que él es el acusador y el difamador.
El gran dragón también es llamado Satanás (12:9). La palabra griega que se traduce “Satanás” significa “adversario”. Satanás no solamente es el enemigo que está fuera del reino de Dios, sino también el adversario que se opone a Dios desde dentro del reino. El enemigo denota el oponente que está fuera del dominio de Dios; mientras que el adversario implica un enemigo que está dentro del dominio de Dios. Satanás estaba antes dentro del dominio de Dios. Por consiguiente, él era y sigue siendo el adversario. ¿Dónde está este adversario? Está dentro de usted. El no sólo es el enemigo que está afuera, sino también el adversario de adentro. Es fácil defenderse en contra de un enemigo, pero es difícil defenderse de un adversario, puesto que éste opera dentro de uno. El adversario está en la casa de uno.
Ustedes deben estar conscientes de que este adversario está dentro de ustedes. Muchas veces él se hace pasar por ustedes. Usted puede haber pensado que cierta acción provino de usted, sin percatarse de que en realidad provenía de él. Cuando usted comete un error, no debe culparse tanto. Más bien, debería decir: “Satanás, tú tienes la culpa, pues esto no provino de mí, sino de ti”. ¿Se atreve usted a decirle eso a Satanás? Tal vez no tenga la osadía de decirlo porque usted mismo está engañado. Antes de 1936, yo estuve engañado once años. Cuando me llegaban pensamientos sucios, yo los confesaba, y le decía al Señor que yo era muy malvado, y entonces le pedía que me perdonara. Pero cuanto más confesaba estas cosas, más venían esos pensamientos inmundos. En cierta ocasión, en 1936, vi que estaba equivocado. Estos pensamientos no eran míos; eran pensamientos del maligno. A partir de entonces, no volví a confesar esas cosas. Más bien digo: “Satanás, llévate tus pensamientos. Me rehúso a ser engañado. Este pensamiento no es mío; es tuyo. Tíralo lejos. Satanás, tienes que ser condenado”. No sea bondadoso con Satanás y no deje que él lo engañe. Sea osado y háblele de esta manera. Satanás está dentro de usted. Es por eso que se hace pasar por usted. De modo que debe decirle: “Satanás, este no soy yo, eres tú. No me importa si estás fuera de mí o dentro, tú eres tú. Eres el adversario”. Aprenda a decirle esto a Satanás. No se deje engañar siendo inducido a creer que usted es así de malvado. Satanás es el maligno, no usted. Antes de arrepentirnos, no reconocíamos que éramos malos. Eramos altivos y decíamos: “No soy pecador; yo soy perfecto”. Pero después de arrepentirnos, de ser salvos y de recibir la gracia, el adversario vino a nosotros sutilmente y nos hizo creer que éramos terriblemente sucios y malignos. Esta idea proviene del adversario.
En muchos años no me di cuenta de la diferencia entre el enemigo y el adversario. Satanás como adversario está aun en la iglesia y se hace pasar por algo que no es. En Mateo 16:22 vemos que Pedro fue engañado. Pensó que era él quien estaba hablando, pero en realidad era Satanás. El Señor puso de manifiesto al adversario diciendo: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás!” (16:23). Del mismo modo, en nuestro caso, muchas veces nosotros no somos los autores de ciertas cosas que hacemos; es Satanás, el adversario, quien las realiza.
El versículo 9 dice que el gran dragón, el cual se llama el diablo y Satanás, “engaña a toda la tierra habitada”. Nadie está exento; él los ha engañado a todos. Todos los moradores de la tierra, desde el más importante hasta el más humilde, y desde el más grande hasta el más pequeño, son engañados por Satanás. Si queremos saber qué es el gran dragón, debemos conocer todos estos aspectos de él.
Debemos ver ahora en qué consiste la persecución del dragón. El versículo 13 dice: “Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón”. El dragón será arrojado del cielo a la tierra (vs. 9-10, 13). Como vimos, esto no ha sucedido todavía, porque el hijo varón no ha nacido ni ha sido arrebatado a los cielos. Pero un día el hijo varón resucitará y será arrebatado, y Satanás será arrojado.
Cuando Satanás sea lanzado a la tierra, se dará cuenta de que “tiene poco tiempo” (v. 12). El poco tiempo al que aquí se alude será el lapso de tres años y medio de la gran tribulación (v. 14; 13:5; 11:2).
El dragón también tendrá gran ira (v. 12). Estará furioso por haber perdido su territorio en los cielos y en los aires. El será arrojado y quedará limitado a la tierra. Esto lo hará enfurecerse.
El dragón perseguirá a la mujer que dio a luz al hijo varón. Satanás concentrará su odio en el pueblo de Dios. Por esta causa, les animo a prepararse para estar entre los vencedores. De no ser así, serán parte de la mujer que es dejada y tiene que pasar por la mayor parte de los últimos tres años y medio. Durante ese tiempo, ustedes tendrán que hacerle frente al dragón enfurecido.
El versículo 15 dice: “Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por la corriente”. Esta agua representa los ejércitos que serán enviados por Satanás a destruir al pueblo de Dios (Is. 8:7-8; 17:12-13; Jer. 46:7-9; 47:2-3). Satanás hablará a los reyes de la tierra para que reúnan sus ejércitos con el fin de perseguir al pueblo de Dios. Tres espíritus inmundos semejantes a ranas saldrán de la boca del dragón, de la bestia, y del falso profeta (16:13). Estos espíritus inmundos “van a los reyes de toda la tierra habitada, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (16:14). Estos espíritus inducirán a los reyes rebeldes a que envíen sus ejércitos a perseguir al pueblo de Dios, que se compone de los judíos leales y de los cristianos fieles. Si usted es dejado aquí y pasa por la gran tribulación, tendrá que sufrir esto.
El versículo 17 dice: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús”. El resto de la descendencia de la mujer denota al pueblo de Dios que no es el hijo varón. Entre ellos, algunos serán judíos “que guardan los mandamientos de Dios”, y otros serán creyentes que “tienen el testimonio de Jesús”. Satanás no sólo perseguirá a la mujer, sino que también hará guerra contra el resto de la descendencia de ella, con la parte débil de ella.
Leemos en el versículo 14: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar”. La gran águila representa a Dios, y las dos alas simbolizan el poder de rescate que Dios tiene (Ex. 19:4; Dt. 32:11-12). Del mismo modo que Dios libró a los hijos de Israel de la persecución de Faraón, asimismo librará a Su pueblo de la persecución de Satanás durante la gran tribulación. El Dios poderoso dará a Su pueblo la fuerza divina para escapar de la persecución de Satanás.
Algunos podrían preguntarse qué es el desierto. No puedo responder a esa pregunta con exactitud, pero tengo una idea de lo que podría ser. No quisiera dar una interpretación a este versículo, pero estoy dispuesto a compartir con ustedes lo que yo entiendo que es el desierto. Desde los comienzos de la historia de los Estados Unidos, éste ha sido un país al cual han podido escapar muchas personas que han deseado tener la libertad de seguir a Dios según El las guíe. Ya conocemos la historia del Mayflower [la embarcación en que llegaron a Estados Unidos los primeros Puritanos]. Los peregrinos vinieron a este país huyendo de la persecución. Durante más de trescientos años, Estados Unidos ha sido un lugar de refugio que Dios ha usado para los que logran escapar de otros países. El símbolo de este país es el águila. Cuando venga la persecución, muchos del pueblo de Dios podrán escapar a los Estados Unidos por avión. ¡Aleluya! Habrá un desierto sobre la tierra para los refugiados de Dios. Hasta el día de hoy Estados Unidos sigue siendo un lugar de refugio para los que escapan.
Vimos que el dragón arrojará “de su boca, tras la mujer, agua como un río”. En el versículo 16 leemos: “Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca”. En ese entonces, igual que en Números 16:31-33, la tierra abrirá la boca y se tragará los ejércitos enviados por Satanás. Esto significa que durante esos tres años y medio habrá muchos terremotos. Dios hará que los terremotos abran la boca de la tierra y se traguen los ejércitos que Satanás habrá enviado. Más nos vale no estar en la tierra en ese tiempo. Más bien, debemos observar tales acontecimientos desde los cielos. Cuando Dios envíe los terremotos durante la gran tribulación, la tierra ya no será un buen lugar para vivir en paz. Dios sacudirá la tierra, no sólo como advertencia para sus moradores, sino también para que se trague los ejércitos de Satanás. Este enviará ranas para incitar a los reyes de la tierra a que manden sus ejércitos, pero Dios moverá Su dedo meñique y sacudirá la tierra para que se trague a los ejércitos. Esta será la manera en que Dios resolverá tal situación.
En el versículo 6 dice: “Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días”. Además, el versículo 14 dice que la mujer volará al desierto, a un lugar preparado para ella, “donde será sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”, o “mil doscientos sesenta días”, que son los tres años y medio de la gran tribulación. Dios la sustentará antes de introducir a Su pueblo en el reino milenario. El caso es similar al tiempo cuando Faraón perseguía a los hijos de Israel, y cuando Dios sacó a Su pueblo al desierto, donde lo sustentó antes de introducirlo en la buena tierra. Estados Unidos es un país con tanta abundancia de comida que podría alimentar una gran población. Ningún país del mundo produce tanta comida como los Estados Unidos. ¡Alabado sea el Señor que habrá un lugar de sustento en la tierra!
Hemos visto un panorama de los días que vendrán. A partir de Génesis 3:15, tanto la mujer como la serpiente han existido y han estado en guerra entre sí. A lo largo de los años, esta pelea ha aumentado y se ha intensificado, y continuará hasta que los santos que murieron como mártires resuciten y sean arrebatados a los cielos como el hijo varón. Cuando ellos lleguen al trono, dirán: “Satanás, aquí estamos. Puesto que nosotros estamos aquí, tú tienes que irte, tienes que descender a la tierra”. Entonces el arcángel Miguel y sus ángeles guerrearán contra el dragón y sus ángeles. El dragón será arrojado a la tierra, y comenzará la gran tribulación. Durante ese tiempo, el dragón perseguirá al pueblo de Dios que quede en la tierra y hará guerra contra este pueblo. Estos serán los últimos tres años y medio. Pero Dios seguirá siendo soberano. Por un lado, hará que la tierra se trague a los ejércitos de Satanás; y por otro, proveerá la manera de escapar y sustentará a Su pueblo en un lugar especial. Dios preservará a Su pueblo. Pero yo no quisiera tener que disfrutar de dicha preservación. Prefiero ser arrebatado antes de la gran tribulación. ¿Qué prefiere usted? Gloria al Señor por este cuadro tan detallado de los días venideros.