Mensaje 1
El libro de Colosenses revela a Cristo de una manera más completa que cualquier otro libro de la Biblia. A pesar de ser breve, esta epístola contiene numerosas palabras y expresiones que describen a Cristo. Antes de estudiar la revelación que Colosenses presenta acerca de Cristo, debemos prestar atención al trasfondo de este libro y a la posición que ocupa, ya que éstos son dos aspectos fundamentales.
Tres versículos, a saber, Colosenses 2:8, 16 y 18, los cuales son advertencias, nos permiten ver la situación que causó que esta epístola fuera escrita. Colosenses 2:8 dice: “Mirad que nadie os lleve cautivos por medio de su filosofía y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. Este versículo menciona cuatro cosas negativas que pueden llevarnos cautivos: la filosofía, las huecas sutilezas, las tradiciones y los rudimentos del mundo. A los ojos de la humanidad caída, la filosofía es algo muy positivo; es el producto más elevado de la cultura. La sociedad tiene también en alta estima los rudimentos del mundo, es decir, los principios elementales de algunas enseñanzas. Sin embargo, la filosofía, las huecas sutilezas, las tradiciones y los rudimentos del mundo, son elementos negativos que nos pueden llevar cautivos.
En 2:16 Pablo dice: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados”. Aquí Pablo menciona varias cosas positivas: la comida, la bebida, los días de fiesta, las lunas nuevas y los sábados. Él exhortó a los colosenses a no permitir que nadie los juzgara con respecto a estas cosas.
En el versículo 18, Pablo añade: “Que nadie, con humildad autoimpuesta y culto a los ángeles, os defraude juzgándoos indignos de vuestro premio, hablando constantemente de lo que ha visto, vanamente hinchado por la mente puesta en la carne”. El premio mencionado en este versículo es Cristo como nuestro deleite. Es posible que la humildad, una virtud humana muy positiva, nos prive de nuestro premio.
La razón por la que Pablo dio estas advertencias era que el ascetismo había saturado la iglesia en Colosas. Este ascetismo estaba relacionado con la legalidad de las ordenanzas (2:20-21) y con las observancias judías (2:16).
El misticismo también había invadido la iglesia. Este misticismo estaba relacionado con el gnosticismo, el cual estaba compuesto de filosofías egipcias, babilónicas, judías y griegas (2:8), y del culto a los ángeles (2:18).
Lo más crítico del trasfondo del libro de Colosenses, es que la cultura se había introducido en la vida de iglesia. La población de Colosas era una mezcla de gentiles y de judíos, quienes tenían culturas distintas. Los gentiles estaban principalmente bajo la influencia de la cultura griega y la filosofía de ésta. Cabe decir que la filosofía griega de aquella época ya no era una filosofía pura; más bien, era una mezcla de varias filosofías. Del mismo modo, la cultura gentil se había mezclado en cierta medida con los conceptos religiosos judíos.
Tal mezcla de culturas inundó la iglesia en Colosas. La iglesia debe ser una casa llena de Cristo y constituida de Él; pero en lugar de esto, vemos que allí la iglesia había sido invadida por la cultura. Los distintos aspectos de esta cultura mixta reemplazaban en gran parte a Cristo, quien debe ser el único elemento en la vida de iglesia. Cristo debe ser el único constituyente de la iglesia, ya que ésta es Su Cuerpo. Por consiguiente, el contenido de la iglesia no debe ser otro que Cristo mismo. No obstante, los buenos elementos de la cultura, especialmente la filosofía y la religión, habían invadido la iglesia y la habían saturado.
En particular, notamos que cierta clase de ascetismo religioso había penetrado en la vida de iglesia. A esto se refieren los versículos 20 y 21, los cuales hablan de las ordenanzas en cuanto a manejar, gustar y tocar las cosas materiales. Sabemos que dicho ascetismo era religioso en naturaleza por estar relacionado con el culto a los ángeles (2:18). Por lo tanto, el ascetismo que inundó la iglesia en Colosas no era rudimentario, sino refinado y cultivado.
Algunos considerarán el culto a los ángeles algo positivo, mucho mejor que rendir culto a los reptiles, las aves y las bestias. No obstante, el culto a los ángeles no es otra cosa que una forma de idolatría refinada. Las personas cultas no adorarían animales, pero sí es posible que estén dispuestas a adorar ángeles. Algunos justifican esta práctica diciendo que no le rinden culto a los ídolos, sino que, en una actitud humilde, adoran a los siervos celestiales de Dios. Debido a que se consideran demasiado inferiores para adorar a Dios directamente, quizás piensen que necesitan algún intermediario para hacerlo. Este concepto ha sido asimilado por el catolicismo, el cual enseña que necesitamos de la ayuda de intermediarios para tener contacto con Dios. Por lo menos en principio, el catolicismo ha adoptado la práctica de usar intermediarios en la adoración a Dios.
La sutileza del enemigo consiste en hacer que los elementos de la cultura inunden la iglesia. Esto era lo que el enemigo estaba haciendo cuando fue escrito el libro de Colosenses. Su estrategia consistía en introducir en la iglesia una mezcla de religión judía y filosofía gentil, al grado de saturarla. Desde el punto de vista humano, la cultura, y en particular su ascetismo, era algo muy positivo. El ascetismo tiene un propósito y meta noble: intenta ayudar a la gente a dominar su concupiscencia. Sin embargo, debemos entender que la estrategia de Satanás al introducir la cultura en la iglesia, es usar los aspectos más elevados de la cultura para reemplazar a Cristo.
No debemos pensar que este fenómeno se limita al primer siglo; de hecho, aún persiste hasta el día de hoy. En el cristianismo actual, Cristo ha sido reemplazado casi por completo por otras cosas, especialmente por cosas buenas. Es posible encontrar el nombre de Cristo en el cristianismo, pero puede ser que la realidad de Cristo esté ausente. Muchas cosas se han convertido en sustitutos de Cristo. Por ejemplo, el enemigo de Dios usa incluso las enseñanzas bíblicas para reemplazar a Cristo. Muchos creyentes estudian la Biblia sin tener ningún contacto con Cristo. Asimismo, debido a la sutileza de Satanás, cualquier obra cristiana puede también ser un sustituto de Cristo. La obra cristiana debe ministrar a Cristo en otros. Sin embargo, las obras de algunos cristianos han hecho de su meta particular un sustituto de Cristo.
En la religión de hoy, algunos pastores y ministros permiten que su personalidad reemplace a Cristo. Algunos obreros cristianos poseen una personalidad dinámica y atractiva, y la usan para atraer muchas personas, no hacia Cristo, sino hacia sí mismos. Es por eso que muchos cristianos elogian, e incluso alaban, la personalidad de algunos pastores. Aquellos que no tienen una personalidad tan notoria atraen a las personas con su amabilidad o humildad. Debido a esto, los cristianos prefieren asistir a cierta “iglesia” porque el ministro de allí es amable y compasivo.
Aun los que estamos en el recobro del Señor también podemos sustituir a Cristo con los aspectos positivos de nuestro carácter o de nuestro comportamiento. Si uno que sirve al Señor tiene una conducta pecaminosa o arrogante, esto impedirá que otros vengan al Señor. Sin embargo, la mansedumbre o la humildad natural de dicho servidor es aun más perjudicial y frustrante que su propio pecado y orgullo. Todos saben que nada que sea pecaminoso puede estar relacionado con Cristo, pero muy pocos son capaces de discernir entre un buen carácter y Cristo mismo. Por el contrario, muchos asociarían un comportamiento excelente con Cristo. Por consiguiente, si no tenemos suficiente revelación, podemos permitir que nuestro buen carácter llegue a ser un sustituto de Cristo.
Debido a que la iglesia se compone de seres humanos, es difícil desligarla por completo de la sociedad, la cual ciertamente se compone de la cultura. Es cierto que, por ser la iglesia, estamos separados del mundo; estamos en el mundo, pero no pertenecemos a él. Sin embargo, la iglesia debe permanecer en la sociedad; los creyentes no deberían vivir como monjes ni monjas. A fin de practicar la vida de iglesia, debemos llevar una vida humana normal. El asunto crucial aquí es cómo puede un grupo de personas vivir en la sociedad sin ser afectados por la cultura. ¿Cómo podemos ser salvos de la influencia de nuestro trasfondo cultural? Como creyentes nos amamos unos a otros. Sin embargo, es posible que amemos más a aquellos que tienen un trasfondo similar al nuestro. Es la operación de dicha influencia en la vida de iglesia la que causa que Cristo sea reemplazado por la cultura.
Cuando Pablo escribió la Epístola a los Colosenses, había muchos “ismos” que estaban ejerciendo una fuerte influencia: el judaísmo, el ascetismo, el misticismo y el gnosticismo. Estos “ismos” eran los mejores productos de las culturas judía y gentil; debido a que eran cosas positivas, espontáneamente se convirtieron en sustitutos de Cristo. Por consiguiente, la intención de Pablo en este libro es mostrarnos que no debemos tolerar nada en la iglesia que pueda reemplazar a Cristo. La vida de iglesia debe estar constituida únicamente de Cristo; Él debe ser nuestro único constituyente, e incluso nuestra propia constitución. Es por eso que en esta breve epístola, se usan muchas expresiones elevadas para describir a Cristo. Por ejemplo, Él es llamado la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda creación, el Primogénito de entre los muertos y el cuerpo de todas las sombras. Además, en 3:10 y 11 Pablo declara que en el nuevo hombre no pueden existir el griego ni el judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, esclavo ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos. Esto significa que Cristo debe ser todos y debe estar en todos. En el nuevo hombre no hay lugar para los chinos, japoneses, americanos, ingleses, franceses ni alemanes, sino que Cristo debe ser cada uno de nosotros. En el nuevo hombre Él debe ser usted y yo. No sólo la cultura debe desaparecer, sino incluso nosotros mismos. Es crucial que recibamos esta revelación.
Debemos prestar atención a la advertencia que nos hace Pablo de no permitir que nada nos aparte de Cristo. Hermanas, tengan cuidado de su amabilidad, suavidad y compasión. Estén alertas de cualquier virtud humana que pueda reemplazar a Cristo. Hermanos, no se fíen de su mente, o sea de su sano juicio, ni de su voluntad feria, de su osadía ni de ninguna otra virtud que pueda sustituir a Cristo. ¡Cuán sutil es el enemigo al tentarnos a que nos esforcemos por ser agradables, tiernos, mansos y encantadores! Esto es precisamente lo que enseñan y practican muchos predicadores y ministros. Aparentemente, las personas bondadosas, humildes y cultas atraen a otros al Señor; pero en realidad, lo único que logran es atraer a la gente a sí mismos. Entre aquellos que han logrado atraer, ninguno ha sido verdaderamente cautivado por el Señor. Me preocupa que aun en las iglesias del recobro del Señor, algunos sean atraídos a la vida de iglesia no por Cristo mismo, sino por el carácter o comportamiento de ciertos hermanos o hermanas.
El pensamiento principal de la Epístola a los Colosenses es que, a los ojos de Dios, lo único que cuenta es Cristo. Este hecho excluye tanto lo bueno como lo malo, lo pecaminoso y lo culto, y en particular, elimina todos los buenos aspectos de la cultura. Hemos dicho en repetidas ocasiones que el enemigo de Dios utiliza la cultura para reemplazar a Cristo. Esto constituye una ofensa para Dios. Si Satanás no logra corrompernos con cosas malas, Dios sabe bien que intentará hacerlo con los buenos aspectos de la cultura, con el fin de reemplazar a Cristo. Entre los cristianos de hoy, ¿dónde se puede hallar un grupo de creyentes en los que se perciba únicamente a Cristo? Entre los diferentes grupos cristianos pueden apreciarse muchas cosas buenas, pero en realidad ninguna de ellas es la persona de Cristo, sino algo que sutilmente lo ha reemplazado a Él. Es por eso que resulta difícil encontrar a Cristo en muchos grupos cristianos. Puede ser que algunos de ellos prediquen a Cristo y enseñen doctrinas acerca de Él; pero es posible que aun la predicación y la enseñanza se conviertan en sustitutos de Cristo mismo. Si vemos claramente la situación de los cristianos de hoy, comprenderemos que el trasfondo del libro de Colosenses corresponde exactamente a la situación actual, y que dicho libro fue escrito para nosotros, y no solamente para los santos de Colosas.
Si vemos claramente el trasfondo de esta epístola, comprenderemos que la cruz es el único camino que debemos tomar. La cruz es un camino estrecho y a la vez una autopista. Es un camino estrecho para aquellos que no están dispuestos a tomarla, pero llega a ser una autopista para aquellos que quieren seguir este camino. En la iglesia todos debemos llegar a ser nada. A esto se refería Pablo cuando dijo que morimos y fuimos sepultados. Sin embargo, para experimentar esto, necesitamos revelación. Todo lo que somos, tenemos y hacemos puede convertirse en un sustituto de Cristo. Cuanto más buenos seamos o cuánto más hábiles seamos para hacer las cosas, mayor será la posibilidad de reemplazar a Cristo en nuestra experiencia. Mediante la operación de la cruz, debemos llegar a ser nada, a no tener nada ni a ser capaces de hacer nada. De otro modo, lo que seamos, tengamos o podamos hacer por nosotros mismos, se convertirá en un sustituto de Cristo, y entonces en nuestra vida cristiana, Él ya no será todo en todo. El libro de Colosenses nos enseña que en la vida de iglesia, Cristo debe ser el todo y en todos. Todo lo que no sea Cristo, debe desaparecer.
Tal como nuestro cuerpo físico tiene un corazón, lo mismo sucede con la Biblia. El corazón de la Biblia no es el libro de Génesis ni el de Apocalipsis ni siquiera los Evangelios, sino las epístolas de Gálatas, Efesios, Filipenses y Colosenses. Estos libros, además de haber sido escritos según la inspiración del Espíritu Santo, siguen un orden muy significativo en el Nuevo Testamento. Si leemos detenidamente el Nuevo Testamento, observaremos que estos cuatro libros sobresalen. Antes de Gálatas se halla 2 Corintios, pero no parece haber ninguna conexión entre ellos. En cambio, al leer el Nuevo Testamento, podemos percibir de inmediato que Gálatas es el comienzo de algo nuevo, y que este libro está conectado con Efesios, Filipenses y Colosenses. En particular, notamos que Efesios y Colosenses son “epístolas hermanas”. Luego, al pasar de Colosenses a 1 Tesalonicenses, volvemos a notar que no hay ninguna relación entre estos dos libros. Por consiguiente, Gálatas, Efesios, Filipenses y Colosenses son en su conjunto el corazón mismo de la Biblia.
El tema esencial de estos cuatro libros es Cristo y la iglesia. Hemos visto que la iglesia está compuesta de seres humanos que viven en la sociedad y que, por ser tal entidad, le es difícil mantenerse alejada de la influencia de la cultura. Es por eso que entre estos libros que tratan de Cristo y la iglesia, dos de ellos, a saber, Gálatas y Colosenses, muestran el daño causado por la ley, por la religión judía y por otros sustitutos de Cristo, tales como el ascetismo, el misticismo y el gnosticismo.
Gálatas muestra que la religión judía, una religión típica, fue formada conforme al oráculo de Dios. No obstante, esta religión, que estaba fundamentada en el oráculo de Dios, se convirtió, junto con su ley, en un sustituto de Cristo. Por dicha razón, Gálatas subraya el peligro de reemplazar a Cristo por la ley. En Gálatas 1 Pablo testifica que anteriormente había sido un líder religioso entre los judíos. Él era muy celoso por Dios e irreprensible según la ley. No obstante, un día le agradó a Dios revelar en él a Su Hijo, Cristo. Como resultado, Pablo pudo ver que el judaísmo era contrario a Cristo y que Cristo era totalmente contrario a la religión y su ley. Fue entonces que pudo declarar que él estaba muerto a la ley, y que no tenía nada que ver con ella; que había sido crucificado con Cristo y que ahora Cristo vivía en él (2:20). Incluso, en el capítulo seis, él declaró que sufría persecución por el simple hecho de no enseñar la circuncisión. Finalmente, añadió que el mundo, refiriéndose específicamente al mundo religioso, estaba muerto para él y que él estaba muerto para el mundo. La línea divisoria que separaba a Pablo de la religión judía era la cruz. Para él, el mundo religioso en su totalidad había sido crucificado. Aún más, para los judíos, Pablo también estaba en la cruz. Como un hombre que se hallaba en Cristo, él llevaba sobre sí las marcas de la muerte de Cristo. Él ya no se hallaba más en la religión judía, sino absolutamente en Cristo y a favor de Cristo. De este modo, Gálatas revela que Cristo es contrario a la religión, a la ley y a la circuncisión.
Hemos hecho notar que en el libro de Colosenses Cristo es revelado al máximo, aun mucho más que en Gálatas. En Gálatas, Pablo dice que Cristo es revelado en nosotros, vive en nosotros y es formado en nosotros. Pero en Colosenses, él usa varios términos especiales para definir a Cristo: la porción de los santos, la imagen del Dios invisible y el Primogénito de toda creación. En este breve libro, se presentan sucesivamente distintos aspectos de Cristo. Por tanto, Colosenses revela que Cristo es profundo y todo-inclusivo. Tal Cristo sobrepasa nuestro entendimiento. Lo que necesitamos es que Él se infunda en nuestro ser, que nos sature e impregne de Sí mismo, hasta que en nuestra experiencia Cristo sea el todo para nosotros: nuestra comida, nuestra bebida, nuestros días de fiesta, nuestro sábado, nuestra luna nueva y nuestro todo. No debemos permitir que nada reemplace a Cristo y se convierta en un sustituto de Él. Éste es el pensamiento central de Colosenses. En tanto que Gálatas revela que Cristo es contrario a la religión y a la ley, Colosenses revela que Cristo es contrario a todo, ya que Él mismo es la realidad de todas las cosas positivas.
El libro de Filipenses resalta el asunto de vivir a Cristo. En Filipenses 1:21, Pablo declara: “Porque para mí el vivir es Cristo”. Para Pablo, el vivir no consistía en virtudes humanas, tales como la mansedumbre y la humildad; su vivir era Cristo mismo.
Efesios habla de la iglesia de una manera específica. El producto, el resultado de vivir a Cristo es que la iglesia es producida y edificada de una manera práctica.
Todos necesitamos dedicar mucho tiempo a estos cuatro libros, los cuales constituyen el corazón de la Biblia. Al examinar estos libros en conjunto, vemos que lo único que debe importarnos es Cristo mismo, y no la religión ni la cultura. El vivir para nosotros no debe ser la religión, la filosofía ni ningún “ismo”; más bien, en nuestro vivir Cristo debe ser el todo y en todos. El resultado de este vivir es la iglesia. Por consiguiente, el corazón de la Biblia, según se revela en este grupo de cuatro libros, es Cristo y la iglesia.