Mensaje 23
Lectura bíblica: Col. 2:13-15, 18, 20-22; Ef. 2:5, 15
Este mensaje tratará de la economía de la salvación que Dios efectúa, según se revela en 2:13-15. Como veremos, dicha economía encierra tres aspectos: darnos vida juntamente con Cristo, anular la ley de los rituales y despojar a los poderes angelicales malignos.
Colosenses 2:13 dice: “Y a vosotros, estando muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con El, habiéndonos perdonado todos nuestros delitos”. La palabra “muertos” aquí se refiere a la muerte que se experimenta en el espíritu a causa del pecado. Nosotros, quienes una vez estuvimos muertos en nuestros delitos y en la incircuncisión de nuestra carne, fuimos vivificados juntamente con Cristo. Esto significa que en la resurrección de Cristo, Dios nos dio vida al impartirnos la vida divina. Este hecho se llevó a cabo en la resurrección de Cristo (1 P. 1:3), y lo experimentamos por medio de la fe. El primer aspecto de la economía de la salvación que Dios efectúa consiste en que Dios nos dio vida juntamente con el Cristo resucitado.
En el versículo 14 Pablo añade: “Anulando el código escrito que consistía en ordenanzas, que había contra nosotros y nos era contrario; y lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz”. La palabra griega traducida “anulando” se puede traducir también tachando, eliminando o borrando (un decreto de ley). La expresión griega traducida “código escrito” denota un documento legal, un contrato. En este caso se refiere a la ley escrita. Las ordenanzas se refieren a la ley ceremonial y sus rituales, los cuales son formalismos o maneras de vivir y adorar. Dios quitó de en medio dichas ordenanzas, clavándolas en la cruz. En esto consiste abolir la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas (Ef. 2:15), lo cual anula la herejía de observar los rituales judaicos.
En el versículo 15 Pablo agrega: “Y despojando a los principados y a las potestades, El los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. Los principados y potestades mencionados en este versículo son los principados y potestades angélicos. Este pasaje debe de referirse a los ángeles malignos, debido a que en Colosas prevalecía la herejía del culto a los ángeles. La ley fue dada por medio de los ángeles (Gá. 3:19; Hch. 7:53). Basándose en esto, los maestros herejes de Colosas promovían el culto a los ángeles (2:18) como a mediadores entre Dios y el hombre. Debido a esto, el apóstol confrontó esta herejía revelando el hecho de que la ley, la cual consistía en ordenanzas, había sido clavada en la cruz (v. 14), y que Dios despojó a los principales ángeles malignos. Esto dejó a Cristo como el único Mediador, quien es la Cabeza de todo principado y potestad (v. 10), y anuló la herejía del culto a los ángeles.
El sujeto de las frases “os dio vida” (v. 13) y “lo quitó de en medio” (v. 14) es Dios (v. 12), así como el pronombre “El” del versículo 15. La palabra griega traducida “exhibió” significa mostrar o exponer, en el sentido de una vergüenza pública. Dios públicamente avergonzó a los principados y potestades angélicos malignos en la cruz y allí triunfó sobre ellos. Las palabras griegas traducidas “en la cruz” también pueden traducirse “en El”, refiriéndose a Cristo.
Dios no desea que guardemos la ley y, por supuesto, tampoco desea que adoremos a los ángeles. Lo que Él desea es vivificar a los seres humanos que están muertos en sus delitos. Para ello, Él tiene que impartir Su vida en nosotros. Cuando Su vida entra en nosotros, somos vivificados.
Pablo, al mencionar el hecho de que Dios da vida a los que están muertos en delitos, al mismo tiempo que menciona las ordenanzas de la ley y los ángeles, da a entender que su intención era mostrar cuán errados estaban los colosenses. Ellos tenían un alto concepto de las ordenanzas de la ley e incluso adoraban a ciertos ángeles. En efecto, Dios usó tanto la ley como a los ángeles, pero en la economía de Su salvación, no hay lugar ninguno para ellos. Los ángeles no tienen cabida alguna en la esfera de la salvación. Aunque a cada uno de los creyentes se le ha asignado un ángel, ellos no tienen ninguna participación en la salvación. La redención que Cristo efectuó no tiene nada que ver con los ángeles. En la esfera de la economía de Dios con respecto a Su salvación, tanto la ley como los ángeles están excluidos. Para Dios, las ordenanzas, los rituales y las ceremonias de la ley fueron crucificados. Sin embargo, muy pocos cristianos han visto esto. En la cruz, no sólo fue anulado el pecado, el hombre natural, el mundo y Satanás, sino también la ley. Es por eso que en 2:14 Pablo declara que Dios anuló el código escrito que consistía en ordenanzas, clavándolo en la cruz. Puesto que la visión de Pablo era tan clara, esto estaba muy explícito en sus palabras. Él pudo ver que mientras los hombres malignos clavaban a Cristo en la cruz, Dios estaba clavando la ley en la cruz. A pesar de que la ley había sido dada por Dios mediante los ángeles, Dios mismo la clavó en la cruz de Cristo.
El versículo 14 es un arma poderosa para contrarrestar la enseñanza de los adventistas del séptimo día en cuanto a la observancia del sábado. Observar el sábado es una de las ordenanzas de la ley que fue clavada en la cruz. Conforme a 2:14, las ordenanzas fueron quitadas de en medio y clavadas en la cruz. Por consiguiente, los adventistas del séptimo día necesitan ver que las ordenanzas relacionadas con la observancia del día sábado fueron anuladas. Lo que ellos más valoran, Dios lo quitó de en medio. De hecho, la ordenanza de guardar el sábado estaba en contra de nosotros y nos era contraria. Puesto que Dios nos ama, Él anuló esta ordenanza. No obstante, los adventistas del séptimo día intentan recuperar lo que Dios ya quitó.
No discuta con los adventistas del séptimo día sobre cuál es el día que hay que observar, si éste debe ser el séptimo o el octavo. En lugar de ello, enséñenles que la observancia del sábado forma parte del código escrito que consistía en ordenanzas, el cual fue quitado de en medio. Podemos apoyarnos confiadamente en 2:14, usándolo como un arma para aniquilar la ordenanza relacionada con el día sábado. En la economía de Dios, por lo que se refiere a la salvación, no hay lugar para la ley. Así como el pecado fue clavado en la cruz de Cristo, también la ley fue crucificada. Ambos fueron clavados en la cruz. Dios no quiere que permanezca ni el pecado ni la ley, sino que nosotros vivamos juntamente con el Cristo resucitado.
Anteriormente dijimos que cuando Cristo fue crucificado, Dios despojó a los principados y las potestades. Durante la crucifixión, los principales ángeles malignos trataron de rodear a Dios cuando Cristo estuvo colgado en la cruz. Dios usó la cruz para despojar a estos ángeles. Éste es el pensamiento de Pablo en estos versículos.
La cruz de Cristo es el centro del universo. Dios primero creó los cielos, la tierra y millones de cosas en el universo. Luego, un arcángel se rebeló, y muchos ángeles le siguieron. Este arcángel se convirtió en Satanás, y sus seguidores, en los principados, poderes y potestades malignas de las regiones celestes. Finalmente, el hombre creado por Dios cayó y se hizo pecaminoso. La rebelión de los ángeles y la caída del hombre pusieron a Dios en una situación difícil. La cruz era la única manera en que Dios podía resolver este problema. Así que, Dios primero se hizo hombre y se vistió de humanidad. Después, Cristo, quien era Dios encarnado, fue a la cruz y allí murió. Los treinta y tres años y medio de Su vida terrenal fueron una senda que lo condujo del pesebre a la cruz. Cuando fue crucificado, ocurrieron muchas cosas. En la cruz, Dios juzgó al pecado y al viejo hombre pecaminoso. Mediante la cruz, nuestra naturaleza pecaminosa fue aniquilada. En el momento en que Dios estaba juzgando el pecado y al hombre pecaminoso, también clavaba la ley en la cruz. Mientras Dios clavaba la ley en la cruz, los ángeles malignos también estaban presentes y muy activos. No obstante, el versículo 15 declara que Dios los despojó mediante la cruz.
Hemos hecho notar que, según 2:15, Dios despojó a los principados y potestades. ¿Sobre qué estaban ellos o dónde estaban? Para contestar esta pregunta, debemos entender que mientras Cristo estaba en la cruz, Dios estaba activo. En ese momento, la cruz era el centro del universo. Allí estábamos reunidos el Salvador, el pecado, Satanás, nosotros y Dios. Dios estaba juzgando el pecado y clavando la ley a la cruz, y mientras Él hacía esto, los principados y potestades se juntaron alrededor de Dios y de Cristo. Hemos dicho que, conforme a la gramática, el sujeto de los versículos del 13 al 15 es Dios. Por tanto, el pronombre “El” del versículo 15 debe de referirse a Dios. Dios nos dio vida juntamente con Cristo, clavó las ordenanzas en la cruz, se despojó de los principados y potestades, los exhibió públicamente y triunfó sobre ellos. Sin lugar a dudas, los principados y potestades habían rodeado a Cristo como un enjambre mientras lo estaban crucificando. Tanto Dios como Cristo estaban trabajando. La obra de Cristo era Su crucifixión, mientras que la obra de Dios consistía en juzgar el pecado y todas las cosas negativas y clavar la ley con sus ordenanzas a la cruz. Los principados y potestades que se habían reunido alrededor de Dios y Cristo también estaban trabajando. Si ellos no se le hubiesen agolpado tanto, no se habría dicho que Dios se despojó de ellos.
La palabra “despojando” indica que ellos estaban muy cerca, tan cerca como lo está nuestra ropa de nuestro cuerpo. Al despojarse de los principados y potestades, Dios los exhibió públicamente. Él los avergonzó públicamente y triunfó sobre ellos. ¡Qué grandioso hecho!
Colosenses 2:15 describe la guerra que tuvo lugar durante la crucifixión de Cristo. Hombres malignos habían colgado a Cristo en la cruz; Cristo, mediante la crucifixión, laboraba para efectuar la redención; y Dios el Padre participaba también, juzgando al pecado y clavando la ley en la cruz. Al mismo tiempo, los principados y potestades estaban ocupados intentando frustrar la obra de Dios y Cristo. La referencia a un triunfo en el versículo 15 implica una pelea e indica que se estaba librando una guerra. Mientras Cristo llevaba a cabo la redención y Dios clavaba la ley y las cosas negativas en la cruz, los principados y potestades se interpusieron y se agolparon junto a Dios y a Cristo. Pero en ese preciso momento, Dios despojó a los principados y potestades, triunfó sobre ellos y los avergonzó al exhibirlos públicamente.
Colosenses 2:15 es una pequeña ventana a través de la cual nosotros contemplamos un panorama maravilloso. Cuando Cristo fue crucificado, se estaba librando una batalla entre Dios y los principados y potestades; pero Dios, despojándolos, triunfó sobre ellos.
El concepto en el cual se basaba Pablo en estos versículos es que la ley y los ángeles fueron puestos a un lado por medio de la cruz. La ley fue clavada en la cruz y los ángeles malignos fueron despojados mediante la cruz. Por consiguiente, en la economía divina respecto a la salvación, no queda lugar para la ley ni para los principados angélicos. ¡Cuán equivocados estaban los colosenses al seguir las ordenanzas y adorar a los ángeles! La ley y sus ordenanzas, incluyendo la observancia del día sábado, habían sido clavadas en la cruz. Los colosenses estaban completamente errados al permitir que estas cosas penetraran en la iglesia. Además, en la cruz, Dios venció las potestades angelicales y las avergonzó. ¡Qué error tan tremendo fue extraviarse y caer en el culto a los ángeles!
Si recibimos la visión que comunican estos versículos, se solucionarán muchos problemas. Por ejemplo, nadie nos podrá convencer de que volvamos a observar el día sábado. Nadie nos podrá persuadir de que nos sujetemos a las ordenanzas que Dios clavó en la cruz. Seguir tales ordenanzas significaría estar ciegos y en tinieblas, ignorar la Biblia, o sólo conocerla superficialmente. Puede ser que los que promueven la observancia del día sábado recurran a algunos versículos del Antiguo Testamento. Tal vez traten de argumentar e insistir en el hecho de que tanto el Señor Jesús como Pablo fueron a la sinagoga el sábado. Sin embargo, 2:14 y 16 ponen en claro que las ordenanzas, incluyendo la observancia del sábado, fueron abolidas. Los que enseñan la observancia del sábado nunca han profundizado en las Escrituras; no se han dado cuenta de que las ordenanzas fueron abolidas mediante la cruz. Tampoco han visto que fueron derrotados los principados y las potestades, los cuales se reunieron alrededor de Dios y Cristo en señal de disgusto por lo que se estaba llevando a cabo en la cruz. Cuando dichos ángeles malignos se reunieron alrededor de Dios y de Cristo, Dios los venció y los despojó. Por consiguiente, la ley ha sido clavada en la cruz, y Dios ha despojado a los principados y potestades. Lo que permanece ahora es los redimidos de Dios, quienes ahora se encuentran en la posición propicia para ser vivificados por Él. Ya que la ley y los ángeles han sido puestos a un lado, Dios ahora puede libremente vivificar a Sus escogidos en un ambiente de paz. Ahora existe una atmósfera apropiada en la que Dios puede llevar a cabo la placentera tarea de vivificar a aquellos que escogió en la eternidad pasada. Su deleite consiste en depositar Su vida en ellos y vivificarlos.
Los colosenses necesitaban ver esta visión, y nosotros también necesitamos verla. Puesto que carecían de esta visión, ellos procuraban guardar la ley y adoraban ángeles. ¡Cuán insensato era esto!
Los aspectos de la economía de la salvación que Dios efectúa, presentados en 2:13-15, siguen una buena secuencia. En esta economía Dios nos da vida, clava la ley en la cruz y despoja a los principados y potestades malignos. La ley es un obstáculo, y los principados y potestades causan problemas. Puesto que Dios quitó de en medio la ley y los ángeles, sólo quedamos Él y nosotros, Su pueblo escogido. Las exigencias y los requisitos ya no nos perturban más. Dios puede ahora vivificarnos, y nosotros podemos ser vivificados por Él. Debemos olvidarnos de la ley y de los ángeles, y permitirle a Dios que se infunda en nosotros como vida.
La ley, la cual fue usada para poner de manifiesto nuestro estado pecaminoso, fue clavada en la cruz. Además, Dios y Cristo se despojaron de los ángeles. ¿Alguna vez había visto que en el momento de la crucifixión, Dios y Cristo habían estado tan activos? ¿Se había dado cuenta de que los principados y potestades malignos vinieron como un enjambre de abejas alrededor de Dios y Cristo, y que en la cruz se estaba librando una guerra? Yo creo que muy pocos cristianos han visto esto. Alabado sea el Señor porque Dios, al triunfar sobre los poderes angélicos y al despojarse de ellos, ha despejado el terreno para poder vivificar a Su pueblo escogido.
Debido a la sutileza del enemigo, los creyentes de Colosas estaban volviendo a las ordenanzas de la ley e incluso a la adoración de ángeles. ¡Qué gran herejía! Hoy, en principio, los cristianos hacen lo mismo. Ellos guardan diversos preceptos, mientras que los católicos adoran incluso a ángeles. Aquellos que no adoran a los ángeles, tal vez los admiran y aspiran a ser como ellos sin darse cuenta. En particular, muchas hermanas buscan una espiritualidad angelical. De cualquier modo, el hecho de admirar a los ángeles equivale, en principio, a adorarles y rendirles tributo. Puedo testificar que no doy tal lugar a los ángeles, y que Dios tiene toda oportunidad de relacionarse directamente conmigo en Cristo. La ley y los ángeles no se interponen entre Dios y yo.
El entorno y el ambiente son muy propicios para que Dios pueda tener contacto con nosotros. Además, Dios no desea juzgarnos, pues Él ya lo hizo en la cruz. Él ni siquiera quiere disciplinarnos, puesto que Él ya lo hizo. Lo único que Dios desea hacer es vivificarnos al impartir Su vida en nosotros. Como Espíritu vivificante, el Dios Triuno nos da vida. Cada vez que asistimos a las reuniones de la iglesia, somos vivificados. Al respecto, no hay lugar para la ley ni para los ángeles. Debemos recordarles a los principados y potestades que Dios se despojó de ellos en el Calvario y que triunfó sobre ellos. Basándonos en la victoria obtenida por Dios, podemos ordenarles que se vayan. No necesitamos ni la ley ni los ángeles, sino a Aquel que vivifica, a Aquel que nos imparte la vida. En esto consiste la economía de la salvación divina.