Mensaje 26
Lectura bíblica: Col. 2:20-23
Dios en Su economía nos provee de una sola persona y un solo camino. Esta persona es el Cristo preeminente y todo-inclusivo, y este camino es la cruz. Puesto que Cristo es todo-inclusivo, Él es nuestro todo. Él es Dios, hombre y la realidad de todas las cosas positivas del universo. Dios nos ha provisto de esta maravillosa persona para que sea nuestra salvación. Tal persona, Cristo, es el centro del universo; y el camino, esto es, la cruz, es el centro del gobierno de Dios. Dios gobierna todo mediante la cruz y juzga todas las cosas por medio de la cruz. Por consiguiente, así como Cristo es el enfoque central del universo, la cruz es el centro del gobierno de Dios.
En esta epístola, Pablo les señaló a los colosenses que nada debería convertirse en un sustituto de Cristo. Ni las ordenanzas, las observancias, el misticismo ni la filosofía deben reemplazar a Cristo. Ya que Cristo lo es todo, no debe ser reemplazado con nada. En el mensaje anterior vimos que Cristo es contrario al misticismo. En el libro de Colosenses, el misticismo incluye el gnosticismo y el ascetismo. Cristo es contrario a todo “ismo”. Él es contrario a cualquier otra cosa que pueda reemplazarlo o sustituirlo.
Hemos mencionado que todas las cosas positivas del universo son sombras de Cristo. Por ejemplo, nuestras casas son sombras de Cristo, quien es nuestra verdadera morada. Puesto que Cristo es la sustancia de todas las sombras, no debemos permitir que ninguna de ellas sea un sustituto de Aquel que es el cuerpo, o sea la realidad. ¡Cuán absurdo sería contentarnos con las sombras en vez de la realidad! El libro de Colosenses establece que el Cristo todo-inclusivo suple todas nuestras necesidades. La intención de Dios no consiste en darnos miles de cosas, sino simplemente en darnos una persona, a saber, al Cristo todo-inclusivo.
A partir de la mitad del capítulo dos, Pablo empieza a mostrarnos que la cruz es el único camino trazado por Dios. El camino que Dios ha dispuesto no es el ascetismo. No se trata de humillarnos o rebajarnos a nosotros mismos, ni en tratarnos severamente. El único camino que existe es el camino de la cruz. Mediante la cruz Dios puso fin a todo lo negativo en el universo. Aun más, es por medio de la cruz que Dios rige todas las cosas. En conclusión, tenemos una sola persona y un solo camino que seguir, a saber, Cristo y la cruz.
En este mensaje veremos que la experiencia de la muerte de Cristo es contraria a la práctica del ascetismo. En la vida cristiana el ascetismo no tiene cabida alguna; no hay ningún lugar para que uno trate su cuerpo duramente, procurando restringir los apetitos de la carne. El ascetismo no es el camino que Dios ha dispuesto. Al contrario, es una invención humana, es un producto de la mente caída del hombre. Los hindúes y los budistas podrán practicar el ascetismo, pero los cristianos jamás deben hacerlo.
El ascetismo forma parte de los “rudimentos del mundo” mencionados en 2:20. Estos rudimentos son los principios elementales de las cosas materiales externas, es decir, las enseñanzas infantiles de cosas externas. Dichos elementos denotan las enseñanzas rudimentarias tanto de los judíos como de los gentiles, tales como el ascetismo y las observancias rituales acerca de la comida, la bebida y los lavamientos. Un principio elemental del ascetismo consiste en tratar el cuerpo duramente con el objetivo de reprimir la carne. Esto es totalmente distinto del camino de Dios, que es el camino de la cruz.
Conforme a la economía de la obra salvadora de Dios, la cruz constituye el camino central de Dios en el universo. Sin embargo, la mayoría de los cristianos no encuentran mucha conexión entre la cruz y el mundo espiritual, y aprecian mucho más el aspecto físico de la cruz, el cual es visible al ojo humano. No obstante, en los versículos 14 y 15 encontramos una ventana a través de la cual podemos ver el aspecto espiritual de la cruz de Cristo. Mientras Cristo estaba en la cruz, no solamente estaba sufriendo, sino que también estaba laborando a fin de efectuar la redención, cargando con nuestros pecados y cumpliendo la voluntad del Padre. Dios también estaba activo, anulando el código escrito que consistía en ordenanzas y clavándolo en la cruz. Como hemos mencionado, los principados angélicos malignos y las potestades también estaban activas, tratando de interferir con lo que Dios y Cristo estaban haciendo. Pero Dios los despojó a ellos, triunfó sobre ellos en la cruz y los avergonzó públicamente. Por supuesto, en el sentido físico, los soldados romanos y los judíos religiosos también estaban muy activos. Debido a que toda esta actividad giraba en torno a la cruz, la cruz se convirtió en el camino eterno, central y único de Dios.
Quisiera recalcar una vez más que el ascetismo no es el camino que Dios nos ha dispuesto. Ningún cristiano debería practicar el ascetismo. Los que creemos en Cristo no somos personas tristes; al contrario, somos personas alegres, que constantemente se regocijan en el Señor. ¿Por qué deberíamos infligir dolor sobre nuestros cuerpos y maltratarnos a nosotros mismos? ¡Cuán necio es esto! Nuestro único camino es la cruz. Por consiguiente, la experiencia de la cruz es contraria a la práctica del ascetismo.
En 2:20 Pablo declara que hemos muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo. Tales rudimentos incluyen las observancias judías, las ordenanzas paganas y la filosofía, y también el misticismo y el ascetismo. Los rudimentos del mundo son los principios elementales de la sociedad mundana, los principios rudimentarios inventados por la humanidad y practicados en la sociedad. Nosotros hemos muerto con Cristo con respecto a los rudimentos del mundo. Cuando Cristo fue crucificado, nosotros también fuimos crucificados. En Su crucifixión, nosotros fuimos liberados de los principios rudimentarios del mundo.
Ya que hemos muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, Pablo nos pregunta por qué razón nos sometemos a ordenanzas, como si aún viviéramos en el mundo. Así que, Pablo en un tono reprobatorio les pregunta a los creyentes de Colosas por qué ellos seguían sometiéndose a ordenanzas relacionadas con los principios rudimentarios a los que ellos habían muerto en Cristo. El mundo mencionado en este versículo se refiere a la sociedad humana, a la humanidad, y no a la tierra física. Por lo tanto, Pablo les estaba preguntando a los creyentes por qué seguían sometiéndose a ordenanzas como si aún vivieran en la sociedad humana.
En el versículo 21 Pablo enumera algunas de estas ordenanzas: “No manejes, ni gustes, ni aun toques”. Éstas son reglas y normas acerca de las cosas materiales, las cuales tienen que ver respectivamente con cosas que se mueven, cosas comestibles y cosas tangibles. Manejar, gustar y tocar incluyen prácticamente toda clase de acción. Puesto que dichas reglas están relacionadas con la práctica del ascetismo, someterse a ordenanzas tales como manejar, gustar y tocar equivale a practicar el ascetismo.
Hace muchos años conocí a un hermano que había sido judío ortodoxo antes de ser cristiano. Mientras teníamos comunión, me contó muchas historias acerca de distintas prácticas judías. Me dijo que algunos judíos ortodoxos acomodan sus zapatos en cierta dirección antes de acostarse, lo cual es una práctica supuestamente basada en un versículo del Antiguo Testamento. Ellos creen que si no ponen sus zapatos en la dirección apropiada, pierden la bendición de Dios. ¡Qué superstición! Me asombra ver que los judíos, siendo un pueblo inteligente que valora la educación, puedan ser tan supersticiosos. Aquellos que no tienen a Cristo y la cruz suelen ser supersticiosos, y también dados a la práctica del ascetismo.
Nosotros, quienes tenemos la única persona y el único camino, no necesitamos normas respecto a dónde ponemos nuestros zapatos. No obstante, sí debemos pasar por la cruz antes de acostarnos. Independientemente de lo que hayamos hecho durante el día o lo que nos haya sucedido, la cruz se encarga de todo ello. Por ejemplo, si su cónyuge lo contraría de alguna manera por la tarde, usted debe, antes de acostarse, aplicar la cruz a su disgusto. Si lo hace, su disgusto desaparecerá. Esto indica que nuestro camino es la cruz, y no el ascetismo o cualquier duro trato del yo. Debido a que ya sabemos que morimos en Cristo, debemos tener presente la cruz en el momento de acostarnos. Si ponemos esto en práctica, es decir, si pasamos por la cruz antes de acostarnos y tenemos presente que morimos en Cristo, a la mañana siguiente nos despertaremos en resurrección siendo personas nuevas. Nosotros no solamente tenemos a Cristo, a esta persona única que es contraria a todo lo demás, sino que también tenemos la cruz, el camino único, el cual es contrario a todos los demás caminos.
Debido a que tenemos a Cristo y la cruz, no debemos recurrir a la humildad autoimpuesta. No es necesario que nos ejercitemos para ser humildes. He observado que tanto en el hemisferio oriental como en el occidental, las personas más orgullosas son aquellas que han aprendido a practicar cierta forma de humildad. Nosotros no necesitamos aprender tales prácticas, sino seguir simplemente el camino único de la cruz.
Podemos comparar el camino de la cruz con el hecho de conducir por una calle. Mientras conducimos, nos encontramos con muchas intersecciones. ¿Se habían dado cuenta ustedes de que cada intersección es una cruz? Algunas de ellas pueden ser anchas y otras pueden ser estrechas, pero cada intersección es una cruz. Y la única manera de llegar a nuestro destino final es pasar por muchas “cruces”. De la misma manera, en el sentido espiritual, es necesario que también pasemos por muchas intersecciones antes de llegar a la Nueva Jerusalén. Así como no es posible viajar muy lejos sin cruzar por alguna intersección, tampoco es posible progresar espiritualmente si no pasamos por la cruz. Una vez que estemos en la Nueva Jerusalén, ya no necesitaremos pasar más por la cruz, porque para entonces todas las cosas negativas habrán sido eliminadas. Pero por ahora, todavía es necesario que pasemos por la cruz cada día en nuestro andar con el Señor.
Puedo testificar que pasar por la cruz cada noche antes de acostarnos constituye una sana costumbre espiritual. Debido a que aplico la cruz al final de cada día, puedo descansar muy bien durante la noche. A la hora de acostarnos, debemos aplicar la cruz a cada problema y a cada asunto negativo, natural o pecaminoso. Podemos orar: “Señor, quiero que todas estas cosas pasen por la cruz. No quiero dormirme antes que todo elemento natural, pecaminoso, negativo o mundano, haya sido eliminado. Al acostarme, Señor, deseo ser una persona que haya sido anulada por la cruz”. Debemos ser de aquellos que pasan muchas veces por la cruz. Yo le animo a usted a pasar diariamente por la intersección de la cruz.
Debido a que tenemos a Cristo como la persona única y la cruz como el camino único, no necesitamos practicar el ascetismo. Aun más, ni siquiera necesitamos tomar decisiones con respecto a ciertas cosas, pues esta práctica no funciona. Lo que necesitamos hacer es simplemente pasar por la cruz cada noche al acostarnos, dormir reposadamente y luego levantarnos por la mañana en resurrección. ¡Alabado sea el Señor por el hecho de que la experiencia de la muerte de Cristo es contraria a la práctica del ascetismo!
Leamos ahora 2:20-23 detenidamente. Los versículos del 20 al 22 son en realidad una sola frase; estos tres versículos constituyen la pregunta de Pablo. En el versículo 20, Pablo les pregunta a los colosenses por qué ellos se someten a ordenanzas. En griego la palabra traducida “ordenanzas” [o preceptos] es en realidad un verbo, lo cual indica que Pablo les estaba preguntando por qué ellos estaban “preceptuándose a sí mismos”. Luego, en el versículo 21, Pablo enumera tres ordenanzas en cuanto a manejar, gustar y tocar; y en el versículo 22, añade que éstas son “cosas que todas se destruyen con el uso”. Pablo estaba diciendo que todas las cosas materiales, cuando son usadas, están destinadas a descomponerse y a perecer por corrupción (1 Co. 6:13; Mt. 15:17).
Cada vez que usamos una cosa, esa cosa acaba finalmente por ser destruida o corrompida por el uso. Por ejemplo, lo que comemos se destruye cuando lo ingerimos, ya sea limpio o inmundo según las ordenanzas dietéticas de Levítico. Puesto que todo lo que comemos se destruye con el uso, no es necesario que nos sometamos a regulaciones acerca de la comida. En Hechos 10, vemos que a Pedro todavía le preocupaba lo que era limpio y lo que era inmundo. Pero la voz del cielo le dijo a Pedro que no debía considerar común lo que Dios ya había limpiado. En Colosenses 2, Pablo alentaba a los santos a que no se preocuparan por ordenanzas ascéticas en cuanto a cosas que están destinadas a corromperse con el uso. Todo lo que usamos finalmente será destruido y reducido a nada. Específicamente, los alimentos se destruyen cuando los consumimos. Por consiguiente, no era necesario que los santos se impusieran ordenanzas que regularan su alimentación.
Pablo pudo escribir tales palabras porque había recibido una clara visión respecto del Cristo todo-inclusivo como la única persona y de la cruz como el único camino que existe en la administración de Dios. Por consiguiente, a él no le importaban las ordenanzas en cuanto a manejar, gustar o tocar. Estas cosas no ocupaban su ser. Él sabía que todas las cosas materiales perecen con el uso y que finalmente son reducidas a nada. Pablo entendió que los colosenses necesitaban recibir la gran visión del Cristo que lo es todo y de la cruz, la cual es el camino de Dios en Su administración. Nosotros también necesitamos tener una visión clara de Cristo y de la cruz.
Aparte del único camino establecido por Dios, no debemos tener ordenanzas ni formas ni prácticas particulares. El camino que Dios ha ordenado, elevado y honrado es la cruz de Cristo. La cruz es nuestro único camino. ¿Sabe usted cuál es la solución para el problema de las disputas entre los esposos? La única solución es la cruz. Bajo el mismo principio, sólo la cruz puede permitir que los que toman la delantera en una localidad sean uno y estén en perfecta armonía. Todos nosotros necesitamos pasar por la cruz; si no experimentamos la cruz, no podremos tener la vida adecuada de iglesia. Todos los santos deben aprender a pasar cada día a través de la cruz. Al experimentar todo tipo de cruces, grandes y pequeñas, lograremos la unidad y la armonía en la vida de iglesia.
Es posible experimentar unidad en la vida de iglesia sin armonía. Si queremos obtener una unidad dulce y armoniosa, todos debemos pasar diariamente por la cruz. No argumente diciendo que usted tiene la razón y que los demás están equivocados. Cuanto más lo haga, más lejos estará de pasar por la cruz. Repito que el camino que conduce a nuestro destino pasa por la intersección de la cruz. No evada ninguna cruz; antes bien, pase por todas las cruces que encuentre en la vida cristiana, en la vida familiar y en la vida de iglesia. Especialmente en la vida matrimonial y en la vida de iglesia, tenemos que pasar por la cruz cada día, e incluso cada hora. En Efesios 4, Pablo nos exhorta a no dejar que el sol se ponga sobre nuestro enojo, lo cual significa que debemos deshacernos de nuestro enojo al pasar por la cruz. Si cada día nos ejercitamos para pasar por la cruz, experimentaremos armonía tanto en la vida familiar como en la vida de iglesia. ¡Alabado sea el Señor por Cristo y la cruz! Dios nos ha dado una persona única: el Cristo todo-inclusivo, y un solo camino: la cruz.