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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Colosenses»
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Mensaje 27

CRISTO: NUESTRA VIDA

  Lectura bíblica: Col. 3:1-4; 19, 21, Ro. 8:30; Fil. 3:21

  Al inicio de este mensaje quisiera añadir algo más en cuanto al camino de la cruz. Para ello, les voy a pedir que examinen el diagrama en la última página de este mensaje.

 

EL DIOS PROCESADO

  En la eternidad pasada, Dios existía solo. Luego, en el tiempo, creó todas las cosas. En cierto momento de la historia, el Dios creador, el Creador de todo, se hizo hombre. A este paso crucial llamamos encarnación. Mediante la encarnación, Dios se vistió del hombre y a la vez de toda la creación, ya que el hombre es la cabeza de la creación. El Señor Jesús, el Dios encarnado, vivió en la tierra por treinta y tres años y medio, y cuando fue crucificado, toda la creación fue crucificada juntamente con Él. Esto quiere decir que no sólo Cristo fue a la cruz, sino también el hombre junto con toda la creación, del cual Dios se había vestido. Por consiguiente, la muerte de Cristo en la cruz fue una crucifixión todo-inclusiva. Después de Su crucifixión, Cristo fue puesto en una tumba. Tanto el hombre como la creación, que habían sido crucificados juntamente con Cristo, fueron puestos también en esa tumba. Después de tres días, Cristo se levantó de entre los muertos en Su resurrección. Mediante la resurrección y en ella, Él fue hecho el Espíritu vivificante. Además, en Su ascensión al tercer cielo, fue coronado y llegó a ser Cabeza y Señor de todo. Después de esto, descendió sobre Su Cuerpo como Espíritu todo-inclusivo.

  Después de que Dios completó Su obra creadora, pasó por la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección, la ascensión y el descenso. Ésta es la razón por la que podemos referirnos a Él como el Dios procesado. El diagrama describe el proceso por el cual Él pasó. Mediante la encarnación, la crucifixión y la resurrección, Él llegó a ser el Espíritu vivificante. Después que hubo ascendido al tercer cielo, donde fue entronizado y coronado y hecho Cabeza y Señor de todo, Él descendió sobre la iglesia, Su Cuerpo, como Espíritu todo-inclusivo. Tal Espíritu todo-inclusivo ha venido sobre los elegidos de Dios, quienes componen la iglesia.

  Cuando Cristo se encarnó y nació en el pesebre de Belén, se vistió de humanidad. En dicha humanidad estábamos incluidos nosotros y toda la creación. Por lo tanto, aun antes de que naciéramos, Cristo se vistió de nosotros. Mientras Cristo pasaba por el vivir humano, nosotros también pasábamos con Él. Asimismo, cuando Él fue crucificado, nosotros también fuimos crucificados con Él, y luego fuimos puestos con Él en la tumba. De hecho, toda la creación fue sepultada en ella. Por tanto, la tumba de Cristo era una tumba todo-inclusiva. Nosotros también fuimos resucitados y ascendimos con Cristo. Ahora, aun mientras participamos de la vida de iglesia, estamos sentados juntamente con Él en los lugares celestiales. Por un lado, estamos en la iglesia y en la tierra; por otro, estamos en Cristo y en los lugares celestiales. Hay mucho tráfico entre los cielos y la iglesia, un tráfico que se mueve más rápido que la velocidad de la luz. En realidad, hablamos de tráfico desde una perspectiva humana, ya que desde la perspectiva divina, los cielos y la iglesia son uno. Por consiguiente, estar en la iglesia equivale a estar en los cielos.

LA REALIDAD DEL UNGÜENTO COMPUESTO

  Cabe hacer notar también que el Espíritu todo-inclusivo es la realidad del ungüento compuesto descrito en Éxodo 30. Como tal, el Espíritu incluye no sólo al Espíritu de Dios, el cual es tipificado por el aceite de oliva, sino también los aspectos de la muerte y la resurrección de Cristo, los cuales son tipificados por las especias. Después de que el aceite de oliva era mezclado con las especias, éste llegaba a ser un compuesto, un ungüento. Antes de mezclarse, el aceite de oliva se componía de una sola esencia, de un solo elemento, pero después de mezclarlo con las especias, otros elementos le eran añadidos. El ungüento formado por la mezcla del aceite de oliva con las cuatro especias representa al Espíritu todo-inclusivo.

  En la eternidad pasada el Espíritu de Dios era de un solo elemento, el elemento de la divinidad. Pero en la encarnación de Cristo, Dios se vistió de humanidad. Durante los treinta y tres años y medio que Cristo vivió en la tierra, algo más le fue añadido al elemento divino. Además, mediante Su crucifixión, le fue añadida la esencia de Su muerte todo-inclusiva y eficaz. Lo mismo sucedió en Su resurrección. Mientras Cristo daba estos pasos cruciales, Dios se procesaba y se mezclaba con el elemento humano. Así como en tipología vemos que el aceite de oliva fue mezclado con las especias, así también el Espíritu de Dios fue mezclado con la eficacia y la dulzura de la muerte de Cristo, y con la eficacia y poder de Su resurrección. Por lo tanto, nuestro Dios es ahora el Dios procesado que desciende como Espíritu todo-inclusivo sobre Sus escogidos y entra en ellos para constituirlos la iglesia.

LOS DOS NACIMIENTOS DE CRISTO

  El Nuevo Testamento enseña que Cristo tuvo dos nacimientos. Su primer nacimiento ocurrió cuando Él se encarnó, y Su segundo nacimiento sucedió cuando Él resucitó. La iglesia llegó a existir por medio de la resurrección de Cristo. En Su segundo nacimiento, el Hijo primogénito de Dios nació con todos Sus hermanos, quienes son los miembros de Su Cuerpo, la iglesia. Por lo tanto, la iglesia nació en la resurrección, esto es, en el segundo nacimiento de Cristo. Ahora la iglesia sigue existiendo en el Espíritu todo-inclusivo.

UNA PERSONA ÚNICA Y UN SOLO CAMINO

  En el mensaje anterior, hicimos notar que en la economía de Dios existe una sola persona, Cristo, y un solo camino, la cruz. En realidad, el diagrama es acerca de esta persona única y del único camino. Elementos como el gnosticismo y el ascetismo no tienen ningún lugar aquí. Las enseñanzas de Platón, Sócrates y Confucio así como la práctica del ascetismo no tienen nada que ver con Cristo ni con el camino de la cruz. Todas las religiones, incluyendo el judaísmo y el cristianismo, se encuentran fuera de la línea descrita en el diagrama. Pero en el recobro del Señor estamos siendo traídos de regreso a la única persona y al único camino. Todos necesitamos ser recobrados de los numerosos y diversos “ismos”, filosofías y prácticas, y regresar a esta única línea: Cristo y la cruz. Hoy en día, tanto Cristo como la cruz se hallan en el Espíritu todo-inclusivo. Por lo tanto, ser recobrados y traídos de nuevo a Cristo y la cruz significa ser recobrados al Espíritu todo-inclusivo y vivificante.

  En nuestra experiencia cristiana, cada día debemos distinguir entre practicar el ascetismo y tomar el camino de la cruz. Tomar la cruz de ninguna manera significa infligirnos algún tipo de sufrimiento. Algunos santos dirán que experimentar la cruz consiste en ejercitar la fe a fin de aplicar a nuestra situación lo que Cristo efectuó en el Calvario. No obstante, aun eso puede ser una forma sutil de ascetismo. Al comienzo de mi vida cristiana, yo sentía aprecio por el libro La Imitación de Cristo. Pero con el tiempo vine a aprender que en realidad gran parte de lo que enseña este libro es ascetismo.

EL ESPÍRITU

  Si queremos aplicar la cruz a nuestra situación particular, debemos tener contacto con el Espíritu todo-inclusivo. La eficacia de la muerte de Cristo está en este Espíritu, de la misma manera en que la eficacia de algunas medicinas viene incluida en la dosis prescrita. Cuando una persona toma la dosis que le recetaron, experimenta la eficacia de aquella medicina. Hoy el Espíritu todo-inclusivo es una dosis todo-inclusiva. Esta dosis incluye la eficacia de la muerte de Cristo y el poder de Su resurrección. Además, la humanidad resucitada y elevada de Cristo se encuentra también en el Espíritu todo-inclusivo.

  Conforme al Nuevo Testamento, el Espíritu todo-inclusivo es sencillamente elEspíritu. En Juan 7:39 se nos dice que aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado. Esto quiere decir que el Espíritu de Dios no se había mezclado con otros elementos y, por ende, todavía no era elEspíritu, esto es, el Espíritu todo-inclusivo. Sin embargo, cuando Jesús fue glorificado, se completó este proceso de mezcla, y el Espíritu llegó a existir. Hoy el Espíritu es el que desciende sobre nosotros y entra en nosotros a fin de residir en nuestro espíritu. En este Espíritu tenemos la eficacia de la muerte de Cristo.

LA APLICACIÓN DE LA MUERTE DE CRISTO

  Si queremos aplicar la cruz de Cristo, debemos abrir nuestro ser al Espíritu, tener contacto con Él y darle toda la libertad de actuar en nosotros. Entonces el Espíritu espontáneamente aplicará a nosotros la eficacia de la muerte de Cristo. Esto es lo que significa aplicar la muerte de Cristo. Asimismo, cuando abrimos nuestro ser al Espíritu y le permitimos que aplique la muerte de Cristo a nuestra situación, el hecho de experimentar la muerte de Cristo hará que Cristo venga a nosotros en resurrección. Por consiguiente, por medio de la experiencia de la muerte de Cristo, experimentamos también Su resurrección. Cuanto más experimentamos esto, más podemos decir como Pablo: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21).

  Debido a la influencia de las tradiciones, a menudo usamos los términos correctos de manera equivocada. Los términos son correctos, pero los entendemos de manera equivocada. Uno de ellos es la cruz. Cuando hablamos de aplicar la cruz a nuestra situación, debemos tener el debido entendimiento, es decir, debemos darnos cuenta de que la eficacia de la muerte de Cristo se halla en el Espíritu todo-inclusivo. La realidad de la cruz de Cristo reside en el Espíritu. Por lo tanto, si abrimos nuestro ser al Espíritu y le permitimos que se mueva libremente en nosotros, Él fluirá en nuestro interior. Este fluir interior traerá consigo la eficacia de la muerte de Cristo. Además, la aplicación de la muerte de Cristo traerá a Cristo mismo en resurrección. De esta manera, nosotros los que hemos muerto con Cristo, viviremos con Él en resurrección. Es así que Cristo llega a ser nuestra vida de una manera práctica. Hemos muerto con Cristo en la cruz, y hemos sido resucitados juntamente con Cristo. Ahora, en resurrección, tenemos a Cristo como nuestra vida. Si dedicamos más tiempo a estudiar el diagrama, esto nos ayudará a ver de qué manera tenemos a Cristo como nuestra vida.

RESUCITADOS JUNTAMENTE CON CRISTO

  Leamos lo que dice Pablo en 3:1: “Si, pues, fuisteis resucitados juntamente con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”. La palabra “resucitados”, en este versículo, se refiere al aspecto resucitador del bautismo, el cual es totalmente contrario al ascetismo. Fuimos resucitados juntamente con Cristo y ahora estamos donde Él está, sentados en los cielos. Por lo tanto, en contraste con los ascetas, no debemos practicar las cosas de la tierra; antes bien, debemos buscar las cosas de los cielos.

VIVIR EN LOS CIELOS

  Debemos vivir por Cristo, en los cielos, y no por los rudimentos del mundo. Ya que morimos con Cristo a las cosas de la tierra, especialmente a las cosas relacionadas con el ascetismo, ya que fuimos bautizados en Su muerte (Ro. 6:3) y fuimos resucitados juntamente con Cristo, debemos vivir en los cielos. ¿Pero cómo podemos hacer esto? El diagrama también nos ayudará a contestar esta pregunta. Según el diagrama vemos que los cielos están unidos a la iglesia; por tanto, vivir en los cielos equivale simplemente a vivir en la iglesia, porque la iglesia y los cielos son uno. Es por eso que en la iglesia no debe existir ningún rudimento del mundo. Hoy en día, estar en la iglesia equivale a estar en los cielos, y estar en los cielos es lo mismo que estar en la iglesia. En nuestra vida cristiana, la iglesia y los cielos son uno. Cuando yo participo en la vida de iglesia, tengo la sensación de estar en los cielos. Muchos cristianos hablan de ir a los cielos en el futuro, pero nosotros estamos en los cielos diariamente. ¡Oh, la iglesia está en los cielos hoy! Y estando aquí, en esta esfera celestial, no tenemos ningún lugar para los rudimentos del mundo.

ESCONDIDOS CON CRISTO EN DIOS

  En 3:3 Pablo añade: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. Nuestra vida (no nuestra vida natural, sino nuestra vida espiritual, la cual es Cristo) está escondida con Cristo en Dios, quien está en los cielos; por eso, no debemos preocuparnos por las cosas terrenales. El Dios que está en los cielos debe ser la esfera de nuestro vivir. Con Cristo debemos vivir en Dios.

  En el versículo 4, Pablo dice a continuación: “Cuando Cristo, nuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria”. En Dios, nuestra vida es Cristo, y no nuestro yo ni nuestra alma. Esta vida está escondida ahora, pero un día será manifestada. Entonces nosotros seremos manifestados con esta vida en gloria.

  Muchos cristianos creen haber entendido 3:3. Pero, ¿qué significa decir que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios? Aunque esto resulta difícil de explicar, el diagrama nos ayudará a entender esto un poco. Como resultado del proceso descrito en este diagrama, Dios, el hombre, los cielos y la iglesia han sido unidos. Yo sé que algunos maestros de la Biblia no creen que Dios, el hombre, los cielos y la iglesia han llegado a ser uno. En cuanto a esto, necesitamos todas las riquezas de la perfecta certidumbre de entendimiento. Al examinar el diagrama, en primer lugar podemos decir que nosotros estamos en Dios. Debido al hecho de que Dios pasó por un proceso, nosotros los que creemos en Cristo estamos ahora en Dios. Además, estamos en los cielos y en la iglesia. Estar en Dios equivale a estar en los cielos, y estar en los cielos es lo mismo que estar en la iglesia. También podemos afirmar que estar en la iglesia significa estar en los cielos y que estar en los cielos equivale a estar en Dios. Alabado sea el Señor porque estamos en Dios, en los cielos y en la iglesia. Si vemos esto, entenderemos espontáneamente que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Estamos con Cristo y nada puede separarnos de Él. Estando en Dios, estamos con Cristo; estando en los cielos, estamos con Cristo; y estando en la iglesia, estamos con Cristo. Morimos con Cristo, fuimos resucitados juntamente con Él y estamos escondidos con Cristo en Dios. Todo esto es posible porque nosotros y Cristo hemos llegado a ser uno. Ahora para nosotros el vivir es Cristo.

  Además, 1 Corintios 12:12 nos dice que Cristo es el Cuerpo. El hecho de que nosotros los creyentes somos el Cuerpo de Cristo, revela la unidad que tenemos con Cristo. Verdaderamente estamos con Cristo. Donde Cristo está, allí también estamos nosotros. Con Cristo, nuestra vida está escondida en Dios.

EN DIOS Y A LA DIESTRA DE DIOS

  En los versículos 1 y 3 encontramos un asunto que merece toda nuestra atención. En el versículo 1, se nos dice que Cristo está a la diestra de Dios, pero según el versículo 3, Cristo está en Dios. Entonces, ¿dónde está Cristo, a la diestra de Dios o en Dios? Me pregunto cómo los especialistas en teología analítica contestarían a esta pregunta. No importa cuánto tratemos de analizar esto, nuestras mentes son demasiado limitadas para entenderlo. El Dios Triuno es ilimitado, y está muy por encima de nuestro entendimiento. No tratemos de entenderlo con nuestra mente humana y limitada. El hecho es que Cristo está al mismo tiempo a la diestra de Dios y en Dios. Sin embargo, no podemos reconciliar estas dos afirmaciones con nuestra mente limitada.

  Con respecto a asuntos como éstos, no seguimos las enseñanzas tradicionales de la presunta iglesia histórica; seguimos la Palabra pura de Dios. Muchos creyentes dicen conocer la Biblia, cuando en realidad su entendimiento de las Escrituras ha sido cegado por las enseñanzas tradicionales contenidas en credos como el Credo de Nicea. No obstante, como hemos mencionado anteriormente, nosotros seguimos la Palabra pura y completa de Dios. La Biblia enseña que Cristo está a la diestra de Dios y que también está escondido en Dios. Tal vez no seamos capaces de reconciliar estas dos afirmaciones, pero sí las creemos por lo que nos dice la Biblia.

ESCONDIDOS CON CRISTO Y MANIFESTADOS CON ÉL

  Yo aprecio la palabra “escondida” en 3:3. Hoy nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Pero un día Cristo aparecerá, y nosotros seremos manifestados con Él en gloria. Aunque seremos manifestados con Cristo en el futuro, por ahora nos toca estar escondidos. Por esta razón, no debemos exhibirnos a nosotros mismos.

  Mientras laboraba en la biografía del hermano Nee, recordé nuevamente la importancia de llevar una vida escondida. Aunque ya terminé de escribir este libro, todavía sigo buscando saber si el Señor desea que este libro sea publicado o no. La razón por la que no me siento muy seguro es que resulta difícil imprimir la biografía de alguien sin exhibirlo públicamente. Esto se opone al principio de llevar una vida escondida. La vida que llevan los cristianos hoy, debe ser una vida escondida.

  Hoy en día, incluso Cristo está escondido. Consideremos por un momento cuántos lo critican, se oponen a Él y lo atacan. Los hombres se rebelan contra Él a tal punto que parece como si Él no existiera. A pesar de que Cristo sufre debido a todos estos ataques y rebeliones, Él guarda silencio y permanece escondido.

  Contrario a lo que practica el cristianismo, nuestra vida no debería exhibirse. Debemos hacer muchas cosas, de las cuales los demás nunca lleguen a enterarse. Nuestra vida cristiana debe ser una vida escondida, una vida escondida con Cristo en Dios. Nuestra vida de iglesia debe también estar escondida en Dios y en los cielos. Hoy en día el cristianismo suele hacerles publicidad a los hombres y a lo que ellos hacen. Lo menos que podemos decir es que ésta es una practica babilónica. La vida de iglesia es una vida que está escondida con Cristo en Dios y en los cielos. Mientras estemos escondidos, estamos con Cristo en Dios, en los cielos y en la iglesia, pero cuando queremos darnos a conocer y nos promocionamos, estamos fuera de Cristo y no estamos con Él. Cuando Cristo se manifieste, entonces nosotros también seremos manifestados con Él. Ése será el momento en el cual seremos manifestados con Cristo. Pero por ahora nos toca estar escondidos y sufrir.

  Conforme a Romanos 8, un día seremos glorificados con Cristo. En Romanos 8:19, leemos que “la creación observa ansiosamente, aguardando con anhelo la manifestación de los hijos de Dios”, al momento en el cual, “será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad de la gloria de los hijos de Dios” (v. 21). ¡Cuán maravilloso será aquel día en que seremos manifestados con nuestro Cristo en gloria! Para entonces, aun nuestro cuerpo vil será transfigurado en un cuerpo glorioso. No obstante, mientras esperamos ese maravilloso día, debemos permanecer escondidos con Cristo en Dios, en los cielos y en la iglesia.

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