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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Colosenses»
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Mensaje 28

CRISTO: EL CONSTITUYENTE DEL NUEVO HOMBRE

  Lectura bíblica: Col. 3:5-11; Gá. 2:20a; Ro. 6:3; 8:13; Ef. 4:22, 24-25; Ro. 12:2; Fil. 1:21; Col. 1:27; 1 Co. 12:13

  Conforme a Colosenses 3, Cristo es nuestra vida y Aquel que es el todo y está en todos (vs. 4, 11). En este mensaje hablaremos de cómo este Cristo es el constituyente del nuevo hombre.

  Antes de presentar este asunto, Pablo habla de la necesidad de despojarse de muchas cosas (vs. 5, 9). En el nuevo hombre, todo lo que no sea Cristo debe ser puesto a un lado. La iglesia como nuevo hombre no tiene cabida para nada que no sea Cristo. Pablo menciona, al enumerar las cosas de las cuales tenemos que despojarnos, asuntos carnales y psicológicos, y finalmente se refiere al viejo hombre en su totalidad.

I. HACER MORIR NUESTROS MIEMBROS LUJURIOSOS

  En 3:5 Pablo dice: “Haced morir, pues, vuestros miembros terrenales: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y avaricia, que es idolatría”. En nuestros miembros pecaminosos se encuentra la ley del pecado, que nos hace cautivos del pecado y convierte nuestro cuerpo corrupto en un cuerpo de muerte (Ro. 7:23-24). Por lo tanto, nuestros miembros, los cuales son pecaminosos, están vinculados con cosas pecaminosas, tales como la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia. En 3:6, Pablo afirma que por estas cosas “la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia”. Luego, en el versículo 7, él añade que los creyentes anduvieron en otro tiempo en estas cosas cuando vivían en ellas.

  En el versículo 5, Pablo nos exhorta a hacer morir nuestros miembros terrenales. Esta exhortación se basa en el hecho de que fuimos crucificados con Cristo (Gá. 2:20a) y bautizados en Su muerte (Ro. 6:3). Aplicamos la muerte de Cristo a nuestros miembros pecaminosos al crucificarlos, por la fe, mediante el poder del Espíritu (Ro. 8:13). Esto corresponde a lo que dice Gálatas 5:24. Cristo llevó a cabo la crucifixión todo-inclusiva. Ahora la aplicamos a nuestra carne lujuriosa. Esto es muy diferente del ascetismo.

  La muerte todo-inclusiva de Cristo en la cruz se aplica a nosotros cuando somos bautizados. Todos los que creen en el Señor Jesús deben ser bautizados. En el bautismo no sólo reconocemos la muerte de Cristo, sino también la aplicamos a nosotros mismos. Por consiguiente, en el bautismo somos puestos en la muerte de Cristo y somos sepultados.

  Según Romanos 8:11 y 13, hacer morir las prácticas del cuerpo es algo que se lleva a cabo en el poder del Espíritu. Esto no se efectúa con nuestros propios esfuerzos. Intentar hacer morir las prácticas del cuerpo no es otra cosa que practicar el ascetismo. No debemos practicar el ascetismo, pero sí debemos hacer morir las cosas negativas que están en nosotros por el poder del Espíritu Santo. Para hacer esto, debemos abrir nuestro ser al Espíritu y permitirle que fluya en nosotros. Mediante el fluir del Espíritu, experimentaremos la eficacia de la muerte de Cristo. Esto no es ascetismo, sino la operación del Espíritu en nuestro interior.

  Muchos de los santos han leído la autobiografía de Madame Guyón. En este libro se hallan evidencias muy claras del ascetismo y del misticismo, las mismas cosas que perjudicaron a la iglesia en Colosas. Los que lean los libros de los místicos deben hacerlo con discernimiento. Aunque podemos recibir ayuda de algunas de las cosas que se hallan en estos libros, otras nos pueden hacer daño. Hace muchos años, algunos de estos libros nos fueron de ayuda. No obstante, con el tiempo aprendimos que estos libros, si se leen sin discernimiento, pueden desviar a los cristianos que buscan más del Señor y conducirlos al error del ascetismo. Por eso no les recomiendo que lean estos libros si no cuentan con la ayuda de los santos que tienen más experiencia. De hecho, hace poco algunos, particularmente algunas hermanas, fueron afectadas negativamente por dichos libros.

  Debemos recibir la advertencia en cuanto al ascetismo. No debemos imponernos nada que tenga el propósito de reprimir los apetitos de la carne. Al contrario, nuestra práctica debe consistir en abrir nuestro ser al Señor mientras tengamos comunión con Él, en permitirle al Espíritu fluir libremente dentro de nosotros, y en aplicar la eficacia de la muerte todo-inclusiva de Cristo a las cosas negativas que están en nuestro ser. Practicar el ascetismo equivale a suicidarnos espiritualmente; en contraste con esto, aquello de lo cual nosotros estamos hablando es aplicar a nosotros la muerte de Cristo por medio del fluir del Espíritu.

II. DESECHAR LAS COSAS PSICOLÓGICAS MALIGNAS

  En el versículo 8, Pablo habla de desechar las cosas psicológicas malignas: “Pero ahora desechad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, lenguaje soez e injurioso de vuestra boca”. Al comparar este versículo con los anteriores, nos damos cuenta de que Pablo enumeró las cosas de la carne en una categoría y las cosas del alma caída en otra. Todas las cosas negativas, tanto de la carne como del alma caída, deben ser desechadas. Hacemos esto, no por nuestra propia energía, sino por el poder del Espíritu todo-inclusivo.

III. HABIÉNDONOS DESPOJADO DEL VIEJO HOMBRE CON SUS PRÁCTICAS

  En el versículo 9, Pablo dice a continuación: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus prácticas”. Este versículo indica que el viejo hombre en su totalidad, debe ser desechado al igual que nos despojamos de una vestidura vieja. Toda la persona del viejo hombre debe ser desechada. En este versículo, Pablo dijo: “Habiéndoos despojado del viejo hombre” refiriéndose al hecho de que nos despojamos del viejo hombre en el bautismo. Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo (Ro. 6:6) y fue sepultado en el bautismo (Ro. 6:4).

IV. HABIÉNDONOS VESTIDO DEL NUEVO HOMBRE

  En el versículo 10, Pablo declara: “Y vestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”. Vestirse del nuevo hombre es como ponerse un nuevo vestido. La palabra griega que en este versículo se tradujo “nuevo” significa joven, es decir, nuevo con relación al tiempo. Esto difiere de la palabra “nuevo”, mencionada en Efesios 4:24, que significa nuevo en naturaleza, calidad o forma.

  El nuevo hombre es de Cristo. Es Su Cuerpo el que fue creado en Él en la cruz (Ef. 2:15-16). No es un hombre individual, sino un hombre corporativo. Según la clara visión que nos presenta Efesios 2:15, el nuevo hombre es una entidad corporativa. Esto lo demuestra el hecho de que fue creado a partir de dos pueblos, judíos y gentiles. Efesios 2:16 indica además que el nuevo hombre, que fue creado a partir de estos pueblos, es el Cuerpo de Cristo. Por lo tanto, el nuevo hombre y el Cuerpo son términos sinónimos e intercambiables.

  El mismo hecho de que el nuevo hombre es el Cuerpo y que el Cuerpo es el nuevo hombre indica claramente que el nuevo hombre no es una entidad individual, sino una entidad corporativa. Algunas versiones de la Biblia hablan de vestirse del nuevo yo. Esto constituye un grave error. La versión en inglés New American Standard comete el mismo error en Colosenses 3:10 al adoptar la traducción siguiente: “Y vestido del nuevo yo”. Éste es un error gravísimo, ya que va más allá de la interpretación bíblica al grado de cambiar la Biblia. La palabra griega significa “hombre”, y no “yo”. Por consiguiente, es completamente erróneo hablar acerca de vestirse del nuevo yo. Conforme a Colosenses 3:10, nosotros nos vestimos del nuevo hombre, y no del nuevo yo.

A. Se va renovando hasta el conocimiento pleno, conforme a la imagen del que lo creó

  En Efesios 2 se nos dice que el nuevo hombre fue creado, pero en Colosenses 3:10 se nos dice que el nuevo hombre se va renovando hasta el conocimiento pleno conforme a la imagen del que lo creó. Aunque Efesios y Colosenses son epístolas hermanas, lo que dicen acerca del nuevo hombre no es exactamente lo mismo. ¿Cómo podemos decir, por un lado, que el nuevo hombre fue creado y, por otro, decir que se renueva? El nuevo hombre necesita ser renovado porque nosotros, los que pertenecemos a la vieja creación, fuimos incluidos en la creación del nuevo hombre. La renovación se lleva a cabo principalmente en nuestra mente, como lo indica la frase “hasta el conocimiento pleno”. El nuevo hombre fue creado en nuestro espíritu. Antes de que el nuevo hombre fuera creado en nuestro espíritu en resurrección, no teníamos en nosotros el Espíritu de Dios ni la vida de Dios. Aunque teníamos un espíritu, nuestro espíritu no contenía la vida divina. No obstante, cuando la nueva creación llegó a existir en nuestro espíritu en resurrección, el Espíritu Santo junto con la vida divina fue añadido a nuestro ser, lo cual produjo un nuevo ser, el nuevo hombre. Es por eso que podemos afirmar que el nuevo hombre fue creado en nuestro espíritu.

  Sin embargo, todavía es necesario que nuestra alma e incluso nuestro cuerpo, sean renovados. Nuestra mente, que representa nuestra alma, necesita ser renovada. Finalmente, cuando nuestro cuerpo sea transfigurado, también será renovado. Por tanto, nuestro espíritu ya fue regenerado, pero nuestra alma está siendo renovada. Por un lado, en nuestro espíritu el nuevo hombre fue creado con los nuevos elementos, a saber, la vida divina y el Espíritu Santo. Por otro lado, el nuevo hombre se va renovando en nuestra alma.

  El problema de los creyentes colosenses no radicaba en el espíritu, ni tampoco en la nueva creación. El problema de ellos se hallaba en la mente, puesto que habían dado cabida a diversas filosofías. Ellos estaban errados, no en cuanto a la nueva creación, sino con respecto a su mente. De ahí que ellos necesitaban ser renovados hasta el conocimiento pleno.

  En 3:10 Pablo dice que el nuevo hombre, conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno. En este versículo, la imagen se refiere a Cristo, al Amado de Dios, quien es la expresión misma de Dios (1:15; He. 1:3). Aquel que creó al nuevo hombre en Cristo (Ef. 2:15) fue Dios el Creador.

  En Efesios 4:24 Pablo dice que el nuevo hombre fue “creado según Dios en la justicia y santidad de la realidad”. Aquí no se menciona la imagen; sólo se nos dice que el nuevo hombre fue creado según Dios mismo, mientras que en Colosenses 3:10 vemos que el nuevo hombre se va renovando conforme a la imagen del que lo creó. Según Efesios 4:24, el nuevo hombre fue creado según Dios, pero en Colosenses 3:10 se nos dice que el nuevo hombre se va renovando conforme a la imagen de Dios. La renovación del nuevo hombre da por resultado el conocimiento pleno, y el conocimiento pleno es conforme a la imagen de Dios. En unos mensajes pasados, hicimos notar que la imagen en 1:15 se refiere a la expresión de Dios y a la plenitud de Dios. La imagen de Dios es Su plenitud y expresión, que es, por supuesto, Cristo mismo.

  No estoy muy seguro de que muchos de nosotros hayamos sido renovados hasta el conocimiento pleno, conforme a la imagen de Dios. En cuanto a esto, necesitamos crecer mucho más. Somos como colosenses en el sentido de que el nuevo hombre ya ha sido creado en nuestro espíritu, pero nuestra mente aún no ha sido renovada hasta el conocimiento pleno. Es menester que seamos renovados en nuestra mente hasta el conocimiento pleno, conforme a la expresión de Dios, es decir, conforme a Cristo, quien es la imagen de Dios. Esto significa que necesitamos que se produzca una renovación en nuestra mente conforme a lo que Cristo es. Esto sólo puede suceder a medida que vamos siendo renovados hasta el conocimiento pleno.

  En Colosenses Pablo usa la frase “conocimiento pleno” en tres ocasiones (1:10; 2:2; 3:10). El problema de los colosenses era que ellos tenían un conocimiento equivocado. Ellos habían aceptado filosofías que no eran conforme a Cristo. En 2:8 Pablo habla de filosofías que son según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Ahora en 3:10 él habla del conocimiento pleno conforme a la imagen, la expresión, o plenitud, de Dios. En cuanto al nuevo hombre, nuestra mente debe ser renovada hasta este conocimiento pleno conforme al Cristo que es la expresión del Dios invisible. Nuestra mente necesita ser renovada hasta que lleguemos a tener una visión clara de Cristo como la imagen de Dios. Son pocos los cristianos que tienen el debido entendimiento acerca del Cristo revelado en el libro de Colosenses. Sus mentes no han sido renovadas hasta el conocimiento pleno de Él. Como resultado, muchos de ellos hoy se han extraviado y han sido engañados y defraudados, al igual que los colosenses. Los colosenses pudieron ser engañados porque en sus mentes no tenían el conocimiento pleno conforme a la expresión de Dios. Lo mismo les sucede a los cristianos de hoy. Algunos fueron llevados cautivos porque no fueron renovados en sus mentes hasta el conocimiento pleno, conforme al Cristo todo-inclusivo como imagen de Dios.

  En Efesios vemos que el nuevo hombre fue creado en nuestro espíritu con los elementos de la vida divina y el Espíritu Santo. Estos elementos se han añadido a nuestro ser para producir una nueva creación. Por otro lado, en Colosenses vemos que el nuevo hombre se va renovando en nuestras mentes hasta el conocimiento pleno conforme a Cristo, quien es la imagen de Dios. Cuando nuestra mente se llene del conocimiento del Cristo todo-inclusivo, nuestra parte emotiva será afectada. Esto nos llevará a tener un mayor aprecio por el Señor Jesús. Por ejemplo, es posible que un niño aprecie más el estuche que el anillo de diamantes. En la mente del niño no existe ningún conocimiento respecto al valor del anillo. Sin embargo, a medida que el niño crezca, sentirá más aprecio por el anillo. Finalmente, querrá conservar el anillo y tirar la caja.

  El amor tiene que ver con la parte emotiva, y nuestra parte emotiva está relacionada con lo que entendemos en nuestra mente. Si no tenemos mucho entendimiento respecto de cierta cosa, no la apreciaremos mucho. Esto hará imposible que la amemos, pero cuando nuestra mente se renueva con respecto a ella, nuestra parte emotiva y el amor que ella contiene serán renovados también. Cuando la mente es renovada, la parte emotiva es espontáneamente renovada también. Nuestra experiencia lo confirma. Tanto en el campo de la experiencia espiritual como en el campo de la experiencia humana, la mente afecta las emociones, y éstas afectan la voluntad.

  Debemos ser renovados en nuestra mente para amar apropiadamente al Señor con nuestra parte emotiva. Muchos santos son fríos hacia el Señor porque no tienen mucho conocimiento de Él en sus mentes. Cuanto más tengamos del conocimiento pleno del Cristo todo-inclusivo, más lo apreciaremos y más lo amaremos. Aunque todavía necesitamos ser renovados mucho más, al menos disponemos de cierta cantidad de conocimiento del Señor Jesús. El conocimiento que tenemos de Él nos permite amarle. Una vez que amemos y apreciemos al Señor, ejercitaremos nuestra voluntad para consagrarnos a Él, seguirle y vivirle, así como para cultivarlo y producirlo. De esta manera, decidimos vivir para Él y por causa de Su testimonio. Esta decisión proviene de nuestra parte emotiva, la cual, a su vez, es afectada por el conocimiento apropiado de Cristo.

  La idea principal de lo que Pablo dice a los colosenses tiene que ver con el hecho de ser renovados en nuestra mente hasta el pleno conocimiento de Cristo. Los colosenses necesitaban un conocimiento pleno de Cristo, no conforme a la filosofía, al gnosticismo, a las observancias judaicas ni a las ordenanzas paganas, sino conforme a la imagen de Dios. Como ya dijimos, esta imagen es el Cristo todo-inclusivo, quien es maravilloso y glorioso. Necesitamos una renovación que nos lleva a poseer el conocimiento pleno de este Cristo.

  Cuando era joven, fui cautivado por nuestro querido Señor Jesús. Cuanto más mi mente se renueva en el conocimiento apropiado de Él, más le amo. Puedo testificar que, aunque ya estoy bastante anciano, mi amor por Él se mantiene fresco. De hecho, amo al Señor más que nunca antes. Al hablar acerca de Él, siento que arde un fuego en mi interior. La renovación que se ha hecho en mi mente hasta el conocimiento pleno conforme a la imagen de Dios, ha producido un profundo aprecio por el Señor. Esto me lleva a amarle. Una vez que tengamos tal amor por el Señor, diremos: “Señor Jesús, quiero seguirte, cueste lo que cueste. Estoy dispuesto a pagar cualquier precio, aun el precio de mi vida, para ser uno contigo y vivir completamente dedicado a Ti. Señor, quiero tomarte como mi vida y como mi persona. Quiero vivirte, cultivarte y producirte. Señor Jesús, Tú eres única y exclusivamente la razón de mi existencia”.

B. Donde no puede haber ninguna persona natural

  En el versículo 11, Pablo añade: “Donde no puede haber [gr.] griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es el todo y en todos”. La palabra “donde” se refiere al nuevo hombre mencionado en el versículo 10, y por tanto significa: en el nuevo hombre. En el nuevo hombre, no hay ninguna persona natural ni tampoco puede existir persona natural alguna. No puede haber griegos, quienes son ávidos por la sabiduría filosófica, ni judíos, aquellos que buscan señales milagrosas (1 Co. 1:22). Tampoco puede haber circuncisión ni incircuncisión. La circuncisión se refiere a los que guardaban los ritos religiosos de los judíos, y la incircuncisión a aquellos que no tenían ningún interés en la religión judía. Además, en el nuevo hombre tampoco puede haber bárbaro, escita, esclavo ni libre. Un bárbaro es una persona inculta; los escitas eran considerados los más bárbaros; los esclavos eran personas que habían sido vendidos como tales; y los libres eran aquellos que habían sido liberados de la esclavitud. No importa la clase de persona que seamos; por lo que al nuevo hombre se refiere, debemos considerarnos nada. En el nuevo hombre, sólo hay lugar para Cristo, y no para ninguna persona natural. Por consiguiente, en la iglesia todos nosotros somos nada.

C. Cristo es el todo y en todos

  En el nuevo hombre “Cristo es el todo, y en todos”. En el nuevo hombre, sólo hay lugar para Cristo. Él es todos los miembros del nuevo hombre y está en todos ellos. Él lo es todo en el nuevo hombre. De hecho, es el nuevo hombre, Su Cuerpo (1 Co. 12:13). En el nuevo hombre, Cristo es la centralidad y la universalidad.

  La palabra “todo”, en el versículo 11, se refiere a todos los miembros que constituyen el nuevo hombre. Cristo es todos los miembros y está en todos los miembros. Por esta razón, en la iglesia no hay lugar para nosotros. No hay espacio para ninguna nacionalidad. Siendo aquellos que formamos parte del nuevo hombre, no debemos considerarnos chinos, americanos, alemanes ni de ninguna otra nacionalidad. Ni siquiera deberíamos decir que somos fulano de tal. Puesto que en el nuevo hombre Cristo es el todo y está en todos, y puesto que usted forma parte del nuevo hombre, entonces usted es parte de Cristo. Cada miembro, cada parte, del nuevo hombre es Cristo.

  El versículo 11 es muy claro al decir que no puede haber ninguna persona natural en el nuevo hombre. ¡Qué grave error es haber traducido la expresión griega del versículo 10 como el “nuevo yo”! Es ridículo afirmar que en el nuevo yo no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión. Conforme al contexto, el nuevo hombre mencionado en 3:10 no denota al nuevo yo en absoluto, ya que el nuevo hombre se compone de creyentes de diversos trasfondos culturales. Esto no se le podría aplicar al “nuevo yo”. Sin lugar a dudas, el nuevo hombre aquí se refiere a un hombre corporativo, a la iglesia, el Cuerpo de Cristo. Aunque la iglesia se compone de diversas clases de personas, todas ellas forman parte de Cristo. Ellas han dejado de ser personas naturales. En el nuevo hombre, Cristo es todos y está en todos. ¡Qué visión más grande es ver que Cristo es el todo y en todos!

  Es crucial que veamos dos cosas: debemos ser renovados hasta el conocimiento pleno conforme al Cristo todo-inclusivo, el cual es la imagen de Dios; y también debemos ver que en la iglesia, el nuevo hombre, Cristo es el todo y está en todos. En la iglesia, el nuevo hombre, no existe nada más que Cristo.

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