Mensaje 4
En 1:13 Pablo dice: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino del Hijo de Su amor”. Las palabras de Pablo aquí corresponden a lo que el Señor le dijo mientras él iba camino a Damasco. En Hechos 26:18 vemos que el Señor comisionó a Pablo, diciéndole: “Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados por la fe que es en Mí”. Tanto en este versículo como en Col. 1:12-13, Pablo menciona las tinieblas, la luz, la potestad, los que son santificados y la porción o herencia. Sin lugar a dudas, las palabras de Pablo en Colosenses reflejan lo que el Señor le dijo en el momento de su conversión.
Hace varios años, yo pensaba que la potestad de las tinieblas se refería solamente a cosas malignas, tales como apostar, robar o fornicar. Pero más adelante descubrí que la potestad de las tinieblas mencionada en este versículo, encierra mucho más que esto. En el libro de Colosenses, la potestad de las tinieblas no se refiere a cosas malignas, sino a las observancias religiosas, a los preceptos gentiles y a la filosofía gnóstica. De hecho, en el capítulo dos, Pablo relacionó la adoración a los ángeles, es decir, la idolatría, con la filosofía, el misticismo, el gnosticismo y el ascetismo. El ascetismo consiste en tratar severamente el cuerpo a fin de frenar los apetitos de la carne. Podemos encontrar dicha práctica en el hinduismo, el budismo y el catolicismo. Pero como veremos más adelante, el ascetismo no tiene ningún valor contra los apetitos de la carne (2:23). Las observancias religiosas, el ascetismo y la filosofía no son malas. Incluso algunas observancias se basan en los mandamientos que Dios dio en el Antiguo Testamento, como son las regulaciones sobre los alimentos. Sin embargo, cuando Pablo dice que el Padre nos ha librado de la potestad de las tinieblas, se refiere a tales observancias, ordenanzas, filosofías y prácticas ascéticas. Comúnmente, todos consideramos los casinos y juegos de azar como parte de la potestad de las tinieblas, pero no creo que muchos piensen lo mismo de las filosofías y de las enseñanzas éticas. Por lo tanto, es crucial que entendamos el sentido en que Pablo usa esta palabra en el libro de Colosenses.
La potestad de las tinieblas denota la autoridad de Satanás. Dios es luz, y Satanás es tinieblas. La potestad de las tinieblas de Satanás es la potestad de maldad en las regiones celestes, en el aire (Ef. 6:12). La maldad se refiere a lo que está en rebelión contra Dios. La potestad de maldad o de rebelión en las regiones celestes constituyen el reino de Satanás, la potestad de las tinieblas (Mt. 12:26).
Las tinieblas están relacionadas con la muerte. Donde hay tinieblas, también hay muerte. Las tinieblas se oponen a la luz, la cual tiene que ver con la vida. Satanás, las tinieblas y la muerte se oponen a Dios, a la luz y a la vida. Según 1 Pedro 2:9, fuimos llamados de las tinieblas a la luz admirable de Dios. Las tinieblas son Satanás mismo como muerte, y la luz es Dios mismo como vida.
Ser librados de la potestad de las tinieblas significa ser librados del diablo, quien tiene el imperio de la muerte (He. 2:14; Jn. 17:15). Fuimos librados del diablo, Satanás, por la muerte de Cristo (Col. 2:15) y por la vida de Cristo en resurrección (Jn. 5:24).
Hemos visto que la potestad de las tinieblas constituye el reino de Satanás y que Satanás mismo es las tinieblas. El reino de Satanás es un sistema. Sin embargo, no todo lo que compone este sistema es malo; por el contrario, muchas cosas en él son buenas, o por lo menos así las considera la sociedad. Satanás usa diversas cosas, tanto buenas como malas, para recluir a las personas dentro de su sistema y no dejarlas salir. Satanás usa las apuestas para atrapar en este sistema a los que son aficionados a los juegos de azar. Por consiguiente, en su reino existe un ministerio, un departamento, de apuestas. De la misma manera, puesto que Satanás sabe que otros valoran mucho el conocimiento, él dispone de un departamento de ciencias en su reino, con miras a recluirlos dentro de su sistema. La mayoría de las personas condena los juegos de azar, pero casi nadie considera el conocimiento algo negativo. Si sólo advertimos a las personas a que se mantengan alejados de los aspectos negativos del sistema de Satanás, seremos apreciados por la gente. Satanás atrapa algunas personas en su sistema tentándolas a practicar el mal, pero atrapa a otras incitándolas a esforzarse por suprimir el mal.
La filosofía constituye otro departamento del reino de Satanás. Después de hablar de la potestad de las tinieblas, Pablo menciona las ordenanzas, las observancias, las filosofías y los rudimentos del mundo, cada uno de los cuales son aspectos de la potestad satánica. Hoy en día, la filosofía mantiene a un sinnúmero de personas bajo el control de Satanás. Es por eso que a menudo resulta más fácil conducir a un tahúr a Cristo, que a una persona entregada a la filosofía. En China nos fue difícil convertir a los seguidores de Confucio, debido a que Satanás había utilizado las enseñanzas éticas del confucianismo para controlar a multitudes de chinos y encerrarlos en su sistema. Satanás logró controlarlos y mantenerlos bajo su autoridad mediante la filosofía ética.
Tanto los judíos como los musulmanes se oponen vigorosamente al evangelio de Cristo. Los musulmanes no son controlados por cosas malignas, sino por los principios del islamismo. Aparentemente, dichos principios son buenos, pero en realidad, son de temer.
Los mormones, quienes se caracterizan por ser honestos, éticos y morales en su vida diaria, también son controlados por cosas aparentemente buenas. Ellos no sólo se abstienen de bebidas alcohólicas, sino que ni siquiera beben café ni té. ¡Cuán estrictos y rectos parecen ser! Sin embargo, el mormonismo también forma parte de la potestad de las tinieblas, y los mormones son retenidos en las tinieblas y controlados por Satanás.
En la época de Pablo, el judaísmo se había convertido en una sección significativa de la potestad de las tinieblas. Pablo, quien era un líder prominente en el judaísmo, estaba completamente bajo esta potestad mientras iba camino a Damasco. De repente, el Señor se apareció a él y lo comisionó para que abriera los ojos a las personas, a fin de que ellas pudieran convertirse de las tinieblas a la luz. El encuentro que tuvo Pablo con Cristo lo dejó ciego por algunos días. Dicha ceguera indicaba que anteriormente él era contado con los ciegos. Pero ahora, después de haber sido conducido a Cristo, él debía esforzarse por convertir a otros de las tinieblas a la luz, es decir, de la potestad de Satanás a Dios. Antes de ser salvo, Pablo estaba bajo la potestad de Satanás. En particular, la religión judía era la potestad de las tinieblas que lo controlaba.
Si hemos de entender apropiadamente Colosenses 1:13, debemos estudiar este versículo dentro del contexto de toda la epístola. Al considerar este libro en su totalidad, descubrimos que la potestad de las tinieblas incluye la religión judía con sus observancias, principalmente la de la circuncisión, y también las ordenanzas, la filosofía, el misticismo y el ascetismo gentiles. Hoy, al igual que la época en que se escribió el libro de Colosenses, todo el mundo se encuentra en tinieblas. Estar en tinieblas simplemente significa no tener luz. Todas las universidades y todos los distintos grupos sociales se hallan bajo la potestad de las tinieblas. Cada aspecto de la sociedad, incluyendo al cristianismo, se encuentra en oscuridad. No piense que las tinieblas sólo se encuentran donde está el mal. Pablo les dijo a los colosenses que Dios los había librado de la potestad de las tinieblas, es decir, de leyes, ordenanzas y prácticas, así como del ascetismo, del misticismo y de la filosofía. A pesar de que entre éstos se incluyen los aspectos más refinados de la cultura, aún así forman parte de la potestad de las tinieblas mediante la cual Satanás controla a las personas.
Debemos preguntarnos en qué medida aún seguimos bajo la potestad de las tinieblas. Podemos hablar mucho de vivir a Cristo, pero ¿en qué medida vivimos realmente por Él? En nuestra vida diaria, muchos aún nos encontramos en alguna sección de la potestad satánica de las tinieblas. Espontáneamente, sin darnos cuenta y sin proponérnoslo, seguimos viviendo conforme al yo, y no según Cristo. ¿Cuánto tiempo del día vive usted en el espíritu y anda conforme al espíritu? ¿Cuánto tiempo todavía vive y anda en el yo? Cada vez que vivimos conforme al yo, estamos bajo el control de la potestad de las tinieblas y nos hallamos dentro del sistema de Satanás. Siempre que estamos en el hombre natural y vivimos conforme al yo, nos hallamos bajo el dominio de Satanás. Debido al control que ejerce Satanás, muchos sienten que están en tinieblas, que no tienen luz. Esto se debe a que, de alguna forma, aún son controlados por la potestad de las tinieblas. Todo el género humano, tanto los religiosos como los que no lo son, se encuentra en tinieblas. En ellas, la autoridad de Satanás se ejerce de varias maneras para mantener atrapada a la gente en un sistema y controlarla.
Satanás tiene muchas maneras de controlar a los cristianos. Los nuevos que visitan nuestras reuniones pueden hallarse bajo la potestad de las tinieblas, especialmente las tinieblas de la doctrina y del entendimiento doctrinal. La mayoría de los cristianos se hallan bajo cierto tipo de control doctrinal, sin darse cuenta de que ésta es la potestad de las tinieblas.
Otros se hallan bajo la potestad de las tinieblas porque viven conforme a alguna virtud natural. Tal vez son amables y humildes de una manera natural. Sin embargo, mediante virtudes como éstas, Satanás puede controlarnos y retenernos bajo la potestad de las tinieblas. La razón por la que algunos no reciben luz es que están bajo las tinieblas de cierta virtud natural. Cada virtud natural constituye un aspecto de la potestad de las tinieblas.
Muchos santos son dominados por su carácter; algunos son lentos mientras que otros son rápidos. No importa cómo sea nuestro carácter, Satanás lo usa para ejercer su control sobre nosotros.
Al leer este mensaje sobre todo lo que abarca la potestad de las tinieblas y los numerosos medios que Satanás usa para mantenernos en tinieblas y controlarnos, tal vez nos preguntemos cómo debemos entonces vivir. Pareciera que no existe forma de seguir adelante, ya que todo lo que somos, hacemos, pensamos y decimos, se encuentra bajo la potestad de las tinieblas. Ésta es nuestra verdadera situación. Por tanto, lo único que nos queda por hacer es ir a la cruz y permitir que ésta elimine cada aspecto de la potestad satánica de las tinieblas. La cruz es el único camino. Además, debemos creer en las palabras de Pablo mencionadas en 1:13, las cuales declaran que ya fuimos librados de la potestad de las tinieblas.
No sólo fuimos librados de la potestad de las tinieblas, sino también trasladados al reino del Hijo del amor de Dios. El reino del Hijo es la autoridad de Cristo (Ap. 11:15; 12:10).
El Hijo del Padre es la expresión del Padre, quien es la fuente de la vida (4, Jn. 1:18; 1 Jn. 1:2). El Padre, como fuente de la vida, es expresado en el Hijo.
El Hijo del amor del Padre, como objeto del amor del Padre, llega a ser la corporificación de la vida para nosotros, en el amor divino y con la autoridad que se halla en resurrección. El Hijo, como corporificación de la vida divina, es el objeto del amor del Padre; la vida divina, la cual se encuentra corporificada en el Hijo, nos es dada en el amor divino. De esta manera, el objeto del amor divino llega a ser para nosotros la corporificación de la vida en el amor divino, con la autoridad que está en resurrección. Éste es el reino del Hijo de Su amor.
Es más fácil dar un ejemplo del reino del Hijo de Su amor, que tratar de dar una definición adecuada. Examinemos nuestra experiencia. Cuando nos dimos cuenta de que el Señor Jesús era tan amoroso y adorable, nos sentimos motivados a amarle. Así, cada vez que le expresamos nuestro amor, estamos conscientes de una dulce sensación de amor. No solamente esta sensación de amor incluye al Señor Jesús, sino que también nos incluye a nosotros. De esta manera, nos damos cuenta de que también nosotros somos objetos del amor divino, y como tales, espontáneamente empezamos a ser regidos por cierta autoridad o gobierno. Antes de amar al Señor Jesús, éramos libres para hacer lo que quisiéramos. Ahora, cuanto más decimos: “Señor Jesús, te amo”, menos libres nos sentimos. Anteriormente, no sentíamos sobre nosotros ningún control ni restricción. Podíamos maltratar a otros o participar en entretenimientos mundanos sin sentir ninguna restricción interior. Pero ahora, por amar al Señor Jesús, somos gobernados por Él. Él no nos gobierna de una manera severa, sino de una forma dulce y agradable. ¡Oh, somos restringidos y gobernados de una manera tan dulce! Debido a ello, no nos atrevemos a decir ninguna palabra vana ni a tener ningún pensamiento que desagrade al Señor; antes bien, somos totalmente gobernados y restringidos al máximo en una dulce sensación de amor. Éste es el reino del Hijo de Su amor.
Cuanto más nos dispongamos a ser restringidos y gobernados por el Señor Jesús, siendo motivados por nuestro amor por Él, más creceremos en vida, incluso en abundancia de vida. Esto indica que el reino del Hijo de Su amor tiene como fin que nos deleitemos en el Cristo que es vida para nosotros. Es aquí donde somos librados de todo lo que no es Cristo, lo cual incluye no solamente cosas malignas, sino también asuntos tales como la filosofía, las ordenanzas, las observancias y el ascetismo. Cuando nos aferrábamos a la filosofía, a la ética, al ascetismo y a las ordenanzas, estábamos bajo la potestad de las tinieblas. No obstante, Dios nos libró de esta potestad y nos trasladó a un reino de amor, en el que abunda la vida y la luz. Estando aquí no tenemos observancias, rituales, ordenanzas, prácticas, filosofías, ni el misticismo, el gnosticismo ni el ascetismo, sino únicamente a Cristo, el Hijo de Su amor. Aquí encontramos amor, luz y vida. Esto es lo que significa vivir por Cristo.
Vivir por Cristo significa no vivir por nada que no sea Cristo mismo. Si vemos lo que quiere decir vivir por Cristo, nos daremos cuenta de que muchos de nosotros todavía estamos bajo cierta especie de control establecido por el yo. Este control es la potestad de las tinieblas, y si estamos bajo dicha potestad, no recibiremos ninguna luz al leer la Biblia, ni tendremos las palabras adecuadas para orar. Aunque el Padre nos ha librado de la potestad de las tinieblas, de nuestros pensamientos, emociones, preferencias y comportamiento naturales, es posible que todavía permanezcamos en algún aspecto de nuestro ser natural y que, por ende, sigamos bajo la potestad de las tinieblas. Debido a que en realidad nos hallamos bajo la potestad y el control de las tinieblas y no nos encontramos en el reino del Hijo de Su amor de una manera práctica, disfrutamos muy poco del Cristo que es la porción de los santos.
Puedo testificar que por la misericordia del Señor no soy más controlado por las tinieblas. Tal vez algunos se pregunten por qué parezco ser una persona inconstante en algunos aspectos. La razón es que no soy controlado por ningún aspecto de las tinieblas. En cuanto a asuntos que no son pecaminosos, soy flexible y en ocasiones puedo dar una respuesta en un momento dado y una respuesta distinta en otra ocasión. Recordemos que el libro de Colosenses no confronta el pecado, sino las ordenanzas, las prácticas y las filosofías. Por ejemplo, si un hermano me preguntara algo acerca de la comida, tal vez le diría que tiene la libertad de comer lo que desee; en cambio, si otro hermano me hiciera la misma pregunta, tal vez le contestaría de una manera diferente, según su situación particular. Tal vez yo parezca ser inconstante, pero en realidad no se trata de ser variable o no, sino de rehusar a estar bajo el control que ejerce sobre nosotros la potestad de las tinieblas por medio de las ordenanzas y las observancias.
Insistir en alguna ordenanza o práctica en particular es estar bajo la potestad de las tinieblas. Nuestro Padre nos libró de la potestad de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de Su amor. Aquí somos restringidos por el amor divino en la vida divina. En lugar de tener ordenanzas, observancias, religión o algún tipo de “ismo”, tenemos únicamente a Cristo. Si vemos esto, nunca habrá disputas ni divisiones en la vida de iglesia.
Si existe algún elemento divisivo entre nosotros, esto muestra que todavía persiste en nosotros algún elemento de la potestad de las tinieblas. La división y confusión que existe entre los cristianos actualmente se debe a la influencia de la potestad de las tinieblas. Si hemos visto lo que significa vivir por Cristo, no tendremos observancias ni ordenanzas. Esto no quiere decir que no honremos la Palabra santa; al contrario, creemos y respetamos la Biblia, pero no la tomamos como un libro de observancias y ordenanzas. En lugar de ello, la tomamos como la revelación del Cristo viviente.
Ser trasladados al reino del Hijo del amor del Padre significa ser trasladados al Hijo, quien es vida para nosotros (1 Jn. 5:12). El Hijo en resurrección (1 P. 1:3; Ro. 6:4-5) es ahora el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Él nos gobierna con Su amor y en Su vida de resurrección. Éste es el reino del Hijo del amor del Padre. Vivimos en Su reino y disfrutamos del amor del Padre cuando vivimos por el Hijo como nuestra vida en resurrección.
Hemos sido trasladados a una esfera donde somos gobernados en amor y con la vida. Aquí, estamos bajo el gobierno y la restricción celestiales, y disfrutamos la verdadera libertad, la libertad apropiada en amor, con la vida y bajo la luz. Esto es lo que significa ser librados de la potestad de las tinieblas y trasladados al reino del Hijo de Su amor. En este reino disfrutamos a Cristo y llevamos la vida de iglesia. Aquí no hay opiniones ni divisiones, sino solamente la vida de iglesia con Cristo como nuestro todo. Ésta es la revelación que presenta el libro de Colosenses.
En Colosenses, la potestad de las tinieblas se refiere a los buenos aspectos de la cultura, de nuestro carácter y de nuestro ser natural. Por tanto, la potestad de las tinieblas incluye nuestras virtudes, la religión, la filosofía, las observancias, las ordenanzas, y los principios y las normas éticas. Dios nos ha librado de todo esto y nos ha trasladado al reino del Hijo de Su amor, donde vivimos bajo un gobierno y una restricción celestiales. En dicho reino no estamos bajo un gobierno severo, sino bajo el gobierno amoroso del Hijo. Aquí no tenemos la sensación de estar bajo la justicia, el poder ni la autoridad, sino bajo nuestro querido Señor Jesús, quien nos ama tanto. Cuanto más le decimos al Señor Jesús que lo amamos, más libres somos, por un lado, y más restringidos y gobernados estamos, por otro lado. Ya que lo amamos, deseamos tomarle como nuestra persona y como nuestra vida. Ésta es la vida cristiana apropiada que se requiere para llevar la vida de iglesia.