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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Colosenses»
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Mensaje 50

CRISTO REEMPLAZADO EN TODO

  Lectura bíblica: Col. 2:2-4, 6-8, 2:6-7; 1:27; 3:3-4a; 1 Co. 1:5, 7, 9, 22-24; 2:2; Gá. 1:14-16; 2:20; 4:19; 5:2, 4

  En el libro de Colosenses, Pablo no solamente presenta la revelación del Cristo todo-inclusivo, sino también la experiencia que tenemos de Él. Al estudiar esta epístola, debemos ver tanto la revelación como la experiencia. En este mensaje, veremos que en la experiencia de los cristianos, Cristo ha sido reemplazado en todo.

LA REVELACIÓN DE CRISTO

  La revelación que hallamos en Colosenses acerca de Cristo es todo-inclusiva y a la vez extensa. Colosenses revela que Cristo lo es todo. Cristo es el Primogénito tanto de la antigua creación, el universo, como de la nueva creación, la iglesia (1:15, 18). La nueva creación no es tan extensa como la vieja creación, el universo. La iglesia es todo-inclusiva, mas no es extensa. El hecho de que Cristo sea el Primogénito de la creación original y también de la nueva creación implica que Él es tanto extenso como todo-inclusivo. En el nuevo hombre, sólo hay lugar para Cristo, pues que Él es el todo y está en todos (3:11). Esto muestra lo todo-inclusivo que es. No obstante, el hecho de que Él sea el Primogénito de toda creación indica lo extenso que es. Según las palabras de Efesios 3, Cristo es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad.

  La revelación del Cristo todo-inclusivo y extenso se halla de una manera completa, apropiada, concreta y clara en todas las epístolas de Pablo, pero especialmente en Colosenses. En 1:25 Pablo dice que él fue hecho ministro según la mayordomía de Dios para completar la palabra de Dios. Colosenses fue escrito para completar la palabra de Dios, es decir, para completar la revelación divina hallada en las Escrituras. Sin Colosenses, la revelación divina contenida en las Escrituras estaría incompleta.

  El completamiento de la Palabra de Dios, según lo encontramos en Colosenses, es el misterio de la economía de Dios, el cual es: Cristo en nosotros, la esperanza de gloria (1:27). Esto significa que sin la revelación de que Cristo en nosotros es la esperanza de gloria, la revelación divina estaría incompleta. Damos gracias al Señor porque Su revelación fue completada y escrita, y porque nos fue presentada.

DISTRAÍDOS Y APARTADOS DE CRISTO

  Durante siglos, los cristianos han tenido esta revelación en sus manos, pero no le han prestado ninguna atención. Aunque Cristo ha sido revelado de manera adecuada, concreta, enfática y completa, en la experiencia de los cristianos Él ha sido reemplazado por muchas cosas. A pesar de que hay millones de cristianos en este país, son pocos los que han prestado la debida atención al hecho de que Cristo, la esperanza de gloria, está en nosotros. Esto mismo ha sucedido incluso entre nosotros. En particular, la cultura ha reemplazado a Cristo. En 1961 escribí un himno que dice: “No la ley de letras ... sino el Cristo vivo” (Himnos, #253). Sin embargo, en este himno no mencioné la cultura. En la época en que lo escribí, no había visto que la cultura era el sustituto principal de Cristo en nuestra experiencia y el más sutil. No obstante, hace más de cuarenta y cinco años, pude ver que Dios no quiere nada que no sea Cristo mismo. Aunque esta visión es muy clara, debo confesar que todavía no vivo a Cristo como debería. De vez en cuando, he sido distraído de modo que no he prestado la debida atención a Cristo y, en lugar de ello, he puesto la mirada en otras cosas.

  ¿Se ha preguntado alguna vez qué tanto vive usted a Cristo cada día? Cuando más, vivimos a Cristo sólo cuando oramos en el espíritu. Esto nos permite ver lo poco que realmente vivimos a Cristo. En nuestra vida diaria, Cristo es reemplazado por otras cosas. Especialmente, las cosas que nos parecen buenas son las que se convierten en sustitutos de Cristo. Por ejemplo, Cristo puede ser reemplazado por nuestra humildad. Espontáneamente y sin percatarnos de ello, vivimos por nuestra humildad natural y no vivimos a Cristo. Interiormente, alguien que es humilde por naturaleza puede jactarse de su humildad, especialmente al compararse con otros. En realidad, la humildad de la cual él se gloría es un sustituto de Cristo. A los ojos de Dios, esta humildad no constituye una virtud; al contrario, representa algo muy desagradable, puesto que reemplaza a Cristo. Diariamente, muchas cosas reemplazan a Cristo. Nuestra diligencia, franqueza y sinceridad pueden reemplazarlo. Así, en lugar de vivir a Cristo, es posible que vivamos conforme a estos atributos o características naturales.

CRISTO ES REEMPLAZADO POR LOS DONES Y EL CONOCIMIENTO

  El Nuevo Testamento contiene tres epístolas que describen los sustitutos de Cristo: 1 Corintios, Gálatas y Colosenses. En 1 Corintios se mencionan los dones y el conocimiento. En 1 Corintios 1:7, Pablo dijo que a los corintios nada les faltaba en ningún don. Además, ellos tenían mucho conocimiento, incluso conocimiento espiritual, sin embargo, eran carnales. Su conocimiento no les ayudaba mucho, y sus dones no los edificaban. Pablo les dijo que cuando él fue a ellos por primera vez, él se propuso no saber entre ellos cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado (1 Co. 2:2). Pablo veía que los corintios estaban ocupados por el conocimiento y los dones. Ésta fue la razón por la cual habló tanto del Cristo crucificado, lo cual indica que los creyentes corintios necesitaban llevar una vida crucificada, una vida de cruz.

  En 1 Corintios 1:22 Pablo dijo: “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría”. Para los judíos, el Cristo crucificado era un tropezadero, y para los griegos, era una necedad. Ni los judíos ni los griegos tenían interés alguno en este Cristo. Ellos preferían un Cristo de esplendor a un Cristo crucificado. Sin embargo, Pablo les dijo que él no quería saber entre ellos cosa alguna sino a Cristo, y a éste crucificado.

  En el libro de 1 Corintios, Pablo finalmente les indicó que para llevar la vida de iglesia, los creyentes necesitan experimentar al Cristo crucificado. La vida de iglesia debe ser una vida crucificada. Lo que los creyentes corintios necesitaban era vivir al Cristo crucificado y no prestar atención al conocimiento ni a los dones espirituales.

  En Corinto, Cristo fue reemplazado por el conocimiento y los dones. En el movimiento carismático de hoy, Cristo es también reemplazado por los dones. En las reuniones carismáticas ¿es Cristo el único énfasis, y logran conocerle y experimentarle los creyentes allí de manera adecuada? Hoy en día, Cristo sigue siendo reemplazado por el conocimiento y los dones y, por supuesto, también es reemplazado por las varias formas, rituales, y ordenanzas de la religión.

CRISTO ES REEMPLAZADO POR LA RELIGIÓN

  En el libro de Gálatas vemos que Cristo había sido reemplazado por el judaísmo. El judaísmo era una religión en la cual la gente adoraba al Dios verdadero conforme a Su Palabra santa. Esta religión incluía la ley, que había sido dada por Dios por medio de Moisés, y también la circuncisión, las ordenanzas, y las tradiciones. Pablo avanzó en esta religión y aventajó a muchos de sus contemporáneos; pero un día, mientras iba camino a Damasco, el Señor Jesús se le apareció. En aquel momento, Dios reveló al Cristo vivo en Pablo (Gá. 1:16a). Por lo tanto, en el libro de Gálatas, vemos claramente cómo Cristo fue reemplazado por la religión judía con su ley, circuncisión y tradiciones.

  En la época en que fue escrito el libro de Gálatas, no solamente los judíos habían reemplazado a Cristo con esta religión, incluso muchos santos habían sido afectados de tal modo que se apartaron de Cristo y regresaron a la ley y a la circuncisión. Gálatas 5:2 dice que si nos circuncidáramos, de nada nos aprovecharía Cristo. Los que buscan ser justificados por la ley en realidad han sido “reducidos a nada, separados de Cristo” (v. 4). Esto significa que si intentamos ser justos al guardar la ley, nos desligaremos de Cristo, y Él no tendrá ningún efecto sobre nosotros. Esto indica claramente que la ley puede reemplazar a Cristo y apartar al pueblo de Dios de Él. Además, la circuncisión hace nula la gracia de Dios.

  Dios había dado la ley, y había ordenado la circuncisión y muchos rituales. Aparentemente, era por Dios que los judíos practicaban todo esto. Sin embargo, la ley, la circuncisión y las ordenanzas, los tres componentes de la religión judía, reemplazaban a Cristo y eran usadas para distraer a los creyentes y separarlos de Cristo. Los santos de Galacia fueron distraídos de modo que se separaban de Cristo y prestaban más atención a ciertas cosas que Dios había dado y ordenado. En el caso de ellos, Cristo fue reemplazado por la religión.

CRISTO ES REEMPLAZADO POR LA CULTURA

  Según el libro de Colosenses Cristo es reemplazado por la cultura. Toda cultura se compone de muchos elementos. Por ejemplo, la cultura occidental se compone de la religión hebrea, la filosofía griega y la política romana. En la época en que fue escrito el libro de Colosenses, la cultura de la región de Colosas incluía la religión hebrea, la filosofía griega, el ascetismo, el misticismo y el gnosticismo. Aunque la palabra cultura no aparece en esta epístola, hay evidencias muy claras de ella. Por ejemplo, en 3:11 Pablo dice que en el nuevo hombre no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita. Estas palabras muestran diferencias de orden cultural y religioso. La circuncisión y la incircuncisión se refieren a la religión, mientras que las palabras bárbaro y escita tienen que ver con la cultura. Así pues, el libro de Colosenses nos muestra que la cultura es el último sustituto de Cristo.

  Cuando estudiamos los libros de 1 Corintios, Gálatas, y Colosenses, encontramos muchos sustitutos de Cristo. Cristo es reemplazado por el conocimiento y los dones, por la religión con sus leyes y ordenanzas, y por la cultura. Entre los corintios, Cristo era reemplazado por el conocimiento y por los dones espirituales. Lo mismo sucede hoy entre los cristianos. Algunos opinan que las reuniones carismáticas son muy vivientes. Pero ¿son vivientes debido a Cristo o a alguna otra cosa? Si nos descuidamos, muchas cosas pueden entrar y reemplazar a Cristo en nuestra experiencia. Si Cristo no es reemplazado por el conocimiento o los dones, puede ser reemplazado por la religión o la cultura. Podríamos reemplazarlo con alguna ley u ordenanza elaborada por nosotros. Ciertos “ismos” pueden venir a ser sustitutos de Él. Asimismo, la cultura que nosotros mismos hemos elaborado y nos hemos impuesto, puede reemplazar a Cristo en nuestro diario vivir. Ya que existen tantos sustitutos de Cristo, podemos afirmar que a través de los siglos, Cristo ha sido reemplazado en todo aspecto en la experiencia de los cristianos.

CRISTO ES REEMPLAZADO POR NUESTRAS CARACTERÍSTICAS NATURALES

  En nuestro diario vivir, Cristo es a menudo reemplazado por nuestras características naturales. Supongamos que un hermano siempre tiende a actuar con rapidez mientras que otro siempre actúa lentamente. El primero vive automáticamente según su rapidez natural, mientras que el segundo se conduce según su lentitud natural. El hermano que actúa con rapidez frecuentemente cometerá errores, mientras que el hermano que actúa con lentitud a menudo causará retrasos. En el primer caso, Cristo ha sido reemplazado por una manera rápida de ser, y en el otro por una manera de ser lenta. Ya sea que prefiramos el primer o el segundo hermano, el hecho es que Cristo es reemplazado tanto por la rapidez natural o por la lentitud natural.

VIVIR A CRISTO

  Hace poco en una reunión, un hermano se puso en pié para declarar que él había tomado la decisión de abandonar su cultura. Más tarde, hice notar que si tratamos de abandonar nuestra cultura, esto sólo producirá otra clase de cultura: la cultura que consiste en abandonar la cultura. No necesitamos abandonar nuestra cultura. Lo que debemos ver es que la cultura es un sustituto de Cristo y que debemos vivir a Cristo. Cuanto más vivimos a Cristo, más Él reemplazará nuestra cultura. De este modo, la cultura que anteriormente era un sustituto de Cristo, es finalmente reemplazada por Cristo al vivirle nosotros a Él.

  No cabe ninguna duda de que Cristo se revela plenamente en la Biblia. Pero, entre el pueblo de Dios, ¿quiénes viven verdaderamente a Cristo? Aun nosotros debemos preguntarnos en qué medida vivimos a Cristo. A veces a los santos les gusta hablar de cómo mejorar las reuniones de la iglesia. No obstante, nuestra preocupación no debe centrarse en la manera en que nos reunimos, sino en el hecho de vivir a Cristo. ¿Nos preocupa más vivir a Cristo de una manera genuina, o sólo nos interesa tener cierta clase de reuniones? Las reuniones de la iglesia no deberían ser una mera actuación, sino una exhibición de nuestra vida diaria.

  Damos gracias al Señor por todo lo que Él nos ha mostrado en cuanto a la revelación de Cristo presentada en Colosenses. Ahora debemos avanzar, buscando experimentar a Cristo y vivirlo a Él. Lo que necesitamos, no son más doctrinas, sino más experiencias de Cristo. Necesitamos que constantemente se nos exhorte a vivir a Cristo diariamente. Dondequiera que estemos, ya sea en la casa, en la escuela, o en el trabajo, debemos vivir a Cristo. Pablo pudo decir: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21). ¿Cuántos de nosotros podemos testificar lo mismo? Cada vez que el Señor nos pone a prueba en esto, tenemos que humillarnos y confesar que no vivimos mucho por Cristo. ¡Cuánto necesitamos recibir gracia para vivir a Cristo día a día! Si lo vivimos de una manera adecuada y consistente, todos los sustitutos de Cristo desaparecerán.

  Si recibimos luz en cuanto a cómo Cristo es reemplazado en nuestro diario vivir, tendremos que confesarle al Señor que en lugar de vivirle a Él vivimos por muchas otras cosas. Tal vez digamos: “Señor, confieso que no he vivido mucho por Ti. A pesar de que llevo una vida limpia y pura, no vivo a Cristo. Aunque me he esforzado por no pecar y portarme bien con los demás, no te he vivido”. Hace muchos años, dedicaba mucho tiempo a confesar mis fracasos y equivocaciones, pero nunca confesé el que no vivía a Cristo lo suficiente. Sin embargo, recientemente mi tiempo de confesión se ha centrado en una sola cosa: no vivir a Cristo lo suficiente. Todos tenemos que confesarle esto al Señor.

LOS DOS ÚNICOS MANDAMIENTOS

  El Nuevo Testamento contiene un solo mandamiento para los incrédulos: arrepentirse y creer en el Señor Jesús. Ellos perecerán por no haber creído en el Señor. Así como existe un solo mandamiento para los incrédulos, también hay un solo mandamiento para los creyentes: vivir a Cristo. Si usted no es creyente, debe arrepentirse y creer en Cristo; pero si ya ha creído en Cristo, debe entonces vivirle a Él. Los incrédulos hacen una infinidad de cosas en lugar de creer en Cristo. Del mismo modo, es posible que los creyentes hagan muchas cosas en lugar de vivir a Cristo. El único pecado de los incrédulos es la incredulidad, esto es, no creer en Cristo; pero el único pecado de los creyentes es el hecho de que no vivan a Cristo. Debemos confesar este pecado y repudiarlo. Tal vez seamos humildes, honestos, sinceros, fieles, diligentes y en muchísimos aspectos nos guste ceñirnos a la Biblia; pero si no vivimos a Cristo, aún estamos bajo la condenación de Dios. Dios no busca personas honestas ni sinceras; lo que Él quiere es que seamos “Cristo-personas”, aquellos que viven a Cristo. Un verdadero cristiano debe ser un “Cristo-hombre”, y no simplemente un hombre virtuoso.

  Es imprescindible que veamos que en nuestro vivir no debe haber ningún sustituto de Cristo. Particularmente en Colosenses, vemos que Cristo no debe ser reemplazado por ningún tipo de cultura. Todos tenemos una cultura que está muy arraigada en nosotros, incluyendo aquella que hemos heredado y aquella que nosotros mismos hemos elaborado y nos hemos impuesto. Vivir por esta cultura equivale a vivir por algo que no es Cristo mismo. Cuando vivimos por nuestra cultura, es posible que no hagamos nada pecaminoso. Por el contrario, puede ser que nuestro modo de vivir sea muy bueno; con todo, no es Cristo. Debemos repudiar la práctica de vivir por virtudes como la humildad, el amor y la diligencia, en lugar de vivir a Cristo. Lo que Dios desea es que vivamos a Cristo.

CRISTO MORA EN NOSOTROS DE MANERA SUBJETIVA

  El libro de Colosenses presenta tanto el aspecto objetivo como el aspecto subjetivo de Cristo. Por un lado, esta epístola revela al Cristo todo-inclusivo y extenso de manera objetiva; por otro, nos deja la clara indicación de que este Cristo mora en nosotros de manera subjetiva. Ya nos hemos referido antes a 1:27, donde Pablo dice que Cristo en nosotros es la esperanza de gloria. En realidad, el Cristo todo-inclusivo y extenso está morando en nosotros. ¡Cuán subjetivo es esto! Conforme a Pablo, el Cristo que es el misterio de la economía de Dios no es simplemente el Cristo que está sentado a la diestra de Dios en el cielo, sino también el Cristo que está en nosotros. Según la economía de Dios, Cristo debe ser impartido en nosotros para que llegue a ser subjetivo en nuestra experiencia. Si Él estuviese solamente en el trono en los cielos, no podríamos experimentarlo. Podríamos mirarlo, confiar en Él, orar y acudir a Él, pero no podríamos experimentarlo. ¡Alabado sea el Señor por el Cristo extenso que vive en nosotros como nuestra esperanza de gloria! Éste es el enfoque de la economía de Dios, el meollo de la impartición de Dios.

  Algunos cristianos no creen que Cristo mora en nosotros. Dicen que Él está en el trono y que Su representante en nosotros es el Espíritu Santo. Esto es torcer la Palabra santa de Dios, la cual afirma claramente que Cristo está en nosotros. ¿Con qué derecho puede alguien afirmar que Cristo está solamente en los cielos y que no puede estar al mismo tiempo en los creyentes? ¿Sobre qué se basan aquellos que tuercen la Palabra de Dios para decir que el Espíritu meramente representa a Cristo en nosotros? Los que niegan el hecho de que Cristo mora en nosotros se nos oponen cuando enseñamos que hoy en día Cristo es el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17). La Biblia afirma clara y categóricamente que Cristo está en nosotros. Si Cristo no fuese el Espíritu vivificante, ¿cómo podría Él morar en nosotros y ser nuestra vida?

ESCONDIDOS CON CRISTO EN DIOS

  En 3:3 y 4, Pablo dice: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria”. Colosenses 3:3 dice que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. El hecho de estar con Cristo en Dios significa que somos uno con Cristo. Expresándolo con las palabras de 1 Corintios 6:17, el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él. Estamos con Cristo en Dios porque nosotros y Cristo somos uno subjetivamente.

  Colosenses 3:3 es un versículo profundo y misterioso. Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. ¿No es un misterio el hecho de que estemos con Cristo y de que estemos escondidos en Dios? Esto no es algo meramente objetivo, sino también muy subjetivo.

CRISTO, NUESTRA VIDA

  En 3:4 Pablo añade que Cristo es nuestra vida. Nada es más subjetivo a nosotros que nuestra propia vida. En realidad, nuestra vida es nosotros mismos. ¿Cómo podríamos separar a una persona de su vida? ¡Esto sería imposible! La vida de una persona es la persona misma. Por lo tanto, decir que Cristo es nuestra vida equivale a decir que Cristo ha venido a ser nosotros. Esto es lo más subjetivo que puede haber.

ANDAR EN CRISTO

  En 2:6 y 7 Pablo escribe: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Cristo, a Jesús el Señor, andad en El; arraigados y sobreedificados en El”. Después de recibir a Cristo, debemos andar en Él. Esto es vivir, actuar, comportarnos y tener nuestro ser sumergido en Él. Esto también es subjetivo. Si Cristo estuviera solamente en el trono, ¿cómo podríamos andar en Él estando en la tierra? Sólo podemos andar en Cristo si Él es subjetivo en nuestra experiencia.

  Colosenses 2:7 afirma que hemos sido arraigados en Cristo y que estamos siendo sobreedificados en Él. Estas expresiones tienen que ver con el hecho de andar en Cristo. Nosotros andamos en Él, habiendo sido arraigados en Él y siendo sobreedificados en Él. Esto implica que somos plantas arraigadas en Cristo. Para poder andar en Cristo, debemos ver más de lo que significa ser arraigados en Cristo y sobreedificados en Él.

  En este mensaje nuestra carga ha sido mostrar que la intención de Pablo al escribir Colosenses era ayudar a los santos a ver que nada debía reemplazar a Cristo. Por el contrario, Cristo debe reemplazarlo todo. Cristo está en nosotros como nuestra vida, y nosotros debemos andar en Él. Si hemos sido arraigados en Cristo, y si estamos siendo sobreedificados en Él, andaremos en Él. De este modo, viviremos y nos conduciremos en Él, y tendremos nuestro ser sumergido en Él. En esto consiste vivir a Cristo.

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