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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Colosenses»
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Mensaje 8

CRISTO, EL PRIMOGÉNITO DE TODA CREACIÓN

  Lectura bíblica: Col. 1:15-17; Ap. 3:14

  En este mensaje estudiaremos lo que significa que Cristo sea el Primogénito de toda creación (Col. 1:15-17). El propósito principal del libro de Colosenses es mostrar que Cristo es todas las cosas, que Él lo es todo. Todo lo que existe en el universo está incluido bajo uno de dos encabezamientos básicos: el Creador y la creación. Para mostrarnos que Cristo lo es todo, la Biblia dice que Cristo es tanto el Creador como el Primogénito de toda creación. Si Él fuera solamente el Creador y no el Primogénito de toda creación, entonces no lo sería todo.

LA HEREJÍA DE RENDIR CULTO A LOS ÁNGELES

  En Colosenses Pablo confronta asuntos tales como las observancias judías, las ordenanzas gentiles, el misticismo, el gnosticismo y el ascetismo. Entre las cosas negativas que él menciona, sobresale una particularmente grave: el culto a los ángeles, lo cual es una forma de idolatría. El hecho de adorar algo que no es el propio Dios, incluyendo la adoración de criaturas como los ángeles, es idolatría. Sin embargo, puesto que ciertos maestros heréticos consideraban que tanto ellos como otros eran indignos de tener contacto directamente con Dios, ellos abogaban por el culto a los ángeles. Enseñaban que Dios es muy elevado y que nosotros estamos muy por debajo de Él, que Dios es glorioso y que el hombre es corrupto. Por consiguiente, según su enseñanza herética, nosotros no podíamos ser dignos de tener contacto directo con Dios. Conforme a ellos, debíamos tener alguna clase de intermediario. Estos maestros decían que los ángeles eran tales intermediarios entre nosotros y Dios. Éste era el concepto subyacente a la adoración de los ángeles que había invadido a la iglesia en Colosas.

  El culto a los ángeles que Pablo confrontó en esta epístola tenía que ver con cierto sentimiento de humildad. Algunos pensaban que el hecho de creerse indigno de adorar a Dios directamente, era una señal de humildad. Al parecer ellos tenían ciertas bases bíblicas para sustentar su posición. En la Biblia deja constancia de que Dios no dio la ley directamente a Moisés, sino que la dio por medio de los ángeles (Gá. 3:19). Por tanto, en la entrega de la ley, los ángeles sirvieron de intermediarios. Sin embargo, los maestros heréticos fueron más allá y enseñaron que los ángeles debían ser los intermediarios entre Dios y el hombre caído. Ellos animaban a los santos a mostrar humildad practicando esta forma de adoración. Era como si estos maestros les dijeran a los colosenses: “No debéis ser tan orgullosos como para pensar que podéis dirigiros directamente a Dios. Debéis humillaros y reconocer vuestra necesidad de acudir a los ángeles para que os sirvan de intermediarios entre vosotros y Dios”. Pablo luchaba en contra de este concepto cuando dijo: “Que nadie, con humildad autoimpuesta y culto a los ángeles, os defraude juzgándoos indignos de vuestro premio” (2:18). No debemos dejarnos engañar por la humildad de nadie ni por la enseñanza del culto a los ángeles.

CRISTO ES LA CABEZA DE TODO PRINCIPADO Y POTESTAD

  En Colosenses 2:9-10 Pablo dice: “Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis llenos en El, que es la Cabeza de todo principado y potestad”. Las palabras “principado” y “potestad” se refieren a los ángeles. Cristo es la Cabeza de todos los ángeles, no sólo de los ángeles que están subordinados, sino también de aquellos ángeles que tienen principado, poder y autoridad.

  Debemos entender la razón por la que Pablo añade una cláusula en 2:10, que dice: “Que es la Cabeza de todo principado y potestad”. Es bastante fácil entender que toda la plenitud de la Deidad habita corporalmente en Cristo, es decir, en forma corporal (2:9). Cuando Cristo estuvo en la tierra, Él tuvo un cuerpo físico, y en ese cuerpo habitaba toda la plenitud de la Deidad. Debido a que la plenitud habita en Él y nosotros estamos en Él, resulta lógico decir que nosotros estamos llenos en Él (2:10). No obstante, Pablo de repente comienza a decir que Cristo es la Cabeza de todo principado y potestad. Aquel en quien habita toda la plenitud de la Deidad y Aquel en quien estamos llenos, es la Cabeza de todo principado y potestad. Es crucial que veamos cuán significativo es esto.

  Para entender el hecho de que se añadiera esta cláusula, debemos examinarla dentro del contexto de todo el libro. Colosenses revela que Cristo lo es todo. Pablo recalcó esto a los colosenses porque ellos habían aceptado la herejía de adorar a los ángeles. Tal parece que los santos de Colosas no creían que Cristo pudiera ser el intermediario entre ellos y Dios. Según el concepto de ellos, Cristo era demasiado exaltado como para ayudarlos de esta manera. Por tanto, les parecía a ellos que necesitaban a los ángeles como intermediarios. Ésta fue la razón por la que Pablo les mostró que Cristo era la Cabeza de todos los ángeles. Mientras tengamos a Cristo, quien lo es todo, no necesitamos acudir a los ángeles. Si necesitamos algún intermediario, Cristo es nuestro intermediario. Ésa no es la función de los ángeles. Sí, Dios es muy elevado y nosotros somos muy bajos. Pero esto no significa que necesitemos a los ángeles como intermediarios. En Cristo estamos llenos; no nos falta nada. Puesto que los colosenses consideraban a los ángeles sus intermediarios, necesitaban ver que Cristo es la Cabeza de todos los ángeles. Cristo lo es todo. Con tal de que ellos lo tuvieran a Él, estarían llenos. Deberíamos estar en capacidad de testificar, no sólo en doctrina sino también en experiencia, que estamos llenos en Cristo y que no nos falta nada. En Cristo poseemos a Dios, la justicia, la vida y todas las cosas positivas del universo. Al tener a Cristo tenemos a Aquel que es la Cabeza de todos los ángeles. ¡Cuán equivocados estaban los colosenses al aceptar la herejía del culto a los ángeles! Ya que Cristo lo es todo, debemos acudir a Él en todas nuestras necesidades. Ahora podemos entender que Pablo añadió esta cláusula en 2:10 para recalcar a los colosenses que los creyentes no necesitamos que los ángeles sean nuestros intermediarios, debido a que nuestro Cristo es la Cabeza de todo principado y potestad. Él es la Cabeza de todos los ángeles.

  Colosenses revela que Cristo lo es todo; Él es tanto el Creador como el Primogénito de toda creación. Si Cristo solamente fuera el Creador y no fuera parte de la creación, entonces no lo sería todo. Así, la plenitud, la expresión del Dios Triuno, no sería completa. En Colosenses el concepto de Pablo era muy profundo. La plenitud, la expresión plena del Dios Triuno, habita en Cristo. Como Aquel que lo es todo, Cristo es tanto el Creador como el Primogénito de toda la creación. Éste es un principio fundamental.

LA IMAGEN DEL DIOS INVISIBLE

  Colosenses 1:15 dice que Cristo es la “imagen del Dios invisible”. Luego, en el mismo versículo, Pablo dice que Cristo es el “Primogénito de toda creación”. ¿Por qué Pablo conjuga estos dos asuntos, la imagen del Dios invisible y el Primogénito de toda creación? Dios es invisible, pero el Hijo de Su amor, quien es “el resplandor de Su gloria, y la impronta de Su sustancia” (He. 1:3), es Su imagen y, como tal, expresa lo que Dios es. La palabra “imagen” aquí no se refiere a una forma física, sino a una expresión del ser de Dios en todos Sus atributos y virtudes. Esta interpretación puede confirmarse en Colosenses 3:10 y 2 Corintios 3:18.

  Decir que Cristo, Aquel que es todo-inclusivo, es la imagen de Dios, equivale a afirmar que Él es el propio Dios, el Creador. Cuando vemos a Cristo, vemos la expresión del Dios invisible, puesto que Él mismo es Dios. Si yo hubiera escrito la Epístola a los Colosenses, simplemente habría dicho que Cristo es Dios el Creador. Sin embargo, Pablo no escribió de una manera tan sencilla. Él dijo que Cristo era la imagen del Dios invisible, es decir, el propio Dios expresado.

EL PRIMERO ENTRE TODAS LAS CRIATURAS

  En 1:15 Pablo agrega que Cristo es el Primogénito de toda creación, lo cual significa que en la creación Él es el primero. Cristo, por ser Dios, es el Creador; pero por ser un hombre de sangre y carne creadas (He. 2:14), Él forma parte de la creación. La expresión “el Primogénito de toda creación”, se refiere a la preeminencia de Cristo en toda la creación, debido a que desde este versículo hasta el versículo 18, el apóstol subraya el primer lugar que Cristo ocupa entre todas las cosas. Este versículo no sólo revela que Cristo es el Creador, sino también el primero entre todas las cosas creadas, el primero entre todas las criaturas.

  Algunos insisten en que Cristo es solamente el Creador, no una criatura. Pero la Biblia revela que Cristo es a la vez el Creador y la criatura, ya que Él es tanto Dios como hombre. Por ser Dios, Cristo es el Creador, pero por ser hombre, Él es una criatura. ¿Cómo podría tener carne, sangre y huesos si no fuera una criatura? ¿Acaso Cristo no se hizo hombre? ¿No tomó Él un cuerpo de carne, sangre y huesos? Por supuesto que sí. Aquellos que se oponen a esta enseñanza carecen del conocimiento adecuado. En realidad, son heréticos, por no creer que Cristo verdaderamente se hizo hombre. En lugar de ello, sólo creen que Él es Dios, y tal creencia es herética. Nuestro Cristo es Dios, siempre lo ha sido y siempre lo será. Pero mediante la encarnación Él se hizo hombre. De otra forma, no podría haber sido arrestado, juzgado y crucificado; y tampoco podría haber derramado Su sangre en la cruz por nuestros pecados. ¡Alabado sea el Señor por la verdad de que nuestro Cristo es tanto Dios como hombre!

  Como Dios, Cristo es eterno y no necesitaba nacer. Pero en 1:15 Él es llamado el Primogénito de toda creación. Todo aquello que requiere un nacimiento debe de ser una criatura, una parte de la creación. Si Cristo sólo fuera Dios, y no hombre, no podría haber nacido, porque Dios es infinito y eterno, sin principio ni fin. Pero como hombre, Cristo necesitaba nacer. ¡Aleluya, Cristo nació como hombre! Isaías 9:6 dice: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado ... y se llamará Su nombre ... Dios fuerte, Padre eterno...” Como el niño que nos es nacido, Cristo es llamado Dios fuerte; y como el Hijo que nos es dado, Él es llamado Padre eterno. Como Dios fuerte y Padre eterno, Cristo es eterno; pero como el niño y el hijo, Él necesitaba nacer. Algunos argumentan que Cristo nació pero que no fue creado. Conforme a la Biblia, el nacimiento es la forma en que la creación se lleva a cabo. Por consiguiente, nacer equivale a ser creado.

PARA DIOS NO EXISTE EL ELEMENTO DEL TIEMPO

  Quizás algunos se pregunten cómo puede ser que Cristo sea llamado el Primogénito de toda creación cuando Él nació hace menos de dos mil años, y no al principio de la creación. Si queremos entender esto correctamente, debemos darnos cuenta de que para Dios no existe el elemento del tiempo. Por ejemplo, conforme a nuestra manera de calcular el tiempo, decimos que Cristo fue crucificado hace unos dos mil años. Pero Apocalipsis 13:8 dice que Cristo fue inmolado desde la fundación del mundo. Ambas afirmaciones son válidas. No obstante, el cálculo de Dios es mucho más importante que el nuestro. A los ojos de Dios, Cristo fue crucificado desde la fundación del mundo. En la eternidad, Dios previó la caída del hombre. Por lo tanto, también en la eternidad, Él hizo una preparación para efectuar la redención.

  La diferencia entre la valoración de Dios y la nuestra con respecto al tiempo también nos ayuda a comprender por qué a Cristo se le llama el segundo hombre (1 Co. 15:47). Desde nuestra perspectiva, el segundo hombre fue Caín, el hijo del primer Adán; pero desde la perspectiva de Dios, el segundo hombre es Cristo.

  Podemos aplicar este asunto de las distintas maneras de calcular el tiempo al hecho de que Cristo es el Primogénito de toda creación. Conforme a nuestra percepción del tiempo, Cristo nació en Belén hace aproximadamente dos mil años. Pero a los ojos de Dios, el Señor Jesús nació antes de la fundación del mundo. Si Él fue inmolado desde la fundación del mundo, ciertamente tuvo que haber nacido antes. Por consiguiente, conforme a la perspectiva eterna de Dios, Cristo nació en la eternidad pasada. Ésta es la razón por la cual, para Dios, Cristo siempre ha sido el primero de todas las criaturas. Dios previó el día en que Cristo nacería en un pesebre de Belén. Puesto que Cristo es el primero entre las criaturas, podemos decir que, por ser Aquel que es todo-inclusivo, Él es tanto el Creador como una parte de la creación.

DEBEMOS SER FIELES A LA VERDAD

  En un mensaje anterior mencioné que en 1934 el hermano Nee dio una serie de mensajes en Shangai sobre la centralidad y la universalidad de Cristo. A petición del hermano Nee, pulí las notas que tomé de dichos mensajes y las preparé para que fueran publicadas en el periódico del hermano Nee titulado: El testimonio presente. Cuando este material fue traducido al inglés, el traductor se tomó la libertad de interpretar —de una manera que el hermano Nee nunca lo hubiera aprobado— el concepto del hermano Nee con respecto al hecho de que Cristo es el primero de las criaturas. En lugar de traducir la misma frase usada por el hermano Nee, que decía: “El Hijo es el número uno de las criaturas”, el traductor escribió: “El Hijo es la cabeza de toda creación”. Ciertamente ésta no fue una traducción fiel, sino una interpretación conforme al concepto del traductor.

  El hermano Nee tuvo el denuedo de decirlo tal como lo expresa la Biblia. Durante aquella conferencia de 1934, leímos la traducción china que hizo el hermano Nee acerca de Colosenses 1. En dicha traducción él dejó muy en claro que Cristo es el primero de todas las criaturas. Éste es un ejemplo del denuedo que mostraba el hermano Nee en cuanto a las verdades bíblicas. A él no le importaba lo que dijeran los hombres; sólo le preocupaba lo que la Biblia decía. Sin embargo, la persona que tradujo estos mensajes cambió las palabras del hermano Nee a fin de evitar problemas con ciertos conceptos teológicos. Esto no fue fiel al ministerio del hermano Nee.

  Si verdaderamente nos preocupamos por la verdad, testificaremos que Cristo, quien es la imagen del Dios invisible, el Creador mismo, es, como Primogénito de toda creación, el primero entre todas las criaturas. En este sentido, Cristo no sólo es el Creador, sino también parte de la creación.

EN ÉL, POR MEDIO DE ÉL Y PARA ÉL

  Colosenses 1:16 dice: “Porque en El fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean señoríos, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de El y para El”. La frase “en El” quiere decir en el poder de la persona de Cristo. Todas las cosas fueron creadas en el poder de lo que Cristo es. Toda la creación exhibe las características del poder intrínseco de Cristo. (Véase la nota sobre este versículo en New Translation [La nueva traducción], de Darby). La expresión “por medio de El” indica que Cristo es el instrumento activo mediante el cual se efectuó el proceso de la creación de todas las cosas. Por último, la frase “para El” indica que Cristo es el fin de toda la creación. Todas las cosas fueron creadas para Su posesión.

ANTES DE TODAS LAS COSAS

  En el versículo 17 Pablo añade: “Y El es antes de todas las cosas”. Esto alude a la preexistencia eterna de Cristo.

TODAS LAS COSAS EN ÉL SE CONSERVAN UNIDAS

  Además, el versículo 17 dice que “todas las cosas en El se conservan unidas”. El hecho de que todas las cosas se conserven unidas en Cristo implica que éstas existen juntas debido a que Cristo es el centro que las sostiene, del mismo modo en que los radios de una rueda se mantienen unidos por medio del eje.

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