Mensaje 13
Lectura bíblica: Dn. 2:31-35, 41-44; Ap. 19:7-9, 11-21; 17:14
No deberíamos estudiar la Palabra ni entenderla de una manera natural, sino que debemos estudiarla y entenderla conforme a la revelación e iluminación del Señor. No se requiere iluminación para ver que Daniel oraba tres veces al día, pero ver la economía de Dios en el libro de Daniel requiere visión, revelación e iluminación. Debido a que necesitamos visión, revelación e iluminación, Pablo oró pidiendo que el Padre nos diera un espíritu de sabiduría y revelación en el pleno conocimiento de Él (Ef. 1:17). Además, tenemos necesidad de la interpretación apropiada de la Palabra.
En este mensaje me gustaría decir algo más con respecto al problema que el gobierno humano presenta para Dios. Mi carga es hacerles ver que a la postre, el gobierno humano combatirá contra Dios y será desmenuzado por Cristo cuando Él venga con Su novia.
En la gran imagen humana descrita en Daniel, la cabeza era de oro, el pecho y los brazos eran de plata, el vientre y los muslos eran de bronce, y los pies y los dedos de los pies eran parte de hierro y parte de barro cocido. Aparentemente, las partes que eran de oro, plata, bronce y hierro no representaban un problema para Dios. Pero con los diez dedos de los pies se suscita un gran problema, pues cuando el gobierno humano llega a la etapa de estos diez dedos —la etapa del anticristo y sus diez reyes—, tal gobierno combatirá directamente contra Dios. Por tanto, el gobierno humano no solamente se rebela contra Dios, exalta al hombre y adora a los ídolos, sino que también combate directamente contra Dios. Sin embargo, Cristo, la corporificación de Dios, vendrá con Su novia para desmenuzar el gobierno humano.
Antes que el gobierno humano sea desmenuzado deberá transcurrir una larga historia, tanto del mundo como de la nueva creación. Es en la nueva creación que Cristo prepara una novia para Sí a fin de casarse con ella. Si Cristo no tuviera una novia, entonces Él tendría que combatir solo contra el anticristo, pues el anticristo tendría un ejército pero Cristo no. Sin embargo, Cristo tendrá un ejército, y este ejército será Su novia.
El libro de Efesios revela que la iglesia es no solamente la novia de Cristo, sino también un guerrero (6:10-20). El día de Su boda, Cristo se casará con aquella que ha estado librando una batalla contra el enemigo de Dios por años. Esto quiere decir que en Apocalipsis 19 Cristo se casará con los vencedores, quienes ya han vencido al maligno.
Este malvado derrotado, el diablo, buscará entonces unirse al anticristo, y el anticristo lo recibirá. El diablo y el anticristo se harán uno. Inspirado por el diablo, el anticristo reunirá una multitud de personas malvadas para que sean su ejército. A los ojos de Dios, estos malvados, el ejército del anticristo, serán las uvas que habrán de ser pisadas en “el lagar del vino del ardor de la ira del Dios todopoderoso” (Ap. 19:15).
Cuando Cristo venga a combatir contra el anticristo y su ejército, lo hará como Hijo del Hombre. Como Hijo del Hombre, Él necesitará un complemento que le corresponda y lo complete. Este complemento será Su novia. En su venida para desmenuzar el gobierno humano, Cristo será el Marido junto con los vencedores como Su novia. Esto quiere decir que antes que Él descienda a la tierra para poner fin a los diez dedos de los pies, y luego, a toda la imagen humana, Él tendrá una boda (Ap. 19:7-9). Después de Su boda, Él vendrá con Su novia recién casada para destruir al anticristo, quien junto con su ejército combatirá directamente contra Dios.
En un mensaje anterior hicimos notar que tanto la vieja creación como el gobierno humano son un problema para Dios. Cristo resolvió el problema de la vieja creación por medio de Su crucifixión, Su muerte todo-inclusiva en la cruz. Este problema Él lo resolvió solo. Cristo resolverá el problema del gobierno humano al venir con Su novia para desmenuzar la gran imagen de los pies a la cabeza. Este problema Él no lo resolverá solo, sino junto con Su novia, que es Su ejército. Cristo con Su novia aniquilará al gobierno humano.
Ahora debemos proceder a ver de qué manera Cristo produce a Su novia. Él produce a la novia por los medios propios de la nueva creación. Al presente, en el recobro del Señor, estamos combatiendo contra la religión organizada y tradicional, y combatimos en pro de la nueva creación. La religión organizada y tradicional no ayuda a los creyentes a crecer, a ser renovados, ni a ser transformados. Muchos de nosotros podemos testificar que no comenzamos a crecer espiritualmente, sino hasta que nos integramos en la vida de iglesia.
El crecimiento es seguido por la transformación. Tanto en nuestra vida física como en nuestra vida espiritual, somos transformados al crecer. Cuanto más crecemos, más somos transformados.
Debido a que la religión organizada y tradicional no ayuda al pueblo de Dios a crecer, existe la necesidad del recobro del Señor. Nosotros tenemos necesidad del recobro, y Dios también tiene necesidad del recobro. El recobro del Señor absolutamente tiene por finalidad la nueva creación. Por esta razón, desde que vine a este país en 1962 he estado dando mensajes sobre la transformación. El recobro del Señor tiene por finalidad la nueva creación, y la nueva creación requiere que haya una transformación de lo viejo a lo nuevo. Además de ser transformados, también es necesario que seamos conjuntamente edificados de modo que podamos ser el Cuerpo de Cristo y también la novia de Cristo, el complemento de Cristo.
Cristo tiene necesidad del Cuerpo y de la novia. Antes de Su segunda aparición, Cristo continuará operando en la iglesia de una manera misteriosa a fin de hacer de nosotros una nueva creación. Cuando esta nueva creación haya sido transformada y llegue a ser madura en vida, ella será adherida a Cristo y se hará uno con Cristo para ser Su novia.
Quisiera recalcar el hecho de que la novia requiere madurez. Cristo no se casará con una novia que sea inmadura. Únicamente cuando hayamos alcanzado la madurez, Él nos tomará para que seamos Su novia. Tenemos que reconocer que en el recobro del Señor todavía no hemos alcanzado la madurez; somos todavía muy jóvenes para ser presentados a Cristo como Su novia. Por tanto, existe la urgente necesidad de que alcancemos la madurez. Cuando Cristo, el Novio, vea que hemos alcanzado la madurez, Él se casará con la novia y, entonces, vendrá con ella como Su ejército para desmenuzar el gobierno humano.
Después que Cristo se haya casado con Su novia, Él vendrá como la piedra no cortada con manos y desmenuzará la gran imagen humana de los pies a la cabeza, con lo cual destruirá al gobierno humano que combate directamente contra Dios. Al ser efectuado este desmenuzamiento, la tierra entera será depurada. El problema del gobierno humano en la vieja creación será resuelto. Entonces Cristo crecerá, desde ser una piedra hasta llegar a ser un gran monte que llenará toda la tierra (Dn. 2:35). De este modo, Cristo será la centralidad y universalidad en la economía de Dios.
La piedra se refiere a Cristo como centralidad, y el monte se refiere a Cristo como universalidad. Como piedra, Él es el centro, la centralidad; como monte, Él es la circunferencia, la universalidad. Al presente, Cristo tiene que ser la centralidad y universalidad en nuestra vida de iglesia, en nuestra vida familiar y en nuestra vida diaria. Si Cristo es nuestra centralidad y universalidad de este modo, Él también será la centralidad y universalidad en la economía de Dios y en el mover de Dios.
El libro de Daniel nos muestra que todos los reyes y reinos del mundo están bajo la administración de Dios. Consideren la situación con el Imperio babilónico regido por Nabucodonosor. Primero, Nabucodonosor era corregente y reinaba junto con su padre; en calidad de corregente, él destruyó la ciudad de Jerusalén en el año 606 a. C. Después, alrededor del año 604 a. C., él fue hecho rey y reinó hasta el año 561 a. C. Con el tiempo, fue reemplazado por su hijo y después por su nieto, Belsasar, cuyo libertinaje en Daniel 5 fue un insulto contra Dios; Belsasar fue muerto el año 538 a. C. En aquel entonces el Imperio babilónico llegó a su fin, y Darío el medo recibió el reino cuando tenía sesenta y dos años de edad. Darío era un rey subordinado a Ciro (véase Daniel 8). En el año 536 a. C. Ciro promulgó el decreto que liberaba a los cautivos de Israel y les permitía volver a Judá, con lo cual se puso fin a los setenta años que Dios había determinado para que los israelitas permanecieran en Babilonia. Por tanto, Dios se valió del Imperio babilónico para llevar a Sus elegidos —los cuales habían sido corrompidos y derrotados— al cautiverio; pero después de setenta años de cautiverio, Dios hizo que los medos y los persas se unieran con el propósito de poner fin al Imperio babilónico y liberar a Su pueblo del cautiverio en Babilonia. Esto es una ilustración de cómo todos los reyes y reinos están bajo la administración de Dios.
En el libro de Isaías, se condena a Nabucodonosor y Babilonia, pero se manifiesta gran estima por Ciro. Isaías 14 revela la unidad existente entre Satanás y Babilonia. A los ojos del profeta Isaías, Nabucodonosor era uno con Satanás. Por el contrario, con respecto a Ciro, Isaías afirma que Dios se deleitaba en él e, incluso, le hizo un pastor que cuidase de Su pueblo. En el primer año de su reinado, Ciro proclamó el retorno del pueblo de Dios a Judá (Esd. 1:1-4). Él también dispuso que los vasos de la casa de Dios que Nabucodonosor había traído a Babilonia fuesen devueltos a Jerusalén. Por tanto, Ciro es presentado de una manera muy positiva. No obstante, él todavía formaba parte de la gran imagen humana, esto es, formaba parte del gobierno humano que llegará a su consumación con el anticristo, quien combatirá contra Dios directamente. Esto pone al descubierto cuán maligno es el gobierno humano.
A fin de poner fin a este maligno gobierno humano, Cristo, como Hijo del Hombre, tiene que recibir el reino (Dn. 7:13-14). Por un lado, Cristo está en los cielos como Aquel que ha recibido el reino; por otro, Cristo está en nosotros como Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Como nuestro Redentor, Él puso fin a la vieja creación mediante Su crucifixión. Como Aquel que está en resurrección, Él ha hecho germinar la nueva creación, y hoy en día Él opera dentro de nosotros, Su nueva creación. Él también es nuestro Compañero en el horno de fuego ardiente (Dn. 3). Como tal Persona maravillosa, Él lo prepara todo para Su retorno a fin de ejercer Su dominio sobre toda la tierra.