Mensaje 13
Lectura bíblica: Dt. 12:1-32; 13:1-18
En los mensajes anteriores abarcamos los consejos y advertencias generales. Antes de abordar en el próximo mensaje la sección de Deuteronomio en la que se proclama nuevamente al pueblo los estatutos generales y las ordenanzas (14:1—26:19), me gustaría dar unas palabras con respecto a la división y la apostasía.
Los consejos y advertencias contenidos en Deuteronomio 5:32—11:32 son bastante generales, mientras que los mencionados en los capítulos 12 y 13 son muy específicos y terminantes. Según lo dicho por Moisés en Deuteronomio 12 y 13, debemos evitar la división y rechazar la apostasía. En el capítulo 12 él nos hace el encargo que guardemos el terreno de la unidad entre el pueblo de Dios, y en el capítulo 13 él condena terminantemente la apostasía. A los hijos de Israel no se les permitía tolerar la apostasía, ni siquiera en alguien tan cercano como un hermano, un hijo, una hija o una esposa (Dt. 13:6-9). En lugar de amar a los apóstatas, ellos debían tratar con ellos severamente. Dios no tolera la apostasía, y de la misma manera, los hijos de Israel no debían tolerarla. Dios aborrece la apostasía y condena la división.
En cuanto a la apostasía y la división, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento concuerdan. El término que usa el Nuevo Testamento para referirse a la apostasía es herejía. La apostasía y la herejía insultan la persona de Dios. En el Antiguo Testamento, los apóstatas se apartaron de Dios y fueron en pos de ídolos. Esto fue un insulto para Dios, y Él no lo toleró. En el Nuevo Testamento, los herejes negaron que Jesucristo es el Dios encarnado que se hizo hombre. Negar este hecho es una herejía, la apostasía neotestamentaria. Esta herejía causa perjuicio a la persona de Cristo. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, Dios no tolera la apostasía ni la herejía.
El Señor tampoco tolerará la división. El Señor aborrece la división porque ella destruye a Su pueblo como expresión Suya. En el Antiguo Testamento, los hijos de Israel eran el pueblo de Dios con miras a Su expresión corporativa. En el Nuevo Testamento, la expresión corporativa del Señor es el Cuerpo de Cristo. Mientras que la herejía insulta y causa perjuicio a la persona de Cristo, la división causa perjuicio al Cuerpo de Cristo. La división aniquila el Cuerpo de Cristo y lo corta en pedazos. Debido a que la herejía causa perjuicio a la Cabeza y la división aniquila el Cuerpo, el Señor, tanto en el Nuevo Testamento como el Antiguo Testamento, deja claro que jamás tolerará la herejía ni la división.
Quizás algunos santos sientan que en lugar de rechazar a quienes causan divisiones, debemos recibirlos y amarlos. Debido a que tienen muy buen corazón, estos santos tal vez digan: “Es cierto que ese hermano está equivocado y es faccioso. Pero ¿por qué deberíamos rechazarle? ¿No deberíamos cubrirle en amor?”. Sin embargo, el asunto crucial aquí es que no debemos tolerar lo que el Señor no tolera.
En cuanto a los que causan divisiones, debemos considerar lo que Pablo dice en Romanos 16:17: “Os exhorto, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la enseñanza que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”. Romanos 14 y 15 indican que en lo referente a recibir a los creyentes, Pablo era muy generoso, amplio y abarcaba a todos. Sin embargo, después de saludar a tantos santos en el capítulo 16, de repente emite una advertencia acerca de los que causan divisiones, en la que nos dice que nos fijemos en ellos y nos apartemos de ellos. Pablo no nos dice que amemos a estas personas ni que nos compadezcamos de ellas. En lugar de decirnos que nos compadezcamos de los que causan divisiones y tropiezos, Pablo nos manda que nos apartemos de ellos. La razón por la que debemos apartarnos de los que causan divisiones es que la división es extremadamente grave, a saber: la división destruye el Cuerpo de Cristo.
Si profundizamos en la Palabra, entenderemos por qué Moisés habla de la apostasía inmediatamente después de dar su encargo acerca de la división. Es muy significativo que Moisés aborde la división en Deuteronomio 12, y luego, la apostasía en Deuteronomio 13. Estos dos asuntos —la división y la apostasía— van siempre juntos. La apostasía, o herejía, insulta al propio Dios y causa perjuicio a la persona de Cristo, mientras que la división causa perjuicio al pueblo de Dios como Su expresión corporativa. Esto significa que la apostasía y la división causan perjuicio a toda la economía de Dios. Puesto que la apostasía y la división son tan perjudiciales, deben ser eliminadas.
Tal vez nosotros no tengamos nada que ver con la división ni con la apostasía, pero eso no significa que no pueda haber ningún problema entre los santos con relación a estos asuntos. Podría suscitarse algún problema, especialmente en cuanto a la división. Los que causan divisiones se vuelven muy activos en comunicarse con los santos. Además, a veces se ponen una “máscara” y tratan de atraerlo a usted fingiendo ser amables, humildes y amorosos. Entre nosotros hay personas facciosas que han venido haciendo esto. Supongamos que alguien se acercara a usted con una actitud “humilde”, y le dijera: “Quisiera tener comunión con usted. Hace tiempo que no lo veo y lo he echado mucho de menos. ¿Cómo le ha ido?”. Si alguien se le acerca a usted de esta manera, debe tener cuidado. La aparente bondad, amor y humildad de esa persona bien podría ser una máscara que esconde sus intenciones facciosas. Debemos tener cuidado de las máscaras que usan los que causan divisiones.
Al escuchar esto, algunos quizá digan: “¿Cómo podremos saber quién es faccioso y quién no lo es? ¿Cómo podemos discernir quién tiene puesta una máscara y quién no? Además, entre los facciosos, ¿acaso no hay algunos que son inocentes? Es probable que la persona que nos visite sea inocente”. Puede ser que la persona que habla con usted sea inocente, pero, aunque no se dé cuenta de lo que hace, con todo y ello, puede llevar los “gérmenes” de la división. En ese caso, usted podría ser infectado con esos gérmenes, los cuales se multiplican rápidamente. Una persona inocente en este sentido podría estar llena de gérmenes, y al ponerse en contacto con usted, le podría transmitir los gérmenes y hacer que usted se infecte sin que se dé cuenta.
¿Cómo puede discernir si la persona que habla con usted le está transmitiendo los gérmenes de la división? Usted debe tener mucho cuidado con lo que escucha. Si la persona que habla con usted está viviente y llena de vida, sin manifestar ningún germen de muerte, cuanto más hable usted con ella, más viviente se sentirá. La vida divina que está en usted se elevará cada vez más. Sin embargo, si la persona que habla con usted es una que propaga los gérmenes de muerte, cuanto más usted hable con ella, más muerto se sentirá. La vida que está en usted menguará. Siempre que la conversación que usted tenga con esa persona lo haga sentirse muerto, eso es un indicio de que esa persona está propagando los gérmenes de muerte. Puede ser que ese hermano o esa hermana le hable de una manera agradable, íntima, amorosa y humilde, pero a medida que escucha, usted siente que interiormente se va debilitando. Esto le ayudará a discernir si la persona que habla con usted es una que propaga gérmenes de muerte y de división.
Además, si usted sigue escuchando a esa persona facciosa, descubrirá que empezarán a surgir preguntas en su interior. Las preguntas a menudo constituyen la manera en que Satanás nos tienta. Al tentar a Eva, la serpiente le dijo: “¿Es cierto que Dios ha dicho?” (Gn. 3:1). Como señalé en el Estudio-vida de Génesis, el signo de interrogación tiene la forma de una serpiente puesta en pie, preguntándonos: “¿Es cierto que Dios ha dicho?”. Después de hablar con una persona facciosa, puede ser que usted quede con muchas preguntas: preguntas acerca de la iglesia y acerca del recobro del Señor. Estas preguntas podrían hacer que usted se enfríe con respecto a la vida de iglesia. Primero, tal vez usted deje de asistir a las reuniones de la iglesia. Con el tiempo quizás usted deje de orar y leer la Palabra. En lugar de ser avivado por el Señor cada mañana, usted es aniquilado.
Una de las cosas que más propagan gérmenes es comer cosas inmundas. Esto indica que si queremos mantenernos alejados de los gérmenes de la muerte y de la división, debemos tener una dieta espiritual apropiada. Por tanto, como veremos en el siguiente mensaje, en Deuteronomio 14 Moisés pasa del tema de la división y la apostasía al tema de la dieta santa.